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- rdf:value = " El señor FONCEA.-
Con todo el respeto que me merece el Honorable señor Juliet, pienso que no se puede plantear la cuestión en la forma insinuada por él; pedir segunda discusión si se aprueba más allá del artículo l1?, sobre todo cuando estamos en la discusión general de la iniciativa. Sin duda que los señores Senadores tienen amplia facultad para formular las indicaciones del caso; pero ahora sólo estamos; tratando la idea de legislar.
El señor Senador da por sentado que existe abierta inconstitucionalidad en aquellas disposiciones que establecen la obligación del Banco Central de destinar cierta cantidad de divisas, con el objeto de que se pueda continuar importando películas al país. Y ha dicho que únicamente acepta el artículo l9, que se refiere no a la proyección de películas para menores durante los días domingos, sino exclusivamente a las entradas al Estadio Nacional.
Antes de entrar a la improcedencia que ha planteado Su Señoría, quiero dejar establecido lo siguiente: en la Comisión de Gobierno, que estudió muy acuciosamente este asunto, los dirigentes de la Asociación Central de Fútbol aportaron antecedentes que, a mi juicio, no sólo deben merecer el análisis, sino que incluso una investigación de parte del Congreso. Se dijo que la Administración del Estadio Nacional, o sea el campo deportivo más importante de nuestro país, durante las competencias de la división de honor del fútbol profesional y de la división de ascenso, todos los días de reuniones -quiero que me escuchen los señores Senadores-, otorga 3.500 entradas liberadas, en conformidad con las. instrucciones que le imparte el Ministerio de Defensa Nacional.
El señor MONTES.-
¡ Qué barbaridad!
El señor FONCEA.-
El Honorable señor Montes, que no ha estado de muy buen genio esta tarde, dice: "¡Qué barbaridad!" Tres mil quinientos es un buen número, señor Senador. ¡Ya se lo quisiera Su Señoría en cualquiera de las concentraciones a las que tanta propaganda le hace. Tres mil quinientas personas son un público interesante para cualquiera reunión.
El señor MONTES.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor FONCEA.-
Con mucho gusto.
El señor MONTES.-
Con la venia de la Mesa, haré uso de la interrupción que me ha concedido el Honorable señor Foncea.
Estimo grave la denuncia que formula.
El señor Senador en cuanto a que se estarían otorgando en forma gratuita 3.500 entradas en el Estadio Nacional. De manera que acompaño al Honorable señor Foncea respecto de la necesidad de que las autoridades correspondientes establezcan la veracidad de esta denuncia. No sé si podríamos dirigir oficio del Senado al Director de Deportes del Estado, al Administrador del Estadio o al Ministerio de Defensa, a fin de que se nos informe sobre el número de las entradas gratuitas que se están otorgando.
De modo que reitero que acompaño al Honorable señor Foncea en su denuncia, porque me parece grave.
El señor FONCEA.-
¡Si la denuncia todavía no la he planteado! Su Señoría no me ha escuchado el resto de lo que estoy exponiendo.
Concuerdo en que el Ministerio de Defensa Nacional ordene a la Administración del Estadio Nacional entregar gratuitamente esas 3.500 entradas. Aún más, soy partidario de entregar mayor número de ellas, porque mediante el artículo 1? del proyecto, originado en una indicación del Senador que habla, se otorgan prácticamente más de 3.500 entradas liberadas.
Lo grave es que el año pasado, cuando por razones de índole personal estuve ausente del país y, en consecuencia, no pude participar en el debate que se produjo, se propuso terminar con las localidades de beneficio para los parlamentarios, las cuales existían desde que el Estadio Nacional se inauguró, y se hizo gran escándalo al respecto. Algunos Senadores cuyos nombres no cito porque están ausentes de la Sala y, en consecuencia, no podrían contestarme, levantaron su voz para aplaudir aquella medida, que fue una de las primeras del Gobierno Popular, en virtud de la cual, según se dijo, todo el mundo debería pagar sus entradas. El Presidente de la República -no diré "el compañero", porque no lo es, sino el Presidente de la República- dio el ejemplo.
Incluso se publicó profusamente una fotografía donde aparecía pagando su entrada para asistir a una velada deportiva al Estadio Nacional. Pues bien, hoy día, cuando aun no ha transcurrido un año de ios hechos que estoy narrando, resulta que se otorgan 3.500 entradas para los niños. Incluso para mayor comodidad de estos invitados, la Asociación Central de Fútbol les destinó el sector nororiente de ese campo deportivo.
En esa oportunidad también se dijo, lo cual ha quedado de manifiesto, que en realidad de ese beneficio no gozaba ningún niño, con excepción de los de edad superior a los 30 años, porque a esos espectáculos asiste pura gente adulta. Esto lo considero un escándalo. Parece algo insignificante; sin embargo, da la pauta de la forma como se está engañando al país, haciéndose demagogia de algo que para mí debe ser serio. Se dijo que no habría entradas liberadas, dándose como ejemplo para todo el país la acción del Presidente de pagar la suya, y a nosotros nos suprimieron esa granjeria. Como la Asociación no puede vender las localidades que debe reservar al Congreso, pues tenemos preferencia para adquirirlas y por lo general tales aposentadurías permanecen vacías, soy partidario de dejar sin efecto ese compromiso y vender al público las entradas.
Lo que estoy planteando -en esto consiste mi denuncia- es que esas 3.500 entradas no benefician a niños, sino a funcionarios de Gobierno o gente a la cual se le otorga tal franquicia. Sin embargo, respecto de los parlamentarios se hizo gran escándalo, porque nosotros teníamos derecho, desde tiempo inmemorial, a ocupar un par de butacas en el Estadio Nacional.
Creo que esto merece una investigación, porque, aparte lo anterior, he sido informado de muy buena fuente de que hay funcionarios de poca jerarquía que tienen carnés especiales para ingresar a ese campo deportivo, para lo cual deben pagar sólo el impuesto correspondiente. Es decir, hemos vuelto a un sistema mucho más perjudicial para los intereses del deporte que el que existía cuando se suprimió esta modesta e insignificante franquicia de que gozábamos los parlamentarios.
Pido que, desde luego, se oficie a la Asociación Central de Fútbol -ignoro si podemos requerir en tal sentido a un organismo privado- o a la Contraloría General de la República, a fin de que se nos informe cuál es el sistema vigente para la distribución de esas 3.500 entradas liberadas.
El señor AYLWIN (Presidente).-
Si le parece a la Sala, se enviará el oficio solicitado, en nombre del señor Senador.
El señor FUENTEALBA.-
En nombre del Senado.
El señor AYLWIN (Presidente).-
No se puede dirigir el oficio en nombre de la Corporación.
El señor FONCEA.-
Lo solicito en nombre del Senado, porque si se envía en el mío no me responderán.
No digo esto por modestia, pero hasta la fecha no he obtenido respuesta de ningún Ministerio, a pesar de que hace algún tiempo se nos comunicó mediante un oficio que nosotros, con nuestra sola firma o llamando por teléfono, inmediatamente tendríamos audiencia de los Secretarios de Estado. Lo que es yo, debo conformarme con ver la imagen de los Secretarios de Estado en los aparatos de televisión, donde aparecen casi a diario, o en fotografías publicadas por la prensa, porque tampoco son muy modestos en materia de hacerse propaganda.
Quiero decir al Honorable señor Juliet que la Comisión respectiva, que estudió durante sesiones muy largas este proyecto, invitó, a sugerencia del Presidente de ella, Honorable señor Lorca, a diversos funcionarios, porque puede producirse a corto plazo un problema muy grave: la falta de abastecimiento de películas. Los empresarios de esta actividad cinematográfica expresaron estar de acuerdo con la disposición que obliga a realizar las funciones matinales, idea respecto de la cual también participaron todos los miembros de la Comisión. Confieso que mi acuerdo fue muy relativo, porque no me parece pedagógico, aun cuando no soy técnico en la materia -en la Comisión estaba presente el Honorable señor Montes, que sí lo es- que a los niños que pasan toda la semana concentrados en sus estudios, se los encierre en una sala oscura durante los domingos, en vez de dedicar ese día a tomar aire puro, ir a la cordillera o a hacer "picnic". Aparte lo anterior, resulta que al país llegan muy pocas películas aptas para menores.
El problema principal que se señaló -lamentablemente el Honorable señor Juliet no asistió a las reuniones de la Comisión en que se planteó esta materia- es que el país está abocado a un nuevo sistema de concientización en cuanto a las resoluciones del Banco Central en materia de importación de filmes. En la Comisión se dijo que no se daban las divisas necesarias para importar películas y hacer posible la mantención de este tipo de espectáculo, que es popular y sumamente barato. También se manifestó que más de ciento, de las cuatrocientas ochenta salas de cine que hay en el país, ya han debido cerrar sus puertas debido a la falta de cintas cinematográficas. Se agregó que respecto de éstas había muchas copias, lo cual lleva a engaño a muchos parlamentarios, porque se dijo que había más de mil películas, que simplemente son copias. Evidentemente, allí están las copias de cintas muy antiguas, de la época cuando algunos parlamentarios éramos jóvenes, como la de la Pola Negri y Lily Damita.
- (Risas).
El funcionario del Banco Central a quien invitamos como técnico a la Comisión -estoy hablando en serio, porque me parece que el problema lo es- tenía conocimientos elementales sobre la materia, los mismos que puede tener cualquier ciudadano que asista a una sala cinematográfica. Comenzó sosteniendo que no se necesitaban 400 películas al año para abastecer el mercado chileno; que podrían ser mucho menos. Y, así, al pasar, dijo que podrían ser 200. Cuando le pedimos alguna explicación sobre el particular, dijo: "Claro, se sacan más copias." Ante tal respuesta, le dije: "¿Para qué traemos doscientas? Traigamos una y le sacamos hartas copias, y así nos repetimos la misma película todo el año."
- (Risas).
Los señores Senadores comprenderán que cuando una Comisión, para instruirse e informarse cita a técnicos capaces de dar esa clase de soluciones, uno tiene que dudar de su calidad de tales.
En el fondo, el problema es que no existe el propósito sincero de parte del Banco Central de resolver esta situación. Al respecto, debemos hacer una distinción en lo que atañe al Subsecretario de Hacienda, pues ese personero intervino al final y en forma muy seria expresó que el problema era grave y que el Gobierno tendría que abocarse a darle una solución.
¿Por qué considero que no es improcedente la disposicióNº En primer lugar, porque en el artículo 7? establecemos que el Banco Central destinará el promedio de lo gastado en los últimos cinco años; o sea, no le imponemos gravamen alguno. Únicamente pedimos que mantenga el statu quo vigente, pero que no ocurra que de la noche a la mañana cierre a los importadores, inclusive a los nacionales, toda posibilidad de traer películas.- En segundo término, existen innumerables precedentes sobre la materia. Recuerdo al Honorable señor Juliet que en la ley de Deportes se estatuyó por unanimidad que el Banco Central debería destinar determinada cantidad de dólares -no recuerdo la suma exacta- para que la Federación de Automovilismo trajera vehículos de alta velocidad; lo que yo considero más o menos innecesario ahora, porque veo que las autoridades emplean automóviles muy veloces, incluso en el centro de la ciudad, lo que es mucho más peligroso.
Finalmente, no creo en la improcedencia planteada, por ser nosotros autores de la ley que otorga al Banco Central la facultad de dictar normas generales aplicables al comercio de exportación y a las operaciones de cambio. En efecto, el decreto Nº 1.276, de setiembre de 1961, del Ministerio de Economía, dictado en uso de las facultades que otorgó el Parlamento por la ley 14.171, dispone que dicha institución bancaria es quien dicta las normas respectivas y quien distribuye las divisas. Honorable señor Juliet, si nosotros hemos dado esas facultades, ¿cómo no podemos exigir que se respete un sistema que ha regido hasta la fecha?
Reitero que no establecemos un mayor gravamen, sino que mantenemos una situación que ha existido desde 1966 hasta 1970.
Otros señores Senadores podrán dar mejores razones al respecto.
"