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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, pienso que se puede anticipar la aprobación general, por unanimidad, de esta iniciativa legal. Porque, en realidad, como dijo el Honorable señor Fuentealba, lo único que pretende es materializar la disposición constitucional que reconoce a les analfabetos el derecho a voto. Era indispensable modificar la ley de Elecciones para tal objeto, y a eso obedece el proyecto en debate. En este proyecto se toman medidas para que desaparezca ese obstáculo; y nadie podría negar eso, pues tal actitud implicaría ponerse en contra de una norma constitucional vigente y que despachamos, según mis recuerdos, por unanimidad. Nos colocaríamos, entonces, en un contrasentido que nadie podría sostener.
Pero anticipado el resultado, y volviendo al debate a sus justos términos, me parece indispensable hacer un alcance a las palabras del Honorable señor Fuentealba respecto de lo que es admisible y de lo que no lo es en este proyecto, a través de las indicaciones. Personalmente, anhelo que el Senado tenga siempre un solo criterio en esta materia, En sesiones anteriores he advertido el vicio consistente en introducir materias extrañas a los proyectos y, por eso, estoy de acuerdo con la reforma constitucional dictada precisamente para evitarlo.
Pero debo preguntar cuál es la idea central, la idea matriz de esta iniciativa.
El señor FUENTEALBA.-
Está expresada en el mensaje.
El señor CHADWICK.-
El Honorable señor Fuentealba me responde que está expresada en el mensaje, y no sería otra que facilitar el voto de los analfabetos. Pero bien se puede replicar -es un concepto que desearía que se tomara en cuenta al formular indicaciones y, sobre todo, al calificarlas- que este es un proceso, como se ha dicho espontáneamente por todos los señores Senadores que han intervenido, un poco más amplio, más generoso y que tiende a perfeccionar el sistema democrático mediante el mejoramiento del sistema electoral. Si es así, la idea que patrocina el Honorable señor Gumucio tiene perfecta cabida, pues lo que él persigue con los pactos nacionales de diversas tendencias no es sino perfeccionar nuestro sistema democrático mediante un procedimiento electoral más adecuado.
Por lo tanto, pienso que en esta materia es preciso tener en cuenta dos ideas claras. En primer lugar, que el Senado no puede tener criterios dispares en materia de admisibilidad de indicaciones. Lo que aquí se resuelva será sustancialmente importante para tener un criterio respecto de otras indicaciones en diferentes iniciativas: o los señores Senadores se atienen exclusivamente al objetivo concreto y particular de cada proyecto cada vez que traten de tomar iniciativa, o, por lo contrario, acuden a cuáles son las ideas centrales que dan vida a esa iniciativa.
En segundo lugar, me parece importante decir que esta legislación tiene que sobreponerse a dos obstáculos. Primero, que las cosas no pueden complicarse al extremo de que los analfabetos tengan verdaderas dificultades al emitir su voto. Porque si se busca mucho el emblema o la ubicación de éste, resultará en definitiva que el derecho que teóricamente otorgamos, al analfabeto, en la práctica se lo negamos. Quienes tenemos alguna experiencia en estas materias sabemos -nadie nos podrá discutir- que el votante, al encontrarse solo en la cámara secreta y emitir su voto, tiene más de una dificultad para manejarse, y comete errores que dan lugar a una serie de nulidades que en la práctica significan desconocer el derecho a voto. Cada vez que se anula un voto, en el fondo se desconoce la validez o la expresión de voluntad del sufragante.
Por eso, uno de los obstáculos que deberá evitarse en esta ley es la excesiva complejidad de la cédula, llevando la simplificación a su máximo, a fin de que el analfabeto pueda orientarse y no caer en errores que puedan invalidar el voto que emita.
La otra idea que será preciso tener presente es aquella de que, mediante este mecanismo, siempre habrá que estar en" guardia para evitar los recursos de control del voto. Nada más fácil sería tener cédulas de distintos colores; pero es evidente que tal sistema facilitaría el control del voto por aquellos que persiguen el poder en Chile a través de este vicio y que en cierta época llegaron a justificar diciendo que el cohecho era una especie de rectificación de los excesos de la democracia.
Estamos, pues, enfrentados a ese peligro, que es necesario tener en cuenta al formular las indicaciones. Por consiguiente, en la simplificación excesiva de la cédula habrá que tener siempre presente la necesidad de evitar el control del voto por aquelllos que se dedican a la "noble" actividad de cohechar y que después ocultan su objetivo hablando en nombre de la democracia.
Pero quiero decir todavía más.
Pienso que no debería introducirse el problema político que aquí se ha tocado de paso, porque sería una manera de perturbar el debate y de quitarle seriedad. De este modo, como no hay tiempo ni posibilidad de hacer exámenes profundos y atinados de los hechos, nos quedamos en una serie de generalidades que más facilitan lucir cualidades de orador y destreza de polemistas a algunos señores Senadores, que contribuir al perfeccionamiento de la legislación que estamos despachando.
Por eso, no me referiré ni a las observaciones formuladas por el Honorable señor Ibáñez, ni a la idea planteada por el Honorable señor Gumucio, que es de orden político, de fondo, que necesita acuerdo de las colectividades respectivas y que yo, personalmente, me inclino a estimar conveniente, por las razones que el Honorable señor Gumucio ha expuesto, porque no cabe duda de que las condiciones políticas del país han cambiado, no son las mismas de los años anteriores, cuando se repudiaba el sistema de pactos entre partidos políticos.
Creo más: que incluso la Oposición, compuesta no sólo de grandes partidos, sino también de colectividades pequeñas, tendrá interés en llegar a acuerdos políticos para hacer sobrevivir a sus aliados. Hay en la Oposición pequeños partidos que están a punto de disolverse. Y no es efectivo que la Unidad Popular sea el único grupo político que cuente con aliados pequeños.
No se puede, entonces, anticipar cuál será la suerte de la iniciativa del Honorable señor Gumucio.
Quiero sí decir que, en mi concepto, si se sienta el precedente de que la inadmisibilidad de las indicaciones debe regirse rigurosamente por las medidas concretas y singulares que el proyecto contenga -criterio que deberá mantenerse permanentemente y no podrá cambiarse en cada uno de los proyectos-, es posible que el Presidente de la Comisión declare inadmisible la indicación del Honorable señor Gumucio.
Pero como Senador que no quiere ser privado del derecho que tendría de pronunciarse sobre esta indicación si prevaleciera otra manera de ver el problema, pido que se tenga también en cuenta la concepción que atiende a lo que son las ideas matrices o centrales del proyecto; porque el Reglamento no habla, ni del mensaje que da origen al proyecto de ley de que se trata, ni tampoco de una concreción tan estricta como la que ha sostenido el Honorable señor Fuentealba.
Termino anticipando, como ya lo dije, que esperamos, los Senadores socialistas, la aprobación unánime, en general, de la iniciativa, y estamos también a la espera de tener oportunidad de presentar indicaciones que perfeccionen el sistema electoral, porque la idea central o matriz que inspira este proyecto no es otra que la que he enunciado. No se trata exclusivamente de pequeñas modificaciones de orden reglamentario. Se trata de incorporar a una masa considerable de ciudadanos al sistema electoral, precisamente para hacer más efectiva, más real, la democracia de que tanto hacemos gala. Y creo que, obedeciendo a esta idea central, tienen cabida innumerables indicaciones.
Nada más.
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