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- rdf:value = " DERECHO A VOTO DE ANALFABETOS.
El señor FIGUEROA (Secretario).- Proyecto de ley de la Cámara que regula el ejercicio del derecho a voto de los analfabetos.
-Los antecedente sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 16ª, en 30 de diciembre de 1970.
Informes de Comisión:
Legislación, sesión 37ª, en 17 de agosto de 1971.
El señor FIGUEROA (Secretario).-
La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, en informe suscrito por los Honorables señores Fuentealba (Presidente), Aylwin, Hamilton, Bulnes, Gumucio y Juliet, recomienda a la Sala aprobar la iniciativa con las modificaciones contenidas en el boletín número 25.669.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
En discusión general el proyecto.
Ofrezco la palabra.
El señor FUENTEALBA.-
Esta iniciativa tiene por objeto permitir a los analfabetos ejercer el derecho que le concedió la reforma constitucional contenida en la ley Nº 17.284, de 23 de enero de 1971, que concedió derecho a sufragio a los mayores de 18 años y a los analfabetos. Es decir, esta ley constituye el cumplimiento de la obligación dispuesta en el artículo 2º transitorio de la ley 17.284, en virtud del cual "dentro del plazo de 180 días contado desde la publicación de esta reforma constitucional, una ley especial reglamentará la inscripción de los -analfabetos en los registros electorales y la forma en que emitirán su sufragio".
Por consiguiente, esta iniciativa tiene doble objetivo: reglamentar la inscripción de los analfabetos en los registros electorales y establecer la forma como deberán emitir su voto.
No está de más señalar que se trata de un proyecto importante, por el hecho de que alcanzando el número de analfabetos en el país a más o menos ochocientos mil, viene a favorecer a unas cuatrocientas mil personas, pues hay muchos analfabetos actualmente inscritos en los " registros electorales, ya que siempre ha habido cierta liberalidad para aceptar la inscripción de muchos que saben dibujar sus firmas.
La mayoría de las disposiciones que tienen por objeto facilitar la inscripción de los analfabetos en los registros electorales se limitan a establecer que en aquellos casos en que se exige la firma de los ciudadanos para dar validez a los actos de inscripción o a otros actos, aquellas personas, en lugar de firmar, podrán estampar su impresión digital. En todos estos actos, tanto en la inscripción de las listas como asimismo en declaraciones de candidaturas independientes que deban hacerse con determinado número de firmas, podrán concurrir los analfabetos mediante el sistema de impresión de su huella dactiloscópica autorizada, naturalmente, por un notario.
El otro tipo de normas -no quiero entrar en detallar cada uno de los artículos, que fueron redactados en armonía con la incorporación de los analfabetos a los derechos ciudadanos- dice relación a la forma como deberán votar. Para obtener esta finalidad, el criterio del mensaje, compartido por la Comisión, fue no hacer ninguna discriminación entre analfabetos y no analfabetos. Así, se desechó la idea de establecer registros separados o cédulas distintas para los analfabetos, porque ello constituiría un procedimiento discriminatorio que no consideramos conveniente ni respetable para esas personas. Por lo tanto, se adoptó el sistema que figura en el informe, que consiste, en general, en que deberán inscribirse en los registros comunes, estampando, en el acto de la inscripción, su impresión digital, la que también deberán estampar al emitir su sufragio.
Para que los analfabetos puedan votar, se establece el sistema de identificación de los partidos políticos y de las candidaturas por emblemas o símbolos, y, tratándose de candidaturas independientes, por figuras geométricas. En este último caso, el Director General del Registro Electoral está facultado para asignar una figura geométrica determinada a las candidaturas. El facsímil del emblema o símbolo que identificará a los partidos políticos deberá ser entregado por ellos en el momento en el momento en que soliciten su inscripción en el Registro Electoral. Respecto de los partidos ya inscritos, se establece una disposición transitoria en virtud de la cual dentro de los treinta días siguientes a la publicación de la ley, los partidos deberán presentar en dicha oficina un facsímil del símbolo o emblema que desean emplear, y si no lo hacen en ese lapso, el Director del Registro Electoral quedará facultado para atribuirle una figura geométrica determinada.
En el caso de elecciones de Presidente de la República, ya no habrá símbolo o emblema, sino que la candidatura respectiva deberá presentar en el momento de inscribirse una fotografía del candidato, la que no deberá tener una antigüedad mayor de seis meses.
En las elecciones pluripersonales, el emblema o símbolo se colocará arriba del nombre de la colectividad política de que se trate. Es decir, primero figurará el emblema o símbolo del partido, luego el nombre y, por último, la lista de sus candidatos con sus respectivos números. A la izquierda aparecerá la raya horizontal para marcar la preferencia. Asimismo, se colocará una raya a la izquierda del emblema o símbolo, porque hemos restablecido el sistema de voto de lista, por una razón muy simple: estamos haciendo efectivo el derecho a sufragio de los analfabetos, y puede ocurrir que muchos de ellos no sean capaces de individualizar en la cédula ni el número ni la ubicación del candidato de su preferencia. En este caso, pueden manifestar su voto colocando la marca correspondiente a la raya horizontal ubicada a la izquierda del símbolo o emblema. De este modo, señalan preferencia por la corriente, por el partido o movimiento; será un voto de lista que se computará para determinar, en definitiva, el número de candidatos elegidos por esa lista. Pero ese sufragio no se atribuirá a ningún candidato en particular como sucedía en el sistema antiguo.
Cuando se trate de elecciones unipersonales, no de Presidente de la República, sino de otro tipo, el emblema, en lugar de ir colocado en la parte superior de la cédula, se pondrá al lado izquierdo del nombre del candidato, entre la raya horizontal y el número, porque en este caso el candidato y el símbolo se identifican.
Estimo que éstas son las normas más importantes que hemos establecido en el proyecto. No quiero alargar la información. Estoy a las órdenes de los señores Senadores que deseen formular alguna consulta o aclaración sobre el particular.
El señor CHADWICK.-
¿Tuvo la Comisión informes acerca de la capacidad de los analfabetos para reconocer los números?
El señor FUENTEALBA.-
Nosotros nos hicimos cargo de todas las posibilidades relativas a que el analfabeto pueda reconocer el número.
Si el analfabeto reconoce el número, puede marcar su preferencia al lado del número; si no es capaz de ello, ejercerá su derecho sufragando por el partido, es decir, marcando su preferencia al lado del emblema. Naturalmente, el voto será nulo si se marcan dos preferencias. O sea, el analfabeto puede optar entre marcar su preferencia al lado del emblema o marcar el número colocado al lado izquierdo del nombre del candidato, si es capaz de reconocerlo.
Sin embargo, el analfabeto no puede hacer las dos cosas simultáneamente, porque esto podría prestarse, naturalmente, a una especie de control en la votación.
La señora CARRERA.-
Si se marca el número y el emblema, ¿el voto se declara nulo?
El señor FUENTEALBA.-
Así es, señora Senadora. Y es lo que ocurre actualmente cuando se marcan dos preferencias. En ese caso, repito, se produce la nulidad del sufragio. Nosotros mantuvimos esta limitación, pues no quisimos innovar.
Creemos que es fácil enseñar a los analfabetos a memorizar el número del candidato, a fin de que puedan marcarle su preferencia. Y si no son capaces de ello, para que no pierdan su sufragio, pueden votar por la corriente política que les interesa apoyar.
Además, esto contribuye a agrupar la votación por corrientes, por ideologías, como es la tendencia moderna que se refleja, también, en las modificaciones introducidas en nuestra legislación.
El señor RODRIGUEZ.-
La información que entregó el Honorable señor Fuentealba constituye un resumen bastante completo, y es poco lo que se puede agregar al informe de la Comisión.
Para nosotros, los socialistas, produce gran satisfacción ver consolidada una antigua aspiración programática de nuestro partido y de la Izquierda en general.
Este proyecto es resultado de lo que se aprobó en la reforma constitucional: posibilitar el sufragio a un sector importante de la población, como son los analfabetos, que tienen tal calidad no por voluntad propia, sino como uno de los resabios regresivos más negativos de una sociedad injusta, que desde la infancia negó toda posibilidad de estudio a un número importante de conciudadanos, en especial a aquellos que han vividos explotados en la zona rural chilena.
Como señala el informe, la reforma constitucional contenida en la ley número 17.284 determina en el artículo segundo transitorio la obligación de dictar una ley que fije los requisitos y condiciones que regulen el derecho a sufragio de los analfabetos. El Gobierno ha cumplido parte de esta exigencia al enviar el mensaje correspondiente, que ahora el Senado estudia en segundo trámite constitucional.
En verdad, no ha sido fácil, tanto para el Gobierno a través del mensaje proveniente del Ministerio de Justicia, como para la propia Comisión -como lo indicó el Honorable señor Fuentealba-, señalar las condiciones más expeditas y claras para que los analfabetos puedan enfrentar el mínimo de dificultades en el ejercicio de este derecho.
Como el señor Senador lo reiteró, se rechazó la posibilidad de montar todo un mecanismo distinto del común de los electores; establecer recintos y mesas separados, porque se creaba un factor sicológico que ubicaba en términos desventajosos a los analfabetos en el momento de ejercitar su derecho.
El propio mensaje del Ejecutivo lo expresa muy bien cuando señala que la iniciativa toda descansa en el propósito de evitar, hasta donde sea posible, cualquier discriminación respecto de este grupo de ciudadanos en lo relativo al ejercicio del derecho a sufragio que le ha otorgado la Constitución. Agrega que la creación de registros y mesas separadas para analfabetos constituye una forma de segregación de estos ciudadanos al señalarles públicamente su inferioridad cultural, lo que significaría un obstáculo de carácter sicológico que podría desalentar su inscripción en los registros y la posterior emisión de sus sufragios.
Por eso, a mi juicio, el Gobierno y la Comisión han hecho bien en rechazar la posibilidad de implantar todo un mecanismo en que los analfabetos actuasen separadamente de los alfabetos. Con este modo de proceder se impide que dichos ciudadanos sientan un efecto discriminatorio contra ellos. Celebramos que este procedimiento lo haya acogido la Comisión.
Como también recordó el Honorable señor Fuentealba, la Dirección del Registro Electoral pensó inicialmente que se incorporarían ochocientos mil ciudadanos al proceso electoral chileno, lo que era de por sí importante. Pero por las mismas razones que se hicieron presentes aquí -por la liberalidad de los Registros Electorales para inscribir nuevos electores y el ausentismo-, se estima que, en el mejor de los casos, el incremento llegará a cuatrocientos mil nuevos ciudadanos que se incorporarán a dichos Registros y que tendrán derecho a decidir en las futuras consultas democráticas chilenas.
Para nosotros constituye un agrado -repito- que en el curso de estos últimos meses, en la última etapa de la vida chilena, se hayan incorporado a la vida ciudadana tanto los analfabetos como los no videntes y los mayores de dieciocho años y menores de veintiuno. Todo esto, a mi juicio, coloca a Chile en los primeros rangos democráticos de América Latina, al margen de lo que ya había ganado por diversas otras consideraciones, en términos tales que la población madura chilena -reitero-, desde una edad temprana, desde los dieciocho años, sean analfabetos o alfabetos, videntes o no videntes, podrá participar realmente en un proceso que en el futuro deberá ensancharse y adecuarse a moldes mucho más modernos, conforme a las aspiraciones programáticas de la Unidad Popular y de nuestro partido.
Por los motivos expuestos, los Senadores socialistas votaremos a favor de la iniciativa.
Sin perjuicio de lo anterior, en nombre de mi colectividad he formulado algunas indicaciones. Entre otras, una que aborda un problema tocado tangencialmente en la Sala por la Honorable señora Carrera, referente a que en las elecciones pluripersonales, equivocadamente muchos ciudadanos marcan la preferencia a la letra del partido de su elección y a uno de sus candidatos; lo cual no significa marcar dos preferencias, sino manifestar una tendencia hacia el partido que es de su agrado y a un candidato del mismo partido. Para reparar esta anomalía, hemos presentado la indicación que corresponde, junto con otra que, en mi opinión, mejora el funcionamiento y aplicación general de la ley de Elecciones.
Esto es lo que quería decir en nombre del Comité Socialista.
El señor GUMUCIO.-
En verdad, el Honorable señor Fuentealba dio una información bastante completa acerca del proyecto y, por lo tanto, creo innecesario agregar más detalles a lo que ya dijo.
Pero sí quiero destacar que en este momento aprobaremos con entusiasmo este proyecto de ley, porque con él se cumple todo un ciclo que nació con la implantación de la cédula única y la nueva ley electoral. Como muy bien dijo el Honorable señor Rodríguez, significa la ampliación de la base democrática en los comicios chilenos, ya que fuera de la rebaja de edad a dieciocho años para tener derecho a sufragio -lo que constituyó un avance bastante considerable-, ahora se cumple lo establecido por la Constitución Política al permitir que alrededor de cuatrocientas mil personas analfabetas se incorporen al derecho a sufragio.
También quisiera hacer notar algo que el Honorable señor Fuentealba tocó accidentalmente: la necesidad de que en el caso de los analfabetos el voto fuera por lista. En verdad, pienso que sería provechoso estudiar la posibilidad de que el voto de lista se ampliara a todos los votantes, porque la tendencia de nuestra legislación en materia electoral desde ha-
ce largos años ha sido la de robustecer las grandes corrientes ideológicas, y el voto de lista tiene la gran virtud de permitir que los partidos puedan reforzar su fuerza como ideología en forma mucho más directa; no así el sistema de obligar al elector a marcar preferencia por un solo candidato. Por lo tanto, creo que esta medida es interesante establecerla no sólo para los analfabetos, sino para todos los votantes, lo cual habría que estudiar.
El señor HAMILTON.-
Su Señoría comete un pequeño error, ya que la Comisión sugiere que el voto por lista rija para todos los electores y no solamente para los analfabetos.
El señor GUMUCIO.-
Tiene razón, el señor Senador.
Debo recordar que en la Comisión de Constitución presenté una indicación para revivir los pactos electorales, pero estableciendo algunas modalidades; por ejemplo, que debían celebrarse a nivel nacional y no por zonas, circunstanciales, o de otro orden, como antiguamente se podía hacer.
El pacto nacional obliga, cuando hay acuerdo entre dos o más partidos, a que éste se lleve a cabo en todo el territorio nacional, aparte que les impide pactar con otras fuerzas no consideradas en dicho acuerdo.
Quizás alguien podría observar que hay un poco de inconsecuencia entre la actitud de quienes hace años luchamos precisamente por abolir los pactos electorales y la que sustentamos ahora. Pero si se analiza la situación política que imperaba en el momento que se acordó prohibir los pactos electorales y la comparamos con la situación político-ideológica de hoy, podemos concluir que existe una diferencia muy apreciable que obliga a reexaminar nuestra posición.
La proscripción de los pactos electorales se produjo después de todo el fenómeno del "ibañismo", que fue un proceso muy extraño en Chile. Ibáñez no sólo obtuvo mayoría para ser elegido Presidente de la República, sino que también triunfó en la elección de representantes populares a la Cámara de Diputados. En realidad, el fenómeno Ibáñez fue un acontecimiento al margen de las grandes tendencias, ideológicas. Sencillamente hubo oportunismo, un enfoque demasiado circunstancial de la época, aparte que el "ibañismo" no tenía ninguna base, ni doctrinaria ni ideológica. En esa época, por las razones señaladas, se produjo un desorden de tipo político que trajo como consecuencia la proligeración de partidos, los cuales no se enmarcaban dentro de las grandes tendencias ideológicas, sino que simplemente eran movidos por el oportunismo de una elección determinada, como ocurrió con la de Presidente y después con las de parlamentarios.
Posteriormente, en nuestra vida política, sin duda, se han producido cambios muy profundos e imperan grandes tendencias de tipo ideológico, todo lo cual hace conveniente revisar la prohibición de celebrar pactos electorales.
En la actualidad tenemos casos muy claros y gráficos, como, por ejemplo, el impacto que significa para la vida del país y en el mundo, la aceptación por la gran mayoría de los partidos políticos chilenos del socialismo como idea central. El Partido Demócrata Cristiano se declara socialista comunitario; los partidos de la Unidad Popular se subdividen en partidos socialistas marxistas y no marxistas. O sea, este fenómeno del socialismo. . .
El señor HAMILTON.-
Al final todos se declaran democráticos, con lo cual el pacto podría ser de una amplitud extraordinaria.
El señor GUMUCIO.-
Decía que se han producido hechos que demuestran la conveniencia de cambiar de criterio al respecto. Por tal motivo, presenté la indicación para suspender la prohibición de los pactos electorales. Ella no fue declarada improcedente, sino rechazada por doble empate, de modo que su procedencia era clara.
No he renovado la indicación ni quiero adelantar un juicio definitivo, pero creo que es necesario meditar el problema para el futuro y que los partidos políticos consideren esta posibilidad, que encuentro de alta conveniencia nacional.
La señora CAMPUSANO.-
Los Senadores comunistas atribuimos gran importancia a este proyecto, que viene a ser la culminación de la gran batalla que el pueblo ha dado para abrirse paso hasta llegar al Poder.
Aunque el Honorable señor Hamilton se burle, quiero reivindicar para el Partido Comunista sus luchas por la democracia. Ya en 1906 el compañero Recabarren hablaba de que la mujer debía tener derecho a voto. ¡Eso es luchar por la democracia y por una mayor representatividad! También los comunistas, desde hace largos años, luchamos por que la juventud tuviera derecho a voto desde los dieciocho años. Al hacerlo, defendíamos la democracia y la representatividad.
La clase social que gobernaba en nuestro país, además de castigar al analfabeto privándolo del derecho de aprender a leer y escribir, lo convertía en paria de la sociedad, porque le impedía elegir a los hombres que posteriormente le aplicarían las leyes.
Por eso, consideramos muy importante la iniciativa, que tiende a reforzar la representatividad del pueblo en los diversos poderes que se generan mediante su votación.
El señor HAMILTON.-
¿Me concede una interrupción, señora Senadora, teniendo en cuenta que fui aludido?
La señora CAMPUSANO.-
Con mucho gusto.
El señor HAMILTON.-
Creo que Su Señoría me ha interpretado mal, porque no me estoy burlando de la ley en proyecto. He contribuido a su despacho. El Honorable señor Fuentealba, en nombre de la Comisión, ya explicó la iniciativa.
Por otra parte, ésta fue una iniciativa de la Democracia Cristiana, no del Partido Comunista.
Al mismo tiempo, reivindicamos para nuestra colectividad el haber sido la punta de lanza en todo el perfeccionamiento y desarrollo de las bases democráticas de Chile, lo cual ha permitido que hoy día tres millones y medio de ciudadanos participen en las elecciones.
Yo me reí, Honorable señora Campusano, de la indicación que presentó el Senador señor Gumucio, tendiente a permitir la renovación de los pactos electorales.
La señora CAMPUSANO.-
Deseo recuperar el uso de la palabra, señor Presidente.
El señor HAMILTON.-
Y lo hice por una razón muy sencilla, que tal vez el Honorable colega reconozca:...
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
La Honorable señora Campusano reclama su derecho.
El señor HAMILTON.-
el señor Senador, como presidente de la Falange Nacional y en su calidad de dirigente de los elementos democráticos -entiendo que en la época del General Ibáñez-, encabezó la lucha destinada a limpiar el sistema democrático, a hacer más representativa y auténtica la expresión de la voluntad popular y a impedir los pactos electorales, lucha en la que todos lo acompañamos y que él ganó.
La señora CAMPUSANO.-
Yo no me refería a eso, señor Senador.
El señor GUMUCIO.-
Pero no era para reírse. Lo que yo estaba diciendo era algo serio.
La señora CARRERA.-
¡Está muy frivolo el Honorable señor Hamilton!
La señora CAMPUSANO.-
¡Por lo demás, siempre lo ha sido...!
Cuando el Honorable señor Gumucio se refirió a los partidos políticos y dijo que la gran mayoría de ellos manifestaban estar por el socialismo, el Senador señor Hamilton, en forma burlesca, replicó que la mayoría de las otras colectividades -refiriéndose a las que integran la Unidad Popular- se decían democráticas. Es a eso a lo que quise contestar. Es posible que Su Señoría no lo recuerde; pero lo dijo.
Por último, quiero reivindicar la lucha por la democracia en nuestro país, por la representatividad del pueblo en la generación de los poderes, como una lucha de la clase obrera y de nuestro partido, que dentro de la Unidad Popular, a excepción del Radical,, es uno de los más antiguos.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Fuentealba.
El señor FUENTEALBA.-
Concedo una interrupción al Honorable señor Hamilton.
El señor HAMILTON.-
Sólo intervendré para explicarle a la Honorable señora Campusano el alcance de la observación que hice al Senador señor Gumucio.
El Honorable colega, en la época a que me referí denantes, capitaneó las huestes democráticas para obtener la derogación de los funestos pactos electorales. Todos lo acompañamos en esa empresa, y tuvo éxito. Sin embargo, ahora presentó una indicación para darles vigencia nuevamente.
En la Comisión, y ahora en la Sala, creí entenderle al señor Senador que los pactos deberían celebrarse entre los partidos que tuvieran alguna afinidad ideológica. Y puso como ejemplo el socialismo, pues efectivamente la gran mayoría de los partidos chilenos reconocen una frontera común en alguna forma de socialismo, desde el socialismo estatista hasta el humanista, pasando por diversas formas de esa expresión política. Pero como ése no es más que un concepto vago, un disfraz para lo que se pretende -volver a los pactos electorales, que permiten cualquier tipo de alianzas políticas-, con el objeto de llevarlo al absurdo y al ridículo le dije al señor Senador que si se tomara como padrón la democracia, al declararse democráticos la totalidad de los partidos políticos chilenos, todos podrían celebrar pactos electorales y volveríamos a la repudiable corruptela de éstos, que permitían, por ejemplo, que un socialista aprovechara un voto que favorecía a un conservador, con lo cual se desvirtuaba la voluntad popular, por obra y gracia de compromisos contraídos a espaldas del pueblo entre directivas políticas que no actuaban en razón de principios doctrinarios, sino pensando en arreglos que permitieron lograr determinadas situaciones políticas en el Parlamento, en los municipios, e incluso en la Presidente de la República.
El señor FUENTEALBA.-
Señor Presidente, quiero llamar la atención de los Honorables colegas hacia el hecho de que el proyecto en debate tiene como exclusiva finalidad regular, mediante modificaciones a la ley general sobre Inscripciones Electorales y a la ley general de Elecciones, el ejercicio del derecho a voto de los analfabetos. El propio mensaje del Ejecutivo dice expresamente que las enmiendas introducidas a algunas disposiciones de las leyes 14.852 y 14.853 tienden únicamente a hacer aplicable a los ciudadanos analfabetos el sistema electoral vigente. En consecuencia, cualquiera indicación ajena a la idea central de la iniciativa debe declararse improcedente, de acuerdo con la última reforma constitucional. En ese caso está la indicación del Honorable señor Gumucio, relativa a los pactos electorales. Su Señoría, cuando estaba próxima a levantarse la sesión de la Comisión, presentó una indicación, redactada muy rápidamente, para restituir la vigencia de los pactos electorales. Por inadvertencia, la votamos y se rechazó después de un doble empate. Yo, como Presidente de la Comisión, debí declararla improcedente, por referirse a una materia extraña a la idea central del proyecto. De manera que si dicha indicación se renueva, deberá correr esa suerte.
Por otra parte, pretender reformar toda la ley de Elecciones a raíz de este proyecto implicaría volver a prácticas que hemos condenado unánimemente. Además, ocasionaríamos un gran perjuicio, porque retardaríamos el despacho de la iniciativa, que debe tramitarse con prontitud. No hay elecciones a corto plazo. Entonces, ¿por qué no legislamos sobre la idea central del proyecto -regular el ejercicio del derecho a voto de los analfabetos- y dejamos para otra oportunidad todas las indicaciones destinadas a introducir reformas a la ley de Elecciones? De ese modo podríamos despachar de inmediato la iniciativa, pues no sería necesario remitirla a la Comisión para segundo informe. Como el proyecto volverá a la Cámara, pienso que los señores Diputados se entusiasmarán con las modificaciones introducidas aquí y terminaremos reformando todo el sistema electoral vigente. Creo que el camino para, evitarlo es declarar improcedente la indicación, como corresponde hacerlo de acuerdo con la Carta Fundamental.
Por lo tanto, me permito sugerir a Sus Señorías abstenerse de presentar indicaciones, o retirar las que hubieren presentado, que no digan relación a la idea matriz del proyecto, a fin de facilitar el despacho de éste tal como lo desea el Ejecutivo. Con ello estoy ayudando al Gobierno una vez más.
El señor IBAÑEZ.-
Concuerdo plenamente con lo expresado por el Honorable señor Fuentealba, lo que me evita formular una serie de observaciones.
Con relación a las palabras que pronunció el Honorable señor Gumucio, debo reconocer que, más allá de sus explicaciones, hay una situación perfectamente comprensible...
El señor LORCA.-
Y trágica.
El señor IBAÑEZ.-
y trágica, como apunta el señor Senador: la de los Senadores que no tienen votos para ser reelegidos.
Pues bien, cuando se presentan esos casos trágicos, el camino procedente no es el de tratar de enmendar la ley de Elecciones para buscar algún resquicio que permita volver al Parlamento, aunque sea por el tragaluz de la ventana. Hay una sola actitud que cabe adoptar ante tales situaciones...
El señor LORCA.-
¡La solución es entrar al Partido Socialista a secas...!
El señor IBAÑEZ.-
Y si no se es admitido en esa colectividad, sólo queda un camino, que me atrevo a recomendar al Honorable señor Gumucio: la resignación. Cuando un político ha perdido todo respaldo popular y no tiene posibilidad alguna de ser reelegido, no le queda más que resignarse. Espero que nuestro Honorable colega adopte esa línea de conducta, que es la única posible para un político que se respete.
El señor GUMUCIO.-
No esperaba la intervención del Honorable señor Ibáñez. Tendré que contestarle en forma breve.
Si tuviéramos una bola de cristal y pudiéramos saber quién ha perdido el apoyo popular, tal vez nos encontraríamos con que yo quedo en el Senado y el Honorable señor Ibáñez fuera de él.
Considero inadmisible sostener que con mi indicación persigo un fin tan pequeño y subalterno como el de conseguir la reelección.
Por otra lado, el Partido Nacional aún no ha adoptado un acuerdo respecto de los pactos nacionales. A mi juicio, se inclina a favor de ellos. En consecuencia, el Honorable señor Ibáñez estaría adelantando una opinión que su partido no ha dado oficialmente.
Encuentro tan infantil la interpretación que a este respecto dio el señor Senador, que no vale la pena referirse a ella.
El señor IBAÑEZ.-
¡Tan realista!
El señor GUMUCIO.-
No veo el realismo, porque si hay alguien que ha perdido base popular, es Su Señoría.
El señor IBAÑEZ.-
¿Podría probar con cifras su afirmación, Honorable colega? Porque personalmente, desde que actúo en política, cada vez obtengo más votos en las elecciones.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Ruego a los señores Senadores evitar los diálogos.
Puede continuar sus observaciones, Honorable señor Gumucio.
El señor GUMUCIO.-
La verdad es que no he renovado la indicación. Esto puede tranquilizar al Honorable señor Fuentealba, quien teme que la presentación de indicaciones no relacionadas con la idea central del proyecto entorpezca el rápido despacho de éste.
Reconozco que, en virtud de la última reforma constitucional, son inadmisibles las indicaciones que no dicen relación a la idea matriz de un proyecto. Sin embargo, el Reglamento establece que el Presidente de la Comisión o el del Senado, en su caso, deben calificar la procedencia o improcedencia de una indicación. Y sabemos que a veces puede ser bastante discutible si una indicación está o no relacionada con la idea central de una iniciativa. En todo caso, dije que mi indicación se declaró procedente por el hecho de haberse votado.
El señor FUENTEALBA.-
¿Reconoce que la presentó a última hora?
El señor GUMUCIO.-
Sí.
En cuanto a lo que sostuvo el Honorable señor Hamilton, debo decir que me honro de haber presidido a la Falange Nacional en una acción tan elevada y de tanto valor nacional como fue el saneamiento democrático que permitió reformar la ley de Inscripciones Electorales, establecer la cédula única y prohibir los pactos.
Yo sostuve que uno madura respecto de ciertas ideas. Se puede tener determinada posición frente a un panorama o a un cuadro político concreto de una etapa de la vida de un país; pero ese cuadro puede alterarse en otra época. Es lo único que afirmé, y no lo que cree el Honorable señor Ibáñez: mi decisión de mantenerme a troche y moche en el Congreso. Esa es sencillamente la mentalidad del viejo electorero. Yo no tengo esa mentalidad, ni tampoco vengo al Parlamento a defender intereses. Por lo tanto, si dejo de ser parlamentario, me da lo mismo; en cambio, el Honorable señor Ibáñez "va en la parada".
Sostengo que las circunstancias han cambiado, porque hoy día la lucha en el mundo se da a través de la agrupación de grandes tendencias y no sobre la base de parcialidades, de colectividades políticas que den parte de una visión ideológica o de un cuadro doctrinario. Eso me induce a creer que puede prosperar la idea de los pactos electorales a nivel nacional, que no son lo mismo que los pactos antiguos, que, lo reconozco, constituían una corruptela: cada candidato celebraba el pacto que deseaba. Al tener los pactos carácter nacional, si un partido se compromete con otro, ello deberá regir en todo el territorio y no se podrá pactar con colectividad distintas. Por lo tanto, se evitan todos los inconvenientes que tenían los pactos tradicionales.
La señora CARRERA.-
¿Me permite, señor Presidente?
Quiero preguntar si dentro del estado de tramitación de esta iniciativa es posible aún, reglamentariamente, renovar la indicación que nos ocupa, pues me parece verdaderamente interesante la idea planteada por el Honorable señor Gumucio.
Es innegable que en Chile se está produciendo una polarización de fuerzas que cualquier persona medianamente informada de los procesos políticos puede comprobar. Nosotros esperamos que esta polarización se vaya acentuando cada día más, de manera que a un lado se ubique la Reacción con los respectivos contingentes que la componen, y en el otro queden los grupos humanos que realmente aspiran a realizar los cambios en el país.
Por lo tanto, sería de bastante utilidad poder restablecer legalmente los pactos políticos, ya que ello permitiría la clarificación de las fuerzas partidistas del país y, al mismo tiempo, saber quiénes somos, dónde estamos y cuántos somos.
Por otra parte, me ha extrañado un tanto la forma como se ha llevado el debate, porque está fuera de la conducta que generalmente impera en quienes componemos esta Corporación, suponer intenciones mezquinas a los señores Senadores. La verdad es que siempre había pensado que sólo éramos unos pocos los que nos salíamos de las formas; pero hoy he podido comprobar que son más, de entre quienes ocupan las bancas de esta Corporación, los que recurren al sistema de calificar las intenciones de los Honorables colegas, lo que no se conforma a los procedimientos usuales de esta Sala. Personalmente, nunca he compartido tal proceder, pero lo observé siempre como una especie de costumbre en el hemiciclo.
Aun cuando para pronunciarme en definitiva sobre la materia es preciso que solicite la autorización previa al Comité Central de mi partido, reitero la consulta que formulé en cuanto a si aún es posible renovar la indicación en debate, pues me parece que es una idea interesante y que constituye una forma que permitiría clarificar las posiciones políticas en general.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Mientras dure la discusión en general, es perfectamente posible presentar indicaciones.
Tiene la palabra el Honorable señor Acuña.
El señor ACUÑA.-
Señor Presidente, respecto del debate producido en torno de la indicación formulada por el Honorable señor Gumucio sobre la posibilidad de reactualizar los pactos políticos a nivel nacional, quiero expresar, como integrante del Movimiento Radical Independiente de Izquierda, que tal como lo manifestó mediante su voto el Honorable señor Juliet en la Comisión, a nosotros nos parece
positivo poder dar vigencia legal al sistema de pactos a nivel nacional, a fin de permitir la adhesión de personas que a lo largo del país están en posiciones similares o parecidas, en el orden político, social y económico, y formar grandes movimientos que encuentren respaldo y produzcan una mejor representación de la base ciudadana de nuestra patria.
Defendiendo la tesis contraria a la idea de los pactos políticos, se ha argüido aquí que, si no me equivoco, en 1956 el Bloque de Saneamiento Democrático, en el cual participó también el Partido Radical, habría luchado por depurar nuestra democracia en nuestro régimen electoral, sobre la base de terminar con los pactos políticos que se producían en esa época. La verdad es que las condiciones son muy diferentes, y los antecedentes y precedentes que había en esos años eran diametralmente opuestos, de otra naturaleza. Tal como recordaba el Honorable señor Gumucio, en aquel entonces se vivía el fenómeno del "ibañismo". En 1952, triunfó el General Ibáñez y se produjo una proliferación de partidos y de movimientos políticos que alcanzó caracteres extraordinarios. Si la memoria no es me es infiel, recuerdo que en esa época existían en Chile 32 ó 33 corrientes o movimientos partidistas, que muchas veces no respondían a principios ideológicos, sino que eran casi exclusivamente personalistas.
Los pactos a nivel nacional que podrían producirse ahora son totalmente distintos de los que existían en esa época, ya que entonces determinados movimientos o agrupaciones pactaban en una provincia con una colectividad, y en otra lo hacían con corrientes totalmente antagónicas, lo que generaba una especie de feria para obtener la estructuración de tales pactos.
En realidad, pensamos que la situación actual es totalmente diferente y que un sistema de pactos nacionales bien concebido redundaría en beneficio de la democracia, pues tiende a fortalecerla por la vía de producir el afinamiento y entendimiento de grandes movimientos ideológicos, de opinión, que tienen similitudes o afinidades en las líneas gruesas estructurales del progreso, del cambio y de las transformaciones del país.
Aparte lo anterior, y con relación a algunos alcances que se han formulado durante el debate, quiero expresar que a nuestra colectividad, el Partido Radical, le ha correspondido a lo largo de la historia una lucha preponderante en el proceso por ampliar la base electoral nacional. Si no nos olvidamos, cuando triunfó en Chile el Frente Popular, en 1938, la base electoral del país no superaba los 400 mil electores. Sin embargo, en 1952 -catorce años después-, esa misma base se había ampliado a casi un millón de electores, o sea, más del 100"%. Y en ese proceso, al Partido Radical le correspondió una tarea muy importante, junto a otras colectividades progresistas y también a personas que están presentes en esta Sala, para entregar el voto a la mujer chilena. Sobre el particular, quiero traer a la memoria de los señores Senadores que en aquella época, junto a diferentes partidos que lucharon por esa idea, hubo personas que se destacaron en forma notable. Por ejemplo, se formaron comandos cívicos de mujeres que lucharon en forma ardorosa por obtener el sufragio femenino. Y en esa tarea, en lo que concierne especialmente a las mujeres radicales, debe hacerse especial mención de la esposa de nuestro Honorable colega señor Baltra, doña Adriana Olguín, de la señora Anita Figueroa y de otras mujeres destacadas de nuestra colectividad, quienes, junto a diversas personas y líderes femeninas de los partidos de Izquierda, lucharon ardorosamente por convertir en realidad el sufragio femenino y entregar a nuestra democracia una base de sustentación más amplia y sólida, que permitiera una representación más genuina de las tendencias y una legitimación más clara de los representantes en el ejercicio del Poder.
El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, pienso que se puede anticipar la aprobación general, por unanimidad, de esta iniciativa legal. Porque, en realidad, como dijo el Honorable señor Fuentealba, lo único que pretende es materializar la disposición constitucional que reconoce a les analfabetos el derecho a voto. Era indispensable modificar la ley de Elecciones para tal objeto, y a eso obedece el proyecto en debate. En este proyecto se toman medidas para que desaparezca ese obstáculo; y nadie podría negar eso, pues tal actitud implicaría ponerse en contra de una norma constitucional vigente y que despachamos, según mis recuerdos, por unanimidad. Nos colocaríamos, entonces, en un contrasentido que nadie podría sostener.
Pero anticipado el resultado, y volviendo al debate a sus justos términos, me parece indispensable hacer un alcance a las palabras del Honorable señor Fuentealba respecto de lo que es admisible y de lo que no lo es en este proyecto, a través de las indicaciones. Personalmente, anhelo que el Senado tenga siempre un solo criterio en esta materia, En sesiones anteriores he advertido el vicio consistente en introducir materias extrañas a los proyectos y, por eso, estoy de acuerdo con la reforma constitucional dictada precisamente para evitarlo.
Pero debo preguntar cuál es la idea central, la idea matriz de esta iniciativa.
El señor FUENTEALBA.-
Está expresada en el mensaje.
El señor CHADWICK.-
El Honorable señor Fuentealba me responde que está expresada en el mensaje, y no sería otra que facilitar el voto de los analfabetos. Pero bien se puede replicar -es un concepto que desearía que se tomara en cuenta al formular indicaciones y, sobre todo, al calificarlas- que este es un proceso, como se ha dicho espontáneamente por todos los señores Senadores que han intervenido, un poco más amplio, más generoso y que tiende a perfeccionar el sistema democrático mediante el mejoramiento del sistema electoral. Si es así, la idea que patrocina el Honorable señor Gumucio tiene perfecta cabida, pues lo que él persigue con los pactos nacionales de diversas tendencias no es sino perfeccionar nuestro sistema democrático mediante un procedimiento electoral más adecuado.
Por lo tanto, pienso que en esta materia es preciso tener en cuenta dos ideas claras. En primer lugar, que el Senado no puede tener criterios dispares en materia de admisibilidad de indicaciones. Lo que aquí se resuelva será sustancialmente importante para tener un criterio respecto de otras indicaciones en diferentes iniciativas: o los señores Senadores se atienen exclusivamente al objetivo concreto y particular de cada proyecto cada vez que traten de tomar iniciativa, o, por lo contrario, acuden a cuáles son las ideas centrales que dan vida a esa iniciativa.
En segundo lugar, me parece importante decir que esta legislación tiene que sobreponerse a dos obstáculos. Primero, que las cosas no pueden complicarse al extremo de que los analfabetos tengan verdaderas dificultades al emitir su voto. Porque si se busca mucho el emblema o la ubicación de éste, resultará en definitiva que el derecho que teóricamente otorgamos, al analfabeto, en la práctica se lo negamos. Quienes tenemos alguna experiencia en estas materias sabemos -nadie nos podrá discutir- que el votante, al encontrarse solo en la cámara secreta y emitir su voto, tiene más de una dificultad para manejarse, y comete errores que dan lugar a una serie de nulidades que en la práctica significan desconocer el derecho a voto. Cada vez que se anula un voto, en el fondo se desconoce la validez o la expresión de voluntad del sufragante.
Por eso, uno de los obstáculos que deberá evitarse en esta ley es la excesiva complejidad de la cédula, llevando la simplificación a su máximo, a fin de que el analfabeto pueda orientarse y no caer en errores que puedan invalidar el voto que emita.
La otra idea que será preciso tener presente es aquella de que, mediante este mecanismo, siempre habrá que estar en" guardia para evitar los recursos de control del voto. Nada más fácil sería tener cédulas de distintos colores; pero es evidente que tal sistema facilitaría el control del voto por aquellos que persiguen el poder en Chile a través de este vicio y que en cierta época llegaron a justificar diciendo que el cohecho era una especie de rectificación de los excesos de la democracia.
Estamos, pues, enfrentados a ese peligro, que es necesario tener en cuenta al formular las indicaciones. Por consiguiente, en la simplificación excesiva de la cédula habrá que tener siempre presente la necesidad de evitar el control del voto por aquelllos que se dedican a la "noble" actividad de cohechar y que después ocultan su objetivo hablando en nombre de la democracia.
Pero quiero decir todavía más.
Pienso que no debería introducirse el problema político que aquí se ha tocado de paso, porque sería una manera de perturbar el debate y de quitarle seriedad. De este modo, como no hay tiempo ni posibilidad de hacer exámenes profundos y atinados de los hechos, nos quedamos en una serie de generalidades que más facilitan lucir cualidades de orador y destreza de polemistas a algunos señores Senadores, que contribuir al perfeccionamiento de la legislación que estamos despachando.
Por eso, no me referiré ni a las observaciones formuladas por el Honorable señor Ibáñez, ni a la idea planteada por el Honorable señor Gumucio, que es de orden político, de fondo, que necesita acuerdo de las colectividades respectivas y que yo, personalmente, me inclino a estimar conveniente, por las razones que el Honorable señor Gumucio ha expuesto, porque no cabe duda de que las condiciones políticas del país han cambiado, no son las mismas de los años anteriores, cuando se repudiaba el sistema de pactos entre partidos políticos.
Creo más: que incluso la Oposición, compuesta no sólo de grandes partidos, sino también de colectividades pequeñas, tendrá interés en llegar a acuerdos políticos para hacer sobrevivir a sus aliados. Hay en la Oposición pequeños partidos que están a punto de disolverse. Y no es efectivo que la Unidad Popular sea el único grupo político que cuente con aliados pequeños.
No se puede, entonces, anticipar cuál será la suerte de la iniciativa del Honorable señor Gumucio.
Quiero sí decir que, en mi concepto, si se sienta el precedente de que la inadmisibilidad de las indicaciones debe regirse rigurosamente por las medidas concretas y singulares que el proyecto contenga -criterio que deberá mantenerse permanentemente y no podrá cambiarse en cada uno de los proyectos-, es posible que el Presidente de la Comisión declare inadmisible la indicación del Honorable señor Gumucio.
Pero como Senador que no quiere ser privado del derecho que tendría de pronunciarse sobre esta indicación si prevaleciera otra manera de ver el problema, pido que se tenga también en cuenta la concepción que atiende a lo que son las ideas matrices o centrales del proyecto; porque el Reglamento no habla, ni del mensaje que da origen al proyecto de ley de que se trata, ni tampoco de una concreción tan estricta como la que ha sostenido el Honorable señor Fuentealba.
Termino anticipando, como ya lo dije, que esperamos, los Senadores socialistas, la aprobación unánime, en general, de la iniciativa, y estamos también a la espera de tener oportunidad de presentar indicaciones que perfeccionen el sistema electoral, porque la idea central o matriz que inspira este proyecto no es otra que la que he enunciado. No se trata exclusivamente de pequeñas modificaciones de orden reglamentario. Se trata de incorporar a una masa considerable de ciudadanos al sistema electoral, precisamente para hacer más efectiva, más real, la democracia de que tanto hacemos gala. Y creo que, obedeciendo a esta idea central, tienen cabida innumerables indicaciones.
Nada más.
El señor SILVA ULLOA.-
Señor Presidente, estoy de acuerdo, naturalmente, con este proyecto de ley, que regula el ejercicio del derecho a voto de los analfabetos, y me pronunciaré favorablemente.
Quiero ser muy breve, y lamento que se haya ausentado de la Sala el Honorable señor Ibáñez, cuya intervención no tuvo el tono acostumbrado y trató de zaherir a un colega.
Yo participé en lo que se llamó el Bloque de Saneamiento Democrático, allá por el año 1956. Fui uno de sus dirigentes, redacté muchas de sus conclusiones, junto con varios colegas que todavía actúan en el Congreso Nacional; y recuerdo perfectamente que en la época en que se constituyó ese Bloque aún no existía la Democracia Cristiana: existía la Falange Nacional.
El señor HAMILTON.-
De la cual somos sucesores.
El señor SILVA ULLOA.-
Así es.
El año 1956, constituido el Bloque de Saneamiento Democrático, participa la Falange Nacional, cuya continuadora es actualmente la Democracia Cristiana. Se discutió latamente el problema de los pactos electorales. La Falange, que era un partido pequeño, tenía como principio eliminar los pactos electorales. Y el Partido Radical, que era el partido mayoritario después de los agrariolaboristas, que ya se estaban desmebrando a esa altura, aceptó que por vía de ensayo se suprimieran los pactos electorales para la elección de Diputados. Por eso, el año 1961 únicamente los Senadores fueron elegidos en combinaciones nacionales.
Y quería recordar al Honorable señor Ibáñez que él, candidato del Partido Liberal, salió elegido por un pacto nacional que existió entre su partido y el Conservador, cuyo candidato, si mal no recuerdo, era el señor Cerda, por Valparaíso y Aconcagua. De tal manera que lo que ha expresado el señor Senador no está de acuerdo con la realidad.
Por lo demás, no cabe zaherir a ningún Senador por las condiciones en que ha llegado a serlo. Hasta yo mismo me sentí un poco afectado, porque todos saben cuál fue el resultado electoral en la Primera Agrupación Provincial, de Tarapacá y Antofagasta.
El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Ha terminado el tiempo del Orden del Día. Queda con la palabra el Honorable señor Silva Ulloa.
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