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- rdf:value = " El señor JEREZ.-
Señor Presidente, formularé de manera muy breve algunas observaciones con relación a lo planteado por los Senadores señores García y Rodríguez.
Desde luego, suscribo plenamente lo que planteó el Honorable señor Rodríguez en cuanto a rechazar el escándalo que se hace por el carácter internacionalista del movimiento proletario.
Es preciso recordar que hoy día no sólo en el Senado se hace cuestión de esto. Y el Honorable señor Rodríguez dio una explicación muy clara y lógica al respecto, desde el punto de vista de una política popular, que es el que nos interesa para el entendimiento de los problemas. Porque hay materias sobre las cuales con algunos Senadores no podremos llegar jamás a un acuerdo. Tal es el caso de lo relativo a las ideas y los principios. Y hemos visto que en estos días se ha hecho gran caudal por la existencia de cierta mancomunidad y relación entre diversos movimientos, no sólo en el plano sindical, sino también en el de las organizaciones revolucionarias y de los partidos populares a nivel latinoamericano.
Es cierto lo que dijo el Honorable señor Rodríguez. Hoy día se pretende impedir que haya interrelación de fuerzas y que se recojan experiencias e inclusive los antecedentes históricos y heroicos del pueblo, como es el caso concreto del cubano. Adoptar ese criterio durante el primero o segundo decenio del pasado siglo, cuando sobrevino la gesta emancipadora de todas las naciones, habría sido la mejor forma de hacerles el juego a la política reaccionaria y a quienes deseaban mantener a nuestros países sujetos a la colonia española. Porque la Independencia no fue sino un movimiento y un gran refuerzo mutuo. Y, si se piensa de aquella manera, el propio O'Higgins habría sido calificado en Perú como usurpador, invasor o extraño -ese carácter se ha atribuido a otros revolucionarios de nuestro continente-, por haber ido con San Martín a liberar a esa nación hermana, apoyando a los revolucionarios peruanos.
Por otra parte, creemos que tampoco se puede hacer escándalo o llamar la atención respecto de la naturaleza de la Central Unica de Trabajadores.
La CUT es una organización que representa a la clase obrera chilena, si no a la totalidad, por lo menos a los sectores más importantes y conscientes. Esa es la verdad. Y tanto es así que, en la medida en que madura la conciencia de nuestra clase obrera, se van incorporando a dicho organismo los gremios y las organizaciones. Inclusive, los movimientos y partidos que tenían una conducta en cierto modo renuente sobre el particular se han ido incorporando en forma más plena a dicha organización. Así, hoy día vemos que aun colectividades contrarias a la política del Gobierno tienen dirigentes en la Central Unica de Trabajadores. Es el caso de la Democracia Cristiana.
Una demostración real y palmaria del arrastre de los partidos en la masa popular es la fuerza que tienen en dicha organización, la más representativa de la clase trabajadora chilena.
Por eso, sin ser necesario que exista una correlación de carácter jurídico o mecánico entre la condición de trabajador y la de militante de un partido revolucionario o de una colectividad que desea el cambio en este país, es obvio que, así como la CUT es el organismo donde militan los hombres que tienen un sentido renovador o revolucionario de la política chilena, la Sociedad de Fomento Fabril o la Nacional de Agricultura, como dijo el Senador Rodríguez, sea la organización en que se agrupan por naturaleza, sin ponerse de acuerdo, sin necesidad de llegar a una convención, sino sólo porque representa sus intereses, las organizaciones de los grandes productores y, en definitiva, desde el punto de vista humano y personal, los militantes del Partido Nacional. Y ello no nos escandaliza; es lógico.
Lo anterior significa consagrar, en el hecho, el principio de que si bien ni la clase obrera, ni los militantes de la CUT, ni la Central misma hacen discriminación desde el punto de vista partidario, los trabajadores tienen el partido de la revolución. Y no podrían actuar de otra manera, porque si lo hicieran quedarían en condición de desclasados o de personas que ni siquiera tienen la cultura más elemental para entender qué régimen, qué sistema o qué partido defiende sus intereses de clase.
También me interesa destacar otro aspecto de las observaciones del Senador Rodríguez.
Su Señoría manifestó que, a juicio del Partido Socialista, en las elecciones de las directivas sindicales, empezando por el congreso de la CUT, no deben existir "arreglos" ni "cuoteos" para designar a los dirigentes, a fin de que las fuerzas representadas en la Central Unica de Trabajadores obtengan lo que en justicia les corresponde, atendiendo a su poder e influencia en el campo sindical. Nos parece correcto propiciar la elección directa y proporcional.
Para dar término a mis palabras, quiero reiterar, con relación a lo que planteó el Senador Rodríguez, un concepto al que me referí ayer con motivo del debate del proyecto que fijó un estatuto especial para los trabajadores marítimos.
Su Señoría señaló un concepto sano y dinámico, que a mi juicio favorecerá sobremanera el desarrollo del movimiento obrero en Chile. Del mismo modo, considero que sobre el particular hay otro aspecto importante -creo que será objeto de estudios y, con seguridad, de alguna proposición concreta por parte de alguno de nosotros-: la periodicidad del ejercicio de los cargos sindicales.
Estimamos que el movimiento trabajador ha llegado en Chile no sólo a una posición de vanguardia. A los Partidos Comunista y Socialista de nuestro país les ha correspondido, con gloria, ser los impulsores, por intermedio de sus elementos más caracterizados, del movimiento proletario y de la organización sindical chilena. Nos parece que para ellos mismos, y en general para el movimiento popular de nuestra nación, es útil que los dirigentes sindicales no permanezcan en sus cargos en forma indefinida, porque ello implica la creación de castas. Me explico perfectamente que en las organizaciones estudiantiles haya siempre dinamismo y espíritu de lucha, porque sus dirigentes, sabedores de tener equis período para cumplir su mandato, despliegan un gran esfuerzo. En los sectores sindicales, por el contrario, se crean verdaderas castas. Y en esto tienen responsabilidad todos los partidos. Incluso en mi partido hay dirigentes que tienen esa característica, en mi concepto muy negativo. En el fondo, ello implica un doble peligro: primero, no se crean elementos nuevos, vivificadores, impidiéndose a los dirigentes jóvenes de la clase obrera participar en la conducción del movimiento sindical chileno; y, segundo, los dirigentes de esa índole son demasiado proclives a defender los criterios reivindicacionistas o economicistas, pues basan sus cargos en la importancia de la organización donde los desempeñan para aparecer como los hombres que consiguen conquistas para su gremio.
En eso de conseguir conquistas para su gremio hay una variante que me interesa y que considero fundamental: no sólo se trata de conseguir beneficios, sino también de educar a la masa y de cooperar para la formación de una nueva conciencia, que no es únicamente el reivindicacionismo inmediato la premura del tiempo y el hecho de no disponer con certeza de un procedimiento que hubiera permitido una discusión más amplia -el proyecto llegó a la Sala intempestivamente, después de estar durante largo tiempo paralizado en la Comisión-, la oportunidad de analizar más a fondo estas cosas. Creo que, por el real valor que tiene, será materia de una discusión en otro proyecto que se patrocine sobre la materia.
Es cuanto quería manifestar. El señor GARCIA.- Seré muy breve, pues, prácticamente, ya está agotado el debate.
Deseo hacerme cargo de algunas afirmaciones, especialmente de las formuladas por el Honorable señor Rodríguez, quien sostuvo que yo criticaba el aspecto internacional de la CUT, o sus aspiraciones internacionales. Para ser más exacto, expresó que yo llamaba a escándalo en esta materia.
No he dicho eso. Me limité a leer parte de sus estatutos con la clara finalidad -tal vez, incurrí en cierta deformación profesional- de encauzarla en algunos de los sistemas chilenos. Porque hay muchas corporaciones que tienen vinculaciones internacionales, como la Cruz Roja, por ejemplo, que tiene personalidad jurídica, pero que se ajusta a las normas prescritas por ésta.
El Honorable señor Rodríguez criticó a la Sociedad Nacional de Agricultura, que tiene personalidad jurídica.
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