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- rdf:value = " El señor FERRANDO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Rodríguez.
El señor RODRIGUEZ.-
Señor Presidente, comienzo por lamentar el exabrupto del Honorable señor Ibáñez respecto del Honorable señor Gumucio, cuya solvencia moral y política para nosotros es indiscutible-. Creo que el Honorable señor Ibáñez se salió de madre al calificar tan injusta mente a una persona de tan valiosos atribules como el SenadorGumucio. Por eso empiezo mi intervención lamentando este incidente.
En segundo lugar, quiero contestar brevemente a los Honorables señores Musalem y Palma, que han fundado la posición de la Democracia Cristiana respecto de la ley de Presupuestos.
Sin caer en la repetición un poco tediosa de cifras más y cifras menos, que, como decía muy bien el Honorable señor Baltra, responden a índices relativamente tradicionales y permanentes que, desde luego, se pueden manejar con un criterio u otro, según se esté en el Gobierno o en la Oposición. Pero, repito, son valores en realidad inmutables, que corresponden a ciertos principios más o menos inamovibles.
Pero hay un problema que interesa dejar en claro desde el punto de vista estrictamente político, aunque necesariamente incidente en lo económico. Me refiero a la afirmación que hacía el Honorable señor Palma, llevado por su legítimo afán de defender a la Administración pasada, en cuanto a la forma cómo empezó el Gobierno de Frei y cómo lo hizo el de Allende a cómo empezó la Administración de la Democracia Cristiana y cómo se inició la de la Unidad Popular. A juicio del señor Senador, la situación de nuestro Gobierno era más favorable. Estima que el balance de 1971 con respecto al año anterior, resulta más negativo que el de 1965 con relación al de 1964. Disiento profundamente con Su Señoría. No cabe duda de que las situaciones son realmente distintas, pero a la inversa de lo que el señor Senador plantea.
¿Cómo asumió el Presidente Frei el poder en 1964? ¿Y cómo repercute necesariamente su Gobierno en el curso de 1965? Asumió el poder con una coalición electoral de extraordinaria fortaleza: la unión de la Democracia Cristiana con la Derecha política de este país. Aun cuando se diga que ésta no puso condiciones, en el hecho se proyectó como una fuerza política electoral y social de gran envergadura, que le sirvió de base al iniciar su Gobierno. En cambio, la Unidad Popular se proyecta como un bloque muy homogéneo, desde luego, con un contenido programático de aristas muy afines, con un pensamiento que se había ido decantando en el curso de la lucha de muchos años, pero en todo caso con una base inicial porcentualmente muy inferior a la de la Administración pasada.
¿Cómo empezó la gestión económica del Gobierno de la Democracia Cristiana en 1965? Indiscutiblemente, con un respaldo del imperialismo. Lo digo sin pretender herir susceptibilidades, sino basado en hechos concretos y ciertos. No cabe duda de que el imperialismo, también en 1964, se jugaba parte de su destino en este país, pequeño desde el punto de vista de las inversiones extranjeras. Sabía que estaba en juego ese destino, que pierde definitivamente en 1970, pero estuvo con la Democracia Cristiana porque comprendía que con ella no renunciaba a nada sustantivo. Por lo tanto, dio su respaldo económico a las inversiones, a los créditos externos del Gobierno de Frei.
Por otra parte, tampoco cabe duda de que la oligarquía financiera, las estructuras bancarias, también le daban su apoyo a ese Gobierno.
En consecuencia, tenía una base de sustentación financiera y económica, interna y externa, de gran magnitud, lo cual, como es lógico, facilitaba su gestión de Gobierno.
¿Cual es la realidad que debe enfrentar la Unidad Popular en este sentido? Tenemos que empezar con un saldo de seis años que, cualesquiera que sean las cifras que se manejen, nos deja un país enormemente endeudado. Las cifras se podrán discutir en mayor o en menor medida, ya que ha habido criterios diferentes incluso en los organismos de Gobierno pero el hecho es que se deja un país endeudado hasta la tusa. Reconozco que esto no es sólo responsabilidad de la Democracia Cristiana, pues la situación se arrastra de los Gobiernos reaccionarios anteriores, particularmente del de Alessandri. Lo concreto es que debemos enfrentar un saldo de endeudamiento de gran volumen, que afecta la capacidad de maniobra en la vida internacional, más bien dicho la disponibilidad de crédito internacional por este Gobierno.
A esto se agrega una natural desconfianza y recelo de los círculos financieros norteamericanos y de los organismos crediticios controlados por ellos, que se resisten a otorgar oxígeno económico al nuevo Gobierno de Chile, en especial por su voluntad nacionalizadora, que no podía dejar de herir los tentáculos de las empresas extranjeras del cobre, hierro y salitre.
En consecuencia, la desventaja para nuestro Gobierno es notoria.
Tampoco puede negarse que recibimos un país con un creciente proceso de inilación, la que ha disminuido notoriamente este año gracias a la política de la Unidad Popular, que puede juzgarse desde diversos Angulos, pero que es correcta en cuanto se ha logrado reducir o detener ese flagelo económico.
Igualmente, no podemos olvidar que, cuando el Congreso Pleno debía elegir al Presidente de la República entre las dos más altas mayorías, fue nada menos que el Ministro de Hacienda del Gobierno anterior, el señor Zaldívar, quien llevó la voz cantante en la campaña del terror económico, que se unió a la del terror político, a la del miedo, para impedir a la Unidad Popular que consagrara los fueros alcanzados en las urnas. Se desataron, entonces, extorsiones contra la Democracia Cristiana y su dirección política. Recuerdo que en ese momento presidía dicho partido el SenadorBenjamín Prado y, en homenaje a la verdad, debo decir que él tuvo una conducta hidalga, políticamente honesta, en la conducción de su colectividad • en esos difíciles instantes, ya que la presión de sectores de su partido por impedir la ratificación del Congreso Pleno "era evidente. Uno de los que trabajaron para impedir esa ratificación fue el señor Zaldívar, que con su discurso sembró el caos económico en el país e, irresponsablemente, fomentó el derroche de divisas hacia el extranjero.
Por eso, respondo muy tranquilo al Honorable señor Palma que las condiciones de normalidad económica con que recibió el señor Freí el mando del país fueron muy convenientes y le permitieron un desarrollo en condiciones más favorables en el año 1965 en comparación con el anterior. Esa situación no tiene nada que ver con el clima de inquietud, de pánico, de miedo, de inseguridad y hostigamiento creado por los sectores financieros externos e internos para recibir al Gobierno de la Unidad Popular.
Por eso, decir que el 0,5%, el 1% ó el 2% es menos satisfactorio ahora que en 1965, es razonar sin la debida justicia en el análisis de dos situaciones absolutamente diferentes. La última es del todo desfavorable para el Gobierno de la Unidad Popular la otra, enteramente favorable para iniciar la gestión de un Gobierno en el plano económico.
El señor PALMA.-
Diría que es al re-
El señor RODRIGUEZ.-
Muy bien.
¿Cual es el único sector que pudo haber provocado cierta intranquilidad al Gobierno de la Democracia Cristiana en 1965? El sector agrario, porque el reformismo nacional y continental se ve obligado a impulsar la reforma agraria. Este es tal vez el único sector que provocó intranquilidad al Gobierno de Freí, aunque mucho menos, por supuesto, que ahora, cuando se intensifica la reforma agraria y se expropian 1.300 latifundios -cifra equivalente a la de los expropiados en los seis años de la Administración democratacristiana- y cuando el Gobierno anuncia, consecuente con su voluntad de cambios en la tenencia de la tierra, que en 1972 terminara todo vestigio de latifundio en el país.
El señor PALMA.-
¿Me permite, señor Senador?
El señor RODRIGUEZ.-
Dispongo de muy poco tiempo, señor Senador. Si Su Señoría lo desea, puedo concederle una interrupción con cargo al suyo, si es que le queda.
En seguida, para ser justo, debe aceptarse que el costo del proceso de cambio revolucionario en nuestro país es muy alto, y la verdad es que debería costamos mucho más de lo que reflejan los índices que se manejan en uno u otro sentido.
El Honorable señor Baltra, cuya autoridad y competencia en materias económicas todos reconocemos, me ha ahorrado muchos comentarios, porque analizó con gran objetividad, incluso con sentido crítico, la labor del actual Gobierno y algunos índices de la Oficina de Planificación Nacional, integrada, por lo demás, no sólo por hombres de la Unidad Popular. En ella trabajan muy destacados y calificados personeros de la Democracia Cristiana, lo que considero muy positivo, porque están aportando su capacidad profesional a la planificación del país, de lo cual me complazco. Pero decía que el costo del cambio revolucionario es alto en este primer año de Gobierno, en que se comienza a estatificar la banca privada renovar o a liquidar toda estructura monopólica rescatar el cobre, el hierro y el salitrera extender el Área social y a aumentar considerablemente el poder adquisitivo de las grandes masas de consumidores. Esto no lo decirnos sólo nosotros. Los Senadores de la Democracia Cristiana recogen con mucho entusiasmo el estudio de algunos profesores del Instituto de Economía de la Universidad de Chile. Pues bien, precisamente estos profesores dicen lo siguiente: " La policía de aumentar fuertemente la demanda global para estimular la producción a través de un reajuste masivo de sueldos y salarios que el indicador oficial del instituto Nacional Estadísticas situó en más de 50 por ciento por sobre el nivel de 1970.
Simultáneamente se estableció un estricto control de precios que se ha traslucido en una inflación menor el presente año en relación al anterior, con el consiguiente aumento en el poder adquisitivo de los asalariados."
Es decir que se haya logrado combinar u obtener una armonía económica –cambiar Fundamentalmente las viejas estructuras a la vez que aumentar paralelamenturas la capacidad adquisitiva de las grandes masas de consumidores, controlando los precios y deteniendo la inflación- es un éxito económico que está más allá de los guarismos, de las comas y de los aspectos negativos Carece de sentido discutir si el aumento del producto nacional bruto fue de 6%, 7% u 8%. Desde luego, yo rae quedo con el 8,5% determinado por ODE-PLAN, que parece ser la cifra que más se aviene con la realidad, pues obedece a un estudio serio y objetivo.
Este es el mayor avance:-más allá de las opiniones del departamento técnico del partido del Honorable señor Musalem, que yo respeto- que se ha dado en este país en los últimos 10 años en cuanto al crecimiento económico y productivo nacional. Se trata de cifras incontrovertibles, que no se pueden desmentir. El impulso vital del cambio revolucionario en lo económico no sólo se traduce en mayor capacidad adquisitiva, no sólo se refleja en la liberación económica nacional frente al imperialismo, no sólo modifica las relaciones de producción en la industria y en la tierra, sino que demuestra palmariamente cómo, cuando se camina hacia el socialismo, se desalan las fuerzas productivas en términos favorables y se dan grandes zancadas, como ha señalado ODEPLAN.
Por eso, creo que el análisis del Presupuesto nacional puede dar para mucho pero, en todo caso, es un hecho cierto lo que afirmó el Honorable señor Baltra: nunca como ahora, dentro del crecimiento general de la economía del país, fue mayor el del sector industrial. Así lo reconoce la propia Sociedad de Fomento Fabril en sus boletines de estadística. Se podría decir que crecen más unos rubros que otro?. Poro el hecho es que hubo un '"boom" en el crecimiento industrial. Esto lo reconocen los sectores empresariales, 110 sólo los de Gobierno.
Junto al crecimiento industrial y a la ocupación de la capacidad ociosa del patio industrial chileno, como lo recordarnos en sesiones anteriores, se produce una absorción de la cesantía. En 1972 se observa el mayor índice de los últimos 5 a 10 años en cuanto a la absorción de la cesantía, como, también lo reconocen los profesores adictos a la Democracia Cristiana en su análisis.
Pero, además, vale la pena señalar otro hecho: la participación de los trabajadores en el ingreso nacional.
Recuerdo, por ejemplo -porque trato de ser justo en mis argumentos-, que un gran economista chileno, de filiación democratacristiana, autor del libro "En vez de la miseria", aconsejó reiteradamente a su partido y a su Gobierno acerca de la urgencia vital e imprescindible de redistribuir el ingreso. Determinó con ejemplos clarísimos cómo una gran masa de este país estaba subalimentada y marginada casi total y absolutamente del consumo. Ese economista luchó mucho por resolver estos problemas. Ahora la participación de los trabajadores ha crecido considerablemente, y el propio Ministro de Hacienda abordó el problema al exponer el estado de la Hacienda Pública y lo ha reiterado ahora a propósito de los reajustes. Nadie puede discutir que la participación de los trabajadores en estos momentos, en términos reales en la distribución del ingreso, es mucho mayor que en todos los años anteriores.
El señor MUSALEM.-
No es mayor que la de 1965, cuando los trabajadores tuvieron seis puntos más a su favor.
El señor RODRIGUEZ.-
Concedo al Honorable señor Musalem el que ahora sea igual a la de 1965pero sería el único año que puede comparar en términos favorables para su argumentación. En todo caso, cuando han empezado a limitarse las utilidades de los grandes monopolios cuando se disminuyen los beneficios de minorías privilegiadas proyectadas en las grandes sociedades anónimas y en la banca privada cuando se pierden los privilegios de la tenencia de la tierra cuando se cortan los tentáculos foráneos que dominaban nuestras materias primas, y todo ese excedente económico y financiero va a la comunidad nacional, sin duda que se produce una necesaria redistribución del ingreso a favor de las grandes mayorías.
Por mucho esfuerzo que hagan los colegas de la Democracia Cristiana, como lo ha hecho esta mañana el Honorable señor Musalem, quien se afirma tozudamente, no en un planteamiento realista, sino sectariamente político,...
El señor MUSALEM.-
Su Señoría lo vera con el tiempo.
El señor RODRIGUEZ.-
los hechos porfiados, señor Musalem, son mucho más fuertes que las meras afirmaciones. Y la realidad que están recogiendo los propios organismos internacionales demuestra que la economía chilena está en crecimiento, que Chile empieza a colocarse en el umbral de su verdadero despegue económico y que se está produciendo una participación más justa e igualitaria de los grandes sectores de consumidores en los bienes de esta economía nacional.
Por lo tanto, celebro este pequeño debate, no obstante los juicios emitidos que no nos alcanzan. Ahora sólo he querido dar una réplica provisional a los planteamientos de los colegas de la Democracia Cristiana.
Deseo expresar finalmente, frente a lo dicho por algunos Honorables colegas en cuanto a que habría presiones al Gobierno, que es indudable que flota en el ambiente que hay exigencias para modificar el criterio del Ejecutivo en materia presupuestaria y lograr así ciertas concesiones, como la de mantener la inamovilidad administrativa. Nosotros no estimamos recomendable la inamovilidad para los funcionarios que ocupan cargos de alta categoría. La deseamos para funcionarios subalternos, cualquiera que sea su filiación política. Pero deseamos que los altos funcionarios democratacristianos, por dignidad, dejen esos cargos, a fin de permitir al Gobierno de la Unidad Popular desarrollar su propia política administrativa y financiera, porque de lo contrario, en los cargos de gerentes y de directores generales se está duplicando el gasto administrativo, lo que no es conveniente para ningún Gobierno que inicia su gestión.
Además, se empiezan a negociar cosas de otro tipo, como la salida del gerente del Canal Nacional de Televisión el reconocimiento de una federación campesina, etcétera. En todo caso, creo que es el Gobierno quien decidirá lo que debe hacerse, y lo hará con criterio político. También lo dirá la Unidad Popular. Por mi parte, no tengo ningún papel directivo dentro de mi colectividad ni en la Unidad Popular, Pollo tanto, no puede inmiscuirme en las decisiones de este Gobierno, en las de la Unidad Popular ni en las de mi propio partido. Sólo me limito a defender lo que estimo una política correcta que con sacrificios, obstáculos y aspectos negativos se está llevando a cabo, con mucha consecuencia en cuanto al cumplimiento del programa.
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