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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Creo indispensable hacer un alcance a la observación del Honorable señor Bulnes relativa al extremo a que podría llegar el Congreso de atribuirse la facultad de disponer, por medio de este tipo de glosas, todas las inversiones concretas que pueden hacerse en el ejercicio presupuestario de un año determinado.
Indudablemente, ése es un extremo, y sería una muy mala política de administración del país, porque en el interior del Congreso Nacional habría una pugna que conduciría a algo muy parecido a la anarquía en cuanto al manojo de los fondos público;, especialmente en el rubro invasiones. Pero igualmente es indudable que también el otro extremo repugna al buensentido: que el Ejecutivo tenga la más absoluta y discrecional facultad para emplear los fondos asignados en el Presupuesto Nacional, sin más limitación que las asignaciones globales.
En cualquier país bien organizado donde funcione la representación popular a través del Parlamento, deberá encontrarse una ecuación de buen sentido. Las inversiones deben aprobarse en general, para ser concretadas dentro de ciertos planes cuyas prioridades conozca y establezca el Congreso Nacional.
Nosotros estamos actuando en estas condiciones anómalas por la falta de un mecanismo que dé ingerencia al Parlamento en la aprobación de los planes que el Ejecutivo se plantea y realiza mediante sus organismos y reparticiones descentralizadas.
¿Qué diría un plan de construcciones escolares? Que la primera prioridad, sin duda alguna, debe reconocerse a las construcciones de reposición, como por ejemplo a la Escuela Industrial de Illapel y a la Escuela de Guangualí, destruidas ambas por el terremoto del 28 de marzo de 1965, esta última en su totalidad y la primera parcialmente, en todo lo que abarcaban las antiguas construcciones destinadas a internado y a otros menesteres. Pues bien, si hay profesores, si hay una dotación regular de alumnos, si ya se ha reconocido la necesidad de que funcionen esos establecimientos; ¿cómo puede justificarse que pasen los años y no se reparen los efectos del terremoto? Lo mismo sucede si un local escolar es destruido por un incendio.
Por falta de planes adecuados, debidamente conocidos y aprobados por el Congreso Nacional, debemos acudir a este procedimiento que no es lo mejor, pero que resulta ser el único a nuestro alcance.
Por estas razones, estoy convencido de que la observación del Ejecutivo constituye un error, de que es necesario adoptar este sistema extraordinario de señalar el gasto público concreto en los casos particulares de que se trata, y de que la glosa es suficientemente explícita como para no poder ser transformada en una mera recomendación.
Por las consideraciones expuestas, voto en contra de la observación del Ejecutivo.
"
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