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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Señora Presidenta, intervengo en este debate improvisando algunos comentarios, porque me resulta indispensable precisar lo que quiere saber todo chileno que no esté enajenado.
¿A qué razón atribuyen los señores Senadores del partido de Gobierno la conducta tan especial seguida por el señor Ministro del Interior, de ver en el homicidio de dos estudiantes perpetrado en Puente Alto, nada más que un síntoma o manifestación de violencia de quienes finalmente resultaron pagando con sus vidas la participación pasiva o activa en esos hechos?
Creo que el Senado de la República tiene el deber de expresar de alguna manera su repudio a esta torpe maniobra de tipo político.
Es un hecho que uno de los estudiantes fue asesinado por proyectil de arma de fuego y que, según testigos oculares, esa arma fue disparada por un suboficial de la fuerza pública. Pudiera ponerse en duda el valor de estos testimonios pero lo que no tiene explicación de ninguna especie es que el suboficial inculpado no haya sido objeto de ningún proceso, de ninguna investigación, conocida por el público, a raíz del hecho gravísimo que los testigos presenciales le atribuyen: de haber disparado a un muchacho que no estaba ejecutando acto alguno de violencia.
Es de conocimiento público que los incidentes ocurridos frente a un negocio ya habían sido superados que los estudiantes se habían retirado y se encontraban frente al Liceo de Puente Alto para pedir la solidaridad de los alumnos del establecimiento, y que allí, acorralados, fueron objeto del tratamiento violatorio de su integridad personal, que culminó con el disparo de la bala homicida.
Hay otro hecho igualmente grave. Sabe todo el país que la segunda víctima mortal de estos acontecimientos volvía de una visita a la casa, de un pariente próximo. Iba transitando por la calle, donde fue detenido e introducido a viva fuerza a un furgón policial, dentro del cual se le golpeó hasta llegar a fracturarle el cráneo. Una vez que le fue causada esa lesión, que resultaría mortal, fue arrojado del furgón para seguir la suerte que le estaba asignada.
Ese niño de pocos años murió víctima de los mayores dolores, porque la hemorragia producida a causa de la lesión del cráneo le fue oprimiendo su masa encefálica hasta provocarle la muerte.
Hechos de esta magnitud, que revelan a lo menos un descontrol de parte de la fuerza pública, no pueden ser pasados por alto a pretexto de que hay un plan de violencia, de que el país está sumergido en la incertidumbre, de que hay que llamar a la unidad política para detener lo que se presenta como el estrago definitivo de nuestra democracia, etcétera.
Todo esto, son palabras. Nada más que una maniobra destinada a eludir la tremenda responsabilidad política que está asumiendo un Gobierno que se encuentra en el crepúsculo de sus funciones y que no se atreve a encarar los hechos con la autoridad que la República ha puesto en sus manos.
Si ninguno de los funcionarios policiales procedió en los términos que he relatado y el Gobierno no tiene ninguna complicidad en lo sucedido si no se han dado a la fuerza pública instrucciones que lleven envueltas estas consecuencias, nadie puede explicarse que el Ejecutivo siga abdicando de sus funciones básicas de contener los desbordes de quienes están cometiendo estos crímenes alevosos.
Yo no soy enemigo del Cuerpo de Carabineros. Por el contrario en todas las ocasiones en que me ha tocado intervenir en el Senado, he votado favorablemente sus aumentos de sueldos y el incremento de sus plantas. En el trato diario tengo un gran respeto y estimación por estos funcionarios, que cumplen tareas tan importantes para la sociedad en que vivimos. Pero eso no me puede llevar a silenciar mi voz, a no protestar por este encubrimiento de hechos que, al conocerlos, provocan, indiscutiblemente, una reacción de repudio y de condenación.
¿Cómo se puede pedir a los estudiantes, a los obreros, a nuestro pueblo, la mesura y la tranquilidad, el respeto y el orden, si de parte de los que están en los más altos cargos del Estado se advierte la conducta por la cual hoy protesto en el Senado?
Creo, señora Presidenta, que es absolutamente cierto lo dicho por el Honorable señor Altamirano, en cuanto a que del análisis de los acontecimientos que nos ha recordado esta tarde, se desprende una tremenda conclusión: que se está haciendo un comercio vil del dolor y de la desesperación que están causando los desbordes, instigados, de la fuerza pública, para dar al país la imagen distorsionada de un pueblo que en el fondo no quiere otra cosa que seguir adelante en este proceso democrático y regular de designar al Primer Magistrado por medio de una elección.
No creo que los actos a que aludo y que, repito, consisten en privar de todo conocimiento a la opinión pública de ¡a reacción necesaria e ineludible respecto de una fuerza pública que aparece cometiendo dos homicidios puedan atribuirse exclusivamente a debilidad o falta de comprensión de las obligaciones del Gobierno. Cualquier sospecha fundada de uso indebido de armas, de apremio ilegítimo y, con muchísima mayor razón, de muertes causadas por funcionarios en servicio activo, obliga, por el imperio de la ley vigente, a instruir los correspondientes sumarios. Aquí no hay sumario que sepamos que investigue los homicidios mencionados, y, en lugar de cumplir con este elemental deber de dar justicia al pueblo, se está tratando de engañarlo y de hacerle víctima de un sofisma pueril que ningún hombre de buen sentido puede aceptar. Y todo, con un propósito que nosotros no podemos silenciar.
Estoy convencido de que el pueblo de Chile empieza a preguntarse qué precio tendrá que pagar por conseguir lo que la Constitución y la ley le franquean, hasta dónde podrá soportar estas provocaciones que se manifiestan en hechos concatenados.
Mañana la Central Unica de Trabajadores hará una huelga de advertencia. Los trabajadores dejarán de laborar para decirle multitudinariamente al país que con la actitud de centenares de miles de chilenos que dejan de ir a la fábrica o al taller, quieren expresar que ellos han dejado de ser hace mucho tiempo un pueblo que pudiera ser manejado por esta clase de artimañas.
Todavía es tiempo de que el Gobierno recapacite. El señor Frei ha hecho gran ostentación de ser un gobernante democrático. ¡ Deténgase! No siga por este camino al cual lo empujan aquellos que lo halagan, aquellos que lo exhiben con una popularidad que ya rebasaría todos los precedentes y que se confundiría con un aplauso unánime a lo largo de todo el país, que vendría a instarlo a ir más allá del 4 de noviembre. ¡Deténgase el Presidente Frei y comprenda que el pueblo es más inteligente, tiene una conciencia más madura de lo que creen y piensan sus enemigos tradicionales!
Mañana la Central Unica de Trabajadores le dirá, con un lenguaje que se hará oír en todos los confines de nuestro país, que Chile no es una nación entregada a la aventura que si hay violencia, ella no proviene de los jóvenes, de los niños, de los que andaban en Puente Alto solidarizando con sectores de la educación nacional en conflicto con el Gobierno y que no disparaban armas de fuego, que no herían ni mataban a nadie.
Esa violencia ha venido, para desgracia de este Gobierno, de la fuerza armada que se mantiene para sostener el orden y que, lamentablemente, en Puente Alto aparece sembrando el crimen, matando estudiantes, artera y cobardemente. Porque dispararle a un niño de cortos años, desarmado, que no está en ese momento efectuando acometimiento alguno o tomar a otro y, como dije, meterlo en un furgón y darle golpes hasta fracturarle el cráneo, son hechos que, aunque sea doloroso decirlo, constituyen crímenes cobardemente' ejecutados.
Espero que los señores Senadores de la Democracia Cristiana recojan mis palabras y hagan valer ante el Ejecutivo la necesidad de investigar estos crímenes y de proceder con sus autores con la energía que el Presidente reclama para aplastar una violencia que atribuye a sus adversarios y que, en realidad, resulta provocada por su Gobierno.
He dicho.
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