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El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
Dentro del tiempo del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra el señor Del Fierro.
El señor DEL FIERRO.
Señor Presidente, en el curso de esta intervención, quiero hacer una denuncia que, de seguro, impactará a la opinión pública, proporcionando algunos detalles de tipo administrativo como necesaria introducción y, sobre todo, narrando una historia de usurpaciones, deleznable y pletórica de inconsecuencias.
Para que un liceo particular sea reconocido por el Ministerio de Educación, debe obtener el decreto que lo declare cooperador de la función educacional del Estado.
¿Qué trámites involucra la obtención de este decreto?
Los interesados deben enviar un oficio le carácter fundado, esto es, acompañado de toda la documentación oficial, al Ministerio, indicando: 1) Ubicación del local;2) Número de cursos y matrículas; 3) Idoneidad del personal, 4) Certificado de Higiene Ambiental, 5) Certificado de Carabineros. El Director de Educación designa un visitador, que corresponde al Rector del Liceo fiscal de la comuna para que informe. Y de acuerdo con este informe, se resuelve positiva o negativamente la solicitud.
Si la resolución es positiva, se procede a dictar el decreto de reconocimiento como cooperador de la función educacional del Estado, del liceo, y con ello adquiere éste el derecho a la subvención.
Hasta aquí, considerando el tiempo que requieren estos trámites, tenemos a un colegio particular funcionando ya en su segundo año consecutivo, y con el decreto de cooperador, que le da derecho a este colegio a cobrar la subvención fiscal. Para ello, el dueño, sostenedor o representante legal del colegio, debe remitir al Ministerio de Educación los siguientes documentos:
1) Una copia del decreto de cooperador; 2) Un certificado de la Inspección del Trabajo que acredite que los contratos de trabajo y los sueldos y gratificaciones del personal se encuentran al día; 3) Certificado de la Caja de Empleados Particulares con relación a las imposiciones; 4) Certificado de Carabineros; 5) Visita pedagógica del Rector del liceo fiscal.
En la Gran Avenida, señor Presidente, comuna de San Miguel, existió un Liceo Particular, cooperador de la función educacional del Estado, cuyo nombre era Liceo Diego Portales, con una matrícula promedio de 2 mil alumnos, el cual durante 33 años, educó a miles de chilenos en esa comuna popular.
Cuando ese colegio funcionaba regularmente, un alumno de Filosofía de la Universidad de Chile, de filiación mirista, logra ser contratado como profesor; así, el mirista Sergio Estuparich Clementi, domiciliado en calle Carlos Antúnez Nº 1891 de la comuna de Providencia, se incorpora al cuerpo docente de ese colegio.
Pronto, el joven Estuparich logra concitar en torno suyo a un grupo de alumnos interesados en conocer la revolución por la vía de un auténtico revolucionario. La teórica y la praxis del revolucionario Estuparich, para admiración de un grupo de alumnos son dos manifestaciones permanentes de su persona. Forma una célula mirista, y programa con ella la acción.
En octubre de 1970, dicha célula mirista, con su líder, proclamó que el local era absolutamente inadecuado para establecimiento educacional y, a los pocos días, procede a tomárselo. La Dirección del colegio y su propietaria, señora Olivia de Fuentealba, obtienen, después de latas gestiones, su devolución. Dos días después de que asume el actual Presidente de la República esto es, en noviembre de 1970el local es nuevamente asaltado, se amenaza a los profesores con armas de fuego y se les obliga a abandonar el local; pero, de acuerdo con el plan preestablecido, se retiene en su interior a cuatro personas, entre profesores y alumnos, a los cuales se les impide hasta la alimentación.
La Dirección, sin embargo, se defiende ante el Ministerio y recupera el local, y los alumnos terminan el año escolar, dando sus exámenes.
En marzo del año 71, se reinicia el año escolar, la matrícula y las clases. A los pocos días, el grupúsculo mirista vuelve a tomarse el Liceo, por tercera vez. Estuparich se declara su propietario y rebautiza a dicho Liceo con el nombre de Che Guevara.
La casi totalidad de los alumnos se ubica en otros colegios, para no perder el año escolar. Mientras tanto, el grupo mirista vive en el colegio en medio de una promiscuidad increíble, el ocio empieza a generar una tendencia vandálica insospechada y los ocupantes usurpadores tienen la desvergüenza de colocar avisos, ofreciendo la venta de puertas, ventanas y bancos escolares, por su cuenta. El líder, a su vez, aprovecha el terreno y, sobre seguro, violenta una caja de fondos instalada en la dirección de dicho local; gasta el dinero en efectivo y cobra los cheques que encuentra; y, por último, los ocupantes provocan un incendio que destruye gran parte del edificio, transformándolo en ruinas inservibles.
Así transcurre todo el año 1971.
La propietaria y los profesores inician querellas para recuperar la sede física de su fuente de trabajo. Pero las autoridades de Gobierno, soslayando el problema, deniegan, por último, la fuerza pública cuando la justicia falla a favor de sus propietarios.
De esta manera, señor Presidente, llegamos al mes de marzo del presente año, y a la parte más conmovedora de esta historia.
La célula mirista busca y se entrevista con el líder Sergio Estuparich, para concertar con él la acción revolucionaria del año 1972. El mirista, cariacontecido y pacificador, les señala que su movimiento ha triunfado, se ha despedazado al Liceo Diego Portales y se ha obtenido que el Ministerio se comprometa a la creación de un Liceo Fiscal en dicho sector; de modo que ahora deben retirarse tranquilos a su comuna, a buscar nuevos frentes de la revolución. Y con voz acongojada, se despide de cada uno de sus compañeros.
¿Qué había ocurrido, en realidad, señor Presidente? ¿Era cierto que la lucha del desinteresado revolucionario había concluido porque se obtuvieron las metas presupuestadas? ¿Existía en él responsabilidad revolucionaria, al desligarse de los muchachos para que estos buscaran otros frentes de la revolución.
La increíble verdad es otra muy diferente.
De repente, como por inspiración sobrenatural, el mirista Estuparich se especializa en tramitación administrativa. Consigue valiosa ayuda del Jefe de la Oficina de Subvenciones y del propio Subsecretario de Educación, quienes le allanan las engorrosas tramitaciones para que cristalice esta inquietud suya.
El 8 de febrero de 1972, el Subsecretario dicta el decreto Nº 3. 285, mediante el cual reconoce al Liceo Che Guevara (que sólo existe en la mente afiebrada de Estuparich y de su reducido grupúsculo mirista, y en la complicidad de funcionarios genuflexos, dispuestos a certificar cualquier cosa), la calidad de cooperar de la función educacional del Estado, estableciendo que el señor Sergio Estuparich Clementi es su sostenedor y representante legal.
El mismo funcionario dicta la resolución Nº 15181, el día 26 de mayo de 1972, mediante la cual se ordena pagar al señor Sergio Estuparich Clementi la suma de Eº 670. 287. 73, por concepto de subvención.
Así se tejió esta historia, señor Presidente. Mientras el grupo de muchachos, usados como carnada, vive un drama para lograr la continuidad de su escolaridad, el mirista Estuparich espera en su muelle casa de Providencia, agazapado, sin respirar siquiera para que no lo noten, el jugoso cheque que sólo él puede cobrar, recompensa de la revolución de los hombres nuevos a un individuo que destruyó un colegio, destruyó una propiedad ajena, jugó con un grupo de muchachos, que, ahora, conocerán el verdadero heroísmo de su líder y su desinterés, y que tenía perfectamente programado los móviles de sus tomas.
Cualquier señor Diputado puede observar lo que señalo con solo pasar por la Gran Avenida, a la altura del paradero 16. Allí queda una casona destruida y una pintura revolucionaria en la cerca, que fue la consigna de Estuparich para obtener este premio de la lotería, premio a su ¡moral y consecuencia revolucionaria.
Instalar un campamento mirista dentro de un colegio usurpado tiene una recompensa de 700 millones de pesos, dinero de todos los chilenos. Lo reitero, porque los jóvenes deben saber para qué los utilizan estos revolucionarios llenos de vicios viejos y capitalistas.
La farsa de legalidad que fluye del expediente respectivo, que yo revisé en la Contraloría y cuyo análisis haré en otra oportunidad, es un fehaciente cargo más a una inmoralidad hecha sistema y que aflora en cada escándalo que se descubre.
Solicito, por último, que se envíe un oficio al señor Contralor General de la República para transcribirle mis observaciones y solicitarle acuciosa revisión de los antecedentes y considerandos del Decreto Cooperador, como de la resolución de pago y de la investigación en el terreno de los hechos que he relatado.
Un oficio al señor Ministro de Educación para que se sirva informar sobre la nómina de colegios particulares, sus propietarios o sostenedores y las cantidades que han percibido por subvención, desde que delegó esta facultad en el Subsecretario de la Cartera.
Un oficio al señor Ministro del Interior para que la Dirección General de Carabineros se sirva enviar una relación pormenorizada de los hechos en que dicho Cuerpo participó a propósito de la toma del Liceo Diego Portales, y las razones de Carabineros para no otorgar los certificados exigidos, en estas tramitaciones, al Liceo Che Guevara.
Un oficio al señor Ministro de Educación para que señale, en forma específica qué funcionario resolvió positivamente la calidad de cooperador del Liceo Che Guevara.
Nada más. Muchas gracias.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
En nombre del Comité Demócrata Cristiano, se enviarán los oficios solicitados por Su Señoría.
El señor DE LA FUENTE.-
Y del Partido Nacional.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
Se enviarán también en nombre del Comité Nacional.
Los señores Diputados del Comité Demócrata Cristiano también están incluidos al expresarse que el oficio se enviará en nombre de su Comité.
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