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El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
En el tiempo del Comité Nacional, ofrezco la palabra.
El señor LORCA (don Gustavo).-
Pido la palabra.
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor LORCA, don Gustavo (de pie).-
Señor Presidente, con el más profundo sentimiento de pesar e indignación, los Diputados nacionales nos sumamos a la protesta que el país, desde todos sus sectores, ha hecho pública, por el crimen cobarde y alevoso que costara la vida del ex Ministro y ex Vicepresidente de la República, don Edmundo Pérez Zujovic.
Cuesta mantener la serenidad para no rebelarse ante este hecho incalificable, que hiciera víctima a un hombre honesto, a un político valeroso y consecuente, a un chileno esforzado y meritorio, que labrara en el esfuerzo de su trabajo y la fe inquebrantable en sus ideales políticos, una situación de relevancia que le hizo merecedor de responsabilidades públicas, que cumplió con eficiencia y alto sentido del deber.
A su familia, sumida en el dolor de su pérdida tan injusta y cruel, y a sus correligionarios del Partido Demócrata Cristiano hacemos llegar nuestra condolencia más sincera y el afectuoso homenaje de nuestro partido.
(Sentado).-Señor Presidente, ningún objetivo político puede fundarse en la violencia física o en el desprecio por el valor de la persona humana, y quienes han perpetrado este asesinato deben saber que el país no puede aceptar impasible la consumación de procedimientos como éstos, que lanzan un baldón oprobioso al espíritu de democracia y convivencia con que siempre se han resuelto las discrepancias políticas entre los chilenos.
Esta no fue obra de mentes ofuscadas: la frialdad con que fue planeado y ejecutado el crimen así lo demuestra; tampoco puede ser la consecuencia de una convicción revolucionaria, que haya impulsado a sus autores al empleo de cualquier medio a fin de cumplir pretendidos objetivos idealistas.
Vivimos en un país libre, en el que hasta este momento funcionan con normalidad los mecanismos a través de los cuales el pueblo expresa sus opiniones y elige los caminos por los cuales desea avanzar hacia el futuro.
Nadie puede excusar, ni siquiera atenuar, los efectos de esta acción cobarde y criminal. Sus autores, por consiguiente, no podrán encontrar amparo en ninguna conciencia honesta y responsable.
Don Edmundo Pérez fue un político destacado durante el Gobierno anterior. Fue claro en sus ideas y en sus actitudes públicas; todo el país sabía que el ex Ministro del Interior era un hombre de absoluta fe democrática y de un alto sentido acerca del cumplimiento de sus deberes ciudadanos. Los que lo eligieron como víctima querían herir también lo que don Edmundo Pérez representaba: su energía para defender la democracia y su indestructible fe en los valores morales de Chile.
El asesino que hasta este momento aparece como responsable de este crimen es un sujeto de tendencias políticas definidas. No es un anónimo delincuente, ni un demente que haya actuado por equivocación o por azar. Sus antecedentes delictivos y su ficha policial lo sindican como participante y autor en acciones violentas, todas las cuales han obedecido a móviles políticos.
Porque lo increíble y absurdo, Honorable Cámara, que está sucediendo en nuestro país desde un tiempo a esta parte, es que asalantes de Bancos, agresores de personas indefensas, asesinos de Carabineros, de estudiantes y comerciantes, aparecen como individuos idealistas, que luchan y emplean cualquier medio para cumplir pretendidos objetivos políticos.
El asesino de don Edmundo Pérez Zujovic era uno de estos delincuentes, indultado hace pocos meses, justamente so pretexto de ser un joven idealista. Esta circunstancia, señor Presidente, da margen al análisis de ciertas situaciones que es imposible dejar de lado en este momento, si deseamos que de este hecho tan alevoso y dramático puedan derivarse algunas consecuencias que transformen al menos este crimen en una lección que aproveche el país, para que jamás vuelva a ocurrir nada semejante.
No estamos en condiciones de conocer todas las implicancias y contactos que pudo haber tenido el asesino para cumplir su criminal propósito. Mucho menos, entonces, podemos hacer suposiciones que pretendan vincular este atentado con alguna fuerza política de cualquier tendencia. Pero lo que resulta claro, es que este delito ha sido cometido por un sujeto que tenía un historial delictivo y frente al que se tuvo una actitud complaciente, para dejarlo libre de toda responsabilidad por las acciones violentas que motivaron su detención y su encargatoria de reo. Esta tolerancia con su actitud anterior, esta comprensión tan poco exigente para un individuo poseedor de antecedentes penales, es de responsabilidad del Gobierno que le concedió el indulto y que abrió la puerta, desde el primer día de instalado en el Poder, para que fuera fructificando un clima de relajamiento de la autoridad, que se mostró remiso en el cumplimiento de las responsabilidades que la ley le encomendaba.
Jamás podríamos solicitar del Gobierno una actitud atrabiliaria, abusiva o exageradamente rigurosa en el cumplimiento de la ley; pero lo que el Gobierno ha hecho ha sido dejarla sin cumplir, torcer muchas veces su espíritu, frenar los mecanismos policiales encargados de resguardar el orden público, y mantenerse indiferente ante el espectáculo de violencias, odios y actitudes extremas que algunos grupos de individuos han venido realizando en la más absoluta impunidad.
Cada denuncia formulada responsablemente por dirigentes políticos de Oposición sobre hechos anormales ocurridos, sobre atropello a la dignidad de las personas, sobre conflictos artificialmente generados, sobre actos abusivos de algunas autoridades administrativas, han sido desestimadas por funcionarios y calificadas como actitudes sediciosas, destinadas a crear conflictos o justificar la acción de los gobernantes.
Los dirigentes de Oposición han sido víctimas permanentes de toda suerte de ataques por la prensa, de suposiciones calumniosas, de agresiones verbales intolerables, mientras, por otro lado, quienes realizaban los abusos, cometían los atropellos, actuaban al margen de la ley, han sido tratados con una pasivididad o indiferencia que no ha hecho más que alentarlos en la reiteración de sus propósitos. En este clima de tolerancia e impasividad hacia quienes cometían delitos, se ha redoblado la creencia de los grupos extremistas de que les era permitido realizar cualquier actividad ilícita.
Nada han obtenido ni el Jefe del Estado ni su Ministro del Interior con señalar, a través de discursos y declaraciones oficiales, su intención de hacer cumplir la legalidad -expresiones que creemos sinceras-, pues este propósito no ha sido acompañado con instrucciones categórir cas que dieran por resultado la sanción ejemplarizadora hacia quienes han insistido en violar la ley.
El Gobierno está investido de las máximas facultades para actuar cada vez que personas o grupos de personas se han puesto al margen, incluso, de las propias recomendaciones de los personeros más representativos del Ejecutivo.
Nada logran el Jefe del Estado ni su Ministro del Interior con llamar a la concordia y a la colaboración patriótica a todos los chilenos, si la prensa que sigue su misma inspiración política realiza, día a día, una campaña destinada a sembrar el odio, a injuriar y denigrar la honra de los ciudadanos que se encuentran en posiciones divergentes con la política que inspira la Unidad Popular.
De este ambiente de relajación de la autoridad, fomentado por la pasividad del Gobierno y su renuencia a aplicar la ley a quienes la quebrantan, ha surgido el clima propicio para que se cometan toda clase de excesos y situaciones abusivas.
El propio don Edmundo Pérez fue durante meses víctima permanente y casi diaria de toda clase de imputaciones calumniosas. Se desfiguraron sus actuaciones políticas para pretender cargar sobre él la responsabilidad de hechos que lo hicieran aparecer en posición desmedrada ante la opinión pública. ¿No fue la prensa de Izquierda la que en un tono concertado atribuyó a don Edmundo Pérez intenciones conspirativas, para decir lo menos? ¿Por qué extrañarse, entonces, de que un sujeto lleno de odiosidades pensara en asesinarlo cuando a sus ojos tal persona era responsable de acciones de tal gravedad que la prensa de Izquierda calificaba de la manera más violenta?
Quienes fomentan este clima de odiosidades y rencores no pueden dejar de pensar que no van a producir ningún efecto. No cabe suponer tanta ingenuidad.
Hoy día, muchos de los que a diario dispararon contra la honra de este hombre valeroso, honesto y patriota, retroceden trémulos de indignación ante el crimen que le costó la vida, olvidando que ellos, en forma deliberada y fría, también hirieron su prestigio con los dardos envenenados de su insidia cobarde y calumniosa.
Mediten lo sucedido los hombres de Gobierno, que no pusieron atajo a tiempo, con una actitud resuelta y ejemplari-zadora, a los excesos de sus partidarios y a los desbordes de una prensa que enloda el prestigio de Chile, como lo ha enlodado la acción criminal cuya última víctima hemos sepultado esta tarde ante el dolor y la indignación de todo un pueblo.
El estado de emergencia dictado para hacer posible la aprehensión de los culpables y la legislación de urgencia enviada al Congreso para hacer frente a delitos políticos, son medidas que deseamos que tengan efectos prácticos inmediatos.
Pero lo que urge, lo que la ciudadanía viene reclamando desde hace meses, es que haya una actitud permanente de parte del Gobierno para reprimir los actos de violencia que se suceden a diario y que las más de las veces quedan en la impunidad y en un deliberado olvido.
El señor Ministro del Interior es un hombre correcto que merece nuestro respeto, pero algunos de sus subalternos más directos desmienten la imagen de energía y estricto cumplimiento de la legalidad que él honradamente se empeña por hacer primar en el país.
Mientras algunos Intendentes y Gobernadores y otros funcionarios administrativos bajo su directa dependencia sigan actuando por sobre las instrucciones y recomendaciones, esa imagen será destruida no por la Oposición, como interesadamente se pretende hacer creer al país, sino por los hechos y actitudes de estos francotiradores emboscados bajo el alero del propio Ministerio del Interior. Esperamos que sea detenido, juzgado y castigado conforme a la ley y al delito inmenso que ha cometido, el individuo sindicado hasta ahora como culpable de este crimen.
El pesar y el dolor de los camaradas de Partido de don Edmundo Pérez Zujovic, de sus familiares, del país entero que ha visto con estupor e indignación el sacrificio de este hombre correcto y ejemplar, durará mucho tiempo.
Lo que no puede prolongarse ni un día más es la existencia de este ambiente de inseguridad pública, de indefensión de las personas, de falta absoluta de sanción por parte de la autoridad para reprimir y evitar la comisión de delitos que alteran la paz social y que traen zozobra y desesperanza al país.
En la hora de las decisiones, los gobernantes deben tener el coraje para asumir la plenitud de su responsabilidad, no sólo para detentar el poder y usarlo en sus objetivos políticos, sino también para asegurar a todos los individuos el ejercicio pleno de los derechos más esenciales que son atributos inherentes a una sociedad civilizada.
El respeto a las personas y la defensa de su honra es misión ineludible de toda autoridad gobernante, como lo es también asegurar la manifestación libre de sus creencias políticas. Violan en forma flagrante e ilegal estos derechos, quienes a pretexto de sentirse los depositarios exclusivos del poder, que transitoriamente les ha cedido la voluntad popular, denigran a sus adversarios políticos y maliciosamente tergiversan cada una de sus actividades públicas.
Esto está sucediendo con demasiada frecuencia, y el señor Ministro del Interior tiene la obligación de poner término a esta situación, al más breve plazo.
La cadena oficial de radioemisoras y televisión decretada por el Gobierno en conformidad a sus atribuciones legales se justifica en la medida que sirva para evitar la difusión de noticias falsas, que puedan provocar alarma entre los ciudadanos o dificultar las acciones policiales destinadas a ubicar y aprehender a los hechores del crimen.
Pero, por desgracia, ha sido utilizada para dar difusión a algunas opiniones de personas que han hecho toda clase de suposiciones antojadizas, absurdas e irresponsables para vincular este crimen a sectores políticos respetables.
Algunos dirigentes políticos, que suponen que su izquierdismo va en relación directa con la virulencia e irresponsabilidad de su lenguaje, han hablado de que el asesino, perteneciente al VOP, servía los intereses de la Derecha.
Tamaña estupidez no tendría importancia sino fuera porque ha sido difundida bajo el amparo y tolerancia de la cadena oficial de responsabilidad del Gobierno.
Al señor Ministro del Interior reclamamos de la manera más enérgica por estos hechos que suponemos ajenos a su conocimiento.
Respecto de las informaciones de algunos diarios que publican similares falacias, ellas nos tienen sin cuidado. Felizmente el país ya conoce la calidad moral de quienes los dirigen y saben que en la misión de injuriar y servir bajas y obscuras pasiones personales y políticas, dichos periódicos no conocen límite alguno. Lo grave es que estos diarios aparecen como defensores permanentes de la Unidad Popular y del Gobierno, lo que coloca a esta combinación de partidos y a los dirigentes del Ejecutivo en una relación que a ellos conviene rechazar en defensa de su propio prestigio.
Señor Presidente, esperamos que las pesquisas para detener a los culpables logren éxito en pocas horas y el país conozca, en todos sus detalles, los antecedentes de este alevoso y cobarde asesinato. Esperamos también que las autoridades que se encarguen de esclarecer este crimen lo hagan con prescindencia total a toda consideración que no sea el cumplimiento de su deber profesional.
Nadie está en condiciones de hacer derivaciones o suposiciones determinadas acerca del móvil que tuvieron sus ejecutores.
Los antecedentes que se conocen acerca de la filiación del asesino y, sobre todo, de su historial delictivo . . .
La señora LAZO.-
¡ Cínico! Aquí tengo lo que dijo usted del señor Pérez Zu-jovic ...
El señor LORCA (don Gustavo).-
... inclinan a pensar en el cumplimiento de una venganza sobre la posición política de don Edmundo Pérez, que él sostuviera siempre con la más absoluta lealtad. Es, pues, éste un crimen político cuya finalidad y objetivo no podrá aclararla más que su autor.
Pero la brutal determinación de su asesino de ultimarlo sin escapatoria posible y la perfección con que fue cometido el crimen nos señalan que estamos en presencia de un hecho planeado cuidadosamente por individuos a los cuales ningún sentimiento de consideración por la vida de un hombre y el sufrimiento que ella cause, parece detener ni amedrentar. Esto es lo grave y lo que abisma. Este es el desafío más violento a la autoridad de la ley y a quienes corresponde la misión de hacerla cumplir y respetar.
Debe, pues, terminarse con la pasividad, con la tolerancia ante el delito, con la condecendencia hacia quienes hacen fe pública de sus intenciones de quebrar el orden jurídico que nos rige.
Nuestro régimen institucional da cabida y expresión a la manifestación de todas las creencias políticas. Ellas tienen todos los derechos y posibilidades dentro de nuestra vida democrática. Podremos no coincidir y estar en una oposición inquebrantable ante muchas de ellas, pero respetamos sus derechos igual como reclamamos el amplio ejercicio de los que nos corresponden.
Pero a los delincuentes debe tratárseles como tales, y ninguna excusa a las finalidades que persigan puede justificar la contemporización de la autoridad con sus procedimientos abierta y reiteradamente ilícitos.
El Gobierno tiene así que entenderlo. Lo contrario sería que abdica de su deber primordial de cumplir con la ley, que le ordena proteger la vida de los ciudadanos y la mantención de orden legal en el país.
Esta tarde hemos acompañado los restos de un hombre caído víctima del odio y la violencia. Don Edmundo Pérez Zu-jovic reposa para siempre rodeado del afecto y el reconocimiento del país. Pero su muerte no puede quedar impune. La violencia y el odio tienen que ser desterrados para siempre si queremos verdaderamente que Chile prospere en paz y una auténtica justicia regule la convivencia de sus ciudadanos. Esta es la petición que se alza desde el fondo de la conciencia de un pueblo que desea que sus autoridades sean las primeras en el cumplimiento de este ineludible deber . . .
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
¿Me permite, señor Diputado? Ha terminado el tiempo del Comité Nacional.
El señor LORCA (don Gustavo).-
¿Cómo?
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
Que ha terminado el tiempo del Comité Nacional, señor Diputado.
El señor LORCA (don Gustavo).-
¿Podría concederme dos minutos para continuar?
Varios señores DIPUTADOS.-
!No, señor Presidente!
-Hablan varios señores Diputados a la vez.
El señor LORCA (don Gustavo).-
El Partido Radical, que parece más democrático que Sus Señorías, ha concedido el asentimiento.
El señor ESPINOZA (don Luis).-
Para que le diga lo que usted dijo del señor Edmundo Pérez Zujovic cuando se trató aquí la acusación constitucional. . .
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
Señor Espinoza, don Luis . . .
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