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El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
Ha terminado el tiempo del Comité Radical.
Ofrezco la palabra.
El señor GUASTAVINO.-
Pido la palabra.
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el señor Guastavino, en el tiempo del Comité Comunista.
El señor GUASTAVINO (de pie).-
Señor Presidente, señores Diputados, los Diputados de los bancos comunistas desean expresar esta noche su palabra de repudio enérgico, de condena, en contra de este crimen deleznable y cobarde que se ha cometido en nuestro país.
Brota nuestra condenación de una política persistente de principios, mantenida a lo largo de toda la existencia de nuestro Partido respecto del terrorismo político, respecto de la provocación criminal. Hemos sido y somos partidarios y garantizamos continuar siendo partidarios decididos de que el desafío y el problema social, económico y político de la sociedad chilena se desarrolle por la vía de la lucha de convicciones y de ideas, por la vía de penetrar la conciencia de la mayoría ciudadana en virtud de la programática y de la filosofía de cada colectividad política. Así hemos actuado ayer, así actuamos hoy y participamos en este episodio colosal que vive el país en el cuadro de la instalación de un gobierno que durante muchos años trabajó por instaurarse en Chile para realizar viejos anhelos, para materializar esperanzas, para traer dignidad a nuestro pueblo.
Es con este criterio que nosotros levantamos hoy también nuestra voz para decir que tenemos que buscar todos los medios que permitan encontrar a los culpables, como lo ha garantizado el Gobierno, y para decirle a Chile que éste es un país cerrado para el terrorismo político, que las prácticas fascistas no pasarán a través de su pueblo. Nosotros, comunistas, junto al resto de los Partidos da la Unidad Popular, estamos para que todos los sectores políticos de Chile acudan a la vertiente de esa condena que no puede sino explicarse a través de reflexiones políticas que nos permitiremos hacer, pero queremos también, hoy que ha caído un hombre público, fundador de una colectividad vigente en nuestra vida ciudadana, levantar nuestra voz de condolencia para sus familiares y para el partido Demócrata Cristiano, en el cual militó.
(Sentado). Ninguna discrepancia ideológica o política con las aptitudes o con las posiciones del señor Pérez Zujovic pueden atenuar nuestra condena, ha dicho la Comisión Política de nuestro partido.
Son muchos los hombres con los que hemos discrepado en Chile; son muchos los hombres con los que ardientemente discrepamos hoy en este país. Sin embargo, es extranjero, es ajeno y extraño a la peculiaridad y al modo de ser político de nuestro pueblo que se traiga esta práctica nefanda del crimen, del terrorismo. Por este camino, la historia muestra hasta el cansancio que sólo se favorecen los intereses de aquellos que detentan privilegios en una determinada sociedad.
¿Cómo explicarse hoy este asesinato?
Tenemos que hacerlo formulando votos para que la serenidad, en medio de la emoción que traiga al debate le desaparecimiento de un ser humano, permita que de verdad los sectores políticos que concurren a la contingencia nacional tengan un cuadro claro de lo que acontece y de lo que puede acontecer.
No queremos una polémica estéril, dí-visionista con sectores políticos con los cuales tenemos coincidencias prácticas, puestas de relieve anteriormente y hoy, y que permiten un trabajo conjunto en distintos aspectos mañana. Hay quienes desean sacar dividendos políticos menguados de un hecho que estamos condenando. Hay quienes quisieran levantar un clima de odiosidad y de incomprensión irracional entre ciertos sectores políticos que, en concreto, representan en Chile un amplísimo trozo mayoritario de la ciudadanía. Aquéllos que formulamos al país durante la última tremenda contienda electoral del 4 de septiembre del año pagado, programas de cambios, de transformación, programas que significaban revolucionar, en progreso y en avance, el cuadro social, político y económico de este país, son pretendidos ser introducidos en el camino de la discordia y de la división.
¡Cómo no celebrar, entonces, señor Presidente, que haya habido un debate que permita, en buenos aspectos, mostrar la reflexión sana, de patriotismo, para entender un hecho aciago, un hecho terrible y estremecedor! ¿Puede afirmarse ligeramente que el crimen alevoso de Edmundo Pérez Zujovic se debió a carencia de autoridad, a vacío de poder, a falta de vigilancia del Gobierno? ¿Puede llegar a concluirse eso con estos argumentos que otrora han usado y que pretenden continuar usando gentes que en Chile han propiciado el camino de la tropelía fascista, gentes que han llamado a nuestros institutos armados ayer, y, de acuerdo a la propia circular que ha conocido esta Cámara de labios del señor Ministro de Defensa, continúan haciéndolo hoy, a trasgredir su calidad gloriosa de entidad profesional, constitucional, para liquidar la existencia cívica de la confrontación de ideas, y para impedir que el pueblo, democráticamente, dirima los grandes problemas que en este país se han tenido que ir enfrentando?
Pero tal como se dijo ayer en el Senado, con profundo respeto, con deseo inequívoco de nuestra parte de introducir factores de análisis objetivo para comprender este problema de hoy ¿no ocurrió el asesinato increíble, el asesinato de pesadilla en la historia negra de Chile, del ex Comandante en Jefe del Ejército, General René Schneider? Resultó una suerte de triste coronación de hechos terroristas que venían realizándose y acumulándose durante dos o tres meses, largamente, tediosamente, con bombas que estallaban, con asaltos que se producían. Y en aquella época no estaba en el gobierno la Unidad Popular ni estaba en La Moneda, como Presidente de la República, Salvador Allende.
Realmente, hay cosas que deben analizarse más en profundidad. La Izquierda nunca atentó y nunca produjo los hechos de sangre que en Chile han venido ocurriendo desde que la Izquierda ganó la elección del 4 de septiembre de 1970. Este es un hecho irredargüible; éste es un hecho comprobable. Es que hay que analizar este problema en el contexto general del cuadro social y político que se ha inaugurado en Chile.
Este país, más allá y más acá de este debate y del dolor y la emoción que embargan a tantos en esta Sala y en el país entero, está viviendo un período de transformación. Aquí se están llevando a cabo tareas que antes parecieron imposibles y que tienen su razón de ser en la necesidad histórica de terminar con los centros de poder imperialista, monopólico, oligárquico, que han impedido el desarrollo libre y democrático de este país. En Chile se están haciendo esfuerzos enormes, con todo denuedo, con una profunda honestidad, poniendo lo mejor de nosotros mismos al servicio de una causa que signifique ampliar, en verdad, los conceptos de democracia y libertad para todos.
Estamos en una tarea en la que hemos encontrado colaboración, sin duda, en distintas etapas e instantes, de parte de otros sectores políticos que no están en el Gobierno ni en la Unidad Popular. Aquí lo ha dicho esta noche el Diputado Pareto y nosotros estamos para ratificarlo. Es efectivo. Se han votado leyes importantes para la vida del país, progresistas, revolucionarias, y hemos contado con el concurso del Partido Demócrata Cristiano en distintas oportunidades. En Chile existe esta posibilidad enorme de conjuntar fuerzas para dar una respuesta positiva al desafío dramático de un pueblo que ansia, de verdad, encontrar el camino de su ascenso y el camino de su progreso.
Pero hay quienes desean impedir este proceso; y esto no puede escapársenos y cuando estamos frente a un crimen político incuestionable, debemos analizarlo en la trama del hecho político global que vive el país. Si ya se pretendió impedir que asumiera la Jefatura de la Nación aquel que legítimamente y por los cauces constitucionales había ganado el corazón ma-yoritario de la patria para esta oportunidad. Y, posteriormente, hemos sido testigos de una realidad tremenda, de una realidad concreta que, a veces, nos ha hecho pensar que aquí se ha querido hacer estallar una bomba general para que todo este proceso termine en el peor de los abismos.
Hoy yo quiero decir que estamos muy cerca de que culmine para la historia de Chile un período que los chilenos vienen reclamando hace tiempo: que se clausure la presencia en nuestras principales riquezas mineras de intereses foráneos, de compañías extranjeras. Y nos quedan pocos días, señores Diputados, para que en el Congreso Pleno nosotros sancionemos, en
definitiva, la reforma constitucional que permitirá nacionalizar el cobre;
¿Es esto tan simple como aquí lo estamos diciendo, en breves palabras? No. Detrás de esto que se dice hasta con simpleza hoy día, hay una tremenda historia de intereses económicos; y hay gente, afuera y adentro del país, que estaría dispuesta -y está dispuesta- a entregar todo para impedir que se consume esta meta patriótica. Y se hace toda clase de intentos para ello.
Por la conciencia chilena de cada uno de nosotros debe pasar hoy la imagen de lo que está ocurriendo en la cablegrafía internacional. Ayer, en la intervención radial del Presidente de la República, se comentaba un cable, que se despachó desde Chile al extranjero, hablando de que aquí estaba en juego y en pugna la lucha por el Gobierno. La verdad es que cables de esta naturaleza están atiborrando el concierto internacional, creando un clima que es el que propician aquellos que mueven las manos de los que ejecutan estos crímenes, como el cometido ayer en la persona del ex Vicepresidente de la República y fundador de la Falange Nacional, Edmundo Pérez Zujovic.
Lo cierto es que esto hay que tenerlo presente. Y nadie puede dudar de que hoy, cuando, como aquí se ha recordado, se cierra el sumario acusatorio del Fiscal Militar -que entrega los nombres y propone las condenas para los que perpetraron la maniobra terrorista de la ultraderecha que significó el asesinato del ex Comandante en Jefe del Ejército-, se introduce un factor de confusión; se usa una mano que tendría ancestro y origen en otros sectores políticos aparentemente distantes de la Derecha, pero que, al fin y al cabo, juegan y le sirven en el concierto y en la inteligencia que despliega la Derecha en Chile para impedir este proceso de cambios. Eso es lo objetivo; eso es lo real. Hacia allá conducen estos acontecimientos.
El señor SCARELLA.-
¡ Cómo va a ser objetivo. . . !
El señor GUASTAVINO.-
Hay que decir que allá, en la historia de una penumbra alemana de 1933, se usó la mano de un loco que aparecía vinculado a sectores izquierdistas para incendiar el Reichstag; pero, finalmente, ¿con qué fines concretos? Con los fines que todos conocemos y que desencadenaron en la tremenda Segunda Guerra Mundial.
Y yo digo: ¿acaso fue la mano latiflindaría directa la que empuñó el garrote para asesinar en Chile a un líder, también del Partido Demócrata Cristiano, en los campos chilenos, a Hernán Mery? ¿No se utilizó a un analfabeto, a un hombre que no tenía conciencia ni conocimiento real de lo que estaba ocurriendo, y se aprovechó su enceguecimiento y su encegueci-miento para, finalmente, producir el crimeNº Lo cierto es que también en el asesinato de Schneider aparece gente sencilla, desde el punto de vista económico; alguna de ella, porque hay otros que son caracterizados miembros de la oligarquía chilena. Pero la sedición está clara; los afanes de producir trastornos están claros. Y hoy, ante la muerte de Edmundo Pérez Zujovic, corresponde que nos inclinemos también a analizar este problema de fondo.
Señores Diputados, se pretende decir que este crimen sería fruto de una campaña de odiosidad permitidas, que la autoridad, el Gobierno, estaría estimulando un clima de esta naturaleza; y que la Izquierda y la Unidad Popular estarían prohijando factores conducentes a un resultado tan negro como el que hoy analizamos. Señores Diputados, rechazamos terminantemente esta acusación y, en cambio, denunciamos que, efectivamente, un clima de infamias, de odios, está esparciéndose por la contienda pública. . .
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