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El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
En el tiempo del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra el señor Pa-reto.
El señor PARETO.-
Señor Presidente, hemos escuchado la cuenta que dio a este hemiciclo el señor Ministro del Interior.
Hablo esta noche en nombre del Partido Demócrata Cristiano, el que me ha encargado esta dolorosa y difícil misión.
Hace pocos minutos que abandonamos el camposanto, donde entregamos a la tierra al hombre que llegara a la alta dignidad de Vicepresidente de la República. Es difícil poder contener tanta indignación ; no cabe frialdad para tolerar este crimen monstruoso, que tiene que golpear la conciencia de todos los chilenos, la conciencia de todos los hombres libres, dentro y fuera de nuestras fronteras.
¡ Qué ignominia para Chile este hecho, ocurrido cuando pocas horas antes, se celebraba en el Salón de Honor del Congreso, un acto internacional, con figuras destacadas de otros países, hombres venidos de otras tierras, que tienen que estar presenciando este nuevo sistema que comienza a incorporarse a la vida política chilena : los crímenes políticos! Nos negamos a creer que hombres que pertenezcan a colectividades políticas, con representación en nuestra vida ciudadana, puedan ser minúsculos inspiradores de este atentado indigno; de este atentado que no sólo lo sentimos los democratacristianos, sino que ha calado muy hondo en la democracia chilena y que ha dejado una familia destrozada, que ha penetrado en el dolor del pueblo. Pero en este ambiente de con-
goja, de dolor, quisiéramos también, señor Ministro, decirle a usted, que es el Jefe del Gabinete, en un diálogo abierto y legítimo, nuestras inquietudes, como movimiento político de importancia en la vida ciudadana. Queremos expresarle nuestras aprensiones, nuestras dudas, por este crimen, que nos golpeó y nos sacudió tan violetamente. No eran desconocidos anónimos -y esto que sirva como lección- los que hoy día cobran una dramática vigencia. No eran ignorados para Chile entre estos cobardes asesinos; se sabía cuáles eran los destinos y los designios de estos elementos, conocidos y arrinconados hoy día, según el Ministro -lo creemos-; estos hechores, parece, tuvieron vinculaciones delictuales y han estado ligados a la justicia. Queremos que se nos diga aquí cuáles fueron las prevenciones que el Gobierno de la República adoptó, para que estos sujetos, después de haber abandonado la cárcel pública, actuaran en la vidad ciudadana sin vigilancia, y estuvieran complotando contra la vida de hombres que actuaron en la política chilena y que ocuparon altas dignidades, como el caso de Edmundo Pérez Zujovic. Yo no creo, y le ruego al Ministro que no juzgue, que este acto vil pueda haber sido cometido por un desviado mental, -es una versión mañosa que yo, anoche, recogí de parte de la Televisión Nacional- para que mañana, cuando sean identificados, pretendan usar esta calificación como recurso para poder eximirse de la responsabilidad, que la historia y la democracia tendrán que marcar a fuego en estos delincuentes y asesinos del ex Vicepresidente de la República.
También tenemos que decir una palabra, porque el país no es ajeno a ello, y usted tampoco puede ser ajeno, señor Ministro del Interior, acerca de la forma cómo se han venido exacerbando los ánimos y caldeando la opinión pública, cómo se ha venido injuriando y marcando a hombres y a políticos que ayer tuvieron -y a algunos que hoy las tienen- responsabilidades en la vida ciudadana. Hemos visto cómo, con tolerancia inaudita por el Gobierno muchas veces, se trata a hombres que, por tener criterios distintos o por entrar en controversias legítimas dentro de nuestro libre juego democrático, son motejados por órganos que, si bien no pertenecen a las esferas gubernativas, por lo menos muchos de ellos representan el pensamiento oficial del Gobierno de la República. No queremos que Chile se convierta en una segunda Guatemala o en un segundo Haití. Queremos que las ideas, los puntos de vista diferentes que se plantean, puedan ser debatidos y solucionados en el libre juego de las voluntades democráticas.
¡Y a usted, que tiene hoy día una de las más altas responsabilidades, por voluntad de una mayoría relativa y, posteriormente, ratificado por el Congreso Pleno de la República, con los votos de los hombres y mujeres que estamos sentados en los bancos de la Democracia Cristiana, tenemos hoy día el derecho y la obligación de exigir que esto termine, para que los ciudadanos -y nosotros, más que nadie interesados en ello- por el camino y la senda del progreso de la Patria, puedan dilucidar sus opiniones, a nivel democrático, sin infamias y sin calumnias ni mentiras!
Pero, en esta materia, quisiéramos recordar, en este debate, que lo queremos llevar al más alto nivel de la discusión parlamentaria, por la trascendencia que él tiene y por lo hondo que nos ha tocado a los democratacristianos, algo, que no podrá negar el Jefe del Gabinete que asiste a esta reunión en representación del Presidente de la República. No podrá negar él la forma cómo se ensañaron en la persona del Vicepresidente desaparecido, con una campaña de infamias y calumnias que se lanzaban contra él todos los días en órganos caracterizados, que el país identifica plenamente como voceros del Gobierno ; cómo se fue formando este blanco dramático, al que apuntaron los irresponsables y asesinos de ayer; cómo se fue preparando esta masacre de un hombre; cómo se fue haciendo desaparecer a un hombre que, para nosotros, representa todo un valor en la historia partidista, a un hombre que hoy día toda la Democracia Cristiana llora. Y ¡aquí está nuestra representación, para decirle al país su indignación, para exigir al Gobierno que cumpla, como lo ha dicho el señor Ministro, y le vamos a cobrar su palabra y espero en que usted lo va a hacer: que mañana se castigue con el máximo de rigor a este delincuente, que tronchó la vida de un hombre público que perteneció a nuestras filas!
Yo me pregunto: ¿quién responderá mañana de los anónimos? ¿Quién responderá mañana de las amenazas? ¿Quién responderá mañana del crimen de este hombre, que estaba marcado con fuego por los plumarios y los mercenarios, de este hombre que fue vilipendiado y que hasta su tumba llevó la dignidad de un valiente, duro, implacable con sus ideas, generoso y leal? ¿Quién responde en Chile de la vida de los hombres que se atreven a discrepar o a disentir?
Yo estuve muchas veces, señor Ministro, en la casa. . .
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
Señor Diputado, le ruego dirigirse a la Mesa.
El señor PARETO.-
. . . de mi dilecto amigo el ex Vicepresidente de la República, de este hombre que enterramos hace pocos instantes. Yo no vi, Ministro, en la casa del ex Vicepresidente de la República, un carabinero siquiera, para que custodiara su integridad, para que estuviera alerta ante las amenazas anónimas y ante lo que se venía tramando desde hace unos meses. Sin embargo, ¡ qué diferente es la custodia personal de los actuales señores Ministros de Estado! ¡ Y que diferente es, cuando vemos que se les custodia con celo, y es conveniente que así sea! Pero, también, Ministro, hay que custodiar con el mismo celo a los hombres
que no militan en las filas del Gobierno. Y hay que cuidar también con celo patriótico a los hombres que levantan su palabra, a aquellos que tuvieron cargos, de responsabilidad en el Gobierno pasado.
Creemos que el Jefe del Gabinete ha sido sincero, y así lo entiendo. Por eso, en resguardo de esa imagen que yo entrego esta noche, en nombre de mi Partido, le pedimos a usted que no se encajone y que se haga eco también del clamor público, representado por la Democracia Cristiana. El Consejo Nacional del Partido, en una declaración entregada en el día de ayer, hizo algunas peticiones concretas. No son formulaciones expresadas por un movimiento clandestino; son decisiones de un partido político con amplia representación en la Cámara y en el Senado de la República, como ha quedado manifiestamente reiterado, hace algunos meses, en la última contienda electoral.
Sin el ánimo de polemizar, deseo aprovechar la presencia, en esta Sala, del señor Ministro de Defensa Nacional, cuya réplica a un señor Senador le escuché anoche en una intervención. Dijo una frase que, por su profundo contenido y gravedad solicitaremos que, en otra oportunidad, pueda ser explicitada en la Corporación, en sesión secreta, o en la Comisión de Defensa Nacional. Dijo el Minsitro de Defensa Nacional que él no descartaba la posibilidad de que, en este asesinato, "hubiera mano mora internacional," apreciación que, en boca del señor Ministro, cobra una gravedad que a los legisladores nos debe hacer pensar y nos impone la obligación de pedir una pública explicación. El sirve una Cartera extraordinariamente delicada; está en sus manos la defensa de la soberanía y la integridad de las fronteras de la patria. Por su apreciación de anoche, esperamos que él nos diga también en qué forma se están cautelando, ya que el señor Ministro tiene tan grave aprensión que atenta la integridad nacional, frente a las presuntas
manos asesinas de nuestro ex camarada, Edmundo Pérez Zujovic.
Queremos manifestar, en esta apretada síntesis, ya que otros parlamentarios de estos bancos se van a referir a temas más específicos, para la tranquilidad de todos, a la que tenemos derecho en una democracia como la nuestra y que después del luctuoso suceso de ayer nadie se llame a engaños, que los Diputados de la Democracia Cristiana y el Partido Demócrata Cristiano deseamos, y lo solicitamos en uso de un legítimo derecho, que esta investigación sea entregada al Servicio de Inteligencia del Ejército. Queremos pedirle al Jefe del Gabinete y ningún miembro de este hemiciclo podrá negarse a nuestra petición, porque la hacemos inspirados en el mismo propósito con que el señor Ministro ha planteado la posición del Gobierno en esta Cámara, las más amplias garantías, para que exista claridad, para que exista firmeza, para que se disipen las dudas de los hombres y mujeres que militan en esta colectividad. Consideramos que esta petición no es sentimental, ni es revanchista ni está fundada en odios, sino que se basa en el legítimo derecho de tranquilidad de espíritu y de convivencia democrática. Esperamos que el Gobierno acoja favorablemente esta petición ; porque si él está sinceramente interesado en entregar tranquilidad, primero al país, como es su obligación, debe también hacer lo mismo respecto del Partido al cual perteneció el ex Vicepresidente asesinado; pues no tenemos confianza en el Director de Investigaciones.
Hemos planteado también claramente que deseamos que en el terreno de las ideas se siga por el sendero de la Democracia. No queremos que, en el día de mañana, tengamos que lamentar un suceso tan cruel, tan desgraciado, tan lamentable, tan antidemocrático, donde están presentes los mismos factores y motivos que precedieron al asesinato de nuestro inolvidable camarada Edmundo Pérez.
No aceptamos que la bandera de la patria sea manchada con sangre inocente; no deseamos que el nombre de Chile, por el bien de nuestro Gobierno, señores Ministros y señores Diputados de Gobierno, pierda prestigio, pues ésta es un patrimonio de todos por el cual ustedes deben velar ; no queremos que se sigan exacerbando los odios y las pasiones; no propugnamos convertir a Chile en un campo de batalla. Queremos que las ideas y los planteamientos se hagan por la vía democrática. No somos remisos a los cambios y ustedes, señores Ministros del Gobierno del Presidente Allende, lo saben perfectamente bien; porque en cada materia que, aquí, se ha planteado a nivel parlamentario han recogido, en la inmensa mayoría de las más trascendentales materias, el aporte patriótico y decidido de los bancos de la Democracia Cristiana.
No somos sediciosos ni golpistas. Esos métodos jamás han estado incorporados en la Democracia Cristiana. Nuestro pasado es limpio, porque así es el de los hombres que la forjamos. Los que llegamos ayer lo hicimos por devoción, por apego a la doctrina, tal como llegó Edmundo Pérez. No deseamos para ningún político de esta patria su misma suerte.
Hay ex Ministros de Estado y Senadores de la República que están amenazados de muerte. Sobre usted, señor Ministro, cae, en este momento, la dramática e histórica responsabilidad de la vida de estos hombres. En esta hora de la verdad, en esta hora de dramatismo, hay que decirle : queremos entregarle a usted, en nombre de las mujeres y de los hombres de la Democracia Cristiana, la seguridad personal, que debe ser responsable y patriótica por parte del Gobierno del señor Allende, de la persona que dirigiera durante seis años los destinos de Chile: de Eduardo Frei Montalva. Porque así como ayer se asesinara a su más leal colaborador, ¿qué garantías tiene nuestro partido y Chile de que, mañana, las mismas manos mercenarias no atentarán en con-
tra de la vida del ex PresidenteFrei, que enarboló la bandera del gobierno demo-cratacristiano?
La señora LAZO.-
¿Me permite una interrupción, colega?
El señor PARETO.-
No deseo ser interrumpido, señor Presidente.
El señor ACEVEDO (Vicepresidente).-
El señor Pareto no desea ser interrumpido.
El señor PARETO.-
Señor Presidente, yo planteo estos temores y estas verdades con todo el dolor de un Partido que en este momento se encuentra acongojado; de un Partido que ha sufrido la baja de uno de sus hombres más significativos. Nosotros entregamos nuestra palabra de verdad y nuestra palabra de dolor. Tenemos el derecho de pedir esto; porque así como ayer se asesinó a Edmundo Pérez Zujovic, ¿quién nos puede asegurar que mañana otro ex Ministro del ex Presidente Frei, y aun el propio ex Jefe de Estado no corra la misma suertEº
Esta noche le entregamos, responsablemente, a usted, señor Ministro, y a su Gobierno, la dramática e histórica responsabilidad de velar por la vida de quienes han gobernado este país y que hoy día se encuentran en trincheras distintas. Este dramático llamado, nace de millones de chilenos, que aman la libertad y que desean seguir viviendo con tranquilidad.
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