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- rdf:value = " El señor AYLWIN (don Andrés).-
Señor Presidente, el jueves 12 de agosto nos reunimos los Diputados democratacristianos durante un día completo, con el objeto de analizar el momento político en relación, especialmente, con la renuncia al Partido de algunos ex camaradas. Al final de esa reunión, entregamos una declaración pública, que me limitaré prácticamente sólo a leer, en el ánimo de analizarla más extensamente en otra oportunidad. Dice textualmente:
Reunida la Sala de Diputados democratacristianos y después de escuchar a parlamentarios de todas las provincias, acuerda unánimemente hacer la siguiente declaración:
1º Expresar su satisfacción por la impresionante lealtad con que las bases del Partido han afrontado la renuncia de algunos ex camaradas. Señalar, al efecto, que el movimiento disidente sólo afecta a sectores ínfimos de militantes en las superestructuras partidistas, pero más allá de ellas el pueblo democratacristiano permanece leal a su Partido y a su doctrina.
Cuando decimos esto, no queremos, en ningún caso, restar importancia a las renuncias de algunos ex camaradas, desde el punto de vista humano, porque las renuncias, aunque fueran de diez, quince o un centenar de militantes, siempre causarían un dolor al Partido. Pero, desde el punto de vista cuantitativo, los Diputados democratacristianos hemos analizado la situación real, provincia por provincia, comuna por comuna, y hemos escuchado a los departamentos femeninos, juvenil, campesinos y de pobladores, y la visión nuestra sobre la renuncia de estos ex militantes es que es un movimiento sumamente reducido. Queremos expresar, aún más, que en estos momentos muchos ex camaradas nuestros están volviendo al Partido, lo cual lo señalamos con profunda satisfacción.
2º Llamar a la opinión pública a meditar sobre la impresionante campaña publicitaria montada por los grupos oficialistas, tendiente a dividir al Partido Demócrata Cristiano y abultar un movimiento disidente absolutamente fracasado. Expresar que, más allá del apoyo del Gobierno, su radio, su prensa y televisión, que han utilizado nuestros ex camaradas para tratar de destruir al que fue su Partido, se ha alzado la voluntad insobornable de pobladores, campesinos, trabajadores, mujeres y juventudes democratacristianos, que sienten, hoy más que nunca, que su Partido es el instrumento más eficaz para la realización de sus ideales.
A este respecto, señalamos los Diputados democratacristianos que si los que pretendieron dividir al Partido han contado con todo el apoyo, la publicidad y con las mejores muñecas del Gobierno, los parlamentarios que nos quedamos hemos contado con algo más importante: la generosidad de nuestras bases que han rechazado la confusión y el divisionismo.
Hemos querido, en esta forma, rendir un homenaje a las bases del Partido por su generosidad; porque sabemos que en este momento es más fácil irse del Partido que quedarse dentro de él; es más fácil y más cómodo partir que permanecer dentro de un movimiento que ha perdido el Gobierno hace apenas 10 meses. Sabemos perfectamente que nuestro Partido, en este momento, sólo puede ofrecer a sus militantes sacrificios, grandes sacrificios. No obstante ello, el pueblo democratacristiano se queda y eso nos emociona.
3° Declarar que si otros parlamentarios se fueron del Partido por motivos que ellos califican de conciencia, los 47 Diputados y 20 Senadores que permanecemos en el Partido lo hemos hecho, entre otras, precisamente por una razón moral: permanecer junto a las angustias, sufrimientos y esperanzas del pueblo que nos eligió.
Pensamos que no se abandona al Partido que nos dio honores, en los momentos difíciles, después de la derrota del 4 de septiembre, y cuando los democratacristianos modestos sufren, más que nadie, por la prepotencia y el sectarismo oficialista.
Cuando hemos señalado en este punto una razón moral para quedarnos, no hemos querido, en ningún caso, restarle importancia a otro tipo de razones. Nos quedamos por razones ideológicas, políticas, doctrinarias; nos quedamos porque estamos convencidos de que nuestro Partido es un instrumento para la realización de nuestros ideales y de los de un vasto sector del pueblo chileno. Pero nos quedamos, también, por una razón moral, por un motivo de conciencia: no es este el momento para irse del Partido;
4º Expresar que todo el poder del Oficialismo, su Prensa, su Radio y su influencia no conseguirán jamás desdibujar ante el corazón del pueblo democratacristiano lo que su Partido es y seguirá siendo: el movimiento popular más masivo de Chile, que inspirado en los valores del Cristianismo lucha por el establecimiento de un régimen socialista comunitario. El Partido Demócrata Cristiano no es una élite atormentada que lucha porque los cristianos estén junto al pueblo, sino que es parte importante del pueblo mismo. No es tampoco pueblo que se haya derechizado. El pueblo democratacristiano y el que ha entregado su confianza a nuestro Partido, quiere los cambios, pero rechaza el odio y el sectarismo.
Negamos rotundamente que las bases nuestras, que viven en las poblaciones, que trabajan en las fábricas, que laboran en los campos, se hayan derechizado. Estas bases no se oponen a los cambios, pero sí rechazan algunas cosas. Rechazan, por ejemplo, el sectarismo, que consiste en creer que sólo unos tienen la razón, que sólo unos representan al pueblo, y que los otros, por pensar distinto, son verdaderos traidores. Rechazan la campaña de odios, porque el pueblo democratacristiano piensa que sobre la base del odio no se construyen las naciones. Rechazan el estatismo, pues si bien nuestros trabajadores están de acuerdo y se alegran de que los medios de producción salgan de las manos capitalistas, por otra parte miran con profunda preocupación un estatismo exagerado que los podría dejar absolutamente al margen de esta aspiración tan antigua y tan sentida de llegar a ser sujetos en el proceso de transformación de su patria. Rechazan también la llamada operación verdad, que consiste en ú timo término en suponer que es verdad todo lo que conviene a un gobierno o a un sector social y político y que, en cambio, deja de serlo si no conviene a ese mismo sector. Nuestro pueblo cree que hay una Verdad, así con mayúscula, al margen de las conveniencias políticas.
5º Señalar que el Gobierno del Presidente Allende ha contado en el Parlamento con la colaboración leal del Partido Demócrata Cristiano para todos los proyectos tendientes a modificar las estructuras socioeconómicas. Y este hecho ha sido reconocido reiteradamente por personeros del Gobierno en las Comisiones donde se elaboran los proyectos, e incluso, en algunos casos, por el propio Presidente de la República. Reiterar que esta conducta seguirá inspirando la actividad de los Diputados democratacristianos.
Declarar, igualmente, que nuestra oposición será intransigente frente al abuso, la prepotencia y el sectarismo. Y señalar que mientras el Gobierno persista en una constante campaña publicitaria de tipo fascistoide, destinada a falsear la verdad y destruir moralmente a sus adversarios, el pueblo chileno se irá dividiendo cada vez más dramáticamente en su base misma, imposibilitando su tarea histórica de construir, con su sentido de Nación, una sociedad más justa.
El asesinato político, ajeno a la tradición chilena, que se empieza a incorporar peligrosamente en nuestras disputas cívicas, es una triste verdad que tiene que hacer pensar a los hombres de Gobierno sobre hasta qué extremos puede llegar el empleo del odio como instrumento de predominio político.
Respecto de la primera afirmación hecha en este número, sobre la colaboración que ha recibido el Ejecutivo en proyectos de ley tendientes a legislar en beneficio del pueblo, puedo dar testimonio personal de lo realizado por la Comisión de Agricultura de esta Cámara, en la que trabajo, como estoy seguro puede darlo cada uno de los Diputados respecto de la Comisión en que laboran. A la Comisión de Agricultura, durante todo el período del actual Gobierno, sólo se ha enviado un proyecto que legisla en favor de un sector de los campesinos: el de los indígenas. Este proyecto se terminó de tramitar la semana pasada, y el Director de Asuntos Indígenas agradeció emocionadamente a todos los miembros de la Comisión, especialmente a los democratacristianos, la colaboración que habíamos prestado. Además, hemos presentado diferentes proyectos, entre otros, uno de modificación de la ley de reforma agraria, que tiende precisamente a colaborar en el proceso de transformación social que vive Chile y en ningún caso a entorpecerlo.
6º Los Diputados democratacristianos, fieles a su doctrina y a su compromiso con el pueblo, acuerdan dar el máximo impulso a todos los proyectos de ley que son de su iniciativa y que tienden a legislar en favor de los trabajadores, campesinos, juventudes, mujeres y sectores de clase media. Igualmente acuerdan impulsar y colaborar con las iniciativas de igual tipo presentadas por otros sectores.
Dentro de los próximos días entregaremos una declaración oficial, en la que nos referiremos a todos los proyectos para los cuales existe el mayor deseo nuestro de activarlos.
7° Los Diputados democratacristianos acuerdan impulsar al máximo la campaña ya iniciada por las bases, que consiste en promover el ingreso al Partido de 50 nuevos militantes por cada uno que se haya ido. Al efecto, los Diputados democratacristianos señalamos que en todas partes el Partido está recibiendo hoy, más que nunca, la confianza impresionante del pueblo, y
8º Por último, los Diputados democratacristianos reiteramos a la Directiva Nacional nuestro más amplio respaldo; expresamos públicamente nuestra fe inalterable en el Partido, en su Doctrina y en su Programa; saludamos a todos los camaradas a lo largo de Chile llamándolos a participar activamente en la organización y ponencias para el próximo Congreso Nacional del Partido.
Al finalizar nuestro voto y declaración pública, hemos querido hacer una referencia a este Congreso Nacional del Partido, porque pensamos que es justamente en él donde todas nuestras bases: pobladores, juventudes y campesinos puedan manifestar sus inquietudes y fijar, en definitiva, la posición política de nuestro Partido. Nada más.
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