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El señor SANHUEZA (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Tavolari, don Antonio.
El señor TAVOLARI.-
Señor Presidente, con una satisfacción extraordinaria, levantamos nuestra voz para celebrar el acontecimiento que, indudablemente, va a marcar el año 1971: la incorporación de China Popular a las Naciones Unidas.
Con indignación e impotencia, veíamos cómo el imperialismo norteamericano había logrado mantener marginado a uno de los países más grandes de la humanidad: cerca de 10.000.000 de metros cuadrados, con una población de 800.000.000 de habitantes. Un pueblo que aceptó que quisieran que la historia pasase lejos de él, y tuvo que actuar prácticamente encerrado por todos los grandes intereses; solamente los países socialistas estuvieron con él. Y frente a la gente o a cierta prensa que ha querido dar a conocer o dar a entender que entre la Unión Soviética y la China Popular hay dificultades insalvables, tal vez podríamos recordar las palabras tan sabias e inteligentes de ese gran Ministro, que no deja de ser artífice de este reconocimiento, Chou Enlai, cuando, al conversar con nosotros, nos decía que se puede tener ciertas dificultades con algunos hombres que gobiernan un país, pero en ningún caso con el Partido Comunista de la Unión Soviética ni jamás con el pueblo de ese mismo país.
¡Ah!, estimados colegas, cómo me agradaría que cada uno de ustedes tuviese la oportunidad de adentrarse en ese pueblo tan extraordinario, donde el hombre nuevo es una concepción real y donde cada uno tiene un compromiso con la comunidad; un hombre nuevo, limpio por dentro y por fuera; un hombre nuevo, entregado a las grandes cosas como si tuvieran una atingencia de tipo personal.
Yo vi, por esos días que estuve en China, cómo a un río de Pekín, cuyas inundaciones producían indudablemente estragos, se le iban sacando cuatro o cinco metros de su lecho. Y esto se lograba en un trabajo sin palas mecánicas, sin "bull dozer", sin ningún elemento grande, sino que simplemente, como lo hacen ellos, con un trabajo de chuzo y pala, para luego, después, transportar el material en las canastas de mimbre que llevaban en los hombros.
Así este pueblo, que es capaz en Tachai, que son unas colinas de piedra, de llevar tierra en las mismas condiciones del ejemplo que les he puesto anteriormente, y conducirla a pesar de toda la naturaleza, que es contraria, hasta terminar por convertirlo en un lugar que es, tal vez, el orgullo del pueblo chino.
Eso es el milagro chino, en pleno siglo XX. Ellos hacen un gran puente en Nankín; ellos son capaces de tener en el espacio cinco satélites. Ellos, junto con las dos o tres potencias más grandes del mundo, tienen la bomba atómica y tienen la bomba de hidrógeno. Y en este momento están revolucionando la medicina, gracias al sabio consejo de Mao Tsetung, de unir la acupuntura, usada por la medicina antigua, con los métodos de la medicina moderna, gracias a lo cual están volviendo el habla a los mudos, están haciendo ver a los ciegos y han logrado que oigan los sordos. Ellos están produciendo, en ese mismo campo de la medicina, sorpresa tras sorpresa. Ya no es problema que a alguien se le cercene una mano, un dedo, un brazo, una pierna, porque ellos, incluso, después de 36 horas, logran unir los pedazos e incorporar a ese hombre a la sociedad en perfectas condiciones.
Ellos muestran su industria cuatro veces al año, a través de grandes exposiciones en Canton y en Shanghai. Exhiben seis mil, siete mil, ocho mil nuevos productos. Y esa muestra la tenemos aquí en nuestra Feria intenacional, adonde han llegado también a mostrarnos lo que ellos producen.
Este es el pueblo chino. Basados en las palabras de Mao Tsetungs: "Válete de tus propios esfuerzos", están labrando, día a día, un mundo mejor. Por eso, ¡qué satisfacción estar hermanados con ellos! ¡Qué satisfacción saber que este pueblo maravilloso, que solamente quiere la paz, como todos los pueblos socialistas, está ahora en las Naciones Unidas! Y fue Chile, y fue el Presidente Allende, y fueron los partidos populares los que dieron el primer paso; nosotros, rompiendo todas las amarras y presiones de tipo internacional del imperialismo norteamericano, logramos tener relaciones el año pasado con este gran pueblo. Luego, después, vino su incorporación a las Naciones Unidas.
Por eso estamos orgullosos y, en nombre del Instituto ChilenoChino de Cultura, de sus dirigentes, yo doy mis agradecimientos a mis colegas que prácticamente de todos los sectores, han levantado su voz, en esta tarde, para adherir a un acontecimiento tan grande corno este.
Señor Presidente, en nombre del Parlamento chileno, de la Cámara de Diputados, deberíamos enviar una felicitación a ese conductor de masas, a ese político, a ese filósofo Mao Tsetung, y a su Primer MinistroChou Enlai, quienes gracias a su inteligencia extraordinaria, y superando muchos problemas, han podido llegar a integrarse a la comunidad de las Naciones Unidas.
En nombre del Partido Socialista, en nombre de los parlamentarios de estos bancos, yo le solicito, señor Presidente, que se envíe ese saludo, para culminar este acto tan solemne, tan sencillo y tan sobrio con que esta Cámara ha querido recordar la incorporación de China a las Naciones Unidas.
Muchas gracias.
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