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El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).
La presente sesión ha sido citada a petición de 30 señores Diputados, con el objeto de analizar la situación del Servicio Nacional de Salud y sus repercusiones en la salud del país.
En conformidad con lo dispuesto en el artículo 166 del Reglamento, el tiempo previo de 15 minutos que dicha disposición establece corresponde al Comité Nacional.
Ofrezco la palabra.
El señor SCARELLA.-
Pido la palabra.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el señor Scarella.
El señor SCARELLA.-
Señor Presidente, hemos solicitado esta sesión especial para analizar los problemas del Servicio Nacional de Salud y sus implicancias en la salubridad pública. Nos mueve también la necesidad de crear conciencia en el Parlamento y en el país de la gravedad de estos problemas.
Hemos solicitado, en múltiples oportunidades, desde que asumió este Gobierno, hace un año, la presencia, en la Comisión de Salud de esta Honorable Cámara, del señor Ministro de Salud y del señor Director General del Servicio, para hacerles presentes nuestras inquietudes y requerir la información que precisamos sobre los planes futuros en esta materia, que el Gobierno solamente ha enunciado en forma muy vaga.
Nos preocupa, en especial, que se esté planificando un Servicio Unico de Salud sobre la base del actual Servicio Nacional de Salud que, como describiremos más adelante, no cumple actualmente en forma apropiada las funciones que le encarga la ley.
El Presidente de la República, en su Mensaje del 21 de mayo de 1971, tampoco nos da muchas luces en esta delicada materia; se limita a incursionar en el campo de los doctrinarismos marxistas, planteando que concibe la salud como un proceso dialéctico y atribuyendo, en forma muy poco respetuosa para el cuerpo médico, una pretendida comercialización de las prestaciones médicas, que corrompería el sentido ético y moral de ellas. No podemos concederle autoridad para juzgar el ejercicio de la profesión médica al señor Allende, ya que jamás podrá comprender cuáles son las relaciones entre médico y paciente, los sacrificios que de parte del médico involucran, el resumen de estudio, investigación y dedicación que significa cada acto médico y la confianza y esperanza que hay de parte del paciente.
Esta situación está descrita en forma magistral en el libro de Solzhenitsyn, en que critica en forma muy dura la medicina impersonal, burocrática y estatizada que predomina en la Unión Soviética. Antes de dar juicios, el Presidente de la República y sus hombres de Gobierno harían bien en leer "Pabellón de Cancerosos", para que comprendieran la realidad que significa el ejercicio de la profesión y la realidad que significa el ser paciente.
Contradice también el señor Allende sus propias expresiones, por lo demás, al criticar, en este aspecto, a los médicos, ya que en el Senado de la República, el 17 de mayo de 1967, cuando se discutía la Ley de Medicina Curativa, expresó que "los médicos, lesionando sus propios intereses, patrocinaron las leyes esenciales, me refiero decía el señor Allende a la de seguro de enfermedades, a la que creó la atención médica: la Ley 4.054. Después, estos mismos profesionales comprendieron que no podía otorgarse atención médica sólo al imponente, al hijo hasta los dos años de edad y a la mujer durante el parto, sino que era imperativo sembrarla en el grupo familiar. Y creo que Allende, Senador, tenía razón al decir esto, ya que el cuerpo médico, el personal paramédico especializado, los trabajadores de la Salud, todos, han sido generosos y responsables al aportar a la sociedad su cuota de real sacrificio, mal remunerado, pero constante y abnegado. Por eso, no comprendemos que el propio Presidente Allende se haya sumado a una campaña de desprestigio de los profesionales, cuyos objetivos nosotros comprendemos muy bien, ya que no son otros que doblegar a un grupo independiente en su trabajo y, por lo tanto, también independiente en sus ideas políticas.
En el Mensaje del 21 de mayo de 1971, el Presidente anuncia la creación del Servicio Unico de Salud. También la anuncia en el veto al Instituto Nacional del Alcoholismo, en cuyo texto, como única razón para frenar una iniciativa tan importante y tan necesaria para el país, fruto del trabajo de los más destacados especialistas de Chile en la materia y del trabajo del Parlamento durante más de un año, además, aprobado con los votos favorables de los partidos marxistas, se da, digo, como único pretexto, la creación del Servicio Unico de Salud, y otros argumentos.
Es decir, pareciera que estamos ante la evidencia de vernos abocados a discutir este proyecto de ley. Como el Presidente de la República dice, también en su Mensaje del 21 de mayo de 1971, el Servicio Unico de Salud se creará sobre la base del Servicio Nacional de Salud. Nos preocupa la situación de este último, y en el breve tiempo de que disponemos trataremos de señalar sus principales deficiencias.
Es un servicio que no da cobertura adecuada a sus beneficiarios. Conseguir atención en el Servicio Nacional de Salud es dificultoso. Hemos investigado que una consulta de medicina interna en policlínica, en los hospitales de Valparaíso y Viña del Mar, se demora, en obtenerse, más de un mes; las de Cirugía, alrededor de un mes y medio; y en las especialidades, es frecuente que las consultas tarden en otorgarse hasta tres meses. Salvo para las hospitalizaciones de extrema urgencia, las listas de espera, en cirugía y en medicina interna, también obligan a una angustiosa tardanza de meses. Las camas de maternidad del Servicio Nacional de Salud ya es una costumbre en el país, están ocupadas por dos enfermas, situación evidentemente irrespetuosa para la madre y su hijo, que demuestra la insensibilidad de un servicio estatal frente a la persona humana. Podríamos seguir enumerando múltiples factores que indican que el Servicio Nacional de Salud es incapaz de cumplir en forma adecuada la misión que le señala la ley. Cualquiera que concurra a un establecimiento de él, se encontrará con una atención burocrática y deshumanizada.
Y esto, a un alto costo, que lo pagan todos los chilenos. Así, se ha establecido que una consulta en el Servicio Nacional de Salud le cuesta al país 76 escudos, en circunstancias que el costo de una consulta en medicina curativa, es decir, SERMENA, cuesta solamente 70 escudos, y no hay nadie que discuta que esta última es más humana y de mejor calidad técnica que la que puede otorgar el Servicio Nacional de Salud.
Cabe destacar, además, que el equipamiento del Servicio Nacional de Salud está cada vez más distante de los avances científicos-tecnológicos del mundo desarrollado de hoy, lo que crea una contradicción y una frustración en los profesionales que no pueden aplicar con técnicas adecuadas sus conocimientos y capacitación teórica, todo lo cual, naturalmente, va en perjuicio directo de la población y del país.
Tiene el Servicio Nacional de Salud, un exceso de personal, una mala distribución de éste y, lo que es más grave, mal pagado, lo que no nos debe extrañar, ya que el Estado es el mayor explotador de los trabajadores que existe. Esto está reconocido por el Ejecutivo en el proyecto de escala única del Servicio Nacional de Salud.
En relación al personal, tampoco cumple el Servicio Nacional de Salud las normas mínimas de higiene y seguridad en el trabajo, que este mismo servicio exige a otras entidades. Los que hemos trabajado en los hospitales de Chile sabemos en las condiciones insalubres en que el personal debe trabajar, los peligros a que está expuesto, desde el contagio de enfermedades hasta el uso de las calderas, en las cuales no se observan las mínimas seguridades.
Esta organización monstruosa que es el Servicio Nacional de Salud, presenta duplicación de equipos, a veces en zonas muy cercanas, a veces dentro de un mismo hospital, mientras que en otras áreas hay carencia absoluta de ellos. Lo mismo podríamos decir de la provisión de instrumentos, medicamentos y toda clase de materiales de trabajo. Cada jefe de servicio o médico con iniciativa en el país, si quiere tener algún material con que trabajar, tiene poco menos que conseguirlo por su cuenta o por contactos internos dentro del servicio, lo que evidentemente es una demostración de ineficacia administrativa.
¿Por qué creemos nosotros que ha sucedido todo esto? Porque se ha creado un sistema gigante que ha sobrepasado las posibilidades de control y funcionamiento orgánico eficaz; porque existe un centralismo desmesurado y politizado; porque hay un divorcio entre el planeamiento y la ejecución. Esto ha sido puesto de relieve dentro de la misma Oficina de Planeamiento del Servicio Nacional de Salud. Así, en Cuadernos Médicos, volumen XI-4, la doctora Laura Cornejo y el doctor Raúl Palma expresan: "Gran parte de nuestros esfuerzos se han perdido en la tarea de sobrevivir al advenimiento de cada nueva autoridad de salud", reflejando así la difícil labor que han debido desempeñar por tratar de conservar esta herramienta, tan útil como desconocida en las acciones del Servicio Nacional de Salud. Igualmente, el doctor Claudio R. Sepúlveda y colaboradores, en Cuadernos Médicos, volumen XII-1, hacen claro análisis de diagnóstico, en que muestran el divorcio entre la planificación y la línea ejecutiva; así como la falta de capacitación técnica en la metodología de la planificación, tanto a nivel central como local. Señalan también la segmentación del proceso de planificación, los defectos de información y la ineficacia de los organismos técnicos centrales.
La falta de información adecuada dentro del servicio es un elemento perturbador gravísimo. Como ejemplo, puedo señalar que el insumo de rayos para medicina curativa debió acordarse convencionalmente, sobre la base de impresiones entre la Oficina de Costos del Servicio Nacional de Salud, la Sociedad de Radiología y el Colegio Médico.
El gasto médico del país, majaderamente repetido y expresado también por el Presidente de la República en su Mensaje del 21 de mayo de 1971, que considera que el 60% lo utiliza el sector privado, que no alcanza al 25% de la población, y el 40% restante el sector público, que atendería al 75% de los chilenos, carece de bases serias de estudio y no pasa de ser una aseveración en el aire, que, naturalmente, queremos investigar a fondo, como lo solicitó en su oportunidad el Senador señor Olguín en la Comisión de Salud del Senado, el 24 de junio de 1971.
Igualmente, se asevera que de los 360 médicos de la promoción de 1970, sólo 170 ingresaron al Servicio Nacional de Salud, mientras que el resto estaría en el extranjero o en consultorios particulares. Esto, que fue aseverado nada menos que por el Subjefe Técnico del Servicio Nacional de Salud, es una mentira, ya que trabajan en el Servicio Nacional de Salud, de esta promoción 252 médicos y 37 en otras labores funcionarías de significación social, como Universidades, Fuerzas Armadas, Carabineros, etcétera. En perfeccionamiento en el extranjero, cuatro, y funcionarios en instituciones privadas, dos, lo que significa que el 95% se encuentra cumpliendo con los objetivos de la educación médica en beneficio del país. Del resto, hay tres médicos que están en perfeccionamiento en el extranjero, de su propio peculio, y nada más que de quince se ignora su ubicación, o sea, sólo del 4,1%.
He señalado estos ejemplos de mistificación de la verdad, que se usan mañosamente para conseguir objetivos que, al dejar de ser base de información veraz, no pueden ser técnicos sino políticos.
Queremos señalar la gravedad de la falta de participación técnicamente ponderada de los trabajadores de la Salud, de la comunidad en la gestión del Servicio. El Gobierno, a pesar de las declaraciones expresas del señor Presidente de la República y repetidas solicitudes del Colegio Médico, no ha querido organizar y hacer funcionar una mesa de trabajo con participación de todos los colegios profesionales y técnicos, organizaciones gremiales de trabajadores de la Salud y representantes genuinos de la comunidad beneficiaria. Esto es especialmente grave, existiendo estudios completísimos al respecto, elaborados por el Colegio Médico antes y después de la elección del actual Gobierno. Es así como el Colegio Médico planteó, en los meses previos a la elección presidencial, la necesidad de estudiar en profundidad los problemas de la salud en Chile, ya que los tres candidatos presidenciales habían manifestado su intención de hacer cambios profundos en la materia. Y hay estudios con principios de acuerdos hechos en mesa redonda, con sentido técnico, con representantes autorizados de las tres mencionadas candidaturas. Nada de esto ha sido considerado, y a un año de haber asumido el señor Allende, nos encontramos en el mismo punto negativo que hemos planteado al comienzo de esta intervención. La llamada participación establecida en el decreto N° 602, sobre Consejos Locales de Salud, no tiene valor ejecutivo alguno; no fue analizado con ningún grupo profesional. Tiene defectos gravísimos, como el elevado número de integrantes de cada Consejo, lo que la hace ineficaz, además de la consiguiente distracción del funcionario de su trabajo específico.
Por otra parte, se aceptan e, incluso, se estimulan por las autoridades los sistemas de presión de hecho, es decir "tomas", como acaba de suceder en el Hospital Regional de Concepción, que excluyen todo estudio técnico y serio. Esta circunstancia es grave, ya que nada puede ser más técnico que lo relacionado con la salud y la administración hospitalaria.
De esta manera, la participación se ha transformado en politización del Servicio, y, diría aún más, sectarismo y partidismo descontrolado, que ha hecho crisis en sus últimos meses con deterioro aún mayor de la atención del enfermo, que es el fin más importante de la actividad del Servicio Nacional de Salud. Se ha atropellado la carrera funcionaría y el sistema de concurso. Valgan los siguientes ejemplos: el caso del Director del Hospital de Vallenar, en el que se usaron subterfugios absolutamente reñidos con la ley para removerlo de su cargo. Hay un informe al respecto del asesor jurídico del Colegio Médico, Nº 98-71. Igualmente, quiero citar la carta dirigida al "compañero" Director del Servicio Nacional de Salud, doctor Sergio Infante Roldan, por la Brigada Socialista de Punta Arenas, en relación con un congreso de FENAT que se desarrollaba en esa zona, firmada por don Manuel Velasco, Secretario de la Brigada Socialista, en la que se dice en su acápite número 2: "El actual director del Hospital Regional que desempeña tales funciones en carácter de titular es de filiación democratacristiana, y en tal situación estimamos necesario lo que sigue: limitar sus atribuciones por razones obvias", agregando en seguida una serie de consideraciones cuyo texto deseo que quede a disposición de la Honorable Cámara para su conocimiento.
Pido que se incluya esta carta en la versión.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
En su oportunidad, cuando haya quórum, se solicitará el acuerdo.
El señor SCARELLA.-
Perfectamente, ya que cuento con una copia de la carta.
Hay otra carta dirigida, en este caso, al "camarada" Sergio Infante, con fecha 26 de abril de 1971 y firmada por don José López Mardones, Jefe de Brigada de Partido Socialista, y Alfredo Navarrete Saavedra, Secretario de Actas, ambos del Comité Regional de Valparaíso, en la que solicitan a la Brigada Nacional de la Salud y al Comité Central del Partido Socialista que "políticamente la Dirección de la IV Zona de Salud quede en manos del Partido Socialista y mientras tanto buscar la forma de cambiar al Director de la IV Zona de Salud, doctor Rene Faraggi Cohén. De lo contrario nos veremos obligados a contemplar un movimiento gremial para que sea expulsado de su cargo".
Protestan de que se mantuviera en la IV Zona a todo....
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
¿Me permite, señor Diputado?
Ha terminado el tiempo previo de 15 minutos.
El señor SCARELLA.-
Terminaré en el tiempo del Comité Nacional.
El señor FUENTES, don César Raúl (Vicepresidente).-
El turno siguiente corresponde al Comité Demócrata Cristiano.
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