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El señor SILVA (don Julio).-
Pido la palabra.
El señor VALENZUELA VALDERRAMA, don Héctor (Presidente).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor SILVA (don Julio).-
Señor Presidenta expresaré algunas observaciones que no alcancé a formular denantes.
En primer lugar, quiero decir que del cúmulo de antecedentes que la Comisión pudo recoger, a mi juicio, se llega a la conclusión, que para mí es clara, de que en el caso concreto de Puerto Montt no existió el delito de usurpación; no porque el delito de usurpación no sea permanente admitamos que lo es; pero no por el hecho de tal delito es de permanente flagrancia no puede intervenir la autoridad judicial; admitamos también eso. Pero no existió la usurpación, lo anticipo para despejar la dicusión, por la tolerancia del dueño. Y ésa es una cosa que ha pasado inadvertida. La policía sabía de esta tolerancia del dueño, por lo menos momentánea, a través de la propia constancia que él había dejado en la comisaría; y el señor Intendente subrogante, en su precipitación, no conoció ni siquiera la forma ni los términos en que esa constancia había sido redactada. Ese es otro problema; pero la constancia existía. El señor Ministro del Interior y el señor Subsecretario, que autorizaron la orden de desalojo, tampoco conocieron el texto de dicho documento. Ese es, asimismo, otro problema, fruto de la forma en que se procedió, que constituye la parte medular que hemos impugnado; y la hemos objetado, no para molestar, sino para ver si es posible sacar, por lo menos, alguna experiencia de este hecho doloroso y tener una actuación distinta.
Ese es el hecho fundamental. Existió esta tolerancia y porque existió, al menos momentánea, hubo de parte de la autoridad judicial y administrativa una atribución de facultades que no le correspondía y que sólo les corresponde a los Tribunales de Justicia. Por eso, se infringió la Constitución, fundamento jurídico principal de esta acusación.
Señor Presidente, he escuchado los argumentos de los Diputados nacionales, sobre todo en relación con su defensa del Cuerpo de Carabineros. Respecto de esto, quisiera decir solamente una cosa: ¿Cómo se defiende a los carabineros? ¿Se los defiende dándoles órdenes irracionales, que los coloquen como en Puerto Montt, como lo dijeron los jefes de Carabineros señores Apablaza y Rodríguez porque no estoy inventando nada; todas estas cosas están en las actas de la Comisión que tuvieron a cargo la orden de desalojo, frente a una masa compacta de dos mil pobladores que resisten tal orden de desalojo? Y la orden que tenía el Cuerpo de Carabineros entiendo que lo dijo el Coronel Apablaza una orden que no permitía volver atrás; porque la única forma de haber podido volver atrás era que no hubieran tenido la fuerza y el poder suficientes para imponerse a esa. masa. Pero esto significa colocar a los carabineros en situación tal, que, prácticamente, es ponerlos al borde del enfrentamiento y de la masacre.
Esa no es la forma de proteger a los carabineros; esa no es la forma de respaldar a los carabineros: esa es la forma de enfrentarlos al pueblo y colocarlos en un mecanismo fatal y ciego el cual no pueden eludir. Esa es la forma de producir su desprestigio.
Los Jefes de Carabineros que conocimos en la Comisión no quisiera hacer cargos contra ellos; porque comprendo la situación que se produjo allá me parecieron, a pesar de algunos antecedentes que sobre ellos se dieron, hombres dignos, que habían sufrido una situación terrible.
Por eso, queremos que de nuestras palabras surja cierta experiencia, en el sentido de no conducir a carabineros a situaciones ciegas, a actuar de manera irracional, en virtud de un principio que se convierte en una antelequia fatal: el principio del orden público, el desalojo a toda costa, teniendo al frente esa masa compacta de dos mil pobladores que se resistían, como dijeran los jefes de Carabineros. Esta es la irracionalidad del orden público. Este no es un verdadero orden; es un orden falso, injusto y aberrante.
En consecuencia, a mi juicio no sólo se ha infringido la Constitución y las leyes, sino que se ha procedido con inhumanidad, sin medir las consecuencias que pudiera acarrear esta irracionalidad.
El señor VALENZUELA VALDERRAMA, don Héctor (Presidente).-
¿Me permite señor Diputado? Se han cumplido los cinco minutos que le otorga el Reglamento.
¿Cómo vota Su Señoría?
El señor SILVA (don Julio).-
Voto que sí.
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