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El señor BARROS.-
¿Me permite la palabra, señor Presidente?
Quiero referirme un poco en particular y también algo en general a las disposiciones del proyecto que fueron objeto de estudio y de enmiendas, y respecto de las cuales nosotros formulamos indicaciones. Particularmente, deseo referirme a los artículos 2º y 3º, disposiciones sobre las cuales presenté varias indicaciones, la mayoría de las cuales fue rechazada.
Como conocedor de los problemas sobre delitos contra la salud pública, creo que puedo ilustrar un poco a la Sala en este aspecto.
En lo tocante al artículo 2º y a la enmienda que estamos analizando, envié una indicación que expresaba lo siguiente: "Comprobada la infestación de alimentos perecibles o la presencia de vectores que destruyan cosechas o sembrados, el o los funcionarios responsables de la importación o contaminación serán suspendidos de sus funciones o sometidos a sumario. Comprobada, además, su negligencia inexcusable, recibirán las -penas consignadas en el inciso anterior."
Este artículo se refiere a la propagación de plagas vegetales o enfermedades animales. Es obvio que quienes incurran en este delito deben' merecer también sanciones,. y aún más severas quienes, presumiendo de expertos, ingresan al país papas con nematodos dorados, o frutas con mosca azul; compran mantequilla rica en bacilos colifecalis o dejan podrirse los alimentos en las aduanas. Que no vuelva a ocurrir lo sucedido en tiempos de un Ministro de Economía de ||AMPERSAND||quot;feliz" recordación -el señor Domingo Santa María, que fue premiado con la Embajada ante los Estados Unidos-, quien, junto con el señor Belisario Velasco, es responsable de la internación de la plaga del nematodo dorado. ¿Dónde quedaron las sanciones? Creo que un Gobierno popular sería el único capaz de aplicarlas.
Por eso, y en virtud del tenor de estos preceptos, me abstendré de votarlos.
En cuanto al artículo 3º, sin duda alguna que en esta disposición están consignados los mayores crímenes y delitos contra la salud pública. Al respecto, daré lectura a la primera indicación que formulé dice así:
"Sin embargo podrán desempeñarse como médicos, dentistas o químicos farmacéuticos en barcos, islas o lugares apartados aquellas personas que acreditaren título profesional en el extranjero o estudios avanzados en el país. Dicha calificación la hará el Servicio Nacional de Salud.
"Las matronas, enfermeras y asistentes sociales que se encontraren en similar situación que los profesionales mencionados, podrán, previa autorización del Servicio Nacional de Salud, ejercer su profesión en aquellos lugares."
¿A qué obedecía esa indicación? Ocurre que, por falta "de profesionales o mala distribución de éstos, hay lugares inhóspitos donde, en vez de aceptar a una "meica" o a un "compositor", es preferible que la persona sea atendida por un profesional extranjero que, por motivos ajenos a él, no pudo revalidar su título; por un estudiante de medicina de los últimos cursos, o por un alumno que haya hecho su internado.
De atenernos al texto literal del articulado, por mucho que lo hayan pulido los sesudos penalistas invitados y los colegas del Servicio Nacional de Salud, deberíamos concluir que medio Chile tendría que estar en la cárcel cumpliendo penas de presidio menor en sus grados mínimo a medio y multas de uno hasta diez sueldos vitales.
Yo me pregunto, ¿no ejerce ilegalmente nuestra profesión de m��dico una matrona sin título, la "meica" campesina, el "compositor", el que "ve por las aguas", la gitana que entrega el talismán de salud, la adivina que proporciona brebajes, el farmacéutico o la vendedora del mostrador en la botica, que "receta" a petición del cliente?
En Europa y Estados Unidos, según me parece, apenas las aspirinas son entregadas sin receta. Eso lo hemos comprobado quienes traspasamos las fronteras continentales.
¿No hay acaso estudiantes de medicina capaces de ejercer profesionalmente, si muchos de ellos, los de los últimos cursos o del internado, se sienten capacitados para desempeñarse? Esto lo hemos hecho todos los profesionales del ramo de biología.
Los estudiantes de Odontología emplean términos como "bolichar" cuando ganan algunos pesos extras en consultorios clandestinos donde hacen extracciones y obturaciones. ¡Cuántos laboratoristas dentales meten manos en la boca! ¿A quién llama esto la atención? Yo conozco profesionales titulados en otros países, y aun egresados de 4º, 5º y 6º año de medicina de nuestra escuela, sin título ni revalidación de título, que ejercen más o menos olímpicamente en Chile. Se está estudiando también, por parte de nuestros profesionales y profesores, la manera de establecer una carrera médica más Corta que la actual, precisamente para prestar atención en los campos, en los lugares inhóspitos. En el propio Estados Unidos hay profesionales que tienen grados médicos más bajos que otros. Como es natural, no pueden ejercer en las grandes urbes, en las grandes concentraciones humanas; en cambio, pueden hacerlo en los campos. Los hay en Chile, en las islas; los ha habido también en los barcos.
Hace más de treinta años viajé a Ecuador a bordo del Mapocho, en calidad de médico, y tenía sólo 5º año de medicina. Por lo demás, todos los profesionales colegiados tenemos en Chile un código de ética, y el nuestro nace con Hipócrates.
¿Por qué, entonces, la Comisión retiró mi indicación que autorizaba a las personas que tuviesen estudios avanzados de medicina para desempeñarse en los lugares inhóspitos, y la trasladó a uno de los artículos del Código Sanitario? Sobre el particular, tenemos, por ejemplo, el caso de Le Corbusier, que ni siquiera fue arquitecto, no obstante lo cual se alzó como uno de los grandes pensadores en la rama de la arquitectura mundial y fue considerado uno de sus pioneros en el propio Japón, donde es admirado. ¡Si tampoco Pasteur era médico! Al analizar el caso de don Andrés Bello, redactor del Código Civil chileno, podemos comprobar que no era abogado. Entonces, si nos atenemos a ciertas consideraciones respecto de otros profesionales, llegaremos a la conclusión de que esas personas no habrían podido ejercer en la forma como lo hicieron.
También fue mirada en solfa mi segunda indicación, que decía: "La alteración de los componentes normales de bebidas de consumo popular tales como leche de vaca en sus proporciones de grasa, azúcar y proteínas; la alteración en la normal graduación alcohólica de los vinos y asimismo el título máximo alterado de alcaloide por cucharadita de polvo de café harán a sus productores o adulteradores "acreedores a las sanciones contempladas en el inciso primero".
Los adulteradores de bebidas o comestibles existen por miles en nuestro país. ¿Quién puede decir que la leche fresca que se expende es específicamente leche? ¿Tiene la dosificación exacta o tolerable en cuanto a lactosa, albúmina o grasa? No, señor Presidente. La leche no es leche pura de vaca, porque se la ha industrializado para venderla: se le han sacado las albúminas, las proteínas, para convertirlas en queso o en quesillos; se la ha desprovisto de la grasa, a fin de transformarla en mantequilla. La leche que recibe el pueblo es, en la práctica, agua con tiza. ¡Esto es una estafa!
¿Deberían o no estar en la cárcel estos adulteradores con todas las de la ley?
El vino de garrafa tampoco es vino y el Si Caf�� es "no café", donde campea el polvo de soya y el café apenas deja huellas de su paso por la memoria de las personas que lo producen. Sabemos que los granitos dé café semejan a los gonococos, unos bichitos muy conocidos en los lugares nocturnos de diversión. Pues bien, tales granitos pasan inadvertidos en los productos que mencioné.
Los embutidos no son todos de cerdo y las latas no corresponden al 100% del producto que se anuncia. Se vende charqui de caballo por de vacuno. Las latas o los plásticos con pescado ahumado han provocado gravísimas intoxicaciones. Esto lo sabemos todos nosotros. Con el queso ocurre algo parecido. ¿Cuántas muertes ha habido como consecuencia de quesos fermentados, mal preparados? ¡Y tanto que persiguen a los vendedores de mote con huesillos, producto tan inocuo, pero tan rico, que no gusta a estos señores roedores de la salud!
En cuanto a los estupefacientes, ya hay legislación nacional e internacional. No han tenido que preocuparse de ese problema.
Pero pensemos en el monstruoso atentado a la salud pública que se comete cuando se lanzan bombas paralizantes, bombas hilarantes de protóxido de nitrógeno o bombas que originan reacciones intestinales peligrosas, como vómitos y diarreas. ¿Es ésta la forma de atentar contra las multitudes? ¿Se puede denigrar de esta manera la personalidad humana? ¿No es éste un atentado criminal contra la salud pública? La simple bomba lacrimógena, si cae en un recinto cerrado y la recibe una persona alérgica, puede provocar un espasmo laríngeo y la muerte por asfixia.
Hace pocos años me tocó presenciar en Valparaíso el siguiente caso: con motivo del lanzamiento de una bomba en la calle Clave, en el barrio del puerto, falleció un lactante, víctima precisamente de espasmo laríngeo. ¡Y aquí no ha pasado nada! Ello aconteció en la plaza Echaurren de esa ciudad.
Con ocasión del atentado que se cometió últimamente en contra de los muchachos de la Universidad Técnica, una delegación del Senado visitó al señor Ministro del Interior. En esa oportunidad, yo hice una pregunta capciosa a ese Secretario de Estado: "Señor Ministro -le dije-, "¿dispone de otras bombas el Grupo Móvil de Carabineros?". La respuesta fue: "Sí, señor Senador. Aparte las bombas lacrimógenas, se dispone de bombas pestilentes, hilarantes, de reacción intestinal y de humo", como una que encontramos en la calle, que se había lanzado sobre los estudiantes. Y aquí, en la Comisión encargada de estudiar el proyecto que modifica el Código Penal en lo relativo a los delitos contra la salud pública, a la cual se invitó a representantes del Servicio Nacional de Salud, organismo que ni siquiera tiene director -el cargo se halla acéfalo en estos momentos-, esos personeros han dicho que no saben de la existencia en Chile del tipo de bombas que he mencionado.
Hago la denuncia respectiva y solicito oficiar al Ministro del Interior, para que se sirva informarme si es efectivo o no lo es que el Cuerpo de Carabineros ha recibido, aparte las vulgares lacrimógenas, bombas paralizantes, pestilentes, hilarantes, diarreicas y de humo. Si ese Secretario de Estado respondiera en forma negativa, estaría mintiendo, pues delante de la Comisión de Senadores que lo visitó dijo que se disponía de tales elementos.
Sigamos con los atentados.
Hace muy poco tiempo leí en el cable una noticia donde se informaba que una distinguida benefactora británica solicitaba que el Gobierno dispusiera la colocación, en la etiqueta de los productos anticonceptivos, de una leyenda que advirtiera el peligro de provocar coágulos mortales. Esto se ha advertido en algunos estados de Norteamérica. ¡No fue aceptada esa petición! Los médicos sabemos que ello puede acontecer; no obstante para los comerciantes de drogas tan socorridas como los anticonceptivos, es preferible no darlo a conocer al público.
Yo me pregunto, ¿cuántas muertes se han producido por uso indiscriminado de insecticidas, herbicidas, Talvox, Zelio, Tanax en polvo, etcétera, que se venden sin siquiera rotularlos con la palabra "veneno", y, aún más, que se expenden a perdonas irresponsables o analfabetas, que ignoran su peligro?
El precepto que sugerí pasó totalmente inadvertido para la Comisión. En virtud de él se prohibía a las farmacias expender productos tóxicos de uso externo sin rotular en el frasco respectivo la palabra "veneno". En Chile se expende todo tipo de fungicidas, insecticidas y otras sustancias similares, que pueden estar al alcance de los niños. Inclusive, se venden fuegos artificiales como las inofensivas "pulgas coléricas", que vienen envueltas en papel plateado. Sabemos que hace pocos días murió un lactante en el Hospital Arriarán debido a la ingestión de pulgas coléricas.
¿No se invadió Santiago hace un año con "spray" de Dieldrín, Clordano o Malathion, elementos empleados para combatir la mosca azul? Este polvo caía en las casas, automóviles, huertas y gallineros del Gran Santiago.
El "smog" es conocido como uno de los grandes peligros para la salud pública. ¿Acaso se ha estudiado la forma de importar coches, camiones o vehículos de locomoción colectiva que procesen el óxido de carbono, para no contaminar la atmósfera? Esto no lo conocen los señores representantes del Servicio Nacional de Salud que concurrieron a la Comisión respectiva del Senado, en circunstancias de que en el mundo entero se está hablando de ello.
¡Cuántas veces hemos viajado en microbuses destartalados, donde los escapes de gases asfixian a los pasajeros! Menos mal que las distancias son cortas, porque de lo contrario deberíamos rememorar al criminal Eichmann, quien mataba judíos en camiones herméticamente cerrados, que llevaban el escape libre hacia adentro.
En cuanto a las aguas, ¿no sabemos que ha habido muertes por contaminación con arsénico en Antofagasta, el mismo elemento empleado por los Papas Borgia, los históricos envenenadores? En Chile, el medicamento específico contra la intoxicación arsenical, el "BAL", está monopolizado en Antofagasta. Hace pocos días, para tratar un envenenamiento arsenical en Viña del Mar, se consiguieron por milagro cuatro dosis en el Hospital Naval.
¡Cuántas veces esa "maravillita", entre comillas, llamada ECA ha debido lanzar toneladas de carne podrida y otros productos al mar!
Si continuamos con la ventilación de las minas donde el gas metano trae esporádicamente un cortejo de muertes, tendremos un cuadro patético de la inseguridad industrial y el delito contra la salud pública.
Ruidos que ensordecen con más de 100 decibeles, campanas de iglesias que despiertan a los vecinos al amanecer, cuando muchos trabajadores necesitan dormir un poco más. ¿Quién reclama contra esto?
En suma, creo que ésta es una de las leyes más hipócritas que dictaremos, una de las legislaciones más celestinas que hemos conocido. Repito: de aplicarse correctamente, medio Chile debería estar preso.
Tengo la seguridad de que ella quedará en el papel. Y si he formulado indicaciones, sólo es porque creo en ellas desde una posición romántica, y en la esperanza de que algún día un Gobierno popular pueda aplicarla, para sancionar a los verdaderos criminales de la salud.
Por eso, me abstendré de votar.
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