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- rdf:value = " El señor PALMA.-
No he querido negar -jamás ha sido mi intención- la preocupación que por los problemas del cobre y por muchos otros, como el de la reforma agraria, etcétera, han tenido per- soneros destacados y partidos políticos distintos del Demócrata Cristiano. Lo que sí recabo para nosotros es el reconocimiento de haber concretado esta aspiración, que formaba parte de los anhelos más profundos del país. No quise, pues, menoscabar las intenciones de los demás.
Estoy destacando las realidades sobre las cuales el país se mueve en este momento, frutos de la iniciativa y de la lucha -muchas veces, también, objeto de la incomprensión- del Gobierno democratacristiano.
Estos convenios, hoy día tan vilipendiados por muchas personas cuando los analizan de modo superficial, han permitido al país adentrarse a fondo en el conocimiento de los problemas del cobre, que son complejísimos, porque no es lo mismo crear una Corporación del Cobre y establecer una política cuprera, que tiene su ámbito en el mundo entero, que crear una política como la de la ENDESA o la ENAP, que tienen su ámbito dentro del territorio y cuya actuación está perfectamente definida y configurada. Establecer una política del cobre es extraordinariamente difícil y complejo, y lo hemos conseguido gracias a la experiencia adquirida después de crear y organizar la Corporación del Cobre y de proponer y aceptar una cantidad de enmiendas sugeridas por otras colectividades políticas.
No negamos que hubo gente capaz que aportó ideas a esa construcción. Pero fue este Gobierno quien en definitiva la llevó a cabo. Los convenios no sólo allegaron mayores ingresos al país al aumentar el precio del cobre, sino que rompieron las condiciones a las cuales nos tenían amarrados y permitieron -hay que decirlo otra vez, al terminar esta sesión- la inversión en Chile de cerca de seiscientos millones de dólares, según me parece, que nos permitirán, en el curso de muy pocos años, cuando las empresas Chuquicamata, El Salvador y Potrerillos sean nacionalizadas, disponer del doble de la producción de cobre con relación a la del año 1964. Por lo tanto, desde este punto de vista, los convenios de 1964 han significado al país un beneficio inapreciable. Como destacó esta mañana el señor Ministro de Minería, todos los Gobiernos anteriores estuvieron imposibilitados de conseguirlo, debido a que nadie había configurado una política que fuera más allá del problema de la tributación o de los controles.
Seguramente, después de esta negociación se realizarán otras, porque ello se aviene al proceso democrático y de avance social que se realiza en los países libres como el nuestro. Pero la medida que ahora se adopta permitirá a este Gobierno o a otros avanzar aún más en el control de las riquezas básicas y nosotros habremos sentado los precedentes y abierto el camino para ello, dentro de la democracia y la libertad, sin que el país se vea obligado a soportar restricciones y conflictos que muchos de nosotros hemos podido comprobar en otras regiones del mundo.
Se podrán discutir muchas cifras y muchos otros detalles. No obstante, creo que en el fondo del corazón de cada uno de los señores Senadores que han analizado las conversaciones que condujeron al convenio con la Anaconda, tiene que haber una verdadera y profunda satisfacción, pues, como ya lo reconoció el Honorable señor Altamirano, aquél determinará un aporte sustancial en dólares en los próximos años. Y significará mucho más todavía: aplicar las nuevas políticas, como la del sobreprecio, a todo el conjunto de las compañías y crear, por consiguiente, las condiciones que permitan al país disponer de los capitales necesarios para desarrollar otras áreas de sus actividades; llevar adelante una industrialización creciente y acelerada y dar una nueva forma a la estructura del agro, aprovechando las posibilidades de la reforma agraria; en resumen, crear bases sólidas para el desarrollo.
Estoy cierto, desde luego, por las cifras que tenemos al alcance de la mano, de que si este Gobierno o el que lo suceda maneja con criterio los excedentes que se producirán como resultado de la negociación que hoy día se analiza en el Senado, en 1973 se habrá pagado casi íntegramente el 51%. Ello se obtendría aprovechando tan sólo los excedentes de los ingresos que hoy día utiliza el país y que provienen del cobre.
Tomando como base los datos proporcionados por la Corporación del Cobre, con un promedio de 52 centavos en 1968 -51,4% fue el promedio general; 53,4% el del cobre electrolítico-, el año pasado el país percibió, por concepto de las tributaciones de esa industria, la cantidad de ciento veintidós millones de dólares. De acuerdo con lo convenido en la expropiación de los minerales de Chuquicamata, Potrerillos y El Salvador, tales ingresos subirían, en las mismas condiciones, a ciento ochenta millones de dólares, con lo cual se producirá un excedente, en caso de mantenerse el precio de 52 centavos, de sesenta millones de dólares, lo que en tres años nos permitiría cancelar casi íntegramente el 51%, pago que es previo para adquirir el otro 49%. Es el problema que esta mañana preocupaba al Honorable señor Silva Ulloa.
Por lo tanto, en este instante el cuadro está configurado tan coordinada y organizadamente, que podemos estar ciertos de que un Gobierno que maneje con criterio racional lo que hoy día entregamos a la nación, podría conseguir la expansión económica, social y cultural que otros países, sobre la base de la explotación de riquezas mineras parecidas a las nuestras, obtuvieron hace medio siglo.
En efecto, cincuenta años atrás, Suecia realizó una política del hierro que tiene muchas de las característcias de la actual política del cobre, aunque las circunstancias eran diferentes. Ello le permitió transformarse, de uno de los países olvidados de Europa, en la nación con más altos ingresos por cabeza en el mundo, después de Estados Unidos y Dinamarca. Como resultado de la gestión efectuada por este Gobierno, de la convivencia democrática que el país mantendrá y de las objeciones que aquí se harán presente y que nos permitirán analizar las cosas con facilidad y claridad, espero que la misma situación se produzca para Chile en los próximos años.
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