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- rdf:value = " FIJACION DE JORNADA A SERVICIOS PUBLICOS.El señor FIGUEROA (Secretario).-
Corresponde continuar ocupándose del proyecto de la Cámara de Diputados que fija la jornada de determinados servicios públicos, con informe de la Comisión de Gobierno. La discusión general quedó pendiente.
-Los antecedentes sobre el proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 19ª, en 22 de julio de 1969.
Informe de Comisión:
Gobierno, sesión 35ª, en 21 de agosto de 1969.
Discusión:
Sesión 36ª, en 26 de agosto de 1969.
El señor PABLO (Presidente).-
Ofrezco la palabra.
El señor LORCA.-
En la sesión pasada, algunos señores Senadores, a quienes respeto, plantearon como teoría, doctrina y conveniencia para el país el rechazo de los artículos relacionados con la jornada de trabajo en determinados servicios de la Administración Pública -Contraloría General de la República, servicios fiscales, semifiscales, de administración autónoma y municipales-, que establecen que sus funcionarios dejarán de trabajar los sábados y se distribuirán las dos o tres horas no trabajadas entre lunes y viernes.
Como bien lo expresara el Honorable señor Silva Ulloa, el proyecto sólo tiene como finalidad hacer extensivo el criterio que ha tenido el Gobierno en el sentido de que los empleados de esas reparticiones no trabajen los días sábados, como ya se experimentó en los meses de verano, entre el 15 de diciembre y el 15 de marzo.
El argumento de algunos Senadores fue que era indispensable que en el país se trabajara; que ésa era la manera de crear capital y salir del subdesarrollo, y que todos los hombres que llegaban al Gobierno planteaban la necesidad de aumentar el trabajo.
En realidad, uno advierte que, respecto de este asunto, se desea retroceder a otros tiempos. Cuando uno recorre otros países -como yo, que he tenido la suerte de hacerlo en distintas épocas de mi vida-, y visita, por ejemplo, Yugoslavia, Rusia, Polonia, Checoslovaquia, y otros, comprueba que la administración pública de ellos no trabaja el día sábado. Lo mismo sucede en los Estados Unidos, Inglaterra o Alemania -país del "milagro alemán" y donde se habla de la creación de riqueza y trabajo-: tampoco se labora durante ese día. La única nación que cree que puede salir de su condición de subdesarrollo trabajando los sábados es la chilena. A mi juicio, hay un error en ese planteamiento, pues se justifica la aspiración de estos sectores de no trabajar los sábados. Por lo demás, son muy pocos, ya que el 70% de la Administración Pública -la mayoría de los empleados fiscales, semifiscales y de los Ministerios- no asiste a sus labores durante esos días. Ahora se trata de extender ese derecho o reivindicación a toda la Administración.
En el sector privado -que, según el criterio de algunos Senadores, debería trabajar más para crear riqueza-, donde los capitalistas pagan malos salarios y quieren compensar esos malos salarios evitando el gasto de trabajadores los días sábados, la mayoría de las industrias tampoco trabajan ese día.
Como hay otros proyectos en tabla, no obstante que podría ampliar mis observaciones sobre esta materia, las termino ahora, expresando mi opinión -espero que los señores Senadores la compartan- favorable al proyecto.
El señor VALENTE.-
No vamos a abundar en nuevos argumentos, porque ya en la sesión ayer expusimos las razones que nos inducen a aprobar el proyecto.
Sin embargo, quiero hacer una petición concreta a la Sala, que creo que puede aprobarse por unanimidad: hay interés en los diversos sectores parlamentarios para que el proyecto se despache a la brevedad; pero como se han formulado siete indicaciones, más o menos -lo cual implica que debe volver a Comisión-, solicito a los autores de ellas que las retiren, con el objeto de aprobar esta iniciativa en la misma forma como fue propuesta por la Comisión.
Entre las indicaciones presentadas hay algunas muy contradictorias; por ejemplo, la que trata de excluir al personal de Tesorerías del beneficio que otorga el proyecto y obligarlo a trabajar durante los sábados e incluso los domingos. La ley vigente exige que tales funcionarios, que reciben y recaudan fondos fiscales, depositen esos valores en el Banco del Estado el mismo día de su cobro; pero como esa institución bancaria no trabaja ni los días sábados ni los domingos, la disposición propuesta determinará que los fondos queden en poder del personal de Tesorerías, con burla de la ley.
Creo perfectamente posible que, por acuerdo unánime, se resuelva retirar esas indicaciones, a fin de aprobar el texto del proyecto como lo despachó la Comisión.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Las indicaciones deben ser retiradas por sus autores. La otra posibilidad es que la unanimidad de la Sala acuerde tratarlas de inmediato.
El señor VALENTE.-
También podría aceptarse esa fórmula.
El señor MONTES.-
No deseo abundar en razones, pero era precisamente lo que deseaba proponer, pues algunas de las indicaciones podrían ser acogidas. Ello facilitaría el trámite del proyecto, toda vez que estamos al término de la legislatura ordinaria y se hace necesario legislar sobre esta materia.
El señor CARMONA.-
Deseo referirme en términos generales al proyecto.
A mi juicio, las ideas consignadas en la iniciativa bien pueden ser discutidas en sí mismas, por ser convenientes; pero creo que no se ha llegado a un estudio profundo sobre esta materia como para despacharla en la forma que se pretende.
Las observaciones hechas ayer relativas a la tendencia de conseguir mayor número de horas de trabajo -política adoptada en el último tiempo, en especial con la supresión de los días feriados, particularmente los de orden religioso- obedecen al propósito general de que el país entre a una etapa de desarrollo y de mayor productividad.
Pues bien, el proyecto tiende a suprimir el trabajo en algunos sectores de la Administración Pública durante todos los sábados del año.
En primer lugar, creo que lo anterior es total y absolutamente contradictorio con esa tendencia que se anotaba. Por otra parte, la forma como está planteado el proyecto creará problemas insuperables para los sectores populares de nuestro país. A primera vista, parece que la proposición sólo tiende a legislar respecto del Gran Santiago. Sin embargo, ¿qué sucede en el resto del país? Que los días sábados son aprovechados por los sectores más modestos de la ciudadanía para hacer algunos trámites en las oficinas de la Administración Pública. Por lo tanto, los campesinos, los mineros y la gente de los pueblos apartados de los centros donde están ubicadas esas oficinas, no tendrán posibilidad de hacer sus gestiones, pues durante los días de semana es muy difícil que puedan acudir a las tesorerías, municipalidades u otros servicios para realizar cobranzas o pagos y efectuar otras diligencias. Por el hecho de trabajar a horario corrido, no podrían estar pidiendo permiso para realizar tales trámites.
A mi juicio, en una buena ordenación, debería dictarse una legislación en sentido contrario; es decir, la Administración Pública o algunos de sus servicios fundamentales deberían atender público en las mañanas de los sábados, porque es la única oportunidad que tienen los sectores populares, las madres, los jefes de familia, los trabajadores en general, de hacer algunas tramitaciones ante esos organismos. Sin embargo, mediante este proyecto los privamos de dicha oportunidad. Creo que debería establecerse un horario de atención de parte de esos servicios que sirviera efectivamente al pueblo.
La situación del Gran Santiago es distinta de la de las provincias, donde habrá problemas imposibles de solucionar en un momento determinado si todas las oficinas de la Administración Pública y de las municipalidades se cierran el sábado en la mañana.
Es común que los parlamentarios destinemos los fines de semana a visitar nuestras respectivas provincias. Yo quisiera preguntar: ¿qué sucederá el día de mañana cuando ni el viernes en la tarde ni el sábado en la mañana encontremos a ningún servicio atendiendo al público, sin posibilidad alguna de formular o de atender algún reclamo o de realizar algún trámite de importancia?
He expresado estas ideas porque, en mi concepto, es absolutamente necesario tenerlas en cuenta en un país como el nuestro, que debe ordenarse en forma de dar facilidades en especial a los sectores populares.
Hemos formulado algunas indicaciones al proyecto, y pienso que la materia debe estudiarse profundamente, a fin de llegar a una solución adecuada a la vida y desarrollo del país y a las necesidades de la población.
El señor HAMILTON.-
Pido la palabra.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor JULIET.-
¿Me permite, señor Senador?
¿Cuánto tiempo queda para el término del Orden del Día, señor Presidente?
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Diez minutos, señor Senador.
El señor JULIET.-
¿Y se acordó votar el proyecto?
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
No se ha acordado. Oportunamente pediré el acuerdo de la Sala.
El señor JULIET.-
¿Podría solicitarse de inmediato, señor Presidente?
El señor HAMILTON.-
Voy a ser lo más breve posible, para alcanzar a exponer mis ideas en los escasos minutos que quedan.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
El Honorable señor Hamilton dice que será muy breve.
En todo caso, antes del término de la hora, recabaré el acuerdo de la Sala.
El señor JULIET.-
Reconozco las atribuciones del señor Presidente, pero le pediría que lo solicitara ahora, para saber si puedo intervenir en esta sesión.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Solicito el acuerdo de la Sala para prorrogar el tiempo del Orden del Día hasta despachar en general el proyecto.
El señor LORCA.-
Este proyecto y el otro que figura en el Orden del Día.
El señor HAMILTON.-
¿Despacharíamos en general el proyecto, o también en particular?
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Sólo en general.
El señor VALENTE.-
¿Qué significa esto? ¿Que vuelve a Comisión?
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
No significa nada, pues no hay acuerdo.
El señor JULIET.-
Su Señoría sometió a votación la idea de aprobar en general el proyecto, pero también se ha pedido prorrogar el tiempo del Orden del Día a fin de votarlo en general y en particular. ¿Por qué no podemos hacer eso?
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
El Honorable señor Valente propuso solicitar el asentimiento de la Sala para tratar de inmediato las indicaciones formuladas al proyecto.
El señor JULIET.-
Claro: tratarlo en general y en particular.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Tampoco hay acuerdo para ello.
El señor SILVA ULLOA.-
¿Quién se opone?
El señor VALENTE.-
Prorroguemos la hora.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
He pedido el asentimiento de la Sala para prorrogar la hora hasta despachar en general el proyecto, pero ha habido oposición.
El señor JULIET.-
Desde ya se anuncia que, si el informe estuviera listo el viernes, habría que citar al Senado a sesión para ese día. En consecuencia, si mañana se evacuara el informe, el Comité Radical, con la atribución que tiene, provocará una sesión especial para él viernes.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Y la tiene plenamente.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Ruego al Honorable señor Hamilton continuar con su intervención.
El señor HAMILTON.-
En el fondo, este proyecto...
El señor LORCA.-
¿Me permite una interrupción, Honorable colega?
El señor HAMILTON.-
¡ Si no he comenzado todavía con mi intervención, de modo que mal me puede interrumpir!
El señor LORCA.-
En realidad, no es interrupción.
¿Podría prorrogarse el Orden del Día hasta despachar en general este proyecto y el otro que figura a continuación en la tabla?
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Solicité el acuerdo de la Sala en tal sentido, pero hubo oposición.
El señor LORCA.-
Para despacharlo en general sí hay acuerdo.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Hay oposición, señor Senador.
Puede continuar el Honorable señor Hamilton.
El señor HAMILTON.-
En el fondo, el proyecto tiende a reducir la jornada semanal de trabajo de un sector muy vasto de la Administración Civil del Estado, de seis a cinco días.
Uno de los argumentos a favor del proyecto es que una jornada más larga durante los cinco días permitiría compensar, con la misma productividad, las horas que se dejarían de trabajar en la mañana del sábado. No comparto esta idea. Por el contrario, creo que a una jornada más larga correspondería menor rendimiento en el trabajo y que la atención al público, que es la principal obligación de las oficinas del Estado, se verá disminuida al estar cerradas los días sábados.
Por diversas causas que aún no han sido superadas, el rendimiento de la Administración Civil del Estado no es efectivo y la fiscalización del cumplimiento de sus funciones deja mucho que desear. A mi juicio, el país requiere de mucho más esfuerzo, de más disciplina y de más trabajo para poder superar el subdesarrollo y la situación en que actualmente se encuentra, y ello se contradice con esta iniciativa que tiende precisamente a reducir la jornada de trabajo.
Aquí se han invocado los precedentes de algunos otros países. Pero ellos, como es el caso de Rusia y de Estados Unidos, han logrado reducir su jornada de trabajo, y en lo futuro podrán disminuirla todavía más en beneficio de sus pueblos, después de haberse sacrificado por generaciones para obtener el estado de avance, de cultura y de desarrollo en general de que disfrutan. No es un modelo aplicable a Chile. Nuestro capital fundamental es precisamente nuestro trabajo, nuestro ahorro, nuestros esfuerzos y nuestro sacrificio, partiendo, naturalmente, de la Administración del Estado.
Como muy bien lo dijo ayer en la Sala el Honorable señor Fuentealba, al respecto se ha escuchado a una sola parte: los servidores del Estado, quienes, naturalmente, si de ellos dependiera, tenderían a trabajar una jornada más reducida que la actual, que ya es reducida con relación a la de otros trabajadores del país. Pero los que deben recurrir a los servicios estatales no han sido consultados. Los contribuyentes, los ciudadanos que concurren al Servicio de Seguro Social, a Correos y Telégrafos, los campesinos, la población del país, que requieren de esos servicios los días sábados, particularmente en provincias, como lo expresaba el Honorable señor Carmona, no han sido consultados.
Por lo expuesto, soy contrario a este proyecto, y votaré en contra de la idea de legislar.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Si le parece a la Sala, se aprobará en general el proyecto.
No hay acuerdo.
En votación.
- (Durante la votación).
El señor LORCA.-
¿Alcanzará a tratarse ahora el otro proyecto?
El señor MONTES.-
Nosotros votaremos favorablemente en general el proyecto.
Debemos, sí, expresar nuestra aprensión por el hecho de no haberse obtenido el acuerdo unánime para despachar en esta sesión una iniciativa que preocupa a mucha gente. Podrá haber distintas apreciaciones sobre el problema. Podrá pensarse que el proyecto es justo o injusto. Pero nuestro deseo es que el Senado adopte pronto un pronunciamiento sobre el particular y que no lo continúe dilatando a pretexto de que debe estudiarse más profundamente una materia sobre la cual creo que ya existe un criterio definido de parte de cada uno de los Senadores.
A mi juicio, la argumentación del Honorable señor Carmona en el sentido de que se trabajará menos está rebatida por lo dispuesto en el inciso primero del artículo 1º propuesto por la Comisión de Gobierno, pues establece que, si bien no se trabajará el día sábado, se aumentará la jornada de los cinco días restantes de la semana.
Puede argüirse, como lo hizo el Honorable señor Hamilton, que habrá menor rendimiento en el trabajo, pero en verdad ello es discutible y algunos Senadores tenemos derecho a pensar que no ocurrirá.
En cuanto a que los servicios fundamentales puedan o no puedan funcionar el sábado, el inciso segundo del artículo 1º faculta al Presidente de la República para establecer, por razones de imprescindible necesidad, una jornada que incluya ese día en determinados organismos públicos, a fin de evitar la paralización del país.
Por lo tanto, las objeciones formuladas en esta oportunidad no tienen una razón de fondo.
Insistimos en la conveniencia de que el Senado adopte hoy un pronunciamiento sobre la materia. Si así no fuere, de todos modos votaremos favorablemente en general el proyecto y trataremos de obtener su despacho lo más pronto posible, a fin de satisfacer las aspiraciones de tan importante contingente de trabajadores de nuestro pueblo.
El señor LORCA.-
Voy a fundar mi voto, a pesar de que tendré que repetir lo que dije hace un momento como presidente de la Comisión de Gobierno.
Soy partidario de este proyecto, de todo su articulado.
No deseo volver al problema ni entrar nuevamente a dar razones. Pero debo insistir en que pretender que los funcionarios a que se refiere el proyecto trabajen los días sábados, en circunstancias de que la mayor parte de la Administración Pública y del sector privado no lo hace, significa mantener una injusticia. Por eso, votaré favorablemente esta iniciativa.
Pero antes de terminar mis palabras, me permito pedir que se destinen cinco minutos para despachar el proyecto que modifica la ley que creó la Corporación de Magallanes, que todos los Senadores democratacristianos votaremos favorablemente y sin debate.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Oportunamente recabaré el acuerdo de la Sala, señor Senador.
El señor LORCA.-
Pero debe solicitarlo ahora.
El señor ALLENDE.-
Hago mía la petición del Honorable señor Lorca.
El señor REYES.-
En mi concepto, esta iniciativa debe ser votada favorablemente.
Comparto algunas de las observaciones formuladas respecto de su articulado, pero me parece que en el segundo informe votaremos unánimemente a favor del proyecto.
Voto que sí.
El señor BOSSAY.-
Los Senadores radicales votaremos favorablemente en general el proyecto, por considerar que su filosofía está totalmente ajustada al criterio moderno que se aplica en todas las administraciones públicas del mundo y también en el sector privado.
La tendencia en numerosos países es disminuir las horas de trabajo y no aumentarlas. Lo que se busca es obtener mayor eficacia y productividad en una menor cantidad de horas de trabajo.
Tomando en cuenta que la banca y numerosas empresas no trabajan los sábados, pensamos que la norma general constituye un avance en la materia. Por lo demás, está claramente establecida la facultad del Presidente de la República para disponer que tal o cual servicio, en casos de imprescindible necesidad, trabaje los sábados.
No es necesario haber leído mucho al respecto para saber que junto con el avance de las computadoras y todo el sistema moderno, la mayoría de las naciones aspiran a reducir, cuando obtengan la máxima eficacia en las distintas actividades -estiman que ello ocurrirá dentro de veinte a treinta años- de 360 a 180 los días de trabajo. Esto es lo que se persigue en este caso. En Chile debemos tender a la mecanización de servicios como Correos y Telégrafos, Tesorería General y otros, a fin de lograr mayor eficacia. Pero de ninguna manera debemos hacer recaer material y físicamente sobre el funcionario una mayor cantidad de horas de trabajo. Lo razonable es que en menor número de horas se proporcione mejor y más eficaz atención.
Por estar de acuerdo con los fundamentos del proyecto, votamos favorablemente.
El señor ALLENDE.-
Los Senadores socialistas -los que no se encuentran en la Sala están pareados- votaremos favorablemente en general el proyecto.
Las razones de la iniciativa son diversas y categóricas, sin desconocer que algunos planteamientos del Honorable señor Hamilton relacionados con los países en vías de desarrollo tienen plena validez. Comparto esencialmente el criterio del Honorable señor Bossay sobre la materia. Tan sólo quiero agregar la importancia que reviste un proceso de mecanización y utilización de las técnicas modernas en los servicios, dadas las condiciones en que desarrollan sus actividades muchos funcionarios: deficiencia de los locales de trabajo, la distancia del lugar donde viven, lo cual prácticamente hace que la fatiga se acentúe y que, por consiguiente, su rendimiento disminuya.
Por tales razones es preferible implantar una jornada intensiva que permita un descanso eficaz durante 48 horas en la semana, en lugar del horario actual que constituye una gran tragedia para la inmensa mayoría de quienes tienen la obligación de trabajar para el Estado.
El segundo informe del proyecto requerirá un estudio minucioso para evitar abusos y garantizar el normal desenvolvimiento de los servicios considerados esenciales y vitales para el país.
El señor HAMILTON.-
Deseo insistir en algunas ideas, aun cuando la opinión mayoritaria del Senado es contraria a ellas.
Repito: no sólo creo que se disminuye la productividad prolongando la jornada diaria, sino que, en la actualidad, ella es muy baja en la Administración Pública. Denantes omití algunos antecedentes por estimar que podrían considerarse un poco exagerados. Formé parte de la Comisión Racionalizadora de la Administración Pública cuando era presidida por el ex Contralor señor Enrique Silva Cimma, quien presentó un informe elaborado por una oficina técnica respecto del índice de productividad en las diversas reparticiones estatales. Según ese informe, el promedio no alcanzaba a cinco horas diarias. Sin embargo, mediante esta iniciativa se pretende disminuir a cinco días la actual jornada de los funcionarios públicos.
También se ha mencionado aquí la tendencia universal a disminuir la jornada de trabajo. En mi opinión, tal principio no puede aplicarse por igual en todas partes, en lo cual concuerdo con el Honorable señor Allende: debe tomarse en cuenta si se trata de una nación desarrollada o en vías de desarrollo. Tampoco es posible comparar la situación de la Alemania próspera de hoy con la de postguerra. En ella no había horario; se trabajaba noche y día y así logró salir adelante.
A mi juicio, ninguno de los señores Senadores podría sostener que nos encontramos en una situación de desarrollo tan boyante que nos permita aprobar iniciativas que reduzcan uno de los factores del desarrollo: el trabajo.
En cuanto a los argumentos de que los trabajadores del sector público desarrollan sus funciones en pésimas condiciones, a la fatiga y al cansancio que los afecta, aparte la baja productividad -evidentemente, hay excepciones-, el sistema de jornada continua puesto en práctica por el actual Gobierno tiende precisamente a eliminar el doble viaje de los empleados y obreros de la oficina a la casa y de ésta a aquélla, lo cual hace más cómoda y económica la jornada laboral.
Voto que no.
El señor FUENTEALBA.-
En la sesión de ayer expuse mis puntos de vista sobre la materia y manifesté que, en principio, estaba de acuerdo con el proyecto.
Deploro la imposibilidad de despacharlo totalmente en esta sesión y que no hayamos tomado conocimiento de las indicaciones, las cuales con seguridad, serán obvias y sencillas. En todo caso, junto con expresar mi apoyo al proyecto, quiero dejar expresa constancia de que lo hago en el claro entendido de que el inciso segundo del artículo 1º deja claramente a salvo la facultad del Presidente de la República para establecer, en los casos en que lo estime conveniente, el trabajo en día sábado en todos los servicios a que se refiere dicho artículo, cuando haya razones de imprescindible necesidad.
Con esta interpretación, que corrobora lo expresado por el Honorable señor Bossay, voto favorablemente.
El señor JULIET.-
En pocas oportunidades una Comisión ha procedido con mayor minuciosidad al estudiar una iniciativa tan simple y que cuenta sólo con algunas disposiciones. El proyecto fue aprobado allí por unanimidad; por eso, me causa sorpresa que el Senado no comparta dicho criterio.
Se ha sostenido que la iniciativa provocará disminución del trabajo de los empleados públicos y de las empresas a que se refiere el artículo 1º. La sola lectura de su texto basta para comprender que no se reducirá la jornada laboral; por lo contrario, ésta se distribuirá proporcional- mente en cinco días a la semana. De modo que las 43 horas que, según al D.F.L. Nº 338, debe completar la Administración Pública, se seguirán cumpliendo.
Se ha hablado también del bajo rendimiento de la productividad en los servicios públicos. Tuve el honor de ocupar el puesto de Director de un Servicio tan importante como lo es Correos y Telégrafos, y allí pude comprobar que, si hay baja productividad, ella no se debe a que los funcionarios sean flojos y negligentes en sus labores, sino a lo engorroso del sistema existente en la Administración. Es decir, la productividad podría aumentar considerablemente si elimináramos los defectos que estoy advirtiendo.
El hecho de disponer del día sábado, permite a las personas, en todos los pueblos de la tierra, adquirir ciertos hábitos positivos, como la práctica de los deportes, la lectura y de algo muy importante: la convivencia familia. Es decir, los empleados podrán permanecer más tiempo junto a sus hijos y a toda su familia y proporcionarles su aliento, consejos y experiencia.
No creo que el proyecto procure fomentar la indolencia. Todo lo contrario: la distribución adecuada de la jornada semanal de trabajo permitirá el cumplimiento de objetivos de carácter humano y, a su vez, propenderá a una mejor organización, distribución y racionalización de la Administración Pública, a fin de cumplir en mejor forma la misión que el Estado le encomienda.
No debemos olvidar tampoco que los bancos y las actividades más importantes para la producción nacional y el intercambio de la riqueza, no funcionan los sábados: ENAP, CORFO, etcétera. Sin embargo, los empleados públicos no pueden disponer libremente de ese día; les está negado. En consecuencia, hay servicios privilegiados a los cuales el legislador ha beneficiado, y hay otros sobre los cuales recae todo el rigor de la jornada de trabajo.
Como saben los señores Senadores, el inciso segundo del artículo 1º faculta al Presidente de la República para reglamentar el régimen de trabajo en algunas reparticiones cuando se trate de "razones de imprescindible necesidad" -este es, precisamente, el caso de Correos y Telégrafos, uno de los más sacrificados-, labores que se llevarán a cabo mediante un sistema de turnos.
Por lo tanto, todos los argumentos adversos al proyecto -pueden ser muy espectaculares e impresionantes en cuanto a la poca diligencia o conocimiento de los miembros de la Comisión al aprobar por unanimidad la iniciativa- los rechazo, pues al votar favorablemente tomamos en consideración los antecedentes que se han expuesto durante el debate.
Consecuente con tal actitud, votaré favorablemente el proyecto, como lo han hecho todos los Senadores radicales.
-Se aprueba en general el proyecto (17 votos por la afirmativa y 5 por la negativa).
El señor BOSSAY.-
Es conveniente fijar plazo a la Comisión, a fin de poder tratar en particular el proyecto en la sesión ordinaria del martes próximo.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Propongo tratarlo en la sesión del martes, con informe de Comisión o sin él.
El señor BOSAY.-
Es el mejor sistema.
El señor VALENTE.-
Hay unanimidad para aprobar la proposición del señor Presidente.
El señor LORCA.-
Por lo demás, el proyecto contará con informe. Lo garantizo, pues soy presidente de la Comisión y la voy a citar para mañana.
El señor HAMILTON.-
¡Qué más garantía quieren....!
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
¿Habría acuerdo para tratar el proyecto el martes próximo con informe de Comisión o sin él?
Acordado.
El señor JULIET.-
En el primer lugar de la tabla.
El señor HAMILTON.-
Insisto en la petición formulada por el Honorable señor Lorca en el sentido de prolongar el Orden del Día hasta despachar el proyecto que modifica la ley sobre la Corporación de Magallanes.
El señor LUENGO (Presidente accidental).-
Si le parece a la Sala, se accedería a dicha petición.
Acordado.
El señor JULIET.-
Sin debate.
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