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El señor PABLO (Presidente).-
Si le parece a la Sala, se empalmarán las sesiones a que se ha citado hasta las cuatro.
Acordado.
Advierto a los señores Senadores que levantaré la sesión faltando dos minutos para las cuatro.
Tiene la palabra el señor Ministro de Minería.
El señor ALTAMIRANO.-
Señor Presidente, si me lo permite, quisiera formular brevísimas observaciones antes de que use de la palabra el señor Ministro.
Precisamente porque nos interesa escuchar su exposición, me atrevo a rogar al señor Ministro que en especial explicara los siguientes puntos.
Primero, cuáles son los alcances del artículo 29, que determina los objetivos. Como lo expresé en la sesión anterior, personalmente no entiendo bien lo que se plantea en cuanto a objetivos, que constan en cuatro letras.
Segundo, el artículo 12, relativo a la Oficina de Información del Cobre. Ahí se habla de cuotas y de subsidios a la producción. ¿Acaso se pretende establecer cuotas entre los distintos países miembros?
Por último, el artículo 30.
Personalmente le agradecería al señor Ministro referirse de manera principal a los objetivos del Consejo Intergubernamental, a la Oficina de Información del Cobre y al artículo 30, que permite modificar tales estatutos con el mero consentimiento de la Conferencia de Ministros.
Eso era todo, señor Presidente. Gracias.
El señor PABLO (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Ministro.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Señor Presidente, con mucho agrado he concurrido a esta invitación del Senado, que tiene por objeto discutir él proyecto de acuerdo que aprueba los estatutos del Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre (CIPEC). Concurrí a la Comisión de Relaciones Exteriores para dar a conocer los antecedentes que solicitaran los señores Senadores sobre esta materia y me he enterado del debate habido ayer en la Sala en torno de este proyecto de acuerdo.
El Honorable Senado sabe cómo se generó esta organización de países productores y exportadores de cobre, en la primera reunión que celebraron en la ciudad de Lusaka, en 1967. Allí se aprobó. Como lo señalan sus estatutos, ella es de carácter consultivo entre los Gobiernos. En una sesión especial convocada a iniciativa del Ministro que habla, di cuenta al Senado y asimismo lo hice en la Cámara de Diputados de todo lo que se trató en la reunión de Zambia.
Para poder entender un poco esta organización, útil es tal vez recordar cuál era la situación de los países productores y exportadores de cobre antes de crearse aquélla. No analizaré aquí, dado el corto tiempo de que dispone el Senado, los antecedentes que movieron a nuestros países a una acción en común. Según se desprende de las exposiciones de los señores Senadores de todos los partidos, nadie discute la trascendencia que reviste el que las cuatro naciones exportadoras de cobre más importantes del mundo se hayan organizado de la manera en que lo han hecho para reemplazar la vieja relación que existía entre ellas. Para nadie es un misterio que, durante largo tiempo, en muchos casos mantuvieron posiciones contradictorias entre sí, y que la política seguida en materia de cobre estaba planteada más al nivel de las compañías productoras que operaban en esos países que al nivel de los Gobiernos mismos.
De ahí, entonces, la importancia de tal organización. En los hechos puede apreciarse. Desde 1967 hasta la fecha, han sido numerosos los contactos y mucho se ha avanzado por el camino de que, por lo menos en lo referente a algunos problemas relacionados con el cobre, nuestros países no sean ajenos a lo que uno de ellos haga o piense y a los intereses comunes que los cuatro pueden y deben tener.
El Consejo Intergubernamental es hoy una realidad; realidad nacida, a mi juicio, del trabajo en común desarrollado por sus cuatro miembros. Es verdad que se trata de un organismo consultivo; pero algo, sí, es muy claro: en materia de comercialización ya no ocurre lo que sucedía anteriormente, esto es, que desde las fijaciones de precios hasta las condiciones de los contratos se determinaban por los cuatro países como competidores entre sí. Hoy día, por esa acción que nos permite siquiera trabajar juntos en una parte, se está produciendo un entendimiento y una unidad cuyos frutos más importantes no pueden preverse todavía, a un año de la creación del Consejo.
En seguida, quisiera decir, por vía de ejemplo, cómo se ha adelantado en el último tiempo en cuanto a la posibilidad del trabajo conjunto de los cuatro países. Cuando fuimos a Lusaka, en Perú no existía siquiera un Ministerio de Minería; en Zambia no había un organismo a cargo de todo lo relacionado con el cobre; y en el Congo la situación, más o menos distinta, era también difícil en aquellos momentos.
No quiero decir que hayamos influido en esa acción. No podría decirlo en una sesión pública ni tampoco en privado. La influencia ha sido recíproca. Se ha actuado en común. Algunos han pretendido señalar a Chile como líder de la organización. A mi juicio, no hay en realidad un líder. Somos cuatro los líderes, porque se trata de algo tan importante para nosotros como lo es para el Perú, para el Congo y para Zambia.
En lo relativo al proyecto de acuerdo mismo, se han planteado en esta Sala algunas preocupaciones. Yo debería referirme concretamente a ellas, pero el Honorable señor Altamirano me ha pedido que precise algunos alcances en lo tocante a los objetivos del CIPEC.
Desde luego, ninguno de los objetivos señalados en el artículo 2º, ni las materias que corresponderá estudiar a la Oficina de Información del Cobre, ni el otro artículo entiendo que es el 30 que tanto preocupa al señor Senador por tratar de la modificación de los estatutos, pueden ser analizados sino dentro del contexto del estatuto, vale decir, de la organización consultiva entre los Gobiernos.
Entre los objetivos del CIPEC, figura el de coordinar las medidas tendientes a estimular, mediante la expansión de la industria, un crecimiento de los ingresos reales provenientes de las exportaciones de cobre y un pronóstico razonable de esos ingresos.
Asimismo, tiene como objetivo promover la armonización de las decisiones y políticas de los países miembros sobre problemas relativos a la producción del cobre.
¿Es éste el punto concreto sobre el que me preguntó el Honorable señor Altamirano?
El señor ALTAMIRANO.-
Planteé tres puntos. El primero se refiere a la coordinación.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Significa ponerse de acuerdo, conversar, analizar, como hasta ahora.
El señor ALTAMIRANO.-
¿Qué cosa?
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Sería interesante destacar lo que se ha hecho hasta ahora, lo que está realizando la Oficina de Información del Cobre y en qué forma está trabajando el CIPEC mismo. Ello nos permitiría aclarar un poco el problema.
Por ejemplo, cuando pretendemos "coordinar las medidas encaminadas a estimular un crecimiento dinámico y continuo de los ingresos reales provenientes de las exportaciones de cobre", estamos abriendo la posibilidad de ponernos de acuerdo para que ciertas medidas tiendan a ese objetivo, o sea, que en conjunto los cuatro países puedan aprovechar ese crecimiento en mejores condiciones.
¿Qué puede hacer el CIPEC, por ejemplo? Estudiar la influencia del cobre en la economía de los países miembros. ¿Por qué es importante que lo haga? ¿De dónde provenían las informaciones sobre el cobre en el pasado? De revistas especializadas o de organismos que, muchas veces, estaban conectados con los consumidores de cobre o con las empresas interesadas; o bien de los estudios aislados que se pudieran hacer. Lo que se pretende hoy día es que lo que se haga, estudie o analice sobre esta materia no provenga sino de las fuentes que constituyen los países signatarios mismos.
¿Qué queremos cuando se dice "armonizar las decisiones sobre problemas relativos a la producción" ? ¿ Quiere decir esto que nosotros podemos impedir el crecimiento de la producción de un país o de otro? Sin duda que no. Evidentemente, la armonización dependerá de las condiciones en que se opere en determinado momento.
Algunos aspectos contenidos en el articulado de los estatutos, a mi juicio, es muy difícil poder darlos a conocer en una sesión pública. Sin duda, este Parlamento, así como los Congresos de los otros países, tiene derecho a ser informado sobre muchos puntos de las conversaciones o acuerdos de los Ministros; pero ellos no pueden ser planteados, con absoluta libertad, en una sesión pública.
En seguida, ¿qué hemos planteado en CIPEC? Se ha llegado a la realización de estudios para el mejoramiento y armonización de las estadísticas del cobre. Podría decirse que esto no tiene mucha importancia. Pero la tiene. Nunca se ha logrado saber con absoluta independencia las cifras correspondientes. Pues bien, este organismo garantiza la independencia, por estar formado y constituido por representantes de los cuatro países miembros.
¿ Por quién han sido hechos generalmente los estudios acerca de los consumos de cobre? Por los países consumidores o por los competidores; o bien se han empleado como una amenaza o una advertencia para los productores. ¡ Cuántas veces, durante mucho tiempo, no se ha estado actuando con este verdadero fantasma de la sustitución, que puede ser o no un fantasma, pero que debe serlo o no en la medida en que nosotros lo detectemos en esos estudios, y no en la medida en que los consumidores nos puedan decir cómo debemos actuar frente a ellos mismos!
En lo relativo a los planes para el desarrollo de la producción del cobre, nos parece importante que los cuatro países en conjunto puedan estudiar y analizar un intercambio adecuado de informaciones, con el objeto de saber, cada uno de ellos, la forma en que se está actuando. Tal es el caso de los estudios básicos sobre comercialización y formación de los precios de mercado. Es otro de los documentos, que ha sido encargado a firmas imparciales y que será sometido a la reunión de Lima.
En lo referente a algunas normas de los contratos, son armonizaciones importantes, porque muchas veces los consumidores plantean las condiciones de aquéllos, como lo vimos en el pasado. Así, lo que se obtenía en un país servía para presionar a otro. Nosotros queremos llegar a una política adecuada respecto de las normas de comercialización y de los contratos. Ello, indudablemente, dentro de las atribuciones de cada país y con respeto absoluto de su soberanía. Nadie va a entregar la decisión de la fijación de precios o la determinación de las normas básicas de comercialización a otra institución o a otro país. Sin embargo, muchas veces, en lo referente a las normas administrativas de los contratos, hay detalles que vale la pena uniformar, con el objeto de evitar diferencias que en el fondo pueden ser competitivas.
El señor ALTAMIRANO.-
¿Me permite una interrupción, señor Ministro?
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Con mucho gusto.
El señor ALTAMIRANO.-
En este orden de cosas, ¿por qué en ninguna parte de la exposición de motivos ni en el articulado mismo del proyecto de acuerdo, se menciona la industrialización? Siempre se habla de coordinar medidas, de asesoramiento en materia de producción y comercialización; pero jamás se menciona la industrialización del cobre. ¿Acaso es un olvido, o no se proponen estos cuatro países industrializar nuestra producción?
El señor IBAÑEZ.-
¿Me permite una interrupción, señor Ministro?
Entiendo que habrá tiempo para que los Senadores podamos exponer nuestras observaciones.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Faltando dos minutos para las 4, esta sesión debe ser levantada.
El señor IBAÑEZ.-
Hago la consulta con el objeto de saber si podremos hacer nuestros planteamientos.
El señor CHADWICK.-
¿Cómo se va a repartir el tiempo?
El señor HALES (Ministro de Minería).
:Tengo la mejor voluntad para contestar todas las observaciones; pero, por desgracia, lo que se podría haber planteado sobre el proyecto de acuerdo mismo y sobre las palabras pronunciadas ayer por los Honorables señores Bulnes, Chadwick y otros señores Senadores, se está transformando en un debate sobre la organización misma. Entonces, yo no pecaría de irrespetuoso si dejara de contestar las preguntas formuladas por los señores Senadores.
El Honorable señor Altamirano me ha planteado problemas de fondo que, a mi juicio, podrían no ser atinentes con el proyecto de acuerdo en discusión, pero debo darles respuesta.
El señor IBAÑEZ.-
Yo deseo plantear otros puntos de vista y quisiera tener oportunidad de hacerlo.
El señor HALES (Ministro de Minería) .
Con mucho gusto, no tengo inconveniente.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Honorable señor Ibáñez, el señor Ministro le ha concedido una interrupción para que formule preguntas concretas.
El señor IBAÑEZ.-
Como debo hacer un planteamiento previo antes de formular las preguntas, no quería interrumpir el discurso del señor Ministro.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
En realidad, esta Honorable Corporación está restringida por el tiempo, como también nosotros, por la necesidad del pronto despacho del proyecto de acuerdo que ratifica los estatutos del Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre.
Entiendo muy bien cuál es el punto que ha merecido la objeción de algunos señores Senadores. Pensaba que íbamos a referirnos exclusivamente a eso. Si los señores Senadores desean celebrar una sesión especial en cualquier oportunidad para discutir todas estas materias y solicitar cualquier tipo de informaciones, no tengo ningún inconveniente, de la misma manera que no los tuve en la Cámara de Diputados cuando hice una exposición a mi regreso de Lusaka.
El señor IBAÑEZ.-
Fue precisamente lo que solicitamos ayer.
El señor HALES (Ministro de Minería).
Aquí estoy, señor Senador.
El señor IBAÑEZ.-
Pero necesitamos tiempo.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Ese es un problema del Honorable Senado y no mío.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
¿Cuánto tiempo necesita el Honorable señor Ibáñez para hacer sus planteamientos?
El señor IBAÑEZ.-
De 15 a 20 minutos," señor Presidente.
El señor FUENTEALBA.-
¡ No alcanza el tiempo!
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
No hay tiempo, señor Senador.
El señor CHADWICK.-
El Senado sólo dispone de 28 minutos.
El señor IBAÑEZ.-
¿Por qué no se empalma esta sesión con la ordinaria y se nos acuerdan 15 minutos a los dos o tres Senadores que queremos intervenir?
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
La Mesa debe cumplir el acuerdo de que la votación debe hacerse en la sesión ordinaria. Por lo tanto, debo levantar ésta faltando dos minutos para las cuatro, porque se ha resuelto votar el proyecto de acuerdo en el primer lugar de aquélla.
Puede continuar el señor Ministro.
El señor IBAÑEZ.-
En ese caso, ruego al señor Ministro concederme una interrupción de diez minutos, con el objeto de poder exponer algunos puntos de vista.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
o tengo inconveniente.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Advierto al señor Ministro que después de la interrupción sólo le quedarán 18 minutos para terminar sus observaciones.
El señor HALES (Ministro de Minería).
Reitero que ése es un problema del Senado y no mío.
El señor CHADWICK.-
¡ Nos quedaremos sin conocer la opinión del Gobierno!
El señor IBAÑEZ.-
¿Puede el señor Ministro concederme algunos minutos?
El señor LUENGO.-
Me parece más lógico escuchar previamente la exposición del señor Ministro. Ayer se propuso celebrar una sesión especial hoy en la mañana, pero hubo oposición. Por lo tanto, creo que debemos escuchar primero al señor Ministro. En seguida veremos.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Puede continuar el señor Ministro.
El señor IBAÑEZ.-
El señor Ministro me ha concedido una interrupción.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Con mucho gusto.
El señor IBAÑEZ.-
Señor Presidente, el proyecto que estamos discutiendo contiene facultades muy amplias e imprecisas y que pueden servir tanto para establecer una oficina burocrática en París como para llegar a un cartel internacional del cobre entre determinados países.
¿Responde este proyecto al problema principal que tiene la industria del cobre en estos momentos? Yo creo que no.
A mi juicio, el peligro más grave que se cierne sobre el cobre en estos momentos es su alto precio, que se debe a una serie de factores no a uno o dos, como se ha señalado. Uno de ellos es que parece existir desconfianza, inseguridad, porque estos cuatro países producen el cobre que requieren las principales naciones consumidoras.
Entre los efectos adversos de estos altos precios que a mi juicio se agravarán con lo que dispone este proyecto están los que señalaré en forma somera.
Desde luego, no voy a referirme al exceso de gastos en que se incurre en los países productores de cobre como consecuencia de los altos ingresos que están recibiendo. Pero sí quiero señalar algo que explica muy bien una publicación repartida recientemente por la Oficina de Informaciones del Senado: la gravísima amenaza de la sustitución del cobre por otros productos. Hay un estímulo extraordinario para el desarrollo de estos sustitutos, como resultado del alto valor que se paga hoy día por este metal. Asimismo, se están abriendo o trabajando minas marginales que en circunstancias normales no se explotarían y que en la actualidad pueden competir perfectamente con las nuestras. Además, la tecnología de los países industriales consumidores de cobre que se proveían normalmente en estos cuatro países se orienta hoy principalmente a la defensa de sus propios intereses, esto es; al desarrollo de los sustitutos o a la apertura de minas en otras partes, como Canadá, Australia y Estados Unidos, donde hay grandes yacimientos que en este instante comienzan a ser explotados.
Todo este cuadro hace prever una baja del precio del cobre, como lo anunció el señor Ministro en su reciente exposición de la Hacienda Pública.
No cabe duda de que este proyecto, en definitiva, tiende a crear un cartel internacional, formado por Chile, Perú, Congo y Zambia.
En general, la experiencia histórica demuestra que estos carteles parciales no tienen nunca un buen final, porque los países que quedan excluidos cosechan ventajas considerables, que terminan por liquidar la industria de los países que están dentro del cartel.
¿Qué nos asegura ese cartel, que se diseña ya claramente, como voy a señalarlo, y espero que el señor Ministro nos diga si ése es el propósito de la asociación que aquí se nos presenta? ¿Qué nos asegura ese cartel? A nuestro juicio, no nos asegura ninguna defensa contra los peligros que se ciernen sobre los países productores de cobre.
A este respecto, quiero recordar la experiencia dramática y trágica que tuvo nuestro país con el salitre. Durante años se sostuvo que Chile podía vivir de este producto. Incluso se estableció una política de Gobierno sobre la base de los altos precios que el salitre tenía por razones tan artificiales y pasajeras como las de los altos precios del cobre hoy en el mundo. Me refiero al primer Gobierno del General Ibáñez. Quiero aquí hacer un recuerdo personal, por la impresión que me produjo. Mi padre era Ministro de Fomento de ese Gobierno y renunció a su cargo por estimar extraordinariamente peligrosa la política de basar todo el desarrollo de la economía chilena en un precio artificial y momentáneamente alto del salitre, como se comprobó tres años después, cuando sobrevino el colapso total de la industria salitrera.
A pesar de mi poca edad en aquella época, recuerdo que un año después visité a Europa con mi padre y tuve ocasión de ver las plantas de salitre sintético. En la planta de Leunawerke, en Leipzig, había 1.500 ingenieros químicos estudiando la manera de abaratar los costos y de mejorar la calidad del salitre sintético. Tres años después se produjo la crisis total de la industria salitrera en Chile, de la cual no ha podido reponerse hasta hoy.
Pienso que la idea de llegar a un cartel, que está claramente perfilada en los estatutos que aquí se nos presentan, tiene una serie de otros inconvenientes. Desde luego, este Consejo Intergubernamental, a pesar de su carácter consultivo y de estar encargado sólo de formular recomendaciones a los cuatro países signatarios, se va a imponer de todos los antecedentes propios de la minería chilena. No veo qué ventaja puede haber para nuestro país en entregar a sus competidores antecedentes que deberíamos guardar para nosotros y para el mejor desarrollo de nuestra industria, tanto más cuanto que esos países explotan sus yacimientos de cobre a un ritmo mucho más acelerado que Chile. Ellos están trabajando más o menos a razón de 5% de sus reservas conocidas, mientras que nuestro país lo hace a 2% ó 2,5%. Por lo tanto, deberíamos desarrollar nuestra producción a un ritmo mucho más rápido que el de ellos.
El texto del acuerdo deja ver claramente que se fijarán cuotas de producción y que habrá consultas sobre el desarrollo de nuevas minas. Por ejemplo, en el artículo 2º, letra b), se dice: "Promover la armonización de las decisiones y políticas de los países miembros sobre problemas relativos a la producción del cobre". ¿Por qué vamos a quedar ligados a la suerte de otros países, cuyos intereses nada tienen que ver con los nuestros? Más adelante, en la letra d) del mismo artículo, se expresa: "Aumentar los recursos para el desarrollo económico y social de los países productores, teniendo en cuenta los intereses de los consumidores". Esta es una declaración muy interesante, pero no hay paralelo alguno entre el desarrollo económico y social de Zambia o del Congo y el de Chile. No creo tampoco que nos convenga una asociación de esta naturaleza, miradas las cosas desde este punto de vista.
El artículo 8º establece que "la Junta Directiva estará encargada de la coordinación y proposición a los Gobiernos de los países miembros de las medidas individuales o colectivas relacionadas con el mercado del cobre, proceso de producción, expansión del consumo y cualesquiera otras que tiendan a alcanzar los objetivos señalados por la Conferencia de Ministros;. Se trata de una nueva disposición que tiende a limitar la independencia de que debería gozar Chile para impulsar su industria cuprera, conforme a sus intereses y no conforme a los intereses de otros países.
El artículo 12 dispone que "la Oficina de Información del Cobre tendrá como funciones las de información, interpretación de antecedentes y evaluación de la producción y comercialización del cobre y deberá formular estudios sobre sustitución y nuevos usos del metal", para lo cual, se dice más adelante, se contratarán asesorías. ¿Asesorías de quién? ¿De funcionarios, de políticos, de empresas de segundo o tercer orden, o de grandes empresas cupríferas realmente conocedoras de esta industria?
Se dice también que deberán formarse programas de expansión de las minas en actual explotación y nuevos proyectos de producción. Todo ello limita la independencia de Chile para desarrollar su minería.
Finalmente, la letra e), al referirse a los acuerdos y regulaciones gubernamentales, establece que se propondrán cuotas y subsidios a la producción. Es decir, aquí está claramente configurado el carácter de cartel que se pretende dar a este organismo.
Omitiendo muchas observaciones que deseaba hacer, por la limitación del tiempo, tengo que referirme al hecho de que no se pone límite alguno a los gastos de esa institución. No hay una contribución de tanto por libra de cobre. Se puede gastar lo que se quiera. Tampoco se explica con claridad por qué esta oficina tendrá su sede en París y no en Londres, ni menos por qué ocupa uno de los locales más suntuosos en esa capital. En realidad, por las informaciones que he recogido, las características de la sede del Consejo son una demostración más de "rastacuerismo", que desprestigia a los sudamericanos en París.
Por último, el artículo 30 ya ha sido objetado. Es natural que no cuente con nuestra aprobación, y seguramente no recibirá el apoyo de nadie en el Senado.
Me pregunto si debemos ligar nuestra suerte a la de esos otros países, que, pollo demás, son incumplidores. Como el señor Ministro debe saber, ellos adoptan compromisos y con posterioridad los burlan. Me refiero, en especial, a Zambia y al Congo. El mismo caso se presenta frente a Perú, país que, como es de conocimiento general, ha estado en contra de este acuerdo y ha ingresado a él a regañadientes. Existen otros casos de demostración de incumplimiento de compromisos contraídos con nosotros.
Termino expresando mis serias dudas o, mejor dicho, mi gran inquietud frente a este proyecto, que en la práctica cercena la independencia que debe tener Chile para desarrollar su industria cuprera y liga la suerte de ésta a los intereses de otros países; todo ello con el propósito de mantener artificialmente altos los precios ya muy elevados del cobre, sin considerar que con ello se genera un estímulo extraordinario para que este metal sea sustituido por otros materiales y se inicie la explotación de otras minas, en competencia con las nuestras.
Por todas estas razones, juzgo absolutamente inconveniente para Chile el proyecto de acuerdo sometido a nuestra consideración.
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Señor Presidente, en realidad, he tenido muchas oportunidades de asistir tanto al Senado como a la Cámara, ahora y antes, pero nunca en mi vida había estado en tan absoluto desacuerdo con las ideas y opiniones de un parlamentario como lo estoy con las que acabo de oír al Honorable señor Ibáñez.
Habría mucho que decir respecto de lo que Su Señoría ha manifestado, pero, en aras de obtener la aprobación del proyecto de acuerdo y en vísperas de una reunión en Lima, no abordaré el fondo de sus observaciones, algunas de las cuales son bastante graves, para ser emitidas por el señor Senador en este recinto.
Desde luego, aquella de que mantendremos relaciones con países incumplidores, la rechazo terminantemente. No tenemos derecho a calificar la actuación de ningún país, por no haber conocido ninguna actitud incumplidora de su parte. Si ellos han modificado contratos, concesiones o su política respecto del cobre, lo han hecho en virtud de su soberanía, que nosotros respetamos, como ellos respetan la nuestra. El hecho de que hayan tomado medidas contra las compañías existentes en su territorio como nosotros aquí en ningún caso permite calificarlos de incumplidores. Nadie lo es cuando ejerce la soberanía nacional y cuando defiende a su país.
En cuanto a los otros cargos formulados, también estoy en absoluto desacuerdo y me referiré a ellos, pero en otra sesión, que, si no la pide el Senado, solicitaré yo. No quiero que queden en la historia de esta Corporación declaraciones tan categóricas como las expresadas por el Honorable señor Ibáñez al hablar de carteles, sustituciones y limitaciones y de la manera como se ha enfocado el problema. Se trata de una materia que debemos aclarar, y yo, por lo menos, lo voy a hacer.
Tampoco es efectivo que el Perú haya adherido a regañadientes a este acuerdo. Mal podría haberlo hecho, pues se trata del país invitante a esta conferencia, a la cual ha dedicado el mayor despliegue de propaganda y que es considerada hoy día basta consultar los principales diarios limeños como uno de los acontecimientos de mayor importancia que se pueden realizar en esta materia y de interés fundamental para la vida de estos pueblos.
El problema debe ser enfocado de otra manera. ¿Seguiremos actuando como lo hemos hecho siempre, o seremos capaces de ponernos de acuerdo con otros países que se encuentran en las mismas condiciones que nosotros, en desarrollo, con problemas, sin acceso a la comercialización, como sucedía en el pasado, sin mecanismos adecuados para vender sus materias primas, sin políticas precisas en cuanto a la producción, entregados, prácticamente, a lo que se decidiera a nivel de las compañías productoras o consumidoras, las cuales, como bien lo sabe Su Señoría, están, muchas veces, ligadas entre sí? Es decir, existen intereses entre productores y consumidores. Son ellos quienes han venido sembrando el pesimismo y la preocupación entre nosotros. Fueron ellos los que en 1967 dijeron: "Cuidado con organizarse. Es muy peligroso. Se está pretendiendo hacer un cartel para "acogotar" con esto y extorsionar a los consumidores". Sin embargo, los hechos han demostrado lo contrario. No hemos constituido un instrumento de presión. Todos los países y los consumidores saben que se trata de un instrumento positivo y no negativo. Pero, así como no estamos constituyendo una organización agresiva, tampoco aceptaremos que las decisiones en materia del cobre se adopten entre consumidores y compañías, sin que para nada puedan actuar los países, los Gobiernos y pueblos dueños de estas riquezas.
Se trata de un asunto fundamental para nosotros. Es un asunto de política muy clara en materia de cobre, que yo había entendido siempre que contaba con el respaldo de todo el país, como pude comprobarlo en la Cámara de Diputados al oír a parlamentarios de los distintos sectores. Opiniones similares escuché ayer de parte de Senadores de todos los partidos. Se trata de un problema de política muy clara en lo internacional, que será de fundamental importancia para nuestro futuro. Muy diferente sería nuestra suerte si hubiéramos seguido actuando como competidores entre nosotros, en vez de actuar
de consuno, como lo estamos haciendo, de manera positiva y no negativa.
Por eso, repito, expreso mi disconformidad más absoluta con las expresiones* del Senador Ibáñez, y rechazo los términos que puedan afectar a países que considero hermanos en cuanto a nuestras inquietudes. Tenemos problemas muy similares a los de Zambia, el Congo y el Perú, y nuestra actuación ha sido en provecho de nuestros pueblos y no en su perjuicio. Estamos cuidando nuestro futuro, y la forma de hacerlo es esta acción común.
Además de los problemas planteados aquí, hay otros que serán abordados en esa conferencia, como el relativo a la industrialización, mencionado por el Honorable señor Altamirano. Como es evidente, no puede pretenderse que todo pueda lograr éxito en un año. Hay organizaciones de productores que han demorado muchos años en constituirse como tales, y a veces sin éxito; sin embargo, han impedido que se formen otros carteles. Por nuestra parte, no estamos patrocinando un cartel, sino una acción conjunta en defensa de nuestros países. Me parece que esto es algo legítimo, que no puede ser rechazado por ningún Gobierno, país, consumidor, abastecedor o pronosticador de desastres.
Antes de la conferencia de Lusaka, se nos dijo que ese paso era muy grave y que existía el problema de la sustitución. Nosotros vamos a estudiar ese aspecto, pero lo haremos no con el carácter negativo, trágico y fantasmal con que muchas veces se ha pretendido atemorizarnos. Hoy día nada puede amedrentarnos, y tenemos conciencia de que si esta acción conjunta se produce, sabremos defendernos en debida forma. Sin duda, el precio que el cobre tiene hoy día constituye la mayor defensa; pero si mañana se produjeran circunstancias peligrosas para nuestros países, apreciaríamos que los señores Senadores y los hombres de cualquier tendencia nos apoyaran. Lo importante es ser decisorios, cuando controlamos el 80 % de la producción de cobre exportable del mundo.
Pero repito no se trata de un instrumento negativo, sino de positivo beneficio de nuestros países, y no para proteger ningún otro tipo de interés.
El fondo del problema planteado ayer quiero terminar con esto radica en las objeciones hechas por los Honorables señores Chadwick y Bulnes Sanfuentes. Respecta de esta materia, deseo pedir al Senado la aprobación de este proyecto de acuerdo. Yo entiendo el alcance de dichas observaciones, pero quiero ratificar formalmente aquí, en nombre del Gobierno, lo que ya expresé en las Comisiones. Lo hago por una razón especial, casi de urgencia: porque, de estos cuatro países, Perú, Zambia y el Congo ya han ratificado este acuerdo, cuyo carácter de convenio se debe a que Zambia, en conformidad a su legislación, debía llegar en sí mismo CIPEC no lo necesitaba a una posición de tratado, como aparece hoy día.
La cuestión está sometida al conocimiento del Congreso como artículo único de un proyecto de acuerdo.
Si la modificación sugerida que es justa se consigna en el acuerdo, implicaría un entorpecimiento.
Por eso, quiero solicitar la colaboración del Honorable Senado para que este proyecto de acuerdo se despache en los términos en que está concebido, y manifestar lo hago como una declaración oficial del Gobierno, para que en la versión del debate quede testimonio de este compromiso que, una vez aprobado el texto de los estatutos del Consejo intergubernamental de Países Exportadores de Cobre, el convenio suscrito en la primera reunión de su Junta Directiva, el Gobierno de Chile, al depositar el instrumento de ratificación, dejará constancia formal, con relación al artículo 30 y demás del estatuto, de que su aprobación es sin perjuicio de las normas constitucionales y legales chilenas.
Reitero mi solicitud a esta Honorable Corporación para que despache el proyecto de acuerdo sin enmiendas. Debo recordar a la Sala que la unanimidad de la Cámara y de las Comisiones unidas de Relaciones y de Minería del Senado dieron su conformidad, en el entendido de que el efecto que se persigue con la modificación propuesta se obtiene de igual manera con una declaración formal del Gobierno de Chile, que se hará en el momento de depositar el instrumento de ratificación.
Por último, deseo que, así como en la Cámara tuve oportunidad de dar cuenta, por iniciativa mía, de todo lo desarrollado en CIPEC en la reunión de Lusaka, en el Senado se lleve a cabo una sesión similar, no sólo para informar sobre cuánto se ha hecho en el exterior así he procedido cada vez que he viajado al extranjero, previa la autorización del Congreso Nacional, sino para hacerme cargo de las observaciones que tanto en esta oportunidad como en otras se han formulado respecto de la política internacional de Chile, sobre todo en lo referente al Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre.
El señor IBAÑEZ.-
¿Por qué no lo hacemos de inmediato?
El señor HALES (Ministro de Minería).-
Para ello necesitaríamos varias horas, señor Senador.
El señor ALLENDE.-
¿A qué hora terminará la sesión?
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Faltan cinco minutos para que concluya, señor Senador.
Tiene la palabra el Honorable señor Chadwick.
El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, el Senado dispone de un informe unánime de las Comisiones unidas de Relaciones y de Minería, que recomienda aprobar sin modificaciones el proyecto de acuerdo tal como lo hizo la Cámara de Diputados, en la inteligencia de que bastaría que el Gobierno se comprometiera a hacer la reserva que el mismo informe señala, en el momento de procederse a la ratificación.
Sin embargo, el Honorable señor Ibáñez, indudablemente en contradicción con el criterio sustentado por el Senador señor Bulnes en las Comisiones Unidas, ha visto en el proyecto de acuerdo la tentativa de crear un cartel internacional que regularía la producción y comercialización de nuestro principal producto de exportación.
Pienso que no estamos en condiciones de tener dudas al respecto. Si fuera cierto lo sostenido por el Honorable señor Ibáñez, sería absolutamente imposible que el Senado de la República despachara en forma precipitada el proyecto de acuerdo aprobatorio de los estatutos del CIPEC ya despachado por la Cámara, pues dejaría al Gobierno en situación de ratificar el convenio.
Sin embargo, ese temor se aleja y no se puede sostener si esta Corporación es terminante en condicionar su acuerdo a la reserva que propusimos en la sesión anterior, en el sentido de que los estatutos del Consejo Intergubernamental de Países Exportadores de Cobre jamás podrán invocarse si contravienen las normas de nuestra Constitución Política o las de la legislación vigente, o futura, ni aun en los casos no previstos en ellas.
Con tal reserva, sin discusión, no tiene cabida el temor de que se vaya más allá de lo que dice el artículo 1°: organismo consultivo de tipo intergubernamental, que en las actuales condiciones parece conveniente.
Lo que nos ha dicho el Honorable señor Ibáñez representa el punto de vista de las compañías productoras, que siempre han sostenido el criterio de que el mayor peligro que amenaza a la industria ,son los altos precios. Por medio de esta posición se ha hecho perder al país centenares de millones de dólares al año.
En estos minutos de que dispongo, me atrevo a preguntar: en un régimen de libertad de mercado, ¿cómo puede continuarse con una política vendedora que no sigue las alternativas del mercado? Porque si limitamos los precios artificialmente y los rebajamos del nivel natural que determinan las leyes del mercado, la consecuencia no será otra que la pérdida de esa diferencia por el país; que habrá un grupo de consumidores privilegiados que podrá tener la materia prima a su disposición, mediante contratos celebrados por los productores, y que otros, a pesar del precio que quieran pagar, no podrán tener acceso a la materia prima que necesitan. Con ese criterio sólo se lograría desalentar cualquier programa de consumo de cobre, ya que lo pondríamos al margen de toda posibilidad de aprovisionamiento.
Me ocuparé de esta materia en el examen de la exposición de la Hacienda Pública, en la parte que trata del tema, porque, para recoger experiencias, es necesario recordar muchos errores. Mientras tanto, es claro que el pensamiento del Honorable señor Ibáñez, contrario al del Senador señor Bulnes, es extraordinariamente peligroso y atenta contra el interés nacional.
El señor NOEMI (Vicepresidente).-
Se levanta la sesión.
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