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- rdf:value = " El señor GUMUCIO.-
En sesiones pasadas, en el debate de otros proyectos, hice presente que la actitud de algunos Senadores de Derecha era muy extraña. Primero, ella aparecía claramente definida en el sentido de echar fuego a la posibilidad de un golpe de Estado, pero después echaban pie atrás al desmentir lo que habían sostenido, restando valor a declaraciones conocidas por la opinión pública y que eran claramente incitadoras a los propósitos golpistas. Ahora, se ha repetido esta actitud: en su primera intervención el Honorable señor Ibáñez señaló que el mandato del Presidente de la República estaba suspendido o, en otras palabras, en interdicción, por haber faltado a las promesas que hizo respecto de la reforma agraria.
El señor IBAÑEZ.-
Dije otra cosa, señor Senador.
El señor GUMUCIO.-
En la segunda intervención expresó que jamás soñaríá en romper el sistema jurídico. En consecuencia, por principio, es enemigo de todo golpe de Estado. Para ello invocó la tradición.
Esa tradición es discutible, porque en los golpes de Estado sucedidos en Chile ha habido intervención de la Derecha. La hubo en 1924, en forma clara, contundente y precisa: todos los partidos de ese sector concurrieron en dicho golpe. Después vino la dictadura del señor Ibáñez. En aquella oportunidad me tocó vivir un hecho vergonzoso que debió sufrir mi padre, a la sazón Presidente de la Cámara de Diputados: fue tomado preso por ese régimen, la Corte negó el recurso de amparo para dejarlo en libertad y su propio partido colaboró con el dictador que ordenó encarcelarlo. Con posterioridad, durante el golpe de Ariosto Herrera, también hubo participación de la Derecha.
Por lo tanto, para mí no tiene ningún valor la tradición de respeto a la juridicidad y contraria al golpe de Estado que invoca la Derecha.
Por otra parte, se ha sostenido que se está llevando al país a una situación de anarquía y destruyéndose la institucionalidad democrática. Eso sí que es curioso. Sería preciso discutir qué institucionalidad se está defendiendo. Yo creo que es la del siglo XIX, época en la cual el derecho de propiedad se consideraba de origen divino, algo sagrado. Toda la legislación chilena gira alrededor de ese criterio liberal, individualista, condenado por el tiempo, por la historia. Ahí están los códigos y la forma como se hace justicia en Chile. Esto, como es natural, recibe el justo repudio de la generación joven.
No estoy suscribiendo cuanto sostienen los jóvenes. Sin embargo, los entiendo. Están asqueados de una sociedad que se basa en una institucionalidad fundada en la injusticia, en la miseria, en el hambre. En consecuencia, considero justo luchar contra esa institucionalidad. Es lógico que lo haga la generación joven, y no sólo ella, sino todos los que tenemos ansias de justicia y paz en el mundo.
Por lo demás, los partidos de Derecha expresaron en 1964 que votaban por el señor Frei por ser el mal menor. Recuerdo que el candidato, mediante una declaración, les manifestó que no comprometía ni una palabra de su programa por ese apoyo. Entiendo que fue así.
A mi juicio, la Derecha es poco agradecida con el Presidente Frei. Yo choqué con él porque tenía la idea de que era débil frente a ese sector, pues hacía transacciones que, en mi opinión, lo desviaban del cumplimiento del programa que prometió al pueblo. Y, cosa curiosa, la Derecha incurre en contradicciones: acusa al Primer Mandatario por actitudes que, a juicio de ella, revelan incumplimiento. Yo lo acuso por considerar que ha sido débil al admitir en su Gobierno a oportunistas, a derechistas que, sencillamente, han desviado todas las posibilidades de que hablaba la revolución en libertad.
El señor OCHAGAVIA.-
Que contesten los democratacristianos o los derechistas del Gobierno. A nosotros no nos corresponde hacerlo.
El señor IBAÑEZ.-
No tiene nada que ver una cosa con otra.
El señor OCHAGAVIA.-
No tenemos a nadie en el Gabinete. Estamos honrados de encontrarnos al margen de este Gobierno.
El señor GUMUCIO.-
¡Caramba que han hecho mal!
El señor OCHAGAVIA.-
¡Cuando se esfume esta Administración....!
El señor GUMUCIO.-
Creo que ello revela ingratitud.
El señor PABLO (Presidente).-
Ha terminado el tiempo de Su Señoría.
El señor GUMUCIO.-
Voto que sí.
"
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