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- rdf:value = " La señora CAMPUSANO.-
Seguramente por haber entrado a la política no hace muchos años, el Honorable señor Noemi no recuerda ciertos hechos, lo cual lo ha inducido a error.
El Gobierno de Dávila se llamó socialista; sin embargo, fue el que derrocó al de Grove. Y como anotaba muy bien el Honorable señor Chadwiek, cuando se elaboró la reforma del Código de Minería, los representantes de los partidos populares estaban encarcelados o relegados en distintas islas del país.
Desde luego, existe diferencia entre un Gobierno que se dice socialista y otro que efectivamente lo es. Situación similar ha acontecido con el del señor Frei: dijo que haría una revolución en libertad; pero los muertos de El Salvador y los habidos en Santiago, demuestran que no es una revolución en libertad.
Se trata de dos cosas diferentes que el Honorable señor Noemi debe comprender.
El señor NOEMI.-
No es efectivo.
La señora CAMPUSANO.-
Las verdades son amargas, y a Sus Señorías les duelen y no les gusta que se las recuerden.
El señor PABLO.-
No es verdad, señora Senadora.
El señor ALLENDE (Presidente).-
Ruego a los señores Senadores no interrumpir.
La señora CAMPUSANO.-
El Honorable señor Noemi ha dicho que el Honorable señor Chadwiek ha tratado de demorar al máximo el despacho del proyecto. No creo que haya sido esa su intención. El Honorable señor Chadwiek tiene conciencia muy clara acerca de la composición actual del Senado; por lo tanto, no podría abrigar la ilusión de que en la iniciativa en debate se aprobaran suS indicaciones, ya que hay mayoría contraria a ellas.
Debo recordar que el Honorable señor Noemi -que fustiga al Honorable señor Chadwiek por la posible demora del proyecto- no reprochó a su colega Tomás Pablo cuando éste trató de demorar al máximo el estudio -no sólo en las Comisiones, sino también en la Sala- del proyecto que beneficiaba a los deudores morosos, iniciativa que en su artículo 38 concedía determinados beneficios a los pensionados.
A los Senadores democratacristianos les agrada utilizar esos recursos, pero les digusta cuando otros sectores del Parlamento los emplean.
El Honorable señor Noemi defendió a la Sociedad Nacional de Minería; pero esta institución -que según, el señor Senador, es tan patriota- nunca elevó su voz protestando por la aprobación de los convenios del cobre, a sabiendas de que con ellos se lesionaban los intereses del país. Este año vence el plazo de vigencia del referéndum salitrero; no obstante, la Sociedad Nacional de Minería no ha manifestado su opinión en el sentido de que debe ponerse término a ese convenio, en beneficio del país.
Tampoco el Honorable señor Noemi ha dicho, por ejemplo, que la Andes Copper, en las provincias que él representa junto con el Honorable señor Chadwiek y la Senadora que- habla -¡esa pobrecita Andes Copper, a la cual se otorgó toda clase de garantías mediante los convenios del cobre!- paga a la modesta Municipalidad' de Chañaral cien pesos por hectárea de mineral trabajada y cincuenta pesos por la no trabajada.
El señor RODRIGUEZ.-
Qué vergüenza!
La señora CAMPUSANO.-
Es una vergüenza, en realidad.
El señor Senador no explicó por qué en los tres años de Gobierno de la Democracia Cristiana no se ha presentado a la consideración del Congreso Nacional la famosa reforma del Código de Minería.
Al patrocinar las indicaciones que presentamos, hemos querido conmover al Senado y al Gobierno expresándoles que ya es hora de que tal reforma se envíe al Parlamento y que no sólo se siga anunciando, pues ya la ofreció el ex Ministro señor Simián cuando defendía los convenios del cobre.
Se habla mucho de la Sociedad Nacional de Minería. ¿A quién representa dicha institución? Las cosas hay que decirlas con claridad. Nosotros defendemos los intereses de la minería nacional, pero también los de los obreros. El Honorable señor Noemi no puede negar que esa entidad -que ataca tan duramente a los Senadores que hemos patrocinado la reforma al Código de Minería- está formada en su gran mayoría por explotadores desvergonzados, que pagan salarios de hambre a sus trabajadores y aun les deben las imposiciones; pero hay algo más: en ciertas empresas mineras los trabajadores no sólo son explotados, sino que también deben desempeñar el papel de relacionadores públicos y encargarse ellos mismos de la venta de los minerales. Muchas veces este hecho ha movido a los parlamentarios a salir en defensa de esos mineros. Personalmente he denunciado que en la mina Mantos Blancos de Punitaqui, a una familia compuesta por ocho, diez o doce personas, se le entregan 70 escudos para vivir durante dos semanas. ¡Estos son los caballeros de la Sociedad Nacional de Minería, por quienes rompen lanzas los señores Senadores!
Me alegro mucho de que el Honorable señor Chadwick haya hecho referencia al documento donde la Sociedad Nacional de
Minería agradece la ayuda que los empresarios del hierro y del cobre le entregan-tan generosamente. Sin embargo, no he visto nunca que esas personas ayuden a los sindicatos, a las organizaciones femeninas o a la Central Única de Trabajadores. ¿Por qué, entonces, auxiliar generosamente a la Sociedad Nacional de Minería?" ¡Ah, porque les defiende sus intereses! Para muestra, un botón: la Bethlehem -una sola empresa- se llevó del país, en 54 años, 91.874.000 toneladas métricas de hierro por un valor de 970 millones de dólares. Por esta razón ayuda a la Sociedad Nacional de Minería, como una forma de justificar la explotación de las riquezas que se está llevando de nuestro país.
A mi juicio, el Honorable señor Noemi debió haber comenzado por la última parte de su intervención, diciendo que ellos, en realidad, también están interesados en la reforma del Código de Minería. Considero que debería enviarse un oficio al Gobierno, para solicitarle el pronto envío del proyecto respectivo.
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