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- rdf:value = " El señor RODRIGUEZ.-
Señor Presidente, a mí tampoco me extraña la intervención del Honorable señor Pablo sobre el viaje del Presidente del Senado y camarada de partido, el Senador Allende. El colega demócrata cristiano pertenece al sector más conservador de su colectividad política y, sin duda, tiene que ser refractario a estas iniciativas de solidaridad revolucionaria de los partidos de extrema Izquierda del país.
El viaje del Presidente de la Corporación -puedo decirle con orgullo- obedeció a una resolución de nuestro partido, unida a la indeclinable voluntad del Senador Allende de prestar, en cada oportunidad, la máxima colaboración a los movimientos e individuos que pertenecen a las vanguardias revolucionarias de América Latina.
Sabemos bien que, en ausencia del Presidente del Senado, se produjo, como recordó el Honorable señor Teitelboim, la orquestación de todo el vocinglerío noticioso del Gobierno, la reacción y el imperialismo. En esto llevó la batuta, por supuesto, el diario "El Mercurio", viejo vocero y negador de todas las aspiraciones renovadoras de nuestra nación. Y junto a ese diario, por cierto, estuvieron "La Nación" "La Tercera", Radio Sociedad Nacional de Minería y todos aquellos medios publicitarios controlados, en una forma u otra, por los consorcios económicos del país. Y en definitiva, los hilos estaban bien movidos por la propia Embajada yanqui.
Por lo tanto, para los socialistas no ha sido una sorpresa la intervención del Honorable señor Pablo.
Ya anteriormente, con bastante habilidad, los democratacristianos utilizaron la campaña del miedo, del terror y también del desprestigio personal del Honorable señor Allende, en el curso de la última elección presidencial. Hoy la han renovado con furia, cuando vieron manifestarse, con mucho vigor y honestidad, la solidaridad con un grupo de perseguidos por la oprobiosa dictadura boliviana.
Sin perjuicio del debate sobre esta materia, que nosotros también esperamos con interés, quiero sintetizar mi pensamiento esta tarde para rechazar las críticas formuladas por los Honorables colegas Pablo y Bulnes respecto del viaje del Presidente del Senado y expresar que él obedeció a una decisión propia de la voluntad soberana y autónoma del Partido Socialista; que estamos satisfechos con la misión cumplida por el Honorable señor Allende al acompañar a los guerrilleros; que nos encontramos muy alegres, no sólo por haber rescatado las vidas de esos combatientes de la persecución de que eran objeto en Bolivia, sino también por haberlas resguardado de las ya conocidas tentativas de la Central de Inteligencia Norteamericana, que nunca ha medido sus intimidaciones y atentados para segar las vidas de los mejores luchadores de pueblos y continentes atrasados.
Por eso -repito-, estamos legítimamente orgullosos de la gestión realizada por el camarada Allende. Será él quien, personalmente y en el momento oportuno; podrá esclarecer mejor esta situación. Estamos ciertos de que, con su enorme conciencia política y gran poder intuitivo, nuestro pueblo ha comprendido esta misión de honor del Honorable señor Allende, en aras de una solidaridad internacional que nunca hemos negado y que volveríamos a manifestar en caso de repetirse esta llegada a Chile-país que se califica como asilo contra la opresión- de cualquier adversario o enemigo de las horrendas dictaduras que, por desgracia, asolan nuestro continente.
El propio colega señor Allende ha reconocido la deferencia de las autoridades policiales y administrativas en el curso de su viaje, lo cual yo reitero esta tarde. Parece que ellas entendieron mucho mejor que el Honorable señor Pablo cuál era su deber y el nuestro.
El señor ALLENDE (Presidente).-
De acuerdo con las atribuciones del Presidente del Senado, citaré, cuándo lo estime oportuno, a una sesión especial, dentro de un tiempo breve.
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