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- rdf:value = " El señor TEITELBOIM.-
Señor Presidente, a escasas horas del comienzo de la votación, no se sabe aún a ciencia cierta cuál es el resultado que va a decidir la suerte del proyecto de reajustes.
Se ha creado un ambiente de suspenso, un clima de incertidumbre y de rumores que, como sucedió con los convenios del cobre, dejó la resolución entregada a un acuerdo de último minuto. Así lo acaba de ratificar el señor Ministro de Hacienda en la Sala.
A los comunistas, ésta no nos parece la mejor forma de legislar ni la actitud más seria de proceder en asuntos de magnitud nacional, porque, como lo expresó ayer el Secretario General de nuestro partido, SenadorLuis Corvalán, el Gobierno y, sobre todo, el Presidente de la República deben mandar en lo posible al Congreso proyectos de tanta importancia cuando tienen la evidencia de una aprobación, aunque para ello sea necesario una consulta previa, de modo de adecuar su texto a la seguridad absoluta de que el Parlamento habrá de decidir positivamente.
La divisa primordial: defensa de los trabajadores.
Más allá del juego político, fieles a nuestra responsabilidad de siempre, en hora oportuna nuestro partido estudió el proyecto en debate, que primitivamente no era de reajuste, pues contenía muchas disposiciones extrañas, en especial, una que hacía vano y sin sentido el derecho de huelga, conquista fundamental de la clase obrera, sagrado para nosotros. Otra que instituía un fondo de capitalización forzoso que, junto con obligar a ahorrar a quienes nada tienen, establecía un pago parcial, no en dinero, sino en papeles nominales, de dudoso respaldos e inútil o incierto destino, que, por cierto, no ayudan a comer. La actitud de nuestro partido fue por entero contraria, y la oposición del pueblo, grande. Hubo un paro nacional de envergadura extraordinaria. El proyecto naufragó y con él se fue a pique un Ministro, el señor Sergio Molina, demasiado adicto a las decisiones del Fondo Monetario Internacional y a los esquemas obsoletos de una economía política que, en materia de inflación, no ve otros culpables que los pobres.
Su sucesor, precedido de resonante fanfarria de propaganda, uno de los supersabios de la Alianza para el Progreso, no hizo otra cosa que empeorar el proyecto: mantuvo sus disposiciones más regresivas, amenazó gravemente los derechos más elementales de los trabajadores y se propuso disminuir los fondos para la reforma agraria.
Episodios significativos.
El señor Sáez sostuvo conversaciones con diversos partidos, incluso el nuestro, porque nosotros no tenemos miedo de conversar con nadie, ya que nuestros principios son tan firmes y sólidos, que podemos mantenerlos ante cualquiera. Y fue un diálogo entre sordos, porque él contó su película, escuchó con aparente deferencia al interlocutor, le entraron sus palabras por un oído y le salieron por el otro, y no aprovechó nada de ese diálogo. O sea, fue un soliloquio, un monólogo de un Ministro que tenía ya su definición absolutamente cerrada e intransigente.
Su gloria era el artículo 66, establecer el ahorro obligatorio y suprimir el derecho de huelga y en el hecho fue el símbolo lo más reconcentrado de la ofensiva contra los trabajadores. Pero este artículo fue derrotado por la lucha del pueblo, y a ello contribuimos decididamente. Y también el Partido Comunista contribuyó, como lo ha reconocido toda la prensa de Chile y del exterior que se ha preocupado de este asunto, a que renunciara el reaccionario MinistroSáez.
Y así, en virtud de ello, la iniciativa en referencia pasó a ser fundamentalmente un proyecto de reajuste, profundamente defectuoso, como todas las legislaciones similares que se han propuesto en nuestro país, sobre todo aquellas que pretenden compensar en menos del alza del costo de la vida la pérdida en las remuneraciones de los trabajadores.
Un paso previo indispensable.
Atentos a la necesidad material, viva, cotidiana de los asalariados de contar con alguna compensación del despojo, como punto de partida en su combate, siempre en este Congreso se han aprobado en general las ideas de legislar sobre la materia. Nunca hemos rechazado la idea de legislar, y el pueblo lo ha comprendido. Sin embargo, jamás esa decisión nos ha amarrado para que luchemos en la discusión particular que no es posible si no hay aprobación en general a fin de derribar todos los artículos regresivos de que están cuajados tanto este proyecto de reajuste como los del pasado. Esa es nuestra posición.
Por eso, el Partido Comunista anunció que votaría en el Senado como lo ha hecho siempre en el Parlamento: a favor de la idea de que la gente tenga un reajuste, porque lo otro significa hacer el negocio y el caldo gordo de los dos patrones de este país. Si no hay ley, en el sector privado ganan los empresarios, los fabricantes, los capitalistas particulares, porque no están obligados por ley a entregar ningún reajuste, ¡y nosotros no estamos dispuestos a ser cómplices de los capitalistas avarientos! Y el otro que gana es el patrón número dos, o el patrón número uno de este país: el Estado, el Fisco, que se pone duro con los trabajadores del sector público y es tan generoso con las compañías del cobre; porque sin reajuste del sector público, naturalmente, se le alivian los problemas fiscales, aunque todos los hogares proletarios y los de los empleados de la Administración Pública tengan que sufrir hambre y penuria mucho mayores.
Votaremos todas las indicaciones favorables al pueblo.
Por esa razón hemos votado en general este proyecto; por esa causa vamos a luchar denodadamente, si se aprueba la idea de legislar, por eliminar sus vicios y las injusticias que son muchas contra respetados, amplios y poderosos sectores de nuestra vida nacional: los trabajadores del sector público. Votamos en general, porque el rechazo de la idea de legislar en el Senado podría significar que no hubiera ningún tipo de reajuste.
Aquellos que piensan que el Partido Comunista necesariamente va a sacar las castañas del fuego con la mano del gato en la Cámara de Diputados, aportando sus votos para completar los dos tercios necesarios para la insistencia, están sobregirados en la apreciación de nuestros compromisos. Porque no hemos contraído otro compromiso ante el país, ante los obreros, ante los empleados, ante los trabajadores, ante el pueblo, y no ante el Gobierno que aprobar la idea de legislar en el Senado, para hacer posible la discusión particular y para que la gente tenga algún reajuste. Y creemos también que lo decisivo no es el Parlamento en último término, sino la lucha del pueblo, ya que hemos echado abajo, con todos los trabajadores y los elementos de avanzada de este país, la prohibición virtual del derecho de huelga, y ello permitirá a los asalariados, mediante su propio combate, mejorar las condiciones que se obtengan con este reajuste, que, por cierto, es del todo insuficiente.
Nos parece que en el fondo de las múltiples organizaciones sindicales y gremiales existe la comprensión profunda de que no se puede rechazar el reajuste para hacer más ricos a los patrones y ahorrar problemas fiscales al Estado, a costa de la mayor pobreza de los trabajadores. Lo sabemos porque hemos recibido centenares de indicaciones creo que las han recibido todos los Senadores de parte de muchos dirigentes sindicales y otros organismos, para la discusión particular y, repito, no habrá discusión particular si no hay aprobación previa y general; porque la gente tiene que comer y vivir y porque los trabajadores, con su lucha» mejorarán estas condiciones, que son dramáticas para un pueblo que vive en un régimen capitalista.
Lo obtenido por la acción organizada.
Pensamos que era necesario defender al millón 550 mil trabajadores del sector privado que no tienen convenio colectivo, fallo arbitral o acta de avenimiento. Ellos no habrían obtenido, sin nuestra intervención y nuestro combate, un reajuste general mínimo de 21, 9% desde el 1º de enero respecto de los sueldos y salarios vigentes al 31 de diciembre. También, para los trabajadores de la construcción hemos conseguido el restablecimiento del tarifado que rigió en 1966, con 40% de reajuste. Y para los de los sectores público y privado que no tienen asignación familiar de reparto, se ha logrado, mediante la lucha general nosotros dentro, 21, 9% de reajuste de las asignaciones familiares, desde el 1° de enero.
También queremos legislar para que las Fuerzas Armadas y Carabineros obtengan el mejoramiento que les fija el proyecto; y los médicos, los términos de aumento convenidos con ellos...
El señor ALLENDE (Presidente).-
Señor Senador, lamentablemente ha terminado el tiempo del Comité Comunista.
El señor TEITELBOIM.-
Pediría que algún Comité tuviera la gentileza de darme algunos minutos.
El señor PABLO.-
El Comité Demócrata Cristiano le cede cinco minutos.
El señor ALLENDE (Presidente).-
En el tiempo cedido, puede continuar Su Señoría en el uso de la palabra.
El señor TEITELBOIM.-
Consideramos ignominioso que el Gobierno proponga un reajuste en dinero de sólo 12, 5% para un tercio de los servidores públicos, a pesar de que las propias cifras oficiales aprecian en 21, 9% el aumento de los precios al consumidor y de tratarse de cálculos castigados.
Condenamos como injusto y abusivo el hecho de que en el proyecto figuren con este reajuste irrisorio los maestros, Correos y Telégrafos, los trabajadores de la Salud, los pensionados del Servicio de Seguro Social, etcétera. Como siempre lo hemos hecho, los comunistas lucharemos para que haya la mínima justicia retributiva que merecen.
¿No hay dinero?
"No hay dinero", ha contestado el Gobierno. Sin embargo, nuestro partido, en varias conversaciones con diversos Ministros, ha concretado verbal y documentadamente financiamientos estudiados con rigor científico, pero que involucran, eso sí, como lo dijo Luis Corvalán, un cambio de política general y de orientación financiera que, en esencia, significa buscar recursos donde los hay y no donde no existen ni para hacer cantar a un ciego, tratando de hacer pagar todos los problemas fiscales del erario precisamente al trabajador, al pobre de santidad.
El culpable de la inflación no es el pueblo, no es Juan Verdejo. Es una colosal mentira que los salarios reajustados en conformidad al alza del costo de la vida o en una proporción superior sean la causa fundamental del proceso inflacionario. Eso lo han dicho aquí muchas veces varios parlamentarios de las bancas de Gobierno, pero tal afirmación ha merecido respuestas diversas de Senadores de todos los partidos.
Inflación y remuneraciones.
Quiero volver a decir algo que ya se ha recordado. El propio Instituto de Economía, presidido entonces por el Ministro de Hacienda que fue don Sergio Molina, en su estudio "La Economía de Chile en el Período 19501953", señala los siguientes datos, que destruyen por entero esa teoría falaz y regresiva: en 1949 hubo en Chile una inflación de 20, 6% y al final del año, se dio un reajuste de 25%, o sea superior en 4, 5 % al aumento del costo de la vida. Y bien, ¿qué pasó al año siguiente? ¿La inflación se desató, se volvió loca? No, bajó a 16, 76%. Posteriormente, en 1951, el reajuste otorgado fue de 30%, y en el año siguiente la inflación bajó a 12, 1%. En 1954, la inflación fue de 71% y se otorgó un reajuste de sólo 58%?. Entonces la inflación subió a 84%. O sea, dándose un reajuste menor al alza del costo de la vida, el ritmo inflacionario fue mayor.
La teoría en comentario es anticuada, completamente fracasada; es una teoría inventada por los ladrones de levita, por las grandes compañías del cobre, por los usurpadores del salitre, por aquellos que inventaron, hace ya un siglo, en Chile este negocio supremo de la inflación, que ha consistido en robar los salarios a la gente para aprovecharlos ellos y en decir des, pues: "Ustedes son los culpables, los pobres, gastan demasiado en medio de su miseria".
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