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El señor ALLENDE (Presidente).-
Puede usar de la palabra el Honorable señor Fuentealba.
Su Señoría dispone de siete minutos.
El señor FUENTEALBA.-
Señor Presidente, dispongo de muy breve tiempo.
El hecho de haber oído esta tarde algunas afirmaciones, muy repetidas, de algunos señores Senadores, me ha movido a intervenir en un debate en que realmente yo no pensaba participar. Lo hago con la convicción más absoluta de que a la opinión pública, en general, y a los sectores de trabajadores de todo el país, en particular, no les importan tanto nuestras discusiones como el hecho real de que pronto el Congreso Nacional legisle sobre un reajuste, cualquiera que sea en definitiva el monto o porcentaje, forma o alcance que él tenga.
Aquí se han hecho afirmaciones repito que nosotros tenemos una vez más que desmentir, porque se insiste en criticar al Gobierno y en hacerle cargos que nosotros, a menudo por dejación y porque los hemos contestado en alguna oportunidad, no volvemos a contestar, lo cual, de nuestra parte, a mi juicio, es una mala política.
En mi opinión, cada vez que lo señores Senadores, aunque sea repetidamente, hacen afirmaciones carentes de efectividad o nos formulan cargos injustos, tenemos la obligación de contestarles, máxime cuando existe expectación en torno del debate que en estos instantes se realiza.
Aquí se ha dicho, una vez más lo expuso, en forma casi dramática el propio Presidente del Senado, a quien todos reconocemos sus magníficas dotes oratorias, que este reajuste lleva ya seis meses de tramitación. Con ello se quiere señalar en este hemiciclo y ante la faz del país que el Gobierno se encuentra remiso, en mora de cumplir la obligación que tiene de legislar sobre los reajustes en la forma más urgente y oportuna posible. Sin embargo, ésta es una afirmación doblemente injusta. Lo es, porque, en primer término, esta Administración, los años anteriores al actual, ha enviado al Parlamento las iniciativas de reajustes en forma oportuna y a comienzos del año, para que éste legisle sobre el particular. Y en lo que toca a este año, el proyecto primitivo, como consta a toda la opinión pública lo ha reconocido el señor Presidente de la Corporación en su discurso, y también deben hacerlo todos los sectores, fue enviado en noviembre de 1967. Es decir, en época más que oportuna. De manera que si en aquel entonces ambas ramas del Congreso hubieran aprobado la idea de legislar, no obstante su desacuerdo con algunas disposiciones de la iniciativa, hace mucho tiempo que habríamos despachado los reajustes para los sectores público y privado.
Respecto de un cargo que nos hacía el Presidente del Senado, quiero recordar que junto con enviarse al Congreso la referida iniciativa, se discutía en éste la ley de Presupuestos de la nación y que, con motivo de ese debate, hubo, por supuesto, una amplísima exposición de la Hacienda Pública hecha por el Ministro del ramo. Por lo tanto, a propósito de la discusión de este proyecto de ley, todos los señores Senadores tuvieron conocimiento acabado de la situación económica general del país. Por consiguiente, no es valedero decir en esta oportunidad que el Gobierno debió comenzar por hacer una exposición de la Hacienda Pública, a fin de que el país conozca la situación económica actual, en circunstancias de que ella se hizo hace sólo tres meses sobre la materia existe un libro impreso, y de que tanto en la Cámara como en el Senado hubo una lata discusión del proyecto de ley de Presupuestos, que precisamente giró en torno de la situación económica general del país. ¿Y qué pasó con ese primer proyecto? ¿Fue culpa del Presidente de la República, del Gobierno, de la Democracia Cristiana, que, aprobado ya por la Cámara de Diputados, hubiera sido luego forzoso retirarlo del Senado, por ser evidente que en esta Corporación sería rechazado por la mayoría?
Por supuesto, no es culpa del Primer Mandatario ni del Ejecutivo, pues uno y otro tienen el deber de presentar los proyectos de reajustes, como cualquiera otra iniciativa legal, no de acuerdo con el criterio imperante en la Oposición, sino con el predominante en las esferas de Gobierno, con el que sustenta la política económica de éste. De acuerdo con ese criterio, consecuente con esa política, el Jefe del Estado sometió a la consideración del Parlamento determinado proyecto de ley, y con ello no cometió falta alguna.
A su vez, el Senado se opuso a la aprobación de esa iniciativa. Fue la actitud que hacía evidente el rechazo de la idea de legislar siquiera sobre los reajustes lo que movió al Ejecutivo a retirar ese proyecto y a enviar uno nuevo.
Es cierto que el Senado también hace uso del libre juego que la democracia le permite y la Carta Fundamental establece. Reconozco que los señores Senadores de la Oposición, que son mayoría, tienen derecho a juntarse todos, aunque tengan las más discrepantes ideas y sean irreductibles e implacables adversarios unos de otros, como aquí se dice; sin embargo repito, tienen derecho a unirse para impedir que el Gobierno legisle de acuerdo con su criterio.
Pero no se diga que el Ejecutivo es culpable de esa demora por haber retirado dicho proyecto. La verdad es que esa tardanza ha tenido una causa muy natural, aceptada en nuestro juego democrático, cual es el hecho de que la mayoría se opuso a su aprobación.
Y así fue como se envió el segundo proyecto. Ahora nos encontramos, para resumir, con que ya no son muchos los minutos que restan para votarlo. No obstante, hasta el último momento, todos hemos estado en duda todavía lo estamos acerca de la suerte de la votación general de esa iniciativa.
¿Es culpa del Presidente de la República o del Gobierno? No, señores Senadores. Una vez más, es, simplemente, debido a que el sistema de legislar existente en Chile adolece de deficiencias, vacíos y defectos que hacen imposible que un Gobierno, elegido por una mayoría tan ostensible como lo fue el actual, pueda poner en práctica sus ideas y planes económicos, ya que toda una gama de disposiciones constitucionales y legales permiten a la Oposición unirse para boicotear esa política.
Por lo tanto, es absolutamente injusto decir que este Gobierno es culpable de las demoras. No las ha habido, ni en los años anteriores ni ahora. Y la que estamos presenciando en estos momentos deriva, simplemente, de este juego que permiten nuestras leyes constitucionales.
Es evidente que los legisladores, los partidos políticos y el Gobierno mismo estamos dando un espectáculo ante el país y que la opinión pública reclama mayor eficiencia de parte de todos nosotros.
Es este juego que no termina nunca lo que obliga a un Gobierno a entenderse, a buscar apoyo. Hace un instante, el Honorable señor Rodríguez, por una parte, se anticipaba a criticar la posibilidad de que el señor Ministro de Hacienda tuviera conversaciones en los pasillos y, por otra, nos hacía el cargo de que estábamos demorando la legislación. ¿En qué quedamos, entonces?
El señor RODRIGUEZ.-
No he dicho lo último, señor Senador.
El señor FUENTEALBA.-
El señor Ministro debe recurrir a todos los procedimientos que le proporciona este sistema, lleno de defectos, para buscar y obtener una mayoría que permita aprobar la idea de legislar. Y es esto lo que a muchos hace dudar de la eficacia del régimen democrático.
Yo soy profundamente demócrata. Creo que la democracia es el mejor sistema de gobierno que pueda existir. Pero estoy absolutamente convencido de que en nuestro país adolece de defectos fundamentales. Por eso, comparto la opinión del Presidente de la República en el sentido de que es muy urgente introducir reformas constitucionales que eliminen estos males, los mismos que hacían decir a Churchill, con razón, que la democracia es la peor forma de gobierno, con excepción, naturalmente, de todas las demás.
En seguida, quiero referirme al hecho que ahora estamos presenciando: por primera vez en nuestra historia legislativa nunca había sucedido antes, un proyecto de reajustes es rechazado en general. Las actitudes más extremas y duras que hubo en contra de proyectos de reajustes anteriores consistieron, cuando más en abstenerse de votarlos, pero no en poner en peligro la idea de legislar.
Repito: ésta es la primera vez. Y sobre este particular comparto plenamente las opiniones vertidas aquí por el Honorable señor Teitelboim, reiteradas y corroboradas por el Honorable señor Luengo, en el sentido de que este Congreso tiene la obligación moral de aprobar la idea de legislar. Por lo demás, cuenta con los procedimientos constitucionales necesarios para reunir la mayoría que le permita introducir enmiendas al proyecto en aquellas partes discordantes con sus opiniones.
Por consiguiente, no se nos diga tampoco que existe la posibilidad de que la Cámara de Diputados imponga en definitiva su criterio, porque, como señaló también el Honorable señor Luengo, con precisión y exactitud, es efectivo que si aquí se unen quienes están tan interesados y a la vez escandalizados con este proyecto, en la discusión particular podrán introducir las enmiendas que deseen.
No deseo hacer afirmaciones gratuitas y falsas. Tengo a mano una comunicación que es un verdadero certificado de la Oficina de Informaciones de esta Corporación, en la cual se deja constancia de que nunca antes en el Parlamento se votó en contra de la idea de legislar.
Además, a raíz de ese certificado, salta a la vista que casi todas las leyes de reajustes dictadas por Gobiernos anteriores fueron despachadas en julio, octubre, noviembre o diciembre. Ese es el caso de lo ocurrido con el Partido Radical, al cual recordaba en días atrás que ellos habían aprobado, no un reajuste, sino una bonificación, en diciembre de 1960, para compensar por supuesto que no compensaron nada, cosa que debe haber molestado mucho al Honorable señor Baltra en ese mes la pérdida del valor adquisitivo experimentada por los salarios en los años 1959 y 1960.
El señor BALTRA.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor FUENTEALBA.-
Cuando uno observa estas actitudes inconsecuentes; cuando partidos que han sido Gobierno, que han despachado las legislaciones con mucho mayor atraso que el nuestro y no han otorgado reajustes equivalentes al ciento por ciento del alza del costo de la vida, sino muy inferiores a ese porcentaje, vienen aquí a rasgar vestiduras, y cuando surgen todos estos obstáculos, uno tiene derecho a pensar y a decir, como lo hago de acuerdo con el documento que he citado al respecto, sería interesante, como expresé hace días atrás, que tuviéramos un amplio debate político, porque allí se consignan materias interesantes,...
El señor ALLENDE (Presidente).-
Vamos a solicitar la sesión del caso, señor Senador.
El señor FUENTEALBA.-
... que aquí, en verdad, sólo existe, de parte de todos los sectores de la Oposición, el propósito de impedir que el actual Gobierno continúe; de producir su caída y de desconocer lo hecho por la actual Administración, pese a todas las dificultades, en materia de realizaciones, de transformaciones estructurales y cambios, que ningún otro gobierno pudo lograr.
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