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- rdf:value = " El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Este artículo fue objeto de debate durante el segundo trámite constitucional del proyecto, oportunidad en que el Senado planteó su rechazo.
Esta disposición constituye amenaza para un servicio estatal y, en cambio, favorece a una empresa particular que ha venido viviendo al amparo del fisco, o sea, en estado de concurrencia con el telégrafo estatal. La concurrencia significa que el telégrafo comercial instala oficinas sólo en las ciudades donde obtiene con ello utilidades, en circunstancia de que el Estado debe atender a todo el territorio de la República.
Todos los países han tendido a mantener el monopolio estatal de la administración de Correos y Telégrafos. El caso de Chile es la excepción. No hay país en el mundo que acepte el sistema de la concurrencia.
En virtud de este artículo desechado por el Senado y repuesto por la Cámara, el Telégrafo comercial, empresa particular que, como digo, concurre con el Estado, podrá intercambiar comunicaciones con el exterior, supeditando al organismo fiscal. El Servicio de Correos también está sufriendo menoscabo en la tramitación de la correspondencia. Ya son muchas las empresas privadas que transportan cartas y encomiendas, en perjuicio de un organismo estatal.
No hay duda de que la huelga habida en Correos y Telégrafos es una experiencia dolorosa. El conflicto ha durado largo tiempo -más de un mes-, y ha perturbado la atención de las comunicaciones en todo el territorio del país, con daño para el comercio y la industria. El hecho es lamentable; pero la posición del personal tiene una seria justificación a su favor: la existencia nada menos que de un convenio suscrito entre los funcionarios y el Gobierno, en materia de remuneraciones. Los acuerdos en que concurre el Gobierno son convenios de honor que deben ser respetados. El desconocimiento de ellos llevó al personal a un conflicto.
Despachar disposiciones que mellan la respetabilidad de un organismo del Estado, que lo destruyen y lo menoscaban, me parece que es ir demasiado lejos. Mi Honorable colega señor Juliet, igual que el Senador que habla, ha sido Jefe de la Dirección General de Correos y Telégrafos. Ambos conocemos lo que implica robustecer un Servicio estatal y darle todos los medios necesarios para que cumpla con eficiencia y se desevuelva con la dignidad que corresponde a una entidad que al Estado interesa atender, desarrollar y fomentar, y en ningún caso destruir.
Además, el sentido socialista con que en este último tiempo se han despachado leyes para las distintas actividades nacionales es contrario a la destrucción de los organismos fiscales, sobre todo en materia de comunicaciones, dañadas con la creación, por ejemplo, de la Compañía Chilena de Teléfonos y la Empresa de Telecomunicaciones. A ello vendría ahora a sumarse un beneficio, para una empresa particular, que el Senado rechazó anteriormente por unanimidad.
Por ello, pido a mis Honorables colegas mantener el criterio de la Corporación.
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