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- rdf:value = " El señor VALENZUELA VALDERRAMA (don Héctor).-
Señor Presidente, la actitud del Gobierno chileno hacia los guerrilleros expulsados de nuestro territorio vía Tahití, ha motivado una convocatoria a la Organización de Estados Americanos por la representación boliviana en Washington que no podemos menos que calificar de sorprendente y a la que no podemos menos que referirnos en esta alta tribuna de la Cámara de Diputados, del Parlamento chileno.
El Gobierno de Chile está consciente de haber cumplido con su deber, sin haber lesionado convenciones que lo unen al resto de los países de este hemisferio ni principios reconocidos del Derecho Internacional.
Para dejar en claro los fundamentos de su actitud, conviene exponer sumariamente la sucesión de los hechos.
El Gobierno de Chile recibió el 16 de febrero una nota oficial en que el Gobierno boliviano le comunicaba que un grupo de guerrilleros se dirigía hacia Chile. El Gobierno adoptó un severo sistema de vigilancia y los guerrilleros fueron detenidos dentro del territorio nacional siete días después. Se les mantuvo en 'la más estricta reclusión, sin perjuicio de brindarles toda la asistencia material que requerían y que un sentido mínimo de humanidad impone a todo país civilizado.
Es muy conveniente dejar en claro que el Gobierno chileno nunca pensó en solidarizar con los guerrilleros. Por el contrario, dejó establecido que repudiaba la fórmula política que ellos encarnaban. Más aun, declaró públicamente que su fracaso demuestra que esta clase de movimientos carece de toda significación política y no encuentra eco en los países latinoamericanos.
Parece claro, entonces, que no debe confundirse el trato humanitario recibido por los guerrilleros con el apoyo a las guerrillas como método político. Mucho menos debe asociarse este tratamiento con algún tipo de oposición al actual Gobierno de Bolivia. Chile tiene el más alto respeto por el derecho de autodeterminación de los pueblos y todo lo que ocurre dentro de las fronteras bolivianas sólo atañe a los bolivianos. Mal puede permitirse, entonces, el Gobierno chileno criticar en alguna forma las medidas tomadas por el Gobierno boliviano dentro del territorio de su país.
Al tomar el Gobierno de Chile la decisión de expulsar a los guerrilleros de su territorio, estuvo muy lejos de intentar fomentar guerrillas en América Latina o propiciar cualquier tipo de penetración armada desde Cuba. Al contrario, los guerrilleros entraron al país y salieron de él sin armas, con destino a la Europa oriental. No está dentro de las posibilidades del Gobierno chileno el asegurar el destino final de los guerrilleros expulsados. Con todo, el punto de expulsión está lo suficientemente alejado de nuestro hemisferio como para desechar, en forma definitiva, la idea de que el Gobierno chileno pudo favorecer, de algún modo, la continuación de las guerrillas.
Precisamente por eso, no cabe invocar, como lo hace la representación boliviana en Washington, la Resolución VI de la 12ª Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, que recomienda el control de la salida o entrada de hombres, armas o equipos procedentes de Cuba y destinados a fines subversivos. El Gobierno chileno mantuvo, y mantiene aún, el control debido, y las medidas que adoptó con los guerrilleros capturados, según ha quedado demostrado, no tendieron, en absoluto, a asegurar la subversión.
Chile no admitirá críticas del Gobierno boliviano, ni de ningún otro gobierno, al carácter democrático de nuestro régimen político. Entre las características de este régimen está el respeto a los derechos humanos, que ocupa un lugar preferente entre las normas que inspiran nuestro ordenamiento jurídico.
Ahora bien, es de conocimiento público que el derecho de todo ciudadano a regresar a su patria está expresamente contemplado en la Declaración de los Derechos Humanos, suscrita por todos los países afiliados a las Naciones Unidas, incluso Bolivia. Chile, al decretar la expulsión de los guerrilleros, no hizo más que cumplir con una convención internacional, a la cual parece difícil discutir su sello humanista.
El Gobierno chileno cumplió, pues, con todas las normas vigentes del Derecho Internacional, y debemos lamentar que un equívoco de esta naturaleza pueda empañar las relaciones entre Chile y Bolivia, fortalecidas, en este último tiempo, por proyectos comunes, como la sub región andina. Sólo queda esperar que el sentido común no tarde en disipar este malentendido promovido por Bolivia.
Señor Presidente, en relación con ese asunto a que me estoy refiriendo, creo de extrema importancia que en los anales de esta Cámara queden recogidas las palabras que expresara el Embajador de Chile ante la Organización de Estados Americanos, señor Alejandro Magnet, quien, al contestar al Embajador boliviano, lo hizo en los siguientes términos, que paso a leer textualmente:
"Chile -dice el EmbajadorMagnet- tiene experiencia histórica y tradición política que mantener. Más de algún país vecino sabe como, desde antiguo, los perseguidos encuentran en Chile una tierra hospitalaria. No pretendo, por cierto, comparar a los cinco individuos de que ahora se trata con figuras tan ilustres como las de Alberdi o Sarmiento, sino destacar el hecho de que, por una honrosa tradición, las fuerzas que custodian las fronteras de Chile no han de rechazar nunca a culatazos a los que buscan amparo bajo las leyes de la República.
"¿Está preocupado el Gobierno de Bolivia porque Chile no le entregó los cinco fugitivos? A esta pregunta se responde con otra que es la más rotunda respuesta: ¿Por qué no lo pidió, invocando el Tratado de Extradición de 1910? ¿Por qué, incluso, anunció que no pediría la extradición?
"¿Está preocupado porque Chile no condenó o redujo a prisión a individuos que, según las leyes chilenas, no podrían ser procesados en Chile? Sería evidentemente preocupación indebida y hasta sospechosa, que no tengo derecho a suponer. ¿O preocupado porque Chile no retuvo en su territorio a esos "peligrosos guerrilleros", legalizando su permanencia?
"Primero, ellos no lo pidieron y, si ellos lo hubieran pedido y obtenido, ¡cómo se nos habría acusado entonces de proteger en Chile la existencia de un peligroso foco de agitación, en Bolivia e incluso en otros países vecinos!
"Sí -continúa el EmbajadorMagnet- obviamente, esos hombres no podían quedarse en Chile, para tranquilidad del propio país y de sus vecinos, ni ser juzgados en Chile; y si Bolivia no los reclamó usando recursos legales a su disposición, no había más remedio que enviarlos a otra parte.
"¿Está preocupado entonces el Gobierno boliviano porque Chile no complicó en este problema a otro Estado miembro de la OEA? ¿A qué país americano hubiese preferido que despachase el Gobierno chileno a esos cinco hombres?
"Es clarísimo que el Gobierno de Chile hizo lo único que moral, legal y políticamente podía hacer y estaba obligado a hacer, cumpliendo así con compromisos internacionales y con normas de buena convivencia americana.
Chile no acepta recibir lecciones de respeto, de legalidad nacional e internacional, y de solidaridad americana. Ella se perjudica realmente con estas acciones estériles y desmesuradas en que se llega a invocar los artículos 24 y 251 de la Carta que son la base del mecanismo de seguridad colectiva, al que se debe recurrir sólo en casos de extrema gravedad.
"Después de las palabras del señor Embajador de Bolivia -continúa Magnet- me pareció necesario que los señores miembros del Consejo dispusieran de información suficiente sobre lo ocurrido y sobre las razones de hecho y derecho que han guiado la conducta del Gobierno de Chile y la justifican. Lo hacemos por cortesía a pueblos y Gobiernos a los que estamos asociados en esta organización y con los que queremos trabajar en paz y buen entendimiento para superar juntos nuestros graves problemas.
"Este Consejo tiene ya serias preocupaciones y responsabilidades y mucho que hacer. Nuestros trabajos para preparar el proyecto de Convención sobre Derechos Humanos, y posiblemente de Corte ínter-americana de Derechos Humanos, están, por ejemplo, muy retrasados.
"Esperamos con el mayor interés el resultado de la reciente reunión del Consejo Interamericano Cultural en Maracay.
"Precisamente, en estos mismos momentos, en este mismo edificio, se desarrolla una reunión de expertos para estudiar el financiamiento de la integración latinoamericana, en la que he visto participar a varios señores representantes que se encuentran aquí; para ellos, como para todos en fin, una sesión como ésta resulta anti climática. Me atrevo a decir también que para la opinión pública latinoamericana tampoco aparece como de las más constructivas. Alcémonos a nuestra verdadera tarea, dejémonos de perseguir cinco guerrilleros".
Así termina el Embajador chileno ante la OEA, Alejandro Magnet, la exposición que hizo para contestar los cargos antojadizos del Embajador boliviano ante ese organismo.
Sólo nos resta hacer una brevísima reflexión, frente a esa absurda y desatinada intervención del Gobierno boliviano. ¿Qué esperaba Bolivia? ¿Que Chile matara a los guerrilleros? ¿Que Chile le entregara los guerrilleros? ¿Que Chile enviara a los guerrilleros a los países limítrofes? ¿O que Chile cumpliera con los acuerdos internacionales y diera aplicación práctica a los principios del derecho internacional y a los principios básicos y esenciales de la solidaridad humana?
Si lo primero, que Chile matara a los guerrilleros, quiere decir que Bolivia no entiende nada, ni de derecho humano, ni del espíritu libertario de los chilenos.
Si acaso esperaba que Chile enviara a los guerrilleros a los países limítrofes, creándoles problemas a éstos y a los propios guerrilleros, tampoco entiende nada de lo que es el sentido humanitario; porque esos hombres, ilusionados por una idea que no compartimos, al llegar a Chile esperaban respeto a su condición de hombres. Y bien sabemos que colocándolos en la frontera de nuestros vecinos, se ponía en peligro sus vidas. Por ello, porque Chile tiene en la médula, en la esencia, en el alma de su pueblo, sin distinción de credos o banderías políticas, este respeto al ser humano, todos los chilenos, también sin distinción de credos y banderías políticas, han aplaudido la actuación de nuestro Gobierno, que ha interpretado el más hondo sentir nacional en esta materia. ¡El camino que siguió Chile es el único camino que puede seguir un país civilizado como el nuestro!
Por estas razones, creo de justicia que esta rama del Parlamento, la Cámara de Diputados, la más alta tribuna del pueblo, haga llegar su voz de solidaridad al Gobierno, a través del Ministro de Relaciones Exteriores, para decirle que en este ataque absurdo de Bolivia, nosotros respaldamos la actitud asumida por él; que rechazamos con toda energía esta intromisión indebida de Bolivia en nuestros asuntos, en la calificación de nuestros actos ; y que, en el respeto de los derechos humanos, todos los chilenos estamos de pie junto al Gobierno, que ha sabido interpretar cabalmente el espíritu nacional en este asunto.
Quiero pedirle también, señor Presidente, que en el oficio que se envíe en este sentido al Ministro de Relaciones Exteriores, se haga presente una palabra de felicitación para nuestro Embajador en la OEA, don Alejandro Magnet, por las claras, atinadas, valientes y precisas palabras con que supo defender la dignidad de nuestra patria, en relación con este incidente a que me he referido esta tarde.
Gracias, señor Presidente.
El señor STARK (Vicepresidente).-
En el nombre de Su Señoría y en la forma solicitada, serán despachados los oficios a Su Exceelncia el Presidente de la República y al señor Ministro de Relaciones Exteriores.
"
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