-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/595550/seccion/akn595550-ds21-ds67-ds68
- bcnres:tieneTipoParticipacion = bcnres:Intervencion
- bcnres:tieneEmisor = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3851
- rdf:type = bcnres:Participacion
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- bcnres:tieneCalidad = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/1
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3851
- rdf:value = " El señor DAIBER.-
Señor Presidente, entre el 15 y el 23 de febrero de este año, se celebró en Maracay, Venezuela, la V Reunión del Consejo Interamericano Cultural de la Organización de Estados Americanos.
Tanto por el alcance de los temas tratados, así como por las resoluciones tomadas, he creído de interés informar a la Cámara del desarrollo de este encuentro interamericano.
La delegación chilena estuvo integrada por los señores Patricio Rojas, Subsecretario de Educación y jefe de la delegación ; José Barzelatto, Secretario de la Co. misión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica; Edgardo Boeninger, Decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Chile y Director del Presupuesto; Ernesto Schieffelbein, coordinador de la Oficina de Planeamiento Integral de la Educación; Oscar Agüero, coordinador de Asistencia Técnica Internacional ; Mario Artaza, representante alterno de Chile ante la Organización de Estados Americanos; y el Diputado que habla, en calidad de parlamentario designado por el Ministerio de Relaciones Exteriores.
La "Declaración de los Jefes de Estado Americanos", formulada en Punta del Este en 1967, aun cuando reconoce los extraordinarios avances logrados por América Latina en los últimos 10 años en materia de educación -avances que se han traducido, por ejemplo, en un aumento de la enseñanza primaria que va de 24 millones de alumnos en 1956, a 40 millones en 1965- admite, sin embargo, que es necesario aumentar la eficacia de los esfuerzos nacionales en lo educacional, adaptar los sistemas educativos a las exigencias de un mundo americano moderno y, finalmente, promover la cooperación internacional en esta materia. La misma "Declaración" expresa, por otra parte, textualmente, que "la ciencia y la tecnología son instrumentos de progreso para la América Latina y necesitan un impulso sin precedentes. Este esfuerzo -continúa la Declaración- demanda la cooperación interamericana, dada la magnitud de las inversiones requeridas y el nivel alcanzado por esos conocimientos". Así, los Jefes de Estado, reconociendo la urgencia de estas tareas, decidieron poner en movimiento una acción inmediata, con miras a atender las exigencias de todo un continente con características de ebullición social y en el cual se confunde el comportamiento de generaciones frustradas con el de juventudes dispuestas a cualquier acción.
La Organización de Estados Americanos, por intermedio de su Consejo ínter americano Cultural, escogió un grupo de expertos para que elaboraran un informe sobre las medidas destinadas a incentivar la ciencia y la tecnología, presididos por el conocido investigador argentino Bernardo Houssay; y otro grupo, encargado de delinear los procedimientos que se deben seguir en materia de educación y cultura; éste a cargo de Patricio Rojas.
La reunión de Maracay tenía, pues, por finalidad fundamental conocer estos informes previos y adoptar las medidas que permitieran cumplir con los mandatos emanados de la Reunión de Jefes de Estados Americanos en aquellos precisos campos. A la primera sesión plenaria, que contó con la asistencia de casi todos los Ministros de Educación de los Estados miembros, sucedieron las sesiones de comisiones y subcomisiones encargadas de elaborar la estructura de los organismos ejecutivos que se crearían, estudiar los aspectos financieros y trazar la política de acción en lo educativo y cultural, así como en lo científico y tecnológico. Aunque se estudiaron los proyectos presentados por los Estados miembros, finalmente se vio la conveniencia de ampliar el plazo para tal objeto, y de encomendar esa tarea a los organismos permanentes responsables de los programas en su totalidad.
No es mi ánimo entrar, aquí, en detalles sobre el desarrollo de los ocho días de trabajo. Sólo quiero proporcionar a los colegas, en forma muy sucinta por cierto, alguna información sobre las resoluciones aprobadas finalmente.
El texto de la resolución aprobada en la segunda sesión plenaria, que contiene las conclusiones finales y la estructuración de estos nuevos organismos, es extraordinariamente amplio. Me limitaré a señalar algunas.
En su acápite primero, esta resolución establece que se crearán programas regionales: un programa regional de desarrollo educativo y un programa regional de desarrollo científico y tecnológico, de acuerdo con lo decidido en la "Declaración de los Presidentes de América". En su acápite segundo, ella dice que "el Consejo Interamericano Cultural se adaptará al protocolo de Buenos Aires". Y, para ello, fija las diferentes normas.
En su acápite tercero, establece que el Consejo Interamericano Cultural funcionará en lo operativo y en lo ejecutivo, a través de una Comisión Permanente Ejecutiva. Ella se crea también con una serie de considerandos, limitaciones y exigencias. Y para que esa Comisión Ejecutiva pueda encarar los distintos programas, tanto el programa educacional como el programa científico y tecnológico, se organizaron dos Comités Permanentes ínter americanos. Uno de ellos es, justamente, para que elabore el programa educacional; y el otro, para elaborar el programa científico y tecnológico, adaptándolo, por cierto, a la situación presupuestaria de cada año y a los proyectos que enviaren oportunamente cada uno de los Estados Miembros de la OEA.
Se estableció, finalmente, un fondo especial del Consejo Interamericano Cultural. El acuerdo, a la letra, dice así: "Créase un fondo especial multilateral en el Consejo Interamericano Cultural, para atender al sostenimiento de los programas regionales. El fondo especial será organizado y financiado por este Consejo, bajo cuya autoridad será administrado. El fondo tendrá dos cuentas separadas que se llamarán: Cuenta Especial del Programa Regional de Desarrollo Educativo, y Cuenta Especial del Programa Regional de Desarrollo Científico y Tecnológico".
Continúa, más adelante, estableciendo las normas para el funcionamiento de este fondo, la manera de recaudar las distintas contribuciones de los Estados miembros; por último, contiene disposiciones transitorias que en esta oportunidad no vale la pena mencionar.
Señor Presidente, quiero, en esta oportunidad, destacar que los integrantes de la delegación chilena, excepción hecha de quien habla, por cierto, cual más, cual menos, cada uno en el cargo que le tocó llenar en las comisiones o en las sesiones plenarias, sirvió efectivamente de motor activo y diligente, introduciendo valiosos puntos de vista para acelerar el trabajo y enriquecer las conclusiones. La labor realizada por cada uno de ellos se vio favorecida por una buena sincronización, por un buen trabajo de equipo, por una -yo diría- buena confraternidad entre los miembros de nuestra Delegación, lo que mereció elogiosos comentarios de representantes de los más diversos países.
Motivo de especial satisfacción ha sido también el que prácticamente todas las metas que se había trazado nuestra delegación en las reuniones previas a la partida, finalmente fueran aprobadas en las sesiones plenarias.
Hay, además, un hecho que no puedo dejar de destacar. Los chilenos -y el señor Presidente, que ha salido fuera del país, lo habrá podido comprobar- gozamos entre nuestros hermanos del continente de un prestigio especial, prestigio que viene, por cierto, no solamente de ahora, sino desde mucho tiempo y que atribuyo a nuestra sólida tradición democrática, por un lado, y a la calidad de nuestros planteles universitarios, por otro.
Esto último es muy notorio y me hace pensar en que, a pesar de las dificultades que tienen nuestros planteles de educación superior para satisfacer la demanda de plazas, es indispensable asegurar un porcentaje adecuado de becas para estudiantes latinoamericanos. Los cursos de postgraduados podrían constituir un sustituto parcial, siempre que ellos fueran de la más alta jerarquía, para "motivar" a los extranjeros a visitar nuestras aulas.
Volviendo al tema central, veamos por un momento qué está sucediendo a nuestro alrededor, en nuestro medio latinoamericano, en materia de educación, en ciencia, en tecnología, en investigación y aun en cultura.
¿Acaso no se ha hablado una infinidad de veces, en esta misma Cámara, del éxodo de cerebros del área americana a otros continentes? Algunos oradores han invocado como factor primordial de este problema las bajas remuneraciones que perciben nuestros técnicos y profesionales, en relación con las que ofrecen o pueden ofrecer los países súper desarrollados; y al calificarlos así, me refiero a Estados Unidos y a Rusia, porque el problema, aunque en menor grado por cierto, también se les está presentando a los países europeos; otros, a mi modo de ver con mayor justicia, han señalado en la Cámara, una falta de incentivos intelectuales o una falta de fe en el destino histórico de la América morena.
En fin, pienso que todos tienen razón, que todos estos factores influyen para que esto suceda. Sin embargo, el proceso va en aumento, y el daño futuro está a la vista y a corto plazo.
No hay la menor duda de que el único camino para enfrentar esta triste realidad, de intentar modificar los términos del intercambio intelectual de Latinoamérica con otros continentes, es la integración latinoamericana; esta integración de la cual tanto se ha hablado y que no solamente debe hacerse en lo económico, sino que, por fin, debe traducirse en realidad, justamente en lo educativo, científico, en tecnología, en la investigación y muy especialmente en la cultura. Al decir cultura, hablo no sólo de lo que se refiere a canto, baile, música, pintura y plástica, sino cultura en su significado más profundo: en el sentido de conocimiento claro de la realidad que nos rodea y del enfrentamiento nuestro con esa realidad.
Como países aislados, no estamos en condiciones de salir de este estado de cosas ; y es sólo uniendo esfuerzos de país hermano a país hermano, dentro de Latinoamérica, como tal vez podremos decirles a nuestros educadores que ellos tienen un futuro asegurado; quizá así ellos podrán enseñar las materias adecuadas a las necesidades y con los métodos más eficaces que hoy día se emplean en los países más desarrollados; tal vez así los alumnos quedarán en condiciones de aprender efectivamente; así nuestras universidades les enseñarán, por fin, a pensar como deben pensar en el siglo XX. Quizás así nuestros tecnólogos sean capaces de enfrentar el desafío que nos impone el subdesarrollo, y nuestros investigadores encuentren, en nuestro medio latinoamericano, un saldo de cultivo adecuado para desenvolverse y prosperar como científicos auténticos; y, por sobre todo, que se den las circunstancias necesarias para desarrollar una cultura latinoamericana auténtica, como dije, de profundidad filosófica.
Esto es lo que se pretende a través de una comunidad latinoamericana: unir a todos estos pueblos y hacer que sus esfuerzos mancomunados signifiquen, a la postre, encontrar el destino que América Latina se merece.
Los encargados de llevar a cabo una difícil tarea, aun los más fuertes de espíritu y los más tenaces, en más de algún momento desfallecen y, frente a la tormenta de dificultades, dudan del éxito o de la justicia de tal empresa.
Igual sucede con la obtención de una comunidad latinoamericana. Aunque el solo análisis de la situación difícilmente acepta argumentos en contra, su puesta en marcha, su aplicación y su realización implica vencer tantos y tantos obstáculos, que los pesimistas de siempre, sin mayor esfuerzo, con aire doctoral o pontificio, muchas veces conquistan fácilmente adeptos, y la tarea difícil la vuelven casi imposible. He visto cómo personas de la más elevada inspiración, capaces como pocas, finalmente han caído derrotadas por estas legiones de negativistas. Pero una idea, aceptada como tal y aunque su realización aparezca como imposible, termina, tarde o temprano, por volverse indispensable y no hay fuerza capaz de impedir las acciones que ella implica, porque como dice un antiguo pensamiento hindú - "nuestros actos siguen a nuestros pensamientos, como la rueda del carro sigue a la pezuña del buey".
¿Quién se opone a la idea de una Comunidad Latinoamericana? ¿Quién puede negar que es la única posibilidad de sostener realmente una lucha contra los moldes, los equilibrios, las cadenas que nos atan al subdesarrollo, a esta situación de parias del mundo? Su obtención sólo está sujeta al tiempo; impulsarla ahora con vigor es facilitarles el trabajo a las generaciones que nos siguen. Pero obtenerla ahora no sólo es urgente, sino que también significa sacar de la frustración a las actuales generaciones para darles, por fin, el destino histórico que ellas se merecen.
Muchas gracias.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/595550
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/595550/seccion/akn595550-ds21-ds67