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El señor LORCA, don Alfredo (Presidente).-
Tiene la palabra el señor Pontigo.
El señor PONTIGO.-
Señor Presidente, la representación parlamentaria del Partido Comunista, por mi intermedio, levanta su voz para saludar a la República Arabe Siria, en su vigésimo segundo aniversario patrio y expresar, con ese motivo, a su Gobierno y a su valeroso pueblo nuestra solidaridad en su lucha por la independencia, la soberanía nacional y ]a paz, amagada hoy día por la agresión y las provocaciones organizadas y financiadas por el imperialismo, a través del gobierno reaccionario que dirige los destinos de Israel.
Siria ha ingresado al campo de los países que, bajo el poderoso impulso de su
población y de su clase obrera, ha decidido resolver sus problemas nacionales, siguiendo la vía no capitalista de desarrollo, eliminando las relaciones feudales y semifeudales, abriendo paso a la reforma agraria, modificando toda su estructura económica, su comercio exterior y la educación pública, modernizando las costumbres de la mujer, arrancándola progresivamente de las tareas del pasado colonial y dando al Estado un poder preponderante en toda la vida económica para eliminar el de los monopolios nacionales y extranjeros y dar solución real a los problemas de su pueblo.
Siria es un país donde abundan los desiertos y las mesetas y donde existen algunos valles fértiles regados por escasos ríos. Está ubicado en el Cercano Oriente y pertenece actualmente al llamado Mundo Arabe.
Durante muchos siglos, Siria fue un país influenciado política y espiritualmente por el Mundo Arabe, cuyo imperio nació a principios del siglo VII con Mahoma, caudillo que combinó sus condiciones de estadista, organizador y profeta con las de guerrero. Esta influencia decisiva y avasallante permitió al pueblo sirio asimilar la religión, el idioma, la cultura y la tradición del pueblo árabe, y terminó por transformarse sanguíneamente en un hermano de esa tradición arábiga.
Antes de pasar a ser dominio del Imperio Árabe, Siria pasó por sucesivas etapas de dependencia. Desde la remota antigüedad fue indirectamente influenciado por el Imperio Egipcio, el Imperio Persa, el Imperio Greco-Macedónico, la plutocracia cartaginesa y por la dominación del Imperio Romano, que la hizo provincia exterior, es decir, prácticamente, una colonia suya.
Durante la Edad Media y los comienzos de los tiempos modernos hasta el siglo XVI, Siria fue un país sujeto a la soberanía del Imperio Arabe que, poderoso e inmenso en sus primeros siglos, llegó a ser en pleno siglo XVI un verdadero cadáver. En este siglo Siria, como todo el mundo árabe, pasa a formar parte del Imperio Turco. Esta dominación, aunque un poco disminuida por la acción indirecta del capital, el comercio y la influencia ideológica de las grandes potencias, Inglaterra, Francia y AJ. emania, dura casi hasta el primer cuarto del siglo XX. En 1920, a raíz del Tratado de Sévres, complementario del de Versalles celebrado en 1918, el Imperio Turco, como aliado el Imperio alemán, es derrotado en la Primera Guerra Mundial, queda reducido a sólo una parte de Asia Menor, y Siria pasó a ser colonia de Francia.
Esta situación dura hasta 1941, en que Siria se transforma en república, cuando el 27 de septiembre el General Catroux proclamó en Damasco, la independencia de Siria, para adquirir su completa autonomía el 17 de abril de 1946.
Desde aquella histórica fecha hasta nuestros días la lucha del pueblo sirio ha sido cruenta en su afán por abrir cauces y perspectivas nuevas a la vida nacional y a sus relaciones internacionales. Ha habido sucesivos enfrentamientos entre el pueblo y la oligarquía nacional que, vinculada por sus intereses a los del imperialismo, se ha opuesto a los cambios que la nación reclama. Ha habido en este lapso etapas de progreso y retroceso, hasta que después de un duro proceso político, en febrero de 1966, el General Bahat asumió el poder y en marzo del mismo año se conoció el nuevo Gobierno presidido por Yousef Zuayen, en el que, por primera vez, el Partido Comunista toma responsabilidades de Gobierno.
Así, pues, la lucha del pueblo sirio por su independencia y su libertad se remonta a muchos siglos, hecho que le ha permitido acumular una valiosa y rica experiencia, y en los días en que vivimos le ha dado la posibilidad de enfrentar con extraordinaria firmeza y serenidad a sus enemigos internos y externos.
En el proceso iniciado en esta nueva etapa de desarrollo democrático, el país ha visto seriamente afectada su vida económica, pues ha debido movilizar en armas a toda la nación para defender sus fronteras. Y ahora que han tomado la palabra los cañones, que estallan las bombas y corre la sangre heroica de sus hijos por defender la patria, desde nuestro lejano país condenamos la agresión de que han sido objeto Siria, uniéndonos a ese gran pueblo y demás países árabes en la lucha por obtener el retiro de las tropas invasoras y una paz sin anexiones territoriales.
Siria es, junto a la RAU y Argelia, uno de los países más progresistas de la comunidad de las naciones árabes. Por ello ha sido y sigue siendo uno de los principales blancos de ataque para el imperialismo.
Contra Siria estaban dirigidos, primeramente, los fuegos en la guerra de agresión que desató el Gobierno de Israel, a través de la cual el imperialismo pretende arrebatar a los países árabes sus gigantescas riquezas petrolíferas.
Siria no es un gran productor de petróleo; pero ha nacionalizado sus reservas y, además, por su territorio pasan los oleoductos que llevan el petróleo de Irak y de Arabia Saudita hasta el Mediterráneo.
Por esto y por el hecho de que su pueblo extiende cada día su influencia renovadora hacia todo el Mundo Arabe es que el imperialismo y la reacción interior tratan de aislar a Siria, de someterla a sus designios y hacerla retornar a un pasado de atraso y de miseria que el pueblo sirio ya dejó atrás con su tenaz y heroica lucha.
Sabemos que Siria no está sola en la dura prueba que vive. Junto a ella están las demás naciones árabes y el bloque de los países socialistas, a cuya cabeza se encuentra la Unión Soviética, y cuya ayuda inavaluable a los pueblos de esa zona, especialmente a los que han emprendido la vía del desarrollo independiente, no está inspirada par afanes de lucro, sino por la comprensión de los anhelos nacionales de esos pueblos.
Saludamos, pues, al valeroso pueblo sirio y a su Gobierno en este nuevo aniversario patrio y confiamos en que, con su propia lucha y la solidaridad internacional, habrá de despejar su cíalo de los nubarrones que lo ensombrecen hoy, para progresar, en las condiciones de un Estado avanzado, con una industria moderna, una agricultura intensiva y un elevado nivel de vida para ese ejemplar pueblo, a fin de contribuir así al desarrollo de las luchas liberadoras de las naciones oprimidas, a aislar a las fuerzas del imperialismo y a imponer la paz que clamorosamente se reclama desde todos los rincones de la tierra.
He dicho.
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