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- rdf:value = " APROBACION DEL NUEVO CAPITULO IV DEL ACUERDO GENERAL SOBRE ARANCELESADUANEROS Y COMERCIO.El señor EGAS (Prosecretario).-
Corresponde discutir el proyecto de acuerdo de la Cámara de Diputados que aprueba el nuevo Capítulo IV del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, relativo al Comercio y al Desarrollo.
Sobre este proyecto de acuerdo hay un nuevo informe de la Comisión de Hacienda, que propone aprobarlo con la abstención del Honorable señor Contreras Labarca. Con anterioridad, esta materia contó con la aprobación de la misma Comisión y de la de Relaciones Exteriores.
-Los antecedentes sobre este proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de acuerdo:
En segundo trámite, sesión 27ª, en 1º de agosto de 1965.
Informes Comisiones de:
Relaciones Exteriores, sesión 51», en 14 de septiembre de 1965. Hacienda, sesión 51ª, en 14 de septiembre de 1965.
Hacienda, sesión 11ª, en 19 de junio de 1968.
Discusiones:
Sesión 58ª, en 6 de febrero de 1968.
El señor REYES (Presidente accidental).-
En discusión general y particular.
Ofrezco la palabra.
El señor BARROS.-
Señor Presidente, la base del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio planteó en su primera proposición, hace ya veinte años, un principio que ha sido pisoteado por la llamada "Ronda Kennedy" -"Round
Kennedy"-, ha fracasado en la reciente "UNCTAD" en Nueva Delhi y ha resultado postergado en el concierto del comercio mundial actual.
En efecto, el primer planteamiento fundamental del GATT es que '"el comercio no ha de estar sujeto a discriminación alguna".
Yo pregunto a los mentores del GATT y de la Ronda Kennedy y a quienes han aceptado esta enmienda, ¿acaso la presión imperialista yanqui no significa una discriminación comercial frente a Cuba?
A Chile se le doró la pildora con la Alianza para el Progreso y fue así como en 1963 se plantearon medidas relativas al acceso de productos agrícolas y primarios en los mercados. Y el imperialismo norteamericano nos fue atiborrando, año a año, con sus excedentes agrícolas, pagados en dólares, incluso para financiarles, según un artículo mañosamente insertado en ese proyecto de convenio, su penetración a través de la Embajada norteamericana, en lo que a propaganda se refiere.
Los lesivos convenios de excedentes agrícolas, si bien por una parte rebajaban los derechos aduaneros, fueron una forma de penetración humillante que nos empobreció y fue pavimentando el camino al deterioro de nuestra agricultura, pues es sabido de todos que al imperialismo le cuesta más caro guardar esos productos que regalarlos. Y no fue regalo. Sólo el algodón no podíamos producir nosotros. Todo lo demás lo producíamos.
Y, naturalmente, tuvieron la audacia, en el considerando H) de la Ronda Kennedy, de expresar lo siguiente: "Se proseguirá el estudio de la cuestión relativa al comercio de los productos tropicales, con el objeto de establecer los arreglos y procedimientos oportunos que permitan incluir esos productos en las negociaciones comerciales". Nótese: "se proseguirá", por no decir "se postergará".
Esto, lisa y llanamente, se llama proteccionismo para su propia producción y comercialización de todo el imperio de la "United Fruit", que explota implacablemente a los países del Caribe. Al imperialismo norteamericano no le convenía que esos productos tropicales quedaran incluidos en esta política arancelaria.
Es sugestivo que, de 76 países que configuraron el primitivo GATT en 1947, ya en mayo de 1963, ante las negociaciones arancelarias de la Ronda Kennedy, participaran sólo 48, y sólo 19 en desarrollo.
Ya en sesiones anteriores, donde reiteradamente me he opuesto a apoyar a cualquier organismo de las desprestigiadas Naciones Unidas manifesté que el GATT y su congénere desprestigiada, la UNCTAD, sólo realizan declaraciones románticas, con burócratas turistas. Agrego ahora que dejan al imperialismo la bala pasada para que dispare contra las economías nacionales dé. todos los países que controla.
Conversé en Valparaíso -repito lo mismo que dije en aquella oportunidad- con dirigentes aduaneros, entre los cuales está el mayor conocedor de estas materias, don Leopoldo Zuljevic. Me manifestaron que ellos estaban adscritos a los Acuerdos Aduaneros de Bruselas y totalmente escépticos a acuerdos como el GATT y sus nuevos secuaces.
No es el momento de reiterar aquí los acuerdos monstruosos de Punta del Este, del 16 al 20 de enero de 1967, donde nuevamente se hizo hincapié por parte del patrón mayor, Johnson, en las posibilidades de la Ronda Kennedy. En mi mente está todavía el debate del Senado, donde enjuiciamos, junto con el señor Vial Espantoso, hombre que pertenece al ideario del Gobierno actual, lo que significaban los acuerdos comerciales de la tristemente célebre Alianza para el Progreso, cuando se reunió por primera vez en Punta del Este.
Y si tomamos como elemento de juicio la premisa fundamental del GATT, de que "el comercio no ha de estar sujeto a discriminación alguna", yo pregunto al señor Gabriel Valdés, tan interesado en que se apruebe este tipo de enmiendas, ¿por qué
no auspiciamos ipso facto toda clase de relaciones con Cuba, comerciales, culturales, diplomáticas, etcétera?
En la sesión del Senado del 17 de enero de 1962, refiriéndose a la Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores en Punta del Este, decía lo siguiente el señor Tomic:
"La Organización de Estados Americanos ha sido convocada para conocer de una denuncia contra Cuba y estudiar la posible aplicación de sanciones colectivas.
"La negativa de varios de los más importantes países de América Latina para acoger la iniciativa de Colombia; la conocida y resuelta voluntad de los Estados Unidos de tratar de obtener la más severa condenación posible del régimen cubano; la evidente preocupación con que gobiernos latinoamericanos que representan más de la mitad de la población del continente participarán en ella después de acordada su celebración por la mayoría reglamentaria, todo hace clara la gravedad que para el Sistema Interamericano y el destino continental tendrán las decisiones que se adopten.
"El Partido Demócrata Cristiano pide al Gobierno de Chile que se oponga en Punta de Este a la adopción de sanciones económicas, diplomáticas o militares en contra del Gobierno de Cuba."
Esto afirmaba ayer, cuando era Oposición, el Partido Demócrata Cristiano, por boca de su personero señor Tomic. Hoy, cuando es Gobierno, ¿ por qué no procede con igual valentía? Porque, sencillamente, no saben estar a las duras y a las maduras.
Políticamente, votaré en contrario esta enmienda, a menos que el Gobierno de las dos caras no siga discriminando frente a Cuba y otros países postergados en el comercio y en las relaciones que debemos tener con ellos.
Por lo demás, no sólo es Chile el país cuyo Parlamento ha postergado recomendaciones del GATT. También lo han hecho otros países, como lo reconocía una información de radio que escuché hace un par de días. Ya nadie cree en fantasmas ni en brujas, pero sí creemos en las aves de rapiña, como Estados Unidos, el primer aprovechador del GATT.
Por eso, nuevamente, por tercera vez, votaré negativamente este proyecto de acuerdo.
El señor BALTRA.-
Señor Presidente, los Senadores radicales daremos nuestros votos favorables a la aprobación del nuevo Capítulo IV del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). Pero, al hacerlo, deseamos dejar claramente establecidas nuestras reservas respecto de un organismo que, en los hechos, ha demostrado encontrarse al servicio del interés de las grandes potencias industriales que lo componen.
Como se sabe, el Acuerdo General fue suscrito en Ginebra a fines de 1947 y entró en vigor el 1º de enero de 1948. Pero sólo en 1965, o sea, 17 años después de suscribirse y tras una larga gestión, se preparó este Capítulo IV que, en apariencia, por lo menos, considera las dificultades de las economías poco desarrolladas con relación al comercio internacional. Hasta entonces, los países industrializados que actúan dentro del GATT no se habían preocupado de los muy serios y graves problemas que el subdesarrollo plantea a los pueblos y naciones.
El Capítulo IV consta de tres artículos. El artículo 36 establece los "principios y objetivos"; el 37, determina los compromisos que asumen las partes contratantes, y el 38, trata de la "acción colectiva". Respecto de los "principios y objetivos", conviene recordar que, invariablemente, los países industrializados han sostenido que los principios, recomendaciones o declaraciones no los obligan y que, por lo tanto, no pasan más allá de ser expresión de buenas intenciones que está en la voluntad de ellos respetar o no respetar. Este es, pues, el carácter del artículo 36 del nuevo Capítulo IV. El artículo 37 establece los "compromisos", o sea, las estipulaciones que, en principio, obligan a las partes y que, específicamente en este caso, establecen normas a las cuales deben sujetarse las naciones industriales en su comercio con los países subdesarrollos. Pero basta la más ligera lectura de esos "compromisos" para comprobar que ellos tienen numerosas válvulas de escape, lo que, en gran parte, hace ilusorias sus ventajas como, por lo demás, lo viene demostrando la práctica. Por esto, en el artículo 37 abundan frases como "en la medida de lo posible", excepto que lo impidan "razones imperiosas", etc.
Estos "compromisos" no pueden ser efectivos sino cuando van acompañados de programas concretos de acción, pues "sólo a través de esos programas los países desarrollados podrán dar cumplimiento a los compromisos generales... para contribuir, así, efectivamente, a la solución de los problemas que obstaculizan la expansión de las exportaciones y el crecimiento económico de los países en desarro-lio".
El Capítulo IV no contiene un programa de acción y lo probable es que estos compromisos, como muchos otros, sean meras palabras que se incumplirán tantas veces cuanto lo requieran los intereses de las grandes potencias industriales. Según la CEPAL, Estados Unidos, Francia, Alemania Federal, Italia, Benelux, Reino Unido, Austria, Suecia, Noruega, Dinamarca, Canadá y Japón han cometido 250 infracciones que afectan a las exportaciones de América Latina y que violan compromisos adoptados por esos países dentro del GATT. Es una prueba elocuente del valor real que tienen los compromisos económicos y comerciales asumidos por las naciones industrializadas, aun cuando lo hagan dentro de la estructura jurídica de un Tratado internacional.
No fue mejor la suerte que corrieron los países subdesarrollos, en general, y los de América Latina, en particular, con ocasión de las negociaciones tendientes a reducir los derechos aduaneros, que se conocen con el nombre de "rueda Kennedy", y que se llevaron a efecto en el marco institucional del GATT. El volumen del comercio afectado por las rebajas arancelarias acordadas en la rueda Kennedy fue algo así como de 40 mil millones de dólares; pero, ese enorme volumen corresponde, en su mayor parte, al intercambio entre Estados Unidos, Europa Occidental y Japón. Las ventajas aduaneras de la rueda Kennedy no favorecieron al mundo Subdesarrollado, sino en una cifra que se estima en mil millones de dólares, o sea, 2,5% del total.
Juzgando los resultados de la rueda Kennedy, la CEPAL dice: "Es indiscutible su importancia... para el comercio entre los países industrializados, pero esas negociaciones estuvieron lejos de materializar los objetivos y de satisfacer las expectativas de los países en desarrollo y, dentro de ellos, muy especialmente de los países latinoamericanos".
De nuevo, pues, el GATT demostró su incapacidad e ineficacia para satisfacer las aspiraciones de las naciones en desarrollo.
Por lo que se refiere a Chile, en el informe que el Ministerio de Relaciones Exteriores, a petición nuestra, envió a la Comisión de Hacienda, se hace una evaluación de los beneficios que la rueda Kennedy habría significado para el comercio exterior chileno. No parece oportuno ni mayormente útil analizar el método empleado para hacer esa evaluación, manifiestamente incompleta y superficial. Mas, deseamos dejar constancia de que, según los técnicos, la evaluación no puede ni debe ser rigurosamente arancelaria. En el caso de los países subdesarrollados, el verdadero alcance e importancia dé las rebajas aduaneras concedidas debe apreciarse con relación al comercio que pueden generar. Además, podría suceder que una disminución de los derechos de aduana se viera neutralizada o anulada por la imposición o el mantenimiento de restricciones cuantitativas, francas o encubiertas. La simple enumeración de las rebajas arancelarias carece de verdadera significación si no se la complementa con la consideración de diversos otros elementos, y esto es lo que no se hace en la evaluación que el Ministerio de Relaciones Exteriores puso a disposición del Senado.
El rotundo fracaso de la rueda Kennedy en cuanto se refiere a los intereses de América Latina revela la indiferencia y desaprensión con que las grandes naciones industrializadas del GATT miran los que, sin embargo, son graves y explosivos problemas económicos y sociales del mundo subdesarrollado. Esta indiferencia y desaprensión se manifestó, una vez más, en la segunda conferencia, de UNCTAD, celebrada no hace mucho en Nueva Delhi. Había consenso en cuanto a que la segunda UNCTAD debía ser una conferencia de acción y negociaciones. Los países subdesarrollados esperaban que, en Nueva Delhi, se adoptaran medidas prácticas y concretas que importaran avances sustantivos en la aplicación efectiva de las recomendaciones que, en 1964, aprobó en Ginebra la primera UNCTAD. Nada de eso se alcanzó en las estériles deliberaciones de Nueva Delhi.
El presidente de la delegación de Brasil, señor Aaeredo de Silveira, pudo, así, decir, en nombre de todos los países subdesarrollados : "No podemos disimular nuestra decepción ante lo exiguo de los resultados, la modicidad de las obligaciones contraídas y el carácter demasiado general de los acuerdos que nos hemos vistos obligados a aceptar... Debemos reconocer que no se han logrado siquiera los objetivos mínimos... y que esos exiguos resultados no se han debido a falta de tiempo ni a que nosotros, los países subdesarrollados, no hayamos intentado agotar todas las posibilidades de conciliación y negociación".
Se ha intentado justificar la pobreza de los resultados de Nueva Delhi con las complicaciones monetarias, financieras y cambiarías en que se vieron envueltos, por ese tiempo, los Estados Unidos de Norteamérica a causa de la crisis de confianza en el dólar derivado del profundo y persistente desequilibrio de su balanza de pagos. Mas, como dice Raúl Prebisch, Secretario General de UNCTAD, sería engañoso considerar esos factores como la causa principal. Aún reconociendo su importancia -agrega- los Gobiernos de los países desarrollados podían haber ido mucho más allá... para satisfacer las legítimas aspiraciones de los pueblos en desarrollo. Con pocas excepciones -continúa- los países industrializados siguen considerando el problema del desarrollo como algo secundario que puede afrontarse, aquí y allá, con unas cuantas medidas insuficientes, en vez de una acción enérgica y decidida.
Aquí radica, en efecto, el fondo de la cuestión.
Pero tampoco puede dejar de mencionarse, aunque sólo sea de paso, que la Secretaría Ejecutiva de UNCTAD, que dirige el señor Prebisch, no fue capaz de elaborar una agenda centrada en un número limitado de temas fundamentales y concretos. En vez de ello, la Conferencia de Nueva Delhi debió diluir su esfuerzo, con la complacencia de las naciones industrializadas, en un número excesivo de problemas, lo que, sin duda, fue en desmedro de los resultados obtenidos.
Sin pretender hacer un balance de la segunda UNCTAD, se puede decir, sin embargo, que sus resultados fueron de alcances muy limitados y que, en algunos aspectos, significó un notable retroceso con respecto a lo resuelto en Ginebra en 1964.
La rueda Kennedy y la segunda UNCTAD, que son los acontecimientos más inmediatos en el orden de la política económica internacional, dejan, no obstante, una gran lección. Para que América Latina pueda encontrarse en condiciones de hacer prevalecer sus intereses frente a las grandes potencias industriales, debe aumentar su fuerza negociadora y esto sólo puede conseguirlo a través de la integración de las economías latinoamericanas. No es del caso insistir en las finalidades y las condiciones que, respectivamente, debe perseguir y cumplir el procesó integra-dor a fin de que, en el hecho, sea un instrumento para alcanzar el progreso, el bienestar y la independencia económica de nuestros pueblos. Mas, nunca estará de sobra reafirmar la idea de que la integración tiene que estar presidida por un firme e insobornable espíritu nacionalista que impida que, al amparo de las oportunidades de comercio e inversión que crea un mercado común, se consoliden y fortalezcan los mecanismos de la explotación imperialista. Para que la integración aumente la fuerza negociadora de América Latina es preciso que las decisiones se adopten por Gobiernos e instituciones latinoamericanos y no por centros de intereses ubicados en el extranjero, como ha sucedido y sigue sucediendo en Europa occidental. En un libro muy en boga por estos días -"El Desafío Americano"--, se dice al respecto: "Al crear diversas comunidades (pool del carbón y del acero, Euraton, Mercado Común), Europa demostró hace diez años que sentía el desafío del poder americano y empezaba a contestarlo. En 1967 ya se puede hacer el balance: Europa creó un mercado común, no un poder. Y este mercado no funciona en su beneficio sino en el de la organización industrial americana". Y ya antes ha dicho que "las unidades pesadas de la industria americana" maniobran ahora "desde Napóles a Amsterdam con la facilidad y la rapidez de los blindados israelíes en el Sinaí". En síntesis, el Mercado Común Europeo no opera en beneficio de Europa sino de Estados Unidos. Es lo que no podemos aceptar suceda con el Mercado Común Latinoamericano.
Los Senadores de estas bancas votaremos favorablemente el nuevo Capítulo IV, porque Chile, desde sus inicios, forma parte del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y debido, también, a que en la Comisión de Hacienda el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través del Subsecretario de esa Cartera, nos ha manifestado que una de sus disposiciones -la relativa a la no reciprocidad- le es necesaria para llevar adelante negociaciones de interés nacional. Pero, al emitir nuestros votos favorables, reiteramos la convicción de que, dentro de los organismos internacionales, predominan los intereses de las grandes potencias industrializadas, que se niegan sistemáticamente a adoptar medidas prácticas y concretas en favor de los países subdesarrollados, como se demostró en la rueda Kennedy y en la segunda UNCTAD. Reiteramos, asimismo, nuestra convicción de que esta situación dentro de los organismos internacionales no podrá modificarse sino mediante el aumento de la fuerza negociadora de los países de América Latina a través de la integración realizada con absoluta exclusión de influencias e intereses foráneos.
He dicho.
El señor RODRIGUEZ.-
Señor Presidente, por las mismas razones que expuso el Honorable señor Baltra al final de su intervención, el representante del Partido Socialista dio, en la Comisión de Hacienda, su voto favorable a la aprobación del nuevo Capítulo IV del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, relativo al Comercio y Desarrollo. Aun cuando no tenemos fe en los resultados finales, adoptamos esa actitud, de manera fundamental, en vista de las exposiciones hechas por los funcionarios del Ministerio del Exterior, en el sentido de que, al dilatar Chile su aprobación al Capítulo IV de ese acuerdo, nos expondríamos a un serio deterioro económico, pues nos excluiríamos de participar en un procedimiento mediante el cual nuestro país, otorgando liberalidades por 7 millones de dólares, recibirá en cambio posibilidades de intercambio ascendentes a 130 millones de dólares. Por lo tanto, de prosperar
el anuncio hecho por los encargados del comercio exterior, ello representará un beneficio concreto para nuestra nación.
Desearía que lo anterior quedara muy bien grabado en nuestras mentes, a fin de que el próximo año veamos si estas "cuentas alegres" se tornan en realidades. Espero que así suceda, ya que ello constituyó el argumento fundamental que influyó en mi ánimo para aprobar esta incorporación de Chile a la aprobación del referido Capítulo IV del GATT.
Ese acuerdo, además, reconoce en definitiva las diferencias básicas existentes entre países desarrollados y en vías de desarrollo y contiene los preceptos ideales que permitirían reglar las relaciones comerciales entre las naciones altamente industrializadas y las en vías de desarrollo, como las de América. Latina, Asia y Africa.
En seguida, el Honorable señor Baltra también hizo el itinerario histórico del desenvolvimiento del GATT, institución que, indudablemente, ha ido recogiendo, en forma literal por lo menos, las inveteradas aspiraciones de los países subdesarrollados. Se han ido incorporando en una seria de disposiciones internacionales los anhelos, las reivindicaciones básicas de los pueblos y naciones no satisfechas con la desigualdad en la distribución de la riqueza, con los términos del intercambio, con el deterioro de su comercio, con lo cual la vida internacional ha ido logrando el concierto de los países subdesarrollados, que han acudido a diversos procedimientos unitarios.
Ese es el reclamo de las naciones africanas, esclavas ayer, que asomaron después a nuevos amaneceres de independencia y que, de una forma u otra, con diversos grados, atraviesan en la actualidad, yo diría, por formas neocoloniales de dominación donde, habiéndose prometido libertad a esas antiguas colonias europeas, siguen dependiendo sin embargo de manera fundamental, en lo económico y financiero, de esas mismas potencias colonialistas y del nuevo competidor de los Estados Unidos.
En todo caso, para esas colonias africanas, la Comunidad Europea contiene sistemas más flexibles y favorables que los que pueden consignarse para América Latina. Este es un hecho evidenciado en una serie de informaciones y en la propia experiencia internacional.
Podríamos decir que Latinoamérica, internacionalmente, con relación al trato que reciben los pueblos africanos, está mal considerada por la Comunidad Europea, por razones históricas conocidas.
Por otra parte, las naciones subdesarrolladas van alcanzando nuevas formas de organización, emiten declaraciones y concluyen acuerdos recíprocos. Entre estos aspectos destacan las reuniones celebradas en diversos países del África, y la más reciente expresión de voluntad unitaria y de reclamo es la Carta de Argel, emitida en la Reunión Ministerial del Grupo de los 77, celebrada en 1967, donde se empieza por manifestar lo siguiente:
"La suerte de más de mil millones de habitantes del mundo en desarrollo sigue empeorando como resultado de las tendencias que se advierten en las relaciones económicas internacionales.
"La tasa de crecimiento económico del mundo en desarrollo ha disminuido y la distancia que lo separa del mundo rico va en aumento.
"Mientras los países desarrollados agregan anualmente alrededor de 60 dólares al ingreso por habitante de su población, el promedio de aumento del ingreso per cápita en los países en desarrollo es de menos de 2 dólares por año.
"Entre 1953 y 1966, la participación de los países en desarrollo, en el total de las exportaciones mundiales, .disminuyó del 27% al 19,3%. En la primera mitad del decenio de 1960 a 1970, la tasa anual media de aumento del total de las exportaciones mundiales fue del 7,8% y las exportaciones de los países en desarrollo, con exclusión del petróleo, aumentaron a una tasa media del 4% solamente. Mientras el valor de las exportaciones de manufacturas de los países industriales aumentó en 65.000 millones de dólares entre 1953-54 y 1965-66, y en 10.000 millones de dólares por lo que toca a los países socialistas, el aumento correspondiente a los países en desarrollo fue solamente de 3.000 millones de dólares."
Ruego incluir en el texto de mi intervención la primera parte declarativa del Grupo de los 77, pues se trata de un documento interesante como difusión de una de las realidades penosas del mundo en desarrollo.
El señor ALLENDE (Presidente).-
Solicito la autorización de la Sala para acceder a la petición del Honorable señor RODRIGUEZ.
Acordado.
-El documento cuya inserción se acuerda es del tenor siguiente:
Carta de Argel.
Texto de la Declaración del "Grupo de los 77" reunidos en Argel, octubre de 1967.
Con esta "Carta" los países en desarrollo fijan su postura ante la II Conferencia de Comercio y Desarrollo de la O.N.U. que tendrá lugar en Nueva Delhi, en febrero de 1968.
Preámbulo.
Los representantes de los países en desarrollo congregados en Argel, en octubre de 1967, en la Reunión Ministerial del Grupo de los 77, unidos por aspiraciones comunes y por la identidad de intereses económicos y determinados a proseguir conjuntamente sus esfuerzos por conseguir el desarrollo económico, la paz y la prosperidad.
Habiendo examinado la labor realizada
por la colectividad internacional, en favor del progreso económico con posterioridad a la adopción de la Declaración conjunta por los 77 países en desarrollo, al concluir el primer período de sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo celebrado en 1964.
Han resuelto seguir una línea común de acción tal como fue concebida en la Declaración Africana de Argel, la Declaración de Bangkok de países asiáticos y la Carta del Tequendama de los países latinoamericanos.
.. Consideran su deber señalar a la atención de la colectividad internacional los hechos siguientes:
I
La suerte de más de mil millones de habitantes del mundo en desarrollo sigue empeorando, como resultado de las tendencias que se advierten en las relaciones económicas internacionales.
La tasa de crecimiento económico del mundo en desarrollo ha disminuido y la distancia que lo separa del mundo rico va en aumento.
Mientras los países desarrollados agregan anualmente alrededor de 60 dólares al ingreso por habitante de su población, el promedio de aumento del ingreso per cápita en los países en desarrollo es de menos de 2 dólares por año.
Entre 1953 y 1966, la participación de los países en desarrollo, en el total de las exportaciones mundiales, disminuyó del 27% al 19,3%. En la primera mitad del decenio de 1960 a 1970, la tasa anual media de aumento del total de las exportaciones mundiales fue del 7,8% y las exportaciones de los países en desarrollo, con exclusión del petróleo, aumentaron a una tasa media del 4% solamente. Mientras el valor de las exportaciones de manufacturas de los países industriales aumentó en 65.000 millones de dólares entre 1953-54 y 1965-66, y en 10.000 millones de dólares por lo que toca a los países socialistas, el aumento correspondiente a los países en desarrollo fue solamente de 3.000 millones de d��lares.
El poder adquisitivo de las exportaciones de los países en desarrollo ha estado disminuyendo constantemente. A mediados del decenio de 1960 a 1970, los países en desarrollo han podido comprar, por un volumen determinado de sus exportaciones tradicionales, una décima parte menos de importaciones que al principio de ese mismo período. La pérdida de poder adquisitivo ascendió anualmente a 2.500 millones de dólares aproximadamente, lo que representa casi la mitad de la corriente de los recursos financieros públicos exteriores de que disponen los países en desarrollo e iguala la cuantía total de las donaciones y de las contribuciones análogas.
Este hecho ha agravado el problema del creciente endeudamiento de los países en desarrollo. Tan solo la deuda pública exterior aumentó de 10.000 millones de dólares en 1955, a 40.000 millones de dólares en 1966. El servicio de la deuda, que a mediados del decenio de 1950 a 1960 ascendía en promedio a 500 millones de dólares anuales, ha aumentado a 44.000 millones de dólares y, de continuar las tendencias actuales, puede contrarrestar toda transferencia de recursos antes del final de este decenio.
Si bien la tecnología moderna abre a los países en desarrollo grandes posibilidades de acelerar su crecimiento económico, en cambio estos países dejan de aprovechar gran parte de los beneficios que ofrece debido a la importancia del capital que exige y al grado de especialización que supone; además, esta tecnología arrebata a los países en desarrollo el poco personal especializado que logran formar.
El virtual estancamiento de la producción de alimentos en los países en desarrollo, en contraste con el rápido crecimiento demográfico, ha empeorado la situación crónica de desnutrición y de mala nutrición, lo que unido a la deformación, mediante prácticas artificiales, de las estructuras de la producción y del comercio, amenaza con originar una crisis grave.
II
Las preocupaciones que causan esas tendencias económicas y sociales y los esfuerzos conjuntos desplegados por los países en desarrollo para rectificarlas han inducido progresivamente a la comunidad internacional a adoptar una serie de iniciativas que culminaron en el Acta Final aprobada en 1964 en el primer período de sesiones de la U.N.C.T.A.D.; pero las promesas del Acta Final no se han cumplido. De hecho y a pesar de las disposiciones contenidas en el Acta Final del primer período de sesiones de la U.N.C.T.A.D.:
a) No se ha concertado ningún nuevo acuerdo sobre productos básicos de interés para los países en desarrollo;
b) Los países desarrollados no han observado el statu quo y han aumentado las medidas de protección de muchos de los productos agrícolas de que son más eficaces productores los países en desarrollo;
c) Si bien los precios medios de los productos básicos exportados por los países en desarrollo disminuyeron en un 7% desde 1958, los precios de los productos básicos exportados por los países desarrollados aumentaron en un 10% durante el mismo período;
d) Se siguen gravando con elevados impuestos fiscales los productos de especial interés para los países en desarrollo;
e) La proliferación y fomento de sucedáneos y sintéticos en los países desarrollados han dado como resultado la contracción de los mercados y la caída de los precios de los productos competitivos naturales que se obtienen en los países en desarrollo;
f) Los países desarrollados han realizado escasos progresos en lo que respecta a la supresión de los aranceles de importación de productos tropicales, supresión que no debe perjudicar los intereses de determinados países en desarrollo;
g) Se ha hecho poco o ningún progreso en la eliminación de las restricciones en los cupos que se aplican en particular a los productos industriales que se importan de los países en desarrollo;
h) La discriminación implícita en las políticas arancelarias, practicadas contra los países en desarrollo, ha aumentado como resultado del proceso de integración económica entre los países en desarrollo, y también como consecuencia de las Negociaciones Kennedy;
i) Los países socialistas desarrollados no han realizado progreso alguno en lo que respecta a la recomendación de que hagan transferibles los saldos acreedores de los países en desarrollo;
j) La amplia disparidad existente entre los precios de venta internos de los productos de los países en desarrollo importados por los países socialistas y los precios de importación de esos productos crea condiciones desfavorables para incrementar el consumo y la importación de esos productos de los países en desarrollo;
k) Pese a que se convino por unanimidad que los países desarrollados suministraran a los países en desarrollo recursos financieros por valor del 1 % de su ingreso nacional, los desembolsos efectivos se han mantenido estables en términos absolutos y han disminuido como porcentaje del P.N.B. de los países desarrollados. Si bien en 1961 la corriente de financiación del desarrollo que afluyó a los países en desarrollo ascendió al 0,87% del P.N.B. de los países desarrollados, en 1966 se redujo al 0,62%;
1) Con escasas y notables excepciones, las condiciones y modalidades de la financiación para el desarrollo se están haciendo cada vez más onerosas, la proporción de donaciones disminuye, los tipos de interés se están elevando, los plazos de reembolso se acortan y los préstamos para desarrollo se están vinculando cada vez más;
m) Las prácticas y arreglos de orden discriminatorio en materia de transporte marítimo y fletes cada vez más elevados han empeorado todavía más la posición de la balanza de pagos de los países en desarrollo y han constituido un impedimento para la labor de promoción de sus exportaciones.
III
La comunidad internacional tiene la obligación de rectificar esas tendencias desfavorables y crear condiciones en las que todas las naciones puedan disfrutar del bienestar económico y social, disponer de los medios necesarios para desarrollar sus respectivos recursos, a fin de permitir que sus pueblos gocen de una vida exenta de necesidades, y temores.
En un mundo de interdependencia creciente, la paz, el progreso y la libertad son valores comunes e indivisibles. Por consiguiente, el crecimiento económico de los países en desarrollo redundará igualmente en beneficio de los países desarrollados.
Los países en desarrollo reiteran que la responsabilidad primordial de su desarrollo les incumbe a ellos mismos.
Los países en desarrollo están decididos a contribuir a su desarrollo mutuo.
No obstante, sólo mediante una acción internacional eficiente y concomitante será posible realizar una movilización más completa y utilizar más eficazmente los recursos internos.
Las maneras tradicionales de abordar los problemas, las medidas aisladas y las concesiones limitadas no bastan. La gravedad del problema exige la urgente adopción de una estrategia global del desarrollo, que requiere que tanto los países desarrollados como los países en desarrollo adopten medidas convergentes.
El establecimiento de la U.N.C.T.A.D. y el diálogo que ha tenido lugar en su seno constituyen un paso adelante en la tarea de crear una política más nueva y dinámica en materia de comercio y desarrollo. Lo que se necesita ahora es pasar de la fase de las deliberaciones al plano de la acción práctica.
Los países en desarrollo esperan que el segundo período de sesiones de la U.N.C. T.A.D., constituirá un esfuerzo conjunto en favor del desarrollo económico y social acelerado. El acuerdo alcanzado recientemente sobre los problemas fundamentales que deben ser objeto de negociación traduce la opinión general a este respecto.
Con este objeto, los representantes de los países en desarrollo en la Reunión Ministerial del Grupo de los 77 han examinado cuidadosamente la situación y sugieren que las medidas más urgentes, e inmediatas que debería, adoptar la Conferencia son las contenidas en el siguiente:
Programa de acción
I.-Problemas y política de .productos básicos.
I) Políticas de productos básicos.
a) Acuerdos sobre productos básicos.
i) Los problemas de productos básicos se deben resolver, cuando fuere adecuado, mediante convenios internacionales negociados producto por producto.
ii) Los países en desarrollo productores deban celebrar consultas y cooperar entre sí para apoyar y mejorar sus relaciones de intercambio mediante una coordinación eficaz de sus políticas de ventas.
El señor RODRIGUEZ.-
En definitiva, las cifras que acumularon los técnicos, investigadores, planificadores y economistas de los países en desarrollo quedan sólo en una expresión declarativa.
No cabe duda de que los organismos regionales nacidos al amparo de las Naciones Unidas, el diagnóstico se limita al para América Latina, por ejemplo- han realizado una vasta y gigantesca tarea de investigación y dignóstico de los males •económicos de Latinoamérica.
En el caso de la CEPAL, por ser un organismo oficial dependiente de las Naciones Unidas, el diagnóstico se limita al aspecto económico, y éste no se traduce a un lenguaje político en el cual se señalen, con franqueza y valentía, cuáles son las causas fundamentales del deterioro de países débiles como todos los integrantes de América latina.
La reunión en que se discutió el nacimiento de la Alianza para el Progreso fue, por ejemplo, una oportunidad de denuncia. Allí, el delegado cubano, en aquella época Ministro de Industrias y Comercio, el Comandante Ernesto Che Guevara, señaló -fue uno de los pocos que procedió de esa manera-, con independencia y coraje, las causas reales de la sumisión económica latinoamericana en manos del imperialismo norteamericano. Salvo esas voces aisladas, correspondientes a las vanguardias políticas que han ido conformando una orientación básica en el curso revolucionario de nuestro continente, el mundo burgués oficial, adocenado, se quedó prisionero en el viejo esquema, e intenta, bajo moldes capitalistas, a lo más trasladar mecánicamente a la realidad quemante de América latina formas de integración y de mercados comunes. Se piensa que tales logros pueden llevarse a la práctica en términos objetivos, a semejanza de la Comunidad Económica Europea, olvidando que la retrasada realidad latinoamericana impide la integración al estilo tecnócrata-capítalista europeo. Acá, en verdad, se requieren cambios revolucionarios profundos.
Por ejemplo, el actual Gobierno del señor Frei cifró muchas esperanzas en la integración de América latina a la manera del mercado común europeo. Pero al no cumplirse algunas de las metas trazadas por él en el ámbito continental, ha da-, do vida a un modesto mercado andino.
Vale la pena analizar, en su oportunidad, este intento de integración que, además de evidenciar limitaciones, está siendo horadada por una simple contienda electoral por la Presidencia de la República de Venezuela. En ese país, el propio líder democratacristiano de ideas y pensamiento filosófico afines, señor Caldera, acaba de pronunciarse de manera abierta en Venezuela, según cable leído en la mañana de hoy, contra la idea del mercado andino. En ese criterio lo han seguido también dos candidatos presidenciales venezolanos. Es decir, sobre la integración, la Democracia Cristiana se encuentra en Venezuela en otro polo opuesto. No obstante que sus correligionarios chilenos cifran muchas esperanzas en el triunfo de aquella colectividad política, el venezolano señor Caldera empieza por advertir al señor Frei y democratacristianos de Chile que no pueden contar con él para la aprobación del mercado andino.
En todo caso, la integración concebida para América latina está fundada en la penetración de los monopolios europeos y norteamericanos. Si bien es cierto que nos entregan el manejo de determinadas patentes, no se promueve el desarrollo dinámico de las economías locales.
El distinguido estudioso brasileño Celso Furtado ha anotado que en un período de nueve a diez años se han ido deteriorando las posibilidades de desarrollo autónomo de las industrias dinámicas de América latina, y cómo la participación foránea ha obtenido una mayor influencia en el caso del petróleo, la petroquímica, el hierro y el acero. En Chile, no cabe duda de que los hechos recién acontecidos son muy decidores.
Por ejemplo, ¿qué ha pasado con las industrias dinámicas durante el Gobierno democratacristiano? Durante el actual régimen -los socialistas lo hemos reiterado hasta la majadería- ha aumentado la participación extranjera en el cobre mediante los convenios celebrados a su respecto, hipotecando esa riqueza por veinte largos años más. Por otra parte, la participación nacional en la industria del hierro y del acero ha disminuido, situación que tuvimos oportunidad de comentar y analizar exhaustivamente, sin réplicas serias, con ocasión del debate sobre el proyecto que concedía franquicias tributarias a la Compañía de Acero del Pacífico. Asimismo, se ha deteriorado la posibilidad de participación chilena en los amplios horizontes de la explotación de la industria petroquímica. En la mañana de hoy culminó este penoso proceso con la intervención del señor Ministro de Minería, quien pretendió explicar, en vano, la vergonzosa entrega, del salitre a la Compañía Anglo-Lautaro. .
Este cuadro, correspondiente a la obra de una corriente reformista como la Democracia Cristiana en Chile, se repite en cada país latinoamericano.
Por eso, siempre expresamos nuestras reservas ante la adhesión de Chile a determinados instrumentos internacionales. No podemos negarnos a participar en mecanismos que teóricamente, como lo expresó el Honorable señor Baltra, de llevarse a la práctica, significarían, sin duda alguna, avances extraordinarios para el mejoramiento del llamado deterioro de los términos de intercambio. Ahí está la experiencia de Nueva Dehli, en la cual los países de África, Asia y América latina cifraban, a mi juicio, exageradas esperanzas. Allí, de nuevo, se encontró la rotunda negativa de las naciones altamente industrializadas para mejorar realmente los precios de las materias primas, los productos básicos, la manufactura y los productos agropecuarios de los países en desarrollo.
En esta forma, siempre se alza un muro hostil, negativo, envuelto en elegantes palabras disimuladas con trazos formales y diplomáticos que, en definitiva, terminan por demostrar que los países en vías de desarrollo carecen de buenos y sinceros amigos entre las naciones altamente desarrolladas.
Como más de una vez lo hemos dicho, es un error pensar que el camino del apaciguamiento, de la sumisión a los dictados de los grandes imperios mundiales, es la vía aconsejable para pueblos como el nuestro.
Chile, al margen del castigo a sus industrias básicas, como el hierro, el cobre, la petroquímica, el acero y el salitre, debe soportar la pesada lápida del dominio de los monopolios internacionales y de los "pools".
Hace algunos años, cuando analizamos el drama de nuestra pobre marina, mercante, cuyos conductores nativos son dóciles instrumentos de imperios extranjeros, fueron precisamente nuestras voces aisladas, solitarias, las únicas que se levantaron tras la idea de crear para Chile, por ejemplo, la gran Corporación de Fomento de la Marina Mercante Nacional, mediante el proyecto llamado CORFO-MAR, iniciativa que aún duerme el sueño de los justos en las Comisiones del Senado. Por eso hemos pedido que, por lo menos en sus líneas generales y centrales, dicho asunto sea estudiado en la actual legislatura ordinaria por las Comisiones de Hacienda y de Economía de la Corporación.
En Nueva Delhi se ha producido una nueva, frustración, y creo que el documento del señor Prebisch, ya recordado en esta sesión, así lo atestigua, en cuanto a que todos los esfuerzos realizados por los delegados de los países de América Latina y de otras naciones en desarrollo quedaron realmente en cero.
No obstante lo anterior, y sin perjuicio de volver sobre la materia en otra oportunidad, prestaremos nuestro apoyo a la incorporación a este capítulo IV, en virtud de que él viene a establecer una nueva declaración de aspiraciones de los países en desarrollo, a reconocer, en forma tajante, la diferencia entre las naciones altamente industrializadas y los países poco desarrollados.
En seguida, porque este mecanismo práctico permitiría a Chile, en el curso de este año establecer un sistema de liberalidad arancelaria, con indudables beneficios para la economía nacional.
En todo caso, no cabe duda de que sigue teniendo vigencia lo que expresé al evacuarse el primer informe de la Comisión de Hacienda, cuando, concretamente, dije que "aceptaba el Convenio propuesto por contemplar ideas satisfactorias para los países de escaso desarrollo, pero hacía presente su reserva en orden a temer que por no contemplarse en el mismo normas que hicieran exigibles estos compromisos, pasaren a constituir meras declaraciones, sin mayor trascendencia." Es lo que, a mi juicio, ocurrirá, necesariamente, en esta decisión de los poderes públicos 'de Chile, porque, como ya se sabe, siendo bueno el capítulo IV, en términos teóricos y literales, por desgracia no obliga a los países desarrollados a otorgar los beneficios a que aspiran los pueblos de los continentes atrasados.
Este es, brevemente, el fundamento de mi voto en la Comisión de Hacienda y en la Sala, a raíz de este convenio del GATT.
El señor PALMA.-
¿Me permite, señor Presidente?
Tengo entendido que restan breves minutos para el término del Orden del Día. Por eso, en vez de someter a votación esta iniciativa, ruego a la Mesa dejarla pendiente para mañana, pues hay otros Comités que desean formular observaciones sobre la materia.
El señor ALLENDE (Presidente).-
Queda para el primer lugar de la tabla de la sesión de mañana.
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