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- rdf:value = " CREACION DEL REGISTRO NACIONAL DE COMERCIANTES DE CHILE.El señor FIGUEROA (Secretario).-
En seguida, corresponde discutir el proyecto de ley, en cuarto trámite constitucional, que crea el Registro Nacional de Comerciantes de Chile.
La Cámara de Diputados ha desechado algunas de las modificaciones introducidas por el Senado.
-Los antecedentes sobre este proyecto figuran en los Diarios de Sesiones que se indican:
Proyecto de ley:
En segundo trámite, sesión 79ª, en 9 de abril de 1968.
En cuarto trámite, sesión 49ª, en 4 de septiembre de 1968.
Informes de Comisión de:
Economía, sesión 22ª, en 9 de julio de 1968.
Economía (segundo), sesión 26ª, en 23 de julio de 1968.
Discusiones:
Sesiones 23ª, en 10 de julio de 1968 (Se aprueba en general); 28ª, en 30 de julio de 1968; 29ª, en 31 de julio de 1968 (Se aprueba en segundo trámite).
El señor FIGUEROA (Secretario).-
En primer término, la Cámara de Diputados no acepta la enmienda del Senado consistente en reemplazar el artículo 1°.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
En discusión.
Ofrezco la palabra.
El señor ALLENDE.-
Señor Presidente, pienso que el Senado debe insistir en su criterio, pues de este modo se garantiza el trabajo de los comerciantes no esta-" Mecidos, quienes deben cumplir determinados requisitos para ejercer sus funciones.
Si no se aprueba el artículo propuesto por el Senado, la situación de esos comerciantes se tornará en extremo difícil. Por lo tanto, creo que la Corporación debe insistir en el precepto que la Cámara rechazó.
El señor PALMA.-
La disposición de la Cámara salva implícitamente toda la situación que podría crearse a los comerciantes ambulantes. Sin embargo, como algunas organizaciones de este gremio han hecho presente su inquietud en el sentido de que una norma tan escueta como la despachada por esa rama del Congreso podría perjudicar su actividad, votaremos por mantener el precepto del Senado, para los efectos de que la ley quede perfectamente clara.
El señor ALLENDE.-
Magnífico. Hay acuerdo unánime.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
¿Acuerdo para qué?
El señor ALLENDE.-
Para insistir en el artículo del Senado.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Nosotros estamos por el criterio de la Cámara.
El señor ALLENDE.-
Señor Senador, tanto el Honorable señor Palma como el que habla -lamentablemente, Su Señoría no escuchó-...
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Por desgracia, no oí.
El señor ALLENDE.-
... expresamos la conveniencia de insistir en el criterio del Senado. Porque nos hacemos eco, en primer lugar, de una petición del gremio de comerciantes ambulantes. Y en segundo término, si bien la disposición de la Cámara, como dijo el Honorable señor Palma, consideraría la situación de estos comerciantes, cabrían algunas dudas.
El criterio del Senado, específicamente, los ampara más. Ahora, si el propio gremio lo solicita, si tenemos conciencia de ello y si ése fue el espíritu de esta Corporación, ¿por qué no insistir?
El señor JULIET.-
¿De qué gremio se trata ?
El señor ALLENDE.-
De los comerciantes ambulantes, señor Senador.
El señor JULIET.-
Pero el comercio establecido pide lo contrario.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
He recibido centenares de telegramas de todas las provincias que represento.
El señor ALLENDE.-
El artículo de la Cámara involucra genéricamente a los comerciantes ambulantes, que desempeñan una extraordinaria función. El precepto del Senado, en cambio, establece determinadas condiciones, pues no se trata de considerar comerciante ambulante a cualquier persona que desee vender.
Por lo tanto, debemos amparar a este gremio, constituido a lo largo de todo Chile por personas que carecen de capital para establecerse, que no perjudican al comercio establecido, que se rigen por determinadas normas...
El señor BARROS.-
Además, deben contar con permiso municipal.
El señor ALLENDE.-
. . . y que deben tener permiso municipal para ejercer sus labores.
El señor MUSALEM.-
Señor Presidente, se ha aseverado que existen peticiones del comercio establecido para desechar el artículo del Senado, con el objeto de marginar del ejercicio del comercio a los ambulantes y comerciantes de ferias.
Pero el comercio establecido, si es efectivo que formuló esta petición -no tengo seguridad de que sea eso lo que desea-, no tendría derecho a pedirnos dejar sin trabajo a miles de familias que obtienen sus ingresos precisamente del comercio ambulante y del ejercido en ferias.
En la tramitación de este proyecto ha habido confusión en cuanto a la manera de interpretar una norma despachada.por la Cámara, que, según los Diputados, excluiría de la exigencia de inscribirse en el registro nacional correspondiente y permitiría hacer comercio a los feriantes y comerciantes ambulantes.
A mi juicio, para tener la seguridad absoluta de que estas personas no sufrirán cambio alguno en el régimen que actualmente tienen, es mejor aprobar el precepto del Senado.
El señor ALLENDE.-
Evidente.
El señor MUSALEM-
Por eso, votaremos por la insistencia, a fin de que ese tipo de comercio -regido y controlado por normas municipales y del Servicio Nacional de Salud, en las materias que dicen relación con la salubridad- pueda seguir desarrollándose como hasta ahora.
El señor PALMA.-
La situación actual surgió de la interpretación de algunos artículos de la iniciativa. Esta crea un registro nacional de comerciantes establecidos de Chile, idea que cuenta con el apoyo de todas las organizaciones comerciales del país.
Como es evidente, el Senado y la Cámara han concordado en dictar esta legislación, tendiente-a regular la situación de los comerciantes, a fin de dignificar su trabajo, velar por la ética profesional y eliminar el comercio clandestino.
El artículo 9º aprobado por el Senado dice lo siguiente: "Ningún industrial, mayorista, importador o distribuidor, podrá efectuar ventas al por mayor a ninguna persona natural o jurídica que, siendo comerciante y debiendo inscribirse, no acredite su inscripción en el Registro Nacional de Comerciantes Establecidos de Chile".
Los comerciantes ambulantes temen que esta disposición se preste a una interpretación excesiva y pueda, eventualmente, marginarlos de su actividad normal.
El señor TARUD.-
Así es.
El señor PALMA.-
La letra de la disposición no expresa exactamente eso. Se refiere a los comerciantes establecidos. Pero como existe la inquietud señalada y la posibilidad de consignar en la ley una disposición que excluya expresamente a los comerciantes no establecidos, por aquello de que lo que abunda no daña y lo que aclara sirve en definitiva para que la ley sea entendida por todos, nosotros votaremos a favor de esta norma, que en nada interfiere el objetivo de la ley.
El señor VON MUHLENBROCK.-
Como ya se han dado las razones fundamentales, seré muy breve en mis observaciones. Tan sólo exteriorizaré las simpatías de los Senadores de estas bancas por el proyecto en debate.
Soy partidario de votar favorablemente el artículo 1° tal como está redactado. Es indispensable hacerlo, pues se trata de dos gremios absolutamente distintos, que se complementan, se redistribuyen entre sí y no se oponen. De ahí que tanto el comercio mayorista como el detallista tengan su lugar en la marcha de nuestra economía. Pero es fundamental separarlos.
No sólo temo a los distintos aspectos señalados con acierto por los señores Senadores, sino también a otros factores. Como hay cierta lucha dentro del comercio, temo a la potestad reglamentaria, y no deseo que por esta vía, que muchas veces nos crea dolorosos problemas, pueda ser desvirtuado el espíritu del legislador.
Por eso, me inclino por mantener la redacción del precepto aprobado por el Senado. O sea estoy por la insistencia.
El señor FONCEA.-
Yo también votaré por el criterio del Senado, o sea, en favor de los comerciantes ambulantes y de ferias libres. Ante todo, lo haré porque cuando discutimos en general esta iniciativa me permití formular una indicación -por desgracia, no acogida- tendiente a reservar el comercio a los chilenos, tal como sucede respecto de los nacionales en un sinnúmero de países.
A mi juicio, esa indicación revestía estricta justicia. Por lo tanto, desde el momento mismo en que se desechó, el sector señalado -constituido por gente modesta, en su mayor parte chilenos- tiene perfecto derecho a ejercer el comercio, si no en un establecimiento, por lo menos en ferias libres y calles.
El señor ALLENDE.-
Señor Presidente, creo que hay acuerdo unánime para insistir en el criterio del Senado, lo que prueba la justicia de la posición. Se ha esclarecido, inclusive, que se trata de evitar una interpretación errada. Los Senadores democratacristianos han hecho presente que en la Cámara se piensa que dentro del artícuo 1° quedarían incluidos los comerciantes minoristas. Pero es más clara y justificada la redacción del Senado, pues los protege más.
Deseo aprovechar esta oportunidad para hacer una reflexión respecto de un problema que ha golpeado en forma reiterada mi conciencia.
Cree que en Chile debe terminarse con un espectáculo que, a mi juicio, es impropio de estos tiempos y que hace impacto en la sensibilidad de cualquier persona con sentimientos. Cuando uno va a la Vega, por ejemplo -a veces sucede en la Alameda, o en las vecindades del Parque Forestal-, observa, a determinadas horas, a muchachones o a gente madura arrastrando carretillas sobrecargadas, es decir, la tracción humana.
He visto a personas -no diré empapadas en transpiración, pues son términos vulgares- bañadas en sudor, en una ciudad donde transitan los más lujosos vehículos en que la gente se desliza hacia sus ocupaciones o por agrado. Es penoso ver que todavía exista la tracción humana.
En verdad, considero difícil dictar una legislación sobre la materia. No he tenido tiempo ni he meditado lo suficiente para redactarla. Tampoco se puede prohibir la tracción humana, porque se dejaría a muchas personas sin trabajo. Sería preciso buscar la manera de que esa gente se organizara en cooperativas y que mediante el Banco del Estado se otorgaran los créditos necesarios para la adquisición, no de camionetas, sino de triciclos motorizados u otros vehículos semejantes para trasladar la carga.
Pero pensar que a estas alturas pueda tolerarse impunemente que compatriotas nuestros, jóvenes y adultos, derrochen sus energías y sacrifiquen sus vidas en un trabajo de ese tipo, es denigrante para la sociedad e impropio de nosotros.
Hago esta reflexión, pues creo que desde el punto de vista administrativo es más fácil solucionar el problema. Ojalá que las autoridades respectivas se hagan cargo de mis palabras.
El señor JULIET.-
Señor Presidente, hace un momento el Honorable señor Aguirre expuso, y con razón, que hemos recibido -creo como todos los señores Senadores- incontables telegramas de todas las provincias. En ellos, el comercio establecido solicita la no insistencia en el criterio del Senado, pues considera que el proyecto de la Cámara se ajusta más al propósito de desarrollar un comercio normal en el país.
A mi juicio, ese sector está equivocado. De la sola lectura del proyecto de esta Corporación se desprende, como manifestaron el Honorable señor Palma y todos los señores Senadores que me precedieron en el uso de la palabra, que ha habido falta de comprensión de los alcances del proyecto del Senado, que, por el contrario, resguarda más sus intereses, se ajusta más a,un regular desenvolvimiento del comercio, máxime si consideramos que no puede marginarse de sus funciones habituales a un numeroso grupo de chilenos.
A lo anterior debemos agregar que fuimos nosotros, los radicales, quienes autorizamos el funcionamiento de las ferias libres.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
Así es, señor Senador.
El señor JULIET.-
Esta Corporación ha procedido bien al introducir algunas enmiendas al proyecto de la Cámara, que ajustan el comercio ,a las reglas normales a que nuestro país, por sus costumbres, está habituado.
De ahí que trataremos de convencer, a quienes solicitaron nuestra colaboración para apoyar el proyecto de la Cámara, de que estaban errados, de que no comprendieron bien los alcances del criterio del Senado, que resguarda perfectamente sus intereses.
La señora CAMPUSANO.-
Estimo que el gremio de comerciantes ambulantes y feriantes sabrá comprender que, de no haber sido por su organización y movilización en apoyo del criterio del Senado, aquí no habría habido quórum suficiente para insistir en las enmiendas que reafirman el sagrado derecho que les asiste de ganarse el pan mediante un trabajo honrado.
Se ha interpretado en forma errónea la indicación formulada por los Senadores comunistas. Se ha creído que nosotros estamos en contra de los derechos de los comerciantes establecidos. No, señores Senadores. De ninguna manera. Por el contrario, los hemos apoyado: estuvimos en la Comisión defendiendo sus intereses.
Los Senadores de estas bancas, que pertenecemos a la clase obrera, advertimos que en el inciso primero del proyecto de la Cámara quedaba abierto un resquicio que podría utilizarse más tarde en contra de los comerciantes ambulantes y de ferias libres. Me refiero al precepto que contiene una declaración en el sentido de qu el organismo creado por la ley en debate propenderá a la supresión del comercio clandestino. Sin duda, esa parte de la ley podría esgrimirse en lo futuro en perjuicio de los mencionados comerciantes.
Nos complace, pues, que en el Senado exista mayoría para insistir en sus enmiendas. Asimismo, felicitamos a los comerciantes ambulantes y de ferias libres por haber sido capaces de movilizarse organizadamente luego de advertir el peligro que los amenazaba.
El señor TARUD.-
Como es de conocimiento de la Mesa, yo estaba pareado, por lo que me dirigí en forma especial al Comité Demócrata Cristiano para que tuviera a bien liberarme del compromiso mencionado y estar en condiciones de emitir mi voto contrario al artículo aprobado por la Cámara.
Por consideraciones de elemental justicia, no es admisible que en virtud de una disposición legal sean lanzados a la miseria quienes ejercen el comercio ambulante o el de ferias libres como un medio de ganarse honradamente el sustento. Menos aún podríamos aprobar semejante medida en estos momentos, dada la situación económica por que atraviesa el país.
Otra de las razones que me han impulsado, es de índole afectiva. Actuaré siempre en defensa de este comercio porque yo soy hijo de un comerciante ambulante, y con orgullo lo declaro en este hemiciclo.
Fundado en las consideraciones precedentes y, además, por estimar que estas materias no han sido estudiadas en su verdadera realidad, votaré contra las proposiciones de la Cámara.
El señor BARROS.-
Deseo expresar mi adhesión a los argumentos emitidos por mis Honorables colegas y agregar algunas consideraciones.
En todos los lugares del mundo, existen las ferias libres y el comercio ambulante. Algunas de estas formas de comercio constituyen un factor de ornato y de atracción para los turistas. En otros casos, son los artistas quienes concurren a los mercados al aire libre en busca de inspiración.
Por otra parte, no debe pasarse por alto el hecho de que esta clase de comerciantes venden "in situ", en el lugar mismo, sus mercaderías, con las facilidades consiguientes para los compradores.
En algunas ciudades, este género de comercio tiene formas en verdad maravillosas, como el de los "bouquinistes", instalados en la margen izquierda del Sena, dedicados a la venta de libros. Allí, junto con gozar del espectáculo que ofrece este comercio, se adquiere cultura. También en París funciona el no menos pintoresco "Mercado de las Pulgas".
En Chile, como en el mundo entero, el comercio ambulante y el de ferias tienen sus rasgos característicos. Nosotros no podemos convertirnos en sepultureros de esos mercados, por lo que debemos rechazar la disposición que disimulada y subrepticiamente, apoyada por el comercio monopolista, enemigo de la libre competencia, establecía que se propenderá a la supresión del comercio clandestino.
A mi modo de ver, las personas dedicadas a esta clase de comercio, los ambulantes y feriantes, son dignas de consideración. Pienso que no se les puede exponer a ser perseguidos como comerciantes clandestinos, pues, en la forma establecida por el artículo 2º que despachó el Senado, necesitan permiso municipal. Además, ellos han sido capaces de organizarse en gremios, lo cual les da mucho más fuerza.
Como candidato popular, yo he tenido oportunidad de actuar profesionalmente cerca de esos hombres y mujeres; los he visitado en los suburbios; entre ellos tengo muchos amigos, de los cuales he aprendido algo. Así, por ejemplo, me enseñaron a contar hasta diez cuando descargan o arruman, lanzándose unos a otros sandías, melones o repollos. Cuentan así: "Unila, dorila, tirifila, cuarterola, quin-tanilla, Sebastiana, se tejué, ochoa, novoa y Di Stéfano".
-Aplausos en galerías.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
Advierto a tribunas y galerías que están prohibidas las manifestaciones.
El señor MAURAS.-
Salvo cuando las manifestaciones son de alegría.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
O para celebrar una feliz intervención.
El señor CASTRO.-
Aparte los atractivos folklóricos del comercio ambulante y de las ferias libres, tales actividades, en mi concepto, dan material para un estudio bastante serio sobre organización administrativa, primero, y sobre los vehículos más apropiados para llegar hasta el pueblo con los suministros que éste necesita.
No se trata de sentar premisas doctrinarias, sino de aprovechar un asunto tan concreto como el que debatimos ahora para opinar sobre problemas que nos presenta el devenir cotidiano.
Antes de proseguir, anuncio que concurriré con mi voto a insistir en el proyecto del Senado. Con todo, deseo opinar, como lo hice respecto del proyecto que despachamos hace algunos instantes, en lo relativo al gremio de taxistas.
El funcionamiento de ferias libres fue autorizado por uno de los Gobiernos en que tuvo participación la colectividad política a que pertenece el Honorables señor Juliet. Lo menos que podíamos esperar es que, desde entonces, se hubiera legislado en forma efectiva para disciplinar esa actividad comercial. Por desgracia, no ha ocurrido así, y de ello resulta grave perjuicio tanto para la colectividad como para los comerciantes mismos. Estos últimos deben soportar la implacable competencia del comercio establecido, el que, también con justicia, se siente amagado por el comercio ambulante.
Por otra parte, los comerciantes de ferias libres deben atenerse a las condiciones bastante desagradables y desgraciadas que imperan en la organización administrativa encargada de esta clase de actividades. Tal vez por ello las ferias libres de Chile no tienen el agrado ni el colorido de los puestos de chucherías instalados junto a los ríos que atraviesan algunas ciudades de Europa, ni el encanto ni los atractivos turísticos de los mercados abiertos de los países del Medio Oriente.
En Chile, cada año, se acentúan las desventajas de las ferias libres y disminuyen sus ventajas. Las condiciones materiales del medio ambiente y la precaria condición económica de esos comerciantes impiden que las ferias libres cumplan satisfactoriamente las exigencias sanitarias. Por la misma causa, no se presentan como regalo para la vista de paseantes ni de turistas, sino que constituyen el trasunto del esfuerzo que despliega un sector de trabajadores chilenos para ganar el diario sustento.
¿Para qué se crearon las ferias libres ? Se establecieron para evitar la acción de los intermediarios, que es un factor de encarecimiento en el precio de los productos. Si rae equivoco, el Honorable señor Juliet podrá rectificarme. El propósito que se tuvo en vista fue que los artículos de consumo producidos en el campo pasaran directamente, de las manos del hombre que los sembró y cultivó, a las del consumidor.
El señor AGUIRRE DOOLAN.-
En efecto, ése fue el objetivo.
El señor CASTRO.-
Y es lo que todos hemos anhelado: que el feriante, ojalá, sea simultáneamente productor y vendedor. Incluso sería ideal que el feriante vendiera directamente a los consumidores los artículos que recibe del productor agrícola. Sin embargo, con el correr del tiempo, muchos feriantes -como se me ha informado- han debido ceder el paso, por razones de índole económica, a hombres de más dinero e influencia que descubrieron en las ferias libres un verdadero ne;goeio. De este modo, algunos hombres de fortuna disponen de varios feriantes para colocar sus productos. Son los que podríamos llamar grandes monopolistas de las ferias libres.
Ello me hace pensar en la conveniencia de legislar con miras a hacer verdaderamente efectiva la finalidad tenida en vista por las autoridades que primero permitieron el establecimiento de ferias libres, cual es la de evitar los encarecimientos debidos a la acción de intermediarios. Aun cuando nos golpea fuertemente en nuestras conciencias el problema humano del hombre sudoroso que arrastra un carrito cargado de hortalizas en el mercado, debemos tener en vista que hay otros problemas mucho más aguijoneantes, cuyas consecuencias se traducen en perjuicio para el bolsillo de las dueñas de casa. Me refiero al aumento artificial e injustificado de los precios de las subsistencias a causa de los sucesivos remates y transferencias, del trasiego de los productos de una mano a otra y a otra. En lo futuro, deberá preocuparnos legislar sobre estas materias, a fin de convertir a las ferias libres en verdaderas herramientas de trabajo para los modestos ciudadanos que actúan en ellas, y en vehículo para que el consumidor pague precios más bajos.
Hace poco, en un foro presentado por la televisión, se desarrolló una polémica entre un representante del comercio establecido y otro de las ferias libres. Ambos se atacaban en forma desusada, lo cual demuestra que entre ambos sectores se ha entablado encarnizada competencia. Por eso, no concuerdo con la opinión sustentada por el Honorable señor Von Mühlenbrock, quien, si no le entendí mal, ha sostenido que el trabajo de ambos sectores se complementa. A mi juicio, no ocurre así, sino todo lo contrario: un sector trata de anular al otro.
Quiero dejar perfectamente en claro ahora que nuestra preocupación más adelanté habrá de centrarse en la defensa de las ferias libres para que los hombres y las mujeres que en ellas participan tengan respaldo de la autoridad competente y desarrollen su trabajo con libertad. Pienso que debemos procurar que las ferias libres sean, en primer lugar, medios para entregar al consumidor los productos de la tierra y de la manufactura. Lo digo porque algunos comerciantes de situación más sólida se han infiltrado en las ferias para vender allí productos importados. De ese modo, se oficializa el contrabando de artículos que se expenden en las tiendas de artículos suntuarios. No hay razón alguna que justifique el comercio de esa índole en las ferias libres. Paulatinamente, esos elementos socavan la simpatía y el prestigio que el feriante debe tener ante la colectividad.
Para terminar, insisto en destacar la necesidad de legislar en favor del hombre de trabajo y del comerciante honrado; de procurar la supresión de los intermediarios, y de crear las condiciones sanitarias para que las ferias libres lleguen a ser obsequio para el buen gusto de los turistas y agrado de los transeúntes.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
Ofrezco la palabra.
Ofrezco la palabra.
Cerrado el debate.
Si le parece a la Sala, el Senado insistirá en sus modificaciones al artículo 1°.
Acordado.
El señor JULIET.-
Estamos de acuerdo en insistir respecto de todas las modificaciones del Senado.
El señor ALLENDE.-
¡En todas!
El señor MAURAS.-
Así es.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
Si le parece a la Sala, el Senado insistiría en el resto de sus modificaciones a este proyecto.
Acordado.
Se suspende la sesión por 15 minutos.
-Se suspendió a las 17.55
-Se reanudó a las 18.17.
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