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- rdf:value = " El señor GUMUCIO.-
Está muy lejos de mi ánimo tratar de calificar intenciones y la conducta de los señores Senadores que se pronuncien a favor del precepto. Pero, en realidad -lo voy a decir- pienso que los diversos sectores del Senado no están votando con la seguridad de que votan algo que sienten profundamente.
Desde luego, en los sectores de Derecha, es sabido públicamente que su candidato a la Presidencia de la República ha dicho que no lo será si no tiene la seguridad de que el actual Congreso no va a subsistir, pues no tendría cómo gobernar.
Otros sectores del Senado lo hacen por salvarse de la posible acusación de falta de dignidad por el hecho de amarrarse a sus cargos; o por el temor de que pueda ser exhibida por otros partidos su actitud de votar en forma distinta.
Durante el debate, escuché al Honorable señor Altamirano decir algo que es muy cierto: la disolución del Congreso en el régimen parlamentario es explicable, porque se confunde el Ejecutivo con la mayoría parlamentaria, ya que ésta gobierna a través de un Jefe del Gabinete que, al mismo tiempo, es parlamentario. Si esa mayoría deja de ser tal y el Gobierno empieza a perder votaciones de importancia, esa mayoría se autodisuelve en el Parlamento. O sea, los Senadores y Diputados elegidos en el régimen parlamentario saben que su mandato está limitado por la posibilidad de que la mayoría se disgregue. No es el caso del régimen presidencial.
Por desgracia, la posibilidad de disolución del Congreso ha sido buscada por varios Jefes de Estado. Así han procedido los señores Ibáñez, Alessandri y Frei, entre los que recuerdo. ¿Por qué? Porque no han conseguido la efectiva solidaridad del pueblo para gobernar y, al mismo tiempo, por el deseo de mantener su popularidad personal, muchas veces artificialmente agitada por órganos de prensa interesados. En el caso del Presidente Frei -voy a hablar con entera franqueza-, "El Mercurio" y la Derecha, en forma permanente, han declarado que él es el hombre, que tiene grandes condiciones, pero está acompañado por un partido que merece toda clase de condenaciones; que el señor Frei es el que tiene popularidad. Entonces, el afán de un Mandatario es que se compruebe fehacientemente su popularidad, inmensa, superior a la del Parlamento, a la de su partido y a la de todas las demás colectividades políticas., Ante esta crisis, siempre han reclamado la disolución del Congreso; porque se produce conflicto entre el Presidenta de la República y el Parlamento. Este hecho puede ser comprobado en las actuaciones de los últimos Presidentes que han ejercido el poder.
En cuanto a la idea del plebiscito, pienso todo lo contrario que el Honorable señor Bulnes. Creo que en ninguna consulta plebiscitaria pierde el Ejecutivo, porque controla los medios de publicidad. No cabe duda de que cada vez se acentúa más el control de esos medios por parte del Gobierno. Por lo tanto, siempre perderá el Parlamento.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Se han tomado medidas para que no los controle.
El señor GUMUCIO.-
Por lo demás, el Congreso es víctima de una tenaz y sostenida campaña Se desprestigio, de la cual los propios parlamentarios, por complejo-lo tienen respecto de la dieta y en otros veinte ejemplos más-, se hacen cómplices.
El Congreso que se elija después de un plebiscito -no se hagan ilusiones los señores Senadores- será servil y en él surgirán los oportunistas que entran a todos los Gobiernos.
En realidad, éste es el peor de los sistemas para conseguir que exista una vida democrática.
Por eso, no tengo ningún complejo. Soy enemigo total de éste y de toda clase de plebiscitos. Porque aquí esta consulta no será como en los países nórdicos o europeos: el plebiscito en Chile es guerra civil, pues no se realizará sobre un punto determinado, sino sobre todos los aspectos polémicos de tipo político. Y si una nación vive en elecciones presidenciales y parlamentarias, y encima se agregan las campañas propagandísticas y plebiscitarias, se debatirá en perpetua agitación política.
Por eso, voto que no.
"
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