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- rdf:value = " El señor ALTAMIRANO.-
Los socialistas somos contrarios al establecimiento del sistema plebiscitario propuesto.
Pero ahora deseo referirme a lo manifestado por el Honorable señor Ibáñez. Ya dijimos que no estábamos de acuerdo con el sistema de plebiscito ni tampoco con la disolución del Congreso. Asimismo, destacamos que, de aprobarse la delegación de facultades y la abdicación de derecho propuestas en la reforma constitucional en debate, no estábamos dispuesto a aparecer defendiendo exclusivamente el cargo de parlamentario y que, si se presentaban indicaciones para disolver el Congreso, concurriríamos a aprobarlas.
Con autorización del Senador que habla, Comité del Partido Socialista, el Honorable señor Allende se ausentó pocos minutos antes de esa votación. No a ¡as dos o a las tres de la mañana, sino Señor de las seis o siete de la tarde, debido a que tenía un problema muy urgente.
El señor HAMILTON.-
¡Hepatitis!
El señor ALTAMIRANO.-
No éramos nosotros los obligados a dar mayoría, sino la Democracia Cristiana, porque fue el Gobierno democratacristiano del señor Frei el que, antes de la elección parlamentaria, creyendo obtener una gran votación, envió un proyecto que proponía la idea de disolver el Congreso. Posteriormente, fueron los propios Diputados y Senadores democratacristianos quienes no concurrieron con su voto a aprobar esa iniciativa. Vale decir, la Democracia Cristiana ha votado toda clase de delegación de facultades, ha abdicado de todos los derechos del Parlamento menos de uno: conservar la "pega".
Eso es lo que los socialistas no aceptamos y consideramos inmoral. En consecuencia, hemos sido contrarios, en general, a estas disposiciones.
Por otra parte, no concordamos con la argumentación del Honorable señor Bulnes Sanfuentes. En realidad, el sistema presidencial que establece nuestra Constitución Política no comprende la disolución del Congreso. Así, pues, de haber sido consecuente con el sistema que nos rige, Su Señoría no habría votado, en ningún caso, la disolución del Congreso. Y si deseaba apartarse del esquema tipo de régimen presidencial que existe en Chile, debió haberlo hecho en forma consecuente y atenerse a lo siguiente: si el Presidente de la República tiene facultad para proceder a tal disolución, al igual que en el régimen parlamentario, debe arrostrar la consecuencia: si no se disuelve, es decir, si pierde, debe renunciar, como, por lo demás, lo hizo el Presidente De Gaulle, en Francia, en circunstancias de que, constitucionalmente, no tenía obligación de hacerlo.
Lo que sucede es que el Partido Nacional vive pensando en la posibilidad -pensamiento que ellos atribuyen al Senador señor Chadwick- de que pueda triunfar, el día de mañana, el señor Alessandri. Y están dispuestos, si ese triunfo llegara a ser realidad:-¡a mil años luz!-, a atornillarse en el Poder. Por eso, no se atreverían a colocar en juego la eventualidad de que, una vez disuelto el Congreso, la opinión pública les fuera adversa y el Presidente tuviera que renunciar, lo que demuestra también una gran debilidad de su parte.
Nosotros hemos actuado consecuentemente.
Por lo demás, como lo he dicho, hace ya ocho horas que autorizamos al Honorable señor Allende para ausentarse por motivos que hacían indispensable su partida.
"