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- rdf:value = " El señor PRADO.-
Señor Presidente, nosotros atribuimos a esta disposición sobre plebiscito la máxima importancia dentro del proyecto. Con ella reiteramos una iniciativa que formó parte del proyecto de reforma constitucional enviado al Congreso en 1964, al asumir el mando el PresidenteFrei, y al cual me referí hace pocos minutos.
A mi juicio, la mayor parte de las observaciones formuladas en la Sala -en especial de parte de los señores Senadores de la Derecha-, en torno de la disolución del Congreso Nacional, como Sus Señorías deben de saberlo perfectamente, no tienen atinencia con el precepto sobre plebiscito, que tanto aquellos señores Senadores como los democratacristianos y el Honorable señor Duran hemos aceptado esta noche.
El plebiscito constituye, a nuestro entender, la respuesta responsable de los movimientos políticos cuya ideología se basa fundamentalmente en la democracia a las exigencias que se nos plantean y que deben traducirse de algún modo en mecanismos e instrumentos de acción.
Jamás renunciaremos a la instancia suprema de preguntar al pueblo, en quien radica la soberanía, cuáles son los instrumentos que está dispuesto a darse a sí mismo, en qué instituciones y estructuras jurídicas quiere expresarlos, de qué modo desea que se constituya el régimen político que ha de regir su destino.
Según el plebiscito que está siendo aprobado en este momento en la Corporación -espero que lo sea por el Congreso Nacional-, podrá el Presidente de la República, sin ninguna limitación, sin más trabas que la de no poder revisar las propias normas sobre plebiscito contenidas en la Constitución Política, recurrir al pueblo para consultarle cuál es su pensamiento, qué propone, qué quiere, qué anhela.
Dado lo anterior, nos parece ocioso, sin ninguna importancia, el asomo de acusación que los señores Senadores del Partido Nacional estaban formulando, fundamentalmente los Honorables señores Ochagavía e Ibáñez.
Este plebiscito habilitará al Jefe del Estado -al que sea- para consultar la voluntad popular, para pedirle pronunciamiento, previo examen de las situaciones que se presenten, .en lo político, social y económico.
No me explico que se pronuncien en contra del plebiscito quienes crean en la democracia. Las razones que en tal sentido he oído esta noche, en especial al Honorable señor Gumucio -lo digo con todo respeto-, no me parecen fundadas. Una de ellas es la de que la propaganda o publicidad puede constituir un elemento distorsionador de la voluntad popular. Al respecto, hay en el artículo una norma que me parece clara, que incluso habla de la gratuidad, para que todos los partidos políticos puedan exponer su pensamiento.
Yo habría querido que se aprobara esta disposición al comienzo del Gobierno del señor Frei, para que desde entonces hubiera podido regir. En ese tiempo, los señores Senadores del Partido Nacional no facilitaron la reforma. Están haciéndolo ahora.
Quiero que tome nota el país de que estamos arrobando la reforma cuando el Presidente Frei está terminando su mandato y que, por lo tanto, no ha de ser él quien la utilice.
Pero debo agregar algo más: he escuchado con sorpresa palabras que revelan un trasfondo de temor, en particular de parte de Senadores de la Izquierda. Francamente les digo que votar el plebiscito, otorgar esta facultad, significa demostrar que somos capaces de imponer cambios que darán mayor solvencia para enfrentarse al país.
Por eso votamos esta disposición y creemos que con ella abrimos cauce, de modo muy concreto, a las aspiraciones más fundamentales de los partidos y movimientos políticos que confían en la democracia, los cuales deben buscar, no sólo el triunfo en la elección de 1970, sino, también, entenderse después, cuando se trate de imponer la nueva institucionalidad que el país y nuestra sociedad necesitan.
Voto que sí.
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