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- rdf:value = " El señor DURAN.-
En numerosas oportunidades, tanto en la Cámara como en el Senado, he tenido que adoptar actitudes en relación con la materia que en este instante preocupa a esta Alta Corporación, y no sólo respecto de las peticiones formuladas por los Presidentes de la República militantes del Partido Radical, en el que yo milité, pues también tuve que pronunciarme sobre facultades especiales o delegaciones solicitadas por gobernantes independientes o de otros partidos. Por órdenes de la colectividad en que participaba, hube de dar mi voto favorable a esta tesis constitucional. Se debatía entonces si la delegación de facultades estaba encuadrada o no en el texto constitucional. De ese modo, siendo un militante disciplinado -en ese entonces, ya que ahora estoy fuera de él-, voté las peticiones formuladas por el Presidente de la República de la época, señor Ibáñez, como también las pedidas por el señor Alessandri.
Aquí se ha hecho, y con razón muy justa, una apreciación comparativa de lo que en su oportunidad dijo en esta misma Sala el señor Frei, en abierta contradicción con lo que hoy como Jefe de Estado plantea al Congreso, solicitando la reforma constitucional.
Quizás nunca como en este caso resulta de mayor fuerza aquel adagio muy viejo y muy chileno: "Otra cosa es con guitarra", pues resulta que la gente abusa muy comúnmente de la mala memoria de la ciudadanía y hace olvido, en consecuencia, de las actitudes que asumió en otras ocasiones.
Cuando se produjo en Chile la "revolución pacífica" -aun cuando en el extranjero no lo crean, en este país lo hemos pasado en revoluciones: la revolución pacífica, la revolución en libertad-, cuando vino a azotar a la nación ese proceso, los partidos que integraban los cuadros del señor Ibáñez solicitaron este tipo de delegaciones, y, con entusiasmo, los militantes de los partidos que hoy impugnan la legalización o la constitucionalización de las facultades, en aquella oportunidad, aun con un texto constitucional discutible, votaban este tipo de delegaciones.
Hay, pues, contradicciones.
Se ha desatado en el país una especie de filosofía del cambio, y con un lenguaje comunista, comunitario, independiente, socializante, hay una tesis central para dar a todo el proceso -tanto en el orden social, como económico y ahora institucional- una mayor velocidad de acuerdo con los tiempos. Cuando se habla por la vía de las generalizaciones, se hace ver al país la necesidad de actuar en forma dinámica, de crear una fórmula distinta que permita enfocar con mayor celeridad el cúmulo de requerimientos que los pueblos vienen planteando.
No obstante, pese a todo el cúmulo de palabras gastadas en las concentraciones públicas o en los planteamientos de partidos, cuando se trata de hacer realidad esos anhelos de mayor celeridad, se tropieza con mil inconvenientes.
Por eso, de acuerdo con mi propia conciencia, creo más lógico constitucionalizar un sistema que ha venido siendo permanentemente empleado por los distintos gobiernos.
Voto que sí.
"
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