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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, cualquiera que lea la proposición que votamos podría formarse la idea de que hay cierto sadismo en sus redactores. Después de oír las palabras pronunciadas por el Honorable señor Bulnes, que no ha ahorrado los latigazos para sus compañeros de equipo, esta conclusión parece irrefutable.
El señor IBAÑEZ.-
Presunción de Su Señoría. .
El señor CHADWICK.-
Aparte el sadismo, existe una dosis de masoquismo por parte de quienes la votarán afirmativamente, pues ellos mismos deberán soportar sus efectos.
El señor GARCIA. -
¿Ha sufrido mucho, señor Senador...?
El señor CHADWICK.-
Estas limitaciones del Congreso se agregan a las ya existentes. Es un hecho de todos conocido que el Presidente de la República, por la vía del veto, impide cualquiera ley con el solo requisito de tener en una de las ramas del Parlamento un tercio más uno, que es una minoría escasísima.
El señor HAMILTON.-
Para objetar, no para rechazar.
El señor CHADWICK.-
Cuando los señores Senadores del Partido Nacional, haciendo memoria de sus experiencias como conservadores o liberales, recuerdan que el PresidenteAlessandri perdió ese tercio, en el fondo están confesando un hecho que constituye una revelación democrática extraordinaria: ¡era tan bueno el Gobierno de ese Mandatario que, sometida su gestión al juicio del electorado nacional, no pudo reunir el tercio, pese a tener en sus manos el poder político: intendentes, gobernadores y jefes de servicios; toda la influencia del enorme aparato del Estado intervencionista; adicionalmente, los recursos que proporcionan los grandes círculos financieros del sector privado, y además "El Mercurio", radioemisoras, algunas de las cuales fueron conseguidas de mala manera, influencias sobre periodistas, etcétera. ¿Sería tan buena esa Administración?
Pero existe cierto sadismo. Debemos seguir adelante, a pesar de que el Jefe del Estado, de acuerdo con las disposiciones constitucionales vigentes, está en condiciones de no permitir que proyecto alguno llegue a ser ley, si cuenta con un tercio más uno, no digo en la Cámara y en el Senado, sino en cualquiera de las ramas del Congreso. A pesar de esto, se considera poco. ¡No, quiere tener la facultad de la iniciativa exclusiva!
El señor LORCA.-
Natural.
El señor CHADWICK.-
Es cierto e indiscutible que ningún proyecto de ley puede encontrar la sanción legislativa si carece de las muletas de la urgencia. Si el Ejecutivo las hace presente, las Comisiones deben postergar el examen de otras iniciativas, y las salas, tanto de la Cámara como del Senado, diferir su consideración. ¡Los proyectos tienen preferencia que sólo puede manifestar el Presidente de Ja República!
También es cierto, y nadie lo discute, que en el año calendario son contados los meses en que se pueden tratar iniciativas no patrocinadas por el Ejecutivo: sólo desde el 21 de mayo hasta el 18 de septiembre. El resto del año, que comprende más tiempo, el Congreso no puede ocuparse en otras materias que las incluidas por el Jefe del Estado en la convocatoria extraordinaria.
Esta es la situación vigente.
Mediante la enmienda en debate, se agrega la siguiente idea, que seguramente será despachada como reforma constitucional: el Parlamento no podrá incluir indicación de ninguna especie que no diga relación directa a la idea matriz del proyecto. Es decir, los parlamentarios, no obstante concebir toda clase de ideas o considerar necesario legislar sobre materias afines, estarán impedidos de lograr un pronunciamiento sobre ellas, por no estar comprendidas en los aspectos fundamentales de la iniciativa.
¡Pero hay que ser sádicos, hay que demostrar que el Congreso Nacional no es sólo un organismo desprovisto de autoridad en todo orden de materias que interesan al país, sino que, además, ello debe proclamarse y decirse en los términos más solemnes posibles, a fin de que el menosprecio llegue hasta la inhibición!
La primera idea nueva introducida en esta materia consiste en reservar al Presidente de la República la facultad de suprimir, reducir o condonar los impuestos o contribuciones de cualquier clase, sus intereses o sanciones, postergar o consolidar su pago y establecer exenciones tributarias totales o parciales.
Ya hemos despachado otras normas semejantes, gracias a la confabulación del señor Alessandri -que a pesar de sus años, de su vetustez...
El señor BULNES SANFUENTES.-
Lea "El Siglo".
El señor CHADWICK.-
... y su fracaso indudable, aparece en el horizonte como una nueva salvación de este sistema- con el sol declinante del señor Frei, quien, después de seis años de Gobierno, pretende que se olvide y perdone todo lo que ha hecho, y aparece como el salvavidas de la Derecha, al igual que en 1964.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
¡El doctor Fausto: nunca va a envejecer....!
El señor CHADWICK.-
Ahora, vamos a darnos una regla de profundo sadismo, si se atiende a sus inspiradores, y de un propósito de autoflagelación, si se considera a quienes la aprobarán: no se podrá "suprimir, reducir o condonar impuestos o contribuciones de cualquiera clase, sus intereses o sanciones, postergar o consolidar su pago y establecer exenciones tributarias totales o parciales", si ello no cuenta con la iniciativa del Ejecutivo.
El Jefe del Estado ya posee la facultad de perdonar impuestos a quien desee. Así lo dispone la ley vigente. Tiene la facultad, en materia de arancel aduanero, de reducir las tasas; en el Estatuto del Inversionista, la de convenir determinadas exenciones tributarias. ¡Y el Ejecutivo tendrá otra atribución esplendorosa! Este Parlamento, arreado como bestia flaca y desfalleciente ..
El señor GARCÍA.-
¡Ese sí que es masoquismo!
El señor HAMILTON.-
A confesión de parte, relevo de pruebas.
El señor CHADWICK.-
... le otorgará facultades extraordinarias. Y, una vez que pueda ejercitarla, el Ejecutivo, en virtud del número 15 del artículo 44 de la Constitución, podrá imponer nuevos impuestos, rebajar los existentes, fijar cualquier modalidad y repartirlos entre las zonas, regiones o provincias, como dice el texto constitucional.
Una vez que el Presidente de la República haya ejercido esa facultad, ningún Congreso, aunque tenga, no digo mayoría absoluta, la unanimidad -poco menos se exige en la actualidad-, podrá rebajar los impuestos que afligen a ciertos sectores. ¡Esto podrá suceder gracias a la norma propuesta por el Honorable señor Bulnes y otros señores Senadores!
Históricamente la Revolución Francesa se debió a factores que los sociólogos caracterizan por el ascenso de la burguesía al Poder. Pero el factor detonante fue el impuesto a la sal. Versalles, con su lujo y su corte, funcionaba en virtud de un procedimiento que ahora se está utilizando, poco a poco, en mayor medida: al pobre campesino, al hombre del pueblo, se le hacía tributar por la sal que consumía. Nosotros hemos sido un poco más amplios de criterio: con el aplauso de la Derecha y por iniciativa de don Jorge Prat, en su oportunidad se adoptó el sistema de hacer tributar al pueblo por las compras que hace. Ya no es la sal sola, mente. Hemos progresado: ahora es el azúcar, el par de zapatos, etcétera. Esto es lo que rinde más. Cuando se trata de resolver los problemas financieros del Estado, el Gobierno de turno procura aumentar un poco la tasa del impuesto que pagan los consumidores.
No deseamos que el sistema se perpetúe. No queremos que su desvarío sea corregido. ¡Ojalá se acepte la proposición y se establezca el impuesto a la sal! El Parlamento, aunque desee reunir la unanimidad de sus votos, no estará en condiciones, constitucionalmente, de derogar los impuestos que el Presidente de la República estatuya.
Pero el problema no se reduce a eso. Hay una idea muy importante que llena de orgullo -naturalmente, por el deber cumplido- a ciertos Senadores del Partido Nacional: ya no existirá el fantasma de que el Congreso Nacional imponga por ley un reajuste de sueldos y salarios del sector privado. ¡Cómo no va a ser una insolencia y audacia de los pobres, que viven de un sueldo o salario -deteriorado en su monto, porque la moneda con que se les paga constituye un instrumento de la estafa, por ir perdiendo su poder adquisitivo-, pedir a sus representantes en el Congreso un reajuste de remuneraciones de acuerdo con la desvalorización monetaria! ¡Eso jamás! ¡Eso atenta contra el sacrosanto derecho de hacer utilidades con la miseria del pueblo trabajador!
Sabemos, porque las estadísticas las hemos tenido a la vista, a cuánto ascienden los sueldos y salarios mínimos; sabemos que el 70% de los empleados particulares no gana más de dos sueldos vitales; sabemos que son centenares de miles los obreros desorganizados que no pueden luchar para alcanzar un reajuste equitativo. Naturalmente, es un gran consuelo para la Derecha disponer del recurso de que sólo por iniciativa del Presidente de la República puede fijarse un reajuste de sueldos y salarios.
¿Cuál es la política del Gobierno que lo identifica ante el pueblo? No son las grandes iniciativas sobre estabilidad monetaria ni tampoco la idea de crear un Mercado Común Latinoamericano. Nada de la literatura en uso determina las condiciones de vida del pueblo trabajador. Ellas están determinadas, inflexiblemente, por el salario o el sueldo.
Al otorgar al Primer Mandatario iniciativa exclusiva en esta materia, no sólo le concedemos el recurso de menospreciar la existencia misma del Congreso, sino también le entregamos la llave de oro para abrir la puerta de lo que ha estado buscando la Reacción chilena a través de tantos años, idealizando la figura de Portales, manteniéndose mansa y sumisa ante todos los mandones de América Latina, por la ilusión de que alguna vez en Chile podrá establecer una dictadura implacable cubierta por el ropaje hipócrita y deleznable de la legalidad.
Ellos quieren y buscan afanosamente un sistema por el cual, mientras la moneda se desvaloriza y los salarios se encogen, los trabajadores desorganizados no puedan alcanzar un reajuste que los compense por la pérdida del poder adquisitivo de la moneda durante el año transcurrido.
¡Ahí está la fuente principal de las utilidades de los empresarios!
Se ha sostenido que la legislación social es un gravamen insoportable para el empresario, que los impuestos son exagerados; pero no se menciona que el principal elemento del costo, el salario, no tiene comparación con los niveles respectivos de cualquier país civilizado. No es necesario viajar muy lejos para apreciar el valor efectivo de los sueldos y salarios que perciben nuestros trabajadores. Hay personas que hoy día se escandalizan porque se lucha por conquistar un salario mínimo de 15 escudos. ¡Qué son 15 escudos en relación con el poder adquisitivo real de nuestra moneda! Inclusive, el diario "El Mercurio" reconoce que, en términos reales, la moneda se ha desvalorizado en 10 veces en los últimos nueve años. ¡Es la misma insignificante cantidad de mil quinientos pesos de hace ocho o nueve años! Eso, atendiendo a los índices oficiales.
La Derecha no se preocupa por la estabilidad del Estado ni de las instituciones democráticas en una posición de admiración idealista o jurídica. Lo que busca, como decía el Honorable señor Altamirano en la discusión general del proyecto, es consolidar y acentuar su dictadura de clases. Y precisamente en esta disposición es donde se está más cerca del núcleo del problema.
Si los parlamentarios no pueden tomar ninguna iniciativa; si, aun reuniendo la unanimidad, no pueden hacer prosperar un proyecto, porque está reservado al Presidente de la República poner en movimiento el sistema por el cual se llega a la ley, entonces habremos llegado a lo que Hitler preconizó con el gran aplauso de la Derecha, y que realizó a su manera: un poder en que la totalidad de las facultades se centraliza en un hombre.
¿Qué nos quedará, señor Presidente? Ni siquiera la facultad de dar algunas pensiones de gracia. ¿Cómo no ha de ser despiadado para los pobres Diputados y Senadores que vendrán aquí a cumplir las formalidades de las sesiones del Parlamento, el que ni siquiera puedan intentar -no digo corregir lo general, lo que aflige a la mayoría del pueblo- otorgar una pensión de gracia en casos particulares de extrema significación ?
¿Vamos a otorgar a este Ejecutivo para justificar al Gobierno del señor Alessandri, el ejercicio de tales facultades? ¿Y de quién se trata? De un hombre que, cuando tenía menos años y, por lo tanto, más facultades, fracasó en los términos más ruidosos, en la forma más inapelable. Ya recordé el resultado de una elección general parlamentaria, en que ni siquiera obtuvo el tercio de ninguna de las ramas del Congreso.
Veamos qué pasó con el Gobierno del señor Alessandri cuando los partidos que lo apoyaban se concertaron para tener un candidato único. Era el candidato del Frente Democrático, que, según las estadísticas, debía dar por resultado un éxito avasallador. La experiencia era tan indisimulable, tan difícil era ocultar el fracaso de la gestión de ese sexenio, que bastó una elección complementaria a Diputado por Curicó para que todas las ilusiones autogenerada se derrumbaran y todos corrieran presurosos a asilarse en la tienda de un opositor, y de un opositor al cual no querían, que singularizaban como un adversario político, al cual no ahorraban dicterios, al que habían llamado "un niño", al cual "no le entregarían una locomotora", al cual habían vencido en una pintoresca lucha de ventanas, poniendo los respectivos carteles. Fueron medrosos. Incondicionalmente, bajando la cerviz, renunciando a cualquier orgullo que les dictara su propio dinero...
El señor BULNES SANFUENTES.-
Se está poniendo insolente:..!
El señor CHADWICK.-
...sin poner condiciones de ninguna especie, fueron a cobijarse a la tienda de la Democracia Cristiana para salvarse del desastre electoral que, sin duda, para ellos, en primera persona, presentando la cara, era irrevocable. El éxito del señor Alessandri era tan grande que no pudieron dar la cara: tuvieron que esconderse tras la Democracia Cristiana.
Y esto, ¿por qué, señor Presidente? Porque la gestión era trasnochada. Todo lo que hizo el señor Alessandri era un fracaso anticipado. El preconizó la apertura del mercado y quiso traer capitales inspirando confianza; pero como la confianza es una palabra que no da utilidad, dio intereses en moneda dura que llegaron a 22% ó 23%. De manera que los agiotistas, los que movilizan los capitales libres, los que andan a la caza de los ingenuos o los que están pensando en tonterías llegaron a este país a explotar el mercado chileno, a sacar el 22% de utilidad en moneda dura.
Al poco tiempo, antes de dos años, se había producido la bancarrota. ¡Los salvó el terremoto de Valdivia! Ahí, rasgaron sus vestiduras; y los mismos agiotistas que ganaban aquí el 22%, hicieron propaganda en el extranjero para obtener nuevos empréstitos, que fueron un galón de oxígeno para el señor Alessandri. Por este procedimiento logró mantener la experiencia más absurda que haya existido en América Latina: la de...
El señor BULNES SANFUENTES.-
Así y todo hemos obtenido treinta y tres Diputados, y el partido de Su Señoría, ninguno.
El señor CHADWICK.-
El Honorable señor Bulnes Sanfuentes ha alcanzado el plano de la genialidad: ¡ha llegado a creer que se justifica el Gobierno de Alessandri porque nosotros no hemos obtenido ningún Diputado y su partido ha obtenido treinta y tres!
El señor VON MÜHLENBROCK.-
¡Su Señoría ya está aislado!
El señor CHADWICK.-
En realidad, es de antología su intervención, y espero que los analistas políticos...
El señor BULNES SANFUENTES.-
¡Las suyas no son de antología! ¡Eso, se lo aseguro! ¡No hay antología que las vaya a registrar...!
El señor CHADWICK.-
La actitud del Honorable señor Bulnes Sanfuentes traduce una característica sicológica muy estudiada : se está identificando con un tipo que posiblemente tenga mucho interés para los siquiatras. Esto es cada vez más notorio.
Le estaba diciendo, señor Senador, que el señor Alessandri terminó su gestión con el fracaso rotundo de lo único que esperaba alcanzar. Había hecho cuestión de identificar el éxito de su Gobierno con la estabilidad monetaria, y a pesar de que consiguió toda clase de créditos a raíz del terremoto, al final llegó un momento en que declaró -el Honorable señor Bulnes no me va a desmentir- que había sido sorprendido el 28 de diciembre, día de los Inocentes, de 1963, cuando su Ministro de Hacienda le contó, a él, al hombre que tenía la totalidad del poder en sus manos, que había que desvalorizar la moneda...
El señor AYLWIN.-
Fue en 1961.
El señor CHADWICK.-
Fue en 1961. Exacto.
Y se quedó callado durante un año. No habló y dejó que el señor Mackenna, que había llegado al Ministerio de Hacienda como tres meses antes ...
El señor SULE.-
Igual que ahora: no habla.
El señor CHADWICK.-
... se entendiera con los parlamentarios, con todo el mundo, porque él no articulaba palabra.
El señor ALTAMIRANO -
Igual que ahora.
El señor GARCÍA.-
¡No sabe cuánto deseamos que le ocurra lo mismo a Su Señoría ...!
El señor CHADWICK.-
Lamento no haber oído al Honorable señor García, porque le contestaría. Ofrece bastante blanco, física, intelectual y políticamente. Pero no le oigo.
Entonces, con esa imagen trasnochada, se pretende lo mismo que hicieron los que trataban de restaurar a los Borbones, á Luis XVIIII...
El señor BULNES SANFUENTES.-
¡Y lo restauraron!
El señor CHADWICK.-
Lo restauraron, naturalmente, pero con armas extranjeras, Honorable señor Bulnes. Su Señoría lo sabe muy bien, porque es historiador. Ahora, en que no se usan directamente los ejércitos, sino en casos extremos, van a restaurar el alessandrismo con las armas de los grandes financistas extranjeros...
El señor VON MÜHLENBROCK. -
¡Es vidente Su Señoría!
El señor BULNES SANFUENTES.-
Con los votos del pueblo lo restauraremos.
El señor CHADWICK.-
Ahora, con esa imagen de cartón, con ese hombre que ya se está sobreviviendo a sí mismo después de un fracaso rotundo, ...
El señor OCHAGAVIA.-
Haga una encuesta.
El señor CHADWICK.-
...después de haber terminado en la inopia, se está alzando de nuevo la Derecha, y bajo una condición muy humillante! Porque ocurre que el líder ni siquiera los reconoce como hijos suyos! Se niega a identificarse con el Honorable señor Bulnes Sanfuentes, se niega a identificarse con el Partido Nacional. El actúa como independiente en una de las ficciones, de las mentiras más redondas con que se puede hacer comulgar a un pueblo ingenuo.
El señor OCHAGAVIA.-
Está insultando al pueblo de Chile.
El señor CHADWICK.-
El no milita en partido alguno.
El señor OCHAGAVIA.-
Eso es verdad.
El señor CHADWICK.-
¿Qué valor tienen los independientes?
El señor OCHAGAVIA.-
El de ser la mayoría de los chilenos.
El señor CHADWICK.-
¿Qué clase de seres son esos que llegan a muy avanzada edad sin haber tenido el gesto de comprometerse en una acción común con los demás hombres que comparten sus ideas?
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Está insultando al pueblo.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Son la gran mayoría del país.
El señor CHADWICK.-
¿O es que se colocan por encima de los seres humanos porque se consideran a sí mismos individuos de otra especie?
El señor OCHAGAVIA.-
Desprecia al pueblo Su Señoría.
El señor CHADWICK.-
No quieren ser ni siquiera identificados...
El señor BULNES SANFUENTES.-
Constituyen el 90% de los chilenos.
El señor CHADWICK.-
Tal vez sean el 90% ; pero a menos que nosotros reconozcamos, por igual, sin distinción de partidos, que somos unos miserables, el ser independiente no podrá nunca considerarse como un título para aspirar a la Presidencia de la República.
Yo digo: ¿cómo será el deseo de la Derecha de tener la totalidad del poder en sus manos que pasa por todas esas humillaciones, que asimila el castigo, que abdica de todo?
Ellos esperan, con el mito paternalista del alessandrismo erigido en Jefe del Estado...
El señor OCHAGAVIA.-
¿A quién apoyará Su Señoría? ¿A Allende?
El señor CHADWICK.-
... disponer de un hueco que les permita defender sus intereses.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
¡Ya lo da por electo Su Señoría!
El señor CHADWICK.-
No lo doy por electo.
El señor OCHAGAVIA.-
Le ha dedicado las tres cuartas partes de su discurso.
El señor CHADWICK.-
Señor Presidente, no soy ningún ingenuo. Cuando veo votar a la Derecha en los términos en que lo hace, no puedo dejar de pensar que su actuación obedece al supuesto de que ese independiente, que, por desgracia, no quiere reconocer filas entre ellos, estará, por último, al servicio de sus aspiraciones y de sus intereses políticos. Ya tuvimos ocasión de ver, hace unas horas cómo la Derecha abomina hoy de las facultades que ella misma ha ejercido. Esa colectividad quiere suprimir -recuerdo así, al pasar- la atribución del Congreso de calificar la manera como el Presidente de la República conduce las relaciones exteriores mediante el simple ejercicio de la facultad de autorizar los viajes al extranjero. Abomina ahora de ello. Pero resulta que en 1967 esta Derecha utilizó ese procedimiento que ahora le es abominable. Y ello, porque se dispone a tener al Primer Mandatario a su lado. Es el sueño...
El señor OCHAGAVIA.-
No es sueño, Honorable Senador.
El señor CHADWICK.-
... que se idealiza mediante la figura de Portales, un "mandón", un hombre que tiene a su disposición...
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Es el creador del Estado.
El señor BULNES SANFUENTES.-
¡Ahora empezamos con Portales...!
El señor CHADWICK.-
... vidas, hacienda y todo lo que existe, bajo formas jurídicas elementales que cumplen el requisito de las solemnidades. Serán decretos; será un decreto con fuerza de ley; será una ley de exclusiva iniciativa del Presidente de la República, que se arrancará a un Congreso castrado. Esto es lo que le interesa: no tener ese choque de fuerzas que, mal que mal, deben enfrentar los amos que en el resto de América Latina realizan las mismas funciones.
Porque más facultades extraordinarias; más reserva de la iniciativa legislativa; más discrecionalidad en la administración del Estado que las que tiene el señor Onganía, es difícil concebir. La dificultad consiste en que Onganía está privado de la justificación jurídica. La Derecha chilena es jurídica, gusta de la Constitución Política, le agrada decir que esto lo hace, no por interés personal ni de clase, sino velando por los grandes fines del Estado y dentro de las facultades que la Carta Fundamental le otorga.
Ahora, con este precepto se da un paso sustancial, si se cumplieran los sueños, para materializar este decir. Pero nosotros, que no estamos en modo alguno dispuestos a facilitar las cosas a la "restauración borbónica", decimos que vota más en contra, y advertimos que nuestra confianza no está, en manera alguna, en que esta disposición no se apruebe.
Hemos visto que en el Brasil, después del último golpe de Estado por el cual el Presidente en ejercicio fue reemplazado por un "Triunvirato", bastó la acción de un grupo pequeño de hombres para encender el entusiasmo de ese inmenso país de ochenta millones de habitantes. Un puñado de hombres tomó al verdadero dictador del Brasil -el Embajador de los Estados Unidos en Río de Janeiro-, lo secuestró y obligó al Gobierno a publicar la proclama más infamante para esa dictadura que está oprimiendo al país. Tuvieron que repetir, en los diarios y radiodifusoras, todos los crímenes cometidos y devolver a quince de los más caracterizados perseguidos políticos. Y se sabe que en el Brasil el pueblo entero está electrizado por la acción de estos hombres, quienes recogieron el mensaje de los que buscan una decisión contra la dictadura.
Los que hoy día están soñando con el señor Alessandri; con que, mediante las reformas constitucionales, contendrán la lucha social, la harán retroceder y someterán al pueblo a un yugo del cual éste no se podrá librar, están pensando en términos absolutamente irreales.
Estamos tranquilos.
El señor OCHAGAVIA.-
¡No lo parece....!
El señor CHADWICK.-
Por 26 votos contra 24, será aprobada la reforma constitucional, y las pocas facultades que restaban al Congreso pasarán a quedar bajo el resorte de la discrecionalidad absoluta del Jefe del Estado, si así lo quiere la Derecha, para revestir su dictadura con el ropaje de la legalidad. Y si nosotros no podemos impedirlo, así se hará. Pero será un triunfo corto, como el de Luis XVIII, abreviado por la celeridad y dinamismo de los fenómenos sociales. No piensen los "borbones" que no han aprendido nada y que nada han perdonado, que su reinado será muy largo. No lo será más que lo necesario para poner de manifiesto cómo son: antinacionales, profundamente egoístas, históricamente condenados por su torpeza e incapacidad.
"
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/595770/seccion/akn595770-po1-ds5
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/595770