REPUBLICA DE CHILE DIARIO DE SESIONES DEL SENADO PUBLICACION OFICIAL. LEGISLATURA EXTRAORDINARIA. Sesión 87º, en jueves 23 de febrero de 1967. Especial. (De 11.00 a 21.12). PRESIDENCIA DE LOS SEÑORES SALVADOR ALLENDE GOSSENS, PRESIDENTE; TOMAS REYES VICUÑA Y SERGIO SEPULVEDA GARCES, PRESIDENTES ACCIDENTALES. SECRETARIOS, LOS SEÑORES PELAGIO FIGUEROA TORO Y FEDERICO WALKER LETELIER, PROSECRETARIO. INDICE Versión Taquigráfica. I.- ASISTENCIA 4256 II.- APERTURA DE LA SESION 4256 III.- ORDEN DEL DIA: Proyecto, en segundo trámite, sobre reforma constitucional. (Queda despachado el proyecto) 4256 VERSION TAQUIGRAFICA. I.- ASISTENCIA. Asistieron los señores: Aguirre D., Humberto Alessandri, Fernando Altamirano, Carlos Allende, Salvador Aylwin, Patricio Barros, Jaime Bossay, Luis Campusano, Julieta Contreras, Carlos Contreras, Víctor Corvalán, Luis Curtí, Enrique Chadwick, Tomás Duran, Julio Ferrando, Ricardo Foncea, José Fuentealba, Renán García, José Gómez, Jonás González M., Exequiel Gormaz, Raúl Gumucio, Rafael A. Ibáñez, Pedro Jaramillo, Armando Juliet, Raúl Mauras, Juan Luis Miranda, Hugo Musalem, José Noemi, Alejandro Pablo, Tomás Palma, Ignacio Prado, Benjamín Reyes, Tomás Rodríguez, Aniceto Sepúlveda, Sergio Teitelboim, Volodia Von Mühlenbrock, Julio Concurrió, además, el Ministro de Justicia. Actuó de Secretario el señor Pelagio Figueroa Toro, y de Prosecretario, el señor Federico Walker Letelier. II.- APERTURA DE LA SESION. Se abrió la sesión a las 11.00, en presencia de 14 ¿señores Senadores. El señor ALLENDE (Presidente).- En el nombre de Dios, se abre la sesión. III.- ORDEN DEL DIA. REFORMA CONSTITUCIONAL.- SEGUNDO TRAMITE. El señor ALLENDE (Presidente).- Continúa la discusión del informe de la Comisión Especial de Reforma Constitucional, recaído en el proyecto de ley de la Cámara de Diputados que autoriza al Presidente de la República para disolver el Parlamento por una sola vez durante cada período presidencial. Continúa con el uso de la palabra el Honorable señor Barros. El proyecto figura en los Anexos de la sesión 78º, en 7 de febrero de 1967, y el informe, en los de la sesión 84º, en 22 de febrero de 1967, documentos 2Nºs. 7 y 1, respectivamente. El señor BARROS.- Decía que habría para escribir novelas miento, señor Presidente: para llenar una nueva enciclopedia Espasa con los sueños y proyecciones del reformismo democratacristiano. ¡ La imaginación de Julieta de los Espíritus queda pálida ante ellos! Ahora, para tener un motivo de disolución del Congreso, recurren a otras naciones, donde el recurso para ello se lo otorga el César que manda. Y, naturalmente, la mayoría de esos países donde la facultad de disolución está incorporada, son monarquías constitucionales. En el folleto "Parlamento", de la Unión Interparlamentaria, de 1966, se dice que este procedimiento "fue usado de un modo pragmático por el monarca para desembarazarse de un Parlamento del que ya había obtenido lo que deseaba". Era para el monarca como tirar al pudridero un desecho, una escoria, un parlamento. "Fue inscrito" anota el folleto "en el transcurso del siglo XIX en la mayoría de las constituciones monárquicas, siendo considerado en primera instancia como una prerrogativa real. "Fue condenado, especialmente, en los Estados Socialistas como un atentado a la soberanía de las asambleas representativas". Naturalmente, no podemos entrar en condiciones similares a las de Gran Bretaña, Japón, Francia, Luxemburgo, Dinamarca, Italia ni Suecia. No es tampoco nuestro caso similar al del "Bundestag" de Alemania Federal. En América Latina, como no encontraron otro país en el cual afirmarse para aceptar la disolución del Congreso así lo afirmó el Honorable señor Duran ayer, lo buscaron en los únicos: Paraguay, el de la dictadura fascista de Stroessner, que tiene un tercio de la población exilada, y Brasil, que barrió con dos tercios del Congreso, conduciéndolos el "gorila" Castello Branco a la cárcel o al destierro. Con esta somera intervención, que no tiene para mí la autoridad de un constitucionalista como los idóneos colegas que actúan en esa Comisión, creo, por lo menos, haber salvado mi posición doctrinaria, pues en este entierro no llevo vela alguna. Mi convicción comunista me hace proceder así. Por razones de principios, en la única democracia que creo es en la popular, en la dictadura del proletariado, en el derrocamiento violento de este régimen mediante la insurrección popular. Esto, fatalmente para las instituciones burguesas, llegará también en Chile y en América Latina, tarde o temprano. Anuncio mi voto negativo al proyecto de un Gobierno con el cual no cabe coexistencia pacífica de ninguna especie. El resto del tiempo lo cedo al Comité Socialista. El señor ALLENDE (Presidente).- Dentro del tiempo del Comité Demócrata Cristiano, tiene la palabra el Honorable señor Aylwin. El señor AYLWIN.- Señor Presidente, este debate tiene, sin lugar a dudas, una trascendencia que no permite abordarlo con ligeraza ni frivolidad, ni dejarse tentar por la polémica fácil. Todos han reconocido aquí, en mayor o menor medida, la existencia de un problema institucional. El Honorable señor Ampuero lo calificó de tensión permanente entre el Gobierno y el Congreso, que viene produciéndose en Chile desde hace muchos años, prácticamente desde la vigencia de la Constitución de 1925. Nadie ignora las quejas de hombres ilustres, Mandatarios de este país, sobre las dificultades para cumplir sus tareas de Gobierno, por la pugna con una o ambas ramas del Congreso Nacional. Sufrió ésta don Pedro Aguirre Cerda, don Juan Antonio Ríos, el Presidente Ibáñez y el Presidente Alessandri. La subsistencia de este problema, sin duda, perjudica al país. El pueblo, en nuestro tiempo, espera del Estado eficacia para el cumplimiento de su tarea de realizar el bienestar común; el pueblo confía en que los mecanismos del Estado funcionen con eficiencia y prontitud, para ir resolviendo sus problemas y abriendo el camino a soluciones de bienestar común. El problema institucional debilita esa eficacia. Si un engranaje no funciona bien, toda la maquinaria del Estado disminuye su rendimiento. El pueblo tiene derecho a exigir que esa falla se corrija. ¿Cuáles son los caracteres y las causas profundas de esta crisis? Maritain ha escrito: "La tragedia de las democracias modernas consiste en que ellas mismas no han logrado aún realizar la democracia. Y esto ocurre, entre otras razones, porque esta realización de la democracia debe cumplirse tanto en el orden social como en el político. Tal exigencia no ha sido satisfecha. Está en vías de ejecución". El objetivo de la democracia social es la liberación del hombre de todas las formas de opresión, no sólo de la tiranía, sino del hambre, la ignorancia, la inseguridad. El logro de esos objetivos exige modificar las estructuras económico-sociales, las cuales, a su vez, requieren, en un Estado de derecho, una intensa legislación. El pueblo no es indiferente a ella. Lo afecta bastante y tiene urgencia de ella. Paralelamente y como consecuencia del tránsito de la democracia política a la democracia social, se ha ido produciendo en los regímenes políticos modernos otra transformación que afecta al mecanismo mismo de la democracia, a su técnica. Es lo que el tratadista de Derecho Público y Ciencias Políticas francés Burdeau llama el paso de la democracia gobernada a la democracia gobernante. Para la democracia gobernada, el pueblo es una sociedad de ciudadanos. Para Burdeau, el ciudadano "no es el individuo en su integridad con su egoísmo, sus apetitos, su ceguera intelectual frente a los intereses permanentes de la colectividad. Es el hombre iluminado por la razón, desembarazado de prejuicios de clase y de los cuidados inherentes a la condición económica, capaz de opinar sobre la cosa pública haciendo abstracción' de sus preferencias personales. En suma, una especie de santo laico al que se otorga la cualidad de miembro del poder soberano, precisamente porque su desinterés es una garantía del prudente uso que hará de su soberanía". Estos ciudadanos abstractos, en la democracia gobernada, eligen gobernantes a los mejores entre ellos, y tales gobernantes gozan de amplia independencia respecto de su mandato. Pero la revolución industrial hizo aparecer un ser totalmente nuevo sobre la escena política. Burdeau dice: "Con este advenimiento, un ser totalmente nuevo aparece sobre la escena política: el hombre concreto, definido no por su esencia o por su parentesco con un tipo ideal, sino por las particularidades que debe a su situación contingente en que se encuentra colocado. Este hombre que, más que existir, se va produciendo, es el hombre "situado". Es el que encontramos en las relaciones de la vida cotidiana, tal como lo caracterizan su profesión, su forma y sus medios de vivir, sus gustos, sus necesidades, las oportunidades que se le ofrecen. En suma, es el hombre condicionado por su medio y que se revela observando su manera de ser, no en una reflexión metafísica sobre su esencia. Ahora bien, entre la infinita variedad de factores que imponen esta situación, hay uno que en las sociedades modernas juega un papel preponderante: el trabajo. El hombre se identifica con el trabajador puesto que, sin trabajo, deja de existir. De ahí que el pueblo de los hombres situados aparezca esencialmente como el pueblo de los trabajadores". Este cambio no es intrascendente, porque supone un distinto enfoque respecto del bien fundamental que la democracia, como sistema de Gobierno, se propone cautelar: la libertad. Burdeau agrega: "La libertad del ciudadano" en la democracia gobernada "es un atributo de su persona Incondicional y metafísica va unida a él en cualquier parte que se encuentre. Lo que exige es que el orden social existente no le ponga trabas. El hombre situado, al contrario, espera la liberación, es decir, una organización de las relaciones sociales que le permita gozar de una libertad que no tiene aún. Es decir, que una democracia fundada sobre un pueblo de ciudadanos no busca más que asegurarle el gobierno de la sociedad existente, mientras que una democracia de hombres situados no podría agotar su razón de existir más que en la creación de un universo nuevo". El objetivo de la democracia gobernante, de hombres realizados, de trabajadores, que aspira convertirse en una democracia social, es la creación de un orden social nuevo, de una nueva sociedad. Hay dos caminos en el mundo contemporáneo para organizar el régimen político de la democracia gobernante en busca de la democracia social. Siguiendo las palabras de Burdeau: la que pretende ir a la libertad por la libertad y la que sólo aspira a una liberación por la fuerza: la democracia del poder abierto y la democracia del poder cerrado. Perdóneme el Honorable Senado que abuse un poco de las citas de este ilustre jurista y profesor de ciencias políticas. "La democracia del poder abierto" dice "es aquella en que la voluntad popular, que dicta sus imperativos a los gobernantes, es aceptada en su complejidad real. Hay en ella el pro y el contra y se considera a ambos igualmente válidos. Sin duda el pro triunfará por el número de votos, pero el contra habrá sido oído; habrá sido invitado a hacerse oír. Más aún. No se le cierra definitivamente el poder, puesto que le queda la esperanza de ganar la opinión". Todas las tendencias deben tener acceso al debate y todas deben ser tratadas con idéntico respeto. "No sólo todas las tendencias, todas las filosofías, todos los intereses son llamados a expresarse sino que incluso se les ofrece la esperanza de llegar al gobierno y de utilizar sus prerrogativas según sus miras". La alternativa es el poder cerrado. La democracia de poder cerrado es aquella que procede de una voluntad popular cuyo contenido está definitivamente cerrado. "Es un poder cuya inspiración, cuyo programa y cuyos planes, establecidos según las exigencias de esta voluntad preponderante escapan a toda revisión, porque la organización del ejercicio del poder estatal está monopolizada por la fuerza política que se ha erigido en dueña del Estado. El poder cerrado se cierra como una coraza sobre el absolutismo de la verdad que encarna. Es, pues, un poder partidista, un poder dogmático, puesto que el servicio exclusivo de la ideología que defiende le prohíbe considerar las concepciones divergentes de otra forma que no sea como herejías a destruir". Es la alternativa a una democracia social abierta que se funda en la participación del pueblo libre, y una democracia o seudodemocracia del tipo de las llamadas democracias populares, que se cierra en un poder absoluto, que niega el derecho a la oposición, que desconoce la posibilidad de la alternativa. Nosotros, en este dilema entre democracia del poder abierto y democracia del poder cerrado para llegar a construir una nueva sociedad, escogimos el camino de la democracia del poder abierto, con todos sus riesgos y limitaciones. Rechazamos del modo más categórico y airado las acusaciones injustas, arbitrarias, carentes de todo fundamento, que se han formulado en esta Sala y que a menudo se repiten como consignas baratas, de que elementos totalitarios inspirarían la acción de la Democracia Cristiana y su Gobierno. Contra esas opiniones hay hechos reales, hay una tradición de Chile, a la cual la Democracia Cristiana está profunda y vigorosamente ligada. Este país tiene un régimen institucional fundado en la libre convivencia de todos los sectores partidistas, de las creencias religiosas y concepciones políticas divergentes, y en el respeto recíproco. La Democracia Cristiana tiene treinta años de tradición en el mismo sentido, y no es necesario que nos recuerden aquí actuaciones pasadas de viejos falangistas, porque el partido entero se inspira, cree, tiene fe en los mismos valores por los cuales esos viejos falangistas crearon el partido y dieron vida a este movimiento que ha llegado a encarnar el pensamiento político de la mayoría de los chilenos. Creemos en el hombre, en su libertad y en sus derechos, y hemos dado ejemplo que otros no dieron otros que ahora nos acusan de respeto al hombre, a la libertad de todas las personas, incluso de aquellos que son nuestros adversarios, que discrepan con nosotros. No fuimos nosotros, sino otros, quienes dictaron en Chile la ley de Defensa de la Democracia y abrieron campos de concentración contra sus adversarios políticos; y cuando eso ocurrió, fuimos quienes con más énfasis levantamos la voz en defensa del derecho de nuestros adversarios a expresar libremente sus opiniones. Y ésa ha sido una conducta que invariablemente ha mantenido la Democracia Cristiana. ¿Con qué cara pueden ahora, quienes no adoptaron en el pasado actitudes semejantes, tildarnos de fascistas o de inclinados al fascismo ? En Chile se ha dicho todos nos conocemos. Y nadie puede tener tan mala memoria como para ignorar cuáles son los rasgos fundamentales de un régimen fascista. Este, como todo sistema totalitario, como el comunista, donde impera prohíbe la oposición, no admite la existencia de partidos que discrepen. Y en el Gobierno de la Democracia Cristiana, al cual se acusa de fascista, es un hecho evidente, representado en esta Sala, en las calles, plazas y teatros, la existencia de múltiples partidos políticos de oposición, que discrepan con el Gobierno, lo contradicen, se reúnen libremente, hacen publicaciones, emiten prensa, tienen programas de radiodifusión. Me referiré brevemente a las observaciones de ayer del Honorable señor Duran sobre este punto. Decía el Honorable colega, dentro de la concepción catastrófica que caracteriza al señor Senador siempre está anunciando cosas terribles que se vienen encima, que la movilización del pueblo por el Presidente Frei y la Democracia Cristiana, en su campaña y en actos públicos posteriores, le hacía recordar las fanfarrias del fascismo, del nacismo, del peronismo. Pero ningún chileno de corazón bien puesto puede dejar de advertir un hecho muy claro: el Presidente Frei y los hombres de la Democracia Cristiana, en nuestra larga lucha política jamás hemos recurrido a movilizar al pueblo por medio de la emoción o la pasión. El Presidente Frei se ha caracterizado, sobre todo, por ser un hombre cerebral, que razona ante el pueblo, que dialoga con él, que se dirige a su pensamiento, a su inteligencia, a su mente; que trata de convencerlo y no de conmoverlo pasionalmente. Este es un rasgo de profunda diferencia con todos los regímenes totalitarios de. sello fascista o marxista, que se caracterizan precisamente por lo contrario. Decía que nosotros nos quedamos con la democracia del poder abierto; con ésa que respeta todas las tendencias, que reconoce a todos el derecho de expresar sus opiniones, que escucha a todos. Pero la democracia del poder abierto, como señala Burdeau, importa un serio problema: en ese régimen, los gobernantes no se benefician de ninguna legitimidad indeleble, su investidura no es nunca definitiva: se adquiere día a día. Su primer cuidado es resistir, y el de sus adversarios es, en primer término, derrocarlos. Él Gobierno se esforzará, pues, en durar para poder gobernar; mas, como al gobernar se arriesga, no podrá durar más que absteniéndose de gobernar. La democracia del poder abierto, en esta confrontación de fuerzas entre Gobierno y Oposición, tiende a esterilizarse, y tal neutralización, que conduce a la inercia, a la paralización, entraña un grave riesgo para la eficacia política del sistema. El señor TEITELBOIM.- Perdón, señor Senador. Quisiera hacerle una pequeña pregunta. El señor AYLWIN.- Con cargo a su tiempo, Honorable colega. El señor TEITELBOIM.- Sí, con cargo a mi tiempo. El señor ALLENDE (Presidente).- Y con la venia de la Mesa. El señor TEITELBOIM.- ¿Cuál es el nombre del tratadista que ha citado Su Señoría? ¿Georges Burdeau? El señor AYLWIN.- Georges Burdeau. Es profesor de ciencias políticas y de derecho público de la Universidad de París. El señor TEITELBOIM.- ¿ No es el antiguo dirigente de la Democracia Cristiana francesa? El señor AYLWIN.- No, señor Senador. No es el antiguo dirigente de la Democracia Cristiana francesa. Nada tiene que ver con él. El señor RODRIGUEZ.- El de la OES... El señor CHADWICK.- El terrorista. El señor AYLWIN.- No. Señor Presidente, continúo mis observaciones. En la democracia del poder abierto, en ese diálogo permanente, en ese juego Gobierno Oposición, el poder está desgarrado entre la nostalgia y la confianza de la autoridad gubernamental. El pueblo necesita un Gobierno fuerte para hacer las reformas que anhela la voluntad popular, pero teme que la fuerza lo incite a liberarse de la tutela de los representantes del , pueblo. Frente a ello, por otra parte, la democracia gobernante adopta una posición más o menos ambigua: desea que el órgano de la representación popular sea potente, porque encarna los deseos del pueblo, pero teme esta potencia por el riesgo que hace correr a la libertad. Y de este modo se va produciendo una esterilización del sistema político. Sin embargo, el pueblo tiene derecho a que sus problemas se solucionen, a que el programa ofrecido se lleve adelante, a que el Gobierno cumpla su tarea. Es indispensable adoptar una política, despachar los asuntos, y eso conduce a menudo a que el poder se transfiera a la burocracia. ¿Cómo superar la debilidad del sistema? ¿Qué se puede hacer para evitar esterilizarse? ¿Cómo romper un equilibrio que puede conducir inevitablemente a la inercia? Si somos fieles a la democracia dentro del concepto de Lincoln, de que ésta es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, aplicando hasta sus últimas consecuencias el principio fundamenta] en que se basa, podremos encontrar la solución. Ese principio fundamental es la participación efectiva del pueblo. Como enseña Maritain, el primer axioma y precepto en una democracia es creer en el pueblo. Quienes desconfían de él mientras apelan a sus elevados sentimientos, lo defraudan y traicionan. Nosotros encaramos esta crisis, y creemos que debe buscársele solución dentro de criterios que significan recurrir a la participación del pueblo. Este, a nuestro juicio, es capaz de dar por sí su veredicto y dé ir proporcionando soluciones para evitar que el sistema se paralice y garantizar la realización del bien común dentro de la libertad, aplicando esos principios a la realidad chilena. ¿Qué ocurre hoy día en nuestra patria? Chile vive bajo la vigencia de un hecho político producido en septiembre de 1964, el hecho político más significativo en el curso de este siglo después cronológicamente de los movimientos populares de 1920 y 1938. Al elegir, en 1964, al Presidente Frei, el pueblo no sólo se dio un Gobierno. Este Gobierno, por decirlo del modo menos polémico posible, representó el compromiso de cumplir un programa. Señor Presidente, quiero ocupar unos minutos en insistir en este punto. ¿Por qué ha ocurrido que en último tiempo hay quienes ponen en duda la existencia del programa? Nos preguntan cuál es el programa, dónde está, y afirman que él no ha existido nunca. A mi juicio, parece que quienes eso dicen vinieran llegando de la luna, que no hubieran vivido en Chile y participado en sus luchas políticas en los últimos tres o cuatro años. ¿No estuvieron presentes en la campaña presidencial? ¿No vieron que, por primera vez en mucho tiempo, esa campaña se llevó a cabo, fundamentalmente, en torno de un programa? Nunca se había realizado en Chile una lucha presidencial menos fundada en vaguedades, en frases genéricas, en cosas ampulosas. Había un programa concreto, elaborado durante largo tiempo, y con publicidad. Un Congreso de Profesionales y Técnicos, que reunió a más de dos mil cuatrocientos concurrentes, elaboró las bases de ese programa. Se imprimió en un libro azul y luego pasó por sucesivos organismos. En ese congreso de campesinos, pobladores, intelectuales, mujeres, juventudes y trabajadores, se revisaron los distintos aspectos del programa y se adoptó pronunciamiento sobre él. Es un diagnóstico completo de los males del país y un camino para superarlos. No puedo entrar ahora en el desarrollo de su contenido, pero, en síntesis, ese programa significa cambio social, desarrollo económico y libertad. Cambio social, mediante la educación, la vivienda, la reforma agraria, la redistribución de los ingresos, la extensión de la salud, la organización popular, la reforma de la legislación social y previsional. Desarrollo económico, mediante la chilenización del cobre, la industrialización del país, el desarrollo de una política de producción agraria, la comercialización agrícola, el desarrollo dé las exportaciones, la guerra a la inflación, las relaciones con todo el mundo, la integración económica latinoamericana. Libertad, mediante el perfeccionamiento de nuestra democracia, la democratización del poder mediante una reforma constitucional cuyos objetivos se señalaron con precisión. Para todos esos fines se precisaron tareas y métodos de realización. Todo eso está en folletos y libros. Tengo aquí un cartapacio con documentos que han circulado a la luz pública y que sería largo detallar. Pero todo se precisó y se planteó, no como esquema rígido, sino como un programa conjunto, armónico, global, en que cada parte se complementa con la otra. Junto con producirse el hecho nuevo de un Gobierno comprometido a cumplir un programa, se produjo en marzo de 1965 un nuevo cuadro político chileno. De la elección general parlamentarias de 1965, surgió una mayoría, la Democracia Cristiana, con 43% del electorado un millón de votos, y quedaron tres minorías excluyentes entre sí. Ese es el cuadro político chileno: una mayoría, la Democracia Cristiana, con 43% de los sufragios, y tres minorías, una de las cuales es el FRAP sumados socialistas y comunistas, con 22,67% del electorado: 12,38% el Partido Comunista; 10,29% el Partido Socialista. En total, 22,67%. Si todavía le agregáramos todos los votos del PADENA sabemos que en el FRAP no está ni un tercio de ese partido, no llegaría el Frente de Acción Popular, sumándolo entero, a 25%, contra 43% de la Democracia Cristiana. Y junto a ello, 13,30% del Partido Radical y 12,45% de los Partidos Liberal y Conservador, unidos, es decir, la Derecha completa. Ese es el cuadro político chileno: una mayoría y tres minorías, que repito son excluyentes entre sí, no constituyen una alternativa de Gobierno. ¿ Habría alguna posibilidad de que se pusieran de acuerdo en un programa de Gobierno el Partido Nacional con el FRAP? ¿No conoce todo el país las contradicciones entre la Derecha y el Frente de Acción Popular? ¿No acusa la Derecha al Partido Comunista de ser el peor enemigo de la civilización cristiana y occidental y de todos los valores en que aquélla cree? ¿No acusa el Partido Comunista a la Derecha de representar a la oligarquía, a los terratenientes y a las fuerzas regresivas de orden social, y de ser los peores enemigos del pueblo? Pero no sólo hay contradicciones entre esos sectores políticos: también las hay entre la minoría frapista y la minoría radical. ¿No han anunciado los radicales que adhieren a la filosofía o doctrina que ahora han descubierto, de la social democracia, de la cual no hablaron en el pasado? ¿Y no resulta que, según declaraciones de su propio presidente, por esta filosofía socialdemócrata, los acuerdos de su convención le impiden todo pacto o entendimiento con las fuerzas marxistas, que él ha calificado de totalitarias? ¿Y quién no recuerda los insultos de la peor especie que los personeros del FRAP, en particular del Partido Socialista, han dirigido en forma tradicional, en los últimos diez años de la política chilena, contra el Partido Radical? ¿Existe la posibilidad de coalición, de entendimiento real entre estas fuerzas para hacer Gobierno, como alternativa política? Creo que no. Pero, si la hubiera, sumados los radicales y el FRAP reúnen 35,9% del electorado nacional, mientras la Democracia Cristiana por sí sola tiene más de 42%. O sea, sumados radicales y la Derecha, que también tienen antagonismos, aunque el Partido Radical cada día se acerca más a la Derecha, también siguen siendo minoría. No hay en la actualidad alternativa para que estas tres minorías ofrezcan una solución de Gobierno al país, frente a la Democracia Cristiana. El señor DURAN.- Puede estar tranquilo. El señor AYLWIN.- Este es el hecho actual y evidente. Ya dije, Honorable señor Duran, que nosotros creemos en la democracia del poder abierto, jugamos a la alternativa, estamos libres, damos posibilidades, creemos en la necesidad de que todos tengan oportunidades. Y no nos consideramos, señor Senador, como se ha sostenido frecuentemente, anclados en el poder. Tenemos confianza en que nuestra acción gubernativa irá despertando cada vez más respaldo popular y, por eso, porque tenemos esa confianza, creemos que podremos seguir gobernando democrática y libremente a este país, por voluntad de la mayoría de los chilenos. Pero no porque estemos anclados, amarrados o aferrados al poder y neguemos la posibilidad de que otros lleguen en forma democrática a él. Pero, ¿qué ha pasado, señor Presidente? Que, a pesar de las contradicciones entre las tres minorías, ellas se han apuntalado recíprocamente para resistir el cumplimiento del programa. No deseo insistir en detalle ni extenderme en demasía, porque mi tiempo es limitado, sobre la suerte de los proyectos, sobre el fenómeno que se ha ido produciendo y que a uno le causa la sensación, así como al Gobierno y al país, de que de aquí salen muy dificultosamente las cosas que logran salir y de que la mayoría no logra sus objetivos. Sólo quiero señalar que, dentro de la reforma constitucional hablo sin el ánimo de hacer cargos mezquinos, pues sólo me interesa exponer un hecho, después de dieciocho meses, el Senado ha logrado despachar únicamente un artículo: el relativo al derecho de propiedad. El resto de las disposiciones sigue la suerte que anunciamos desde estas bancas cuando se produjo el desglose, por lo cual personalmente fui contrario a él. Recordé en aquella ocasión en esta Sala que, en los últimos treinta años de la historia de Chile, ha habido muchos proyectos de reforma constitucional. En mi poder tengo un legajo que me entregó el señor Ministro de Justicia, en el que figuran no menos de veinte proyectos de reforma de la Carta Política que duermen el sueño de los justos, que han sido aprobados en una Comisión e, incluso, en una Cámara y después han quedado detenidos. Una de las bases del programa era y es modernizar la maquinaria del Estado, democratizarla mediante la reforma constitucional, para que el aparato estatal cumpla con eficiencia sus funciones. En este punto quiero hacer una complementación necesaria al informe de la Comisión de Reforma Constitucional. Ese documento destaca que algunos proyectos que menciona se despacharon en el Senado con mucho mayor celeridad que en la Cámara, Pero no menciona otras iniciativas que constan en el certificado final que tuvo a la vista la Honorable Comisión,, y respecto de las cuales ocurre todo lo contrario. La ley sobre registro de importaciones se despachó en 3 días en la Cámara; en el Senado, en 11. El señor CHADWICK.- ¿ Once días es mucho tiempo? El señor AYLWIN.- Los reajustes de 1965 demoraron en la Cámara 13 días; en el Senado, 21. Los de 1966 ocuparon allá 24 días; aquí, 39. Los de las Fuerzas Armadas, en la Cámara, 15; en el Senado, 43. Los del año 1967, en la Cámara, 17 días; en el Senado, 32. La ley de Revalorización de Pensiones para la Defensa Nacional, en la Cámara, 10 días; en el Senado, 141. El señor CHADWICK.- ¿Me permite una interrupción? El señor AYLWIN.- La ley que eximió del pago de contribuciones a las propiedades de avalúo inferior a 5 mil escudos demoró en la Cámara 59 días; en el Senado, 118. El señor CHADWICK.- ¿Me concede una interrupción? El señor AYLWIN.- Con cargo a su tiempo. El señor CHADWICK.- Sí, señor Senador. El señor ALLENDE (Presidente).- Con la venia del Honorable señor Aylwin, puede hacer uso de la palabra Su Señoría. El señor CHADWICK.- En la enumeración que está haciendo el Honorable señor Aylwin, mencionó de paso el proyecto relativo al Ministerio de la Vivienda. Recuerdo muy bien el caso, porque trabajé en la Comisión de Obras Públicas en el estudio y aprobación de esa iniciativa de ley. Llegó de la Cámara de Diputados como simple delegación de facultades. Sus disposiciones eran muy sencillas: "Facúltase al Presidente de la República para que por medio de decretos pueda organizar el Ministerio de la Vivienda". Pensamos que ésta no era la manera racional de legislar y pedimos al Gobierno que trajera sus proyectos. Los estudiamos. Algunos no existían y hubo que esperarlos. Concurrimos todos y, por unanimidad en la mayor parte de las disposiciones, se creó lo que es el Ministerio de la Vivienda, respecto del cual el Ejecutivo recibió las facultades poco comunes de poder trasladar a su arbitrio a funcionarios de las distintas reparticiones para llegar a constituir esa Secretaría de Estado y de disponer durante dos años de la atribución de fijar sus plantas o escalafones. En consecuencia, el Senado tenía que demorar un poco más que la Cámara de Diputados, pero también con el resultado de que esta vez salió una ley perfecta, que permitió inaugurar dicho Ministerio pocos días después de promulgada la ley. El señor RODRIGUEZ.- Lo reconoció el señor Collados. El señor CHADWICK.- Así lo reconoció el Ministro señor Collados. Si hubiéramos seguido el procedimiento de la Cámara, el Ejecutivo habría tardado seis u ocho meses en redactar los decretos orgánicos de ese Ministerio; pero fueron innecesarios, porque la ley previo toda su estructura, sus modalidades de trabajo y cierta libertad para fijar las plantas de funcionarios. El señor ALLENDE (Presidente).- Puede continuar el Honorable señor Aylwin. El señor AYLWIN.- La exposición del Honorable señor Chadwick no destruye el hecho de que el Senado, para hacer todo eso, muy importante, muy interesante, tomó cinco meses. Como el informe sólo señala en algunos casos el período de tramitación de ciertas leyes, mientras el certificado es mucho más amplio, pues se refiere incluso a los asuntos en que el Senado demoró poco en comparación con la Cámara, me ha parecido conveniente, para mostrar las dos caras de la: medalla, dejar constancia de cuál ha sido la duración de la tramitación de los proyectos, entre ellos el citado por Su Señoría. El señor GOMEZ.- ¿Me permite una interrupción, con cargo a mi tiempo, señor Senador? Respecto del problema planteado, quiero decir que el Ministerio de la Vivienda aún no dicta todos los reglamentos relacionados con la ley que lo creó. En forma persistente, he estado insistiendo en la necesidad de fijar las zonas geográficas a las cuales se destinará la inversión de 5%. Los señores Senadores deben de recordar que aquí se rechazó la idea de que la inversión se hiciera en las provincias donde se generan esos impuestos, por aquella otra relativa a las zonas geográficas, que el Ministerio determinaría con posterioridad. Repito: esto todavía no se ha hecho. De manera que el Ejecutivo mal puede tachar al Parlamento de demoroso, si él aún no dicta los reglamentos respectivos para la correcta aplicación de la ley. El señor AYLWIN.- Señor Presidente, de acuerdo con la lista de casos que mencionaba, la tramitación de la ley que creó la Dirección Nacional de Fronteras y Límites del Estado demoró 57 días en la Cámara de Diputados; en el Senado, 95. Podría seguir señalando otros casos, pero pediría que los datos del certificado se insertaran completos en el texto de mi intervención. El señor DURAN.- Pero señalando cuándo el Ejecutivo hizo presentes las urgencias. El señor TEITELBOIM.- ¿ Me permite una interrupción, con cargo a mi tiempo, Honorable colega? En lo relativo al proyecto de ley que creó la Dirección de Fronteras y Límites, como miembro de la Comisión de Relaciones, me correspondió participar en el estudio de esa materia. La situación que se produjo es, en cierto sentido, análoga a la planteada por el Honorable señor Chadwick respecto de la iniciativa por la cual se creó el Ministerio de la Vivienda y Urbanismo. En la Comisión mencionada se trabajó en forma intensiva, con la colaboración del propio Ministro de Relaciones Exteriores, quien reconoció finalmente aquí ce encuentran presentes otros miembros de esa Comisión, quienes pueden dar fe de lo que estoy diciendo que el proyecto había sido enormemente mejorado en el Senado y, en particular, en la Comisión, por lo cual dio sus agradecimientos a ésta. Por lo tanto, a veces esta Corporación demora más que la Cámara en el despacho de los proyectos, en razón de que en ésta no se estudian suficientemente, como consecuencia de que la mayoría absoluta allí existente impide una meditación completa sobre el fondo de cada materia sometida a su consideración. Creo que la argumentación del presidente de la Democracia Cristiana no es muy de fondo. La verdad es que el Senado, en horas físicas de labor, tanto en la Sala como en las Comisiones, ha trabajado mucho más que la Cámara de Diputados. El señor AYLWIN.- He insistido en este punto, que lo sé antipático, no con el ánimo de estar representando que el Senado no trabaja, afirmación que no he hecho nunca. El señor GÓMEZ.- Es antipático por lo cínico. El señor AYLWIN.- ¡Eso es una grosería, señor Senador! El señor GOMEZ.- No es grosería. El señor AYLWIN.- Exijo a la Mesa hacer respetar mi derecho; porque la verdad es que, cuando se empieza a calificar con insultos, el debate parlamentario se rebaja. El señor GOMEZ.- El Ejecutivo es lo más lerdo que hay en la aplicación de las leyes. El señor PRADO.- ¿Tiene alguna idea que exponer Su Señoría? Sería interesante oírlo. El señor GÓMEZ.- El Ejecutivo demoró más de un año, después de dictada la ley, en concretar los convenios del cobre. ¡Y venga a repetir aquí el Honorable señor Aylwin que el Parlamento se demora en despachar las leyes! El señor PRADO.- El insulto suele sustituir a las ideas. El señor GÓMEZ.- Esa ley estuvo más de un año en manos del Ministerio respectivo. El señor ALLENDE (Presidente).- Ruego al Honorable señor Gómez no interrumpir. De lo contrario, Su Señoría me obligará a suspender la sesión. Puede continuar el Honorable señor Aylwin. El señor AYLWIN.- Más que el problema relativo a la demora o atascamiento de muchos proyectos en el informe no se hace mención a las iniciativas aún pendientes de la consideración del Senado, que no han sido despachadas, y sobre lo cual no deseo insistir, existe un problema de fondo. En todo este proceso se observa un constante tira y afloja: las tres minorías contradictorias hacen fuerza y tiran cada una para su lado, o se aúnan para presionar con el fin de sacar ventajas, imponer sus condiciones o conseguir una transacción en las iniciativas propuestas por el Gobierno para cumplir su programa. Es decir, se busca la transacción. Ayer, el Honorable señor Duran decía que "transacción" no es una palabra que deba repudiarse o excluirse, ni es una expresión tabú. Efectivamente, la transacción, que es aquel contrato por el cual se solucionan divergencias mediante concesiones recíprocas, es un viejo procedimiento para resolver diferendos. Pero la transacción supone repito concesiones recíprocas: ''te doy para que me des". Si el país ha escogido un programa y manifestado su propósito de realizarlo, y el Gobierno, a su vez, ha anunciado que ese programa en sí es intransable no podría serlo, porque el Presidente de la República, antes de ser elegido, dijo que no estaba dispuesto a transarlo ni aún a cambio de la elección, ni por un millón de votos, resulta que este juego, propio de la antigua tradición de la vida parlamentaria, de esa debilidad de la democracia del poder abierto, esteriliza la acción gubernativa. Se busca, pues, la transacción, y nosotros no podemos aceptarla. El programa es un todo que no puede parcelarse a riesgo de fracasar. Es efectivo que en él hay partes que a unos gustan y a otros no, y viceversa. Pero si uno, a cambio de ir obteniendo determinados apoyos, va cediendo jirones de ese programa, termina por traicionar a éste y el compromiso contraído con el pueblo. Y esto ni el Presidente Frei ni la Democracia Cristiana lo aceptamos por motivo alguno. El señor GOMEZ.- ¿Y qué nos dice Su Señoría de la penúltima elección de Mesa del Senado? ¡Es la transacción más inmunda que se ha hecho! El señor AYLWIN.- ¿Cuál es la solución? Nosotros creíamos y hemos sostenido que la solución permanente, en un sistema institucional, podía ser el plebiscito. Por eso planteamos la idea en el proyecto de reforma constitucional que el Gobierno envió al Parlamento tan pronto asumió sus funciones. En la Cámara de Diputados, no obstante haber sido aprobado en general la iniciativa, los partidos de la Oposición señalaron sus discrepancias con el plebiscito, y cuando el proyecto llegó al Senado, reiteradamente las directivas de las distintas colectividades políticas de ese sector adoptaron acuerdos mediante los cuales expresaron que el plebiscito era una idea, que no aprobarían por motivo alguno. El señor CHADWICK.- Eso no es efectivo, señor Senador. El señor AYLWIN.- El Honorable señor Chadwick dice que eso no es efectivo. Pero me permitiré recordar a Su Señoría no creo que cometa infidencia una conversación que un día tuvimos, me parece, en la sala de la Presidencia del Senado sobre esta materia precisa. El señor Senador me manifestó que el Partido Socialista rechazaba la idea del plebiscito, que ellos no podían aceptarla, pero que él, en cambio, personalmente, la consideraba digna de estudiarse, y que, dentro de su colectividad política, podría respaldar la iniciativa sobre disolución del Congreso por una vez durante el período presidencial. El señor CHADWICK.- ¿Me permite una interrupción, con cargo a mi tiempo, señor Senador? Recuerdo los hechos que menciona el Honorable señor Aylwin. Efectivamente, hubo una conversación privada en la Sala de la Presidencia del Senado. El señor ALLENDE (Presidente).- En ausencia del Presidente de la Corporación. El señor AYLWIN.- Fue hace mucho tiempo, señor Presidente. El señor CHADWICK.- Así es. El señor ALLENDE (Presidente).- Mu bien, señores Senadores. En todo caso, conviene advertirlo. El señor CHADWICK.- Naturalmente, esa conversación no fue concertada. No recuerdo los términos de ella, aun cuando lo sostenido por el Honorable señor Aylwin está dentro de lo posible, y no podría desmentirlo en forma categórica. No obstante, quiero decir algo de importancia a Su Señoría: por encima del parecer personal del Senador que habla, hubo una decisión de nuestra dirección política, del Comité Central, en el sentido de que el Partido Socialista aprobaba la idea del plebiscito, y así fue comunicado oficialmente al Senador de nuestra colectividad que es miembro de la Comisión Especial de Reformas Constitucionales. Por eso he desmentido al Honorable señor Aylwin cuando ha hecho una afirmación categórica. En esa conversación privada, yo no asumí la representación del Partido Socialista, pues no podía hacerlo. Eso es absolutamente claro. Era una opinión personal, anterior a la decisión adoptada por mi colectividad política. Por consiguiente, afirmo enfáticamente que no es efectivo que el Partido Socialista haya rechazado la idea del plebiscito. El señor AYLWIN.- No pongo en duda las palabras del Honorable señor Chadwick, en cuanto a que en determinado momento el Partido Socialista haya adoptado resolución favorable al plebiscito. Lo cierto es que, en un principio, cuando el proyecto llegó al Senado, como dije anteriormente, todos los partidos de Oposición manifestaron su rechazo, y el Honorable señor Chadwick me expresó esa opinión, la cual, sin lugar a dudas, era compartida en esa época por su colectividad política. El señor ALTAMIRANO.- ¿Me concede una interrupción, con cargo a mi tiempo, señor Senador? Deploro la costumbre reiterada del Honorable señor Aylwin de traer a colación a la Sala conversaciones privadas. Hace pocos instantes, se sentó a mi lado un Senador democratacristiano, para expresarme opiniones personales. Por lo mismo que no acostumbro a proceder como lo ha hecho aquí el Honorable señor Aylwin, no repetiré lo que, a título personal, me fue propuesto por el colega a que me referí. La realidad es que mi partido hablo como miembro de su directiva máxima, tanto en la Cámara de Diputados como en esta Sala, por boca del Senador Ampuero, expresó ayer, categórica y claramente, que nosotros, en principio, no nos oponemos al plebiscito; que éste estaba consignado en el programa del FRAP, y que estamos dispuestos a estudiar una fórmula de plebiscito que, como es lógico, no sea la sugerida por la Democracia Cristiana. Insisto: no me parece justo ni conveniente traer a colación conversaciones privadas sostenidas entre los Senadores. Si nos deslizáramos por ese camino, transformaríamos al Senado de la República en simple gallinero, pues a cada momento los Senadores democratacristianos nos formulan planteamientos que posiblemente, en ese mismo instante, bien pueden no coincidir con el pensamiento de su partido. El señor AYLWIN.- El Honorable señor Altamirano procura colocarme en mala posición por la referencia expresa que hice respecto de la conversación privada que sostuve con el Honorable señor Chaclwick, porque este señor Senador desmintió lo que yo estaba diciendo, en circunstancias de que, a mi juicio, no tenía derecho a hacerlo. En cuanto a las conversaciones privadas y públicas, tengo una norma de conducta : digo en privado lo mismo que sostengo en público. Y no me parece buen sistema, salvo cuando se declara expresamente que se habla en forma confidencial, asilarnos en el hecho de que determinadas afirmaciones se formularon en una conversación privada. Por lo demás, lo que he sostenido es un hecho público, pues se dijo que en el programa del FRAP se consignaba el plebiscito. Y es un hecho público también que el Partido Comunista ha expresado su desacuerdo con el referéndum. Pero en su declaración de ayer, esa colectividad política manifiesta que, no obstante no agradarle esa idea, se encuentra dispuesta a considerarla favorablemente. Sin embargo, en reiteradas ocasiones repito había expuesto su desacuerdo. Para nadie es un misterio... El señor TEITELBOIM.- ¿Me permite, señor Senador? Su Señoría, como Presidente de la Democracia Cristiana, está haciendo un discurso político. Remítase, por lo tanto, a la última nota del Partido Comunista. Trate de hacer política para hoy y también para lo futuro. El señor AYLWIN.- Me refiero a lo que ocurrió hace año y medio, cuando llegó el proyecto al Senado, y a lo que sucedió hace un año, cuando se planteó el problema del desglose y cuando, con los Honorables señores Ampuero y Rodríguez, cambiamos minutas sobre los puntos que se trataría para acelerar la reforma constitucional. Se quedó en contestar sobre esa minuta, y, precisamente, uno de los puntos respecto de los cuales no hubo pronunciamiento posible del Partido Socialista y no se dio nunca respuesta, fue el referente al plebiscito. Estos son hechos claros, que el país conoce. El Partido Radical adoptó acuerdo público de su directiva; también lo hizo el Partido Nacional. ¿Para qué nos sacamos la suerte entre gitanos y discutimos hechos que el país conoce perfectamente? Ante tal situación, ¿qué hacer? Si fuéramos fascistas como aquí se ha dicho amparándonos en la mayoría que tenemos y en el respaldo popular del Gobierno y el Presidente Frei, ¿no se habría pensado en las vías de hecho? El señor GOMEZ.- ¡Quién sabe, señor Senador! El señor AYLWIN.- Sin embargo, somos demócratas y, porque lo somos, hemos buscado el camino de solución dentro de las sendas que proporciona la democracia. Por eso, hemos propuesto la fórmula de disolución del Congreso por una vez durante cada período presidencial. Nos parece que ella constituye una fórmula legítima, razonable, fundada precisamente en la participación del pueblo, para que él decida. No la queremos para solucionar circunstancialmente y en forma oportunista un caso concreto, sino para resolver con carácter permanente los problemas que puedan plantearse en lo futuro, dentro del régimen de democracia gobernanta de puertas abiertas, en estos conflictos que, según todos reconocen, siempre existen o pueden producirse en el sistema jurídico chileno. Ahora bien, ¿qué objeciones se hacen? Que esa fórmula no tiene precedentes en un régimen presidencial. Afirmo que cuando en Chile se estableció, en 1925, el régimen presidencial, éste tampoco tenía precedentes, en la forma como se estableció, en ninguna constitución del mundo. Y, precisamente, las objeciones que, desde muchas bancas, se formularon al Presidente Alessandri cuando presentó su proyecto y planteó sus ideas, se referían a que se trataba de un régimen especial que no existía en otros países. El señor AGUIRRE DOOLAN.- No había Congreso en aquel entonces. El señor AYLWIN.- Ahora los chilenos nos .enorgullecemos de que, desde la dictación del Código Civil, hemos ido creando constantemente nuevas fórmulas jurídicas para dar expresión a los anhelos de nuestro pueblo. La otra objeción consiste en preguntar qué pasará si el Gobierno pierde. ¡ Ah, señor Presidente, resulta que se convierten muchos señores Senadores en los grandes defensores de la Democracia Cristiana! Deploro que no esté presente el Honorable señor Tarud, pues el señor Senador expresó públicamente afluí hace algunos días: "¡Pero, cómo! ¡Son unos suicidas! ¿No ven los democratacristianos que se exponen a perder; que van a arriesgar la mayoría que tienen en la Cámara, y no tendrán mayoría en el Senado? ¡Cómo se arriesgan a estas cosas!" En verdad, nos están surgiendo defensores de todas partes, preocupados de la suerte de la Democracia Cristiana y del Gobierno. Pero yo pregunto: ¿en qué régimen político se puede asegurar qué sucederá en cualquier evento? ¿En qué mecanismo de solución? En ninguno, señores Senadores. El señor ALTAMIRANO.- En el régimen parlamentario. El señor AYLWIN.- Pero sólo después de la elección. El señor ALTAMIRANO.- Después, pero en algún momento, por lo menos. El señor AYLWIN.- Aquí, después de la elección, nuevamente se plantea la posibilidad, y ya he contestado respecto de cuáles son nuestros puntos de vista. El señor DURAN.- Ya se verá. El señor AYLWIN.- Sostenemos que si la mayoría del país respalda al Gobierno, no hay problema. Si aparece una mayoría política homogénea y con sentido claro, que represente una solución distinta, o el Gobierno es capaz de interpretar a esa mayoría, o se va. No rehuimos el problema: si perdemos ante una mayoría homogénea, que represente otra fórmula de Gobierno, nos vamos. Eso debe saberlo el país. Eso es lo leal y lo limpio. Pero quienes rechazan el proyecto no quieren la solución del Gobierno ni proponen nuevas fórmulas. El señor CONTRERAS LABARCA.- Ante la declaración que acaba de hacernos Su Señoría, debemos advertir que en su propio partido hay muchas corrientes y tendencias. El señor AYLWIN.- En materia de nuevas fórmulas, se ha llegado al terreno de la chacota, en que cada cual plantea nuevas soluciones. El señor CHADWICK.- ¿Me permite una interrupción? El señor AYLWIN.- Excúseme, Honorable colega. Dispongo de tan poco tiempo y he sido tan interrumpido. El señor CHADWICK.- No tanto como dice. El señor AYLWIN.- Decía que todo esto es una verdadera feria de proposiciones, en la que cada cual viene a presentarnos su remedio, su solución. Con todo, debo recordar que, en septiembre de 1964 y en marzo de 1965, el pueblo encomendó el Gobierno de Chile a la Democracia Cristiana y al Presidente Frei, y que el Gobierno, por lo tanto, representa a la mayoría ciudadana que le confirió el poder. En consecuencia, él tiene derecho a dirigir la política nacional y a proponer un camino frente al problema, y también lo tiene a que el Congreso se pronuncie derechamente por el camino que propone. No andemos, por lo tanto, buscando subterfugios para eludir el cuerpo al problema Se propone la elección simultánea. Afirmo perentoriamente que la elección simultánea no es una solución que esté libre de los mismos problemas. En verdad, tal elección puede también producir el hecho tantas veces repetido en Estados Unidos y en otros países, consistente en que, junto con elegirse como Presidente de la nación a un candidato de determinada tendencia, sucede que ese Mandatario no logra en la misma elección una mayoría que lo respalde en el Congreso. Resulta, entonces, que la elección simultánea no es, por sí sola, solución. Es mucho mejor solución la posibilidad de disolver el Congreso o la posibilidad del plebiscito. Pero hay algo más. La elección simultánea que se propone tiende a mutilar el período presidencial al señor Frei, y, en virtud del mecanismo constitucional pertinente, lo deja al margen de optar a la reelección. Se me dirá, por los autores de tal proposición, que ellos están listos para resolver el problema. Pero yo replico preguntándoles por qué el señor Frei de acuerdo con los comentarios que he oído respecto de las proposiciones que se formulan debería dejar el poder para hacer frente a la elección. ¡ Si en la tradición chilena los señores Prieto, Bulnes, Montt y Pérez afrontaron su reelección estando ellos en el poder! Por otra parte, en la tradición de los regímenes parlamentarios, se llega a la elección. . . El señor TEITELBOIM.- ¿Me permite, señor Senador? El señor AYLWIN.- Pero, Honorable colega... El señor TEITELBOIM.- El Honorable señor Aylwin incurre en gravísimo error histórico: los Presidentes de Chile que ha nombrado nunca afrontaron la reelección. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Fueron de la época conocida como "los decenios". Cada uno de ellos se mantuvo por diez años en el Mando Supremo. El señor Frei está preparando al país, porque desea ser reelegido. El señor AYLWIN.- No estoy planteando el problema de la reelección misma, sino el de que se presenta una fórmula por la cual se pone término anticipado al mandato del Presidente Frei. Eso no podemos aceptarlo. Si hubiera posibilidad de reelegirlo, como algunos han sostenido, se agrega que el señor Frei, en la elección, debería hacerse a un lado. O sea, se pretende crear una especie de interregno, durante el cual la Nación sería presidida por el Presidente de la Corte Suprema o alguna otra autoridad de esa jerarquía. Semejante mecanismo es contrario a los sistemas existentes en muchísimos países del mun do, en donde quien tiene la sartén por el mango no la suelta hasta ser derrotado. Eso sucede también en los regímenes parlamentarios de gobierno. El propio señor Churchill, por ejemplo, presidió una de las elecciones que perdió. Se nos dice que ello es intervención, que el Presidente se sale de las tradiciones chilenas y del orden constitucional. ¿Por qué? El orden constitucional no impide al Presidente de la República defender su programa y exponer sus puntos de vista al país. Ninguna tradición de Chile ha impedido jamás que tal cosa ocurra. Aun más, en nuestro país ha habido Presidentes como Arturo Alessandri Palma, quien tuvo palabras tajantes y de fuego para denunciar a sus opositores, para actuar en todos los terrenos y en todos los planos. El señor TEITELBOIM.- Contra el Senado. El señor AYLWIN.- Sin embargo, nadie acusó al Presidente Alessandri Palma de haber realizado actos de intervención ni de haberse apartado de los marcos democráticos. El señor TEITELBOIM.- Nuevamente se equivoca el señor Senador. El Presidente Alessandri fue acusado en todos los tonos por actos de intervención electoral. El señor AYLWIN.- En verdad, lo acusaron las pasiones. .. El señor CONTRERAS LABARCA. Muchas veces lo acusaron. El señor AYLWIN.- . . ., pero la verdad histórica, sin embargo, dice otra cosa. Se ha hablado también de convocar a una Asamblea Nacional Constituyente. Es otra de las fórmulas que se proponen. Esa es la solución a largo plazo, respecto de la cual hemos dicho que nos interesa como idea y la miramos con simpatía frente a la inoperancia de los órganos legislativos regulares para elaborar una nueva Constitución o siquiera para hacer la reforma integral de la Carta que ahora nos rige. Con todo, una Asamblea Constituyente, una reforma constitucional a largo plazo o una nueva Constitución no resuelven el problema concreto de la crisis institucional planteada en estos momentos. Para eso nosotros pedimos concretamente un pronunciamiento, y el Senado tiene el deber de pronunciarse. Señor Presidente, termino mis palabras haciendo presente que votaremos favorablemente el proyecto, en el entendido de que aprobamos la fórmula de disolución del Congreso por una vez durante el período presidencial, propuesta en el Mensaje del Ejecutivo que ya sancionó la Cámara de Diputados, y también la fórmula que ordena convocar a nuevas elecciones para renovar totalmente el actual Congreso. Al adoptar esta actitud, renovando la indicación pertinente, somos consecuentes con la tesis que hemos sostenido en todo momento. El Partido plantea esto por medio de un emplazamiento de los parlamentarios de la Democracia Cristiana, que arriesgamos nuestra mayoría en la Cámara. El Presidente de la República ha hecho suya la idea, que encontrará en el país un gran respaldo, porque interpreta un sentimiento generalizado de la nación. Aquí se ha invocado una serie de razones para votar contra el proyecto. El Partido Radical ha adoptado un acuerdo según el cual la decisión de votar en contrario se debe al discurso pronunciado por el Presidente de la República en la ciudad de Castro. Sostiene el Partido Radical que, de ese discurso, se desprende que no habría plena libertad electoral y, por lo contrario, existiría intervención gubernativa. Pero yo denuncio esto como un pretexto, porque en la Cámara de Diputados, pese a que los parlamentarios radicales votaron en general favorablemente el proyecto, durante la discusión particular lo hicieron negativamente en cada una de sus disposiciones. Ello demuestra la existencia de un subterfugio inadmisible. El Partido Nacional, por su parte, votó, por medio de sus parlamentarios, en contra de todos los artículos de la iniciativa legal que nos ocupa, no obstante la declaración pública mediante la cual manifestó que aprueba todo el proyecto. En contradicción con lo mismo, el Honorable señor Jaramillo ha pronunciado ayer en este recinto un largo discurso para exponer las razones en que funda su rechazo al proyecto. Además, se ha invocado lo de los pareos. En el FRAP hay contradicciones manifiestas. Mientras el Partido Comunista anuncia en todos los tonos ser partidario de la disolución del Congreso, el Socialista nos anuncia que es contrario a esa fórmula y que agotará los recursos reglamentarios y de todo orden para impedir que ella prospere. Yo pregunto lo siguiente: si los comunistas dicen ser tan consecuentes con su posición favorable al proyecto, ¿por qué no pidieron sin duda, tenían todo el derecho a hacerlo reemplazar al Honorable señor Luengo, que fue elegido' miembro de la Comisión Especial de Reformas Constitucionales contando con su simpatía y apoyo? ¿Por qué cuando dicho señor Senador se ausentó, permitieron que ese cargo fuera ocupado por el Honorable señor Chadwick? Si el lugar en la Comisión hubiera sido ocupado por un comunista, el informe que ahora conocemos estaría concebido de manera distinta; es decir, se habría aceptado la idea aprobada por la Cámara de Diputados, por tres votos contra dos. Por otra parte, no se ignoraba la posición contraria del Honorable señor Chadwick, que junto con el Honorable señor Ampuero formarían mayoría para rechazar el proyecto. El señor DURAN.- El Honorable señor Luengo era contrario al proyecto. ¿Cómo, entonces, podría ser reemplazado por alguien que no lo fuera? El señor RODRIGUEZ.- Por otra parte, el Honorable señor Luengo coincidía con nuestra posición. El señor AYLWIN.- Resulta que el Partido Comunista, para no romper la armonía con el FRAP, con el cual dice actuar tan de común acuerdo, no hizo valer su derecho. El señor TEITELBOIM.- Respecto dlo dicho por el Honorable señor Aylwin, debo manifestar que la designación de las Comisiones y su distribución se hicieron al comenzar este período parlamentario. Y en esa distribución, al Partido Comunista no se le asignaron representantes en la Comisión de Legislación. Luego, cuando se dividió esa Comisión, nosotros quedamos en aquella que no estudia la reforma constitucional y de la cual forma parte el Honorable señor Contreras Labarca. Entonces, mal podríamos exigir representación en un organismo donde no la teníamos de acuerdo con la distribución inicial. Es como si la Democracia Cristiana exigiera representación mayor de la que tiene en otra Comisión, o donde no la tiene. El señor PRADO.- Desearía formular una pregunta. Con relación a este punto, hemos comprobado que en los últimos tres días el Partido Comunista, por intermedio del diario "El Siglo", que es su vocero, ha descubierto que de alguna manera debe salir de esta situación que le resulta un tanto embarazosa, situación a la cual me referiré y especificaré a continuación: es su posición política con relación a la que el Partido Socialista sustenta frente a la reforma constitucional. El país no puede entender qué sucede con el FRAP, conglomerado político que pide el reconocimiento de una personalidad única dentro del cuadro general de la política chilena. ¿Qué ha llegado a pedir tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado? Que se lo considere una fuerza política única; que se le reconozca el derecho a realizar pactos, vicio ya superado hace muchos años y que produjo efectos nefastos para el país. Lo solicitó basado en una sola y única justificación, la cual, si no existiera, convertiría a esa petición en una solicitud que no debió ser formulada, desde el punto de vista político. ¿En qué consiste el fundamento de esa petición? Sus Señorías afirman que, en lo esencial, representan un pensamiento común en el cuadro de la política chilena. El Honorable señor Ampuero, quien se encuentra ahora ausente de la Sala, dijo ayer que este proyecto es un disparate; pero tal disparate es compartido oficialmente por los comunistas, porque desde hace tres días y desde fechas anteriores, el diario "El Siglo" y el Partido Comunista declararon que, a su juicio, ése era el camino para salir de una crisis que ellos calificaban en forma similar a como lo ha hecho el Gobierno, pero agregando algunas ideas. ¿Pero, qué ocurre ahora ? Que en el cuadro político, según la forma como se ha planteado, se ha descubierto una martingala. Esto hay que decirlo con absoluta claridad para que se entienda, pues a veces manejamos las mismas ideas de manera distinta y conformamos imágenes diferentes. La gente que lee la prensa, que se informa y que tiene interés, desea saber lo que hoy día sucederá en el Senado a las 8 de la noche y por qué. ¿En qué consiste el problema? En que no existe ese criterio de unidad anunciado tantas veces entre comunistas y socialistas. ¿Es así o es que los comunistas no quieren llevar adelante la reforma constitucional? Una de las dos tiene que ser la causa. No puedo entender cómo el FRAP, que tiene mecanismos de contacto entre las directivas de los partidos que lo integran, para los efectos de la lucha sindical; que durante tantos años ha asumido una actitud unitaria frente a problemas de esta índole, aparezca ahora en una posición tan tremendamente contradictoria. Lo que pasa es otra cosa: el Partido Socialista tiene una profunda discrepancia con el Comunista. La primera de estas colectividades no sólo ha usado los métodos y sistemas que debieran emplearse para detener una reforma que no le conviene, sino que en estas últimas semanas, por intermedio del Senador de su partido Honorable señor Altamirano y del Honorable señor Luengo quien de hecho actúa dentro del bloque socialista, ha buscado la manera de esterilizar a dos Senadores del Partido Nacional, que tampoco desean la reforma. Esto es lo único concreto, y de ello responsabilizamos al FRAP como tal y al Partido Nacional. Los emplazamos a que digan por qué razón han concertado estos pareos con posterioridad a la presentación del proyecto de ley al Parlamento. Sabemos que los pareos anteriores por ejemplo, los de la Democracia Cristiana o de otros partidos, que están registrados en la Secretaría del Senado, no pueden levan tarse sino por consentimiento mutuo, de conformidad con el procedimiento interno existente. Pero, ¿por qué se concertaron estos otros? Para que en ningún caso se reunieran 23 votos. Y esto. Honorable señor Teitelboim, ustedes lo saben perfectamente. Sus Señorías no ignoran que hay diferencia entre los pareos concertados hace un mes y medio, es decir, cuando todavía no se enviaba al Congreso el proyecto de reforma constitucional, y los últimos pareos, que están "calientitos" y que fueron hechos en la Secretaría con papel y lápiz, sacando cuentas. Nosotros hemos traídos al país al Honorable señor Gormaz, que se hallaba enfermo en los Estados Unidos, donde iba a ser sometido a una operación a la vista. Asimismo, hemos hecho regresar al Honorable señor Gumucio, a quien interrumpimos su viaje de descanso. El señor DURAN.- ¡Eso forma parte del teatro! El señor PRADO.- Reitero a los Senadores radicales, que aparentan estar tan tranquilos y dicen que esto forma parte del teatro, pero tienen un miedo horrible a la elección... El señor DURAN.- ¿A qué tenemos miedo ? El señor AGUIRRE DOOLAN.- Su Señoría es quién teme a la elección de 1969. El señor PRADO.- Quizás, señor Senador. Eso lo veremos después. Pero ustedes temen a la de ahora. Si las cosas son como dicen que son, levantemos todas los pareos, a fin de que por lo menos se apruebe en general el proyecto. Los trece Senadores democratacristianos estamos aquí en Santiago, y estaremos en el Hemiciclo ésta noche; no hay ninguno veraneando, ni en la plaza, ni fuera del país. Hasta los enfermos vinieron, porque queremos dar una respuesta muy clara a las afirmaciones antojadizas formuladas a la prensa por quienes están defendiendo una posición negativa. La crisis no tendrá solución por esta vía, simplemente porque se buscan subterfugios, ya denunciados por el Honorable señor Aylwin, cuando se dice que en el proyecto se busca introducir todo tipo de iniciativas, a fin de que en la polvareda se pierda el propósito original. No obstante los muchos editoriales y las numerosas primeras páginas del diario "El Siglo", los Senadores del Partido Comunista difícilmente podrán salvar su responsabilidad política frente a su socio, el Partido Socialista. No es tan clara, pues, la situación, ya que se presentan dos caras y es conveniente conocerlas. Por eso pedimos esta interrupción. El señor ALTAMIRANO.- Por nuestra parte, contestaremos oportunamente la alusión hecha per el Honorable señor Prado. El señor TEITELBOIM.- La pregunta formulada por el Honorable señor Prado es una de las más largas que se ha hecho en el Senado. Es una pregunta que duró diez minutos. No ha sido tal, sino un verdadero discurso. Al responder, debo contestar algunos de les cargos formulados por el Honorable señor Prado. El señor PRADO.- Tengo otros. El señor TEITELBOIM.- En primer término, quiero manifestar que nosotros formulamos a la Democracia Cristiana una acusación directa y muy concreta. El partido de Gobierno tiene cuatro Senadores pareados. ¿Cuántos de ellos celebraron pareos antes del envío del proyecto de reforma ? El señor AYLWIN.- Tengo las fechas, señor Senador. El señor TEITELBOIM.- No es la fecha lo que nos interesa, sino cuántos. El señor AYLWIN.- El Honorable señor García se pareó con el Honorable señor Rodríguez el 11 de enero, es decir, antes de que se produjera este problema; el Honorable señor Gumucio se pareó con fecha 17 de enero y el Honorable señor Musalem, el 18 de enero. Estos tres pareos. . . El señor TEITELBOIM.- ¿Hay un cuarto ? El señor AYLWIN.- . . .son anteriores a la fecha en que el Presidente de la República envió el proyecto de reforma constitucional a la Cámara de Diputados. Incluso, el Primer Mandatario anunció el envío de esta iniciativa el 19 de enero. El señor CHADWICK.- ¿Cuándo se votó el permiso constitucional ? El señor AYLWIN.- El permiso constitucional puede haberse votado antes, pero nadie sabía qué ocurriría después. De modo que la afirmación de Su Señoría es antojadiza. En cuanto al pareo del Honorable señor Gormaz, ignoro la fecha en que se concertó, porque no está registrado en la Secretaría ; pero es el hecho que todo el Senado sabe que dicho señor Senador tiene una seria afección a la vista, por lo cual debía someterse en este período a una intervención quirúrgica en los Estados Unidos. Y su pareo se contrajo precisamente con relación a ese viaje. Por lo tanto, nadie puede ligarlo a la fecha del estudio de un proyecto específico. El señor BARROS.- ¡ Lo hicieron venir enfermo! ¡ Esa es la caridad cristiana! El señor AYLWIN.- Sin embargo, los adversarios con quienes se han pactado esos pareos no quieren levantarlos. El señor TEITELBOIM.- Queda muy claro que el Gobierno envió el proyecto de reforma constitucional, que exige mayoría absoluta de los Senadores en ejercicio, a sabiendas de que había tres Senadores democratacristianos pareados, con lo cual, en forma deliberada y a plena conciencia, presentó una iniciativa que requería un quórum que la Democracia Cristiana de ninguna manera podía alcanzar, ni siquiera con el apoyo de otro partido. Quiero señalar la diferencia clara y concreta entre el partido Comunista, el Demócrata Cristiano y el Nacional. Estas tres colectividades, por razones muy diferentes, aparecen apoyando el proyecto de reforma constitucional por el cual se autoriza para disolver por una vez el Congreso Nacional y llamar a nuevas elecciones, como manera de consultar al pueblo de estas tres colectividades, el Partido Comunista es el único que no tiene a ninguno de sus Senadores pareados. Han venido Senadores que apreciamos profundamente a solicitarnos pareos por tener a algunos colegas enfermos, hecho que es efectivo. Con dolor del alma hemos debido decirles no, porque de por medio están la responsabilidad y la seriedad del partido. Frente a la responsabilidad asumida, el Partido Comunista debe estar en la Sala con sus cinco Senadores, sin ninguno pareado. Sin embargo, la Democracia Cristiana pareó a sus Senadores. El Gobierno envió el proyecto a sabiendas de que estaban pareados. Además, los pareos se produjeron no el año pasado, sino cuando la crisis política estaba planteada. Creo que casi todos ellos se concertaron después de haberse rechazado el permiso y cuando se hablaba en La Moneda de la disolución inmediata del Congreso o de pedir su disolución. Si se quería la disolución del Parlamento, poniendo, como Oliverio Cromwell, un aviso en la puerta del Senado, que dijera: "Se arrienda esta casa", mediante un golpe de Estado, pase. Pero, al parecer, triunfó la idea naturalmente, esa idea se tenía de lograr la disolución del Congreso mediante una reforma constitucional. ¿Y cómo se envía un proyecto semejante a sabiendas de que está muerto antes de nacer? Eso es lo que rechazamos en la Democracia Cristiana. La larga pregunta del Honorable señor Prado se parece, como dos gotas de agua entre sí, al editorial publicado en el día de hoy en el diario "La Nación". El señor PRADO.- No lo leí. El señor DURAN.- ¡Son argumentos fabricados en serie! El señor PRADO.- Leí "El Siglo". El señor TEITELBOIM.- Bueno, pero también debe leer su propio diario. El señor PRADO.- Lo leo bastante, Honorable colega. El señor TEITELBOIM.- Tal vez nonecesite leerlo, porque Su Señoría dice lo mismo que "La Nación", sin haberlo leído. El señor PRADO.- Su Señoría podría leer "La Nación", y yo, "El Siglo". El señor TEITELBOIM.- También leo "La Nación", "El Clarín", "El Mercurio", "El Siglo" y otros diarios. Hay una campaña de la Democracia Cristiana, lanzada con evidente contradicción o paradoja, no dirigida específicamente contra los partidos que se oponen a la reforma constitucional, sino contra el Partido Comunista, que la apoya, por el hecho de aprobarla sin ninguna deserción y porque les va a echar a perder la película. En efecto, iremos a los sectores populares en medio de toda esta tremenda presentación escénica de la Democracia Cristiana, que va a decir lo está diciendo hace tiempo, incluso por medio de la voz ilustrada y distinguida del Presidente de la República que hay un Senado opositor heterogéneo, pero que se une en su afán de rechazar todo al Gobierno y hasta se ha negado a aprobar el proyecto de reforma constitucional destinado a permitir la disolución del Congreso. Pero detrás irá el Partido Comunista diciendo: "Quienes mataron el proyecto fueron los Senadores demócrata-cristianos, que no tomaron las medidas de previsión necesarias para asegurar su éxito. Cuatro de sus Senadores no pudieron votar. En cambio, los Senadores comunistas sí que votaron todos". La Democracia Cristiana prevé eso, se adelanta, y de ahí viene ahora la campaña sincronizada, ordenada desde arriba. Por eso, el editorial de "La Nación" es idéntico a la larga pregunta formulada por el Honorable señor Prado. Hablan del Partido Comunista, de sus responsabilidades, de su juego sibilino, que ha consistido en decir al Honorable señor Contreras Labarca que no debe ir al sur, a su agrupación, que debe quedarse aquí para votar; al Honorable señor Víctor Contreras, que no debe ir al norte, y lo mismo a la Honorable señora Campusano. Yo mismo debía ir a Magallanes, una semana antes. Sin embargo, el partido me dijo: "Usted se queda aquí, porque en una región tan lejana pueden presentarse problemas de pasaje en avión o cualquiera otro, y hay que asegurarse de estar aquí". Esas cosas no las hizo la Democracia Cristiana. "La Nación" también habla sobre la división del FRAP. En este momento no parecieran estar preocupados de la suerte del proyecto, sino de esa división, de las divergencias entre el Partido Socialista y el Partido Comunista, que, según ellos, serían tremendas y marcarían un crisis dentro de nuestra organización popular. La verdad es la siguiente: el Partido Socialista dijo, desde el comienzo, como otras colectividades, que se oponía tenazmente a esta iniciativa. Por lo tanto, en materia de pareos, los Senadores socialistas han recurrido a medios y procedimientos admitidos en el Senado, para asegurar el resultado que ellos desean, según anunciaron desde el primer instante, y al cual han sido fieles. Respecto de este proyecto, la posición del Partido Socialista no es la misma del Partido Comunista. Ambas actitudes son distintas. Nosotros no podemos exigir al Partido Socialista que cambie de opinión, así como esta colectividad tampoco puede exigirnos modificar la nuestra, pues por algo somos dos partidos diferentes. Si tuviéramos una misma opinión en todo, habría un solo partido, y se habría terminado con la existencia de dos colectividades distintas. Lo que debemos reconocer es que este asunto no es, como dicen los Senadores democratacristianos, sustancialísimo en el fondo, pues en verdad esta iniciativa obedece a un conflicto en mucho artificioso, que no resolverá ningún problema de fondo en nuestro país. Para nosotros en esto estamos estrechamente unidos comunistas y socialistas, pues pensamos lo mismo el problema fundamental es la emancipación económica de Chile y, por lo tanto, reintegrar las materias primas al patrimonio nacional. Por eso, socialistas y comunistas marchamos como un solo hombre, en forma absolutamente coincidente, en todos los aspectos y materias relativos a los convenios del cobre, en que la Democracia Cristiana estuvo con la Derecha. Por eso, también, comunistas y socialistas hemos marchado completamente de acuerdo y trabajando en una sola cuerda en otro problema sustancial, que dice relación a un hecho básico de la vida nacional; la existencia del latifundio en Chile. Por eso hemos trabajado junto, como un solo hombre también, en el proyecto de reforma agraria, dando apoyo a la iniciativa del Gobierno y mejorándola en muchos aspectos, cosa que el Presidente Frei, naturalmente, olvida. El problema en debate no es sustantivo en la convivencia nacional. Se trata de un problema abultado, que ha sido llevado a límites histéricos. Existe, pero habríamos deseado escuchar, de parte de una personalidad tan responsable como es el presidente de la Democracia Cristiana, algo que no le oímos, pero que esperamos todavía que lo diga en los dos minutos que le quedan: una salida a esta situación, a este atolladero, pues, en verdad, en razón del problema pintoresco, pero decisivo, de los pareos, corremos el riesgo de que esta tarde, a las 20 ó a las 21, cuando termine la votación, ni siquiera se apruebe en general el proyecto, lo cual sería lamentable. A mi juicio, un Gobierno que realmente busca soluciones debería buscar los medios para encontrar salida a esta situación, la que no puede basarse en el criterio de la rendición incondicional, y ni siquiera puede improvisarse de la noche a la mañana. Temo, con razón fundada y sin ser suspicaz, que esa salida no se buscará antes del 2 de abril, porque ahora el interés del Gobierno y de la Democracia Cristiana es sacar partido electoral de esta coyuntura, echar la culpa al empedrado. Y repito en este momento histórico el empedrado se llama Senado, organismo que, según el Ejecutivo, no le deja cumplir su programa, en circunstancias de que el propio Presidente de la República y el Gobierno se han automaniatado, o bien los tienen maniatados intereses demasiado poderosos que los ligan a posiciones regresivas determinadas y que no favorecen los cambios. Todavía espero el milagro de que el presidente de la Democracia Cristiana, poniéndose a la altura de su investidura y responsabilidad, que es muy alta, y colocándose, como él mismo decía al principio de su discurso, por encima del espíritu de guerrillas, medite en la responsabilidad que tiene en cuanto a la urgencia imperativa de impedir que esta noche terminemos en cero y busque realmente una puerta de salida. Hay que abrir esa puerta con buena voluntad y comprensión del problema. Nada más, señor Presidente. La interrupción, señor Senador, ha sido con cargo a mi tiempo. El señor ALLENDE (Presidente).- Puede continuar el Honorables señor Aylwin. El señor AYLWIN.- Deseo terminar refiriéndome a las palabras que hemos es, cuchado al Honorable señor Teitelboim. Su Señoría pide un milagro, y parece que los comunistas tuvieran algunas dotes en este sentido. En efecto, desde antes de producirse el problema político y de enviarse el proyecto al Congreso, ya tenían tomadas las medidas para que no se produjera ningún pareo y asegurar la votación de la iniciativa. Es decir, parece que tenían el don de saber las cosas anticipadamente y adivinar que el Ejecutivo iba a enviar el proyecto, cosa que nosotros no habíamos pensado, por no estar en nuestros cálculos, ni que se produjera esta crisis, ni que debiéramos recurrir a esta solución. El señor TEITELBOIM.- Pero la crisis del permiso presidencial fue anterior a los pareos. El señor AYLWIN.- En cuanto al milagro, cuando se calificó en el Senado la urgencia del proyecto, después de haberse hecho muchos esfuerzos para evitarlo, pedí, en nombre de los Senadores democratacristianos, si verdaderamente se quería que todas las opiniones se expresaran libremente, que no nos escudáramos en mecanismos reglamentarios y dejáramos, de común acuerdo, sin efecto todos los pareos. Los Senadores comunistas, que tanto interés dicen tener en el despacho del proyecto, deberían respaldar dicha petición y unir su ruego al nuestro para que sus compañeros de combinación política, los Senadores socialistas, anulen los pareos. Respecto de nuestro pronunciamiento sobre la solución del problema, seguimos creyendo que en las actuales circunstancias ella está en el proyecto presentado por Gobierno. Sin embargo, en caso de ser rechazado, los democratacristianos propondremos oportunamente, con la mayor rapidez, otra vía de solución para ser considerada por el Congreso, que permita resolver el problema institucional reconocido por todos los sectores políticos del Senado. El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Von Mühlenbrock. El señor VON MÜHLENBROCK.- Señor Presidente, Honorable Senado: La independencia a que he ajustado mis actos como severa norma de conducta en el Senado, me permite entrar al debate despojado de toda pasión, partidarismo o prejuicio, para analizar sólo las posibilidades reales de solución que pueda tener el conflicto que conmueve al país, convencido de que es preciso extremar los esfuerzos en la noble tarea de mantener incólumes para Chile sus instituciones fundamentales. Se han querido calificar las divergencias existentes entre el Poder Ejecutivo y la mayoría del Senado, como una crisis institucional, dando al problema una dimensión muy superior a la que tiene y haciendo creer a la república que no hay otra puerta de salida que las medidas violentas y profundas. No participo de esa opinión, que califico de tropical y desacorde por completo con la auténtica fisonomía de la mentalidad nacional, ni creo que el conflicto entre Ejecutivo y Legislativo pueda resolverse con la disolución del Congreso o con la simultánea renuncia del Presidente de la República, ni mucho menos destruyendo la esencia misma de la organización del Senado, como sería el propósito de reducir a seis años el mandato de los Senadores, suprimiendo su sistema de renovación parcial. Catorce años de experiencia parlamentaria me han permitido vivir momentos igualmente difíciles en la vida institucional del país y convencerme de que la solidez de la democracia chilena y la superioridad de alma de quienes se deben a ella permiten siempre la solución ecuánime, armoniosa y eficiente. Los conflictos entre poderes son comunes en Chile, y sólo uno de ellos, nunca suficientemente lamentado, el de 1891, no pudo ser resuelto por las vías de la conciliación y el desarme espiritual. Los demás nos entregan sabia lección y amplia experiencia. El Excelentísimo señor Aguirre Cerda sostuvo dura controversia con su propio partido, el Radical, que llegó a expulsar de sus filas a varios de los Ministros del gran Mandatario, pero no tardaron en surgir la comprensión y la normalidad, y hoy la memoria del ilustre Presidente inspira los postulados del radicalismo. El Excelentísimo señor Ibáñez del Campo, movido por sus afanes renovadores, tuvo con la mayoría del Congreso ásperos roces que llegaron a hacer temer una posible ruptura de la continuidad institucional, pero, finalmente, Ejecutivo y Parlamento llegaron a acuerdo, y el Presidente Ibáñez encontró, inclusive, pleno apoyo para su gestión de Gobierno entre aquellos mismos que le impugnaban. El Excelentísimo señor Jorge Alessandri Rodríguez, gobernando con amplia mayoría en ambas Cámaras, tuvo frecuentes desacuerdos con los partidos de su plataforma, y prueba de ello es que un año antes de finalizar su Mandato envió al Congreso un proyecto completo de reforma constitucional, en el que prácticamente expuso al país su juicio sobre la experiencia vivida como Mandatario y los defectos de que adolece nuestro sistema institucional. Por ello me anima la confianza, señor Presidente y Honorables Senadores, conociendo a los protagonistas de este conflicto, de que es posible encontrar digna y positiva salida a la "impasse", sin que se menoscabe en absoluto el prestigio del señor Presidente de la República ni mucho menos el de este Honorable Senado, al que me honro en pertenecer. Pero primero conviene enfocar desde la altura, con serenidad, lo que se ha llamado "crisis o encrucijada histórica", formulándonos algunas preguntas que nos permitan fijar límites a la controversia. ¿Es que de veras la crisis o la decadencia son el signo del Estado chileno y sus instituciones, social y políticamente? ¿Podría alguien sostener que el alma chilena, su pueblo y lo que íntegra esta nación, el summum de valores, sus hechos actuales y sus posibilidades futuras, están rodando al abismo y pueden fenecer? Yo creo que no. Todo demuestra absolutamente lo contrario. Nunca las ansias del pueblo chileno han sido más ardientes y sus luchas políticas más bellas y emocionantes, como lo es este mismo conflicto en que ambos bandos sostienen con coraje igual sus posiciones. En las artes, en el trabajo, en la ciencia, el pensamiento chileno trepa hacia la altura y continuamos inspirando los destinos de América, como lo hicimos en el pasado. Particularmente en estos momentos, en los ideales de integración americana, la realización de los sueños de Bolívar, O'Higgins y San Martín, encuentran en el Gobierno de Chile su más tenaz y sincero propulsor. ¿Están en crisis, entonces, las instituciones chilenas? ¿El régimen presidencial, el Congreso y el Poder Judicial, las Fuerzas Armadas, el Cuerpo de Carabineros, etcétera? La respuesta es terminante: el Cuerpo de Carabineros agrega día a día nuevos laureles a sus nobles servicios; las Fuerzas Armadas son la columna vertebral de nuestra Nación y constituyen en América ejemplos de disciplina, eficiencia y resguardo del Estado chileno, de sus instituciones y su soberanía; el Poder Judicial aparece más que nunca revestido de prestigio y majestad, intensamente preocupado de perfeccionarse y contribuir a la solución de los nuevos problemas que el desenvolvimiento social abre ante la justicia. Nos quedan solamente Ejecutivo y Legislativo para resumir la pregunta. ¿Está en crisis el Poder Ejecutivo, en su expresión de régimen presidencial, y el Poder Legislativo chileno, en su esencia de poder equilibrado e, independiente del Ejecutivo? Si se examina sobriamente y se juzga en profundidad, la respuesta ha de ser clara y rápida. No es la crisis, el quebrantamiento, la decadencia y el marasmo el signo de estas instituciones. ¿Que adolecen de defectos, que pueden ser mejoradas, que en algunos aspectos se han quedado atrás? Ello es rotundo y lógico, porque son instituciones humanas, y el hombre en sí es imperfecto, porque la vida y la naturaleza evolucionan día a día, porque sobre la tierra y en el universo, todo se encuentra en perenne proceso de transformación. Lo que interesa es que no nos quedemos inmóviles ante el pasar del tiempo; que marchemos con él y nos incorporemos a las fuerzas que movilizan la humanidad; que no tratemos de frenar el avance ni el vuelo del hombre. Que Ariel triunfe siempre sobre Calibán. Que Don Quijote y Sancho caminen siempre sobre la tierra personificando nuestra pobreza, nuestra pequeñez, nuestra capacidad de sacrificio y nuestra altura. No puede confundirse la crisis con las deficiencias normales de todo sistema. Sus fallas, sus atrasos, no puedan justificar su precipitada eliminación, porque ¿con qué se lo reemplaza? ¿Con sistemas superiores? ¿Cuáles son ellos? ¿Se han probado? ¿Han hecho la felicidad y la dignidad del hombre? ¿Se adaptan a nuestras costumbres, mentalidad y destino? ¿Podría alguien, sin caer en odioso fanatismo, negar el prestigio y la capacidad del Presidente Frei, formado en estas mismas bancas senatoriales? Su vigoroso espíritu reformador, su idealismo, lo han llevado, para bien del futuro de América, a asumir el papel de propulsor infatigable de la integración americana, la complementación económica, la base del sueño de los Padres de la Libertad, único camino que ha de conducirnos un día a formar los Estados Unidos del Sur y a dejar de ser un cúmulo de inermes pequeñas naciones subdesarrolladas, incapaces de captar el imperativo de la época, carcomidas por la miseria, el analfabetismo, los golpes de Estado, la explotación del hombre y los mezquinos regionalismos nacionales. ¿Podría alguien, sin caer en la pasión, desconocer la legitimidad de la reforma agraria de Frei, su lucha en el campo educacional, su irreductible ordenación en el campo económico tras el anhelo de vencer la inflación que mina a Chile desde hace más de un siglo, y su real, auténtica e infatigable preocupación por levantar la condición de los humildes? No. Creo que nadie puede negar que el Presidente Frei, como lo dijo hace poco un connotado diplomático, es un gobernante que se encuentra a la altura de las más grandes figuras mundiales, y ello debe enorgullecemos. Con la misma imparcialidad, ¿podría negar alguien, sin caer en análogo fanatismo y pasión, los valores que existen en este Honorable Senado, a los hombres que desde esta tribuna marcan el progreso de Chile, trazan su futuro social, político y económico, modelando los destinos de su pueblo? Con honestidad, con olvido de sus propias vidas, entregándolo todo a la causa pública, aquí se confunden las doctrinas y los valores para dar al país la ley soberana, velando por que la nación marche, porque no detenga su progreso, porque el pueblo no quede atrás y conquiste dignidad y justicia. ¿Puede estar en crisis el dinámico Poder Ejecutivo chileno? No. ¿Puede estarlo un Senado que acaba de aprobar, perfeccionándolo, un trascendental proyecto de reforma agraria; que acaba de dar a Chile una ley de emergencia para sus calamidades naturales; que dictó una admirable ley del Ministerio de la Vivienda; que ha revisado el derecho de propiedad, modernizando la concepción que sobre él fijaba nuestra Constitución Política? No existe, creo yo, abarcando poderes y valores, hombres e instituciones, una crisis institucional, y al no existir esa crisis, mal podrían aprobarse sistemas absoluta mente contradictorios con el problema que vivimos y que es completamente distinto. A mi juicio, lo que existe son fallas en el sistema operacional de Ejecutivo y Legislativo, que mutuamente, en armonía, deben procurar revisar sus métodos de trabajo. El primero, eliminar la mentalidad burocrática, el exceso de trámites, el deseo de captar para sí la totalidad del Poder, apreciando que en un mundo dinámico, acelerado y científico como es el de hoy, el pesado edificio del Estado burócrata, absorbente y anquilosado, no encuadra para nada, sino que sólo es factor de freno y gastos superfluos. El segundo, tratando de eliminar los vicios que el correr del tiempo ha creado, las prácticas defectuosas, los sistemas rutinarios; abandonando el afán de adherir obstinadamente a la fórmula jurídica que en sí sólo es cariátide y no vida, para pasar a ser organismo rápido, interpretativo de los anhelos nacionales. Torrente pleno de rumorosa energía, y nunca charca donde se estanquen y mueran los impulsos de creación, realización y justicia del alma nacional. La Constitución de 1925, tras una dura experiencia vivida por el país, reemplazó el régimen parlamentario por el presidencial, dando como cimientos a organización del Estado chileno los principios de independencia de poderes; separación de poderes, equilibrio de poderes. La misión superior de estos poderes es gobernar armoniosamente el Estado para asegurar a los ciudadanos el progreso y el bien común. La Constitución de 1925 ha probado su eficacia y, salvo escasas modificaciones, ha permitido la vida de la República y su avance durante cuarenta años. Los proyectos de reforma pendientes en el Congreso no la alteran sustancialmente, sino que tienden a aumentar su eficiencia. Pero ninguna transformación de nuestra Carta Fundamental podría eliminar los factores reales de la pugna entre Ejecutivo y Legislativo, porque ella es eminentemente práctica, y no jurídica. Se trata de la lucha por el poder. Al debilitarse en Chile los partidos tradicionales que ocupaban el centro del ámbito político, la lucha ha quedado principalmente circunscrita a la competencia entre los partidos marxistas y la Democracia Cristiana, quienes tratan mutuamente de alcanzar la supremacía. No son instituciones, sino principios, ideas, sistemas, los que están chocando, y como se combaten duramente, logran atraer hacia su esfera de influencia a otras entidades, dando la apariencia de creación de campos irreconciliables y de ausencia de todo entendimiento. Antes las divergencias entre Legislativo y Ejecutivo se desenvolvían dentro los mismos moldes ideológicos, y por ello no se advertían en su profundidad, y, a pesar de la rigidez del sistema presidencial, era posible encontrar entendimientos y resolver las dificultades. El profesor señor Guzmán Dinator señaló elocuentemente el fenómeno político actual, durante la brillante exposición que hizo ante la Comisión Especial de Reformas, e hizo presente que el conflicto sólo tiene tres salidas. Una: el Ejecutivo se somete al Legislativo. Dos: el Legislativo pasa a ser un Poder que obedece al Jefe del Estado, y tres, se tiende a crear una solución de armonía. Como las dos primeras son inaceptables en una República, queda como único recurso la solución armoniosa de los conflictos, a base de la capacidad democrática, do la madurez cívica, del peso y profundidad que entre los que participan en el conflicto tengan el amor por el pueblo, la democracia y el bien común. La idea de disolver el Congreso mereció al distinguido profesor señor Guzmán Dinator, su más acre comentario. Es impracticable, a nada .conduce y sólo abre abismos imponderables. Los sistemas jurídicos son un todo común. Obedecen a reglas que no pueden alterarse sin que se afecte sensiblemente la existencia misma de todo el organismo. No se puede tomar una pieza para trasladarla a otra parte o reemplazarla por otra, sin que ello provoque cambios y trastornos completos en toda la concepción jurídica. La mínima ruedecilla que se saque, puede conducir a la quiebra del sistema. Esos son axiomas que es preciso tener muy en cuenta. Antes que destruir el sistema en que se basa el desenvolvimiento integral del Estado chileno, es preferible agotar las fórmulas de conciliación política, y ellas existen. Lo principal, señor Presidente, y la que se ha seguido siempre en Chile y ha permitido que el país se desarrolle, es el sistema de alianzas o combinaciones políticas. Cuando el Jefe del Estado no tiene mayoría en el Congreso, busca los medios de crear esa mayoría, y para ello atrae la adhesión de los elementos más semejantes a sus ideas y programas. La existencia de estas sólidas mayorías otorga expedito Gobierno a la República, infunde confianza a la opinión ciudadana y elimina los choques y conflictos. Es, indudablemente, el mecanismo que mayormente afianza la estabilidad institucional y garantiza el desarrollo de un país, porque a sus ventajas hay que agregar un concepto más: el de que en ese Gobierno de alianza participa para la mayor suma de elementos representativos del pensamiento nacional, y bajo el amparo de nuestra democracia toda idea o partido es respetable y posee el derecho a aspirar a gobernar. En Chile, por ejemplo, el Excelentísimo señor Freí fue Ministro de Obras Públicas en un Gobierno radical. El señor Allende fue Vicepresidente del Senado, con un liberal como Presidente, don Fernando Alessandri. El señor Galleguillos, comunista, fue elegido presidente de la Comisión de Obras Públicas de la Cámara con votos radicales, liberales y conservadores. El señor Gumucio fue elegido Diputado como fruto de una combinación radical, comunista, liberal, socialista y conservadora, la misma que eligió Senador al señor Quinteros Tricot, en memorable contienda. En Europa, para no ir más lejos, en Alemania e Italia, la Democracia Cristiana comparte el Gobierno con el Partido Socialista, pues considera que por sobre las diferencias de doctrinas y partidos está el irreversible imperativo de resolver los problemas que afectan a sus pueblos. Esta interpretación política del régimen de alianzas en los dos países donde la Democracia Cristiana exhibe su mayor potencia, estableciendo la clara comprensión que de sus superiores responsabilidades tienen los dirigentes demócrata-cristianos y socialistas de Alemania e Italia, me recuerda una frase del Presidente Kennedy, recogida del libro "El Legado de Kennedy": "Nunca negocies por temor, pero no temas negociar". Con ello evidenciaba el gran estadista mártir su alto sentido de demócrata, que lo llevaba n, crear nuevas fronteras, a expandir su plataforma de Gobierno, a condición de realizar sus superiores ideales de renovación de la vida norteamericana y de sus relaciones con el resto de la humanidad. Esta frase de Kennedy me trae también a la memoria un concepto que tuve oportunidad de escuchar al Secretario General de las Naciones Unidas, U Thant, a su paso por Santiago. Se le ofreció un banquete en el que el ilustre conductor de las Naciones Unidas explicó en qué fundamentaba su acción y sus esperanzas de obtener el afianzamiento de la paz en Vietnam y en el mundo. Dijo U Thant, más o menos, que su experiencia y la síntesis de su vida, interpretando la experiencia y la filosofía de los pueblos a través del tiempo, es que todo cambia y nada es inmóvil. Añadió que el que ayer fuera su peor enemigo, puede ser mañana su mejor amigo. Sabias palabras de un gran hombre, que sobre ellas y el conocimiento profundo del alma humana ha edificado toda una política para asegurar al mundo el imperio de la paz y la comprensión internacional, y que para nosotros, en nuestro abrasador ambiente de recelos, guerrillas y enemistad, tienen todo el inmenso mérito de la más objetiva de las lecciones. Dar Gobierno al país, crear mayorías representativas de la suma de las opiniones nacionales, es afianzar la democracia y consolidar las instituciones. Por ello, el régimen de alianzas se impone en los países que tienen grandes problemas que afrontar, ante los cuales las discordias y los prejuicios estériles pasan a muy secundaria posición. Por desgracia, actualmente esta posible solución no se encuentra al alcance entre nosotros. No hay posibilidades de entendimiento partidarista, sino, por lo contrario, el país está enfrentado a contiendas sobre la base de dilemas, carente por completo de alternativas. O marxismo, por un lado, o Democracia Cristiana, por otro. Pareciera que los partidos de centro están condenados al papel infortunado del grano de trigo sometido a la presión de las dos ruedas de un molino. Esta es una de las directas consecuencias de las elecciones de 1965. La característica pendular del pueblo chileno lo llevó a abandonar los partidos de centro, indispensables para el Gobierno equilibrado de un país, llamados a reconstruirse, pues son los que mejor se adaptan a la idiosincrasia y condiciones de nuestra patria. El señor ALLENDE (Presidente).- Señor Senador, quiero hacerle presente que le queda un minuto. El señor VON MÜHLENBROCK.- La Democracia Cristiana me había cedido parte de su tiempo. El señor ALLENDE (Presidente).- Con cargo al tiempo de la Democracia Cristiana, puede continuar Su Señoría. El señor CHADWICK.- ¡ Elogios a la Democracia Cristiana! El señor JARAMILLO LYON.- En todo caso, el Partido Nacional también podría haberle cedido parte del suyo. El señor VON MÜHLENBROCK.- Queda, entonces, una sola alternativa, y ella es un sistema que se está abriendo paso en las modernas instituciones mundiales : el sistema de consulta directa al pueblo, llamado referéndum o plebiscito. El punto de discrepancia, de roce o conflicto entre Legislativo y Ejecutivo, es sometido con claridad al pueblo, y éste vota definiendo la cuestión planteada, sin ulterior recurso. Mi Honorable colega el Senador señor Sepúlveda y el Senador que habla, hemos presentado como indicación al proyecto de disolución del Congreso, la idea del plebiscito, por estimarla la solución más armoniosa, ecuánime y práctica, y más posible de alcanzar. La hemos sometido para su estudio, revisión o modificación hasta lograr que sea aceptada y se convierta en el nexo de unión. La consulta al pueblo es la mejor válvula para extraer el vapor de una caldera que no debe estallar. Siendo el electorado la fuerza soberana en una democracia, a él debe recurrirse para zanjar los problemas, porque tanto los poderes del Estado como los partidos políticos deben obediencia al pueblo, donde encuentran su justificación y su fuerza. La capacidad de nuestros distinguidos colegas especialistas en Derecho Constitucional y la participación de los personeros del Gobierno mismo, permitirán que la fórmula plebiscitaria se perfeccione en su aplicación, determinando cuántas veces podrá convocar a consulta al pueblo el Presidente de la República, para qué casos fundamentales y con arreglo a qué procedimientos de ejercicio, de manera que todos los sectores tengan plenamente garantizado el derecho de hacer valer sus opiniones. Esta fórmula plebiscitaria ha sido, por desgracia, rechazada por la Comisión Especial de Reforma Constitucional, en circunstancias de que, a nuestro juicio, es la más práctica y respetable. En cambio, se ha aprobado la idea de reducir el período del Presidente de la República, Senadores y Diputados, con lo que se desarticula todo el sistema institucional chileno, incurriendo en el defecto mayor de eliminar la renovación parcial del Senado. Deploro, señor Presidente, carecer de tiempo para destacar aquí los conceptos del profesor de Derecho señor Guzmán Dinator, quien defendió con notables argumentos la necesidad de que el Senado se renueve por parcialidades, demostrando que la vida de nuestra democracia, el desenvolvimiento de nuestro Estado, requieren de un Senado que funcione de acuerdo con el espíritu del constituyente de 1925. Que se renueve parcialmente, porque su papel es actuar como fuerza estabilizadora, ya fuere para contener el ímpetu de un Presidente de la República como para frenar los entusiasmos de una Cámara de Diputados demasiado joven y renovadora. Por ello solicito que esta exposición del profesor señor Guzmán sea incorporada a mi discurso, pues permitirá a la opinión pública formarse concepto cabal del problema. Me permito, señor Presidente, formular indicación en este sentido. El señor ALLENDE (Presidente).- La Sala ha oído la petición del Honorable señor Von Mühlenbrock. Solicito su acuerdo para insertar en el discurso del señor Senador las palabras pronunciadas en la Comisión por el señor Guzmán Dinator. Acordado. El señor VON MÜHLENBROCK.- Muchas gracias, señor Presidente. El documento cuya inserción se acuerda es del tenor siguiente: -"El señor GUZMAN. En primer término, agradezco profundamente a la Honorable Comisión, que ha tenido la amabilidad de invitarnos a participar en estos debates tan importantes. En segundo término, deploro que el señor Ministro de Justicia no haya terminado la exposición que había empezado con tanta claridad, la cual me parece que fue sumamente ilustrativa para el debate de esta materia, porque revela exactamente el pensamiento del Gobierno en lo que se refiere a la reforma constitucional. Las materias que han sido propuestas a la consideración del Senado en el proyecto de reforma, ya aprobadas por la Honorable Cámara de Diputados, puede decirse que según se desprende de su texto, son dos. En primer lugar, la facultad que se da al Presidente de la República en el proyecto de reforma para disolver el Congreso Nacional, por una vez en su período constitucional; y, en segundo término, la disolución misma del Congreso Nacional. Las analizaré en este orden. Respecto de la primera, me parece que en el Derecho Constitucional, como en muchos órdenes de cosas, ocurre que las instituciones forman parte de sistemas jurídicos y que estos sistemas deben ser analizados, como quien dice, en su totalidad. No se puede tomar una disposición de un texto jurídico cualquiera y analizarla por lo que esta sola institución dice, sino que hay que analizarla en su universalidad o formando parte de su universalidad. Lo mismo ocurre en los sistemas políticos. Algunos sistemas políticos están basados sobre una estrecha colaboración entre los poderes públicos. Otros sistemas políticos están basados en una separación más o menos tajante de los distintos poderes públicos. Y, según pertenezcan las instituciones de que ellos forman parte a uno u otro tipo de sistemas, son aplicables o no lo son a los otros sistemas o tipos de sistemas. Resulta, en consecuencia, muy difícil sacar de un sistema de instituciones una institución particular y trasladarla a otra institución como parte de un sistema institucional. Me parece que éste es el caso de la disolución. El régimen que a nosotros nos rige es, en su esencia, un sistema presidencial de Gobierno. Digo que lo es en su esencia, porque no es exactamente el sistema presidencial de Estados Unidos de Norteamérica, pero está hecho un poco a imagen y semejanza del sistema de Estados Unidos de Norteamérica, con ciertas modificaciones que, por lo demás, como en Estados Unidos de Norteamérica, han resultado no sólo del texto constitucional, sino de la aplicación parlamentaria, como quien dice, es decir, de la práctica parlamentaria. Pues bien, en este sistema llamado presidencial, la disolución de la Cámara parece contrapuesta a la esencia del sistema. Ella se explica en el régimen parlamentario, porque en este último sistema el Gobierno reside en el Gabinete; y el Gabinete necesita contar con la confianza del Parlamento. Es más, el Gabinete como dijo Bagehot es una especie de comisión del Poder Legislativo, encargada del Poder Ejecutivo, de manera que hay una profunda interpenetración entre ambas instituciones. Si eventualmente el Gabinete dejara de contar con la confianza del Parlamento hablo evidentemente en teoría, porque en la práctica no ocurre, evidentemente el Parlamento le manifestaría su desconfianza al Gabinete y éste, por lógica, debería retirarse, salvo que creyera que está gobernando con la confianza del pueblo o de la nación y, en tal caso, apelaría a la disolución para preguntar al originario del poder, a la nación, al pueblo, cuál de los dos tiene la razón. Si la nación o el pueblo da la razón al Gabinete, entonces el Parlamento, sin duda, queda en situación muy inconfortable. El Parlamento, si obtiene nueva mayoría, mantiene su punto de vista y, el Gabinete se va, simplemente. Si al contrario, ha sido disuelto, es el Parlamento el que, con su mayoría, se mantiene en su actitud primitiva. Es decir,, la consulta tiene como consecuencia que, o se va el Ejecutivo, si la mayoría le es adversa, o, al contrario, se mantiene el Ejecutivo si acaso la mayoría le es favorable. Esto se refleja en que no ha dado mayoría en el Parlamento. Pero en el régimen presidencial de Gobierno no ocurre esto. Es más: tal cosa no puede ocurrir. No hace mucho tiempo, un profesor de Derecho Constitucional publicó en la Revista de Derecho Público y de Ciencia Política, una serie de estudios extraordinariamente interesantes, sobre el Presidente de la República en las distintas legislaciones. No me» resisto a leer un párrafo de tales artículos, porque me parece que es una síntesis excelente, sobre como caracteriza al Presidente de la República en el régimen presidencial. Dice Karl Loewenstein, que es el profesor a que me refiero : "El Presidente, jefe del Ejecutivo, es elegido por el pueblo, en contraposición a su elección por el Parlamento en el sistema parlamentario, por un período determinado. Generalmente, se permite la reelección inmediata" escribía antes da la última reforma constitucional de Estados Unidos, que sólo permite la reelección por una vez, y no permanentemente. -Un señor SENADOR.- ¿De qué fecha en la Revista citada? El señor GUZMAN.- Los artículos del Profesor Loewenstein aparecen en los números de abril, junio, julio y septiembre del año 1949, en la Revista de Derecho y Ciencia Política. Agrega: "No es miembro de la Legislatura o Congreso, no es responsable ante ella y es inamovible, excepto por el "impeachment" o juicio político. Sus facultades van más allá de las funciones representativas e integradora que ordinariamente se asignan al Jefe del Estado. En realidad, dirige al Gobierno; los jefes de departamento son meramente sus confidentes, consejeros y subordinados. Además, para atender a la adecuada administración, tiene la facultad de determinar la política a seguir." "Bajo el concepto de separación de poderes, con el cual se ha querido identificar al gobierno presidencial, aun cuando en términos de lógica constitucional, esto no parece necesario, no puede controlar ni imponer su voluntad en una legislatura, salvo por la persuasión o por intermedio de la maquinaria del partido que él controla. Más importante todavía, no tiene poder para disolver el Congreso ni puede iniciar directamente la legislación es el caso de Estados Unidos a pesar de que participa en ella, por lo menos en ella en forma negativa, a través del veto. La legislatura puede asociarse con él en el ejercicio de algunas funciones ejecutivas, tales como la dirección de los asuntos extranjeros y el nombramiento de los jefes principales. Su verdadera responsabilidad es para con el electorado, que puede repudiarlo a él y a su partido en la elección siguiente. No es responsable ante la legislatura, la que, no obstante, puede refrenarle al rechazar sus propuestas políticas y, en casos extremos, al negarle las asignaciones". "Finalmente, el hecho de que la responsabilidad se concentre en el hombre ungido con el óleo democrático, permite, en el caso del hombre omnipotente en el cargo, un alto grado de liderazgo ejecutivo o presidencia], acorde con la famosa declaración de Hamilton, en el federalismo, la característica sobresaliente de la definición del buen gobierno, es la energía en el Ejecutivo." Hasta aquí la cita. Pido excusas a la Honorable Comisión por haber leído este texto, pero me parece que él es muy claro en cuanto a la materia que, en estos momentos, está aquí en debate. La institución de la disolución del Congreso es, sin duda alguna, una institución del régimen parlamentario que aparece totalmente trasladada a un sistema de régimen presidencial. Se ha dicho que algunos países en las últimas constituciones, la admiten, como es el caso de Francia. Pero en el caso de Francia cabe recordar que la Constitución francesa, por más que el régimen de De Gaulle sea uno que algunos han llamado de "cesarismo", es un régimen que formalmente pertenece a la tendencia parlamentaria. La disposición del artículo 12 dice que el Presidente de la República puede, después de consultar con su Primer Ministro y con los Presidentes de las Asambleas, pronunciar la disolución de la Asamblea Nacional. Pero el artículo 50 establece que cuando la Asamblea Nacional adopta una moción de censura o cuando ella desaprueba el programa o una declaración de política general piel gobierno, el Primer Ministro debe presentar al Presidente de la República la dimisión del Gobierno. De manera que, en el fondo, por más que se trate de un parlamentarismo muy fuerte, en el sentido de que permite un gobierno tan fuerte como es el gobierno casi personal del Presidente De Gaulle, se trata de una forma de sistema parlamentario y no de una forma de sistema presidencial. El señor AMPUERO.- Claro, porque la responsabilidad, o, mejor dicho, el responblé, es el Primer Ministro. El señor GUZMAN.- Por cierto. Ello ocurre siempre en el régimen parlamentario, en que el Jefe del Estado se supone que está fuera de la lucha política, que es un elemento moderador. El señor AMPUERO.- ¿En el régimen francés hay Cámara y Senado? El señor GUZMAN.- En el régimen francés hay Cámara y Senado pese a que el Conseil de la République es más bien un Consejo de Estado. El señor AMPUERO.- ¿ Qué es el Conseil de la République? ¿Quién aprueba el Gabinete? El señor GUZMAN.- El mismo Parlamento. Necesita contar con la confianza del Parlamento. El señor AMPUERO.- ¿ Cámara y Senado? El señor GUZMAN.- No. Asamblea Nacional. Normalmente, cuando el régimen es bicameral, salvo Italia el único país cuyo caso conozco bien el Gobierno al decir Gobierno, digo Gabinete debe tener la confianza de la Cámara política, no así de la segunda Cámara. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Quería hacer una pregunta, profesor. Es la que expondré en seguida. Según los antecedentes que tengo disponibles, me gustaría que las ideas expuestas tal vez podrían ser completadas no sé, al menos para mí en una forma que representa una proyección tal vez un poco distinta, por cuanto el Presidente de la República de Francia, también de acuerdo con la Constitución de ese país, tiene el derecho de solicitar la dimisión del Gabinete. De tal manera que, para mantenerse en el ejercicio de sus funciones, al Gabinete no le basta contar con la confianza de la Asamblea, sino con la del Presidente de la República. Comprendo que si es la Asamblea la que censura al Jefe del Gabinete y éste, creyendo contar con el asentimiento de la Nación, disuelve la Asamblea, y en los comicios ocurre que la Nación respalda al Parlamento y no al Gabinete, debe hacerse extensiva a este último la renuncia del Jefe del Gabinete. Así lo entendemos de la explicación que usted nos dio. Quedaría por analizar la suerte que corre el Presidente de la República, el Jefe del Estado, cuando él, en uso de sus atribuciones constitucionales, retira la confianza al Jefe del Gabinete, sin haber pronunciamiento de la Asamblea como tal, y disuelve el Parlamento. Y ocurre que en este comicio no se produce como resultado la confirmación de la postura asumida por el Jefe del Estado. En tal caso, de acuerdo con la Constitución francesa, ¿corresponde al Presidente de la República dimitir ? El señor GUZMAN.- No me parece que sea ése el caso en el sistema constitucional francés... El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Pero queda confirmado que el Presidente de la República también puede pedir la disolución de la Asamblea, aun cuando cuente con la confianza de ella. El señor GUZMAN.- Por eso decía al señor Ministro que se trata de un régimen "sui generis", porque, en el fondo, es un régimen "degaullista"; simplemente, como han dicho algunos, cesarista. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- De manera que el Jefe del Estado también tiene la facultad de disolver el Congreso, de remover las oprimidas, y no queda afecto por los resultados de los nuevos comicios en cuanto a su permanencia en el cargo. El señor GUZMAN.- Así me parece... El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Yo también tengo esa impresión. El señor GUZMAN.- ... aunque no podría afirmarlo categóricamente; pero me parece que ése es el sistema. Existe, también, el referéndum en la Constitución francesa y se usa, como todos sabemos. Es una institución que se está abriendo paso, cuando se refiere a las cuestiones fundamentales. Siempre que hay duda en cuanto a la forma como se interpretan el pensamiento de la Nación y del pueblo en las cuestiones fundamentales, parece lo lógico recurrir a la Nación o al pueblo para saber quién es el que está interpretando bien este pensamiento. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Muchas gracias y excúseme. El señor GUZMAN.- Me agrada mucho que me contribuyan con preguntas, para aclarar lo que mi pensamiento no pudiera tener suficientemente claro. El señor Ministro ha explicado que el proyecto tiene por objeto procurar soluciones a lo que algunos pudieran llamar crisis de las instituciones constitucionales. El sistema presidencial, precisamente, y así se enseña siempre cuando se analiza este sistema, frente a muchas ventajas, tiene también, como ocurre normalmente, muchos inconvenientes, y entre éstos está el que no se presentan soluciones fáciles de tipo institucional a los conflictos de Poderes. Concebido en un momento en que las ideas de Montesquieu sobre la separación de los Poderes tenía plena vigencia, está destinado, como él decía usando una frase pleonástica, a que los Poderes marchen en forma paralela, como líneas que no se juntan jamás. En la práctica, eso no puede ser, porque es evidente que todos estos sistemas tienen por objeto que el Gobierno marche, y el Gobierno no puede marchar si no hay plena armonía entre el Ejecutivo y el Legislativo, que son los Poderes entre los cuales normalmente pueden trabarse conflictos. Ahora, en el régimen parlamentario, este tipo de solución es muy sencillo, de acuerdo con las explicaciones que dábamos hace un momento relativas a la manera como funciona el sistema parlamentario. En la práctica, se solucionan los conflictos usando el simple mecanismo de la renovación o no renovación de confianza. En el sistema presidencial esto no ocurre, porque el Presidente de la República y el Congreso Nacional tienen facultades perfectamente claras y definidas. ¿Qué ocurre cuando las mayorías entre ambos Poderes son mayorías contrapuestas? Solución institucional no existe, de manera que las soluciones que se producen son de tipo político. ¿En qué consisten? Prácticamente, no hay sino tres: el sometimiento del Jefe del Estado a la mayoría del Parlamento; el sometimiento del Parlamento a la opinión del Jefe del Estado o la tendencia a formar alguna solución de armonía, que otorgue algo de lo que desea el Jefe del Estado y la mayoría parlamentaria. De otra manera, el Gobierno no puede marchar. No me parece que este tipo de solución deba extrañar, porque, en el fondo, por lo demás, el Gobierno ha sido definido como el arte de las posibilidades y, por otra parte, es evidente que no puede quien no tiene mayoría parlamentaria, es decir, quien no ha obtenido el respaldo total del pueblo en ambas ramas del Congreso, pretender que se realice exclusivamente su pensamiento, puesto que hay otros pensamientos, tan legítimamente expresados desde el punto de vista personal como el de él, que tiene una orientación diferente. Si el Presidente de la República no cuenta con el respaldo parlamentario necesario, es evidente que tiene que tratar de remover esa mayoría opositora tratando de hacerse él una mayoría, y esa es la única solución posible. De otra manera, simplemente tiene que esperar. Así ha pasado en Estados Unidos muchas 'veces y está pasando permanentemente. Ha ocurrido a varios Presidentes y algunos casos han sido extraordinariamente demostrativos. No quiero citar sino el nombre de Franklin Délano Roosevelt, que para decidir en algo tan importante como la participación de Estados Unidos en la segunda guerra mundial abandonando su política aislacionista, tuvo que formar una conciencia en Estados Unidos que le permitiera adoptar esta nueva orientación. Igualmente, se puede recordar el caso del Presidente Wilson, quien, después de haber regido los destinos del mundo en la Liga de las Naciones, se encontró con la resistencia del Senado de su país, para seguir su línea política, encabezada por Cabot Lodge, Presidente de la Comisión de Asuntos Extranjeros, y no pudo vencer esta resistencia, para lograr que los Estados Unidos participara en la institución que había sido su propia creación. Es evidente, pues, que este tipo de conflictos que existen en la teoría han existido en la práctica y forman parte del supuesto previo de la organización de este tipo de instituciones. El señor REYES. Entiendo que en la Constitución de Estados Unidos el plazo de duración de la Cámara de Representantes es de 2 años y la del Senado de cuatro. El señor GUZMAN.- De dos años para la Cámara de Representantes y de 6 para el Senado, con renovación parcial de un tercio del Senado para dos años. Frente al proyecto de dar al Presidente de la República la facultad de disolver el Congreso por una vez en su período, uno que pregunta: ¿esta facultad se ejercería cada vez que el Presidente representara una tendencia distinta de la tendencia dominante? Si así fuera, es evidente que ello' no conjugaría con la filosofía del régimen bicameral y de la Segunda Cámara renovable por parcialidades, porque la razón de ser de esta segunda Cámara es precisamente actuar como Cámara estabilizadora. Todos los señores saben perfectamente que en Derecho Constitucional ha habido larguísimos debates para determinar la conveniencia del régimen unicameral o el del bicameral. La razón fundamental para la subsistencia de la segunda Cámara, a mi juicio, es que el Senado es una Cámara estabilizadora, es decir, que tiene por objeto evitar que se produzcan cambios violentos en el régimen político, porque se supone que este tipo de cambios en el sistema político de un país debe tener una especie de contrapeso y es al Senado a quien corresponde este papel. Niceto Alcalá Zamora, Presidente de la República española, en las Cortes Constituyentes de 1931, pronunció un famoso discurso sobre esta materia. Estaba en discusión la existencia del Poder Legislativo dividido en dos Cámaras o constituido solamente por una, y el señor Alcalá Zamora manifestó que iba a participar en el más importante debate de su vida era brillantísimo abogado aun cuando estaba convencido de que perdería su alegato pero que lo haría en defensa de las instituciones republicanas y de la estabilidad del Gobierno de la República, porque iba a defender la existencia de la Segunda Cámara. Manifestó que la sociedad estaba constituida biológicamente y sociológicamente por dos grandes elementos: los renovadores y los estabilizadores o conservadores. La razón de ser, en consecuencia, de las dos Cámaras radica en que el Senado tiene por objeto frenar los ardores de una Cámara de Diputados o de un Ejecutivo muy apasionados; el Senado, por esencia de su denominación "senatus", es una Corporación de Ancianos, es decir, una entidad en que las pasiones están mucho más atemperadas. Por esencia, la institución está destinada a frenar precisamente el apasionamiento de la Cámara joven o de un Ejecutivo demasiado innovador. Niceto Alcalá lo dijo en un discurso que se ha hecho clásico en los anales de la ciencia política: el argumento de experiencia histórica lo da Francia. En Francia el éxito de la Tercera República, en contraste con las desventuras de las anteriores, se debería a dos causas: a que el Senado de Francia ha sido el gran sostenedor de la República y a que en este Senado se ha hallado el refugio que soluciona' el problema de las selecciones, de la selección de los grandes hombres. En Francia todos los Poderes han hecho cuanto ha estado a su mano para comprometer a la República; los gobiernos apasionados y efímeros; las Cámaras derribadoras de Gabinetes por semanas; los Presidentes con actitudes de poder personal o de debilidad familiar. Todo lo salvaba el Senado, en oposición siempre: a la Derecha, cuando el peligro era radical; a la Izquierda, cuando el peligro era nacionalista o reaccionario. Es decir, el papel del Senado es precisamente ser Cámara moderadora. Y el constituyente de 1925 lo concibió así y tomó las medidas reiteradas que no siempre saltan muy a la vista, porque uno no siempre se da cuenta de las razones que el constituyente tuvo para crear las instituciones. Se tomaron, en efecto, medidas que son claras, precisas y concordantes, como las presunciones en el caso de la organización del Senado. ¿Qué medidas tomó? Antes, permítanme recordar algo que no deja de ser un problema muy interesante: las dos Cámaras se eligen por los mismos electores. Es decir, los electores tiene las mismas condiciones: todos son chilenos, y se les exige saber leer y escribir, estar inscritos en los registros electorales y tener 21 años, a lo menos. ¿Qué medidas repito tomó el constituyente ? Primero, creó circunscripciones territoriales más extensas, para liberar un poco a los Senadores de los pequeños círculos locales. Segundo, estableció una falta de relación total entre el número de individuos que eligen y los Senadores, y, en cambio, los vinculó a extensiones geográficas más o menos individualizadas. Estableció la mayoría de edad para los elegidos: 21 años y 35 años, respectivamente. En seguida, estableció un período más largo, y estableció, además, facultades distintas: La Cámara de Diputados fiscaliza y acusa; el Senado juzga en la etapa de la acusación y colabora con la actividad del Gobierno en el caso de la administración. Por fin, estableció las renovaciones parciales. Yo pienso que este sistema de las renovaciones parciales, que permite que la segunda Cámara tenga esta estabilidad, no debe ser malo, pues el Gobierno, cuando ha presentado su proyecto de reforma, ha establecido, en esta materia, la posibilidad de disolver las Cámaras, pero no ha modificado la renovación parcial. El señor JARAMILLO.- La modifica. El señor GUZMAN.- No en el proyecto tal como viene ahora. El señor JARAMILLO.- En el proyecto que llegó al Congreso, sí, pero en el proyecto que salió de la Cámara se mantiene la renovación parcial. El señor GUZMAN.- Me refiero al texto tal como viene ahora. Esto significa que la renovación parcial va a seguir como sistema si se aprueba el proyecto de la Cámara. Va a seguir igual, de manera que , este mismo fenómeno, eventualmente, se va a producir con los Presidentes, si todos los Presidente son elegidos de acuerdo con tendencias renovadoras en las que tenga que actuar el Senado. Para aligerar un poco mi exposición, que debe ser fastidiosa, quiero recordar que alguien, una vez, relató una anécdota un poco tonta, pero que vale la pena citar. Seguramente, todos los señores Senadores recuerdan el chiste. Yo, personalmente, hice estudios históricos acerca de en qué consistía la pena del garrote, durante la cual se aplicaba un torniquete al cuello del individuo castigado, hasta que se sintiera estrangulado. La anécdota cuenta que un individuo estaba siendo sometido a la pena del garrote y gritaba como desesperado. El verdugo interrumpió sus lamentaciones, y le dijo: "¿Qué ocurre que gritas tanto?". Y el otro le dijo: "¡Es que me ahogo!". Y el verdugo que lo había interrumpido le contestó: "¡Pues, de eso se trata!". De eso se trata en el caso del Senado. Se trata de eso. Se trata de que es una institución que está creada, no para ahogar al Presidente de la República en sus afanes renovadores... -Un señor SENADOR.- La Cámara dice que sí! El señor GUZMAN.- . . . pero sí para que sirva como freno, como estabilizador a la tendencia renovadora muy acelerada que pudiera tener el Presidente de la República. El señor PABLO.- ¿Me permite una interrupción? El señor GUZMAN.- Todas las que quiera, señor Senador. El señor PABLO.- Desearía saber si en el régimen concebido constitucionalmente está concebido también el régimen de partidos. Porque, en realidad, los Senadores pueden tener una opinión moderadora o como se quiera, o una opinión personal sobre determinado problema; pero, a la postre, muchas veces mandan las directivas políticas. Aquí hemos visto con frecuencia que los Senadores han acogido el mandato de sus directivas; y en éstas no hay renovación cada cuatro años, sino renovación anual; no hay la exigencia de !a edad, ni existe todo esto que pudiera no ser renovador. En consecuencia, a la postre, los Senadores estamos sujetos a las directivas de los partidos, y deberíamos estar sujetos a ellas incluso para una cosa que no fuera en absoluto moderadora. Desde ese ángulo .moderador, el Senado desaparece de la función propia que nos corresponde. El señor GUZMAN.- El señor Senador ha planteado un asunto del mayor y del más alto interés: cómo fue concebido el régimen. Fue desatado de una concepción en que había dos elementos perfectamente polarizados. Por un lado, la autoridad ejercida por quienes habían sido elegidos por los individuos o los ciudadanos, esto que se ha llamado individualidad, pólvora, flota atómica. Después se ha producido una entidad, o, mejor dicho, entidades intermedias entre la autoridad Estado, y la autoridad de los individuos sobre los cuales se ejercitaba la autoridad. No cabe ninguna duda de que esto ha venido a alterar las reglas del juego. No cabe ninguna duda de que ha habido desplazamiento de este gobierno, hacia gobiernos más o menos invisibles. Es por eso, seguramente, por lo que en el provecto de reforma constitucional pendiente de esta Honorable Comisión hay algunas disposiciones que van más allá de lo que la Constitución de 1925 ya contempló: la existencia de los partidos políticos. El artículo 25 de la Constitución de 1925 hizo ya alusión a los partidos políticos cuando dijo que en las elecciones de Diputados y Senadores se emplearía un procedimiento que diera por resultado, en la práctica, una efectiva proporcionalidad en la representación de las opiniones y de los partidos políticos. Y no sólo de los partidos políticos, sino de otros elementos muy importantes: el de los grupos de oposición. Pero después se ha ido muchísimo más allá. En otros países más adelantados que nosotros, en Estados Unidos, concretamente, por ejemplo, hay una reglamentación minuciosa de los partidos políticos. Es evidente que hay un desplazamiento del Gobierno. Es evidente que hay un desplazamiento desde este Gobierno ostensible hacia el otro Gobierno menos ostensible. Pero, entonces, la pregunta, me parece, se plantearía de otro modo. Es de suponer que los Senadores tienen una representación dentro de estos organismos directivos de su partido; que puedan hacer pesar su opinión y que, en consecuencia, harán presente ante las directivas de su partido el pensamiento que sus respectivas Corporaciones tienen en cuanto a cada una de estas materias." Naturalmente, es posible, que no siempre el pensamiento de los Senadores sea el pensamiento dominante. En algunas otras ocasiones, el pensamiento del partido político será distinto del pensamiento de los Senadores; pero, en todo caso, personalmente me parece que subsiste la situación del papel constitucional que está destinada a desempeñar cada una de estas instituciones. Cualquiera que sea el tipo de influencias que se desarrolle o que pendan sobre la Constitución, no cabe duda de que hay un desplazamiento de poder. Es un fenómeno que la ciencia política actual está contemplando, y hay muchos de estos fenómenos. Les ruego que me excusen, pero ésta es casi mi chifladura. Hay muchos otros fenómenos interesantísimos, como, por ejemplo, el acceso de la masa al poder, que transforma la democracia gobernada en democracia gobernante, lo que implica una serie de transformaciones en el régimen institucional. Pero, como decía en una de esas películas, ése es otro cuento... Me parece que éstas son observaciones generales con relación a la institución de tipo permanente, con la facultad del Presidente de la República para disolver el Congreso, o disolver el Parlamento. Ahora, en cuanto a la disolución de este Congreso, es decir, al hecho de que el Presidente de la República le pida al Congreso que se disuelva porque está en desacuerdo con su política o con la orientación de su gobierno, creo que, en el fondo, mi opinión está manifestada con lo que he expresado antes. A mi modo de ver, el Senado forma parte de una concepción global institucional. Las instituciones, como los señores Senadores saben perfectamente me excuso por tener que recordar estos conceptos, pero resulta que vale la pena recordarlos, para sistematizarlos o son constituciones rígidas, o son constituciones flexibles. Y las constituciones rígidas, si no son fundamentalmente, por definición, las que se modifican de una manera más difícil que las otras, en el fondo eso es lo que las caracteriza. Y, ¿por qué se modifican .más fácilmente que las otras? Porque el constituyente ha tenido eso que se llama concepto racional normativo de la Constitución, o del momento constitucional; ha pensado que, en un instante constitucional, se puede organizar una totalidad, una universalidad, como concepción político-constitucional, y que estas distintas instituciones están profundamente trabadas entre sí, de manera que si se altera una de estas instituciones hay que alterar el resto de las instituciones, porque si hay un mecanismo complejo, en que una ruedecilla, supongamos, de este tamaño, y esta ruedecilla de este tamaño se reemplaza por una ruedecilla de tamaño doble, no sólo hay que analizar si es esta ruedecilla mejor, que sea doble o que sea uno, sino que hay que ver cómo va a influir eso en el mecanismo, en la marcha de todo el resto del engranaje político. Aquí, hay por decirlo así, una alteración de las reglas del juego, y lo Curioso es que la alteración de las reglas del juego se produce, en el fondo, porque el Senado está cumpliendo con su deber, a mi modo de ver, a mi modo de analizar las cosas. ¿Por qué está cumpliendo con su deber? Porque está representando su papel de Cámara moderadora. Tenemos un Presidente de la República que ha sido elegido por una mayoría, la más considerable que se ha señalado en el último tiempo o quizás en todo el desarrollo político de Chile; tenemos una Cámara de Diputados en que el país le ha dado un amplísimo dominio a la Democracia Cristiana; y hay un Senado que no tiene esta misma tendencia. A mi modo de ver, si el Senado simplemente se pusiera incondicionalmente de acuerdo con las otras dos tendencias, estaría dejando de cumplir con su papel constitucional, porque, como en el caso de la anécdota un poco burda que antes señalaba, fue creado para eso, fue creado para que fuera, como en el caso del triunfador romano, recordando que era hombre, recordándole que su papel no era permanente sino transitorio, que posiblemente su concepción del Gobierno no era la que iría a primar en mucho tiempo más, recordándole que, como dijo alguien, los hombres pasan, los Gobiernos caen, las instituciones quedan; es decir, las instituciones están dadas para un período mucho más largo, no sólo para este Presidente y para este Congreso, sino para los Presidente que vengan, y para que en un futuro más o menos próximo o más o menos remoto, no tenga que estar de nuevo el Congreso abocado a una reforma que le diga: "modifiquemos las reglas del juego ; hagamos que las reglas del juego sean distintas, para que empecemos a jugar de acuerdo con otras". Naturalmente, esto no implica que las reglas sean permanentes, estáticas, que no se puedan modificar. Y el camino que ha seguido el Gobierno es un camino, a mi juicio, intachable, perfectamente legítimo, puesto que, ¿qué es lo que ha hecho? Ha propuesto su solución, es decir, ha dicho: "a mí me parece que estas reglas del juego hay que modificarlas". Ahora corresponde que el Senado vea si, a su manera de examinar las cosas, deben ser modificadas en este sentido. En mi opinión personal, no diré como profesor de Derecho Constitucional, el proyecto, por decirlo así, es, desde este punto de vista, un proyecto peligroso; lo encuentro peligroso más como profesor de ciencias políticas que como profesor de Derecho Constitucional, porque hay antecedentes históricos de lo difícil que resulta predecir lo qué va a ocurrir. Se ha planteado la alternativa: ¿Y si el Gobierno se equivoca? Se han equivocado grandes estadistas. Cuando Churchill, que había ganado la segunda guerra mundial, que había salvado el Imperio Británico, acudió a las urnas creyendo que iba a ser parecía lo lógico y la única actitud de gratitud que el pueblo británico podía tener hacia su salvador, a quien después colmó de los más grandes honores cuando disolvió el Parlamento porque creía que iba a tener mayoría y la Nación le dijo que no, que estaba cansada de la sangre, del sudor y de las lágrimas y quería otra alternativa, evidentemente, se jugó la suerte del Gobierno. Y le pasó, antes, a Niceto Alcalá Zamora, a quien cité antes y que después elegido Presidente de la República, disolvió las Cortes Cortes en plural, porque la Cámara era única. Disolvió las Cortes Legislativas, porque encontraba que la tendencia de las Cortes Legislativas era muy de Izquierda, y el pueblo le contestó eligiendo un Parlamento mucho más de Izquierda. Y don Niceto Alcalá Zamora se fue, y seguramente la publicación de sus Memorias, en el exilio, en Francia, contribuyó evidentemente a que la tendencia de suprimir la Segunda Cámara, que había sido tendencia permanente de la que fue la Primera Guerra mundial, tuviera un retroceso, y después de la Segunda Guerra Mundial la tendencia fue el mantenimiento de la Segunda Cámara, como Cámara moderadora. Esta es mi opinión. Les ruego que me excusen por la forma deshilvanada en que la he dicho, pero les aseguro que es una opinión muy sincera y que no tiene motivación política de ninguna clase, ni de otro tipo de afilamiento en ningún tipo de sociedades, de ninguna clase, de manera que lo único que cuido es que mis opiniones sean totalmente objetivas e independientes, dentro de lo que modestamente de la que fue la Primera Guerra Mundial, tuviera un retroceso, y después de la Segunda Guerra Mundial la tendencia fue el mantenimiento de la Segunda Cámara, como Cámara moderadora. El señor JARAMILLO.- ¿Me permite? Quiero decir unas palabras; felicitar al señor Guzmán por tan brillante exposición que nos ha hecho esta mañana. Creo interpretar el sentir de la Comisión para decirle: muchas gracias, muy agradecidos. El señor GUZMAN.- Agradezco sus palabras y estoy siempre a la disposición de la Honorable Comisión. El señor PABLO.- ¿Me permite, Presidente? Yo, sin perjuicio de sumarme a la felicitación que se le hace al señor Guzmán, aun cuando no comparto su criterio, quisiera representar dos aspectos que, para mi modo de ver, están en contradicción con la realidad nuestra. En verdad, el señor Profesor nos ha planteado una gran exposición sobre el sistema clásico, y lo clásico es ver que el Senado es realmente una Cámara moderadora. Ya tuve oportunidad de hacer una reflexión en orden a que, pese a todos los resguardos que se tomaran para que esta Cámara ejerciera esta función, a la postre, en el régimen de partidos no puede realizarse. Yo puedo expresar los problemas que nos han creado dificultades más o menos grandes, al fundamentar sus votos los Senadores de un partido determinado, que dijeron que estaban en contra de la orden de su partido. Y como estaba mandando allá gente que no se renueva cada ocho ni cada cuatro años, sino cada uno, la posibilidad de la acción innovadora, por así decirlo, es mucho más fuerte. De tal modo que el problema de la Cámara moderadora se pierde ante la existencia del régimen de partidos. Y, en segundo lugar, planteándolo y mirándolo desde el punto de la Cámara moderadora en el Senado, creo que los moderadores podrían ser las fuerzas que representan más bien los grupos políticos tradicionales. Pero éstos aquí son minoría. Yo no podría pensar, por ejemplo, que los Honorables señores Ampuero y Chadwick son moderadores lo manifiesto con toda sinceridad; y, lo mismo que los comunistas no lo digo por personificar quieren un avance tal vez mucho .más allá de donde estamos nosotros. Ellos acusan al Gobierno precisamente de lo contrario: de no ser moderadores, de ser conservadores, por decir así. Entonces, el problema que tenemos en este momento es muy diverso: no se trata de que nos estén moderando; yo siento lo digo con absoluta sinceridad, y quiero que los señores Senadores no lo tomen a mal que nos están atajando, lo cual es otra cosa. Y, con esto del "ataje", no estoy planteando el problema de una postura contraria a la institución, sino exponiendo una tesis distinta. Por lo tanto, todo el esquema clásico aquí esbozado lo siento derrumbado ante la realidad nuestra. Y, como la política y el orden institucional, a mi modo de ver, deben servir, en cierta medida, una realidad, creo que la realidad nuestra no se está adecuando al régimen institucional clásico, al cual usted ha defendido con tanto calor. Esta es mi observación. El señor GUZMAN.- Contestaré las observaciones del señor Senador. Es evidente que he trazado un esquema que corresponde a la concepción teórica. Su Señoría ha manifestado que, a su juicio, esta concepción teórica está transformada por la realidad política. No participo tan totalmente de esa opinión del señor Senador, por la siguiente razón: la realidad política se mueve mediante muchas circunstancias. Por ejemplo, se puede mover por medio de alianzas, y, a veces, mediante alianzas de los elementos más disímiles. La oposición al Presidente Balmaceda se hizo por algo que se llamó el cuadrilátero, en que había elementos de todas las tendencias y, sin embargo, la oposición al Presidente Balmaceda era una oposición a un Presidente renovador. Podríamos decir, ¿por qué elementos conservadores, que representaban la tendencia de extrema derecha, y elementos radicales, que entonces representaban la extrema izquierda, eran elementos disímiles que no representaban una tendencia en ese momento, digamos, conservadora, de lo que Edwards habría llamado la fronda aristocrática? A mí me parece que no. Me parece que esas son modalidades, pero modalidades de la misma tendencia. El hecho es que en este momento el señor Ministro lo señalaba en su primera intervención que la oposición al Gobierno es una oposición que carece de homogeneidad. Es evidente que carece de homogeneidad, porque aquí distintos elementos que representan distintas tendencias, pero que en este momento están de acuerdo en una cosa: en la actitud que en este momento tienen frente al Gobierno. Y esa es una realidad política. El señor PABLO.- En la lucha política puede haber luchas por concepciones distintas, pero hay también luchas de poderes. Es decir, puede haber estoy hablando en tesis una unidad, no en función de doctrinas contrarias a las tesis del Gobierno, sino en función de permitir lo que se puede considerar un mayor poder del Jefe del Estado o del gobierno dominante. El señor GUZMAN.- Esa es una tesis. El señor PABLO.- Se excluyen muchas veces los intereses permanentes de la Nación en función de la lucha de poderes. La Cámara renovadora... Me perdona, pero no he terminado de exponer mi pensamiento. El señor VON MÜHLENBROCK.- Quiero hacer un breve alcance. El señor PABLO.- Con mucho gusto. El señor VON MÜHLENBROCK.- Quiero recordar a Su Señoría que las dos grandes naciones donde se está realizando este experimento democratacristiano han robustecido alianzas socialistas-democratacristianas, tanto en Italia como en Alemania. El señor SEPULVEDA.- Y, antes, la alianza democratacristiana-liberal. El señor PABLO.- A lo que voy, señor Presidente, es a esto: toda la tesis está planteada en el sentido de hacer de la Cámara de Senadores una Cámara moderadora. Yo creo que, a la postre, es una Cámara tan política como la Cámara de Diputados, con distintas ubicaciones de poder; es decir, distinta por la situación en que nos encontramos. Pero si cada Senador estuviera libre para opinar como en el Senado Romano, esto es, según su sano juicio o su sana razón, es evidente que se trataría de una Cámara moderadora. Pero el Senado está manejado por directivas de partidos, por lo cual estimo, sinceramente, que constituye una Cámara política y que, a menudo, carece de moderación, es inmoderado, según mi punto de vista. No quiero caer en diálogo político; pero, a mi modo de ver, este hecho se presenta. El señor GUZMAN.- Me parece que lo manifestado por el señor Senador es perfectamente exacto, pero está confirmando lo que yo digo, porque el hecho de que yo haya señalado que el Senado es una Cámara moderadora no implica que tenga que ser moderadora en el sentido de que morigere siempre, sino en el sentido de que modere los impulsos que representan un mayor avance o que representan si quieren reemplazar el término una tendencia más conservadora. Esta tendencia está representada por el Senado, porque en esta rama legislativa, por la forma de su composición, hay un juego de poder .político que está centrado de una manera distinta de cómo está centrado el poder político en la concepción del Ejecutivo y de la Cámara de Diputados. Este es un hecho. El señor DURAN.- Me agrada mucho el planteamiento que el profesor señor Guzmán ha formulado, no sólo porque es una actitud permanente de un profesor, al que no he tenido oportunidad de conocer en la cátedra, como el Honorable señor Jaramillo, que ha sido su alumno. El mantenimiento de una enseñanza con el carácter de permanente le da a ese profesor una investidura moral que me complazco en reconocer en la Sala. Deseo saber cuándo vendrán los otros profesores. El señor REYES (Presidente).- El señor Ovalle está fuera de Santiago y no ha sido posible comunicarse con él. En cuanto al señor Silva Bascuñán, hablé recientemente con él por teléfono y me pidió agradeciera a la Comisión la invitación que se le ha hecho, pero no recibió el oficio respectivo. Además, me declaró que necesita tiempo para estudiar la materia y que, por las funciones que desempeña, dispone escasamente de él. Al mismo tiempo, me hizo presente que sus conceptos básicos sobre el asunto están estampados en el texto de que es autor. El señor CHADWICK.- Quiero saber si es procedente preguntar al señor Guzmán si él, como catedrático, entiende que hay diferencias de criterio importante entre el pensamiento suyo que nos expuso aquí y el contenido en la obra del señor Silva Bascuñán. El señor GUZMAN.- No me atrevería a contestar categóricamente a la pregunta del señor Senador, pero la verdad es que con el colega señor Silva Bascuñán, hacia quien siento especial deferencia, respeto y afecto, normalmente no estamos de acuerdo en la apreciación de estos problemas. No es raro, porque pertenecemos a la misma generación y hemos tenido una formación muy parecida desde el punto de vista constitucional. Creo que no habría una diferencia fundamental. Es posible que quien haya cambiado un poco de opinión en esta materia sea yo y no el profesor señor Silva, porque me tocó hacer mi tesis de profesor extraordinario en el ramo, sobre sistemas unicamerales y bicamerales, y entonces tuve ocasión de estudiar estos temas y de adentrarme un poco en estas modalidades de la organización del Poder Legislativo. Mi primera impresión era excúsenme los señores Senadores que si el Senado no representaba precisamente algo muy distinto a la Cámara de Diputados, no tenía razón de ser. De manera que yo encuentro que en esta modalidad distinta de actuación del Senado está precisamente la justificación de la existencia del Senado. Esa es mi pensamiento personal.". El señor VON MÜHLENBROCK.- No soy partidario de que el Ejecutivo, en un régimen presidencial como el chileno, tenga la facultad de disolver el Parlamento, atribución propia sólo de los sistemas de gobierno parlamentario, por cuanto este arbitrio quebranta gravemente el equilibrio de poderes y termina con la independencia que ellos deben tener, ya que, indudablemente, somete al uno a la voluntad incondicional del otro, so pena del castigo que entraña la permanente amenaza de disolverlo. La marcha de la nación, los destinos de nuestro pueblo, los superiores principios de justicia y perfeccionamiento que animan a Chile, no pueden ser mutilados, señor Presidente. Chile precisa de un Senado estabilizador; de un Parlamento con personalidad, coraje y facultades; de un organismo vivo, intrépido y luchador; no de un postillón del Ejecutivo o de una Cámara de mera esencia receptora y vegetativa. Pero hay algo muy grave en la tesis de disolver el Congreso, y lo que más nos impulsa al Honorable señor Sepúlveda y al Senador que habla a patrocinar como solución del conflicto el sistema de plebiscito o consulta al pueblo, es el hecho incontrovertible de que la medida propuesta no soluciona nada. No interesan los aspectos personales, señor Presidente. Las personas nada valen ante la suerte del país. Nuestro deber es analizar el problema y penetrar en él, presentar soluciones y no dejarnos arrastrar por el favoritismo o la pasión. Se ha amarrado la suerte del proyecto de disolución del Congreso a la renuncia de su cargo por el Presidente de la República, argumentándose que ambos deben correr la misma disyuntiva. Si la respuesta de las urnas es desfavorable al Jefe del Estado, si éste no obtiene clara mayoría, debe abandonar su puesto. O sea, como consecuencia de esta especie de vendaval de tropicalismo que azota nuestro mar político, se ha levantado un mortal telón de fondo: la crisis presidencial. Los que conocemos al Presidente Frei profundamente, sabemos que acataría de inmediato la suerte de las urnas, o sea, declinaría su cargo. Y yo me pregunto: ¿esto es lo que deseamos para nuestra patria? ¿El quebrantamiento de sus instituciones, el desorden, la incertidumbre y la pérdida de todo el camino recorrido, para precipitarnos en el caos y la ruptura de la continuidad institucional, esa continuidad que es la esencia misma de Chile, que nos ha prestigiado ante el continente y que realmente ama nuestro pueblo, es decir, lo que nos distingue y permite superar todos los azares y pruebas? De ahí que considere absolutamente negativo este camino, que nada resuelve, que no despeja ninguna incógnita, y opte por el sistema que impide el estallido de la caldera por exceso de presión, el mecanismo que mantiene y resguarda la vida de las instituciones fundamentales y sus valores, y permite que un poder mayor que nosotros dirima el conflicto: el pueblo, consultado mediante el plebiscito o referéndum. El profesor señor Guzmán dijo en la Comisión Especial de Reforma Constitucional, que el Gobierno ha seguido un camino intachable, perfectamente legítimo, al presentar su proyecto de reforma constitucional. Ha hecho uso de un derecho. Y agregó el profesor, después de fundadas razones, que "el Senado está cumpliendo con su deber". Nuestro sistema jurídico es una concepción global y corresponde a una universalidad. No puede ser alterado parcialmente sin perjudicar todos sus engranajes. En esta grave anomalía y en este injustificable olvido están incurriendo quienes quieren modificar nuestra Constitución en forma precipitada. Cabe recordar que nuestro pueblo es esencialmente sentimental y cree con encendida fe que cada candidato a Presidente de la República es un Mesías que, dotado de sobrenaturales poderes, resolverá todos sus problemas. A la inversa, se desilusiona fácilmente cuando comprueba que los Mesías no existen y que los problemas no se resuelven, y se va pendularmente de un extremo a otro, sepultando sin piedad en el olvido a partidos y movimientos completos que ayer levantó a las cumbres de la gloria y que por un momento parecían interpretarlo. Olvida Chile con frecuencia que sólo el trabajo, el sacrificio, la voluntad acerada de una colectividad toda, movida al servicio de ideales superiores, es lo que conquista el éxito. No un hombre, sino todos los hombres. No una voluntad, sino equipos enteros, rutas claramente definidas y la cooperación de toda la sociedad. El Senado es actualmente la expresión fiel del panorama político chileno, con todas sus ideologías y mentalidades. La sabia renovación parcial lo salvó de la gran marejada de 1965, como también del terremoto político de 1953, que fue un proceso semejante. Ejecutivo y Legislativo se necesitan. Ambos deben complementarse y entenderse. Tal es el camino. Ese es el deber, porque si algo positivo y práctico para Chile dejara este conflicto, lo ideal sería que sirviera para sacarle provecho; para ponernos de acuerdo por fin en que no estamos en crisis de instituciones, sino en pugna de hombres e ideas, y lo que debemos hacer lo sabemos todos, sin poder ocultarlo: dinamizar el Estado chileno, agilizarlo, modernizarlo; extraer el ripio, la telaraña y la polilla que el tiempo acumula, para mantenerlo ágil, en forma y adaptado plenamente a los imperativos de la época y a los anhelos del pueblo. Nuestra democracia lucha constantemente por renovarse y superarse; 1920, 1938, 1953 y 1964 marcan hitos en la historia de nuestra patria y evidencian las aspiraciones nacionales. El Parlamento no tiene motivo alguno para renunciar y delegar su facultad de constituyente para caer en el ensayo multitudinario de elaborar una nueva Constitución, que ha de ser el fruto del desenvolvimiento y madurez de una nación y no efímero fuego de paja de una exaltación transitoria y negativa como la que ahora estamos viviendo. Las estadísticas indican claramente la tremenda capacidad de trabajo del Parlamento chileno, en contraste con otros países. Desde 1964, la tendencia ha ido en aumento. En 1964, el Senado celebró 66 sesiones, en 213 horas 38 minutos. Durante 1965, 121 veces, en 393 horas y 15 minutos. Y en 1966 se registra la cifra "record" de 165 sesiones, que durante 723 horas y 7 minutos, o sea, prácticamente se triplicó la labor de 1964. No puede hablarse, entonces, de falta de voluntad o de trabajo, ni mucho menos de crisis institucional. Lo que ocurre es simple: confrontación demasiado personal de opiniones; orgullos que no admiten temperarse ; necesidad, inmensa necesidad de paz, entendimiento y superación al servicio de los intereses nacionales. Votaré favorablemente la idea de legislar en general, señor Presidente; no por la disolución del Congreso, que a nada conduce y por la que a primera impresión parecieron inclinarse nuestras opiniones. Y en el segundo informe, el Honorable señor Sepúlveda y el que habla renovaremos nuestra indicación de incorporar a la Carta Fundamental la válvula de escape: el sistema de consulta al pueblo en las controversias de profunda trascendencia, que entraña el plebiscito. Creemos que es nuestro deber patrocinar una solución, porque el Presidente Frei es un Mandatario digno de respeto y cooperación y porque, a la vez, nos sentimos orgullosos de integrar este Senado, donde tantos y tan nobles valores de la nacionalidad contribuyen al avance de Chile. Como ejemplo de capacidad democrática, demostraremos al mundo que el Presidente de la República y el Senado son capaces de entregar el armonioso acatamiento de sus deberes que el servicio leal de la patria exige a cada uno de sus hijos. He dicho. El señor ALLENDE (Presidente).- Dejo constancia de que el señor Senador ha ocupado once minutos del tiempo de la Democracia Cristiana. Se suspende la sesión hasta las tres y cuarto. -Se suspendió a las 13.14. -Se reanudó a las 15.16. El señor REYES (Presidente accidental).- Continúa la sesión. Tiene la palabra el Honorable señor Altamirano. El señor ALTAMIRANO.- Señor Presidente, mi propósito es concretar algunos puntos, en nombre de mi partido, porque la argumentación fundamental ya la hizo el Senador señor Ampuero en el día de ayer. Primero, sostenemos que este Gobierno es el que tiene mayores facultades entre los países del mundo con régimen presidencial y democrático. Segundo, este Gobierno ha contado para su acción con las mejores condiciones políticas y económicas en la historia de Chile. Tercero, este Gobierno, con las mayores facultades que ostenta Gobierno alguno y en las mejores condiciones circunstanciales, ha fracasado. Cuarto, el fracaso económico se debe a que no ha realizado reformas estructurales de los mecanismos que determinan y condicionan nuestro subdesarrollo. Quinto, el fracaso político tiene básicamente su origen en la indefinición doctrinaria y en la consecuente ineficacia real. Sexto, este fracaso, nacido de causas absolutamente reales y que son de la exclusiva responsabilidad de la propia Democracia. Cristiana, es imputado por el Gobierno a una confabulación obstruccionista en el Senado. Séptimo, este fracaso, fatalmente, conduce a un proceso fascista. Y octavo, el socialismo chileno se opone a todo camino fascista dentro del Gobierno. Primer tema: éste es el Gobierno que ostenta mayores facultades en el mundo. Hemos estudiado otras Constituciones Políticas y conversado con distinguidos profesores de Derecho Constitucional, y todos coinciden en que no hay en el mundo, en un régimen presidencial, un Gobierno con mayores facultades que el chileno. Esta opinión de los tratadistas y juristas se ve corroborada por el juicio emitido por don Eduardo Frei en la sesión del 28 de diciembre de 1961, cuando textualmente expresó: "El Poder Ejecutivo chileno, el que tiene mayor poder, quiere más poder. Yo me pregunto si es más poder lo que necesita o si bastaría con que usara bien el que tiene". No soy yo, ni son los tratadistas ni profesores de Derecho Constitucional, sino el actual Presidente de la República, quien sostenía, hace apenas cinco años, que este Gobierno es el que tiene mayor poder. ¿En qué se expresa ese inmenso poder del Ejecutivo en Chile? Desde el punto de vista del Ejecutivo, en que maneja en forma omnímoda la política monetaria y la política crediticia. Sólo por intermedio del Banco del Estado se otorgan créditos por más de mil millones de escudos, A la Corporación de Fomento se le han entregado este año recursos por más de 800 millones de escudos. De manera tal, que sostener que dependen del Ejecutivo créditos por más de 1.500 millones de escudos, es sostener poco. Además, como bien lo saben los señores Senadores, la política de remuneraciones del sector público corresponde exclusivamente al Ejecutivo. El señor CHADWICK.- ¿Me permite una interrupción? El señor ALTAMIRANO.- Con todo agrado. El señor CHADWICK.- En la regulación que corresponde al Gobierno sobre el crédito, es indispensable recordar las facultades que el Presidente de la República ejerce mediante sus consejeros en el Banco Central de Chile. Allí está el mecanismo fundamental que regula la actividad de la banca privada, que fija las normas del encaje, que hace posible, entonces, a un grupo de funcionarios dependientes del Ejecutivo, mediante las designaciones de consejeros y de presidente del Banco Central, determinar qué bancos y en qué condiciones pueden otorgar créditos. El señor ALTAMIRANO.- La política de precios la fija el Poder Ejecutivo, con absoluta prescindencia de cualquier otro poder del Estado. El Presupuesto, en la forma en que los últimos años se ha venido aprobando el proyecto respectivo, concede al Ejecutivo la facultad de manejarlo a su entero arbitrio. Tan así es que el Congreso se ha opuesto a legalizar e institucionalizar leyes orgánicas como la del CONCI, pero, en el hecho, el CONCI existe. En la actualidad, pende de la consideración del Senado el proyecto sobre juntas de vecinos y promoción popular. El Gobierno hace gran caudal de que no habríamos apoyado ese proyecto. Ya me referiré más adelante al tema. Pero el hecho concreto es que la promoción popular existe y cuenta con inmensos recursos. Este Gobierno, al cual se ha negado, según dicen ellos, la sal y el agua, ha contratado veinte mil nuevos funcionarios públicos. Este Gobierno, al que algunos afirman que se le obstruyen todas sus iniciativas, han contado con las disposiciones legales pertinentes para contratar 5.500 asesores en la Administración Pública, ya mediante distintos mecanismos, en INDAP, en la CORA, puede disponer de millones y millones para gastarlos de manera indiscriminada, a su arbitrio, puesto que ningún rubro ni ítem especial determina el empleo que debe dar a tales fondos. El Congreso ha aprobado, si mal no recuerdo, sólo para el gasto de intendentes y gobernadores, una suma superior a 10 mil millones de pesos. El Gobierno, en forma soberana y autónoma, determina la desvalorización monetaria, que de manera tan importante influye en la vida económica de la nación. El Gobierno, por sí y ante sí, puede ordenar el alza o la baja del precio del cobre. Por cada centavo de aumento, hay un mayor ingreso para el país de 7 millones de dólares, o sea, 35 millones de escudos. Y aquí el Congreso a veces debate por largo tiempo impuestos que significan uno, dos, tres o diez millones de escudos. Sin embargo, como digo, al Gobierno le basta subir el precio del cobre en un centavo, para que la caja fiscal incremente sus ingresos en 7 millones de dólares, vale decir, 35 millones de escudos. Las cifras sobre el alza del costo de la vida también las maneja el Gobierno en forma absolutamente discriminatoria, y más de una vez hemos impugnado la veracidad de ellas. El Ministro de Hacienda ha sostenido que, por cada 1% que aumenta o disminuye el costo de la vida, hay un mayor o menor gasto de 30 millones de escudos para el erario. Asimismo, en forma inconstitucional, a nuestro juicio, al Ejecutivo se ha entregado la facultad de establecer, en el caso concreto de las importaciones, impuestos adicionales que fluctúan entre 1 % y 400 %. Finalmente, el Gobierno determina a quién concede las inmensas franquicias que otorga el Estatuto del Inversionista. No quiero continuar abundando en datos que los tratadistas, los profesores de Derecho Constitucional y don Eduardo Frei, Presidente de Chile, han establecido. Insisto en que en ningún país del mundo, ni en los Estados Unidos ni en ningún otro, existe un Poder Ejecutivo premunido de facultades tan exorbitantes como el nuestro. En el Congreso Nacional, mediante la convocatoria a la legislatura extraordinaria, el Gobierno prácticamente se transforma en señor y dueño de lo que nosotros podemos y debemos hacer durante ocho meses del año. Únicamente en cuatro meses, en la legislatura ordinaria, el Parlamento es soberano para conocer y decidir los problemas que él estima pertinentes. En los ocho meses restantes, sólo el Presidente de la República señala los proyectos de ley sobre los cuales debemos pronunciarnos. Además, el Ejecutivo cuenta con el arma de la urgencia, por medio de la cual, en legislaturas ordinarias y extraordinarias, en la práctica nos conmina a estudiar los proyectos que le interesan y convienen ya pronunciarnos sobre ellos. Del mismo modo, dispone de la facultad de veto, y, como bien saben los señores parlamentarios, con sólo un tercio de una de las Cámaras puede el Ejecutivo imponer su voluntad, como lo ha hecho durante los dos años y tanto que lleva en el poder. En la realidad, el Poder Judicial depende del Ejecutivo. Los Ministros son designados por el Presidente de la República. ¿Qué más poder? El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Algo semejante sucede con la Corporación de Fomento y muchos otros organismos. El señor ALTAMIRANO.- ¿Qué más facultades? Las atribuciones del Ejecutivo en la práctica no son las de un monarca. Ningún Presidente constitucional, ni siquiera el de Estados Unidos, donde hay un amplio régimen presidencial, tiene tal dominio. El señor GOMEZ.- En lo económico, ni el Emperador del Japón. Aquí hay dictadura económica, pues mediante decretos se hace y deshace. El señor ALTAMIRANO.- Por eso, concordamos con la opinión a que di lectura, de don Eduardo Frei, Presidente de Chile. En verdad, nuestro Gobierno tiene las mayores facultades que pueden concebirse dentro de un régimen presidencial. Ahora bien este Gobierno, con las mayores facultades que pueden concebirse y dentro de las mejores condiciones políticas y económicas, ha fracasado. Sostengo que pocos Mandatarios han contado con mejores condiciones políticas y económicas. ¿Por qué con mejores condiciones políticas? Porque, como lo han dicho y repetido los democratacristianos, Eduardo Frei triunfó por importante mayoría, por mayoría absoluta, por un millón cuatrocientos mil votos; porque el Ejecutivo cuenta con una mayoría aplastante en la Cámara, con 82 Diputados; porque el Gobierno tiene holgado tercio en el Senado, lo que le permite imponer, mediante el veto, los proyectos que él quiera, como en el hecho lo ha estado haciendo; porque el Ejecutivo tiene, sobre los medios publicitarios, un dominio que jamás, ni en las peores épocas de la oligarquía chilena, ha ostentado ninguna Administración, desde el momento en que "El Mercurio" presta su aprobación total y absoluta a todas las acciones del Gobierno, y un diario popular como "Clarín", también apoya en este momento la política del Ejecutivo; porque el Gobierno cuenta con el apoyo incondicional norteamericano hoy día, el "Times" viene dedicado entero a alabar la política de la actual Administración chilena; porque el Gobierno cuenta con el apoyo absoluto, activo y militante de la Iglesia Católica; porque el Ejecutivo tiene el apoyo de vastos sectores plutocráticos. El señor PABLO.- De la Rusia soviética, también. El señor ALTAMIRANO.- De modo que, en materia política, ¿de qué puede quejarse el Gobierno, si cuenta con un millón cuatrocientos mil votos, mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, un tercio en el Senado, todos los medios publicitarios defendiendo su política, el apoyo norteamericano, la participación activa de la Iglesia Católica y dé vastos sectores plutocráticos nacionales ? ¿Por qué sostenemos que la actual Administración ha contado con las mejores condiciones económicas circunstanciales? Todos los señores Senadores lo saben: porque nunca ningún Gobierno, en ciento cincuenta años de historia republicana, tuvo el precio del cobre a 55, 60 y hasta 80 y 90 centavos de dólar la libra; porque hoy día el cobre le produce un mayor ingreso de doscientos millones de dólares. ¿Qué sería de este Gobierno si el precio del cobre fuera de 30 centavos de dólar la libra? Cuando discutimos los convenios del cobre, este mismo Ejecutivo sostuvo que treinta centavos era mucho, y que no era previsible que se mantuviera ese precio. De este modo, todos los cálculos de las utilidades de las empresas se hicieron sobre la base de treinta centavos de dólar la libra. Sin embargo, actualmente el precio está al doble, la caja fiscal exhausta y el Ministro de Obras Públicas no puede pagar ni mantener el ritmo de desarrollo del sector público, a pesar de que tiene doscientos millones de dólares más. Vuelvo a preguntar: ¿ qué sería del Gobierno si el precio del cobre estuviera a 30 centavos la libra, que era buen precio, si a 60 centavos nos encontramos en difícil situación económica? Sostengo que la actual Administración ha contado con las mejores condiciones económicas, porque ha dispuesto de recursos externos importantísimos. No impugnaré, porque no es el caso, las apreciaciones presidenciales en el sentido de que la deuda pública sólo habría aumentado en 40 millones de dólares al año, vale decir, 80 millones en dos años. En verdad, no concuerdo con tal afirmación. Sostengo que el sector público se ha endeudado, anualmente, en mayor proporción que el inmenso endeudamiento alcanzado durante el Gobierno anterior del señor Jorge Alessandri. O sea, no obstante contar con un mayor precio del cobre, ha recurrido al endeudamiento del sector público en una suma superior a la de la Administración anterior. Por último lo han reconocido el Gobierno y el Ministro de Hacienda, porque allí están las cifras: los ingresos internos derivados de la tributación han aumentado en más de 40%, y cada uno de estos impuestos ha sido aprobado por este Congreso tan vilipendiado, y por este Senado que es víctima de tanto repudio. Si el Gobierno tiene 40% más de ingresos mediante los tributos, que cada vez pesan más sobre los más amplios sectores ciudadanos del país, es porque el Parlamento ha aprobado esos impuestos. No obstante, con el más alto precio del cobre, con recursos externos ilimitados y los mayores tributos que Gobierno alguno ha exigido a la masa ciudadana de este país, hemos fracasado. Entonces, surge la pregunta: ¿qué está sucediendo? ¿Qué ocurre? A pesar de que el Gobierno cuenta con facultades inmensas lo ha reconocido Eduardo Freí, Presidente de Chile, de que está en condiciones internacionales extraordinariamente favorables, en estos instantes estamos abocados a una de las crisis más graves por que ha atravesado la República en su historia. Tal vez excepto el año 1891, nunca habíamos tenido un debate más dramático que éste, sobre todo si consideramos las palabras y amenazas del Jefe del Estado, quien ha dicho que ésta es la última oportunidad democrática que ofrece al Parlamento para legislar. ¿Por qué sostengo que este Gobierno, no obstante contar con las mayores facultades y mejores condiciones históricas, ha fracasado? No lo afirmo yo. En cierta medida, lo dice el propio Presidente de la República. Ha fracasado quiero que los parlamentarios democratacristianos recojan estas palabras porque el crecimiento de la producción no es de 7%, como una vez más ha afirmado el Primer Mandatario en su último discurso. Ese porcentaje no corresponde a la verdad, pues la CEPAL ha dicho que es 5% y que el cálculo realizado por ODEPLAN está equivocado. Agrega la CEPAL que ese 5% se debe al mejoramiento de los términos del intercambio, o sea, al precio del cobre, a la guerra de Vietnam. En buenas cuentas, este conflicto bélico sostiene la estabilidad de Frei en Chile. Por consiguiente, en el aspecto económico, el país ha mantenido el ritmo lento que exhibe en los últimos años. ¿Por qué hay fracaso político? Porque este Gobierno surgió al amparo de un "slogan" que hoy día aprisiona y estrangula al Jefe del Estado: revolución en libertad. Y no ha habido revolución, y cada día se aherroja más la libertad democrática, que es consecuencia de la lucha sostenida por el pueblo de Chile. En otras palabras, un hombre que se definía como revolucionario pretende realizar esta revolución con la ayuda de los empresarios privados y el apoyo incondicional del imperialismo. ¿Es esta afirmación mía una imputación gratuita, carente de fundamento ? No, señores Senadores. Lo dice el Jefe del Estado en su último Mensaje al Congreso Nacional. En la página 63 de dicho documento, manifiesta: "El problema de encontrar nuevos recursos, ya sea por nuevos impuestos o créditos, es prácticamente insoluble. Existe conciencia yo diría unánime en todos los sectores en el sentido de que es muy difícil aumentar los tributos. Esa es también mi opinión". Más adelante agrega: "Desde el momento en que el Estado está tocando el límite de sus posibilidades de gastos, es indispensable una vigorosa respuesta del sector privado en todos los niveles". Por consiguiente, el Jefe del Estado piensa que la única respuesta a la crisis económica que vive el país consiste en que el sector privado contribuya con su empuje e iniciativa a mejorar la precaria condición económica y financiera de la nación. De ahí que el revolucionario Presidente Frei espere todo, según sus palabras textuales, de la iniciativa privada, del capitalismo particular y del apoyo del imperialismo, sabiendo, como debiera saber, que el subdesarrollo, en América Latina y en Chile, es hijo directo del imperialismo. Es decir, existe una relación de tipo dialéctico entre miseria, estancamiento e imperialismo. ¿Cómo explica la Democracia Cristiana este fracaso? ¿Cómo explica el Gobierno esta crisis, que el Presidente llama institucional, y el Ministro de Justicia, política? No haremos cuestión de palabras. Realmente, no entendemos mucho cuál puede ser la diferencia entre una y otra. El hecho es que el Ejecutivo reconoce que, en las mejores condiciones históricas y con la suma del Poder, hemos llegado a una crisis. El pueblo deberá pensar mucho más en la elección de sus gobernantes. Para la Administración pasada, eligió Presidente de la República, por sus conocimientos económicos, a un hombre que decía estar ajeno a los trajines políticos. Y ese hombre se condujo con cierta discreción en el plano político; en cambio, en el orden económico, llevó al país a la crisis del año 1961. Al señor Freí, por el contrario, lo eligió por tener dieciséis años de tradición parlamentaria y política. Y el político Frei ha llevado al país a una crisis política; en cambio, ha salvado perfectamente la situación económica del país. El señor CHAWICK.- ¡ Se ha salvado, a pesar de él...! El señor ALTAMIRANO.- A pesar de él, como apunta el Honorable señor Chadwick, porque esto obedece al mayor precio del cobre. ¿A qué se debe este fracaso? ¿Cómo lo explica o justifica el Gobierno? El señor NOEMI.- ¿Me permite una interrupción, con cargo a nuestro tiempo, señor Senador? El señor ALTAMIRANO.- Con todo gusto, Honorable colega. El señor NOEMI.- Su Señoría manifiesta que el Gobierno ha fracasado por el hecho de que el crecimiento de la producción no es de 7%, como ha sostenido el Presidente de la República, sino de 5%, según cálculos de la CEPAL. Suponiendo que ese porcentaje correspondiera al incremento de la producción en el país, debo hacer presente que en los años 1963 y 1964, cuando asumió sus funciones la actual Administración, era de 2,5%. Por lo tanto, si se aceptan las cifras dadas por Su Señoría, se habría duplicado el aumento de la producción, o sea, habría crecido en ciento por ciento. Si es así, ¿cómo es posible catalogar de fracaso un incremento de la producción, de 2,57o, a 5%? El señor ALTAMIRANO.- Señor Presidente, más de una vez hemos contestado la afirmación pregunta que hace el Honorable señor Noemi. El Gobierno compara el crecimiento correspondiente a un año con un promedio de los últimos diez años. El señor NOEMI.- Perfectamente. El señor ALTAMIRANO.- Durante el Gobierno del señor Alessandri no me corresponde a mí defenderlo, la producción tuvo crecimientos anuales superiores a 5%, pese a que el precio del cobre jamás alcanzó a un precio ni siquiera de 30 centavos de dólar la libra. El Gobierno de la Democracia Cristiana exhibe como victoria extraordinaria el 5%e de aumento de la producción, con un precio del cobre de 60 centavos de dólar la libra. En consecuencia, no se puede comparar un promedio de diez años con el de sólo un año. El señor NOEMI.- No tiene nada que ver el alza del precio del cobre con el aumento de la producción. El señor ALTAMIRANO.- El Honorable señor Noemi está incurriendo en grave error. El señor JARAMILLO LYON.- En monstruoso error. El señor ALTAMIRANO.- El Gobierno hace recaer la justificación de su fracaso en una oscura y turbia confabulación de fuerzas heterogéneas, en la cual, desde la extrema Derecha a la extrema Izquierda, nos unimos para obstruir toda iniciativa de progreso y desarrollo. Analicemos esta confabulación. ¿Cuál es la confabulación? ¿La del 4 de septiembre de 1964? ¿Quién eligió Presidente de Chile a Eduardo Frei? ¿Esa no fue confabulación? ¿No la había cuando los partidos de Derecha, hoy Partido Nacional, e importantes contingentes radicales le prestaban su apoyo? Eso demuestra una brutal y tremenda ingratitud del Jefe del Estado y una inaceptable falta de respeto por la verdad. Sería lo mismo que hoy día el Honorable señor Allende, Presidente del Senado, dijera: "Debo mi mandato exclusivamente a los partidos populares", ignorando que el Partido Radical le entregó su votación. Los democratacristianos serían los primeros en echar en cara ese hecho: serían los primeros en recordar a Salvador Allende que él no es Presidente de un Poder del Estado por la sola voluntad de los partidos populares, sino también por la del Partido Radical. Por eso, es justa y honesta nuestra posición, cuando hoy recordamos una vez más al Primer Mandatario que no es Presidente de la República por la voluntad popular, sino porque la Derecha, porque los viejos partidos reaccionarios, aterrorizados bajo la consigna del miedo y frente a la eventual victoria del candidato popular Salvador Allende y de un auténtico proceso revolucionario, le entregaron a él sus votos. ¡Confabulación, señor Presidente!. Y cuando los Partidos Nacional, Radical y Democratacristiano apoyan los convenios del cobre, ¿por qué no hay confabulación? ¿Por qué se ignora esa confabulación? ¿Por qué no se habla de confabulación, asimismo, cuando comunistas, socialistas y democratacristianos apoyamos el proyecto de reforma agraria? ¿Por qué allí no hay confabulación? ¿Por qué no hay una confabulación turbia, mezquina, de intereses opuestos? El señor FUENTEALBA.- Eso fue transitorio, señor Senador. Lo otro es permanente. El señor ALTAMIRANO.- ¿Por qué, cuando durante ocho meses el Honorable señor Reyes es Presidente del Senado por voluntad del Partido Nacional y de la Democracia Cristiana, no hay una confabulación que lo mantiene en ese cargo? ¿Por qué, ahora mismo, con tremenda ingratitud, no titubea la Democracia Cristiana para decir en "La Nación": hay confabulación comunista, socialista y radical? Respetamos la opinión de los demás partidos. En especial, respetamos la del Partido Comunista. Pero, ¿por qué cada vez que los otros partidos, por razones distintas como ha sucedido con ustedes, los democratacristianos nos unimos para defender nuestra posición, en situaciones circunstanciales, toda la propaganda del Gobierno habla de confabulación? ¿Por qué cuando el Partido Socialista y los partidos populares proponen el desglose del número 10 del artículo 10 de la Constitución y en la actualidad rige en Chile un nuevo concepto del derecho de propiedad, por iniciativa de los parlamentarios populares, no se denuncia al país si hay consecuencia en la actitud y en la conducta que una .turbia confabulación aprobó un nuevo concepto del derecho de propiedad? No puede continuarse con este engaño ni con esta farsa. No hay confabulación. Circunstancialmente, por motivos diferentes, han concurrido todos los partidos, unos más y otros menos, a mantener nuestra línea. No tengo por qué asumir la defensa de los demás partidos. Sólo me cabe decir que el socialismo chileno no ha caído en una sola contradicción. En un foro en el cual me cupo participar con el Honorable señor Fuentealba, emplacé al señor Senador en los mismos términos: que nos diga si hemos incurrido en contradicción. Siempre hemos dicho que no a la entrega de las riquezas básicas de Chile; y, por eso, votamos contra el proyecto de los convenios del cobre. Siempre hemos dicho que sí a la reforma agraria y, consecuentes con nuestra posición doctrinaria, votamos a favor, del respectivo proyecto de ley. Cuando por vez primera el Presidente de la Democracia Cristiana lanzó su desafío al Senado entero para que fuéramos a una elección general, allí, de inmediato, el Secretario General del Partido Socialista aceptó el desafío y, a la vez, planteó que también el Presidente de la República debería ir a esas elecciones. No hay, por lo tanto, ninguna inconsecuencia ni contradicción entre nuestra actitud de ayer y lo que sostenemos hoy. La Democracia Cristiana atribuye su fracaso a una confabulación de turbios intereses politiqueros. ¿En qué se manifestaría tal confabulación? Por ejemplo dicen ellos, en la negativa al permiso solicitado por el Presidente de la República para viajar al exterior. No cabe duda, sin embargo, de que si se negó dicho permiso, nosotros fundamos nuestra actitud en razones perfectamente justificadas que concuerdan con nuestra vieja tradición anti imperialista, en virtud de la cual, hace ya más de treinta años, nacimos a la vida política de nuestro país. En verdad, si la Democracia Cristiana hubiera tenido interés en obtener dicho permiso constitucional, si se hubiera manejado con el mínimo de habilidad, lo habría obtenido. ¿Por qué no se esforzó en obtenerlo? ¿Quería, acaso, provocar la actual situación? Si no es así, querría decir que en ese partido se ha llegado al extremo en cuanto a falta de habilidad en el manejo político y que ello conduce a dicha colectividad al fracaso. Además, se alega retraso en el despacho de las leyes. El hecho concreto es uno y simple. Daré lectura a algunas cifras. En 1965, se presentaron a esta Corporación 130 proyectos de ley, de los cuales solamente siete fueron rechazados. Los demás fueron aprobados, aparte tres, que fueron enviados al Archivo. Dejo constancia de que los siete proyectos rechazados se referían a asuntos de muy relativa y escasa importancia. Insisto en que, de los 130 proyectos llegados al Senado, sólo siete de ellos, carentes de importancia, como digo, no fueron aprobados. En 1966, esta alta Corporación conoció de 170 proyectos de ley y rechazó sólo cinco de esas iniciativas. Vale decir, este Senado obstruccionista y negativo, cuya única finalidad es obtener la quiebra del régimen actual y la ruina del país, rechazó sólo cinco de los cientos setenta proyectos que despachó en 1966. El señor FUENTEALBA.- ¿Cuáles fueron los proyectos rechazados? El señor ALTAMIRANO.- En cuanto al número de sesiones, tenemos que el Senado se reunió 165 veces durante el año 1966, mientras la Cámara, la rama del Legislativo que todo lo aprueba, la que colabora patrióticamente, celebró tan sólo 143 sesiones. El señor FUENTEALBA.- Eso no significa nada. El señor ALTAMIRANO.- Medido en horas el tiempo empleado en las sesiones del Senado, da un total de 723 horas durante 1966, mientras el correspondiente a las sesiones de la Cámara es de 581 horas."" ¿Es admisible imputarnos con fundamento retraso en el despacho de las leyes? Como ya se ha dicho, pero vale la pena repetirlo e insistir en ello, no disponemos, por desgracia, de algo siquiera parecido a la inmensa máquina publicitaria de que se vale el Gobierno. Los dos proyectos de ley de verdadera trascendencia, desde nuestro punto de vista, el uno negativo y el otro positivo, fueron despachados aquí en forma más expedita que en la Cámara. El proyecto negativo, a nuestro modo de ver, el referente a los convenios del cobre, demoró 172 días en salir de la Cámara de Diputados. En cambio, aquí en el Senado, las Comisiones unidas de Hacienda y de Minería, bajo la presidencia de un Senador socialista, bajo mi presidencia, despacharon el proyecto en solamente 139 días. Esto no es todo. El proyecto relativo a los convenios del cobre es ley desde hace más de un año; pero ya durante su tramitación parlamentaria supimos que el Gobierno tenía concertados los convenios básicos, pues ellos mismos fueron traídos a nuestra consideración como antecedentes agregados al estudio del proyecto. Pues bien, dichos convenios aún no se han materializado. El día 8 de diciembre de 1966, Javier Lagarrigue, Vicepresidente de la Corporación del Cobre, refiriéndose al borrador del texto correspondiente al contrato de administración suscrito por la Braden Copper, expresó: "Este borrador se hizo para interpretar en la mejor forma posible el convenio entre el Gobierno de Chile y la Braden Copper Co., sobre la formación de la referida sociedad minera". Ese mismo día, la Democracia Cristiana, vuestro partido, Honorables Senadores de Gobierno, rebatió al Vicepresidente de la Corporación del Cobre, y le dijo textualmente: "Este es un borrador destinado a representar las pretensiones de una de las partes y frente a las cuales el Gobierno manifestó de plano su desacuerdo". Un año después, pese a las múltiples discusiones que habíamos tenido acá el pesar de que, especialmente los Senadores populares, hicimos ver la terrible inconsecuencia en que se incurría al entregar la administración a la Braden Copper si se hablaba de que se la chilenizaba; un año más tarde repito la Democracia Cristiana cae en la cuenta de que el contrato es lesivo para el país y atentatorio en contra de la soberanía nacional. Tenía entendido que, tal vez por esa razón, dicho contrato no se había aprobado hasta hoy, a menos que sea efectiva la información publicada por "El Siglo", acerca de que hoy se firmó en Estados Unidos el contrato de administración. Y ¿por qué plazo ? ¿Tiene responsabilidad el Senado por el hecho de haber tardado cuatro meses en el estudio del proyecto por sus Comisiones de Hacienda y de Minería unidas, cuando día a día, hora a hora y minuto a minuto, la propaganda y la publicidad del Gobierno dejaba caer sobre nosotros un chaparrón de falsas imputaciones, diciendo que demorábamos la aprobación de la "viga maestra" del Gobierno, impedíamos el progreso de Chile, privábamos de oportunidades de trabajo a cien mil obreros en las faenas del cobre y retardábamos o hacíamos imposible la inversión de 300 ó 400 millones de dólares? ¿Qué sistema de propaganda tenemos nosotros para destacar que el Gobierno demoró más de un año en materializar esos convenios? El señor NOEMI.- No se trata de un año, sino sólo de cuatro meses después de su aprobación. El señor ALLENDE (Presidente).- Honorable señor Noemi, ruego a Su Señoría solicitar las interrupciones a la Mesa. El señor ALTAMIRANO.- ¿Qué ha impedido al Gobierno poner en vigencia los convenios? Veamos, en seguida, lo que ocurrió con la reforma agraria. Sobre el particular, el Gobierno poseía un programa perfectamente meditado, elaborado y ya escrito y redactado, pero demoró un año entero en enviar el respectivo proyecto al Congreso Nacional. La Cámara de Diputados demoró 226 días en despachar aquella iniciativa de ley, y el Senado, solamente 179. Además, no obstante que el Gobierno tenía tan estudiado ese proyecto, le introdujo, durante el segundo trámite, aquí en el Senado, más de trescientas nuevas indicaciones. ¿Es posible, después de eso, argumentar honesta, justa y serenamente que el Senado retardó el proyecto, en circunstancias de que esta Corporación empleó en el despacho de esa materia mucho menos tiempo que la Cámara? Hoy, en la mañana, el presidente de la Democracia Cristiana, el Honorable señor Aylwin, alegaba que la tramitación de otros proyectos, en cambio, había demorado más en el Senado. No se refería a estas dos iniciativas tan importantes, a las dos "vigas maestras", sino a otros proyectos, de mucho menor importancia: al que establecía el registro de importaciones, al concerniente a la creación del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo y al que exime de contribuciones a los predios avaluados en menos de cinco mil escudos. Ya esta mañana, el Honorable señor Chadwick advirtió, por ejemplo, que concretamente el proyecto relativo al Ministerio de la Vivienda hubo de ser enteramente modificado aquí. Si hubiéramos tenido tiempo suficiente y aun pretendo hacerlo, podríamos haber pedido las actas correspondientes, pues en ellas hay constancia de que Modesto Collados, ex Ministro de la Vivienda, agradeció la contribución y aporte hechos por los Senadores para modificar y mejorar sustancialmente ese proyecto de ley. Luego, el Senado transformó la iniciativa original en un instrumento eficaz. Reconozco que no poseo muy buena memoria, pero me atrevo a asegurar que el proyecto sobre registro de importaciones, en la forma como lo despachó la Cámara, contenía gravísimos errores. Tales deficiencias fueron corregidas en el Senado, y, en general, el proyecto resultó mejorado. Insisto en que, por lo tanto, no puede hablarse de retardo en el despacho de las leyes, ni de rechazo de las mismas. Por otro lado, dice el actual Gobierno que a todos sus predecesores les fueron otorgadas facultades extraordinarias. Es una verdad a medias. Sólo en cierta medida, podemos considerar verídica esa afirmación. En efecto, durante la última Administración del señor Ibáñez y también durante el Gobierno del señor Jorge Alessandri, se "transó" sobre esas facultades en el Parlamento. Recuerdo en especial que al señor Ibáñez no se le concedieron facultades para reestructurar ni el Banco Central ni la Contraloría General de la República. Y, si mal no recuerdo, el actual Senador y presidente del Partido Radical, Honorable señor Enríquez, exigió la modificación sustancial de las facultades que pidió el anterior Presidente, señor Jorge Alessandri. En resumen, puedo afirmar que no hubo aprobación en bloque de dichas facultades. El señor AGUIRRE DOOLAN.- No fueron aceptadas, por ejemplo, facultades para legislar sobre previsión social ni sobre industria petrolífera. El señor ALTAMIRANO.- A ningún otro Presidente le han aprobado en bloque sus iniciativas, sin que ellas fueran objeto de una discusión abierta, amplia y democrática en el Congreso Nacional y en el Senado de la República. Se alega que hemos rechazado los proyectos sobre juntas de vecinos y promoción popular. Con ello se incurre en falsedad. Hemos dicho hasta la saciedad: aceptamos las juntas de vecinos y votamos favorablemente el proyecto. También aceptamos la promoción popular en la medida en que el proyecto se modifique, mies en la forma como está concebido no es más que una tremenda arma de organización política en los distintos organismos de obreros, trabajadores y juntas de vecinos. No puede hablarse de retraso. Las cifras no pueden ser más elocuentes. Tampoco puede hablarse de rechazo. Las estadísticas no pueden ser más decisivas. La verdad es que el fracaso no se debe a una confabulación siniestra de intereses contrapuestos. Efectivamente, esta "confabulación" no ha negado los instrumentos básicos y esenciales para que el Gobierno desarrolle su labor. Es la indefinición doctrinaria de la Democracia Cristiana la que la tiene reducida a esta situación, circunstancia que la hace hoy día alegar causas distintas de las verdaderas. Hemos dicho una y mil veces: la Democracia Cristiana alega tener un programa; no conocemos ese programa; lo decimos honestamente, y nunca hemos tenido un texto de él. Por esta razón, pregunto una vez más a los parlamentarios del partido oficial: ¿Ese programa incluye la reforma bancaria? ¿En qué forma aborda tal problema? Nosotros estancos de acuerdo con esa reforma. ¿ Comprende la reforma urbana, respecto de la cual nosotros concordamos? Y si lo hace, ¿por qué no lo dicen y presentan el proyecto respectivo? ¿Ese programa consigna la participación del obrero en la gestión de la empresa, como entiendo que algunos parlamentarios de la Democracia Cristiana lo han planteado e, incluso, lo han consignado en proyectos concretos? Y si consigna la gestión del obrero en la dirección de la empresa, ¿por qué no nos exhiben el proyecto? También se dice que hay un proyecto sobre participación de los obreros en las utilidades de las empresas, y hay parlamentarios democratacristianos que lo defienden y sostienen. ¿Qué dice el programa de todo esto? ¿Qué hay de los bancos de fomento? Todos conocen los conflictos producidos respecto de dichas instituciones. Hasta el momento no hay bancos de fomento, porque un sector dirigido por Raúl Sáez se opone a que ellos estén constituidos bajo la dirección del Estado. Otras personas quieren que ellos sean estatales. Esta circunstancia retrasa la aplicación de la ley, lo cual no es culpa del Senado ni del Parlamento. Hasta el momento no hay definición tampoco respecto de la propiedad comunitaria. Por eso me remito a un documento. El señor ALLENDE (Presidente).- Hago presente al señor Senador que le restan tres minutos. El señor ALTAMIRANO.- Entiendo que dispongo de mayor tiempo. El señor ALLENDE (Presidente).- Computados los tiempos del Honorable señor Tarud, del cedido por el Comité Nacional, del transferido por el Honorable señor Barros y del resto del Comité Socialista, quedan a Su Señoría 38 minutos. El señor ALTAMIRANO.- Quiero remitirme, porque concuerdo ciento por ciento con lo que él establece, a un documento ideológico-político de los señores Alberto Jerez, Julio Silva Solar y Sotta. Ellos dicen: "En un proceso de cambio social hay oposición y oposición. La oposición de izquierda es básicamente política, porque su cuerpo social está constituido por clases y fuerzas en definitiva interesadas positivamente en el cambio. La oposición de derecha tiene a veces expresión política, pero es básicamente económica y social, pues su cuerpo está constituido por clases y fuerzas ubicadas en una situación de privilegio amenazadas por el cambio. "Ese camino no puede ser atacar a la "oposición" en conjunto; tal ataque puede ser un buen argumento político, pero, en definitiva, es escabullir el problema del cambio y mantener al statu quo para atacar una sola de sus expresiones, la política. Tampoco puede ser atacar a la oposición de izquierda: políticamente no tiene sentido para el cambio; .socialmente sería reprimir algunas de sus fuerzas más importantes de la transformación." Eso es lo que han dicho algunos parlamentarios democratacristianos. La indefinición ha llevado a la Democracia Cristiana a esta situación ambigua, a esta crisis artificial en que se encuentra. ¿Qué es lo único claro que tiene la Democracia Cristiana? El apoyo norteamericano. Todo el desarrollo del país se programa sobre la base del apoyo norteamericano. Si se programa el aumento de la producción de cobre, es sobre la base de la inversión yanqui; si se programa el aumento de la producción de hierro, es sobre la inversión yanqui; si se programan nuevas manufaturas de cobre por lo demás, insuficientes, es sobre la base del aporte yanqui de la Cable Corporation ; si se habla del aumento de la producción de celulosa, es sobre la base del apoyo yanqui de levantar nuevas plantas en Arauco; si se argumenta que Chile tendrá una industria petroquímica, es sobre la base del apoyo yanqui; si se está estableciendo una empresa para fabricar máquinas de coser, es sobre la base de la Singer; si se habla de romper el monopolio de INSA y crear una nueva fábrica de neumáticos Firestone, es sobre la base del apoyo yanqui; si se habla de crear bancos en Chile respecto de ello, los nativos tendrán que ir a pedir el aval de un gerente norteamericano, es sobre la base del Manhattan Bank y el American Bank, instituciones que comprarán bancos en Chile; si se estudian grandes planes y proyectos para construir aeropuertos y caminos, es sobre la base de contratar expertos yanquis. De este hecho, el Colegio de Ingenieros reclamó, en una declaración que no hace muchos días vio la luz pública. ¡Todo el desarrollo de Chile sobre bases norteamericanas! ¡Para ellos las garantías, los privilegios tributarios y toda clase de beneficios! En cambio, para el nativo, nada. Esto es lo único concreto. A nuestro juicio, este fracaso, inevitablemente y por desgracia, encajona, por la mecánica de los acontecimientos políticos, a la Democracia Cristiana y al Gobierno en un proceso fascista, expresado en una forma dictatorial de Gobierno, en una actitud mesiánica, en un partido único, en una concepción de tipo populista para referirse a las masas, en el apoyo de ciertos sectores plutocráticos que reciben los beneficios del Gobierno, en la perturbación colectiva mediante la permanente mentira publicitaria. Por eso, en todo gobierno fascista, más importante que el Ministro del Interior, que el Ministro de Hacienda o que cualquier funcionario público, es el jefe de propaganda. Son los Goebbels. Porque el sistema fascista no ofrece perspectivas nuevas; no abre caminos diferentes a la sociedad y trata de eludir la gran confrontación histórica entre el socialismo y el capitalismo creando una falsa alternativa histórica. Por ello, por intermedio de la propaganda y la publicidad, se pretende evitar los auténticos problemas. Y esto es lo que, a nuestro juicio, sucede lamentablemente con la Democracia Cristiana. ¿Cómo se expresa este progresivo proceso fascista en el país? En que se persigue a las organizaciones de los asalariados ; en que se pretende destruir la Central Unica de Trabajadores; en que se crea el paralelismo sindical; en que, por medio de preceptos establecidos en la última ley de Presupuestos, en el hecho se suprime el derecho de huelga; en que se masacra a los trabajadores de El Salvador; en que se asaltan los locales de los partidos que se atreven a discrepar del partido único de Gobierno; en el control omnímodo de los medios publicitarios; en el permanente chantaje a los grupos plutocráticos que se someten a los dictados del Gobierno; en el estrangulamiento paulatino del pensamiento laico científico del país, que se desarrolla en la Universidad de Chile; en el intento de asumir el control total del país. Para nadie es desconocido el hecho de que el Contralor General de la República, en gran medida, renunció por las permanentes discrepancias con el Ejecutivo. El señor PABLO.- ¡ Falso! El señor ALTAMIRANO.- La Democracia Cristiana quiere asumir el poder tanto en la Contraloría General de la República, como en el Congreso, en la Cámara y el Senado, y en los medios de publicidad. Por estas consideraciones, los socialistas, en actitud clara y responsable, hemos negado nuestro concurso a la aprobación de la reforma propuesta por el Gobierno. En cambio, hemos sugerido otras iniciativas que sí tienen carácter progresista, como son las indicaciones relativas a la asamblea constituyente y a la realización de comicios simultáneos para Presidente de la República y parlamentarios. ¿Por qué el Presidente Eduardo Frei no acepta el contra-desafío de los socialistas? Nosotros hemos dicho: renunciamos a nuestro mandato que en algunos es de ocho años, y en otros, de cuatro. Renunciamos, pero hemos manifestado: "Usted, Presidente de la República, no puede constituirse en generalísimo de la intervención, de la coacción; usted también debe colocarse en el mismo "status" con el objeto de ir a una elección general, porque si niega la legitimidad de nuestro título para concurrir a esta Corporación, nosotros negamos la suya. Su victoria es fruto de una campaña sucia, de terror, de miedo y de chantaje, que contó con el apoyo de la Derecha. Si usted concita, nuevamente la opinión mayoritaria de la nación, nosotros no tendremos nada que decir. ¿Por qué el Jefe del Estado niega esta confrontación? El Primer Mandatario dijo textualmente, en el mensaje en que propuso el proyecto de reforma constitucional : "La autoridad del Jefe del Estado y del Congreso reconocen una misma fuente: la voluntad soberana de la Nación. Si los representantes que ha elegido para gobernar discrepan, sólo el Pueblo es el llamado a decir su palabra y a expresar su voluntad". ¡ Pero es posible que el Presidente de la República pretenda que el Congreso chileno, que el Senado de la República, en un acto que lo señalaría ante la historia del país, se autodisuelva, se haga el "harakiri" político y se someta a la decisión "ultimatista" del Jefe del Estado, quien dijo que era la última oportunidad constitucional y jurídica que nos ofrecía, como si nosotros viviéramos de prestado de] Primer Mandatario y no tuviéramos un mandato limpio otorgado por los votos populares! De más está decir que cada vez más el Presidente de la República se encajona por sus repetidas amenazas. Dijo que si no le dábamos permiso, iría a los Estados Unidos; que si no se lo otorgábamos, disolvería el Congreso; dijo que si no le dábamos permiso, renunciaría. Por supuesto, todo esto quedó en bravatas y amenazas. El señor MUSALEM.- ¿Se lo dijo a Su Señoría? El señor ALTAMIRANO.- Se lo manifestó al jefe de publicidad de "La Nación". Con posterioridad, el Ministro solicitó que se reuniera la Comisión de Relaciones Exteriores. Allí comunicó que en las condiciones actuales no podría viajar a la Conferencia de Cancilleres, y el Presidente de la República tendría que abstenerse de asistir a la reunión de Mandatarios. En el hecho, no habían pasado más de 48 horas, cuando ya el señor Ministro se embarcaba. . ¿A qué vienen estas amenazas y el mantener en permanente actitud de chantaje a otro poder público? A nosotros no nos atemorizan estas amenazas. Los socialistas estamos luchando por el progreso efectivo de Chile. Y si mañana la Democracia Cristiana, tal como propuso el proyecto de reforma agraria, nos presenta un proyecto de reforma urbana, un proyecto de reforma bancaria, la participación de los obreros en las utilidades de las empresas aun cuando estamos contra el régimen capitalista, contarán con nuestro concurso entusiasta, y entonces los demás nos podrán acusar de una turbia confabulación con ella. No tememos a una confabulación que favorezca al pueblo. Tampoco tememos a una confabulación que el día de mañana nos señalará ante la historia como de una cobardía imperdonable. Por eso, hemos señalado en forma muy clara nuestra posición. Aceptamos el desafío planteado por el Gobierno. Aceptamos que el país elija en esta gran pugna que, según el Gobierno, se ha producido. Aceptamos resolver en forma seria y permanente la crisis institucional de que se habla. Y digo "de que se habla", porque básicamente no creemos que exista. Sí creemos y sostenemos así lo dijo ayer el Senador socialista Honorable señor Ampuero que evidentemente hay una vieja pugna, una antigua controversia entre Ejecutivo y Legislativo. Pero no es ésta la esencia del drama de Chile. El problema de nuestro país, el drama de América Latina, no reside en la necesidad de cambiar el Senado o el Congreso; de llamar a una elección más entre las miles que ha habido en nuestra larga tradición republicana; de que vengan tres, cuatro, cinco o diez Senadores democratacristianos más o tres menos. Así no se resolverá el problema. El presidente de la Democracia Cristiana, Honorable señor Patricio Aylwin, nos dijo esta mañana que el drama consiste en que hay fuerzas heterogéneas. Evidentemente, éste es el drama. ¿Qué sucede en todos los países que respetan la democracia liberal burguesa? Simplemente, están obligados a una coalición política. Eso es lo que debe hacer la Democracia Cristiana si respeta este sistema. Si no lo respeta, dígalo y sea consecuente con sus palabras. Nosotros no estamos defendiendo las viejas estructuras parlamentarias. Y quiero expresar una frase de la cual la Democracia Cristiana puede sacar provecho publicitario o propagandístico: nos duele ser en este instante los adalides de la defensa del Senado chileno. Nos duele, porque creemos en la necesidad de efectuar cambios. Nos duele, porque, a nuestro juicio, hay que dar paso a fórmulas nuevas y distintas. Pero no nos duele, señores Senadores democratacristianos, oponernos a una simple fórmula que no soluciona la crisis de Chile, que no resuelve el hondo drama colectivo de nuestro pueblo ni de América Latina; que sólo plantea, como la gran solución: en tres meses, vamos todos al baile electoral, como si Chile no hubiera vivido en bailes electorales. Y en ese baile prevalecerán el dinero, la propaganda y la publicidad. ¡ No creemos en eso! Por lo demás, se está sentando un precedente extraordinariamente grave por parte de la Democracia Cristiana: si mañana hay mayoría opositora en el Congreso, ésta tendría títulos legítimos para decir al Presidente de la República: "Usted no me representa, señor Presidente". Y estos títulos los tendría este Senado, porque aunque haya fuerzas dispares, el hecho es que nosotros, la Oposición en conjunto, sumamos más de cincuenta por ciento. Por lo tanto, en uno de esos arreglos turbios tengan la seguridad Sus Señorías de que no concurriremos a él, pero en la teoría y según los precedentes, podríamos perfectamente hacerlo, podríamos firmar un acta y decir: "Los parlamentarios de todos los partidos aquí reunidos, excepto los democratacristianos, representamos la mayoría ciudadana, pues somos más de cincuenta y uno por ciento, y pedimos la deposición del Presidente de la República". Aquí se están abriendo precedentes. El Jefe del Estado niega nuestros títulos. En tal caso, se abre el camino para que cualquiera deje especular libremente la imaginación y pueda sostener que el Primer Mandatario en este momento no tiene mayoría. Y me amparo en una encuesta realizada no sé por qué firma, según la cual Alessandri tendría cincuenta y seis por ciento de los votos. No se puede legislar con tanta liviandad. Por eso el socialismo chileno ha dicho su última palabra, en forma clara y precisa, desde el comienzo: todo cambio real, que signifique democratizar la vida nacional, que implique remozar las viejas estructuras económicas de Chile, tiene nuestro apoyo. Lo que dice Julio Silva, lo que expresa el Diputado Alberto Jerez cuentan con nuestra adhesión. A cualquiera de esos proyectos, sí. ¿ Por qué no los presentan? La única conclusión a que se llega es la que se ha señalado más de una vez: el Jefe del Estado no teme a la mayoría del Senado, sino a su mayoría de la Cámara de Diputados, porque pretende imponerle proyectos que van más allá de su posición moderada y centrista. Por último, en nombre del Partido Socialista, debo manifestar que luchamos por cambios. Estamos honesta y consecuentemente en un proceso revolucionario. No defendemos ninguna vieja estructura, ni en lo político, ni en lo administrativo, ni en lo económico. Y si la Democracia Cristiana propone un nuevo mecanismo para legislar en Chile, más democrático y más eficiente, contará con nuestro apoyo. Pero si nos propone un acto electoral más, espurio, bajo el signo de la intervención y la coacción, no nos amedrentamos, y una vez más el socialismo levantará su voz, como ya lo hizo en el teatro Caupolicán, para cruzarse en el camino del proceso fascista en marcha. El señor RODRIGUEZ.- ¡Muy bien! El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Ibáñez. El señor IBAÑEZ.- La posición del Partido Nacional en torno del proyecto de reforma constitucional ha sido clara e inalterable. Sostenemos la absoluta conveniencia de que se apruebe esa reforma, porque al permitir la disolución del Congreso por una vez durante cada mandato presidencial, se priva al Gobierno de descargarse de la responsabilidad de sus propios errores, culpando al Parlamento en forma tan injusta como falsa. No creemos, por otra parte, que sea posible realizar ningún saneamiento decisivo de los sistemas políticos del país, si no se establece una forma expedita para que los parlamentarios respondan en cualquier momento ante el electorado respecto de la forma como desempeñan su mandato. Se ha hecho mucho caudal de que en otros sistemas constitucionales no se prevé la disolución del Congreso en la forma como ha sido sometida a nuestra decisión. Es evidente que hay principios constitucionales que nosotros no podemos desestimar. Pero es igualmente cierto que, al conformar la estructura política de una nación, no procede dar la espalda a su propia realidad para copiar mecanismos ajenos, que no resuelven sus problemas ni constituyen un cauce eficaz para conducir su vida pública. El proyecto de reforma constitucional que presentó con Jorge Alessandri, cuya inspiración comparte plenamente el Partido Nacional, constituye precisamente perdóneseme la expresión un traje cortado conforme al perfil de la realidad política chilena. La proposición para disolver el Congreso y llamar a nuevas elecciones responde en toda forma a una necesidad de orden permanente, y a otra de carácter transitorio cuya urgencia no podemos dejar de subrayar. La primera consiste en crear cauces adecuados para que sólo alcancen representación parlamentaria las grandes corrientes de opinión que existen en el país. Si nuestro sistema institucional no permite la organización de fuerzas políticas sobre la base de esas corrientes de opinión publicarla vida nacional quedará sometida a una creciente anarquía. Sin el menor ánimo de hacer referencias de carácter personal, ni mucho menos de poner en duda la validez del mandato de ningún señor Senador, debo señalar a este respecto el hecho extremadamente anómalo de que en una Corporación de 45 miembros haya siete Senadores independientes, cuyas imprevisibles decisiones personales pueden alterar en cualquier momento la confrontación, en el plano legislativo, de las grandes fuerzas que contienden en la política nacional. A la eliminación de tan perturbadora posibilidad tendió la proposición incluida en la reforma del ex Presidente Alessandri, que establece que los Senadores deben ser elegidos por votación nacional. Esta misma idea había sido sostenida en forma insistente por el Partido Demócrata Cristiano, lo que no le ha impedido relegarla al olvido en las variadas y contradictorias reformas constitucionales que ha propuesto al Congreso durante sus dos breves años de Gobierno. En cuanto a las razones de orden circunstancial que aconsejan aprobar esta reforma, ellas provienen del error en que incurrieron grandes sectores del país, especialmente de clase media, que creyeron ver en el Gobierno del señor Frei más amplias posibilidades para sus ansias de progreso económico y elevación social. Esos sectores se sienten hoy profundamente defraudados por un régimen que en casi todas las oportunidades antepone a los intereses del país aquellos otros que lo favorecen política o electoralmente y elevan a los sostenedores del partido, en desmedro de! resto de los ciudadanos. Esos inmensos sectores de gente de trabajo, cuyos esfuerzos han sido retribuidos en este Gobierno gravándolos con impuestos abusivos, o persiguiéndolos o denigrándolos a través de sus planteamientos ideológicos, han quedado virtualmente sin expresión política. Y debido a estas circunstancias los sectores dé clase media anhelan una oportunidad para corregir sus pasados errores políticos y expresar su rotundo repudio a los sistemas que prevalecen bajo el actual Gobierno, Las alternativas que ha tenido este proyecto en el Senado no constituyen, por desgracia, ningún capítulo edificante en la vida de nuestra Corporación; pero han dejado de manifiesto, asimismo, la absoluta insinceridad del Gobierno respecto de la iniciativa que hoy tendremos que votar. En efecto, el Partido Nacional ha requerido reiteradamente al Partido Demócrata Cristiano para que demuestre su buena fe respecto de esta iniciativa, enviando, junto con la reforma constitucional, un proyecto que permita realizar las elecciones municipales simultáneamente con las de parlamentarios. Esta petición, recibida en un principio con evasivas, ha sido en definitiva desestimada y rechazada por el partido único de Gobierno. Más extraña ha sido aún la actividad del Ejecutivo al pedir urgencia para el proyecto, apremio que sólo podía tener justificación si el Gobierno hubiera demostrado fehacientemente su propósito de realizar las elecciones parlamentarias aplazando las municipales, que están próximas. Pero tal como se han desarrollado los acontecimientos que rodean esta iniciativa, el Gobierno jamás podrá justificar su petición de urgencia para el despacho de esta reforma constitucional, en circunstancias de que en su propio partido había cuatro Senadores pareados que impiden alcanzar el quórum para aprobar la reforma. La opinión pública se está formando ya una visión clara sobre estos procederes, y nadie que entienda algo del mecanismo de votación puede poner en duda que lo único que el Gobierno ha buscado es que se rechace la reforma en el Senado, para evitar la derrota que le significaría someter su política al veredicto de las urnas. Si alguien tuviera dudas sobre los propósitos gubernativos que me he permitido esbozar, bastaría con que se informara acerca de ¡as gestiones realizadas en el curso del día de ayer por la directiva del Partido Nacional, que visitó al Ministro del Interior para pedirle el retiro de la urgencia del proyecto, con el fin de que pudiera ser votado y aprobado después del 2 de abril, fecha en que vencen todos los pareos. La negativa terminante y sin expresión de causa del señor Ministro en cuanto a acoger esta gestión realizada por el Partido Nacional, como último intento para hacer posible la renovación del Congreso, es la demostración más concluyente de que el Gobierno no quiere que se realice el enfrentamiento político que solicitó en un momento de perturbación emocional, y que ahora desea transformar en un mero recurso electoral para la campaña de elección de regidores. Tanto o más grave que estas actitudes ha sido la negativa permanente del Gobierno a otorgar garantías electorales. El control progresivo de los medios de comunicación con la opinión pública explica perfectamente los temores de muchos partidos políticos de llevar a cabo el enfrentamiento que ha pedido el Gobierno. Pero es precisamente por esta circunstancia por la que nosotros creemos que dicho enfrentamiento no puede aplazarse, porque en dos años más no es improbable que, atendido el progresivo amedrentamiento de la población, se llegue a un punto en que las consultas populares carezcan de toda validez porque los ciudadanos, sujetos a presiones y a amenazas, no podrán expresar su pensamiento ni emitir libremente sus votos. Durante este debate se ha mencionado muchas veces el desquiciamiento de nuestra vida democrática mediante la acción fascista. Permítaseme recordar que hace cerca de dos años comencé la denuncia de estos hechos como un predicador en el desierto. El señor PABLO.- Su Señoría lo sigue siendo. El señor IBAÑEZ.- Ya no, señor Senador. Nadie comprende, pues, ni comparte mejor que yo los temores que aquí se han señalado respecto de la peligrosa pendiente por la que se deslizan las libertades públicas y la independencia de los ciudadanos. Y si hoy me he tomado la libertad de hacer este recuerdo, es porque deseo invocarlo para explicar que el fascismo es la actividad que asumen los regímenes que se saben impotentes para resolver los problemas políticos de un pueblo. Pero, asimismo, deberá tenerse presente que las tendencias fascistas suelen encontrar eco en la colectividad, aunque sólo sea como reacción desorbitada y enferma, frente a la decadencia de un Estado o a la desintegración política de un pueblo. Este es el grave peligro que encaramos. Y también reside aquí una seria responsabilidad que recae sobre todos nosotros, comenzando por el propio partido de Gobierno: poner término a cualquier forma o manifestación de politiquería, porque ellas destruyen el respeto a nuestra democracia y abren el camino a las actitudes impotentes y violentas que constituyen el fascismo. La reforma propuesta tal vez no sea ortodoxa a juicio de algunos juristas. Pero cuando se han desbordado los cauces institucionales en la forma en que lo denota la gestión de este Gobierno, es necesario restablecer el orden jurídico acudiendo a un procedimiento también extraordinario. Es preciso, además, aceptar la renovación del Congreso para que queden en evidencia, no sólo la insinceridad del Ejecutivo, comprobada ayer en su rechazo a la proposición del Partido Nacional, sino también el repudio que merecen a la ciudadanía la prepotencia y la ineficacia de su gestión. Ahora se presenta una ocasión de hacerlo. Algunos quizás verán en ella una forma de oportunismo. Pero habría que convenir en que en este caso sería un oportunismo muy patriótico. El Partido Nacional proclama la necesidad de aprovechar el proyecto del Gobierno para dar adecuada expresión política a los amplios sectores que el Partido Democratacristiano ha defraudado, y que el Partido Nacional defiende, reivindica y representa. El señor PABLO.- ¡ Pero poco! El señor IBAÑEZ.- Deseamos, finalmente, que la forma de votar esta reforma constitucional nos permita esta tarde expresar cabalmente la tendencia que nosotros representamos y nuestros anhelos de acudir a las urnas para renovar, acrecentado, el mandato con que nos honró la ciudadanía. El señor DURAN.- ¿Me permite una interrupción, señor Senador? El señor IBAÑEZ.- El Honorable señor Duran me ha solicitado una interrupción. El señor JARAMILLO LYON.- El tiempo que reste después de usar la palabra el Honorable señor Duran lo cedo al Honorable señor Palma. El señor DURAN.- Señor Presidente, quiero ocupar la atención del Senado muy brevemente, porque, como aquí ha sido expresado, la distribución del tiempo se ha hecho en consideración al número de Senadores y, en consecuencia, no obstante lo extenso de mi intervención de ayer, como no podré intervenir más adelante, no quisiera que algunas de las expresiones escuchadas a los Senadores de la Democracia Cristiana queden, por lo menos, sin un comentario de mi parte. Escuché ayer la exposición del Honorable señor Pablo, En mi concepto, ella se caracterizó por dos afirmaciones. Criticó el sistema bicameral, sistema que ha traído a esta Corporación al señor Senador; es decir, a un hombre que aspiró como candidato no es imposición de ley serlo precisamente a llegar a esta segunda Cámara que repudia, por creerla innecesaria. En seguida, y aquí me parece que la lógica del Honorable colega se perdió en la polvareda, nos dijo, con un entusiasmo juvenil que aplaudía que su partido y él, personalmente, tenían una especie de euforia de transformaciones; que deseaban dar al proceso de transformaciones una velocidad y una extraordinaria dinámica, que el sistema institucional no permitía; que, en general, el régimen reglamentario del Senado era muy limitado; que todo acuerdo quedaba "para después", y, en gestos verdaderamente teatrales, puso ancho énfasis para demostrar que él y su partido se sentían como amargados por todo este sistema engorroso y de larga tramitación. Recuerdo haber leído en la historia ese mismo lenguaje. Se lo oímos al ex Presidente de la República señor Carlos Ibáñez: el Gobierno era prisionero de las leyes, de las tramitaciones de la política. El señor PABLO.- Lo dijo también el Presidente don Arturo Alessandri. El señor DURAN.- No, no fue ése el lenguaje del señor Alessandri. El se quejaba de las críticas del Senado a su persona, al Presidente; paro no era prisionero del sistema. Ser prisionero del sistema, ver la posibilidad de corregirlo pero mantener una postura reticente o silenciosa, implica responsabilidad para los que adoptan esa actitud: el señor Senador y todos los colegas, y, en su oportunidad, el Presidente de la República. Si el sistema reglamentario es engorroso, si tiene defectos, vicios que atrasan la dinámica del entusiasta movimiento nuevo, planteen reformas a la estructura del Reglamento. ¿Dónde están? ¿Cuáles son? No puede, en consecuencia, sostenerse con tanta soltura da cuerpo, desde el punto de vista moral, que aquí se está amarrado y limitado por el régimen del Reglamento. Por lo menos, debe adoptarse una actitud que exprese el anhelo de estructurar el sistema de una manera distinta. En todo caso, quedamos en espera de estas iniciativas del Honorable señor Pablo. También es necesario destacar otro hecho, hoy repetido por el Honorable señor Aylwin, Presidente de la Democracia Cristiana. Nos habló, por rara coincidencia, en un lenguaje que viene a ratificar nuestros temores en ciertos aspectos. El "orden nuevo" ¿Sus Señorías no hacen recuerdos históricos? tampoco es una palabra o idea nueva. Ya de ello nos habló Hitler, fue su bandera, y así lo planteó en "Mein Kampf". Y cada vez que planteaba un problema era con relación a la oposición, a la que perseguía hasta barrerla y ahogarla en sangre. Cuando desató la guerra racial, habló de que era necesario exterminar hasta el último judío. ¿En nombre de qué ? ¡ Del nuevo orden! Tenemos, por eso, cierta razón para estar temerosos. Es verdad que no observamos todavía derechamente las camisas pardas. No se ven; pero no se crea que por eso no se notan actitudes claramente definitorias. Parece innecesario, por ejemplo, recordar todo el asunto vergonzante de SOPESUR: la presión, la amenaza, el chantaje con los créditos, todo ello reconocido por el Gobierno. Se argumentó que los particulares pueden comprar acciones. Pero el problema consistía en averiguar quiénes eran esos particulares. Eran personeros del Gobierno. Y quienes ejercían la presión eran funcionarios del Gobierno, del Banco del Estado, en un afán por ir controlando la prensa. Es decir, una línea de tipo totalitario que observamos también en el caso de la radioemisora SAGO, comentado en el diario "La Unión", de Valparaíso, por el señor Silva Carvallo. Es éste un asunto que conoció la opinión pública, y con algunos hechos de detalle que lo hacen aún más vergonzante, pero que no dicen relación al fondo. En seguida, señor Presidente, ¿no es todo un montaje de tipo "nacistoide", un sistema de propaganda intensa para desprestigiar al Congreso? ¿Acaso no fue ésa la política empleada por el señor Hitler: desprestigiar al Congreso, para terminar incendiando el Reichtag? ¿No es ésta una línea trágicamente convergente que basta para cimentar nuestros temores ? Por último ¿no caracteriza estos movimientos totalitarios el endiosamiento del hombre-Führer? Más que el propio partido, más que el Movimiento Nacional Socialista, por sobre él, está el Führer. ¿Y cuál es la característica de la propaganda que ahora se desarrolla en Chile? ¿Cuál es lo peculiar de los cantos de aquí, sino el "¡Frei, Frei, Frei!" con un trágico y machacante golpeteo que hace recordar la bota con metal en los tacos que recorría, aterrorizando, las calles de Berlín y demás pueblos de Alemania? ¡El endiosamiento del hombre! Hay también algunos otros hechos que, como síntomas, se suman a las causas de los temores. No se crea que se trata de temor físico por la agresión de hecho todos somos hombres con hijos ya creciditos y tenemos la obligación de enfrentar las cosas que la vida nos plantea. No se trata, pues, de temor a la agresión física. A ésa, no le tememos. Tampoco diré que nos produce felicidad; pero, en todo caso, no nos produce temor. Pienso que el temor que nosotros sentimos se va confirmando con otros brochazos o síntomas. He oído en la radio esa canción del sol que brilla tras las montañas o, para ponerlo en el orden de Sus Señorías: "brilla el sol detrás de las montañas, Frei, Frei, Frei". No creo que Frei sea el sol, sino que es éste el respaldo para levantar la personalidad del hombre-dios. Pues bien, ¿qué ocurrió con los demás movimientos que trágicamente ha conocido la humanidad? Aquí al lado, no cantaba la juventud "Los muchachos peronistas"? Es verdad que algunos eran más o menos crecidos; algunos eran tontitos viejos. Y los alemanes, ¿no cantaban Horst Wessel?. ¿No eran de la misma tónica y de la misma línea sus marchas: "Die Fahnen hoch" (arriba las banderas) ? Y la "giovinezza" del señor Duce, ¿no tenía, también, la misma definición ? Por último, con relación a Franco, el canto de setiembre ¿no tiene también cierta similitud con todo esto? Existen, pues, las estructuras, el sistema de la propaganda. Hace unos días, en uno de los breves lapsos en que este "Senado de "flojos" " nos permite salir fuera de Santiago, fui a visitar a mi familia. Durante mi precipitado regreso porque hay que estar aquí a las once de la mañana escuché todas las radioemisoras. En todas ellas, el mismo sistema de propaganda: el de desprestigiar al Congreso. El locutor pregunta a un hombre del pueblo: "¿Usted quiere que siga lo que está viviendo el país? ¿Un Congreso que obstruye? ¿O quiere, por lo contrario, un Gobierno que con dinamismo se proyecte?" ¡Esa manera de preguntar no tiene más que una respuesta, que obedece a una pregunta torcida! El señor CHADWICK.- Condicionada. Es un condicionamiento sicológico. El señor DURAN.- Nuestro muy distinguido amigo, el Honorable señor Aylwin ¿cómo decirlo, para no salírme del Reglamento?, sin que se le arrugara un músculo de la cara ha repetido aquí, en nuestra presencia claro, no estaba presente ningún Senador del Partido Nacional lo que por primera vez dijo el Presidente de la República, en Castro: que no sólo se eligió a un Primer Mandatario, con más de 50% de los votos, sino que esta vez se eligió también un programa. Entiendo que lo diga el jefe del Estado, porque allí, en Castro, nadie ha de replicarle, sino que todo lo contrario la gente lo alienta. Pero ¡ que afirme el Honorable señor Aylwin ante nosotros que esta vez no sólo se eligió a un Presidente sino también un programa, es distinto! ¿Quiénes votaron por ese Presidente programa? Ellos, los democratacristianos, y las fuerzas independientes que los siguen. Pero también votó la Derecha: los partidos Liberal y Conservador. . . El señor PABLO.- Con expresa declaración de que no aceptaban el programa. El señor DURAN.- Entonces, si la Derecha no aceptaba el programa, ¿ cómo tienen Sus Señorías el desenfado de venir a decirnos que los votos obtenidos respaldaron al señor Frei y a su programa? El señor PABLO.- Porque obtuvo votación mayoritaria. El señor DIERAN.- Digan que fue de respaldo al señor Frei y que, respecto del programa, se le quedaron cuatrocientos mil votos en el bolsillo. ¡Esta es la manera honesta de plantear el problema! En consecuencia, el sistema democratacristiano es faltar a la verdad y engañar al hombre de la calle. ¡Para eso tienen radio abundante ! ¡ Pero no nos vengan a mentir aquí, cara a cara, porque no estamos dispuestos a aceptarlo en silencio! Les votos de la Derecha fueron para el señor Frei. No para el programa, ese programa que ayer nos mostró el Honorable señor Aylwin, metido en una carpeta desordenada en donde tenía sólo recortes de diario. El señor PALMA.- Los resultados de la elección parlamentaria ratificaron esa mayoría. El señor DURAN.- No, señor. La elección de parlamentarios no podía ratificarla. El acto de ratificación se produce, en el orden constitucional, en el Congreso Pleno, y es el de la elección directa, en que el señor Frei obtuvo más de 50% de los votos. En consecuencia, afirmar que los votos de la Derecha apoyaban el programa, es decir una falsedad; y si estoy equivocado, aquí hay .parlamentarios de Derecha que pueden rectificarme. El señor PABLO.- ¿Me permite una interrupción ? El señor DURAN.- Al Honorable señor Ibáñez, que era Senador, y al Honorable señor Jaramillo, que también lo era, les pido que digan aquí, honestamente, si, cuando votaron por el señor Frei, pretendieron hacerlo por un programa que, por no ser conocido, ellos ignoraban; y si, de conocerlo por medio de los discursos que aparecen en los recortes de prensa que sirvieron de base a la intervención del Honorable señor Aylwin, impuestos de tales planteamientos, votaron por ese conjunto de hechos que han venido produciéndose en el Gobierno de los democratacristianos, y que llaman su programa. Entre otras cosas la disolución del Congreso. Que lo digan. El señor PABLO. Esos partidos declararon que no aceptaban el programa. El señor ALLENDE (Presidente).- ¿Ha terminado Su Señoría? El señor DURAN.- Sí, señor. El señor IBAÑEZ.- Deseo continuar, señor Presidente. El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Ibáñez. Puede continuar Su Señoría. El señor IBAÑEZ.- No sólo quiero corroborar lo expresado por nuestro colega el Honorable señor Duran, sino señalar, además, que el Partido Demócrata Cristiano, en su gestión de Gobierno, está realizando cosas que jamás sostuvo durante la campaña presidencial, y está cometiendo atropellos flagrantes a afirmaciones que hizo en forma muy categórica en el curso de aquélla. Jamás sostuvo entonces el señor Frei que atropellaría las disposiciones legales o constitucionales del país... El señor PABLO.- ¿Cuáles ha atropellado? El señor GUMUCIO.- ¿Cuáles, señor Senador? El señor IBAÑEZ.- Voy a señalarlas, señores Senadores. Tengan un poco de calma. El señor DURAN.- ¡Tómenlo con Andina ! El señor IBAÑEZ.- Se votó en favor del señor Frei, y gran parte de la Derecha lo hizo porque su persona le significaba una seguridad casi absoluta de que no sería tocado el régimen jurídico chileno en cuanto garantizaba la igualdad de todos los ciudadanos y la justicia que debe prevalecer en el país. Y, sobre todo, por la circunstancia, que influyó mucho en el ánimo de los electores de Derecha, de estar convencidos de que bajo el Gobierno del señor Frei seguramente muchas cosas podrían ocurrir que no fueran del agrado de ellos, pero que una no sucedería: el despojo. Y ése ha sido uno de los más trágicos errores de esos partidos. El señor PABLO.- La ley atropellada, ¿cuál es, concretamente? El señor IBAÑEZ.- Me referiré a un caso, si quiere que le señale concretamente uno. El señor GUMUCIO.- Cite el caso. El señor IBAÑEZ.- Citaré uno, muy de actualidad, e importante. El señor GUMUCIO.- ¡ Esto ya es majadería ! El señor IBAÑEZ.- El domingo pasado, el señor Frei estuvo en Llay-Llay exponiendo los postulados de su política agraria. Sin embargo, olvidó referirse a lo más importante para todos los hombres que trabajan la tierra: olvidó explicar si su Gobierno respetaría a quienes se ganan el sustento con el sudor de su frente. . . El señor PABLO.- ¿Cuál es la ley? El señor IBAÑEZ.- ... o los perseguiría y encarcelaría, como lo ha hecho con Manuel Burgos. El señor GUMUCIO.- Es el único caso. . . El señor IBAÑEZ.- Habría sido interesante que el Presidente Frei, mientras estuvo en Llay-Llay, hubiera ido al hospital a visitar a ese ciudadano modestísimo... El señor PABLO.- ¿Qué ley ha atropellado el Gobierno? El señor GUMUCIO.- ¡ Ya lo hemos oído veinte veces! El señor IBAÑEZ.- ¡Me lo oirá quinientas, hasta que el Gobierno ponga término a la ignominia que comete con ese campesino! No tiene derecho la Democracia Cristiana. . . El señor GUMUCIO.- ¡Es majadería . . . ! El señor IBAÑEZ.- ... a hablar en nombre de los campesinos e invocarlos para justificar las tropelías que comete, mientras realiza atropellos indignos que justifican plenamente el calificativo de "nazi" que se le ha dado en esta sesión, como el que ha cometido con ese hombre modestísimo que es Manuel Burgos. El señor PALMA.- En ese caso, se ha procedido en virtud de una ley dictada por Sus Señorías. El señor IBAÑEZ.- Se me ha pedido que señale cuándo ha faltado a la ley el Gobierno. A propósito dsl señor Burgos El señor GUMUCIO.- ¡ El único caso! El señor IBAÑEZ.- . . .ha pasado por sobre dos fallos de los Tribunales de Justicia; y deberíamos ocuparnos aquí, en el Senado, de esta abierta violación de las garantías que protegen a todos los ciudadanos. El señor TEITELBOIM.- ¿Me permite una interrupción el Honorable señor Ibáñez? El señor IBAÑEZ.- Con mucho gusto. El señor ALLENDE (Presidente).- Con la venia de la Mesa, puede usar de la palabra Su Señoría. El señor TEITELBOIM.- Quiero preguntar al Honorable señor Pedro Ibáñez si es efectivo que el Partido Liberal, en ese tiempo, recibió alguna garantía de parte del señor Eduardo Frei. De ser así, supongo que también la recibiría el Partido Conservador. El señor IBAÑEZ.- Señor Presidente, yo no podría absolver esa consulta, porque estuve absolutamente al margen de toda relación en lo tocante al apoyo que se dio al señor Frei. Pero creo que las garantías a que se refiere Su Señoría fueron muy explícitas en los discursos del señor Frei. El señor PALMA.- Cuando ofreció la reforma agraria. El señor IBAÑEZ.- Me parece que las actitudes del entonces candidato, durante toda su campaña, y las expresiones que usó públicamente con relación a asuntos vitales para las fuerzas que representamos, hacían innecesaria, me parece, toda petición de una garantía especial, tratándose de un político acerca de quien todo el mundo confiaba que había de cumplir su palabra. El señor PABLO.- ¿Cuáles son las leyes atropelladas? ¡Todavía no lo dice! El señor DURAN.- Con este testimonio pierden con costas el pleito. El señor PABLO.- ¡No, señor Senador! El señor GUMUCIO.- El caso Burgos. El señor DURAN.- No. Me refiero a la afirmación de que no votaron por un programa. El señor IBÁÑEZ.- Le quedan tres minutos al Comité. Tengo entendido han sido cedidos al Honorable señor Palma. El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Jaramillo, en el tiempo del Comité Nacional. El señor JARAMILLO LYON.- Frente al emplazamiento hecho en este momento por el Honorable señor Duran, me referiré a la materia: a la conducta asumida por el señor Frei, Senador, y a la que se observa ahora en el Excelentísimo señor Frei, Presidente de la República. No es necesario, señores Senadores democratacristianos, cuando se trata de gente de limpia trayectoria, solicitar testimonios escritos ni garantías. Basta con la conducta de una vida entera y con las palabras expresadas responsablemente. Y aquí, en este Senado, los Honorables señores Raúl Ampuero y Altamirano, y yo, en mi discurso de ayer, recordamos conceptos claros, perfectamente definidos, del entonces Senador señor Frei, cuando sostenía que el Poder Ejecutivo, el que tenia mayor poder, quería mayor poder aún. A ese mismo señor Frei, ahora transformado en Presidente de la República, todo el poder se le hace escaso, todo se le hace poco. El señor Frei ha salido ya en sus anhelos del ámbito constitucional, y parece querer transformarse en faraón. Por eso, reitero aquí lo dicho en los pasillos: yo conocí a Eduardo Frei, Senador. No conozco a este Eduardo Frei que está en la Presidencia de la República, tan ansioso de ilimitados poderes. Nada más. El señor GUMUCIO.- El no conoce a Su Señoría. El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Comité Comunista. El señor PABLO.- Con cargo al tiempo nuestro, señor Presidente, me permite tres minutos. El señor DURAN.- Pague las costas mejor, señor Senador. El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Pablo, con cargo al tiempo del Comité Demócrata Cristiano. El señor PABLO.- El Honorable señor Duran ha querido revivir hoy de nuevo el problema del fascismo. Yo, en el día de ayer, sostuve que el señor Senador sacrificaba en su discurso las imágenes, el fondo. Lo reitero hoy. Y si yo creyera que con alguna frase pudiera juzgarse los discursos del Honorable señor Duran, le aplicaría aquella tan célebre de Hamlet: "Palabras, palabras, palabras". El señor DURAN.- ¡El único que tiene ideas, es Su Señoría. El señor PABLO.- No hay en ellos, en el fondo ningún concepto sólido, porque la comparación, como dicen los franceses no es razón, y aquélla de que la gente cantaba también en otras partes no puede significar, como para el señor Senador, que esté en marcha en Chile un Gobierno de carácter totalitario. A mi juicio, lo valedero sería señalar cuáles son las actitudes del Gobierno que, en opinión del Honorable señor Ibáñez, no han respetado la Constitución ni la ley. Sin embargo, después de mucho esfuerzo, este tremendo Senador de Oposición del desierto, como él se ha calificado,.. . El señor IBÁÑEZ.- Ahora no. Lo fui hace dos años. Ahora, no. El señor PABLO.- ... apenas puede señalar el caso de un campesino, que ha tenido en su mano recurrir a los Tribunales, si algún daño se le ha infligido. Y estoy cierto de que el Senado acogería también cualquier reclamación apoyada por un testimonio real... El señor IBÁÑEZ.- Ya llegará. El señor PABLO.- Pero el señor Senador se queja por algo que le duele: la reforma agraria. El señor IBÁÑEZ.- ¡No, señor Senador! El señor PABLO.- Sí, señor Presidente. Es por la reforma agraria. El señor GUMUCIO.- ¡Ese es el fondo! El señor PABLO.- Dijimos que la haríamos, y me tocó defender, en sus bases fundamentales, principios que son los mismos hoy día, transformados en ley, que en 1963. El avalúo fue determinado dos años antes de que el señor Frei fuera Presidente de la República, como lo dije en su oportunidad. Por eso, pregunto ¿a qué transgresión legal se refiere Su Señoría, cuando se actúa en virtud de una ley sancionada por el Congreso? Me felicito de que el señor Frei haya tenido el coraje de mantener su postura con relación a esa ley. Ha sido difícil, muy difícil obtenerla, por nuestra estructura institucional. Recuerdo haber oído decir a Senadores que jamás votaron en contra de la Operación Unitas: "Hemos estado siempre conformes con la Operación Unitas, ¡pero la reforma agraria!"... En el caso concreto de los ascensos militares, he oído decir: "¡Ah, pero tal fecha de la reforma agraria!. .." Yo sé lo que ha costado mantener los puntos de vista del Gobierno. El señor IBÁÑEZ.- Las dueñas de casa también lo saben. El señor PABLO.- Por eso no es contra del atropello del dictador que claman. Claman por sus intereses heridos, contra las ideas del pueblo, contra el Gobierno, contra la multitud. El Honorable señor Duran y sus partidarios, al pronunciarse en contra de este Gobierno, lo han hecho en contra del pueblo, que ya no está con ellos. No tienen masa. Están solos y desamparados. Tuvieron intereses que les dieron algún poder sobre la ciudadanía, pero hoy día están perdiendo influencia, no tienen pueblo, porque no supieron conquistarlo con el afecto de sus actitudes. Una vez más, estamos aquí en presencia de un tirano, pero respetuoso de la Constitución y la ley; de un tirano que se somete a la ofensa de un Congreso minoritario en una de sus ramas. Ese tirano, a pesar de ello, tiene un solo patrimonio: el cariño del pueblo y su posición moral de respeto a la Constitución y la ley. El señor DURAN.- ¿Y qué hay del plan? El señor PABLO.- En cuanto al plan,... El señor DURAN.- ¡Se le había quedado ! El señor PABLO.- . . .decía el Honorable señor Duran que no existió. Frente a esto, puedo decir que el Honorable señor Duran tiene facilidades para la imagen, pero para la argumentación es débil. Dijo que no existió plan: pero en seguida agregó que la Derecha apoyó a Frei declarando que no aceptaba su programa. ¿Existía programa o no? Si no existía, no podía decir que no lo aceptaba. Entonces, existió. El señor DURAN.- No me falsee el argumento. El señor PABLO.- Se ha sostenido qué el aporte de votos derechistas fue de 400 mil. Yo no sé si los tuvieron durante los últimos comicios municipales. El señor IBÁÑEZ.- Sí, señor. Los hubo. El señor PABLO.- No lo sé. El señor JARAMILLO LYON. ¡Aprenda a contar! El señor PABLO.- Quiere decir, en todo caso, que esos votos se emitieron en favor del Presidente Frei, unos, por adhesión decidida a su programa, y otros, porque ^eligieron el mal menor. En aquella época hubo gente que decía estar dispuesta a sacrificar la mitad de su fortuna, pero luego llegó el momento de pagar el impuesto patrimonial. El Honorable señor Ibáñez se refirió recientemente a las leyes que los ahogan tributariamente. ¿Y quién presentó la indicación final sobre el impuesto patrimonial ? Fueron los Senadores Bernardo Larraín y Roberto Wachholtz, y ella resultó aprobada por unanimidad, porque no hubo ningún voto en contra. Sin embargo, ahora rasgan vestiduras. La indicación nuestra era más fuerte que la aprobada en definitiva. ¿Y cuántos Senadores democratacristianos había en esta Sala? Uno solo: el que habla. Por eso, señores Senadores, cuando se escriba la historia, cuando se nos mire con cierta perspectiva, cuando pase el son dé las palabras y quede solamente lo sustantivo, estoy cierto de que la historia dirá que en este período hubo un hombre demócrata, con gran sentido popular y adhesión al pueblo. Aquellos que rechazan el Gobierno de las multitudes, aquellos que rechazan en definitiva la consulta al pueblo porque de eso se trata,... El señor DURAN.- ¡Sus Señorías no entienden la diferencia! El señor PABLO.- .. .están bailando en la cuerda, creen que hay, según se me dijo hace pocos días, un eje Berlín Moscú. Eso me decía el señor Duran. Creo que tiene razón el señor Senador al preocuparse de los ejes, porque a las colectividades políticas que están partidas por el eje no les queda otra cosa que estar pensando en función de imágenes que den respuesta a su desgracia. El señor DURAN.- ¿Qué hay del plan? No me contestó Su Señoría. El señor PABLO.- Existió. Se lo dije. Tanto existió que lo rechazaron. El señor DURAN.- Aquí han dicho que no es efectivo que votaron por el plan. ¿Por qué sostiene una cosa distinta? El señor PABLO.- Fue Su Señoría quien expresó que habían votado a favor del señor Frei, pero sin aceptar el plan. El señor DURAN.- Han afirmado aquí que no votaron por el plan. ¡ Su Señoría está faltando a la verdad, y eso no es bueno! El señor PABLO.- ¡Eso ya se está transformando en una monserga! El señor DURAN.- ¡ Usted no está partido por el eje! ¡Está salido del eje! El señor PABLO.- ¡El único que dice la verdad es Su Señoría, pero el país sabe hasta dónde llega su verdad! El señor DURAN.- ¡ A mí me han escuchado y a Su Señoría también, y creo que la imagen que el pueblo tiene del señor Senador es peor que la que tiene de mí! El señor PABLO.- ¡Es cuestión de creencia! El señor DURAN.- ¡ Es cuestión de preguntar! El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Teitelboim. El señor TEITELBOIM.- Señor Presidente, los comunistas hemos dado nuestra opinión central sobre este proyecto a través del discurso pronunciado por nuestro compañero Senador Carlos Contreras Labarca. Clima exacerbado. En esta ocasión queremos hacernos cargo, sobre todo, de argumentaciones formuladas con posterioridad a dicha intervención por Senadores de diversas bancas. Reitero que no creemos que este proyecto sea fundamental para la república ni solucione ninguna necesidad primordial del pueblo. En verdad, se ha agigantado su" significado, en un clima exacerbado, lindante con la histeria. En el fondo, hay mucho de teatro y de circo. A un pueblo que no tiene pan se le pone por delante la cortina de humo de un grave diferendo entre el Presidente de la República y el Senado con fines de diversionismo político, a fin de distraerlo de sus más hondos y reales problemas. Con este proyecto, el pueblo no va a solucionar el drama de su hambre, cada día peor, ni tampoco aumentará la producción del país. No se recuperará la propiedad nacional de las fuentes básicas de materias primas. El campesino no dispondrá por eso de más tierra. Ningún hombre ni mujer del pueblo tendrá gracias a él mínimo alivio en su situación aflictiva. Sin embargo, Chile parece .absorto en este gran diálogo falso, en el cual los comunistas no queremos participar sin una clarificación respecto de su verdadero significado secundario como problema del país. No obstante, la controversia ha servido de pretexto y oportunidad para que el Gobierno de la República y el Partido Demócrata Cristiano asuman posiciones que, más que a la reforma misma, apuntan hacia un día determinado: el 2 de abril próximo, porque ella se ha convertido de preferencia en un arma de presión psicológica, pieza maestra en el arsenal de la intervención electoral del Ejecutivo. Crisis en la cúspide. Escuché con atención el discurso que esta mañana pronunció el presidente de la Democracia Cristiana, señor Patricio Aylwin, quien recordó la apreciación de nuestro colega el señor Ampuero, en el sentido de que en el país ha reinado durante largos años una tensión casi permanente entre el Ejecutivo y el Congreso. Es verdad. Pero constituye en substancia una querella, a mi juicio, formal, en la cúspide del edificio, que no ahínca sus cimientos en razones sociales genuinas y profundas, que toquen los intereses vitales del país, y del pueblo. Con ella se entretiene y distrae a la opinión como si nosotros formáramos un Parlamento del siglo pasado, cuando las urgencias económicas no eran tan acuciantes, tan angustiosas y golpeaduras y, por consiguiente, el Senado de la República podía darse el lujo de ser un tanto ateneo donde se discutía con ánimo enardecido acerca de problemas jurídicos y reglamentarios a menudo bizantinos que no daban una respuesta legítima ni certera a las apetencias de solución de los asuntos cardinales de la nación. Recordó el Honorable señor Aylwin que el ideólogo fundamental de la Democracia Cristiana y maestro muchas veces reverenciado por el actual Presidente Frei, Jacques Maritain, habla de que la tragedia de las democracias modernas es que ellas no han logrado realizar aún la democracia. Eso es exacto. El marxismo lo ha dicho con otras palabras, de una manera más diáfana y tajante, yendo a la raíz económicosocial del fenómeno y explicando por qué no la realizan: porque la democracia burguesa no es, en verdad, una democracia real. Auténtica, sino social. La democracia es el gobierno del pueblo, de la mayoría y, sobre todo, del trabajador, y las democracias occidentales son el gobierno de la minoría que disfruta de los privilegios y de las situaciones económicas claves, que configuran una superestructura política, social, publicitaria, y también instituciones de poder, como el Parlamento, el Ejecutivo y el Poder Judicial, en los cuales señorean casi sin contrapeso. El hombre moderno, un trabajador. Se habló también de que la característica del hombre moderno consiste en que es un trabajador. Hermosas palabras, que reconocen una realidad evidente, pero que no ayudan para que el trabajador en el hecho sea el gobernante efectivo de esta época en más de la mitad del mundo. El presidente de la Democracia Cristiana, citando al comentarista francés a que aludió frecuentemente esta mañana, dice que hay dos caminos para desembocar en la democracia: el que pretende ir a la libertad por la libertad y el que pretende una liberación por la fuerza. Supongo que el partido de Su Señoría pretende alcanzar la "libertad por la libertad" y que el prototipo de dicha democracia que postula ir a la "libertad por la libertad" está representado también en Chile por partidos como el Nacional, que blasonan de su amor verbalista por ella, noche y día. Y en el ámbito mundial, se señala una especie de paradigma o arquetipo, de monumento de tal tipo de "democracia libre", la llamada democracia norteamericana. Quiero decir, tomando pie en el discurso pronunciado hace pocos minutos por el Senador Nacional señor Pedro Ibáñez, que efectivamente a través de sus recientes palabras se pone al desnudo lo que es esta democracia que quiere ir a la "libertad por la libertad". ¿Qué dijo finalmente, en síntesis, el Honorable señor Ibáñez? Que habían votado por la candidatura del actual Presidente de la República porque durante su campaña, en todos sus discursos, dio seguridades a la Derecha en asuntos vitales para los intereses que representa. Agregó que no votaron por el programa. Está claro que el Partido Nacional habla de democracia en función de conveniencia, de sus anchos bolsillos, de sus cuentas corrientes con muchos ceros... El señor JARAMILLO LYON.- El señor Senador no ha dicho jamás eso. Nadie ha ofrecido seguridades a la Derecha. El señor TEITELBOIM.- Yo copié ca si taquigráficamente las expresiones que hace diez minutos... El señor PABLO.- Yo no entendí las cosas así, porque habría tenido que referirme a ello. Porque seguridades no se dieron nunca a la Derecha. El señor TEITELBOIM.- Dijo que no hubo garantía escrita, pero que en todos sus discursos y en toda su campaña... El señor PABLO.- Al país. El señor TEITELBOIM.- ...se pronunció en asuntos vitales para los intereses que representa la Derecha. Y es claro que no empleó la palabra "caballeros", porque se trataba de gente 'bien" que trataba que dijera eso sin que hubiera necesidad de exigir un compromiso escrito. El nuevo disfraz de la vieja Derecha. Deseo referirme a esta concepción de la democracia, que está directamente vinculada con la preservación en asuntos vitales con los intereses materiales, concretos que representa una clase social determinada, que, en el caso del Partido Nacional, de la Derecha, son los del sector terrateniente del país. Pero claro está que la Derecha, personera del latifundio, no se presenta ante la opinión pública tal como es, al desnudo, con su propia cara y con la visera levantada, diciendo: "Nosotros hablamos aquí como representantes de los dueños de fundo, amenazados por la reforma agraria". Por el contrario, se viste con ropa ajena, se disfraza ante el público, se instituyen tutores, curadores y defensores de la abandonada clase media, "virtualmente domingo pasado en Llay-Llay, contestó en sin expresión política". A ello el señor Presidente de la República, en su discurso del forma enérgica, podría decir airada, reclamando para su propio partido el derecho de ser clase media. "Nosotros" dijo el Presidente Frei "somos clase media". Y habrá otros partidos que también reivindiquen para sí la exclusividad en la representación de los sectores y estratos intermedios de la sociedad. Para mí, está claro como la luz del día que el Partido Nacional no representa a la clase media, sino a las acaudaladas capas poseedoras de la tierra y otros privilegios en el país, hoy puestas en la picota, sentadas en el banquillo de los acusados de la historia, a.través de la reforma agraria. Para mí, resulta nítido también que el Partido Demócrata Cristiano, en cuyo seno hay numerosos militantes de la clase media, como lo son, por su origen social, el propio Presidente Frei y muchos de sus parlamentarios, en cambio desde el punto de vista económico, en razón de su política de maridaje con extranjeros, que son los del máximo imperialismo del mundo contemporáneo, no está defendiendo los intereses económicos de esas capas medias que han sido dura, fuertemente castigadas bajo el actual Gobierno. Los comunistas no somos esencialmente un partido de clase media. Somos, de manera sustancial, el partido del proletariado, de la clase obrera. Pero entre nosotros también hay miles de hombres y mujeres que pertenecen a ese sector y que han abrazado la ideología del marxismo, reconociendo a la clase obrera el papel director dentro de la lucha social. Entre los mismos parlamentarios nuestros, hay quienes provienen tanto de las capas medias como dé la clase obrera. Pero creemos que también las capas medias, en cuanto están compuestas por trabajadores personas que viven de un sueldo o de un salario, maestros, empleados, profesionales, funcionarios, pequeños empresarios, comerciantes, industriales modestos, artesanos, agricultores medianos y pequeños, gente toda que no ha recibido beneficio alguno, y sí ha conocido el azote de agobiadores impuestos, persecuciones, de parte de la actual Administración, están representadas en su derecho, limpia y sustancialmente por el FRAP, por el Partido Comunista. Por eso, nosotros creemos que la del Partido Nacional no es una posición de "oportunismo patriótico", como la definía al final de sus palabras el Honorable señor Ibáñez, sino de oportunismo craso, común y corriente, tan al uso en la política nacional, que obedece a menguado cálculo electorero. Si en este momento el Partido Nacional dice que las elecciones municipales deben realizarse simultáneamente con la de parlamentarios, ¿por qué lo propone? Porque en los municipios actuales, que fueron elegidos en 1963, antes del último comido presidencial, esa colectividad política conserva aún la más alta representación, una cuota inflada que nada tiene de representativa de la correlación política presente, y es lógico pensar que en las elecciones del 2 de abril ella quedará reducida a la mitad o a menos. Por lo tanto, esa tienda reaccionaria, sobreviviente de su ruina, trata de aplazarla, articulándola y acoplándola a una elección parlamentaria que, a juicio de ellos, les daría mayores posibilidades de mantener con menos pérdidas la posición ficticia que actualmente detentan en gran parte de los municipios. La sartén y la olla. Además, el Partido Nacional ha reprochado a la Democracia Cristiana algo que también con título muy diferente le reprochamos nosotros: el hecho de que, siendo el padre de la criatura, la mamá de este proyecto de reforma que estudiamos ahora, descuidara mortalmente, sin embargo, la atención del niño y haya, por A, B o C razones, cuatro Senadores pareados en el momento actual. Nosotros dijimos en la mañana, respondiendo al Honorable señor Aylwin, que estimamos que ésta no es una actitud correcta. Pero el Partido Nacional también se lo echa en cara, a pesar de que este sector político, que cuenta con cinco Senadores, tiene a tres de ellos pareados. Por consiguiente, es como la sartén que le dice a la olla: "no te acerques, que me tiznas", dé cuarto sin interés". A nuestro juicio, esa no es realmente una actitud de consecuencia ni de seriedad política ni revela ningún respeto por la opinión pública. El señor PABLO.- Sólo deseo dejar constancia, como lo hemos manifestado reiteradamente, de que los pareos son pactos de caballeros y que la caballerosidad obliga. Por eso, los Senadores de nuestro partido estarán en la Sala a la hora de la votación, del mismo modo que aquellos representantes de nuestra colectividad política que se encuentran pareados han permanecido en el recinto de la Corporación a la espera que se levanten sus pareos, que es lo único compatible con la dignidad de la caballerosidad. El señor NOEMI.- Por lo demás, fueron concertados con mucha anterioridad. El señor PABLO.- Efectivamente, mucho antes. El señor TEITELBOIM.- Este asunto ya se debatió. Ahora se invoca un término que, como es natural, debe emocionar los corazones de la gente respetuosa de los buenos modales: la caballerosidad. Quiero decir algo muy simple: en este país, desde los tiempos de la Colonia, se ha conocido la usura con el dinero, que Dios castigaba, porque el tiempo pertenece a el, y el dinero prestado por el simple transcurso de los días, no puede producir dinero, según dijo, me parece, Santo Tomás de Aquino. En tiempos de la Colonia circulaba una versaina muy conocida, que decía más o menos cito de memoria su sentido, no su texto exacto: "El reloj de los Teatinos" se trataba de una congregación religiosa "ha dado un cuarto para las tres. Y lo extraño es que siendo reloj Teatino, dé cuarto sin interés" Figuraron entre los primeros prestamistas a porcentaje crecido de la Colonia. Pero aquí y ahora la Democracia Cristiana, desgraciadamente, a esta usura con el dinero ha agregado y patentado un nuevo tipo de usura: la usura parlamentaria, mediante los pareos. Ha dicho y puesto en práctica que en el caso del tercio respecto de los vetos, dan pareos, pero en razón de dos por uno. Esto, en términos bancarios, significa interés del ciento por ciento. El señor PABLO.- Es el equivalente. El señor TEITELBOIM.- Equivalente," pero es usura parlamentaria, se cobra un interés del ciento por ciento, el doble por un pareo. El señor PABLO.- Al revés, lo otro sí sería usura. Por eso no han aceptado. El señor TEITELBOIM.- Es usura parlamentaria ciento por ciento. El señor PABLO.- Nadie ha hecho usura parlamentaria. El señor TEITELBOIM.- Eso ha pasado en el Senado. Todos lo sabemos. Quiero aprovechar esta circunstancia para proponer que los pareos, si han de subsistir, sean un pacto equitativo, igualitario, o bien suprimirlos. Si es que se trata de acuerdos de caballeros Su Señoría cree que los hay,.. El señor PABLO.- De haberlos, los hay. El señor TEITELBOIM.- Pero a veces no se portan como tales. El señor PABLO.- Eso es lo que estamos afirmando. El señor TEITELBOIM.- Decía anteriormente que, así como la posición democrática del Partido Nacional nos merece tan vehemente duda y nos suena a sarcasmo, tampoco creemos en esta democracia que va "a la libertad por la libertad", según la definición invocada en la mañana por el presidente de la Democracia Cristiana, con relación a su modelo o patrón básico: Estados Unidos. La Democracia de los Espías. Tengo a la mano algunos recortes de artículos publicados estos últimos días en el principal diario de Norteamérica, el "New York Times", que corresponden al 16 de febrero de este año y a los días inmediatamente anteriores. Este diario dice una cosa muy grave, que sólo una publicación chilena, "El Siglo", ha recogido extensamente, a pesar de que ese rotativo estadounidense pasa por ser el más importante del mundo occidental, y tiene sobrado prestigio como defensor de la "buena causa", de la democracia representativa de los Estados Unidos, del imperialismo. ¿Qué dice este diario? Está sosteniendo una campaña a través de famosos periodistas suyos, mediante la cual acusa que la CIA la Agencia Central de Inteligencia, el organismo máximo del espionaje de los Estados Unidos, ha venido financiando, desde los tiempos del Presidente Truman, a numerosas organizaciones estudiantiles, culturales y universitarias, para hacer lucha anticomunista y antipopular en América Latina y el resto del mundo. El organismo más inculpado resulta ser la Asociación Nacional de Estudiantes de los Estados Unidos. Y en el momento en que se produjo este contacto, que ha significado cuantiosos millones de dólares para comprar delatores y divisionistas, según el propio "New York Times", dirigente de esta organización lo leo era el señor Ralph Dungan, Embajador de Norteamérica en Chile y anteriormente ayudante especial de los Presidentes Kennedy y Johnson. Luego sigue una larga lista de otros agentes connotados de esa agencia mundial de espías. Entre las organizaciones financiadas por Estados Unidos, con esa lluvia de millones de dólares, figura, asimismo, el Congreso por la Libertad de la Cultura, del cual, en su tiempo, formó parte en Chile el actual Ministro de Tierras del Gobierno del señor Frei, don Jaime Castillo. Esta democracia chilena no ha dicho una palabra sobre dicho problema. Se trataba de enaltecer moralmente a la juventud convirtiendo a los estudiantes en espías por paga. El señor PABLO.- ¿Cómo se llama el teórico de Sus Señorías? Yo he leído sus libros, que han sido auspiciados por el mismo organismo a que se refiere el señor Senador. El señor TEITELBOIM.- No tenemos ninguno. Si el actual Gobierno de Chile ha escogido también el camino de los Estados Unidos y éste significa, esencialmente, los convenios del cobre y tantos otros gestos, quiere decir que mucha gente aquí está actuando, sépalo o no, financiada polla agencia de espionaje de los Estados Unidos, denunciada en dicho país en los últimos días por el "New York Times". Esa es la "democracia" que va a la "libertad por la libertad"... del espionaje pagado en dólares. Pido incorporar en el texto de mi intervención los párrafos pertinentes de esta denuncia, pues no deseo extenderme mayormente sobre el particular en virtud de no disponer del tiempo suficiente. Se accede a lo solicitado. -Los documentos cuya inserción se acuerda dicen como sigue: "The New York Times", de 15 de febrero de 1967. Johnson interviene en el caso de la CIA. "Washington, 15 febrero.- Funcionarios del gobierno dijeron que el Presidente Johnson al intervenir en la controversia surgida acerca de la subvención que la Agencia Central de Inteligencia entregaba a la Asociación Nacional de Estudiantes, instruyó a la C.IA. para que finiquitara todos los programas secretos de ayuda a los grupos estudiantiles. Los funcionarios dijeron que el Presidente pidió la revisión de todos los otros programas destinados a combatir las actividades comunistas por medio de organizaciones privadas, pero no ordenó la cesación de ellos." La CIA. financiaba al grupo estudiantil más grande de Estados Unidos. "Washington, 14 febrero. La Asociación Nacional de Estudiantes, la organización de estudiantes universitarios más grande de los EE. UU., admitió que había recibido fondos de la Agencia Central de Inteligencia desde 1950 hasta el año pasado." "El Departamento de Estado reconoció, hoy día, que la C.I.A. había contribuido con "fondos para subvención" a la N.S.A. por más de 10 años y que la donación había sido aprobada "en las altas esferas de gobierno"." La revelación del N.S.A. perjudica los esfuerzos de Estados Unidos. "Entre los funcionarios antiguos de la N.S.A. que ahora están en el Gobierno, se encuentran Ralph A. Dungan, Embajador de EE. UU. en Chile y ex asesor especial de los Presidentes Kennedy y Johson; Robert Smith, asistente especial del Director de Agencia Internacional de Desarrollo; el asistente del Director General de Correos, Richard James Murphy y Douglas Cater, asistente especial del Presidente Johnson. Cater era funcionario de la N.S.A. antes de que comenzara el programa de la C.I.A. "En 1946, cuando se efectuó en Praga el Primer Congreso Mundial de Estudiantes, las delegaciones comunistas obtuvieron el control de varios de los puestos claves e impusieron la agenda de la delegación moscovita." "El Presidente Johnson al ser informado de la revelación pública que se llevaría a cabo, pidió que se le diera a conocer cuándo había comenzado el programa (1952) y ordenó que se detuvieran todos esos programas. Oficialmente, en el hecho, los fondos de la N.S.A. se habían paralizado el 1º de enero. El programa, sin embargo, permanece. La batalla para influir a los líderes estudiantiles del mundo continúa, y no existen instituciones privadas disponibles para financiar a los líderes norteamericanos. En primer lugar fue éste el problema que hizo entrar en funcionamiento el programa de la C.I.A. y aún existe." "The New York Times", de 20 de febrero de 1967. Tormenta en la C.I.A. "El misterio que encierra la C.I.A. es fuente de preocupaciones. El americano corriente tiene poco conocimiento de los métodos, financiamiento y control de la C.I.A. Aunque desde su fundación, en 1947, como arma de la guerra fría, se sabe que la C.I.A. ha ayudado a derrocar gobiernos y a instalar otros, a formar ejércitos y a dirigir la desastrosa invasión a Cuba, como también a la creación de aerolíneas, estaciones de radio y escuelas. Periódicamente, se elevan interrogantes acerca de las actividades clandestinas de la C.I.A. en cuanto se conoce que la agencia ha fracasado o ha instigado una operación en controversia. Como sucedió, por ejemplo, después de la abortiva invasión de Bahía Cochinos, en 1961, y el año pasado cuando se descubrió que la Universidad de Michigan servía de pantalla a agentes de la C.I.A. al efectuarse un programa de asistencia técnica de miles de millones de dólares para el régimen de Ngo Dinh Diem, en Vietnam del Sur. El Presidente Kennedy se sintió tan molesto por el fiasco de Bahía Cochinos que contó a un alto funcionario de su administración que deseaba "romper la C.I.A; en miles de pedazos y esparcirlos al viento". El Senador Eugene J. McCarthy, demócrata de Minnesota, dijo que la Agencia "estaba haciendo política exterior y al así hacerlo estaba asumiendo el papel del Presidente y del Congreso". "Se ha hecho referencia a la C.I.A., como "el gobierno invisible"." Se le pidió a algunos de los estudiantes que copilaran informaciones, en vigencia, para servir como agentes encubiertos. Funcionarios de la Asociación de Estudiantes dijeron en una conferencia de prensa en el Washington Friday que la C.I.A. había hecho "fantástica presión" en los estudiantes para que no revelaran sus misiones clandestinas. Un líder estudiantil dijo: "Esto se ha convertido en una pesadilla para nosotros. Nuestra autenticidad se ha basado en la idea de que somos independientes y liberales." El señor TEITELBOIM.- Señor Presidente, quiero poner el acento deseo hablar con la máxima seriedad posible y evitar el clima de guerrilla en un concepto significativo que subrayó el Honorable señor Altamirano. No confundir lo inconfundible. Su Señoría se refirió al documento de un sector de la Democracia Cristiana denominado "Documentación, ideología y política", editado por los señores Jerez, Silva y Sotta. El señor Senador hizo particular mención del concepto de "oposición y oposición", respecto del cual se dice: "En un proceso de cambio social hay oposición y oposición. La oposición de izquierda es básicamente política, porque su cuerpo social esta constituido por clases y fuerzas en definitiva interesadas positivamente en el cambio. La oposición de derecha tiene a veces expresión política, pero es básicamente económica y social, pues su cuerpo esta constituido por clases y fuerzas ubicadas en una situación de privilegio amenazada por el cambio". Estimo que este párrafo es elocuente por sí mismo. Me parece que el error y también el callejón sin salida en que se ha colocado el Gobierno del Presidente Frei, residen en el hecho de que se ha mantenido mirando, en la mayoría de los casos, hacia la Derecha, y no ha optado por una política popular definida. La necesidad imperiosa del país exige que el Gobierno se decida por los cambios reales. Desde luego, la Izquierda está por ellos, en primer término, sin reservas ni temores. Así lo reconoce este sector de la Democracia Cristiana, y creo que con ello sólo ratifica un hecho palpable, indudable, que ninguna persona de buena fe podría negar. La Derecha está contra los cambios. Por lo tanto, si el Gobierno insiste en tratar de decir que la posición del Partido Comunista es la misma que la del Partido Nacional, lo que constituye una falsedad absoluta de principio a fin, se condena a la ceguera voluntaria, se está cerrando a sí mismo la posibilidad de hacer una política de realizaciones fecundas, y se maniata solo. Porque es evidente que, para que haya cambios, es necesario el respaldo, no sólo de ese sector de pueblo dirigido por la Democracia Cristiana, sino también de aquel grupo combatiente, actuante, decidido y vasto, que persigue cambios de fondo, bajo las banderas del FRAP. Como es natural, el Frente de Acción Popular no puede apoyar aquellas medidas programáticas o pragmáticas del Partido de Gobierno que significan colusión con el imperialismo norteamericano o las fuerzas de Derecha, santificar el abuso contra el pueblo, la lesión al interés nacional. Instrucciones embusteras. Señor Presidente, lo digo porque la Democracia Cristiana ha dado instrucciones, intencionadamente malignas y falsas, a sus hombres más responsables, para hacer, precisamente, una campaña que tiende a confundir el panorama social. A obscurecer los hechos, a impedir toda acción común de los que ansían transformaciones de verdad. En el último número de la revista. "Desfile", edición de 21 de febrero, el periodista Luis Hernández Parker expresa en su nota política: "Con motivo de las elecciones municipales, el Comando Nacional de la DC. Confeccionó un folleto "sólo para militantes calificados y para los camaradas candidatos a regidores", y en los cuales les imparte normas para su desempeño público. En dicho "pocketbook", que se titula "Guía para la campaña 1967", aparece el "otro yo" de la DC. Lo que piensa de ella misma y de sus adversarios". En otro de sus párrafos, refiriéndose al FRAP, dice: "a) El PRAP es un movimiento en vías de pronta división (ataques de socialistas a comunistas, división en las Universidades de Chile y Concepción) ; b) los comunistas procuran el fracaso del Gobierno promoviendo conflictos gremiales de magnitud. ¿Por qué razón estuvieron "tranquilos" durante el Gobierno de Alessandri, personero de la más reaccionaria Derecha ?" Ese es un embuste cínico y colosal. Endoso de culpas intransferibles. Señor Presidente, pido se oficie a la Dirección General del Trabajo para que envíe la estadística y la nómina de los conflictos sociales y de las huelgas habidas durante la presidencia de don Jorge Alessandri. Esos números echarán por tierra la mentira administrada que tiende a desfigurar la verdad para narcotizar a los propios militantes democratacristianos a fin de que no se pongan intranquilos con su gobierno y reclamen, apresuradamente, buscar una salida real a sus propias responsabilidades. Y de la misma manera hablan de los otros partidos políticos. El diario "La Nación" de hoy como recordé esta mañana trae un editorial titulado "El Partido Comunista y el FRAP", en el cual nos atacan alevemente por el grave delito de apoyar el proyecto de reforma constitucional sin ningún pareo, y porque los cinco Senadores comunistas van a votar disciplinadamente por ella. También lo dijo el Honorable señor Prado hace pocos momentos. Señor Presidente, deseo terminar tocando un tema que me parece de bulto. Muchas materias han sido abordadas durante el debate; se han esgrimido muy diversos y variados argumentos a favor de cada posición; sin embargo, considero que no se ha centrado en un punto vital sobre el cual me permití hablar esta mañana: la necesidad de buscar una salida a la actual situación. Mirar hacia una puerta de salida. Para nosotros, los comunistas, la salida está, ante todo, en las manos del pueblo, pero también depende de modo importante de la actitud del Ejecutivo, del Parlamento y de los dirigentes políticos. Nuestra opinión es que el Ejecutivo no se ha adecuado a la conducta que corresponde a alguien a quien anime un interés real por obtener una solución efectiva del problema planteado. Considero que tal meta no se ha perseguido con ahincó, ni por los mejores caminos. No se ha buscado sobre la base de que no es posible, de ninguna manera, una rendición incondicional, ni tampoco empecinarse en mantener y exasperar un conflicto que se hipertrofie en forma morbosa y deliberada. Está visto que esta noche, entre ocho y nueve, vamos a asistir a un nuevo funeral. La mortaja en que se envolverá, el cadáver de la reforma constitucional, tendrá también algunas puntadas dadas por la Democracia Cristiana, y, en mi concepto, por el Gobierno. En cuanto a este aserto, que no .tiene nada de aventurado, nadie me va a dar la razón, aquí, entre los Senadores oficialistas. Me permito decirlo con el afán, tal vez ilusorio, de que cuando ellos estén a solas con su conciencia o en reunión interna de partido y acaso conversen con el Presidente de la República, se pregunten a sí mismos si han seguido el mejor camino para obtener una solución justa, razonable y posible. El señor ALLENDE (Presidente).- Resta un minuto a Su Señoría. El señor TEITELBOIM.- El Partido Comunista ha mantenido una actitud muy clara en cuanto a aprobar la idea de disolver el actual Congreso. Somos además partidarios de apoyar la iniciativa del Honorable señor Ampuero sobre convocatoria a una Asamblea Constituyente. Estimamos que ésa es una solución viable. A pesar de que sentimos profundas prevenciones respecto del propuesto plebiscito, no oponemos una negativa dogmática y cerrada a machamartillo. Si realmente se plantea un plebiscito concreto, claro y determinado, en condiciones nítidas que ofrezcan garantías para los sectores populares, estaremos llanos a considerar la idea. Creemos que hay que buscar una solución, pero, para eso, son la Democracia Cristiana y el Presidente Frei quienes tienen principalmente la palabra. El señor ALLENDE (Presidente).- De acuerdo con la distribución del tiempo acordada por el Comité Demócrata Cristiano, corresponden 22 minutos al Honorable señor Palma, y se reservan 24 minutos de dicho Comité al señor Ministro, quien dispone, además, de 3 minutos, lo que da un total de 27 minutos. El señor PALMA.- No cabe duda sobre la existencia de una crisis institucional. Ello ha sido reconocido por todos los sectores, y, sobre esta materia, no he de volver en razón de lo que acabo de decir. En verdad, durante la campaña presidencial última y aún antes de ella, se dijo, por representantes de todos los partidos progresistas del país, que Chile vive, más que una crisis institucional, una verdadera crisis integral. Tal situación se ha hecho presente en muchos países de América Latina, pero en estos momentos no procede analizarla. Chile, fiel a su personalidad, planteó también una manera de resolver la crisis integral. Hasta 1964, se debatieron numerosas fórmulas y soluciones. Entre otras, la Democracia Cristiana, durante treinta años, elaboró una serie de ideas, las que han configurado lo que es el Gobierno de hoy. Una acentuación de la crisis que actualmente vivimos ha provocado este largo e importante debate en al Senado, y consiste precisamente en no haber entendido el significado profundo que tuvieron en el país las elecciones de 1964, pues éstas vinieron a ser la culminación de un debate sobre los problemas básicos de Chile, debate que se había venido llevando adelante en diversas etapas. Las elecciones de 1964 lo juzgará después la historia fueron más importantes que las de 1920 y de más trascendencia que las de 1938. Sería difícil detenerme a analizar estos hechos en los breves minutos de que dispongo. No obstante, debo manifestar que es incontrovertible que las elecciones del año 1920 jugaron dentro de fórmulas antiguas, pese a lo cual se materializaron algunas iniciativas de carácter social. Del mismo modo, debo dejar constancia de que, en 1938, la base de las reformas consistió en la intervención del Estado en la economía nacional a la manera como, de algún modo, lo había propuesto el Presidente Balmaceda. En verdad, todo lo que sucede hoy, en 1967, es resultado de una serie de acontecimientos que, respecto de los hombres que tenemos cincuenta años de edad, se han estado generando después que nosotros terminamos nuestros estudios escolares, y aun después, cuando ya habíamos egresado de la universidad. En 1964, Chile eligió un camino. No lo hizo bajo la presión del miedo ni por la propaganda; menos aún influenciado por el dinero, del que dispusieron en forma abundante todos los bandos. Esa decisión fue fruto de la madurez nacional, la que puedo asegurarlo quiso que el país fuera idéntico a sí mismo y optó por mantener, en definitiva, una democracia no amagada por la arbitrariedad, y por mantener una libertad propia de nuestros hábitos, dentro del derecho, sin amenazas nocturnas, sin juicios sumarios ni tribunales populares. Y esta situación que, en 1964, fue aclarada de manera que estimo categórica, se ratificó en 1965, cuando, en las elecciones de parlamentarios, casi un millón de chilenos, dentro del conjunto de los electores, volvió a votar por el mantenimiento de una sociedad abierta, por mantener la confrontación de la filosofía, por mantener la discrepancia ideológica, pero agregando algo que era absolutamente fundamental, porque al dar a este Gobierno una inmensa mayoría dentro del total de parlamentarios que se eligen, quiso decirle también que le pedía algo que no le pidió a otros gobiernos: que tuviera, aparte esta actitud democrática, una posición política que constituyera una política coherente y constante. En tal sentido, le procuró instrumentos, con el objeto de que la eficacia de ellos pudiera darle, además, a esa política, la celeridad que requieren los tiempos. Podemos decir, en alguna forma, que andamos verdaderamente a la búsqueda del tiempo perdido desde hace no sé cuántas generaciones. Coherencia, constancia y celeridad deben ser la característica de un gobierno en nuestros tiempos, y por eso ha votado el país. Se requieren tales condiciones para afirmar nuestra independencia económica. Con ese preciso objeto, estamos haciendo la reforma agraria, pues la finalidad de ésta no es únicamente resolver problemas de justicia social o relacionados con la distribución y tenencia de las tierras. Se trata, en el fondo, de conquistar nuestra independencia económica, amagada por la escasa productividad de nuestra estructura agraria. Por lo mismo, hemos hecho la política del cobre, susceptible lo reconozco de discutirse desde muchos puntos de vista, pero que se traduce en que el país, durante estos años, podrá manejar y dirigir la política de su cobre. También hemos estado procurando realizar una política de exportaciones con el objeto preciso de independizar al país de toda la maraña de intereses que, constantemente, lo han estado amarrando dentro de la estructura del mundo en que vivimos. Por lo expuesto, consideramos que, en realidad, es fundamental mantener tales características y, en pos de ello, se ha desarrollado prácticamente toda la política llevada adelante por el Gobierno. ¿Qué otra cosa, sino llevar precisamente una política al servicio del pueblo, ha sido este esfuerzo gigantesco que hacemos en pro de la estabilización monetaria? Es indudable que hemos aprovechado la coyuntura del cobre. Habría constituido un verdadera disparate no haberla aprovechado. La buena coyuntura del cobre ha permitido que las medidas de estabilización monetaria hayan sido menos duras de lo que se había pensado y programado cuando las circunstancias a que me refiero no existían. Ninguno de esos planteamientos se dejó de hacer antes de las elecciones y durante ellas, porque estas ideas obedecen, en general, a un plan hecho público, discutido en numerosas convenciones y explicado en miles de discursos. Por eso, cuando se pregunta dónde está el plan, no es posible exhibirlo en todos sus detalles. Ningún Gobierno asume sus funciones con un plan elaborado con la precisión absoluta de una fórmula matemática para llevar adelante su programa. Saben todos que se debe acumular una serie de antecedentes a las ideas fundamentales. ¿Pero quién puede sostener que el señor Frei no propuso plan alguno al país, o negar la publicidad que se dio a las convenciones durante muchos años, antes de 1958 e, incluso, después de ese año? La realidad es que el país sabía estas cosas cuando votó por Frei; sabía que votaba por un programa. Soy testigo de un hecho que denantes quise recordar, cuando oíamos al Honorable señor Ibáñez, quien, por desgracia, no se encuentra en la sala. Acompañé al señor Frei por las provincias de Valdivia y de Osorno. Concurrimos a reuniones en sociedades de agricultores. El señor Frei les dijo entonces, en forma tajante y categórica: la reforma agraria es inevitable, y la limitación del derecho de propiedad, algo que no puedo decir a ustedes que no voy a hacer. De manera que soy testigo de que los planteamientos centrales de la política gubernamental han sido conocidos por las personas que optaron por el tipo de reforma agraria que nosotros propiciábamos y no por el tipo de reforma agraria que propiciaban otros sectores. La verdad, por lo tanto, es que la situación de bloqueo en que se encuentra, en múltiples aspectos, el Presidente de la República en los momentos actuales, no obedece sino a circunstancias pasionales. ¿Qué otra cosa, sino pasionales han sido los discursos que hemos escuchado a la mayor parte de los señores Senadores, en sus diferentes análisis? No quiero entrar en detalles sobre la materia; pero estoy realmente cierto de que al público que juzga, más que las razones dadas, le han llamado la atención la calidad de los oradores y las condiciones extraordinarias de algunos de ellos. Sin embargo, no cabe duda de que no encontrará en sus discursos la dureza de los argumentos que han expuesto en el Senado en diversas oportunidades fundamentales. Se afirma que el Senado no ha negado su colaboración, que si hay que aprobar la ley de Presupuestos, el Senado la aprueba; si hay que aprobar la ley de reajustes anuales, esta Corporación lo despacha. Y se ha citado una lista de las leyes aprobadas por el Senado. ¡Ello es inevitable, porque nadie puede detener la vida de la nación! Y esas leyes, desde muchos puntos de vista, apenas si representan la vida vegetativa del país. Pero las creaciones, las transformaciones, las cosas fundamentales, ¡caramba que han costado! ¡De ello son testigos todos los señores Senadores! Por eso decimos que en los momentos actuales se obstruye al Presidente de la República y se le impide realizar su programa. Declaramos que se está actuando en una posición completamente distinta de la que se tuvo frente a otros Mandatarios. No nos quejamos, aun cuando digamos a cada instante de que a este Gobierno no se le han dado las facultades extraordinarias otorgadas a otros regímenes; pero sí nos llama la atención que se trate de equiparar la situación del Presidente Frei con la de otros gobernantes. En primer lugar, porque no hay posibilidades de comparar la forma como se originaron y resolvieron las consultas populares. No tienen fórmula de comparación la manera como fueron elegidos los candidatos y las ideas que plantearon; ni las circunstancias en que cada uno de ellos fue emergiendo a la vida pública del país. ¿ No hemos visto que fueron incluso la muerte y otras circunstancias absolutamente accidentales las que en un momento dado originaron candidaturas que sólo alcanzaron a 35% ó 40% de los votantes, y, sin embargo, esos candidatos asumieron la Presidencia de la República? ¿Puede compararse esta situación con la del Presidente Frei, quien, después de exponer un programa, obtuvo el 56% de la votación? Porque la gente votó por él; por las razones que el pueblo quiso, pero votó. Por lo tanto, el caso actual es del todo distinto a los anteriores. Cuando nosotros pedimos que se nos den las facilidades para llevar adelante esta política coherente, constante y serena, no estamos planteando ningún problema de fuerzas. No tratamos de torcer la mano al Senado, ni pretendemos guiar a nuestra gente y al país por el camino del fascismo. Nada de eso. Más que líderes personalistas ; más que "Führers" que sólo están en la imaginación de algunas personas; más que cesares investidos de poder, hemos buscado otra cosa. Por eso, la situación del actual Jefe del Estado es profundamente distinta. Detrás de este Presidente como no sucedió con ninguno de los últimos Mandatarios está un sector ideológico y político organizado, que ha elaborado su visión del mundo a lo largo de treinta años, mediante una continua crítica y autocrítica, con una apreciación analizada y precisa del acontecer y que además es parte y eco de un movimiento del humanismo mundial que sobrepasa las religiones y las razas, y que hoy en Chile constituye una de las más grandes fuerzas políticas existentes desde 1861 a la fecha. Hemos obtenido el 42% de los votantes. Frente a ese porcentaje, para ese 42%, para esa inmensa mayoría, para esa gran fuerza política, se requieren facilidades que permitan avanzar y cumplir. Sin embargo, el Gobierno se ve detenido. Es cierto que algo se ha hecho. ¿Quién duda de que se han despachado leyes como la sindicación campesina, el Ministerio de la Vivienda, el plan educacional y, por cierto, las de Presupuestos y reajustes? Pero, ¿quién podría haberse opuesto a esas iniciativas ? El señor TEITELBOIM.- Muchos, señor Senador. El señor PALMA.- ¿Quién puede decir que no se ha despachado la reforma agraria con la colaboración de algunos sectores progresistas? ¿Quién puede afirmar que no se despachó la ley del cobre, después de que, en un momento dado, algunos parlamentarios tuvieron conciencia de que su responsabilidad democrática estaba por encima de sus pasiones? Todo eso se ha hecho; pero no hay duda alguna de que el país no avanza ni con la celeridad ni con la rapidez con que lo requieren las circunstancias actuales. Porque lo que se ha realizado es sólo una parte, y lo que no se ha hecho es tan importante como aquello que ya se ha efectuado durante apenas dos años de Gobierno. Desde el primer día, planteamos la necesidad de una reforma constitucional que incluyera el plebiscito y muchas de las medidas propuestas y analizadas en este debate. Estamos llanos a completar estas ideas, como lo hemos estado siempre respecto de todas aquellas expresiones creadoras que realmente constituyen un aporte serio para consolidar la estructura jurídica que interpretará los grandes cambios que el país necesita. La verdad es que parte se ha hecho y mucho queda por hacer. Lo mucho que resta por hacer, en gran medida se ha detenido en este Senado, en las Comisiones, en los comentarios, en lo que dicen, incluso, los periodistas. Se afirma que tenemos el control de la prensa del país. Hoy día me he dedicado a comprobar quiénes son los principales comentaristas radiales y cuál es su orientación ideológica. De los 12 comentaristas existentes, 9 son de ideas contrarias al Gobierno. Basta oír los comentarios de hoy día sobre lo acontecido en el Senado para saber si es efectivo este control de opiniones, este control fascista de que tanto se ha hablado. En realidad, la Oposición se une por una razón muy distinta. Esa Oposición está formada por fuerzas heterogéneas. Tan heterogéneas que incluso se ven obligadas como acaba de recordar el Honorable señor Teitelboim a reiterar que no tienen contacto entre ellas. Sin embargo, actúan de común acuerdo: se unen porque ven en el Presidente Freí y en el régimen que él encabeza un movimiento que se consolida; un régimen cuya situación económica y financiera es cada vez más sólida; un régimen cuya base popular se amplía y que, después de consolidarse, se proyecta hacia el futuro, se sucede y abre un período histórico. A nosotros no nos preocupa la inquietud de este momento. Basta con lo que hemos visto para saber que el milagro alemán costó cinco años; el italiano, más de diez años, y que el proceso francés aún tiene dificultades. No creemos que en dos años de Gobierno podríamos haber encontrado la varita de virtud para transformar con rapidez todas las estructuras del país. No, señor Presidente. Pero, para la Oposición, lo importante es detener este proceso que se consolida; y para ello no hay medida que no se intente, desde negar la sal y el agua. Otros sólo se atienen a los acuerdos de sus Comités Centrales y de diversos organismos partidarios para no dar facilidades y facultades a este Gobierno, a fin de impedirle realizar su programa. Otros se dedican a una gran campaña de desprestigio internacional. Es decir, todo un conjunto de medidas destinadas a frenar al Gobierno, que culminó con la negativa al permiso al señor Frei para viajar a los Estados Unidos, en el momento mismo en que en Argentina se había producido un golpe de Estado, circunstancia ésta que nos creaba situaciones extraordinariamente difíciles. El señor TEITELBOIM.- No fue en el momento mismo, señor Senador. El señor PALMA.- Por ello, convenía que nuestro país tomara contacto con los Estados Unidos. El señor TEITELBOIM.- Eso ocurrió mucho antes. El señor PALMA.- Pero el pueblo, que tiene más intuición que los políticos, ve con precisa claridad cómo el reducido porcentaje que está en esta Sala, unido hoy exclusivamente por razones negativas y que interviene con criterios obsoletos, rechazados o minoritarios, se junta como el aceite y el vinagre para destruir, pues es incapaz de unirse para construir. Tales fuerzas no representan una alternativa de solución. Son poderosas en la obstrucción, pero incapaces de ponerse de acuerdo ni sobre la libertad, ni sobre las vías de progreso, ni sobre la acción internacional. Todas estas fuerzas se juntan para tratar de crear aquí, en el Senado, una especie de contra-gobierno. Porque ésta es la verdad de lo que se ha venido configurando en los últimos tiempos. ¡Un contra-gobierno o una contrarrevolución! El señor TEITELBOIM.- ¡Qué le parece la aprobación de las "vigas maestras" ! El señor PALMA.- Se trata de configurar un contra-gobierno, pasando por encima de todos los problemas pasionales que, por ejemplo, dieron tanto colorido a la campaña del Senador Duran, y de los afanes socialdemócratas. En el último tiempo, con la tolerancia indisimulada de la Derecha, se está configurando una especie de contra-gobierno, el cual, para tener un carácter más definitorio y preciso, lleva a la Presidencia del Senado precisamente al Senador don Salvador Allende, quien fue el principal opositor del Presidente Frei. El señor RODRIGUEZ.- Eso es lo que les duele. . . El señor PALMA.- Expresamente, se trata de obtener que este Gobierno aparezca, de manera clara y precisa, frenado por un poder tan fuerte como él, que le impide marchar. El Presidente Frei, aparte su persona, representa como también lo hubiera hecho el Honorable señor Allende de haber triunfado un Gobierno distinto de los anteriores; un Gobierno que es director de la política, y no sujeto meramente pasivo de ella; un Gobierno que tiene una política coherente, que no es fruto de combinaciones variables. No es que miremos con desprecio a ningún grupo partidista, sino que deseamos coherencia en la política, porque es lo único que estimamos capaz de producir resultados. El Gobierno del señor Frei es actuante; tiene iniciativas en sus manos y una visión estable de esta etapa democrática que vive el país. Tengo a la mano un ejemplar de la revista "Punto Final". De ella leeré un párrafo con la opinión del señor Semenov, un economista que dice, hablando de la Democracia Cristiana en América Latina: "Aparte de ser interesante como fenómeno político "nuevo" en estas latitudes, es la fuerza más dinámica de la vida contemporánea latinoamericana y representa posibilidades de reforma que no vacilo en calificar de revolucionarias". Sabemos que para llevar adelante un tipo de Gobierno como el que hemos elegido, las condiciones son extraordinariamente difíciles. Pero es indiscutible la necesidad de actuar dentro de la libertad y la democracia. Para ello, como recordó ayer el Honorable señor Pablo, se requiere una política sólida en todos los campos. No se trata de persecuciones, pero como el Senado aparece como obstáculo insalvable a esa política, es necesario que el pueblo resuelva la situación. Esta es la simple razón de la reforma que hemos planteado. Se trata de llevar adelante nuestra política; se trata de sostener la coherencia del régimen, de las ideas; se trata de que el conjunto de medidas propuestas puedan producir sus resultados: se trata de actuar con celeridad. Por eso, al pronunciarnos a favor de la renovación del Congreso Nacional, estamos votando por la necesidad de que el país ratifique si quiere o no quiere que se mantenga este tipo de Gobierno, o si prefiere volver a viejas fórmulas caducas, que han mantenido al país en las condiciones adversas que el señor Presidente, como el Presidente Frei, criticaron muchas veces; El señor ALLENDE (Presidente).- Ha terminado el tiempo de Su Señoría. Antes de suspender la sesión, hago presente que restan al Comité Radical 35 minutos; 24, al Socialista, y 30, al señor Ministro. Debemos reiniciar el trabajo a las 18.30 exactamente, para cumplir el horario prefijado. Se suspende la sesión. -Se suspendió a las 17.59. -Se reanudó a las 18.30. El señor ALLENDE (Presidente).- Continúa la sesión. Puede usar de la palabra el Honorable señor González Madariaga. Su Señoría dispone de 35 minutos. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Gracias, señor Presidente. Honorable Senado: He creído oportuno hacer por escrito mis observaciones. Las circunstancias, el tema, la trascendencia de la materia de que se ocupa el Senado, me han aconsejado este camino. Pero, en verdad, no puedo dejar de expresar la sorpresa que me ha causado el desarrollo del debate, sobre todo el último discurso tan animado del Honorable señor Palma, quien habló casi como en una especie de galope tendido en este hemiciclo. Era una gacela que se movía con rapidez vertiginosa. El señor PALMA.- Estaba en una carrera contra el tiempo. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- El señor Senador quería convencer al país y al Senado de que todos estamos en estado obsoleto en Chile, menos él y su partido. El señor PABLO.- No todos. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- ¡ Interesante el tema! Ocurre que el Honorable señor Palma actuó en los Gobiernos anteriores, que él llama obsoletos, y entonces se sentía feliz, placidísimo; estaba en su medio. Estos son los contrastes que dejan en el ánimo público los comportamientos de la Democracia Cristiana. Casi me dan deseos de tirar al canasto mis observaciones escritas y responder en forma directa a estos oradores de la Democracia Cristiana que han estado entreteniendo a la Corporación... El señor PALMA.- ¿Me podría conceder un minuto, señor Senador? El señor GONZALEZ MADARIAGA.- ... y que creen que pueden hacer lo que quieran con el país. ¡Qué error! ¡Qué engaño ! ¡ Qué inexperiencia! ¡ Ya los hemos visto actuar en tantos campos! ¡Los tenemos tan conocidos... ! Pero, ¿cómo dejar de recordar las afirmaciones que se han hecho de que el Senado ha sido útil, de que ha cooperado en el, mejoramiento de los proyectos, de que esta Corporación les merece consideración y no quieren humillarla, pero que desean rapidez, mayor todavía que la que han tenido en su realizaciones? Pero sucede que lo que han hecho es muy relativo. ¡ Si por todas partes dicen mucho más de lo que han hecho en efecto y de lo que se proponen hacer! El tema de la reforma constitucional y de la conducta del Gobierno puede ser tomado desde diversos puntos de vista. ¡ Cuántos matices podría darse a una intervención sobre esta materia! Con todo, quiero seguir fiel al propósito que me había animado, y me referiré a él. Dejaré para otra oportunidad algunos de estos aspectos, pues me interesa formar conciencia pública y nacional respecto de esta responsabilidad en que el destino de la república está en juego. Señor Presidente: Sería dejar de cumplir un deber cívico, si nos priváramos de acotar observaciones acerca de esta zarandeada crisis institucional proclamada por el Ejecutivo y que mañana permitirá a los investigadores de la política nacional refocilarse en la investigación de sus orígenes. Profesores de derecho han señalado la improcedencia de la disolución del Congreso en régimen presidencial, porque altera el equilibrio de los poderes y facilita la instauración del cesarismo. El Senado, en uso de sus atribuciones, negó su autorización para que el Jefe del Estado abandonara el territorio. El permiso fue denegado porque el Presidente de la República se ha convertido en líder de su partido, y en esta calidad solicita sufragios para la elección de regidores. La reacción presidencial fue un exabrupto que aparece rodeado de las características de un intento de venganza. Llama la atención la conducta del Presidente en circunstancias que persigue viajar a la democracia del norte, donde el respeto al Congreso Nacional y, en particular, al Senado, linda en la veneración. Si el Gobierno de los Estados Unidos guarda consideración por la filosofía de los fundadores de su nacionalidad, no puede seguir avivando el viaje de una autoridad que se ha convertido en aprendiz de dictador. El Jefe del Estado recorre el país quejándose de que el Senado le impide dirigir las relaciones exteriores, pero con malicia calla las limitaciones que en este particular le ha impuesto la Constitución del Estado. En efecto, corresponde al Senado aprobar o rechazar el nombramiento de los Embajadores y Ministros diplomáticos, que son los instrumentos señalados para desenvolver la política exterior. Calla, asimismo, que los tratados que negocia con potencias extranjeras requieren de la aprobación del Congreso para que alcancen validez. Las facultades que la Carta Fundamental entrega al Senado convierten a este cuerpo en un verdadero Consejo de Estado. Le corresponde, en virtud de estas atribuciones, prestar o negar su consentimiento a los actos del Presidente de la República en que la Constitución o la ley lo requiera; dar su dictamen en los casos que lo consulte; conocer en las contiendas de competencia que se susciten entre los agentes del Ejecutivo y los tribunales superiores de justicia; prestar su acuerdo para la provisión de los grados superiores de las Fuerzas Armadas y del régimen civil. Finalmente, cabe al Senado, como único órgano constitucional, actuar como tribunal cuando el Presidente de la República haya sido objeto de acusación por haber comprometido gravemente el honor o la seguridad del Estado o infringido abiertamente la Constitución o las leyes, pudiendo llegar a declararlo culpable, con lo que quedaría ipso facto destituido de su cargo. Es probable que el Jefe del Estado no tenga presente en su mente que en el país al que se ha empeñado en viajar constituye obligación que pesa sobre el Presidente la de "informar periódicamente al Congreso sobre el estado de la Unión, y recomendar a su consideración aquellas medidas que él estime necesarias y convenientes". Asimismo, que "con el consejo y consentimiento del Senado tiene poder para celebrar tratados, siempre que estén conformes con ello dos terceras partes de los Senadores". Debe saber también que durante cerca de dos siglos subsiste la Constitución de los Estados Unidos y que jamás a ningún Presidente se le ha ocurrido disolver el Congreso porque éste contrariaba su política exterior. Ni siquiera el Presidente Woodrow Wilson pensó en semejante actitud cuando el Congreso insistió en rechazar el tratado de Versalles, en el que había colaborado con sus famosos "catorce puntos". Cuando el Presidente Wilson salió en gira por los Estados de la Unión para impetrar la voluntad nacional, en una especie de consulta plebiscitaria, también Senadores de Oposición recorrieron el país para contraatacar. El esfuerzo malogró la salud del Presidente y comprometió su reelección. Deseo detenerme ahora en la visita del Presidente señor Frei a la ciudad de Castro, cuyos pormenores la prensa ha silenciado. Debo adelantar que a lo largo de la historia nunca se había dado el caso de que un Jefe de Estado no despertara entusiasmo público en la provincia, integrada por pobladores sencillos, inclinados al respeto, a la autoridad. Don Pedro Montt fue Diputado por aquella agrupación e impulsó la construcción del ferrocarril de Ancud a Castro; don Pedro Aguirre Cerda dio lugar a una verdadera apoteosis en todos los pueblos que visitó, apoteosis que presencié porque formé parte de su comitiva. Así puede decirse de todos los que le siguieron. Al Presidente Ibáñez se le vio sin séquito de palaciegos detenerse delante de las vitrinas de las tiendas. Menciono al señor Ibáñez, porque fue un personaje histórico discutido. Sin embargo, a pesar de la "mise en scéne", trabajada esta vez cuidadosamente, con la presencia del regimiento Sangra, de dotación en Puerto Montt, el Cuadro Verde que atrajo multitudes a presenciarlo, el Orfeón de Carabineros, que repartió retretas, la dotación del transporte "Lautaro", que se hizo presente en el puerto, bandadas de vehículos motorizados, desde motonetas del Servicio de Investigaciones y camionetas de INDAP, que viajaban con profusión, animando la concurrencia, ciento veinte máquinas civiles aéreas, que en interminable gallardía fueron acomodándose en la cancha de Castro y pusieron una nota de simpatía en los festejos de la ciudad, a lo que debe sumarse multitud de forasteros que fueron atraídos por la propaganda de la Municipalidad de Castro, no se conoce una recepción más abúlica y apática que la brindada al Primer Mandatario. El señor PABLO.- Mayor razón para ir a las elecciones. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- ¿Desea Su Señoría que analice la concurrencia del público a la concentración realizada en la plaza Constitución, frente a la Moneda, después de tres días de algazara, para reunir gente, una vez efectuada la votación del Senado? Esa es otra vergüenza para el país. El señor PABLO .Son tales las concentraciones, que a Sus Señorías les tiemblan las piernas, a pesar de que dicen que este Gobierno no tiene pueblo. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- ¡Oh, señor Senador! Su Señoría luego va a quedar en calzoncillos cuando vea las verdaderas elecciones sin intervención del Ejecutivo. El señor PABLO.- ¡Nunca he tenido miedo a quedar en calzoncillos! El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Entonces vamos a ver rabón a Su Señoría. Tenga la seguridad de ello. El señor PABLO.- Me parece que a quienes les faltan pantalones es a Sus Señorías. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Prosigo, señor Presidente. ¿Cuál fue la causa de esa expresión del ánimo público? Es necesario analizarla, para que sirva de lección a los actuales gobernantes y de ejemplo a quienes aspiran a sucederlos. La democracia es el régimen de caballeros por excelencia, y las voluntades y simpatías se conquistan por la confianza ' que nace en el corazón y no por la fuerza que se asila en la autoridad. Ancud fue como Castro. El Primer Mandatario llegó a Ancud por la vía aérea alrededor de las once horas del sábado y arengó a un público reunido en la plaza, que se había incrementado con forasteros. Solía corear la arenga un pequeño grupo de partidarios que se hacía eco de los aplausos que partían de la comitiva. Después de un almuerzo privado, siguió a Castro, sede principal de la fiesta. Asomó allí a eso de las quince horas. Desde el aeródromo inauguró simbólicamente el camino a Quellón, que quedará terminado en uno o dos años más. Luego bendijo las obras del molo de Castro. Se trata de una reparación al molo que bajó de nivel a causa del último sismo. El costo de las reparaciones aún se debe a los contratistas que las ejecutaron. Es posible que el señor Presidente ignore el detalle. También se habló de inaugurar una estación de ostricultura en Apiao, que forma parte del cinturón de islas que rodean a la isla mayor de Quinchao, pero parece que quedó en el papel. Es necesario que anote que el camino a Quellón, el molo de Castro y el plan de ayuda a la marisquería, incluyendo hasta una estación de palinuricultura en Juan Fernández, son obras que impulsé como Diputado de la zona hace más de veinte años; tanto, que la ley sobre marisquería de que soy autor lleva el número 7.535. La tarde la ocupó en visitar la exposición de la Asociación de Pequeños Agricultores, y antes de comida se retiró a sus habitaciones privadas. El Jefe del Estado se empeñó en ajustarse al programa que le habían confeccionado las autoridades administrativas de la provincia, que traducía el interés de la Democracia Cristiana, y prescindió del programa elaborado por la Municipalidad de Castro, a la que legítimamente corresponde la administración de la comuna. Ocurre que el alcalde es radical y procede de distinguidas familias de Castro; lo cual, a ojos del Ejecutivo, lo hizo aparecer como el exponente de un feudo político que hacía oposición a su partido. Con el ánimo de menoscabar a la autoridad comunal, no se percató de que divorciaba a su Gobierno del fervor popular que giraba alrededor de la municipalidad, no como consecuencia de simpatía política, sino por colaboración a los regidores que durante largo tiempo se habían venido empeñando en dar brillo a la celebración del cuarto centenario de la ciudad. El Ejecutivo no arribó con el propósito de fomentar la colaboración entre el poder comunal y el Gobierno; por el contrario, fue a introducir una cuña separatista. La mañana del domingo 12 se inició con un Tedeum, y luego vinieron los discursos. Se iniciaron éstos con la intervención del Ministro de Agricultura, señor Trivelli, quien habló tendido exponiendo los panoramas de la reforma agraria, que en Chiloé encuentran poco eco, porque allí predominan el minifundio y el hambre. Allá la reforma agraria debería aplicarse al revés. A continuación ocupó la tribuna el señor Presidente de la República, quien creyó dar con una ágil metáfora relacionando la batalla de Chacabuco con la fundación de la ciudad, acaecidas en un mismo día y mes, lo que enlazó con el despertar de la república a impulsos de la acción de su partido, el Demócrata Cristiano. Mal psicólogo de multitudes, no se percató de que el camino en esa dirección no estaba pavimentado. Luego después de hacer afirmaciones rotundas de que en dos años de gobierno la revolución en libertad había hecho más que lo que habían conseguido otras revoluciones en el mundo, dio de bruces en lo que ha llamado el conflicto institucional con el Senado. Su análisis del trámite de las urgencia no fue advertido por el auditorio. Algo parecido ocurrió con el examen que hizo de la Oposición, compuesta, a su juicio, por una mayoría heterogénea, contradictoria y hasta antagónica, que obstruía la realización de sus programas de Gobierno, aunque ya había asegurado que en dos años corría su revolución a gran velocidad como hemos visto hoy al Honorable señor Palma: era una gacela que se desparramaba por el Senado. Anunció enfáticamente que la Oposición irresponsable del Senado sería quebrada y pidió al pueblo, a su pueblo, al que incorpora su programa de gobernante, que en las próximas elecciones le diera mayoría en los municipios. Su discurso tenía fatalmente que causar estupor. No tuvo una palabra para referirse al acontecimiento histórico que se celebraba. Nada que se refiriera al proceso económico de la provincia que vejeta en la pobreza. En Chiloé la papa constituye la principal fuente de producción. Su población entera vive pendiente del tubérculo y la población masculina que queda sobrante de este trabajo emigra temporalmente a la esquila, en Magallanes y Argentina. Pues bien, al productor de papas en Chiloé se le está pagando cuatro y cinco escudos por saco de ochenta kilos, en circunstancias de que el costo de producción oscila entre diez y catorce escudos, muchas veces sin valorizar el esfuerzo de la familia que atiende el cultivo. El abono, elemento indispensable para reanimar el suelo empobrecido ha subido a treinta y cinco escudos el saco. Hasta 1965, disfrutó este elemento de una bonificación de 50 %, pero a partir del año pasado ha sido suprimida. El chilote anuncia en estos momentos que en adelante sembrará sólo para su alimentación. La administración del señor Frei no necesita de su esfuerzo, porque prefiere traer el tubérculo de Polonia, de Bélgica o de otras partes. Pero si el señor Frei estuviera asistido de verdaderos consejeros; si le hubieran recomendado que no dividiera la familia chilena en una campaña politiquera; si le hubieran aconsejado que creara allí en Chiloé un poder de compra de la papa para defender al pequeño productor; si le hubieran dicho que debía restablecer la bonificación del abono; si hubiera ido un poco más allá en el desarrollo de la economía y hubiera anunciado planes para retirar el ganado bovino del archipiélago a precios razonables, en vez de adquirir carnes en el exterior; si hubiera agregado dos palabras acerca de la explotación de la betarraga y del lino, que pueden tener porvenir; si hubiera mencionado alguna actividad industrial en forma, entonces la indiferencia que lo aplastó se habría trastrocado en aplausos y en estímulos. En puridad de verdad, el Jefe del Estado no ha cambiado su verba de caudillo, de ganador de elecciones; pero este disco está ya gastado. Es lo que ha ocurrido en Chiloé y continuará repitiéndose a lo largo de la República. La ciudadanía ve que su movilidad es constante. Del interior, al extranjero; y dentro del país, de aquí para allá. ¿Cuándo estudia? ¿Cuándo trabaja? Sus comparaciones con Balmaceda no le ayudan al desarrollo de sus expectativas. Balmaceda cayó en su lucha contra el imperialismo económico que había comenzado a adueñarse del país, y su tozudez, que lo llevó lamentablemente a desdeñar el ejemplo de O'Higgins, causó la pérdida de más de diez mil vidas y el endeudamiento del tesoro nacional. El, en cambio, ha entregado al extranjero la propiedad de parte de la riqueza cuprífera. La tozudez, pues, no es recurso del gobernante. Mal estuvo el señor Presidente de la República cuando, reaccionando en forma airada por el hielo con que fue recibido su discurso, desdeñó asistir al banquete oficial que ofrecía la Municipalidad de Castro a las 13 horas a más de cuatrocientos invitados, mesa que debió presidir el Primer Mandatario. Con menosprecio a la autoridad comunal, a sus ediles, entre los que está uno de su partido, y con desinterés por la ciudadanía allí congregada, prefirió partir a la misma hora en dirección a Palena, para servirse allá, entre zalemas y carcajadas de consuelo, una merienda al aire libre, en compañía de ciudadanos que no miden la tragedia del desmembramiento de su territorio, provocada por negligencia de su propia administración. He podido conocer personalmente los detalles que revelo, horas después de sucedidos. No han podido llegar ellos a la ciudadanía en sus reales dimensiones, porque la prensa los ha tergiversado. Nuestros periodistas suelen homenajear a Camilo Henríquez, pero descuidan de recordar que la "Aurora de Chile" fue el primer periódico censurado, y que el Fraile de la Buena Muerte defendía hace más de 150 años la libertad de expresión con un coraje que ahora yace momificado. Las ciudades de Ancud y Castro se han embellecido como consecuencia de los últimos sismos que han provocado la ayuda exterior. Nuevas poblaciones y pavimentos ofrecen atracción, a lo que se suma el marco imponderable de la naturaleza; pero ciudades próximas como Chonchi, de gran actividad comercial, carecen de alcantarillado y pavimentación. En general, el trabajo no ha sido estimulado. Hace falta establecer organismos estatales de compra que respalden la producción agropecuaria. Esta falta de interés y la escasez de circulante han provocado la reducción de faenas. Sólo en Llanquihue se cuentan más de cuatro mil cesantes. El Gobierno se especializa en la agitación política y descuida lo fundamental que es la creación de riquezas. Con todo, la labor de las administraciones radicales no ha sido superada y aceptaría un cotejo público con la Democracia Cristiana. El señor PABLO.- Vamos a ese cotejo. Por lo demás, Su Señoría es Senador desde hace bastante tiempo. El señor NOEMI.- Por eso se encuentran en el estado que Su Señoría describe. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Es el pueblo el que sufre el hambre. Pero el proceso que nos preocupa es la reforma de la Constitución. Perentoriamente, negamos que exista una crisis institucional. El país es capaz de alimentar a 40 millones de habitantes, y si no alimenta a nueve millones, es por su incapacidad organizativa para el trabajo. No es político el proceso chileno, sino económico. Las riquezas potenciales sobre el suelo y en el subsuelo son enormes, pero la ciudadanía no ha sido habilitada para sacar provecho de ellas. Si estas inquietudes derivan a planes de orden político, es simplemente por incapacidad de los conductos gubernativos. La observación del Senador Dirksen acerca del "sostenedor oficial del jarro de lata" se ha hecho popular en Estados Unidos. El viaje a Europa en los comienzos de la actual Administración no tuvo otra finalidad que la propaganda. Habría deseado un rechazo franco por todos los partidos de Oposición de esta demanda absurda de disolución del Congreso, destinada a entregar al país a una farándula electoral, como consecuencia de un desafío del Poder que administra al Poder Legislativo, donde esencialmente reside la representación de la soberanía de la Nación. Es lamentable que el afán de algunos candidatos sagrados, unidos al anhelo de exteriorización de fuerzas electorales en otros, no haya permitido al Parlamento conservarse a la altura del momento histórico que vive la República. Ayer, en el debate, se ha manifestado por un Senador de mi partido el temor de que el Gobierno del señor Frei se desliza por un plano inclinado al fascismo. Para afianzar este recelo, conviene allegar antecedentes concretos. El diario "La Provincia", de Ovalle, en edición de 25 del mee pasado, denuncia el reclutamiento en los alrededores de esa ciudad de 60 jóvenes, a los que se les atrajo mediante el ofrecimiento de incorporarlos a un curso de enseñanza agropecuaria, que se celebraría en Pichidangui y donde los escogidos recibirían 10 escudos diarios y excelente atención personal. Pues bien, todo esto fue un ardid para alentarlos y llevarlos al Seminario Conciliar de La Serena, donde se les mantuvo "encerrados y vigilados"; y en el local de la Democracia Cristiana, en vez de darles la educación que se les había ofrecido, se les entrenó, por un señor Alfonso Basterrechea, en materias políticas, informándoseles acerca del rechazo del permiso al Presidente y de la necesidad de que ellos estuvieran de parte del señor Frei. La señora CAMPUSANO.- ¡ El Honorable señor Noemi puede tener más informaciones sobre el asunto! El señor PABLO.- ¿Por qué convento está amenazada la República? El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Luego de adiestrarlos en la vociferación de consignas, se les sacó a la calle para que ejecutaran manifestaciones públicas en favor del Presidente y atacaran el local del Partido Radical y el edificio del diario "El Día". Los sucesos no pararon aquí, pues dos jóvenes trataron de atentar contra su vida, por lo que fueron a dar al hospital y otros escaparon, después de obtener por caridad que algunos vehículos los condujeran a sus hogares. Lo que causa alarma y pone suspenso en el espíritu es que ni la autoridad eclesiástica, que siempre en nuestro país se mostró respetuosa de su ministerio, ni la autoridad civil, hayan dado una explicación pública ni practicado las investigaciones que la responsabilidad de sus cargos les impone. ¿Constituye o no esta denuncia una muestra de las prácticas fascistas que el Gobierno de la Democracia Cristiana pone en práctica?. El señor PABLO.- Su Señoría está equivocado. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Es una manifestación de cultura no interrumpir al Senador que habla. El señor PABLO.- Su Señoría me interrumpió mil veces ayer. El señor GONZÁLEZ MADARIAGA.- Siempre solicito las interrupciones, pero el Honorable señor Pablo espolonea a todo el mundo. El señor PABLO.- ¡Cada uno hace lo que puede! El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Hace regalo de sus intervenciones, como lo ha querido hacer con cargo al patrimonio nacional. ¡Haga juicio al señor Presidente que le pide que se calle! Otros antecedentes que revelan la forma engañosa con que se expide la actual administración, emanan de la reiterada declaración del Presidente de que su Gobierno no pediría un centavo más de préstamo al extranjero y que se abastecería con sus propios recursos. Este anuncio llegó a trasmitirlo personalmente como una primicia de Navidad, dentro de sus habituales cadenas radiales. Ahora, en su sorprendente discurso de Castro, anunció que la deuda que había encontrado al asumir el Poder alcanzaba a mil setecientos millones de dólares, pero que su Gobierno, en el curso de este año, satisfaría todas las deudas contraídas con Estados Unidos y otros países. Y ocurre que hoy el Presidente del Banco Interamericano, que está de paso, declara que el año pasado se nos otorgaron créditos por 180 millones de dólares, los valores más altos registrados, y que el Banco ha acordado 200 millones más para este año y el siguiente, aparte otros valores menores a diversos institutos. El señor PABLO.- Las dos ideas son falsas. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Señor Senador, tenga la bondad de no interrumpirme. El señor PABLO.- ¿Me permite una interrupción ? El señor GONZALEZ MADARIAGA.- No tengo tiempo. Pero le puedo enviar el diario para que lea la información. Después tendrá tiempo para contestar. El señor PABLO.- Desgraciadamente, no lo tengo. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Tengo tiempo limitado. El señor GUMUCIO.- Es para informar a Su Señoría. El señor PABLO.- Tiene miedo de informarse. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- No me ayude a bien morir. El señor PABLO.- A eso le tiene miedo. ¿Por qué no nos ayuda a bien morir a nosotros? El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Resulta de todo esto que el Gobierno del señor Freí incita a poner en dudas todos los actos que ejecuta, aun cuando lo haga rosario en mano y revestido de hábito. Las razones anteriores impulsan a los Senadores radicales a votar en contra toda idea que se aparte del desempeño constitucional de los Poderes del Estado. El señor PABLO.- Vota contra el rosario. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Si bien en cierto, señor Presidente, que dos oradores de mi colectividad política, los Honorables señores Duran y González Madariaga, han hablado a nombre de nuestro partido, y lo han hecho con elocuencia y en forma exhaustiva, para analizar los problemas que estamos viviendo, quisiera agregar algunos conceptos. Nos encontramos abocados al estudio de una reforma constitucional producto, en el hecho, de una reacción emocional del Jefe del Estado, ocasionada por la negativa del Senado, acordada dentro de sus facultades privativas, a su viaje a Estados Unidos. Creo que mal andan y mal terminan los Gobiernos que no tienen tranquilidad y ecuanimidad para afrontar los problemas nacionales. El señor Frei, cuando era nuestro distinguido colega en esta Sala, en una oportunidad, en 1958, estuvo con los Senadores radicales para votar en contra del permiso del Presidente Ibáñez para que viajara a Estados Unidos. El señor PABLO.- No votó. El señor AGUIRRE DOOLAN.- En realidad, no acostumbraba a votar, porque se iba de la Sala; pero en esa oportunidad lo hizo. Por lo demás, el Honorable señor Pablo no había, llegado aún ni al Senado ni a la Cámara joven. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Estaba en Talcahuano. El señor AGUIRRE DOOLAN.- ¡No, en Talcahuano estaba el "Huáscar" nada más! El señor PABLO.- He llegado a tiempo para comprobar que, a la postre, lo que tienen Sus Señorías es miedo al pueblo. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Voy a recoger la expresión que acaba de manifestar el Honorable señor Pablo. Jamás he tenido miedo al pueblo, y cada vez que he llegado al Parlamento, como Diputado, y, en dos oportunidades, como Senador, ha sido con la primera mayoría de mi agrupación provincial. Eso lo sabe perfectamente el Honorable señor Pablo, que fue mi contendor en la última elección, en la cual Su Señoría no obtuvo la alta votación del Senador que habla. El señor PABLO.- Porque éramos minoría en el país, en esa época; pero no temíamos a las elecciones. El señor MIRANDA.- No sea majadero. El señor DURAN.- El pueblo no se había emborrachado todavía con el griterío democratacristiano. El señor FERRANDO.- No tiene derecho a expresarse así del pueblo, señor Senador. El señor PABLO.- Es que el señor Senador ha subido tal vez muy arriba y a lo mejor está ya en la aristocracia. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Ayer oímos con toda atención al señor Ministro de Justicia, quien en sus exageradas observaciones, dijo que el Ejecutivo estaba en la imposibilidad de gobernar si no había reforma constitucional; que el Gobierno no estaba dispuesto a transar el programa, ni deseaba tampoco coalición alguna; que hablaba en nombre del Presidente de la República, porque en política no se podía jugar. Pero el señor Ministro no consideró que actualmente vivimos en un régimen esencialmente presidencial, en que todas las facultades son del Ejecutivo, y en que hay también abuso de autoridad. Me remito, para demostrarlo, a las mismas frases pronunciadas por el señor Frei cuando era Senador, para referirse al régimen del anterior Jefe del Estado. Manifestó que los poderes que tiene el Ejecutivo son de tal cuantía, que el Jefe del Estado podía compararse a un monarca. Sin embargo, cuando él ejerce el Poder, cambia totalmente de procedimiento y quiere producir un verdadero desequilibrio entre el primer poder del Estado, que a mi juicio es el Parlamento, y el Ejecutivo. Desea el Presidente de la República que entreguemos al Ejecutivo la facultad de disolver el Congreso Nacional por una vez en cada período presidencial. Yo estimo, como lo ha estimado mi colectividad política, que dar tal facultad significa establecer, en el hecho, un verdadero desequilibrio entre los dos poderes del Estado, y producir una super-monarquía. Dice el Honorable señor Palma que esa facultad la pidió el señor Alessandri. En efecto, así lo hizo, pero la materia quedó para ser estudiada y debatida en su oportunidad. Y si bien nosotros compartimos la gestión del Gobierno con aquel Presidente, no somos presidencialistas. Insistimos: estamos por el régimen parlamentario y, en consecuencia, no nos parece que deban entregarse mayores facultades al régimen presidencial vigente. Cosa curiosa, señor Presidente. Imitando a mi colega el Honorable señor Pablo, quise detenerme en documentarme sobre cuan distinta es la forma de actuar del hombre que llega a la Presidencia de la República, de la del parlamentario. Me dediqué a buscar la primera intervención en esta Sala de un joven que obtuvo la senaturía por Coquimbo y Atacama gracias a una combinación política de la época, de Falangistas, Agrarios, Socialistas y Radicales. El señor FUENTEALBA.- Parte de los radicales. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Y un grupo de radicales. En esa ocasión, fueron elegidos también dos Senadores de nuestra colectividad. En fin, quiero sencillamente decir que el estreno del señor Frei en este hemiciclo tuvo lugar a raíz de unas facultades extraordinarias que el Gobierno de la época pidió. En su discurso, que tengo a la vista, dijo el señor Frei: "En todos los hogares de Chile, y en Santiago especialmente, hemos visto cómo sucesivamente se alza el precio de la leche, del gas, de la luz, del agua, de la carne." El señor PABLO.- Eso era en tiempos de un Gobierno radical. El señor AGUIRRE DOOLAN.- O sea, nada ha cambiado desde 1949 a la fecha, pues el director de DIRINCO acaba de aumentar los precios de todos esos artículos, aumentos sancionados por el señor Santa María, Ministro de Economía. Continúa el "discurso: "La angustia va estrechando el cuello de todos los que viven de un sueldo o de un salario. Esto lo reconocen hombres de Gobierno y de la Oposición." En este momento, nada de lo que perjudica al pueblo es reconocido por los hombres de Gobierno. Los discursos pronunciados ayer por mi Honorable colega el señor Pablo y esta tarde por la gacela senatorial que es el Honorable señor Palma, llevan a la conclusión de que estamos viviendo dentro del paraíso terrenal. El señor PABLO.- ¡Está agresivo el colega! El señor FERRANDO.- ¿ Les va a poner sobrenombres a los Senadores? El señor AGUIRRE DOOLAN.- Decía el señor Frei cuando era Senador, producto de la combinación Radical-Socialista-Agrario Laborista: "¿Cómo no va a producir exasperación si muchas veces, cuando se defiende un justo derecho sindical atropellado, cuando vemos que protestas, que en cualquier país democrático se toleran, aun cuando se sepa que las profiere quien tiene convicciones profundamente contrarias al comunismo, al día siguiente se comete la torpeza y la villanía de ponerle la etiqueta de comunista, para marcarlo ante el país?". En esa época, el señor Frei era simpatizante del comunismo. Ahora, por medio del diario oficialista, lo execra y lo coloca en un terreno por demás injusto. El señor ALLENDE (Presidente).- Ha terminado el tiempo de Su Señoría. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Deploro no disponer de mayor tiempo, porque quería seguir analizando esta materia. El señor ALLENDE (Presidente).- Tiene la palabra el Honorable señor Chadwick. El señor CHADWICK.- Señor Presidente, antes de ocuparme de las cosas que han quedado establecidas en este debate, quiero recoger una afirmación del Honorable señor Palma. Nos ha dicho el señor Senador que aquí, en esta Corporación, se ha estado elaborando un contragobierno, y que la expresión más ostensible de este contragobierno sería la elección de nuestro colega el Honorable señor Salvador Allende como Presidente del Senado. Yo creo que tales palabras no tienen, entre nosotros, mayor trascendencia, porque conocemos muy bien los hechos que generaron la elección de la actual Mesa. Pero dichas así, sin desmentido, podrían ser usadas por la propaganda y aun proyectadas en el exterior, donde encuentran tanto eco las posturas de la Democracia Cristiana. Por eso, aunque sea distraer un tanto el tiempo del Honorable Senado, debo recordar que la Mesa que presidía el Senador democratacristiano don Tomás Reyes, que contaba como Vicepresidente a otro Senador de la misma colectividad, el señor García, no cayó por censura de ningún sector del Senado. Ambos renunciaron por decisión espontánea y voluntaria y con motivo de un informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento que se atuvo estrictamente al examen jurídico de un problema que suscitó el oficio que había enviado el señor Reyes a la Cámara de Diputados, que nosotros calificamos de antirreglamentario por razones ponderadas y que sirvió para generar un falso problema constitucional que, por último, se decidió en la Contraloria, como lo sabe muy bien la Honorable Corporación. De manera que no hubo censura, sino repito renuncia o dimisión voluntaria. Con estos hechos queda perfectamente establecido que no pudo haber confabulación, que no pudo haber manifestación de antigobierno; que se llegó a una fórmula que finalmente se impuso porque iban a cumplirse dos años, o por lo menos dieciocho meses, del funcionamiento de este Senado, en que la mayoría numérica de los Senadores no estaba representada en la Mesa; y no podía estarlo porque profundas diferencias separan a los distintos sectores de esta Corporación que no están de acuerdo con la Democracia Cristiana. El señor PALMA.- ¿Me permite una brevísima interrupción ? El señor CHADWICK.- No, señor Senador. No puedo conceder interrupciones, porque el tiempo no me lo permite. Se empequeñece todo lo que nosotros hacemos aquí, aun los hechos determinados por antecedentes que son del conocimiento de cada uno de los Senadores, que no pueden ser ignorados por nadie. ¿Por qué puede extrañar a un Senador democratacristiano que convivió con nosotros los dieciocho meses en que esta Corporación fue dirigida por un sector minoritario, que otro sector minoritario del Senado lleve a su presidencia a un hombre que contó, en elecciones decisivas como dicen Sus Señorías para el futuro del país, con la confianza de un millón de chilenos y chilenas? ¡Un millón de votos que no han reunido, juntos, todos los Senadores democratacristianos! En este debate se hacen afirmaciones que ni siquiera pueden resistir este examen tan sencillo del recuerdo de hechos recientes en que cada uno de nosotros ha participado. No es, por lo tanto, . . . El señor PALMA.- Si Su Señoría no tiene buena memoria, lea la historia. El señor CHADWICK.- Yo no puedo acceder a los deseos del Honorable señor Palma, de incursionar inútilmente por la historia. Estos son hechos contemporáneos, del presente, de la actualidad. Los estamos viviendo. ¿Con qué interés me voy a colocar, con el señor Palma, en las páginas de la historia, en que todo puede ser controvertible ? Señor Presidente, quiero referirme al fondo del problema. Aquí, los socialistas hemos sido reiteradamente advertidos para usar un lenguaje del foro, diría que hemos sido notificados: tenemos que saber que el partido de Gobierno y Su Excelencia el Presidente de la República no aceptan que el electorado nacional resuelva, en decisión simultánea, si ratifica o no ratifica en sus cargos al Jefe del Estado, a Senadores y Diputados. Estamos perentoriamente advertidos: esto no lo acepta el partido de Gobierno; esto lo rechaza el Presidente de la República. El señor FUENTEALBA.- El Partido Socialista teme afrontar la opinión pública de inmediato. El señor CHADWICK.- No he interrumpido a nadie. No sé lo que quiere decir Su Señoría. Lo dirá en su tiempo. Pido que me ampare en mi derecho, señor Presidente. El que acabo de exponer es el primer hecho que nos importa dejar establecido. El segundo es el que ni siquiera en estas circunstancias extraordinarias, en que existe o se pretende que exista un conflicto que debería dirimirse entre las distintas tendencias políticas del país, se nos permite a nosotros, partidos integrantes del Frente de Acción Popular, que actuamos juntos por una misma línea política sustantiva desde el año 1956; que dos veces hemos ido a elección presidencial; que desde que estamos en el Senado marchamos tan unidos que prácticamente nunca hemos tenido disidencias fundamentales... El señor PABLO.- Salvo ahora. El señor CHADWICK.- Las diferencias de ahora lo sabe muy bien el señor Senador que me interrumpe sin pedirme autorización las hemos calificado de superficiales o accidentales, porque de ninguna manera nos enemista, nos separa, nos hace marchar desunidos, la circunstancia de que el Partido Comunista crea que es posible en las actuales condiciones ir a una elección general y nosotros estimemos lo contrario. A nosotros, que marchamos unidos, que juntos recibimos el ataque conjugado de todos los elementos reaccionarios y cavernarios de este país, que incluso tenemos la denominación común de marxistas, por inspirar nuestra doctrina en una misma fuente, que aspiramos a un mismo tipo de revolución chilena, ... El señor PABLO.- ¡ Fusiónense! El señor CHADWICK.- .. no se nos permite ir juntos. Estamos advertidos. Ni la Democracia Cristiana ni el Gobierno admiten que en esta confrontación, en que no iría el Presidente de la República, podamos presentar nuestra verdadera cara de integrantes del Frente de Acción Popular, ... El señor PALMA.- ¡ Son distintos! El señor CHADWICK.- ... de marxistas... El señor PALMA.- ¡ Pero distintos! El señor CHADWICK.- ... que luchamos por los mismos objetivos, que reconocemos ... El señor GUMUCIO.- ¡ Ustedes estuvieron contra los pactos electorales! El señor CHADWICK.- ... recíprocamente nuestras posiciones electorales como legítimas, que marchamos bajo una misma inspiración. No. De esta manera, yo, como Senador por Coquimbo y Atacama, puedo decir que en esta última provincia el FRAP tiene la primera mayoría electoral, determinada según los escrutinios de marzo de 1965. El señor FUENTEALBA.- ¡ Si son tan iguales, formen un partido único! El señor CHADWICK.- En Coquimbo, tenemos 14 mil y tantos votos, unos; 12 mil ó 13 mil votos, los otros. Pues bien, porque debemos ir separados, porque, no obstante constituir una fuerza seria que persigue los mismos objetivos, no podemos ir en una lista común, resulta que en Atacama no contamos con ningún Diputado, y en Coquimbo, donde deberíamos tener holgadamente tres, sólo tenemos dos. Cuando formulamos estos planteamientos, se nos dice "no". Y se nos dice "no" porque, según se afirma, se quiere constituir partidos que representen grandes fuerzas electorales. ¿Es acaso un obstáculo para este propósito la unidad que se manifiesta desde hace más de once años en estos partidos populares ? ¿ Puede ahondarse y llegar a expresarse correcta y lealmente en una democracia que el voto que le faltó al comunismo en una circunscripción y le sobró al socialismo no debe aprovechar a un movimiento que tiene las mismas bases? El señor GUMUCIO.- Parece que ahora el caso se produciría a la inversa. El señor CHADWICK.- Yo recuerdo muy bien y digo estas cosas con absoluta tranquilidad como don Eduardo Frei Montalva fue elegido Senador por Coquimbo y Atacama en virtud de un pacto con el Partido Socialista Popular, y con esta agrupación y otra se enteró la cifra repartidora. El señor Frei, al iniciarse.. . El señor NOEMI.- ¡ Con los votos míos salió un Diputado socialista! La señora CAMPUSANO.- ¡ Que el señor Palma salió a la cola suya, dígaselo a él! ¡Dígaselo de frente! El señor PALMA.- ¡ Así han salido muchos! El señor GUMUCIO.- ¿No eran contrarios a los pactos los señores Senadores? El señor CHADWICK.- También estamos notificados de una tercera decisión. La Democracia Cristiana, que dice que la idea de una asamblea constituyente no le repugna y está dentro de su pensamiento, ahora la estima inoportuna. El señor PALMA.- ¡ Hay una reforma constitucional en marcha! El señor CHADWICK.- Sabemos, entonces, que por este proyecto no habrá elecciones conjuntas de Presidente de la República, Senadores y Diputados; que no habrá posibilidad de que el Frente de Acción Popular recoja los mandatos populares que le corresponden estrictamente, de acuerdo con su votación, y que no habrá asamblea constituyente. En estas condiciones, cuando debemos pronunciarnos por la idea de legislar, estamos enterados de que la Democracia Cristiana, que no cree en ninguna de estas ideas y las combatirá, votará a favor de la idea de legislar. Lo hará porque tiene en sus manos, dada su mayoría en la Cámara de Diputados, el control absoluto, que le permite renovar su proyecto, que nosotros rechazamos. Para nosotros, en consecuencia, votar favorablemente la idea de legislar no es votar por ninguna de las proposiciones que aprobamos en la Comisión Especial de Reforma Constitucional. Todas desaparecerán. Todas desaparecerían si nosotros, con una ingenuidad política que nadie nos excusaría, abriéramos camino a la aprobación general del proyecto que ahora debatimos. El señor FUENTEALBA.- ¡ Diga que van a votar en contra! El señor CHADWICK.- Votaremos, entonces, negativamente. Lo haremos con absoluta tranquilidad y con fundamento más que suficiente. Ya se ha oído en el aspecto jurídico al Honorable señor Ampuero, y en el enjuiciamiento político y económico al Honorable señor Altamirano. ¿ Qué podría agregar yo, cuando dos camaradas han traído la palabra del partido sobre estas materias sustanciales que .deben tomarse en cuenta en el debate? Quiero agregar la decisión que tenemos de no levantar los pareos. Se ha dicho que el pareo es una institución de caballeros, que obligaría en determinadas circunstancias a no pasar por esos acuerdos y dejar en libertad a quienes tomaron el compromiso de anular recíprocamente sus votos y, por lo tanto, no participar en una decisión del Senado. Eso no es cierto, señor Presidente. Todas las instituciones democráticas burguesas están concebidas sobre la base de un idealismo que se expresa muy elegantemente a través de la figura del caballero. El señor PABLO.- ¡ Eso los obliga a no incurrir más en ellos! El señor CHADWICK.- Pero veamos las cosas más de cerca, toquémoslas con las manos, mirémoslas en su cruda realidad. Escudriñemos los hechos y descubriremos, como afirman los marxistas reiteradamente, que en este régimen, como en cualquier otro, hay una pugna de fuerzas e intereses concentrados, de contradicciones, de antagonismos muchas veces insuperables. El pareo es una de tantas instituciones parlamentarias, como la de la inclusión en la convocatoria, no por un pacto de caballeros, sino por normas que podrían llamarse de buena educación, . . . El señor PALMA.- ¡ La inclusión en la convocatoria es de origen constitucional ! El señor CHADWICK.- ... sin que esto envuelva un trato necesariamente trabado entre personajes de alta alcurnia. Por un trato de buena educación, el que tiene en sus manos la decisión de no realizar un acto, para no dejar en ridículo a otro que se propone realizarlo y ejecuta todo lo necesario para hacerlo, que está a punto de consumarlo, con un acto de buena crianza, de esta convivencia, no ya de salones donde se mueven caballeros, sino de la simple urbanidad callejera, se le dice: "No lo haga. No se agite tanto. Si ya tengo decidida mi actitud negativa". No ocurrió así, sin embargo, no hace muchos días en el Senado. Se había formado la convicción de que el llamado proyecto siderúrgico constituía un nuevo acto por el que se daba a un grupo de capitalistas, por diez años, una exención de impuestos sencillamente irritante. Se pensó que no era posible entregar la fijación del precio del acero, no al organismo público correspondiente que fija todos los precios, que trata de realizar una política de precios en el país, sino a los propios interesados, por medio de su concejo directivo. El señor ALLENDE (Presidente).- Queda un minuto a Su Señoría. El señor CHADWICK.- Entonces, la mayoría iba a votar en contra. Se suspendió la sesión cuando, el debate estaba terminado y todos los sectores de esta Corporación habían expresado ya su voluntad, conscientemente formada para dar una decisión. Pero cuando regresaron al hemiciclo los señores Senadores, los miembros de esta Cámara, que reglamentariamente deben tratarse de "Honorables", para proceder a la votación pendiente, el partido de Gobierno, haciendo un gesto de caballeros, dijo: "Retiro el proyecto de la Convocatoria". Ahora, señor, tenemos una facultad reglada, solemnizada, perfectamente constituida en el Reglamento, que nos permite impedir que se haga esta consulta al electorado en forma mañosa, fascista, dictatorial y con un solo objetivo: conseguir un respaldo para un Presidente de la República que sigue haciendo la revolución en libertad, mientras el país está siendo saqueado por los intereses que él favorece. El señor ALLENDE (Presidente).- Ha terminado el tiempo de Su Señoría. Tiene la palabra el señor Ministro, por media hora. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Señor Presidente, entro a este debate con la mayor serenidad. No obstante, debo hacer mis observaciones necesariamente en forma atropellada, porque la limitación del tiempo así lo impone. Habría sido de mi agrado tener ocasión de hacerme cargo de numerosas observaciones, muchas de ellas muy injustas y algunas también hirientes. Haré uso de la palabra serenamente, con el ánimo de reflexionar y de expresar por qué el Gobierno sigue pensando que la solución por él propuesta es la fórmula válida y eficaz para resolver la crisis en que nos encontramos. Y para demostrar también que el Gobierno, al tomar esta iniciativa, tenía fundamento para creer que ella sería aprobada, porque los partidos políticos aquí representados, a lo largo de la historia política de los últimos 40 años, en forma sucesiva y reiterada, han propuesto la disolución del Congreso como una forma de salir de crisis análogas. Por desgracia, estas expectativas del Ejecutivo se ven frustradas, porque, de las opiniones aquí escuchadas, puede colegirse ya con facilidad cuál será el resultado de la votación que luego será tomada en la Sala. No obstante, quiero aprovechar esta oportunidad para decir por qué el Gobierno tenía motivos para pensar que, en esta Corporación, los señores parlamentarios de los distintos partidos que la integran, si fueran consecuentes con su pensamiento político, que consta en la historia política del país de los últimos años, no podrían vacilar en aprobar la iniciativa que hoy día ha sido objeto de tantas y tan injustas observaciones, y muchas de ellas hirientes, además. Para probarlo, es necesario hacer una reseña que podría prolongarse por mucho más tiempo del que dispongo, y que necesariamente debo entregar en forma apretada para constancia de esta Sala y consideración de la opinión pública. Debo empezar por recordar que en el año 1924, mejor dicho, en las postrimerías de 1923, la situación política era de tal especie que hizo necesario que los partidos políticos llegaran a un convenio escrito, en virtud del cual establecieron la obligación y el deber que se imponían de despachar numerosas leyes, y que efectivamente despachó el Parlamento. Cada una de ellas significaba cercenamiento de las facultades y atribuciones del Congreso, como única manera de encauzar y solucionar la crisis de ese instante. Las leyes que entonces se dictaron fueron las signadas con los números 4.004, 4.005, 4.006 y 4.007. No me referiré, naturalmente, a todas ellas; pero, sí, quiero referirme a aquéllas que precisamente inciden en la cuestión de que se trata. Debo comenzar por recordar, sin ánimo de molestar a ninguno de los señores Senadores presentes, que, según informa "La Nación" del 2 de febrero de 1924, el día anterior, el lº de febrero de ese año, la Junta Central del Partido Radical, presidida por don Pedro Rivas Vicuña, y con asistencia de don Luis y de don Pedro Aguirre Cerda, de don Domingo Duran y de don Guillermo Labarca, sesionó para tomar diversos acuerdos. El primero fue para autorizar a don Guillermo Labarca para que aceptara el cargo de Ministro de Justicia y de Instrucción Pública que se le había sido ofrecido en ese instante por el Presidente Arturo Alessandri, a fin de integrar el Gabinete y dar cumplimiento a los convenios suscritos por los respectivos partidos políticos. Pues bien, del texto de esa información copio la siguiente opinión que entonces se puso en boca de don Domingo Duran: "Creo que, si bien es cierto que no se han conseguido todas las reformas auspiciadas por el Partido, se ha dado un gran paso en el progreso institucional del país, porque sin el convenio celebrado estas reformas habrían tardado mucho tiempo en llegar a ser realidad". Se trata, pues, de un convenio que abrió paso a una reforma constitucional, y ésta, en opinión del entonces Diputado señor Duran, constituía un avance en el progreso institucional. Ahora bien, la ley 4.004, despachada el 26 del mismo mes y que lleva la firma de Su Excelencia el Presidente don Arturo Alessandri y de don Guillermo Labarca, establece que "para los efectos de tramitar la reforma constitucional que se ha convenido, debe cerrarse y clausurarse el debate parlamentario", cosa que en aquel tiempo no existía. Y en el artículo 2º se expresa con precisión cuáles eran las reformas constitucionales que habían sido objeto de aquel acuerdo o convenio firmado, que había sido saludado como progreso institucional, y por el cual se había llevado a la Cartera de Justicia, precisamente, a un representante del Partido Radical. El artículo 2º dispone: "Se agrega al artículo 73 de la Constitución Política la siguiente atribución: 22) disolver por una sola vez durante los cuatro primeros años de su período a la Cámara de Diputados. Esta facultad sólo podrá ejercitarla dentro de los dos primeros años del período de la Cámara de Diputados. "En el mismo decreto en que se disuelva la Cámara de Diputados, se convocará a elección para después de los treinta y antes de los sesenta días siguientes." Y agrega: "La nueva Cámara de Diputados durará en sus funciones por todo el tiempo que faltare a la que acaba de disolverse". Debo añadir que esta atribución se entregaba a Su Excelencia el Presidente de la República, y señalar, también, que en estas reformas propuestas no se establecía de modo alguno que la disolución del Congreso y las elecciones que le siguieran pudieran determinar, de modo alguno, la suerte del Jefe del Estado en el ejercicio de su mandato. El señor CHADWICK.- La disolución sólo afectaba a la Cámara de Diputados. El señor TEITELBOIM.- Existía régimen parlamentario. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- A ello me referiré. Naturalmente, esto ocurría dentro de la llamada República Parlamentaria. El señor MIRANDA.- ¡ Ah! El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Pero debo señalar también que esta facultad no se entregaba al jefe del Gabinete, sino al Presidente de la República, lo cual no condice con aquellos requisitos que tan escrupulosamente se han examinado y exigido dentro del sistema parlamentario clásico. Por eso, no se diga tampoco que la llamada República Parlamentaria que entonces vivía el país correspondía a un régimen parlamentario puro, pues, como todos los autores están contestes, dicho sistema no admitía una clasificación clara y precisa dentro del régimen parlamentario. Y no olvidemos que esta Constitución Política que regía en 1924 era la misma de 1833, que rigió y se aplicó como régimen presidencial hasta la revolución de 1891. De paso, debo decir para quienes miran con estrictez las normas académicas y científicas y los esquemas que los profesores elaboran precisamente para un mejor ordenamiento de las ideas, pero jamás como una clave para entregarla al legislador, quien debe atenerse a los hechos sociales más que a los esquemas y a las experiencias recogidas, que constituyen experiencia muerta, porque el legislador debe mirar hacía adelante y no para atrás que la Constitución de 1833 tampoco establecía un régimen presidencial dentro de los moldes clásicos, pues autorizaba al Parlamento para dar o negar la autorización para leyes periódicas, lo cual era total y absolutamente contradicho por los cánones del régimen presidencial. Esto quiere decir qué jamás en esta República, que lleva ya más de ciento cincuenta años de vida democrática, hemos vivido sin que hayamos encontrado tropiezos o motivos en la Constitución Política para apartarnos de su régimen; que nunca hemos tenido una Carta Fundamenta] que sea reflejo fiel de los esquemas de aquellas concepciones abstractas que, como digo, reflejan la experiencia de un pasado, porque de modo alguno traducen las necesidades del momento. Y nuestros legisladores, en esta materia, muy sabiamente se han preocupado y atenido a los hechos y a la realidad, al establecer normas de convivencia sin preocuparse de si ellas contradicen o no las opiniones de los profesores, que vuelven a repetir los esquemas clásicos, muertos, frutos de la experiencia pasada. Queda en claro, pues, que ya en 1924 el Partido Radical, que tuvo una posición clara, precisa y tajante frente a una crisis política de la cual, en parte, era víctima, dio paso a la disolución del Congreso para los efectos de salvar aquella crisis. En aquel entonces, cuando era víctima de esta crisis política, de la paralización legislativa, el Partido Radica] acudió al resorte, a la proposición tendiente a disolver el Congreso, para salir de la dificultad en que se encontraba. Como ya dije, no sólo fue ésta la única ley que se dictó en esa misma oportunidad, el mismo día 26 de febrero. Porque hay otras, que también sé dictaron con el mismo patrocinio político, tendientes a cercenar las facultades del Congreso, puesto que el uso y abuso de ellas era lo que estaba produciendo la paralización política y la crisis que entonces nos agobiaba. Pero resulta que quienes entonces recetaron el remedio para salir de las dificultades de que eran víctimas, ahora, cuando la situación es inversa, niegan el remedio, niegan total prestancia a la solución propuesta y la califican de disparate jurídico, de monstruosidad política; en fin, de] peor modo, porque entienden que esto, en definitiva, no es lo que representa los intereses políticos del país. El señor PABLO.- Así es. El señor DURAN.- La enfermedad es distinta. A todas las enfermedades no se pueden aplicar los mismos remedios. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- La disolución del Congreso, en 1924 por el Partido Radical y compartida por todas las colectividades políticas de aquel entonces, no pudo incorporarse a nuestra Carta Fundamental, porque los acontecimientos políticos derivaron en un golpe de Estado y, posteriormente, en la gestación de la Constitución Política de 1925. Si se recorren las actas de la Comisión Constituyente, podrá observarse cómo el Presidente de la República de esa época, el señor Arturo Alessandri, propuso la disolución del Congreso y, de manera amplia, el plebiscito. Podrá observarse también cómo el planteamiento del Jefe del Estado, que evidentemente cubría también otros aspectos, poco a poco fue desmoronándose; y cómo el Primer Mandatario fue insistiendo en el resto de las proposiciones e ideas que, en definitiva, había planteado. Cuando se le rechazó la idea de la disolución del Congreso, siguió insistiendo en la del plebiscito. Y cuando no encontró acogida dicha idea, vale decir, la del plebiscito amplio y para toda clase de materias, para zanjar toda clase de dificultades entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, aceptó lo que la actual Constitución Política del Estado preceptúa en su artículo 109. Más tarde no me referiré de inmediato a lo acaecido en 1939, pero lo haré más adelante, en 1963, nuevamente se presentó una iniciativa legislativa tendiente a modificar la Carta Fundamental. El entonces Presidente de la República, don Jorge Alessandri, al fundar su proposición sobre disolución del Congreso y sobre plebiscito, manifestó que planteaba dichas ideas como una manera de zanjar la crisis política que se producía, la que, a su juicio, afectaba y limitaba las posibilidades de un mejor gobierno. Quiero, además, relatar lo ocurrido en 1939. Ese año también hubo dificultades y se produjo una grave tensión política entre el Parlamento y el Presidente de la República. El entonces recién elegido Primer Mandatario, don Pedro Aguirre Cerda, tenía el apoyo del Partido Radical, como colectividad de Gobierno, y la de los partidos políticos que integraban el Frente Popular, o sea, las colectividades de Izquierda, incluidos el Partido Comunista y el Partido Socialista. Las dificultades surgieron con motivo de la tramitación del proyecto de ley sobre reconstrucción, iniciativa legal que también consignaba la creación de la CORFO. Al revisar la prensa de la época, encontramos demostraciones de cuan grave fue la tensión en esa época. En el diario "El Imparcial", del 15 de febrero de 1939, se publicó la siguiente declaración del Presidente de la República, el Excelentísimo señor Pedro Aguirre Cerda, la que parece tener actualidad: "La opinión pública debe estar sorprendida del resultado de la votación de ayer en la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. Dicho resultado es una prueba evidente del espíritu que anima a las fuerzas políticas que hacen oposición a mi Gobierno, cual es el de obstruir y dificultar mi labor de gobernante". "Por mi parte" dice el Presidente Aguirre Cerda, "como representante del pueblo, estoy consciente de mi responsabilidad. Sé que represento genuinamente a la mayoría del país," ¡ óiganlo bien Sus Señorías! "sé que represento a la mayoría del país; quiero servir a todos mis conciudadanos" ... Y agrega: "... y velaré por los fueros de una democracia que tiene conciencia exacta de su verdadero destino". Y todavía añade el siguiente párrafo: "De acuerdo con estos propósitos, aprovecharé mi viaje al Sur para pedir a las provincias afectadas que exijan a sus representantes una actitud que salvaguarde sus intereses". El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Eso era lo correcto. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Eso era lo correcto, por tratarse de la suerte de siete provincias devastadas por un cataclismo. El señor PALMA.- Pero ese anuncio no es el punto final de la declaración del señor Aguirre Cerda. El señor DURAN.- Hubo consecuencia en la actitud del Presidente. Además, no se trataba de realizar actos de intervención electoral. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Espero que las interrupciones no se imputarán al tiempo que se me ha fijado. El señor ALLENDE (Presidente).- Advierto a la Sala que el señor Ministro desea no ser interrumpido. Se ha limitado, además, el tiempo de los discursos y no es posible prorrogar la hora. El señor GONZALEZ MADARIAGA.- Entonces, no podremos rectificar al señor Ministro. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- Supongo que no se restará a los escasos minutos de que dispongo el tiempo que han tomado las interrupciones. El señor ALLENDE (Presidente).- No se trata de regatear, señor Ministro. Restan once minutos a Su Señoría. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- El día 16 de febrero de 1939, el diario "La Nación", tan oficial entonces como ahora, decía en su ina editorial: "Quiere la mayoría parlamentaria obligar a los mandatarios designados por la voluntad nacional a cumplir, no las aspiraciones del pueblo, sino las pequeñas imposiciones de una mayoría oligárquica ocasional...". Y agregó: "La opinión ecuánime del país comprende la serena indignación del Ministro de Hacienda y del Presidente de la República" estaba indignado el Presidente de la República .. . El señor AGUIRRE DOOLAN.- No era para menos. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- . . ."al exponer ante sus conciudadanos la gravedad de la impasse constitucional que afrontan en estos momentos. . .". "El ciudadano Presidente de la República ha declarado ayer que acudiría al veredicto de los habitantes de las regiones devastadas para que enmienden la actitud de quienes pretenden representarlos en el Parlamento". Añadía: "La Nación" : "No es aventurado predecir que ante la gravedad del momento el Primer Mandatario se verá en el caso de pedir al veredicto amplio de un plebiscito nacional el fallo de este insalvable conflicto entre dos entidades contradictorias, que significan la rutina y la estagnación del país por una parte; y por la otra su incontenible progreso moral y material basado en el bienestar del pueblo". Podría seguir leyendo otros editoriales y otras declaraciones. El diario "La Nación", el 20 de febrero de 1939, publica declaraciones del señor Astolfo Tapia, presidente provincial del Frente Popular, las que, en una de sus partes, dicen: "Si se pretende obstruir el proyecto del Gobierno destinado a reconstruir las ciudades devastadas y afianzar el porvenir económico del país, el pueblo de Chile en un plebiscito señalará al Presidente de la República que debe disolver el Parlamento. Esta no será una medida subversiva. Es un acto constitucional." Como se ve, hay coincidencia entre las opiniones entonces vertidas. Las dificultades que durante esa época sufría el Frente Popular como gobierno, combinación de partidos en que formaba el Partido Radical con otras fuerzas de Izquierda, llevaron al Presidente de la República a proponer la disolución del Parlamento y a convocar a un plebiscito. Eso no fue algo ocasional, pues la misma solución fue propuesta por el Partido Radical el año 1924, o sea, quince años antes de aquella fecha, para resolver una crisis análoga. Por eso decía, hace algunos instantes, que resulta paradójico que quienes han sido víctimas de estas crisis institucionales y políticas, los que han propuesto precisamente lo que hoy propone el Presidente Frei, sean los que en el Parlamento vienen a anunciar sus votos contrarios al proyecto y a declarar que están dispuestos a cerrar el paso a soluciones semejantes a las que ellos mismos pidieron en otro tiempo. Al parecer, soluciones que servían para un gobierno de esos personeros, no sirven, ahora, debido, precisamente, a que ellos tienen un papel y una ubicación política distinta. Señor Presidente, por lo mismo que he dicho, yo señalaba denantes que el Supremo Gobierno cuya íntima convicción es todavía la de que su fórmula es la mejor debía esperar confiado la resolución del Parlamento, en la creencia de que los partidos políticos aquí representados podrían ser consecuentes con su pensamiento. En efecto, si había una incógnita, desde el punto de vista del pensamiento de algún partido político, ella se refería al Partido Demócrata Cristiano, el que, por cierto, no existía en 1924 ni en 1939, ni compartió las labores gubernamentales en 1963. En los breves minutos de que dispongo, no puedo dar respuesta a todas las observaciones vertidas, pero hay algo que, en representación del Gobierno, no puedo dejar pasar sin mi más airada protesta. Aquí se ha expresado que el actual Gobierno sustenta una política fascistoide. Además, si no he entendido mal, se ha anunciado o se presume que sus pasos están orientados deliberadamente hacia ese camino. Yo digo que todo nuestro pasado con ello me refiero, no sólo a la historia de nuestra colectividad política, sino a la de Chile se rebela para decir que tal afirmación constituye una falsedad, un argumento político barato que no respeta ni la historia ni el presente de Chile. El señor DURAN.- Hemos argumentado sobre la base de hechos y de actitudes concretas. El señor RODRIGUEZ (Ministro de Justicia).- También yo puedo y lo haré señalar hechos y actitudes. Quiero decir que si hay un hecho político en Chile que puede ser señalándolo digo con vergüenza en mi calidad de chileno como la aproximación más real a las tendencias nacistas o fascistas, no es otro que el constituido por una ley de la República; y ésta se llamó precisamente de "defensa de la democracia". El Partido Demócrata Cristiano no tiene sus manos manchadas por esa ley, pues no la votó ni la aplicó. Al contrario, durante mucho tiempo procuró que ella fuera derogada, hasta que, finalmente, lo obtuvo. Lo sostenido por los opositores del Ejecutivo no resiste el menor examen si se tiene presente que el Gobierno se ha preocupado de amparar todas las libertades; que ha sido democráticamente elegido; que ante una crisis institucional, hace lo que más puede para manifestar su fe en el pueblo y en nuestro régimen, cual es entregar al veredicto popular 95 parlamentarios que constituyen menos uno la mitad del Congreso. Lo que ocurre es que hay posiciones negativas que, a veces, reparten dividendos. Ya se jugó la carta del anticomunismo. Todavía estamos oyendo las voces, los discursos y la oratoria que agotó los argumentos de norte a sur del país. Pero llegó el instante en que esas voces se apagaron y esas tesis se agotaron. Llegó el instante en que aquí, en esta Sala, se dieron un abrazo el Partido Radical y los partidos de Izquierda, para elegir la actual Mesa del Senado. Y yo digo, porque recuerdo Pisagua y Hungría, que esto es altamente significativo. Yo digo que ahora, agotada esa veta, y después del abrazo que acabo de recordar, lo que se está explotando es otra idea negativa: me refiero a la del antinacismo y antifascismo. Aplicando una lente de gran aumento, procuran magnificar detalles insignificantes, para vilipendiar a un gobierno al que, a lo sumo, se le ha hecho un cargo: el del campesino o agricultor apellidado Burgos. De qué se ha hecho víctima al señor Burgos? ¿No ha tenido la oportunidad de litigar ante los tribunales? ¿Ha carecido de libertad para defender sus derechos por medio de la prensa ? ¿ Y qué ha hecho la otra parte, el Estado? Ha acudido a esos mismos tribunales en defensa de sus derechos. Y a ese gobierno, que no se ha ensuciado las manos con la ley de defensa de la democracia, se lanza el cargo de antidemocrático. El señor ALLENDE (Presidente).- Ha terminado el tiempo del señor Ministro. Se dará lectura a una indicación. El señor FIGUEROA (Secretario).- Los Honorables señores Chadwick, Jaramillo Lyon y Teitelboim formulan indicación para publicar "in extenso" el debate promovido en el día de hoy por el proyecto de reforma constitucional; para insertar en la versión el informe pertinente de la Comisión Especial de Reformas Constitucionales, y para enviar, al Director General del Trabajo, el oficio solicitado por el Honorable señor Teitelboim. Se aprueba la indicación. El señor SEPULVEDA.- También se insertarían las indicaciones formuladas al proyecto, las que, entiendo, forman parte del informe. El señor ALLENDE (Presidente).- Sí, señor Senador. Los documentos que se acuerda insertar figuran en los Anexos de la sesión 84, en 22 de febrero de 1967, documento mi. El señor ALLENDE (Presidente).- De acuerdo con lo resuelto por los Comités, pongo en votación las ideas fundamentales contenidas en el informe de la Comisión, de conformidad con las disposiciones del artículo 101. En votación general el proyecto. El señor TEITELBOIM.- Rogaría a la Mesa aclarar qué vamos a votar. El señor ALLENDE (Presidente).- De acuerdo con las disposiciones reglamentarias, deben votarse las ideas fundamentales contenidas en el informe de la Comisión. El señor CONTRERAS (don Víctor).- Es decir, la idea de legislar. (Durante la votación). El señor AYLWIN.- En forma muy breve, deseo expresar que los Senadores democratacristianos votaremos favorablemente la idea de legislar sobre la materia. Hemos renovado indicación formulada oportunamente para restablecer el texto aprobado por la Cámara de Diputados, en sustitución del propuesto por la Comisión Especial de Reformas Constitucionales de esta Corporación. Nosotros mantenemos, en esta Sala, el punto de vista que desde el primer momento hemos reiterado ante la opinión pública y el país, como ya lo hicimos en la Cámara de Diputados. Lamentamos que nuestra petición tendiente a levantar los pareos no haya sido acogida, lo cual, a nuestro juicio, es señal de que no se ha querido llegar a una decisión amplia, franca, en que cada cual tuviera la oportunidad de expresarse. Voto que sí. El señor NOEMI.- Tal como ha dicho el presidente de la Democracia Cristiana, voto favorablemente el informe de la Comisión, en el entendido de que lo hacemos respecto de la idea de legislar y que nosotros, por la vía de las indicaciones, podemos reponer el proyecto primitivo del Gobierno. En forma breve, quiero sostener esta noche, con absoluta tranquilidad, después de haber oído este largo debate, algo relacionado con lo que se ha dicho en esta Sala. Se ha hecho a Su Excelencia el Presidente de la República el cargo de haber presentado este proyecto de reforma constitucional en un momento de ofuscación y de apasionamiento, cuyo origen emanaría de la denegación del permiso que solicitó para viajar a los Estados Unidos. Esto no es así. Pienso que no había otra salida que llamar al pueblo a dirimir esta dificultad existente entre el Ejecutivo y el Parlamento. Este proyecto tiene como origen la voluntad de los parlamentarios democratacristianos. Fuimos nosotros los 13 Senadores y los 82 Diputados quienes visitamos al Presidente de la República para manifestarle que dejábamos nuestro mandato para que fuera nuevamente entregado a la voluntad del pueblo. Lo hicimos en una actitud moral respecto de la cual nadie puede censurarnos. ¿Quién no entenderá lo que significa tener 82 Diputados en la Cámara y 13 parlamentarios en el Senado, estos últimos designados en una elección de 20 cargos? Nuestra actitud es amplia y moral. ¿Quién tiene la seguridad de volver al Parlamento? Tengo la convicción de que nadie abriga tal seguridad. Sabemos lo dura y difícil que es una elección. Como voy a ignorarlo, si he sido derrotado en cuatro elecciones parlamentarias y sólo en la quinta he logrado llegar al Senado. No obstante estar en él sólo un año y ocho meses, he entregado este mandato, en forma abierta y limpia. Llegué al Senado con el firme convencimiento de que al hacerlo defendería un movimiento, un programa y una doctrina. Tenía la plena seguridad de que podríamos realizar el programa del Presidente Eduardo Frei, planteado por él a lo largo del país. Pero nos hemos encontrado con dificultades. Es efectivo que ellas no han surgido en todos los proyectos. Hemos avanzado con dificultades. Hemos dado pasos adelante; pero no estamos satisfechos. Creemos que se trata de una dura tarea. Nadie puede negar lo riguroso de ella, pues hay que imponerse de la situación del campesinado, visitar las poblaciones; ir donde la gente humilde, a la cual primero tenía que llegar este impacto, porque Frei dijo que su primera tarea sería borrar la miseria. Y la miseria estaba en el campesinado, en las "callampas", en los pobres de Chile; y allí ha llegado el impacto. Naturalmente, este esfuerzo llegará más adelante, a la clase media, y creará el desarrollo económico. Sabemos categóricamente que no habrá desarrollo social si no hay desarrollo económico acentuado en el país. Nació de nosotros, de la voluntad de los parlamentarios que llevamos tan poco tiempo en estas bancas, el deseo de entregar nuestro mandato. Se lo entregamos al pueblo, al juez supremo, al único que debe juzgar esta actitud. El será quien diga más adelante si estamos cumpliendo; si hemos sido honestos; si estamos en la línea que hemos prometido. Esto es lo que nos lleva a entregar nuestros mandatos. Por eso, voto afirmativamente la idea de legislar, en el entendido de que serán renovadas las indicaciones que permitan hacer efectivo el proyecto del Presidente de la República. El señor GONZÁLEZ MADARIAGA.- En su discurso, el señor Ministro ha negado en forma rotunda los aspectos fascistas que revisten las intervenciones de la actual Administración en actos de carácter público. En mi discurso de esta tarde, he revelado las informaciones dadas por la prensa de Ovalle: 60 jóvenes han sido reclutados con engaños para llevarlos a hacer una investigación de orden educativo en el campo agropecuario. Se los tiene encerrados en el Seminario Conciliar de La Serena. Los ha llevado allí el Partido Demócrata Cristiano, para enseñarles consignas políticas y sacarlos a la calle a vociferar contra el Senado y a favor del Presidente de la República. Me parece que ésta es una manifestación de carácter fascista extraordinaria. Deseo que el señor Presidente tenga la bondad de oficiar al señor Ministro del Interior, para que dicho Secretario de Estado informe a esta Corporación acerca del alcance de este hecho, y qué medidas ha tomado la administración civil respecto de la demanda de un diario responsable, circunstancia que ha alarmado a la zona. Por las razones que he dado en mi discurso de esta tarde, voto que no. El señor GÓMEZ.- El Partido Radical es contrario a delegar en la Carta Fundamental la facultad para que el Presidente de la República pueda disolver el Congreso Nacional por una vez durante su mandato. También somos contrarios a injertar este procedimiento y mecanismo, propios del régimen parlamentario, en el sistema presidencial que rige la vida del país, el cual otorga al Presidente de la República atribuciones poco menos que omnímodas. Durante el debate, se dejó establecido en forma muy clara cuáles son esas enormes facultades del Primer Mandatario, quien domina la legislación de ambas ramas del Congreso mediante sus prerrogativas. Con todo, nuestro partido estaba llano a estudiar la posibilidad de efectuar nuevas elecciones. Asimismo estaba conteste en recoger el reto de Su Excelencia el Presidente de la República para que la ciudadanía resolviese el diferendo producido entre el Poder Ejecutivo y los representantes de vastos sectores nacionales. Por desgracia, en el curso de este debate se ha demostrado en forma evidente que no existía la intención de dar, al acoger esta proposición de efectuar nuevas elecciones, determinadas garantías. Estábamos dispuestos incluso a votar favorablemente la indicación socialista para que tanto el Presidente de la República como las dos ramas del Congreso fuesen renovadas, con el objeto de que el pueblo se pronunciara sobre todos los poderes constituidos. Con ello se pondría término de una vez por todas a este vocinglerío que nace del Poder Ejecutivo, cuando afirma de que no se lo deja gobernar, lo que no es efectivo. A este Gobierno se le dieron las leyes que él mismo proclamó como fundamentales: se les otorgaron las "vigas maestras" en las que el señor Frei dijo que descansarían toda su política, el éxito de su Gobierno y el desarrollo del país. Se despachó la ley del cobre, mejorada. El país sabe que gracias a las enmiendas introducidas por nosotros, por el Parlamento, por el Senado, específicamente, el país está recibiendo gran cantidad de dólares que no hubiera percibido si se hubiesen aprobado los convenios tal como el Ejecutivo los propuso al Parlamento. El Ejecutivo entrega el control de nuestra materia prima. No es efectivo lo que se sostiene en cuanto a que el Estado chileno entre a dominar el mercado del metal, porque ellos querían entregar el control y el comercio del metal a una comisión que operaría en Nueva York. El señor ALLENDE (Presidente).- Ha terminado el tiempo Su Señoría. El señor GÓMEZ.- También se despachó la reforma agraria. Los Senadores radicales, en vista de este vuelco y de la forma como se han producido los hechos políticos, votará negativamente la idea de legislar. El señor CURTÍ.- No puedo votar, por estar pareado con el Honorable señor Luengo. Cumpliendo una orden de mi partido, he procurado tomar contacto con dicho señor Senador para que me libre del pareo. Por desgracia, he comprobado que el Honorable colega viaja por vía marítima a Punta Arenas, lo cual me ha impedido ubicarlo. Por otra parte, tengo encargo del Honorable señor Jaramillo, quien se encuentra fuera de Santiago, de informar que él no ha podido levantar su pareo concertado con anterioridad a la fecha de la calificación de urgencia de la reforma constitucional. Por ello, tampoco podrá votar. El señor IBÁÑEZ.- Confirmando la categórica posición del Partido Nacional, nosotros votaremos favorablemente la idea de legislar. Confiamos también en que sea posible restituir o restablecer el texto original de la reforma, que es la que nosotros apoyamos. Concordamos en este punto con lo expresado por el Partido de Gobierno, pero no puedo dejar de expresar la extrañeza que nos causa este renovado interés del Partido Demócrata Cristiano por seguir adelante esta discusión que no concuerda con la actitud asumida en el día de ayer por el Ministro del interior, quien rechazó la petición del Partido Nacional para retirar la urgencia a este proyecto. A nuestro juicio, si el Gobierno tiene verdadero interés en su despacho, debería retirar la urgencia, que a estas alturas carece de sentido. Las reformas constitucionales no pueden ser despachadas bajo el apremio de la urgencia, salvo en este caso, en que había una razón que justificaba tal procedimiento: la posibilidad de realizar en forma simultánea las elecciones municipales y parlamentarias, postergando las primeras. Pero dada la rapidez con que han transcurrido estos días, que eran decisivos para adoptar una decisión que postergara las elecciones municipales, no se ve razón alguna para que el Gobierno insista en mantener la urgencia de este proyecto. Confiamos en que el partido de Gobierno, haciendo una demostración que permita restituir la fe en la sinceridad de sus propósitos, retire la urgencia de esta iniciativa, para que pueda ser votada después del 2 de abril, cuando caduquen todos los pareos. Si así lo hiciere, habría motivos sobradamente fundados para pensar que el partido de Gobierno no ha tenido sinceridad alguna en los planteamientos que ha hecho con relación a la reforma constitucional. Voto que sí. El señor PALMA.- No había pensado usar de la palabra, sino limitarme a votar, pero las expresiones del Honorable señor Ibáñez me obligan a hablar. Es necesario destacar que la gestión realizada por la directiva del Partido Nacional, en el día de ayer, no es sino una farsa más en la política chilena. Y lo es, porque a nada conduciría postergar las elecciones municipales para el 4, el 5, el 6 ó el 8 de abril, pues entonces los Senadores democratacristianos no tendríamos los pareos de ahora, pero seguramente los Senadores nacionales encontrarían navegantes solitarios con quienes parearse, lo cual les impediría votar. Voto que sí. El señor MUSALEM.- En el debate del Senado ha surgido un acuerdo muy concreto en cuanto á que el sistema institucional da margen a conflictos, insalvables hasta ahora, entre los poderes del Estado, y que dichos conflictos agravan la situación del país y producen grave daño a su economía y a las condiciones sociales del pueblo. Después de haber escuchado todo el debate desarrollado en el Senado, pareciera que los políticos se encerraran en una torre de marfil y empezaran a discutir problemas que dicen relación exclusiva a los intereses de sus grupos y, muchas veces, como en este caso, a los intereses electorales de algunos señores Senadores. Y digo esto, no por menoscabar el debate mismo, sino por la sensación que se deja hacia afuera. Pareciera que los políticos diéramos a los problemas un ribete muy particular, más relacionados con los intereses nuestros o de nuestros grupos, sin dar cabida a los del pueblo. Da la sensación de que el pueblo y sus intereses están ausentes de la discusión concreta planteada, pues, en definitiva, de la imagen de este debate sólo surgen el odio y la pasión del juego político, pero no el ánimo constructivo de dar solución a los conflictos y resolver los problemas del país. Lamento que dejemos en la boca del pueblo un sabor que, estoy seguro, es amargo, y provoquemos en su corazón una nueva decepción que, en definitiva, barrena, perjudica y socava las tradiciones y el prestigio de este poder legislativo. A mi juicio, este debate lo digo sinceramente ha sido más bien perjudicial para el prestigio, las responsabilidades y funciones de esta Corporación, por la actitud que se ha adoptado de no buscar ningún camino. Deploro que sea ésta la imagen que dejamos hacia afuera y que en el juego político se haya llegado a tratar de frustrar una iniciativa tan importante como ésta, amparándose en pequeños resquicios del Reglamento del Senado. Debo abstenerme de votar, por estar pareado. El señor FUENTEALBA.- La Democracia Cristiana, desde su nacimiento a la vida política, en todo momento, pero muy especialmente durante las campañas presidencial y parlamentaria, y luego de asumir el Gobierno del país, ha venido sosteniendo que en Chile existe una crisis profunda de nuestra democracia, que afecta a todos los órdenes de la actividad nacional y que consiste fundamentalmente en que el pueblo no tiene la participación que le corresponde en la vida política, económica y social del país. Basta mirar a nuestro alrededor para comprobar que el pueblo ha tenido una participación limitada, tanto en la generación como en el ejercicio del poder; que no disfruta sino en escasa medida de la riqueza nacional, injustamente distribuida, llevando el peso de los mayores sacrificios; que no tiene amplio acceso a la cultura y la educación; que existen grandes diferencias y antagonismos entre los poderosos y los desposeídos; que las organizaciones sociales son débiles, insuficientes y llevan una vida lánguida, propia de organismos desnutridos. Este orden injusto es herencia del régimen capitalista que ha existido en Chile y que han sostenido los partidos llamados tradicionales, de este régimen repudiado hoy por la voluntad mayoritaria del pueblo, que desea su sustitución. La Democracia Cristiana y el Gobierno actual han asumido ante el pueblo la responsabilidad de hacer los cambios profundos que se requieren para convertir en realidad esa sustitución, y deben cumplir su tarea dentro del respeto a la libertad y los derechos esenciales de la persona humana. Esta última condición es aprovechada, sin embargo, por sus adversarios para evitar o hacer más lento el proceso que se ha iniciado, el cual, de todos modos, ha significado ya un avance notable, especialmente en la modificación de la estructura agraria, del régimen tributario, del orden educacional, del mejoramiento del poder adquisitivo de las masas campesinas y de una política que, básicamente, ha significado un estrecho contacto y un diálogo permanente entre gobernantes y gobernados, y una ascensión progresiva, aunque no lo suficientemente rápida, del proletariado. Constituye un aspecto de esta crisis integral el problema que estamos enfrentando en este instante en el Senado, cuya solución jamás hemos pensado que pueda significar la eliminación de todos los males. Para esto se requiere repito eliminar o desarraigar el capitalismo y liberar al país de todo imperialismo. Pero es indudable, sin embargo, que hay una controversia permanente y paralizante entre el Ejecutivo y el Congreso, que contribuye a perpetuar o a prolongar la vida de las viejas estructuras. La raíz del mal está en los vicios del régimen. Los representantes populares se desentienden de los anhelos, deseos e intereses de sus representados, y ejercen su mandato teniendo más en consideración sus propios intereses personales, de casta, grupo o partidistas, que los intereses del pueblo, que es su mandante. Así, el país puede observar el cuadro en que, frente a un Congreso lento, arcaico, reaccionario en la forma y en el fondo y desconectado del pueblo, hay un Ejecutivo con criterio dinámico, moderno en sus concepciones, con espíritu renovador y en permanente diálogo y en estrecho contacto con el pueblo. En presencia de este conflicto permanente, tan perjudicial para los intereses nacionales, no cabe sino adoptar alguno de estos caminos: usar la vía violenta y clausurar el Congreso por la fuerza, lo que significaría poner término al régimen democrático, sustituyéndolo por una dictadura: transar con el adversario, aceptando sus puntos de vista y concertando pactos o alianzas, lo que significaría traicionar el programa de Gobierno hecho suyo por el pueblo, o recurrir al veredicto del mandante, el pueblo, a fin de que dirima el conflicto, sea mediante la disolución del Congreso, en los casos en que éste reiteradamente rechace los proyectos del Ejecutivo, sea mediante el plebiscito, para consultarlo sobre materias de verdadera trascendencia. El Gobierno actual, en que tanto el Presidente de la República como el Partido Demócrata Cristiano tienen una limpia trayectoria democrática de más de treinta años, ha elegido el tercer camino en la emergencia actual para solucionar en forma permanente, pero ahora y no en uno o dos años más, el conflicto Congreso Ejecutivo planteado en el Senado por la Oposición. Estoy de acuerdo con esta solución, que es posible mediante una reforma constitucional, sin que por ello se altere en lo mínimo el régimen presidencial, y a pesar de la opinión de los tratadistas o los jurisperitos que, como se ha podido observar en este debate, marchan a una velocidad de cinco kilómetros por hora, mientras el mundo avanza a una velocidad supersónica. Voto que sí. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Las expresiones del señor Ministro de Justicia al referirse al Gobierno de don Pedro Aguirre Cerda me obligan a decir unas breves palabras, dentro del tiempo de que dispongo. El señor Ministro ha recordado que en 1939, cuando el ex Presidente de la República Pedro Aguirre Cerda ejercía el mando de la nación, con el concurso inavaluable y muy efectivo de los Partidos Socialista, Comunista, Democrático y Radical, se vio enfrentado a una grave crisis con motivo del rechazo, por parte de la mayoría de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, a la ley de Reconstrucción y Auxilio, que también creó la CORFO. Pero el Presidente de la República, si bien en esa oportunidad manifestó su desacuerdo, sin espíritu transaccional buscó otros elementos, entre los cuales hubo Diputados del Partido Liberal y de la avanzada de la Falange Nacional, hombres que en esa época no tenían la soberbia y prepotencia de muchos de los que están hoy en la directiva del Partido Demócrata Cristiano y en el Parlamento Nacional, y obtuvo de esos hombres patriotas su concurso para sacar adelante esa ley, que benefició al país, pues permitió la reconstrucción de siete provincias devastadas y creó ese instrumento poderoso que es la CORFO, que ha servido a todos los regímenes para llevar adelante la industrialización de Chile. Nosotros, los, radicales, tuvimos muy presente el valioso concurso que nos prestaron en esa época los representantes que se podrían haber llamado de la Falange Nacional y que formaban dentro del Comité Independiente de la Cámara de Diputados, cuando Sus Señorías solicitaron la primera viga maestra: el proyecto de los convenios del cobre. Valorizamos ese concurso, y, por eso, en el último instante, a pesar de que el proyecto había sido desechado en las Comisiones del Senado, fue aprobado en la Sala. Todo ello se debe a que somos hombres que sentimos gratitud, no obstante que en muchas oportunidades seamos incomprendidos en la valiosa acción que hemos desarrollado en el desenvolvimiento económico y social de Chile. En esa oportunidad, creímos necesario devolver el gesto de esa avanzada de la Falange Nacional, que después de treinta años ha obtenido el mandato de la Nación, dando nuestros votos favorables al proyecto sobre convenios del cobre. Si ahora nos negamos a entregar nuevas facultades al Gobierno, ello se debe a que no queremos producir un nuevo factor de desequilibrio con el Poder Ejecutivo, que ya goza de facultades omnímodas. Pensamos que tal desequilibrio no debe existir y que no debe entregarse a este Gobierno o a cualquiera otro la facultad de disolver por una vez el Congreso durante su mandato. El señor SEPULVEDA.- Los Senadores del Comité Independiente, señor Presidente, que nos encontramos en la sala, sin pareos, que participamos en el debate ' y estamos tomando parte en la votación, hemos querido asumir una actitud de plena conciencia de nuestras responsabilidades frente a este proyecto, que tanto ha apasionado a la opinión pública del país y a esta Honorable Corporación. Ya hemos expresado en nuestras intervenciones, el Honorable señor Von Mühlenbrock y el que habla, por qué razones no podemos acoger la iniciativa del Ejecutivo, tendiente a establecer el sistema de disolución del Congreso por voluntad del Presidente de la República, ni las que contiene el informe de la mayoría de la Comisión Especial de Reforma Constitucional. Las consideramos profundamente perjudiciales para nuestra Patria y nuestra democracia, a la luz de la doctrina constitucional y de los superiores intereses del país. Por eso, adelantamos ayer, y lo repetimos hoy, que al no surgir de este debate la posibilidad de encontrar una fórmula que en forma democrática, sin quebrar la estabilidad de las instituciones, signifique una solución a lo que se ha llamado crisis institucional o política, nos veríamos precisados a votar en contra de la iniciativa en general, porque no podemos contribuir con nuestros votos a la aprobación de iniciativas que consideramos profundamente perjudiciales al interés nacional. Como no ha sido posible materializar algunas de las soluciones planteadas, entre las cuales destaco la que el Honorable señor Von Mühlenbrock y el que habla hemos propiciado para establecer en nuestro sistema constitucional el camino del plebiscito o referéndum, a fin de consultar la voluntad nacional cuando surjan dificultades insuperables entre los Poderes Ejecutivo y Legislativo; como esto no se ha logrado, a pesar de haberse producido declaraciones favorables de orden general por parte de los representantes de la mayoría de los sectores del Congreso y de algunos partidos políticos que, como el comunista y el socialista, lo han hecho así público con algunas reservas, y como lo ha expresado, también, la Democracia Cristiana, puesto que son autores de una iniciativa similar, ya en conocimiento del Congreso, los Senadores independientes consideramos que la premura de la urgencia y las condiciones negativas en que se desenvuelve la consideración de este proyecto, debido al apasionamiento y al clima que ha imperado en estas circunstancias, impiden que alguna de estas soluciones prospere ahora, sin perjuicio de que ella pueda lograrse en un futuro próximo. Por estas razones, ante la posibilidad de que esta idea de legislar pudiera ser aprobada, hemos formulado la indicación que crea el sistema de plebiscito, a base de la ya presentada anteriormente, desglosada del proyecto sobre reformas constitucionales pendiente de la consideración del Congreso. La hemos modificado y corregido en aquellas objeciones sustanciales opuestas hasta el momento, y para establecer el sistema recíproco de la posibilidad de que el Congreso pueda recurrir al plebiscito, a fin de que haya debida equiparidad y equilibrio entre los Poderes del Estado, mediante esta nueva válvula de consulta a la soberanía nacional. Si no prospera hoy esta posibilidad de solución, perseveraremos en esta iniciativa en la seguridad de que, una vez libres del avasallante peso de las urgencias y pasado ya este clima apasionado que estamos viviendo, podremos, con serenidad y tranquilidad, en ese momento, entregar al país la verdadera solución que la opinión pública reclama. Voto negativamente. El señor VON MÜHLENBROCK.- Trayendo a la Comisión Especial de Reforma Constitucional la serenidad y la majestad del aula universitaria, el ámbito del estudio ponderado, de la jurisprudencia, el profesor Guzmán Dinator probó, en esa Comisión, en forma irrefutable, que la disolución del Congreso, transitoria o permanente, no ensambla ni tiene cabida de ninguna especie en el sistema de régimen presidencial que caracteriza la organización del Estado de Chile, y que el único ejemplo en el mundo que' se puede argüir es el de Brasil, imposible de mencionar en esta Sala como antecedente, por tratarse de una dictadura. De ahí que hoy haya solicitado que la brillante exposición de este distinguido catedrático fuera insertada en la versión de estas sesiones, porque es la más amplia defensa que puede hacerse del Senado y de nuestro criterio. En un discurso de hoy, he analizado mis puntos de vista como Senador independiente. Ellos son favorables a la única válvula que puede detener esta caldera para que no haga explosión: el plebiscito. Y el señor Guzmán Dinator probó que sólo el plebiscito es posible en el régimen presidencial; de manera que el proyecto enviado por el Ejecutivo, que hoy nos preocupa, no resuelve nada, lo complica todo y amenaza integralmente la suerte de las instituciones de la República. La fórmula de disolución fue enlazada con el sistema de renuncia del Presidente de la República; y yo, que lo conozco, sé que el señor Frei habría aceptado el mandato del pueblo y el imperativo de las urnas. Derrotada la Democracia Cristiana en histórica elección, el señor Frei habría declinado el cargo, y ello habría representado una crisis constitucional, la ruptura de la continuidad institucional del país, que es su mayor acervo moral y motivo de prestigio en el mundo. Chile es un país pendular. Su pueblo noble sueña con un Mesías que resuelva sus duras condiciones de vida. Así como ayer levantó la gloria y majestad del Frente Popular; otro día levantó al "Ibañismo", y ayer, a la Democracia Cristiana, mañana levantará otro movimiento, para sepultarlo más tarde en el olvido. Así son sus movimientos pendulares de masas. Pienso que es preferible la continuidad institucional, la marcha democrática y mantenernos siempre cerca del pueblo. Termino rubricando lo manifestado por el Honorable señor Sepúlveda, en el sentido de que, como independientes, creemos en la solución cordial sobre la base del equilibrio de Poderes debidamente separados y de la tradición jurídica que ha hecho grande a esta nación, dentro de la cual es compatible el progreso del Estado, para ponerlo en consonancia con la época. Para encerrar mis palabras, quiero terminar recordando que Churchill, el vencedor de la segunda guerra mundial, el salvador del Imperio Británico, cargado de glorias y de honores, convocó a elecciones al Imperio Británico, disolvió el Parlamento, y la réplica de ese pueblo que desesperadamente hoy día trata de salvar su memoria y de venerarla como la más gran de figura de la humanidad en este siglo, lo barrió en la lucha. Yo no quiero ni la pérdida de este Senado, cuyos numerosos valores aprecio y distingo, ni ese fin para un Mandatario idealista como el señor Frei. Por eso, con serenidad, con independencia de criterio y voluntad seguiremos luchando por encontrar la fórmula conciliatoria que nos reveló en forma clara y relevante el profesor Guzmán Dinator: el plebiscito. En consecuencia, voto que no. El señor MAURAS.- Lamento profundamente que razones de orden familiar no me hayan permitido concurrir a la sesión de ayer y a la primer parte de la de hoy, para haber participado extensamente en este interesante debate. En lo breve del tiempo de que dispongo ahora, trataré, en forma sintética, de exponer mi pensamiento. La reforma constitucional propuesta por el Gobierno tiene dos objetivos claves: primero, otorgar al Presidente de la República la facultad, por una sola vez durante su mandato, de disolver el Congreso, y, segundo, disponer que este Congreso se disuelva a sí mismo. Respecto del primer punto, entiendo que está dicho suficientemente que esta facultad es impropia del régimen presidencial o semipresidencial. Como argumento máximo de esta impropiedad, destaca el hecho de que la proposición del Ejecutivo no considera una medida que contrapese la disolución del Congreso. En los países en que existe semejante atributo en el Ejecutivo, existe también la disposición de que el Poder Legislativo, ya sea como un todo, en aquellas en que hay una sola Cámara, o la Cámara de Diputados en los de sistema bicameral, pueda otorgar o negar su confianza a los gabinetes. Todo esto, con el propósito de mantener el principio fundamental de Derecho Público: el del equilibrio de poderes. A mi juicio, con su proposición, el Gobierno lograría romper ese equilibrio. Con relación al segundo punto, el Gobierno pide a este Congreso que se disuelva a sí mismo para consultar a la opinión pública sobre quién es más representativo de ella: si el Gobierno o los partidos que están en la Oposición, y para dirimir lo que ha dado en llamar el conflicto institucional entre el Ejecutivo y el Senado de la República. De inmediato, se destaca que el Gobierno pide esta reforma constitucional substantiva, que quiebra nuestro actual "status" democrático, a un Senado al que, reiteradamente, por boca de sus personeros más destacados y el propio Presidente de la República, no concede vigencia política: le niega su valor de representación auténtica, basado principalmente en que está elegido de acuerdo a las normas constitucionales actuales. ¿ El actual Gobierno es un Gobierno más en Chile o es tan trascendental, tan penetrante, tan distinto en la vida pública de este país, que no puede vivir dentro del marco en que se han desenvuelto todos los Gobiernos anteriores de Chile, algunos de los cuales realizaron transformaciones verdaderamente fundamentales entre nosotros? Don Pedro Aguirre Cerda, de esclarecida memoria, miembro del Partido Radical y representante de las fuerzas populares de Chile, conoció oportunamente la oposición que en el Congreso encontraba su proyecto de Corporación de Fomento de la Producción, que, en definitiva, se impuso por un voto de mayoría, gracias al apoyo que al final obtuvo de un Senador del Partido Conservador. ¿Ha sido o no la CORFO un elemento que ha cambiado la faz de este país y que lo sacó del estancamiento agrícola para darle su despegue industrial? ¿Ha llevado o no al pueblo luz y cultura; le ha dado a Chile energía, progreso y habitación? Ese sí fue un conflicto, porque realmente estaba en juego el destinó de Chile, como ha quedado demostrado después; y el Presidente Aguirre Cerda y sus colaboradores jamás pensaron que era necesario previamente transformar la organización jurídica del país. Por otra parte, estimo que una reforma constitucional tiene que ser el resultado de una larga experiencia vivida y no el fruto de una tormenta pasajera; tiene que ser el producto de una sostenida elaboración de pensamiento y no el estallido de una pasión; tiene que ser el producto de un estudio sereno y prudente y no el resultado de una escaramuza. Niego rotundamente que en Chile haya un conflicto institucional. El Presidente ha tenido mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y apoyo suficiente en el Senado para obtener el despacho de todas las leyes que realmente le han interesado, y cuya tramitación ha mantenido hasta el final en el Congreso. Como ejemplo suficiente e irredargüible están los proyectos de convenios del cobre y la reforma agraria. ¿Qué ocurre entonces? ¿Se terminaron las "vigas maestras" y se necesita continuar estas luchas políticas que sirvan de banderas electorales? Lo digo, porque no diviso cuáles serían los nuevos proyectos de leyes fundamentales que el Gobierno pediría al nuevo Congreso elegido de acuerdo al sistema que preconiza ahora. Por último, creo que de aprobarse esta proposición aberrante, pondríamos al país en el tobogán de los hechos insospechados e incontrolables. En efecto, sólo hay que preguntarse: ¿qué pasaría si en las elecciones que pretende el Gobierno resultara mayoría de los partidos de Oposición y no del que le da sustento, en el entendido de que esos partidos no son homogéneos? Se mantendría la situación actual. A mi juicio, de todo esto se podría desprender con lógica que aquí hay también una expresión de desconfianza del Ejecutivo en el partido que le presta su apoyo, puesto que no reconoce la labor que el Congreso, en que aquél tiene una subida cuota de parlamentarios, ha desarrollado hasta ahora. Se podrá decir que algunas otras directivas de partido han expresado su apoyo a esta iniciativa. Las hay que no creen substantivamente en determinadas características del régimen democrático y, en consecuencia, les dan igual estas normas u otras, y otros estiman que por razones de organización están en condiciones mejores de dar una lucha electoral ahora que antes. En definitiva, ningún motivo que diga relación al problema mismo. Para terminar, deseo decir que desde el primer momento en que se anunció esta reforma me opuse públicamente a su aprobación, a pesar de la campaña pública de amedrentamiento y presión moral desatada notoriamente por los pocos partidarios de ella, y a la primera persona que notifiqué personalmente de mi resolución fue al Jefe del Estado. El rechazo de esta proposición no es, a mi modo de ver, el triunfo de nadie, sino el triunfo del sentido sensato de Chile, de su mantenida juridicidad, de su equilibrio público que le ha dado prestancia y honor, y de su buena estrella. Voto que no. El señor GORMAZ.- Pido la palabra. El señor ALLENDE (Presidente).- Puede usar de la palabra Su Señoría. El señor GORMAZ.- Señor Presidente, deseo refutar los cargos que se han hecho en contra de mi partido y del Gobierno con motivo de pareos a que han sido sometidos algunos de mis colegas de bancas. En lo que se refiere al caso mío, debo hacer presente que me pareé por motivos de salud y que me encontraba en el extranjero en la esperanza de que tal compromiso pudiera deshacerse de acuerdo con el Comité de otro partido. Regresé a Chile para votar y apoyar el proyecto del Ejecutivo. Por desgracia, no puedo hacerlo. El señor REYES.- Señor Presidente, me correspondió presidir la Comisión Especial de Reforma Constitucional. En ella pudo advertirse que sería imposible la aprobación del proyecto que ahora nos reúne. Sin embargo, hoy quedó establecido que todos los sectores políticos, en una u otra forma, con mayor o menor intensidad, reconocen la existencia de un conflicto institucional de poderes, o como quiera llamársele, que es necesario resolver y que en la Constitución, en el régimen vigente actualmente entre nosotros, no tiene respuesta adecuada. Ante ese hecho, cuatro votos contra uno declararon, en la Comisión, aceptar en general la idea de legislar. Posteriormente, fue imposible llegar a una fórmula que realmente expresara este sentir en común. Sin embargo, a pesar de las formas del debate y del apasionamiento que a ratos ha podido comprobarse, también se ha hecho presente aquí, en, la Sala, el vacío de que adolecen nuestras normas constitucionales y que impide resolver los conflictos entre Gobierno y Parlamento. Y es por eso que, ya al término de la votación, conocido prácticamente su resultado, rechazada la idea por no obtenerse el quórum necesario, quiero reafirmar nuestra voluntad de seguir adelante en la búsqueda de una solución que contribuya a afianzar nuestra democracia, a hacer más respetable el Parlamento en sus decisiones y a impedir que se agudicen conflictos que a nada conducen, y que sencillamente muchas veces dejan al país al borde de crisis que nadie puede prever dónde van a terminar. Yo que he tenido una responsabilidad que no me corresponde, al presidir la Comisión Especial de Reforma Constitucional, quiero, pues, reiterar este anhelo, esta esperanza. Voto que sí. El señor DURAN.- Pido la palabra. El señor ALLENDE (Presidente).- Puede usar de la palabra Su Señoría. El señor DURAN.- Señor Presidente, no podemos hacernos cargo de tantas observaciones oídas en el transcurso del debate en estas últimas horas, porque, por desgracia, el tiempo fue repartido de manera que el señor Ministro tuvo oportunidad de hacer uso de la palabra cuando no estábamos en condiciones de hacer un análisis de su juicio. Aun cuando no digan relación con los problemas de fondo, tengo el deber de destacar ante el Honorable Senado dos hechos. El primero es que, tanto el representante del Ejecutivo como todos los señores Senadores de Gobierno que han expresado sus opiniones con relación a la crisis, no nos han planteado, en el transcurso de este debate y de los de las Comisiones, una teoría distinta de la que yo llamaría, por lo menos, extraña: no se acomoda su pensamiento con la filosofía jurídica de los tratadistas. A la Democracia Cristiana, los tratadistas de derecho constitucional le producen alergia. ¡Nada de las cosas tradicionales del régimen presidencial o del sistema parlamentario! No es uno solo el personaje que en el mundo tiene tal criterio. También De Gaulle adopta un sistema parecido. Las normas constitucionales que rigen la República Francesa son, en realidad, en el fondo, las de un régimen parlamentario, con una característica muy especial que lo hace caer bajo el nombre de cesarismo degaullista. Esta fórmula es la acomodación de las doctrinas a la voluntad de un hombre. De las palabras del señor Ministro fluye que, en el fondo, ése es su anhelo: acomodar a la persona del Excelentísimo señor Frei, más allá de las doctrinas, una fórmula constitucional que a él le acomode. Y esto, mientras aquí haya hombres, no lo logrará ni éste ni ningún otro Gobierno. Puede plantearnos una u otra tesis, con coloridos diversos, pero normas constitucionales para una persona, eso no lo conseguirá, al menos con la voluntad de los parlamentarios del Partido Radical. Y otra cosa, que me duele comentar. El señor Ministro fue muy parco en la Comisión al exponer sus argumentaciones jurídicas. Lo fue también en el Senado. Sólo ahora, al término del debate, cuando ya no podemos analizar sus palabras, nos trae, más que tesis jurídica, algunos recuerdos históricos destinados a colocar al Partido Radical, en la discusión de hoy, como en una antítesis respecto de una conducta pasada. No disponemos del tiempo necesario para dar respuesta a todas las expresiones del señor Ministro; pero sí podemos decir que, en lo tocante al análisis histórico que ha hecho del planteamiento de parlamentarios radicales tendiente a dar autorización al Gobierno del señor Alessandri para disolver el Congreso, ello obedeció a un sistema perfectamente lógico: el de permitir usar de esa facultad cuando se hubiera caído en excesos que desprestigiaran el régimen. El alcance que ha formulado al Gobierno y a la persona del Excelentísimo señor Aguirre Cerda ya fue analizado por mi distinguido colega el Honorable señor Aguirre Doolan. He tenido que aludir a ello porque ha citado nombres de personas vinculadas con mi familia. Creo que, a esta altura por lo menos, todo esto no es de buen gusto. No cabe, dentro de un ambiente y de un trato deferente, hacer planteamientos de esta índole, sobre todo cuando personalizan, se refieren a nombres, en circunstancias de que los demás no están en condiciones de defender su tesis. No lo encuentro elegante, señor Ministro. Por último, hemos escuchado al señor Ministro el lenguaje tan repetido de crítica al radicalismo como consecuencia de la dictación de la Ley de Defensa de la Democracia. No me alcanza el tiempo sino para decir que este partido fue el que formó un bloque para derogar esa ley y que, en consecuencia, cuando se hacen análisis históricos deben hacerse completos, porque decir verdades a medias es una forma de faltar a la verdad. El señor BOSSAY.- La campaña que dio por resultado la elección del señor Frei se dedicó exclusivamente a eso. El señor PABLO.- Señor Presidente, mi honorable colega el señor Duran lamenta que el señor Ministro, al hacer recuerdos históricos a última hora, lo ponga en la dificultad de no poder contestar a sus expresiones, que colocan a su partido en antítesis con el pasado. En el momento de fundar mi voto, deseo dejar constancia de que el Partido Radical está perfectamente en posición de antítesis. Este proyecto, calificado por él de fascista, de vehículo destinado a la absorción de poder, fue votado favorablemente por ese partido en la Cámara de Diputados. Parece, entonces, que el radicalismo está permanentemente en antítesis repito, o el presunto fascismo de la Democracia Cristiana no es sino una treta más para ocultar el propósito de impedir que se consulte al pueblo para que resuelva la crisis institucional. El Honorable señor Duran se ha referido de nuevo al problema de las doctrinas. Reitero lo que expresé en el día de ayer: que ellas son válidas para informar el pensamiento, la acción política. Pero el político no vive para la doctrina, porque, de ser así, el Código de Procedimiento Civil de Chile, por ejemplo, debería haber sido dictado por Carnelotti, hombre que no puede tener asiento ni representación en este Senado para votar. Por otra parte, en más de una ocasión, el Honorable señor Duran no ha trepidado en manifestarse en contra de las doctrinas. Así, al votar en contra del permiso constitucional solicitado por el Presidente de la República para salir del país, olvidó Su Señoría que la doctrina sostiene en forma reiterada y permanente que es facultad exclusiva del Jefe del Estado dirigir las relaciones internacionales y que puede usar de ese recurso diplomático en el cumplimiento de tal cometido. Deseo detenerme un poco ante la actitud del Partido Socialista, que censuro doblemente. La censuro porque, en su voluntad de oponerse a este proyecto, no satisfechos los señores Senadores socialistas con sólo emitir sus votos, han dado a una disposición reglamentaria un alcance que impugno, porque estimo que ningún Reglamento puede impedir aquello que nos da la Constitución: el derecho de votar en esta Sala. Por eso, estimo que, como lo dije ayer, han pretendido valerse de esto que es un pacto de caballeros para privarnos del ejercicio de un derecho. Yo creo que los pactos de caballeros obligan y son tan respetables en el régimen revolucionario marxista como en la burguesía o en cualquier otro ámbito, porque una acción de confianza debe ser correspondida en iguales términos. Ser revolucionario no implica negar la posibilidad a todos los Senadores democratacristianos de ejercer su derecho, posibilidad que, ellos lo sabían, tiene hoy un alcance evidente. Pero lo que es más, a mi modo de ver el Partido Socialista se ha prestado a una pequeña jugada política: su alianza, en este instante, con el Partido Nacional. Porque aquí, de lo que se trata, en el fondo, es de una tremenda farsa del Partido Nacional, el que, por sus diarios, por la prensa, usando de todas sus posibilidades, y entre nosotros por medio de su vocero oficial el Honorable señor Ibáñez, ha dicho que estaba dispuesto a votar en favor de este proyecto. Sin embargo, dos de sus Senadores se parearon precisamente con este propósito, y estos pareos han regido a pesar de estar presente el Honorable señor Altamírano y de haber permanecido aquí hasta las cuatro de la tarde el Honorable señor Jaramillo. El señor IBAÑEZ.- ¿Y por qué no retiró la urgencia el Gobierno? El señor PABLO.- En esta forma, si nos levantaban los pareos, lo que no alteraba la votación, habría quedado de manifiesto la actitud del Partido Nacional, que de viva voz ha expresado ser partidario del proyecto, pero, en el hecho, ha sido adverso a él. Por eso, porque somos contrarios a la farsa, porque no nos gustan los políticos que dicen "sí" cuando en el fondo su actitud es "no", porque queremos un Congreso que represente al pueblo, porque creemos que nuestras diferencias deben ser dirimidas por el pueblo y porque tenemos confianza en la democracia, no de hoy, sino de siempre, votamos en favor de este proyecto. Porque no somos fascistas, porque nunca hemos hecho campos de concentración como los de Pisagua, porque hemos estado aquí para defender las libertades públicas, con la frente muy en alto, convencidos de que esta iniciativa era beneficiosa para el país, los trece Senadores del Partido Demócrata Cristiano hemos estado presentes en esta Sala, para expresar nuestra adhesión los que hemos podido hacerlo de acuerdo con el Reglamento y para expresar su desistimiento aquellos que han estado impedidos de hacerlo, por un pareo reglamentario que, a mi modo de ver, está enervando una facultad constitucional. El señor IBÁÑEZ.- ¿Por qué no retiraron la urgencia, si tienen tanta confianza en el pueblo? El señor GUMUCIO.- Porque se habrían pareado en otra forma. El señor PABLO.- Su Señoría lo sabe. Me dijeron que no les gustaba el proyecto y el Honorable señor Jaramillo. . . El señor IBÁÑEZ.- Lo sé demasiado bien. El señor GUMUCIO.- En realidad, personalmente no me ha tocado intervenir en el largo debate que se ha desarrollado alrededor del proyecto aprobado por la Cámara de Diputados que faculta al Presidente de la República para disolver el Congreso por una sola vez. Pero no puedo dejar de manifestar mi dolorosa impresión después de escuchar algunas de las intervenciones que se han sucedido en esta Sala. Digo que mi impresión es dolorosa, poique pareciera que muchos Honorables colegas no han entendido aún el significado profundo de la elección presidencial de 1964. Ese año se configuró un movimiento popular que quería cambios en profundidad. Y esos cambios los quería tanto el electorado que votó mayoritariamente por el Excelentísimo señor Frei, como el que votó por el Senador Allende. El pueblo, en su madurez, quería que se diera un dinamismo de tipo revolucionario que provocara cambios profundos. Y ese pueblo, con su madurez, exigía tanto a su gobernante como a quienes tenían la obligación de fiscalizar, que se luchara en un nivel elevado en el orden político. Ese nivel que exigía el pueblo con su intuición, y en su deseo y esperanza, no se ha realizado por parte, por lo menos, Je este cuerpo legislativo. En eso debemos ser francos, porque después de muchos análisis resulta que aquí no somos culpables de nada. La única culpa la tiene el Ejecutivo, la única responsabilidad la tiene el Presidente de la República. Hemos olvidado que cada actuación presidida por la pasión y la violencia, muchas veces manifestada en actitudes dentro del Senado, se ha ido entrelazando con otra, hasta colmar el vaso, que se completa con una gota. Eso es lo que ha pasado, señor Presidente. Y, a mi juicio, se ha adoptado esta actitud irresponsable de oposición a un Presidente de la República que ha tenido el más alto porcentaje de resultado electoral. Recordemos un poco. En la elección de 1946, el señor González Videla obtuvo 40,10% de los votos y el doctor Cruz-Coke 29,71%. En 1952, don Carlos Ibáñez reunió un 46,64% y don Arturo Matte 27%. En 1958, don Jorge Alessandri captó 31,2% de los sufragios y don Salvador Allende 28,5%. En 1964, 55,7% obtuvo el señor Frei y 38,6% el Senador Allende. A quien obtuvo este resultado mayoritario indiscutido, se le ha negado, como dijo un dirigente político, la sal y el agua. Don Juan Antonio Ríos tuvo dos leyes de facultades económicas. El señor AGUIRRE DOOLAN.- Recuerde el porcentaje de su elección también. El señor GUMUCIO.- El Gobierno del señor González Videla contó con cinco leyes de facultades económicas y administrativas. Don Carlos Ibáñez, con dos leyes de facultades amplísimas. El Gobierno de don Jorge Alessandri, con dos leyes de facultades administrativas y una de facultades económicas. En ese tiempo había una Oposición que entendía que, para que no se produjera conflicto de Poderes, era lógico y justo que un Gobierno que se iniciaba tuviera la posibilidad de realizar su programa con cierta celeridad. El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).- Ha terminado el tiempo del señor Senador. ¿Cómo vota Su Señoría? El señor GUMUCIO.- Yo estaba pareado con el Honorable señor Ampuero. Este pareo fue convenido a raíz del receso parlamentario, antes de suceder los hechos que han motivado este proyecto. Como no he sido autorizado para votar, me declaro pareado. El señor ALLENDE.- Señor Presidente, señores Senadores: Desde que la voluntad de la mayoría del Senado eligió la Mesa que integramos con el Honorable señor Luengo, me he abstenido conscientemente de intervenir en los debates. Debí haber hablado cuando se discutió aquí el permiso del Presidente de la República para viajar al extranjero, ya que ocupaba en ese entonces el cargo de jefe del departamento internacional de mi partido y era mi obligación plantear los puntos de vista de mi colectividad. Debí haber intervenido también en esta discusión por interés ciudadano, por preocupación cívica, por mi condición de Senador y por ser, junto con el Honorable señor Fernando Alessandri, el parlamentario más antiguo en el Senado. Sin embargo, no lo hice, por considerar preferible mantenerme como tradicionalmente lo han hecho los Presidentes de esta Corporación. Pero en el día de ayer el señor Ministro de Justicia, en un gesto poco elegante, como el de hoy, insinuó que la actitud opositora partía desde el instante en que los candidatos derrotados en la elección de 1964, uno de los cuales era yo, no habían ido a saludar al señor Presidente de la República. No soy masoquista, señor Ministro de Justicia. La campaña presidencial de 1964 tuvo como un sello que marca a fuego la actitud implacable, injusta y artera que se desató en contra del movimiento popular y en contra de mi persona. Había un hombre, no de mi partido, que tenía la obligación moral de haber dicho: "Eso no se puede decir del Senador Allende", porque veinte años de amistad limpia le hacían conocer demasiado mi integridad moral y mi convicción. En seguida, hoy el Honorable señor Palma en forma más clara, y en actitud un poco sibilina el señor Ministro de Justicia, han vuelto a reiterar algo que quiero esclarecer en este recinto. Han destacado que, como símbolo de esta actitud opositora, yo ocupo la testera del Senado. No, señor Ministro. No hemos llegado aquí en función de la confabulación de una mayoría heterogénea que ha pasado por sobre los principios. No. Esa mayoría determinó que nosotros podíamos y debíamos regir los destinos de la Corporación, para defender el respeto que se debe tener al Senado de la República, el equilibrio de los Poderes y las atribuciones de cada uno de los señores Senadores. La prueba de que no ha habido concomitancia alguna es que ni siquiera nos hemos preocupado de las Comisiones. Por eso, incluso la Comisión de Constitución, legislación, Justicia y Reglamento, ha seguido y seguirá presidida por un democratacristiano. Como Ministro de don Pedro Aguirre Cerda, me honro de haber pertenecido a ese Gobierno popular. Tengo que reivindicar que la actuación de esa época es muy distinta de la que estamos viviendo en este instante. No hubo proyecto para disolver el Congreso ni se procedió por medio de la prensa y la radio a desfigurar la realidad y a tratar de presionar al país contra el Senado de la República. Y la actitud opositora del padre o abuelo de uno de los señores parlamentarios, cuando la Falange formaba parte del Partido Conservador de esa época, llegó a tal extremo, que por un solo voto, señor Ministro de Justicia, el del señor Urrejola, se aprobó en esta Cámara nada menos que la ley que creó la Corporación de Fomento de la Producción. Lo recuerdo porque yo era Ministro de Salud del Gobierno de don Pedro Aguirre Cerda y me enorgullezco de ello. El señor AGUIRRE DOOLAN.- ¡Fue brillante Ministro! El señor ALLENDE.- Finalmente, no puedo aceptar las palabras del Honorable señor Pablo, que ha criticado y censurado al Partido Socialista diciendo que rompió un pacto de caballeros. Extraña conducta, pues no reconoce que virilmente hemos dicho que el pareo es un resorte reglamentario que ejercemos para impedir un mal peor. En forma viril lo declaró nuestro partido ante el país. Y aquí ha estado presente el Senador pareado, para manifestar que todos los resquicios, para nosotros, son indispensables a fin de detener la amenaza que se cierne sobre Chile por la actitud de la Democracia Cristiana. Voto que no. El señor FIGUEROA (Secretario).- Resultado de la votación: 16 votos por la afirmativa, 12 por la negativa y 6 pareos. El señor ALLENDE (Presidente).- El Senado no ha reunido el quórum constitucional necesario a que se refiere el inciso segundo del artículo 108 de nuestra Carta Fundamental. Hay 44 Senadores en ejercicio y el quórum requerido es de 23. Solicito el acuerdo del Senado para enviar al Ministro del Interior el oficio pedido por el Honorable señor González Madariaga. Acordado. Se levanta la sesión. -Se levantó a las 21.12. Dr. Rene Vuskovic Bravo, Jefe de la Redacción.