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- rdf:value = " El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Celebro mucho que el señor Presidente me haya concedido la palabra después del Honorable señor Pablo.
El señor Senador ha aludido a mi condición de hombre de edad. Llevo varios lustros en la Parlamento, y parece que Su
Señoría siente envidia de este hecho. Algo de ello debe de haber. Pero el señor Senador estoy seguro no escapará al tiempo, a pesar de la frescura que se gasta.
El hecho que mencionaba el Honorable señor Pablo es efectivo; pero creo que el helicóptero que empleó pertenece a las Fuerzas Armadas.
El señor PABLO.-
No, señor Senador.
El señor AMPUERO.-
Es de un amigo proletario que el señor Senador tiene.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Habría que preguntar al Banco del Estado por la situación de ese amigo proletario.
El señor PABLO.-
Es de un particular.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
La Corporación está siempre oyendo al Honorable señor Pablo, ya sean sus intervenciones directas o sus interrupciones. Ruego al señor Senador que me permita hablar, más aun cuando me ha aludido. Ya tendrá oportunidad de usar de la palabra, lo que ahora importa mucho, pues iniciamos un nuevo período en el cual la Democracia Cristiana debe pasar por un tamiz. Ya este globo comienza a desinflarse y nadie lo podrá impedir.
Deseo referirme a la intervención en que ha incurrido el partido de Gobierno, porque como demócrata, como hombre de otra época, no puedo concebir lo que ha sucedido. No puedo admitir que el Presidente de la República haya rebajado la dignidad de su cargo para convertirse en generalísimo de una campaña electoral. El Primer Mandatario ha recorrido el país pidiendo votos para su partido. No se ha preocupado de lo que interesa al pueblo. Ha hablado lo dije cuando me referí a lo sucedido en Castro de cosas que no preocupaban la vecindario: de su pugna con el Senado y de un proceso que la gente no entendía, como es el de las urgencias. Lo que él quería eran votos.
Posteriormente tuvo el valor de desafiar a la Oposición a un plebiscito. ¡Algo incomprensible! Hasta la prensa extranjera ha recogido el planteamiento formulado por el Presidente de la República, y eso no lo ha prestigiado.
Siento vergüenza por este hecho, pues la revolución del 91, que costó muchas vidas, en el fondo no tuvo otra finalidad que poner atajo a la intervención de los mandatarios que elegían a sus sucesores. Lamentablemente, el propio PresidenteBalmaceda muchos participamos de su espíritu nacionalista, al pretender racionalizar la situación del salitre poniendo término a la entrega de esa riqueza por un plato de lentejas cayó en esa revolución, cuando se empeñaba en dejar sucesores en su cargo: primero a Salvador Sanfuentes y, luego, a Claudio Vicuña.
Nos honramos del proceso electoral que se ha ido desarrollando en el país, hasta llegar a la lista única, una de las grandes defensas contra la intervención. ¿Pero quién iba a imaginar que en el Gobierno democratacristiano se fuera a hacer tabla rasa de toda esta línea de conducta; que se repartirían alimentos, dinero, vestuario y que el Presidente de la República saldría con sus Ministros a conquistar votos y hacer una campaña electoral? ¿Quién iba a pensar que se emplearían con ese fin los recursos de los contribuyentes? A mi juicio, el prestigio continental que tenía Chile ha sido rebajado en forma indigente, y me avergüenzo de ello.
El señor FONCEA.-
¿Dónde ocurrió esto?
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Se lo voy a decir con detalles, señor Senador.
Me avergüenzo de que un señor Senador, de quien yo pensé. . .
El señor FONCEA.-
No lo sé, por eso le preguntaba.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
No me refiero a Su Señoría. Tenga más calma.
El señor PABLO.-
Son para mí los versos.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Sí.
Su Señoría está muy satisfecho. Los democratacristianos han dicho en algún foro público, que el sistema a que me referí se emplea en otros países. Han citado el caso de Estados Unidos y de Francia, con De Gaulle; pero han tenido la precaución de no decir que en esas naciones el Presidente de la República puede ser reelegido; de manera que puede ser candidato mientras ocupa la primera magistratura. En cambio, en Chile el Jefe del Estado no puede ser reelegido; por lo tanto, debe tener prescindencia absoluta en el proceso electoral. Y la han tenido, por tradición, los Presidentes. Tal tradición ha sido destruida por la Democracia Cristiana, lo cual constituye un hecho digno de repudio.
Por eso, quienes conocemos y hemos podido apreciar la historia de nuestro país, sentimos indignación cuando se viene a hacer alarde en el Senado de esa intervención, y nos extrañamos de que se hable con tal desenvoltura y hasta se ofenda a los demás. Esta situación es inconcebible, y sólo la falta de dignidad ciudadana permitiría tolerarla. Por mi parte, no estoy dispuesto a aceptarla.
Y bien, el Honorable Senador, representante de la provincia de Talca, me pregunta dónde ha estado la intervención. ¡Cómo! ¿no la ha visto en las actuaciones de Cáritas? ¿No ganaron las elecciones presidenciales por la intervención de Cáritas y del clericalismo? ¡Ahí están la camionetas de INDAP! Acabo de enviar a la prensa fotografías en las cuales constan el número y la patente de uno de estos vehículos que repartía colchones en Puerto Montt.
El señor FONCEA.-
Eso es lo que afirma Su Señoría.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Por otra parte, ahí está la intervención de intendentes y gobernadores, a quienes se les ha girado dinero.
Contaré un hecho real, concreto.
Invitado por el Centro Cultural Peñikellum, de Valdivia, dictaba una conferencia sobre asuntos de carácter internacional. Después del acto fui agasajado con una comida, a la que asistieron unas 40 personas. Mientras hablaba, entró un grupo de tres o cuatro personas más a escucharme. Repentinamente, uno de ellas me pidió la palabra y me dijo: "Permítame, señor Senador... En este instante he sabido que llegó un giro de 200 mil escudos para el Intendente de la provincia, sin obligación de rendir cuenta".
Mi Honorable colega puede tomar nota, porque le daré más detalles.
¡Así se repartió el dinero! En Osorno, una persona, a quien no necesito nombrar, me dijo en forma reservada, porque no podía hacerlo de otra manera: "Señor Senador, la esposa del Intendente, que es candidata a regidora, tienen 400 mil escudos en su cuenta bancaria".
¿Cuánto dinero repartió La Moneda, sin obligación de rendir cuenta? ¿Lo sabe el señor Senador? Dígalo, si tiene la franqueza de hacerlo.
"
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