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- rdf:value = " El señor GOMEZ.-
Señor Presidente:
El Parlamento Latinoamericano, al ocuparse de problemas derivados de la existencia de sistemas coloniales en territorios de habla castellana, ha hecho justicia a España.
En una de las resoluciones aprobadas en la II Asamblea Ordinaria del Parlamento Latinoamericano, realizada en Montevideo en el mes de abril recién pasado, los parlamentarios de Iberoamerica han reafirmado su aspiración a que desaparezcan todos los dominios extranjeros sobre los territorios de América y han proclamado también su más estrecha solidaridad con el pueblo español en su legítima aspiración a reivindicar el territorio de Gibraltar.
Como se sabe, Gibraltar es una plaza fuerte construida; en un peñón de unos seis kilómetros cuadrados, situado en el extremo sur de España, en el extremo de una pequeña península que conforma hacia el oriente la bahía de Algeciras.
Su captura por una fuerza combinada anglo-holandesa data de 1704. No obstante haberse realizado esa captura en nombre de uno de los pretendientes al trono español a favor de quien luchaba la fuerza combinada anglo-holandesa, un almirante británico que mandaba las fuerzas navales de desembarco tomó posteriormente posesión de la fortaleza en nombre de la Reina de Inglaterra. De esta manera, una potencia que no estaba en guerra con España y que defendía los derechos al trono español de uno de sus pretendientes, usurpaba a su patrocinado una fortaleza conquistada en nombre de él.
Así comenzó un proceso que constituye el único caso de colonialismo existente sobre suelo europeo. Frente a la ambición inglesa de mantener una situación estratégica en el punto donde se unen las aguas del Mediterráneo con las del Atlántico, se alzaron permanentemente el pueblo y los Gobiernos españoles en un empeño por restaurar la integridad del territorio patrio. Todos los Gobiernos, todos los grupos sociales, todos los partidos políticos españoles, desde los socialistas a los monárquicos, han participado en la acción, de suerte que la reivindicación de Gibraltar representa una aspiración sentida y permanente del pueblo español, sin que sea lícito hacer en torno de ella especulaciones de tipo político o ideológico.
La resolución aprobada por el Parlamento Latinoamericano dice lo siguiente:
"El Parlamento Latinoamericano
"En nombre de los pueblos de América y como genuina expresión de su sentido democrático, que es contrario a cualquier supervivencia del colonialismo,
"Resuelve:
"1°) Manifestar, reafirmando la Declaración de Lima, su aspiración de que desaparezcan todos los dominios extranjeros en los territorios de América, de forma que vuelvan al ámbito de las soberanías de sus propios pueblos.
"2°) Proclamar su más completa solidaridad con la aspiración de España a que le sean reconocidos sus legítimos derechos sobre Gibraltar.
"3°) Manifestar su apoyo a la Resolución aprobada en la XXI Asamblea General de las Naciones Unidas, para que no se demoren las negociaciones que vienen manteniendo con este fin los Gobiernos de España y de la Gran Bretaña.
"4°) Expresar su ferviente anhelo de que el resultado de estas negociaciones signifique, para honra de la noble nación británica, el fin de una situación colonial anacrónica y la devolución a España de esta porción de su suelo que es Gibraltar.
"5°) Transcribir la presente Resolución a los Gobiernos de España y de la Gran Bretaña, así como al Secretario General de las Naciones Unidas."
No' oculto, señor Presidente, la satisfacción que me produce el acuerdo adoptado en Montevideo.
La resolución aprobada corresponde a una moción de Costa Rica que conoció esta Alta Corporación cuando los Honorables señores Reyes, Fuentealba, Barros, Palma, Bossay, Ferrando, Musalem, Aguirre Doolan, Miranda, Curti, Ahumada, Ibáñez, García, Luengo, Prado, Jaramillo, Bulnes, González Madariaga y el Senador que habla solicitamos que el Senado acordara recomendar a los delegados chilenos a la Asamblea de Montevideo que dieran su más decidido apoyo a dicha moción.
En esa oportunidad, nuestra solicitud no fue tratada, porque un señor Senador pidió segunda votación. Se adujo entonces que la situación del problema gibraltareño había podido implicar la revisión de un tratado y que ello es contrario a la tesis de política internacional que invariablemente ha sostenido Chile.
Adoptada la resolución de Montevideo, creemos necesario y oportuno dejar constancia de que los legisladores de América no abogaron por la revisión de ningún tratado, sino que simplemente dieron a España el respaldo de los Parlamentos de América frente a un problema de descolonización que afecta a su integridad territorial y a su dignidad de nación. Es más, ese respaldo fue otorgado en concordancia con una resolución de las Naciones Unidas, cuya XXI Asamblea General acordó abocarse al estudio y solución del problema de colonialismo que plantea el caso de Gibraltar.
No se trata, pues, como erróneamente se ha querido plantear y se ha llegado a consignar en publicaciones de prensa, de la revisión de ningún tratado internacional. Concluyente es, a este respecto, la sobria declaración que, en respuesta a aseveraciones del representante de Su Majestad Británica, formuló a "El Mercurio" de Santiago el señor Embajador de España, don Miguel de Lojendio. Ha dicho el diplomático de la nación hermana:
"El problema de Gibraltar es un problema de descolonización y así lo entienden las Naciones Unidas, su Cuarta Comisión y su "Comité de los Veinticuatro".
"Para el gobierno español la única autoridad mundial adecuada en este caso es la Asamblea General de las Naciones Unidas y ello, entre otras razones, por el hecho de que la propia Gran Bretaña calificó a Gibraltar como "territorio no autónomo", cayendo así bajo la jurisdicción de los organismos descolonizadores de la Organización universal;
"Y si se alude a los Tratados, el gobierno español nunca ha pedido la revisión del de Utrecht sino precisamente que sea estrictamente respetado, ya que la Gran Bretaña unilateralmente ha alterado su sustancia, al convertir lo que al principio fue una base militar, primero en una colonia; y luego en un territorio no autónomo. El artículo X del Tratado de Utrecht fija la posición de la Gran Bretaña en Gibraltar "sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino". Y el mismo artículo dispone que "si a la Gran Bretaña le pareciere conveniente dar, vender o enajenar de cualquier modo la propiedad de dicha ciudad de Gibraltar, se ha convenido y concordado por este Tratado que siempre se dará a la Corona de España la primera acción, antes que a otros, para redimirlo", lo que impide el derecho de los residentes en Gibraltar a decidir sobre su propio destino.
"No se trata, por lo tanto, de revisión de Tratados sino del exacto cumplimiento de clásulas libremente convenidas y las restricciones que España impone no son en definitiva sino el exacto cumplimiento del Tratado de Utrecht."
Es, pues, el de Gibraltar un caso típico de descolonización. España no ha planteado la revisión del Tratado de Utrecht. Todo lo contrario, desea que se apliquen íntegramente sus cláusulas frente a la decisión de los pueblos del mundo de poner término a toda forma de dominación que lesione la soberanía, la integridad y la dignidad de los países.
El caso de Gibraltar cae claramente bajo el imperio de las estipulaciones del N9 6 de la resolución N? 1.514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que dice:
"Todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país es incompatible con los propósitos y principios de la. Carta de las Naciones Unidas".
Gibraltar es un enclave en territorio español. El ejercicio de la dominación británica sobre él, sean los que sean los compromisos y necesidades militares del Imperio Británico, es contrario a los principios de la Carta de las Naciones Unidas, por instaurar en un territorio artificialmente segregado un régimen colonial que, por añadidura, es punto de apoyo para el mantenimiento de sistemas coloniales en otros territorios.
El fundamento moral que han tenido los legisladores de América para otorgar su respaldo a España no puede ser más sólido y valedero.
Así, América ha cumplido a la vez un mandato inscrito en los anales de la historia, la sangre y el idioma.
He dicho.
"
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