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De conformidad con los acuerdos de Comités, corresponde discutir el informe de la Comisión Especial de Reformas Constitucionales recaído en el proyecto que modifica la Carta Fundamental con el objeto de crear la décima agrupación provincial.
El informe, suscrito por los Honorables señores Gumucio (presidente), Ampuero, Bulnes Sanfuentes, Durán y Luengo, recomienda aprobar el proyecto, que consta de un artículo único.
-La moción figura en los Anexos de la sesión 13ª, en 22 de junio de 1966, documento N° 8, pagina 1110, y los informes, en los de la sesión 34ª, en 27 de julio de 1966, documento Nº 5, pagina 2396, y 6ª, en 11 de abril de 1967, documento Nº 2, pagina 191.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
En discusión.
Ofrezco la palabra.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Señor Presidente, algunos Comités me han consultado, en mi calidad de Comité, sobre la posibilidad de discutir y votar el proyecto en la sesión de mañana. Expresé que no tenía inconveniente en acceder a ello, pero en el entendido de que se tratara el proyecto en el primer lugar, porque deseo disponer de algunos minutos para dar a conocer los fundamentos de mi moción. Aceptaría gustoso postergar hasta mañana el debate, siempre que despacháramos el resto de los proyectos en tabla.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
Para ello sería necesario el acuerdo unánime de los Comités, porque el proyecto figura en las tablas de hoy y de mañana, precisamente por acuerdo de Comités.
El señor AMPUERO.-
Podría ocurrir que mañana no hubiera tiempo para que hablaran todos los Senadores que desearan usar de la palabra.
El señor GOMEZ.-
No hay acuerdo, señor Presidente.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
No hay acuerdo.
Tiene la palabra el Honorable señor Von Mühlenbrock.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Por haber llegado el término de la hora, queda pendiente la discusión del proyecto, y con el uso de la palabra, el Honorable señor Von Mühlenbrock.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Muchas gracias, señor Presidente.
El señor LUENGO (Vicepresidente).-
De conformidad con un acuerdo de Comités, deben destinarse los étimos diez minutos del Orden del Día. a tratar el proyecto que figura en el número 12 de la tabla.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
El Senador que habla estima que tiene plena solvencia moral para defender este proyecto de reforma constitucional que aumenta la representación parlamentaria del territorio de Magallanes a dos Diputados; otorga dos Diputados a la provincia de Aisén, que en la actualidad no tiene ninguno, y crea la décima agrupación provincial mediante la división de la actual novena agrupación, que comprende a las provincias de Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé, Aisén y Magallanes.
Digo que tengo solvencia moral para defender este proyecto, por cuanto lo presenté en agosto de 1961, a pocos meses de haber sido elegido Senador por esa zona.
Puedo, por eso, manifestar que esta moción no obedece al afán de allegar recursos electorales ni a arbitrismos políticos, ni mucho menos a intereses mezquinos o subalternos. Por desgracia, se ha tratado de empequeñecer esta reforma constitucional. Es así como algunos órganos de prensa la han comentado sin entenderla, sin profundizarla y sin conocer las razones que han impulsado al Senador que habla a luchar por ella durante casi siete años. En la revista "PEC", por ejemplo, mi estimado amigo y ex Diputadopor Chiloé don Jorge Rogers Sotomayor, trató de presentar la iniciativa como una moción encaminada únicamente a hacer Senador por la décima agrupación al actual Presidente de la Cámara de Diputados, mi colega y amigo señor Alfredo Lorca, confundiendo al autor de la moción. Otros comentaristas han manifestado que la iniciativa es fruto de conversaciones en los corrillos del Parlamento o en las calles céntricas de Santiago. Por desgracia, estos argumentos, tomados con ligereza, juzgados con premura, han sido repetidos por algunos comentaristas radiales y por algunos órganos de prensa. Yo quiero examinarlos a fondo.
Me extraña profundamente que mi estimado amigo Jorge Rogers, cuya inteligencia conozco, cuyos rasgos geniales lo han hecho distinguido entre los políticos de Chile, haya olvidado la inmensa lección objetiva que le dio haber sido Diputadopor Chiloé. El debió, mejor que nadie, defender este proyecto; él no debió tratar de empequeñecerlo; él debió, en sus cuatro años de parlamentario, haber conocido y comprendido la tragedia del éxodo de los chilotes hacia la República Argentina; él debió sentir el llamado oscuro, tremendo, a lo largo del tiempo, del Chiloé continental, absoluta y totalmente virgen, despoblado y abandonado; él debió saber que la provincia de Chiloé es la tierra del minifundio, de la despoblación y de la mayor miseria en nuestra patria.
Por eso, cuando un parlamentario pretende modificar la Carta Fundamental de su país, no puede obedecer a fines subalternos ni a intereses mezquinos, y mucho menos puede recurrir a subterfugios electorales para asegurarse una banca de Senador. De allí que yo quiera comenzar mis palabras destacando la solvencia que me autoriza para desmentir a quienes han creído que a este templo de las leyes puede llegar el interés politiquero y desvirtuar el alto interés nacional. No me extraña la incomprensión de algunos sectores hacia el proyecto que crea la décima agrupación provincial. La indiferencia, incuria y ceguera para entender los problemas del austro revelan la triste realidad de la tragedia que padecen desde hace más de un siglo los territorios australes. Tal es la razón del abandono, del tremendo retraso, de la escasa población y de los múltiples problemas que afectan a esa región. Respecto de Chiloé, Aisén y Magallanes, podría repetirse la frase bíblica de "El Exodo".
En la capital de nuestro país se inaugura todos los meses un rascacielo, y, mientras tanto, de 300 mil a 500 mil chilenos pueblan la Patagonia argentina. Nuestra patria, que se enorgullece de perfeccionar toda clase de avanzadísimas reformas sociales, tiene 250 mil kilómetros cuadrados de su territorio prácticamente abandonados, pertenecientes sólo de nombre a su soberanía y pretendidos abiertamente por un país vecino: la República Argentina, poseedora de una clara política expansionista y que ineludiblemente por medio de todos sus actos, ha intentado salir hacia el Océano Pacífico.
Somos una nación que se desangra. Sin embargo -cosa curiosa-, según nuestros economistas nos falta población para abastecer la capacidad instalada de nuestra industria; nos falta población para desarrollar rubros fundamentales de producción básicos en la economía chilena y, mientras tanto, desde Chiloé, Aisén y Magallanes emigran los chilenos. Se van por decenas de miles a través de ese corredor auténtico en que se ha convertido la provincia de Aisén; se van en busca de pan, trabajo y horizontes que no les brinda su patria. Es así como -repito- sólo en la banda fronteriza de la Patagonia argentina hay 150 mil ciudadanos chilenos, y en todo el resto del territorio argentino, entre 350 mil y 500 mil de ellos.
Aprovecho para repetir aquí el duro comentario que en la sesión de hoy de las Comisiones unidas de Hacienda y Agricultura -que estudian el veto al proyecto de reforma agraria- hizo mi colega de la zona Honorable señor González Madariaga, al recordar al Ministro de Agricultura este dramático éxodo que el país ha sido incapaz de detener y que, como consecuencia de la crisis económica que afecta a la zona sur, debido, fundamentalmente, a las secuelas del gran cataclismo de 1960, provoca en este momento, en Valdivia, Osorno y Llanquihue, un ausentismo de trabajadores que han emigrado hacia la República Argentina.
No menos de 350 mil chilenos pueblan la Patagonia argentina. Ellos, sus hijos y sus nietos serán mañana argentinos y llegará un día -¡Dios no lo quiera!- en que deberán marchar contra su patria de origen. Bien sabemos que, en este momento, a consecuencias de medidas internas de carácter policial adoptadas por el Gobierno Argentino, esos ciudadanos chilenos están abocados al duro problema de definir a corto plazo su posición, su nacionalidad; esto es, deben nacionalizarse argentinos o irse del vecino país.
Bien sabemos, asimismo, que nuestra patria no está preparada para recibir de golpe una verdadera invasión, un retorno al país de 100 mil ó 200 mil chilenos que necesitan trabajo, viviendas, escuelas y hospitales. Nuestra patria no ha sabido entender lo que es el austro y se ha refugiado en el centro. Santiago y Valparaíso tienen ya más de tres millones de habitantes; sin embargo, Magallanes tiene apenas 73.426; Aisén, 37.813, y Chiloé, 99.205. Esto representa un total de
210.444 habitantes, según el censo de la Dirección General de Estadística de 1960, que es el último efectuado. O sea, la población de Chiloé, Aisén y Magallanes excede apenas el dos por ciento de la población total del país.
Veamos en qué superficie está ella distribuida: Magallanes tiene una extensión de 132.033,5 kilómetros cuadrados; Aisén, 103.583,9, y Chiloé, 27.013,5. Esto suma 262.630,9 kilómetros cuadrados, según el último atlas editado por el Instituto Geográfico Militar, magnífica obra que prestigia y enorgullece a ese importante organismo de las Fuerzas Armadas. En consecuencia, en algo más del tercio del territorio nacional, excluida la Antártica, vive sólo el 2,3% de la población del país. Tal es el gran vacío de Chile; vacío geográfico, histórico, moral y espiritual. A mi modo de ver, interpretando el sentimiento auténtico de los "pioneros" del austro, esos hombres que se mantienen en las inmensidades de Chiloé, Aisén y Magallanes, luchando contra el mallín, la ventisca, la nieve, el frío y la distancia, contra la soledad y el abandono, Chile no ha entendido lo que es el sur y se ha concentrado en sí mismo. Vive buscando la solución de sus problemas en toda clase de teorías y reformas. Invierte cifras gigantescas en toda clase de planes sociales; pero en el austro, su gran reserva, no invierte nada o lo hace en grado mínimo, de tal modo que no alcanza a reponer lo que se pierde por desgaste vegetativo.
Junto a esos 262.630,09 kilómetros cuadrados se encuentran los 1.240.000 kilómetros cuadrados de la Antártida chilena, que tenemos la obligación de cautelar y defender para las generaciones del futuro.
A mi modo de ver, Chile debe marchar hacia el sur. Estados Unidos se hizo grande merced a que en la mentalidad de sus dirigentes, gobernantes y estadistas prendió un concepto básico: la marcha hacia el oeste. De igual modo, Chile encontrará fundamentalmente la solución de sus problemas y de su destino cuando auténticamente, por mentalidad y por formación de un espíritu vigoroso y definido y de una hábil política nacional, emprenda la marcha hacia el sur, hacia el austro. Y, cosa curiosa, a pesar de este abandono e incomprensión y de este marasmo, nuestra patria, que es soberbia, altiva y grande, Suele, a veces, sobreponerse y, como tocada por una corriente eléctrica, se yergue para defender los territorios australes, ra llorar junto a ellos y para rendirles homenaje. Recordemos tan sólo la conmoción de toda nuestra nacionalidad ante los luctuosos sucesos de Laguna del Desierto. La república fue conmovida de norte a sur; el Parlamento, los partidos políticos, los trabajadores, empleados y obreros, la colectividad toda se hicieron partícipes de ese sentimiento. Pero no bien pasaron dos o tres meses -como cuando se arroja una piedra al agua, las ondas llegan hasta la orilla y, luego, la superficie queda nuevamente tersa-, el olvido y los problemas cotidianos de la ciudadanía borraron la gran tragedia y ya nadie volvió a preocuparse de los candentes problemas del sur de Chile.
Para mí, constituye fundamento básico moral de esta moción que, con tanto calor, vengo patrocinando ante el Senado desde hace siete años, el hecho de que los graves problemas existentes en el sur no son más que la continuación, el corolario de los que enfrentamos en nuestra zona norte, los que, durante las últimas semanas han preocupado al Senado, en su Comisión de Relaciones Exteriores, a la prensa toda y, fundamentalmente, a los comentaristas de radio: las relaciones con Bolivia y con la República Argentina.
El reciente Laudo Arbitral ha resuelto el litigio de Palena, pero queda latente el gran problema, de Laguna del Desierto. Tenemos, además, otro conflicto, del que en tantas sesiones se ha preocupado el Senado: ©1 referente al dominio del Canal Beagle, discutido por la República Argentina a pesar de los claros y precisos antecedentes en cuya virtud quedó establecido que ésa es territorio nacional, sujeto en su integridad a nuestra soberanía.
Aparte esos litigios, estamos ante la confrontación de que, al vencer el Tratado Internacional Antártico, habremos de defender nuestros derechos sobre la Antártida chilena, y de hacerlos valer ante varios países del mundo, fundamentalmente ante Argentina.
¿Qué hace Chile frente al cúmulo de factores que convergen hacia la necesidad de una política para el austro? Hace muy poco para defenderlo. El gran vacío continúa. En este sentido, la modorra y el marasmo son las características de la nación. Esta incomprensión y abulia la conocen y la entienden los pobladores del austro. A ello se debe el ausentismo, que se acentúa cada vez más.
Chile carece de una política de fronteras. En este terreno, Argentina nos supera y siempre nos ha dado lecciones. Vale la pena recordar al respecto el heroico proceder del perito Moreno, quien supo defender los intereses de su patria y debe ser recordado siempre por los chilenos como ejemplo de habilidad y de sagacidad. Seguramente sus acciones lesionaron gravemente los intereses de nuestra patria; pero, a juicio de la República Argentina., el perito Moreno es un héroe nacional. Baste traer a colación una de sus hazañas audaces, llevada a feliz término gracias al descuido que Chile tuvo en al pasado para defender el territorio austral.
Nuestra incomprensión del austro es proverbia!. En el siglo anterior, casi perdimos toda la Patagonia a causa de las extrañas teorías sostenidas por nuestros propios gobernantes. Si se hubiera, seguido fielmente la teoría de que nuestro límite con Argentina era el entroncamiento da la Cordillera de los Andes, Chile habría terminado frente a Chaitén, a escasos kilómetros de Puerto Montt. Si hubiéramos permanecido atentos y vigilantes, preocupados por la defensa, de nuestro territorio, el perito Moreno no habría podido cavar con sus trabajadores, a pala y picota, una salida artificial en el Lago General Carrera., ex Lago Buenos Aires. Pero así ocurrió, y hoy ese lago desagua en el Atlántico, con lo cual Chile perdió el dominio integral de un inmenso territorio, pues tuvimos que aceptar la división del lago. De no ser por esa maniobra, el Palena -que nace en el Lago General Paz, da una vuelta completa por territorio argentino y, en seguida, retrocede para verter sus aguas en el Océano Pacífico-, habría mantenido su curso, no habría ocurrido el litigio de Palena, y todo ese inmenso territorio habría quedado para Chile como consecuencia de la aplicación del concepto del "divortium acquarium".
No deseo seguir recordando esos litigios, pero sí quiero decir que Chile, sin combatir, sin que fuese aterada la paz ni la fraternidad con Argentina, se convirtió en el país que más tierras ha perdido en todo el continente americano: perdimos la Patagonia argentina, y la Puna de Atacama y podemos seguir perdiendo más territorio si no adoptamos la clara y precisa política de administrar y de poblar los territorios australes y de permanecer en ellos.
Conviene señalar algunos casos dramáticos que están viviendo los chilenos de la zona sur. Nuestros conciudadanos de esas provincias emigran a otras regiones debido a a falta competa de desarrollo de las distintas actividades económicas. Además, en aquellos territorios, de considerable superficie, la subordinación a la República Argentina es casi completa. Basta y sobra con recordar que Aisén se ha convertido en una zona de paso, por donde los chilotes desfilan hacia Río Turbio, en Argentina; que Puerto Natales vive totalmente de la economía argentina; que en esa localidad, población cabecera de departamento, sus habitantes ganan íntegramente su sustento en la Repúbica Argentina, por lo que el cierre o la menor paralización que ocurra en los minerales
argentinos de carbón ubicados en aquellos lugares ocasionan cesantía a los miles de trabajadores chilenos que no tienen otros medios de subsistencia. Los niños chilenos se educan en escuelas argentinas; varias localidades y hasta poblaciones enteras no disponen de otra fuente de abastecimientos alimenticios que las de Argentina, debido a la carencia de caminos y aeródromos.
Argentina ha concebido una política que aplica en forma inteligente y perseverante: busca la salida hacia el Pacífico. No obstante lo dilatado de su costa, no posee puertos, y, por eso, tiende a adueñarse de los admirables puertos chilenos ubicados en ese milagro de archipiélagos e islas que pueblan el sur. La costa de Argentina es una sola línea de rocas. Únicamente en Comodoro Rivadavia y Bahía Blanca existen puertos que permiten a la economía argentina funcionar adecuadamente. De ahí que el ideal de sus estadistas, que han mantenido tal política, ha sido siempre avanzar hacia el Pacífico.
Pienso que, en este orden de cosas, Chile debe reaccionar y oponer una auténtica política de fronteras, a la vez que afirmar su soberanía combatiendo la ceguera y llenando el gran vacío que existe en nuestra concepción nacional.
En obedecimiento a esos principios y a mi experiencia personal como Diputadopor Llanquihue y Chiloé, y luego como Senador por Chiloé, Aisén y Magallanes, presenté en 1961 el proyecto que ahora discutimos. Lo informé con calor, y hoy, desde esta alta tribuna, quiero llegar hasta todos mis compatriotas, especialmente a la prensa y radio, para convencerlos, una vez más, de que por medio de esta iniciativa legal habremos de iniciar una nueva política respecto de los territorios australes.
La novena agrupación provincial está integrada por seis provincias: Valdivia, Osorno, Llanquihue, Chiloé, Aisén y Magallanes, en las cuales vive un millón de chilenos. Valdivia tiene 18.477,50 kilómetros cuadrados; Osorno, 9.236,3 kilómetros cuadrados; Llanquihue, 18.205,10 kilómetros cuadrados; Chiloé, 27.013,5 kilómetros cuadrados; Aisén, 103.583,9 kilómetros cuadrados, y Magallanes, 132.033,5 kilómetros cuadrados. En total, la novena agrupación abarca 308.542,82 kilómetros cuadrados; o sea, 41 % del territorio nacional, exceptuando, claro está, la Antártida. ¡Solamente cinco Senadores representan al 41% del territorio! Los otros cuarenta Senadores representan el 49% restante de la superficie de Chile. Magallanes tiene un solo Diputado; Aisén, ni siquiera uno, y Chiloé, solamente tres. En otras palabras, existen cuatro Diputados para representar las provincias que integran una tercera parte del territorio nacional.
No cabe duda de que los problemas que afligen al austro deben ser atendidos por un número efectivo y proporcional de parlamentarios.
Soy de los hombres que creen en la acción parlamentaria.; tengo absoluta y profunda fe y confianza en la acción atenta y vigilante del Poder Legislativo. ¡Cuántas iniciativas memorables han nacido en nuestras salas de sesión y en nuestras comisiones, tendientes a cautelar los intereses nacionales, corregir errores del Ejecutivo, llenar vacíos y frenar la burocracia -la que a menudo, por comodidad, atenta contra la conveniencia, nacional-, y para llamar la atención a quienes tienen la obligación de administrar, pero que, por la propia complejidad de los problemas económicos y de los fenómenos de la vida moderna, no alcanzan a. realizar su misión!
Mi experiencia de parlamentario por Llanquihue y Chiloé me hizo comprender que es indispensable dar al gran territorio magallánico la representación parlamentaria que es menester y que es inadmisible que Aisén pese sobre la escasa fuerza de los tres Diputados por Llanquihue, ya bastante fatigados por la atención de los problemas de esa gran provincia. En efecto, Aisén prácticamente carece de representación parlamentaria, y Chiloé, uno de los territorios más interesantes de nuestra patria, apenas dispone de tres Diputados. Ahora bien, si consideramos las condiciones de vida de los pobladores de aquella dilatada zona, podemos darnos cuenta de los problemas que afectan a los parlamentarios que los representan.
¿Cuál es el clima del sur de Chile? El Senado y la opinión pública nacional saben de sobra que los territorios australes, debido a su ubicación geográfica, poseen el más duro y cruel clima del mundo. Allí es casi nula la diversidad de las estaciones, lo cual hace en extremo penosa la existencia humana. Por otra parte, su relieve se caracteriza por una cadena de cordilleras, islas y fiordos que complican todo el desarrollo económico y entraban las comunicaciones. Las enormes distancias que es preciso recorrer, la carencia de caminos y la total ausencia de ferrocarriles hacen que, en esos territorios, el aislamiento de sus poblaciones sea frecuente, con lo cual se crea, un difícil problema desde el punto de vista de los transportes.
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