" El se\u00F1or CHADWICK.- \n \n Se\u00F1or Presidente, ante las palabras del Honorable se\u00F1or Ahumada, insistir\u00E9 en mis observaciones, porque, por mucha que sea la fe que debamos dar a las opiniones de los t\u00E9cnicos, hay ciertos hechos que nos hacen dudar de ellas. \nEstoy absolutamente cierto, por una comprobaci\u00F3n directa, de que el r\u00E9gimen de las remuneraciones imponibles ha ido separando a los trabajadores de la realidad, en cuanto a su sistema de previsi\u00F3n. Cada empresario, especialmente en el sector de los empleados, cada empleador, dir\u00EDa con m\u00E1s precisi\u00F3n, trata de bajar las imposiciones a que est\u00E1 obligado por ley, y para ello acude a un sistema generalizado, consistente en disfrazar con otros nombres lo que indudablemente forma parte del sueldo. Mediante el procedimiento de las gratificaciones y otros sistemas, el empleado, especialmente, aparece percibiendo un sueldo inferior al efectivo. Si se toma en cuenta este hecho de la vida real, resulta que los c\u00E1lculos presentados por los organismos oficiales podr\u00E1n corresponder perfectamente a la ciencia actuarial, a las apreciaciones matem\u00E1ticas superiores, y se\u00F1alar coeficientes indicadores de que con 2,5%, como es el caso, se satisfacen las necesidades financieras. Pero nosotros tenemos derecho a revisar estos criterios. Me parece de toda evidencia que el c\u00E1lculo falla, como quiera que su base es falsa. \nEstimo igualmente de toda certeza que facultar al Ejecutivo para regular la tasa adicional o aun llegar a la exenci\u00F3n seg\u00FAn sea el grado de seguridad que ofrezca la empresa, trae aparejado el peligro cierto de que los grandes grupos de presi\u00F3n que constituyen ciertas empresas terminar\u00E1n por prevalecer, y restringir\u00E1 los efectos que se persiguen por el art\u00EDculo 7\u00BA, que aborda el problema de las enfermedades profesionales. \nA mi juicio, es indudable que el Ejecutivo no podr\u00E1 incluir toda la amplia gama de las enfermedades profesionales si le est\u00E1n cercenados los recursos para atender estos riesgos. En este orden de cosas, soy contrario -no s\u00F3lo ahora; siempre he manifestado igual opini\u00F3n-a dejar al Ejecutivo expuesto a las altas presiones de los intereses que se mueven aceleradamente, sin descanso, en su af\u00E1n de obtener rebajas, disminuciones, menor gravamen en las obligaciones impuestas por las leyes. \nPor eso, considero que la indicaci\u00F3n renovada, originada en una iniciativa del Partido Comunista, es lo \u00FAnico saludable, pues resuelve el problema del financiamiento derechamente, con una tasa fija que escapa a las variaciones de las partes interesadas. Si resultare que este procedimiento no da lugar a obtener los- frutos perseguidos, entonces se har\u00EDan las innovaciones. No despachemos un proyecto de ley a sabiendas de que no est\u00E1 financiado. \nAhora, en cuanto a la filosof\u00EDa que se dice inspirar\u00EDa al art\u00EDculo 12, cada vez m\u00E1s debemos ir abandonando la consideraci\u00F3n individual para resolver estos problemas. Estos son riesgos que deben compartise socialmente. No es posible, por ejemplo, que el peque\u00F1o empresario, como dec\u00EDa el Honorable se\u00F1or Contreras Tapia, o las minas que se trabajan en la fat\u00EDdica quebrada El Culebr\u00F3n, en Andacollo, vayan a tener que soportar por s\u00ED mismas toda la responsabilidad que lleva envuelta la obligaci\u00F3n de cubrir los accidentes del trabajo y las enfermedades profesionales. Porque si fuera as\u00ED, la verdad es que habr\u00EDa que cerrar esos lugares de trabajo. Y hay algo que est\u00E1 por encima de todas estas consideraciones: la dram\u00E1tica posici\u00F3n del obrero desocupado, la falta de trabajo, la necesidad de admitir \u2013aunque sea duro- que hay riesgos que, por graves que sean, debemos afrontar. \u00BFQui\u00E9n podr\u00EDa contestarme en este Senado si no se pone en peor situaci\u00F3n a la empresa que trabaja las minas subterr\u00E1neas de la gran miner\u00EDa, donde es sabido que al cabo de siete a\u00F1os, salvo contadas excepciones, nadie escapa de contraer silicosis? \u00BFC\u00F3mo cuantificar este riesgo, que casi pierde el car\u00E1cter de eventualidad que lleva envuelto el concepto y pasa a ser una condenaci\u00F3n inevitable? Pienso que si nosotros entendemos el proyecto como una unidad, tendremos que llegar a la conclusi\u00F3n de que es antisocial distinguir grados en los riesgos que producen las distintas empresas, porque eso no est\u00E1 determinado principalmente por actos voluntarios del empleador: est\u00E1n en gran parte fatalmente influidos o condicionados por la misma estructura de la sociedad en que vivimos. \nEstimo, adem\u00E1s, que no se puede desatender tan ligeramente esta reiterada observaci\u00F3n que venimos formulando, porque en la medida en que este proyecto resulte desfinanciado, ser\u00E1n m\u00E1s limitados, m\u00E1s inciertos o eventuales los beneficios que puedan recoger quienes contraigan la enfermedad profesional. Porque aqu\u00ED hemos renunciado a catalogarla, a definirla, y hemos entregado esta materia al Poder Ejecutivo, que no podr\u00E1 ir m\u00E1s all\u00E1 de lo que permita el financiamiento que efectivamente tenga la ley. \nPor eso, con calor e insistencia, y con el perd\u00F3n del Honorable Senado, me atrevo a repetir una vez m\u00E1s que la suerte de todo el proyecto, su verdadera significaci\u00F3n, est\u00E1 en la decisi\u00F3n que adoptemos respecto de la indicaci\u00F3n renovada. \n \n " . . . . . . . . .