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- rdf:value = " NOMBRAMIENTO DE DIRECTOR GENERAL DEL SERVICIO NACIONAL DE SALUD.El señor FIGUEROA (Secretario).-
Informe de la Comisión de Salud Pública recaído en el mensaje del Ejecutivo que designa Director General de Salud.
La Comisión, por tres votos afirmativos y dos abstenciones, recomienda al Senado prestar el acuerdo solicitado por el Ejecutivo. Suscriben el informe los Honorables señores Allende (presidente), Ahumada, Curtí, Foncea y Contreras Tapia.
-El mensaje aparece en los Anexos de la sesión 33ª, en 22 de agosto de 1967, documento Nº 1, y el informe, en los de la sesión 47ª, en 12 de septiembre de 1967, documento Nº 7.
El señor ALLENDE (Presidente).-
En discusión.
Ofrezco la palabra.
El señor CHADWICK.-
¿No debe constituirse la Sala en sesión secreta?
El señor ALLENDE (Presidente).-
La votación debe ser secreta.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
La votación, no la Sala. No tiene tanta gravedad el asunto.
El señor AHUMADA.-
En verdad, el informe es sumamente escueto. El señor Secretario de la Comisión fue demasiado sintético en este documento, pues allí, como le consta al Honorable señor Allende, presidente también de la Comisión de Salud Pública, se produjo un largo debate sobre la proposición del Ejecutivo para nombrar Director General de Salud al doctor Juan Hepp.
Objeto de la discusión no fue la persona del doctor Hepp, sino el régimen político que existe en el Servicio Nacional de Salud, régimen que ha significado hechos políticos y técnicos lamentables.
En primer lugar, el Colegio Médico de Chile, mediante una nota de 11 de mayo de 1967, comunica al Director General de Salud el retiro de sus consejeros, por las razones que explica en su oficio.
El Consejo General del Colegio Médico de Chile, en diversas oportunidades, por conducto de sus personeros, reclamó de la forma como se estaban llevando, administrativa y técnicamente, los asuntos del Servicio Nacional de Salud. Precisamente, los consejeros del Colegio Médico hicieron notar la intranquilidad y alarma de los profesionales del ramo por las actividades de la dirección de dicho Servicio.
Se puede decir que era otro Director General, el doctor Mardones Restat; pero no se trata de eso. El señor Mardones Restat es representante de un régimen político, de un estado de cosas en que cabe responsabilidad directa al señor Ministro de Salud y al señor Presidente de la República,...
El señor PABLO.-
Felizmente.
El señor AHUMADA.-
... como administrador de la nación.
¿Qué hechos movieron al Colegio Médico a retirar sus consejeros ante el Consejo del Servicio Nacional de Salud?
Entre esos hechos debe citarse la corruptela establecida por el antiguo director general, consistente en las comisiones de servicio Con ello, las direcciones generales y zonales, en especial estas últimas en Concepción, Arauco, Biobío, Malleco y Cautín, han llegado a ser del todo inestables.
El señor PABLO.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor AHUMADA.-
Una vez que termine todos los cargos que debo hacer a la Dirección General de Salud, con mucho agrado se la concederé, porque el caso que he citado forma parte de uno de los cien cargos que haré. ¡Estamos empezando solamente!
El señor FONCEA.-
Entonces no será interrupción.
El señor PABLO.-
Deseo hacer una breve aclaración.
El director zonal de Concepción está sometido a sumario por denuncias hechas ante la Contraloría General de la República. Por este motivo está alejado de su cargo. Por lo demás, se encuentra en Santiago en un curso de -perfeccionamiento.
El señor MIRANDA.-
Su Señoría sabe a qué se refiere el sumario.
El señor PABLO.-
Es una acusación muy concreta.
El señor MIRANDA.-
Pero absolutamente infundada.
El señor AHUMADA.-
No obstante no haberle concedido la interrupción, el Honorable señor Pablo la ha hecho. Sin embargo, sus palabras han servido para establecer un hecho que ni el señor Ministro de Salud ni el Subsecretario del ramo aclararon en la Comisión. Al contrario, se dijo que el director zonal de Concepción fue traído a la Dirección General por su capacidad técnica y porque, en el orden administrativo, se requerían sus servicios en la Dirección General. Vale decir, lo anterior está totalmente en contraposición con la aseveración errónea del Honorable señor Pablo.
El señor PABLO.-
Es efectivo lo que acabo de decir: ese funcionario está sometido a sumario por la Contraloría.
El señor AHUMADA.-
El Colegio Médico de Chile, en oficio 7.830, establece que entre esas comisiones de servicios, que luego se han transformado en destinaciones de los directores zonales de las zonas de Concepción, Arauco, Bío-Bío, Malleco y Cautín, motivaron la celebración de un consejo, con asistencia del Director General y de los afectados, quienes hicieron una detallada exposición de los hechos.
Por acuerdo de su Consejo, el Colegio Médico retiró a sus representantes ante el Consejo del Servicio Nacional de Salud.
Junto a ese cargo, existen prolongadas comisiones de servicios - algunas de las cuales van más allá de los plazos legales-, que afectan a los directores zonales y a los directores de hospitales. Precisamente entre los primeros figura la del director de la Quinta Zona, cuya comisión de servicio se prolonga por tres años.
Agrega el Colegio Médico, en su oficio, que esas medidas vulneran principios básicos gremiales, conforme a los cuales no es admisible privar a un funcionario del derecho a desempeñar sus funciones y, al mismo tiempo, producen un estado de desaliento y anarquía administrativa en el servicio.
Al lado de esas medidas de orden técnico, existen otras que afectan a los funcionarios administrativos. Esas medidas permiten apreciar que la Dirección General del servicio se comporta en forma total y absolutamente parcial con los funcionarios administrativos, y ha iniciado dentro del Servicio Nacional de Salud una acentuada persecución a las organizaciones sindicales y gremiales.
La convención del Colegio Médico concluye reafirmando su más enérgico rechazo a todos los intentos de vulnerar las únicas condiciones que permiten el progreso de la carrera funcionaría del médico, como son los concursos imparciales, la estabilidad funcionaría y el predominio del criterio técnico en la provisión de cargos.
En ese mismo oficio, que lleva la firma del presidente del Colegio Médico de Chile, doctor Emilio Villarroel, y de su secretario general, doctor Luis Pino, se deja establecido que la convención repudia cualquier intento de intromisión de criterios políticos, ideológicos o de cualquier orden, que impidan la independencia técnica que requiere el desempeño de la profesión médica funcionaría; y acuerda sanciones para los colegiados que resulten culpables como ejecutores de actos lesivos a estos principios, desde el punto de vista funcionario y técnico.
Veamos ahora cuáles son las persecuciones iniciadas por el Director del Servicio Nacional de Salud; por el Ministro de Salud y, en especial, por el hombre más preeminente que tiene el equipo médico- técnico-funcionario del Gobierno del señor Frei, el Subsecretario de Salud, quien es la eminencia gris en el servicio.
Por vía de ejemplo, podemos señalar las siguientes persecuciones de orden técnico y administrativo, recaídas en las siguientes personas: Hugo Hurtado Baeza, contador zonal de Santiago; Carlos Cumming, jefe del subdepartamento de control y presupuestos de la Dirección General; Julio Carrasco Acuña, contador general del servicio; Omar Venegas Garrido, jefe de bienestar de la Quinta Zona de Santiago; Erasmo Villablanca, secretario zonal de Santiago. Todos estos funcionarios con excepción del señor Cumming, que fue eliminado del servicio, se encuentran injustamente postergados, desempeñando funciones subalternas, en contravención a las disposiciones del Estatuto Administrativo, y han sido reemplazados en sus cargos titulares por elementos pertenecientes al Partido Demócrata Cristiano.
En otro orden de ideas, comprobamos, cómo la carrera funcionaría se altera, cómo se atropella el Estatuto Administrativo y cómo se hace tabla rasa de los escalafones. Así, determinados funcionarios administrativos pertenecientes al partido de Gobierno, como don Hernán Sanhueza, actual jefe del subdepartamento de control y presupuesto, llegó al cargo mencionado en 3ª categoría de la escala técnica el año 1965; a los dos meses, transformó su cargo en 1ª categoría, con extensión horaria.
El señor AYLWIN.-
No es demócrata- cristiano.
El señor AHUMADA.-
En igual situación se halla don Sergio Álvarez, actual jefe del subdepartamento del personal de la Dirección General, funcionario de 5ª categoría, que fue designado en 3ª categoría y ubicado posteriormente en primera con extensión horaria, en el mismo período. El señor Walter Rodríguez, actual contador zonal de Santiago, con cinco años de servicios, ingresó como oficial de contabilidad, grado 10º y, con posterioridad, se le ubicó en 5ª categoría. En estos momentos, se le tramita un decreto que lo designa en 3ª categoría. Así, sucesivamente, se ha atropellado el escalafón administrativo.
Se hace tabla rasa de las calidades técnicas y administrativas; se persigue a los- gremios - ésta es otra de las características de la Dirección General del Servicio Nacional de Salud, que ha culminado en varios incidentes-; se llega al extremo» de que hoy día se encuentran sumariadas tres directivas sindicales de los hospitales de Santiago.
Yo preguntaría al señor Ministro de Salud cuáles son las causales por las que esas directivas se encuentran sumariadas. Si una de ellas fue que el personal recibió con una silbatina al señor Ministro cuando inauguró, hace pocos días, la Escuela de Obstetricia, podríamos sumariar a todo Santiago, porque cuando los hombres de Gobierno aparecen en cortos cinematográficos, son pifiados por la unanimidad de los concurrentes.
El señor PABLO.-
Hay otros que no aparecen y merecen ser silbados.
El señor AHUMADA.-
Nos produce verdadera estupefacción la persecución sistemática a las organizaciones sindicales y gremiales del Servicio Nacional de Salud; la forma cómo se destruyen las organizaciones sindicales mediante el pluralismo y el paralelismo gremial; el modo cómo se concierta hoy determinada fórmula de arreglo colectivo, y no se cumple mañana.
Todo este estado de cosas determina que en la Dirección General de Salud y en el Servicio Nacional de Salud exista un clima de intranquilidad social, que nosotros debemos denunciar en este debate.
Frente a estos hechos - persecución funcionaría; alteración del orden técnico; traslado de dirigentes gremiales; desfinanciamiento del servicio, que alcanza a un déficit de 80 millones de escudos, y la falta a los compromisos con las directivas sindicales con relación al reajuste de los sueldos-, mi partido se vio en la necesidad de interpelar en la Comisión respectiva al señor Ministro de Salud y preguntarle derechamente cuáles son las garantías que este Gobierno proporciona con el nombramiento del doctor Hepp, frente a la actual persecución política e ideológica de los funcionarios; si este Gobierno está o no está en situación de restituir a aquellos funcionarios que, en forma injusta, han sido postergados y alejados de sus funciones; si da amplia garantía para el desenvolvimiento normal de las actividades gremiales dentro del Servicio.
Por eso, nos hemos abstenido de votar.
No tenemos cargos de orden técnico contra el doctor Hepp; pero este profesional es una persona de la confianza de este régimen político, de este Gobierno. En consecuencia, no podemos dar nuestra aprobación a su nombramiento si el Gobierno no nos proporciona amplias garantías de estabilidad y respeto constitucional en los órdenes técnico y administrativo.
Por eso, he expresado estas observaciones, tanto en la Comisión de Salud como en la Sala, para escuchar las explicaciones del caso de parte del señor Ministro y conocer hasta dónde ha llegado este proceso de desorganización y de persecución funcionarla y gremial que sufre el Servicio Nacional de Salud.
Nada más, señor Presidente.
El señor VALDIVIESO (Ministro de Salud Pública).-
El Honorable señor Ahumada ha creído oportuno, tanto en las sesiones de la Comisión de Salud como en las de la Sala, hacer un enjuiciamiento de lo ocurrido en el Servicio Nacional de Salud a raíz de la proposición del nombre del doctor Hepp para llenar el cargo vacante de Director General de ese organismo.
Su Señoría ha denunciado hechos y casos a los cuales atribuye carácter de persecución política. Deseo manifestar ante esta Corporación, en la forma más enfática, que, invariablemente, todas las medidas adoptadas han sido decisiones administrativas, sancionadas por la Contraloría General de la República. Por consiguiente, no ha habido atropello ni a la ley ni al reglamento del Servicio. Esto es lo primero que deseo dejar en claro.
Sólo cabría discutir, entonces, si el espíritu con que se adoptaron estas medidas tenía o no tenía un contenido político que permitiera afirmar que ellas significaban persecución de esa índole. Esto, naturalmente, en principio, puede conversarse y discutirse. Pero, antes de eso, ya que el señor Senador ha tocado algunos puntos, quisiera que viésemos cómo ocurrieron las cosas, cuál es la realidad, para luego juzgar si hubo persecución.
El Honorable señor Ahumada acaba de expresar que hay tres agrupaciones o directivas gremiales sumariadas en estos momentos. Eso es absolutamente efectivo. El señor Senador pidió detalles, y se los voy a dar.
Está sometida a sumario la directiva gremial del Hospital Salvador. Hace algunos días, se realizó una reunión para inaugurar la Escuela de Obstetricia de ese establecimiento. En dicha ocasión, la directiva gremial armó una algarabía en que se faltó el respeto a la autoridad del servicio. Estaban presentes el doctor Voulieme, en este momento Director General del Servicio; los Consejeros y la señora del Embajador de Francia. Los hechos se produjeron con graves molestias para los enfermos. Pues bien, esta falta de respeto a la autoridad, esta algazara que duró más de dos horas, son hechos absolutamente inaceptables desde el punto de vista de la dirección.
Luego, hay otra directiva gremial sumariada: la del Hospital Sanatorio de El Peral. Hace diez días, en el momento en que se preparaba la comida de los enfermos, se produjo un paro en el hospital. La razón del conflicto fue que los choferes exigían doble vacación, pues creían tener este derecho. El director del hospital, que, por cierto, no es democratacristiano, llamó la atención a los representantes del gremio y les hizo saber la situación. No entendieron. El paro se mantuvo, y fue necesario pedir la cooperación de las Fuerzas Armadas. Así pudo continuar trabajando ese día el hospital. Se pidieron instrucciones al Ministerio sobre lo que procedía hacer al respecto. Luego, el director del Sanatorio de El Peral, con el respaldo del Ministerio, ordenó el sumario.
La tercera directiva sumariada es la del Hospital Barros Luco-Trudeau. El director de ese establecimiento, una buena mañana, encontró durmiendo en una de las salas a un borracho consuetudinario y lo hizo sacar por la policía, pues no podía continuar tolerando un espectáculo de esta especie. Ello motivó un conflicto, que dio origen a otro sumario.
Estas son las tres directivas gremiales del Servicio Nacional de Salud sometidas a sumario. Si a eso se llama persecución política, entonces estamos de acuerdo en que la hay.
No me parece que, como autoridad, debamos proceder con debilidad ante ciertos hechos, por el temor de que las directivas integradas por elementos de filiación partidaria bien conocida nos formulen el cargo de hacer persecución política. No caeremos en la ingenuidad de no usar las atribuciones que la ley nos confiere para mantener la disciplina en el servicio - lo que, en el fondo, es una obligación-, porque ello iría contra nuestra decisión de que continúe prestando a la comunidad las atenciones para las cuales fue creado.
Eso, con relación al aspecto gremial.
El Honorable señor Ahumada tocó otro punto que realmente también me preocupa: el hecho de que numerosos altos cargos del Servicio Nacional de Salud están servidos por funcionarios suplentes o subrogantes. Sin duda, aun cuando en muchos ello se justifica, no corresponde a un buen principio administrativo, entre otras razones, porque quien sirve el cargo coma suplente o subrogante no puede hacerlo con la misma autoridad o con las atribuciones de quien lo ocupa en propiedad.
Pero, ¿qué sucede? Ello no es culpa de este Gobierno ni de los anteriores. En el Servicio Nacional de Salud ya se ha hecho un hábito que los funcionarios, especialmente administrativos, salgan del país porque tienen oportunidad de trabajar en organismos internacionales, y la directiva del Servicio no se los impide porque ello les permite adquirir mayor entrenamiento, nuevos conocimientos y les significa algún atractivo económico. Piden permiso sin sueldo por tres años, porque tienen derecho a ello. Sin embargo, esta costumbre se está transformando en una corruptela, pues los permisos se prolongan por más de tres años, ya que el funcionario vuelve por unos pocos días, y pide nuevo permiso.
Como se han mencionado las zonas de salud del país que se encuentran en esa situación, debo recordar al Honorable señor Ahumada que la primera zona está desde hace diez años en esas condiciones. No podemos nombrar a un jefe zonal en propiedad, porque el actual titular no está desempeñando el cargo, no por culpa mía ni del anterior director del Servicio, sino porque se ha acogido a permiso, de acuerdo con la norma ya establecida.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
¿Me permite, señor Ministro?
Según entiendo, el Estatuto Administrativo autoriza permisos sin sueldo por un máximo de seis meses.
El señor VALDIVIESO (Ministro de Salud Pública).-
Son corruptelas que debemos corregir.
Siguiendo con la misma materia, en la segunda zona existe también el problema de las suplencias. El director es el distinguido profesional doctor Darwin Arriagada, quien me ha expresado su propósito de abandonar el cargo. Están allí los documentos mediante los cuales le he rogado que no se vaya; pero él tiene incentivos de mejores remuneraciones. Está en la Organización Panamericana de la Salud y ha asumido responsabilidades en la República Argentina. Debemos designar en ese cargo a un funcionario en calidad de suplente. ¡Qué le vamos a hacer!
El Honorable señor Ahumada también ha mencionado la quinta zona de Santiago. Allí estaba el doctor Víctor Ayub, quien detenta el cargo en propiedad. ¿Y por qué ahora no está en la quinta zona? Porque está realizando labores mucho más importantes. Tiene a su cargo toda la responsabilidad del estudio y de la tramitación del convenio con el Banco Interamericano de Desarrollo, que nos permitirá, cuando cristalice definitivamente, aplicar una política de penetración y cobertura total de la salud en el área rural y, al mismo tiempo, algo todavía más importante: dar a los grandes hospitales de Santiago y Valparaíso nuevos organismos que les permitan convertirse en verdaderas escuelas de medicina y con ello promover el número de alumnos que necesitamos para los nuevos requerimientos asistenciales en el país.
Es efectivo, como expresó el Honorable señor Ahumada, que el Colegio Médico retiró dos consejeros médicos del Consejo, por estar en desacuerdo con algunas medidas; pero ése es un episodio prácticamente superado. Lo hemos conversado en diversas oportunidades con el señor presidente del Colegio Médico, el doctor Luis Pino Escobar y, como digo, el incidente está superado.
El señor Senador también mencionó el caso del doctor Sanhueza. Naturalmente, no conozco a la gran mayoría de los personajes citados por Su Señoría. Algunos deben ser de categoría intermedia o inferior, y no puedo contestar respecto de todos. Pero me quedó sonando un nombre.
El Honorable señor Ahumada dijo que el doctor Sanhueza ha sido objeto de extraordinario favoritismo de parte de este Gobierno. Dicho funcionario está a cargo del Servicio de Control y Presupuesto del Servicio Nacional de Salud, y no es democratacristiano. Fue designado para ese puesto, porque la Dirección del Presupuesto del Ministerio de Hacienda nos lo recomendó hace varios años para que se hiciera cargo de tan importante departamento.
No deseo extenderme demasiado, pero Su Señoría también se refirió a problemas de financiamiento del Servicio Nacional de Salud. No digo que dicho organismo tenga superávit; pero debo recordar que en 1964 lo recibí con un déficit de treinta millones de escudos de deuda flotante en el comercio. Esa era la situación en noviembre de 1964. Pues bien, todavía hay déficit. El año pasado absorbimos parte de él y ahora estamos estudiando cómo vamos a resolver el problema actual, que de ninguna manera es grave.
Al terminar mis palabras, deseo acentuar las cualidades de la persona propuesta por Su Excelencia el Presidente de la República para ocupar el cargo de Director General del Servicio Nacional de Salud.
Al entregar personalmente el mensaje al señor Presidente del Senado, se acompañó el "curriculum vitae" del doctor Juan Hepp. No creo que sea el momento de repetir lo que allí se dice, pero sí debo manifestar que el doctor Juan Hepp, a poco de recibirse de médico, se entregó en cuerpo y alma a organizar la atención médica del área rural. Al poco tiempo, fundó la sociedad del Hospital de Purranque y convino con el Servicio Nacional de Salud la atención delegada. Tan movido estuvo por la atención rural, que después de la experiencia llevada a cabo por él en aquel entonces, cuando ocupó transitoriamente algunos cargos en el Servicio Nacional de Salud, siempre volvió a Purranque. Y hoy día se señala la experiencia de esa localidad como ejemplo de lo que podemos hacer en el país. Allí sucede algo absolutamente excepcional, que no se observa en otras partes: hay un hospital donde sobran camas, lo que antes no ocurría. Y eso es lo que perseguimos los médicos: no tener mayor número de camas para atender más enfermos, sino tener menos enfermos, protegiendo la salud. Y el doctor Hepp lo consiguió organizando a la comunidad y difundiendo los conocimientos de higiene. Con las medidas de protección y de fomento ha logrado disminuir las enfermedades, de modo que en este momento cuenta con gran experiencia en la materia.
El señor ALLENDE.-
En la Comisión de Salud Pública, que presido, formulé diversas observaciones, no sobre la proposición hecha por el Gobierno para designar director del Servicio Nacional de Salud al doctor Juan Hepp, sino respecto de los problemas de salubridad y de salud que afronta el país. Además, reafirmando algunas de las denuncias hechas, creí indispensable que el doctor Juan Hepp conociera el pensamiento del Colegio Médico, de los trabajadores y el nuestro, pues tenemos antecedentes para señalar que, en el campo gremial y en el respeto a la técnica, se han cometido atropellos censurados por el cuerpo médico. Por cierto, nadie culpa al doctor Juan Hepp de lo ocurrido; pero era imprescindible que tanto él como el señor Ministro de Salud conocieran el fundamento de las denuncias, y la verdad sobre algunos hechos, con la esperanza de que no se repitan.
En seguida -esto tiene más importancia-, hicimos presente que, a nuestro juicio, el Gobierno' traza una política sobre salubridad que, en parte, cambia los viejos conceptos, por los cuales ha luchado, desde hace mucho tiempo, el Colegio Médico de Chile. Dijimos que en algunos aspectos se imponía en esta materia, un tipo de política que podíamos llamar "híbrida"; y nos referimos concretamente al proyecto que luego discutiremos, sobre medicina curativa para los empleados particulares. Señalamos que, en nuestra opinión, en un país con un desarrollo de la conciencia médico-social como el nuestro, lo adecuado es dar a todos los ciudadanos atención médica, derecho a la defensa de la salud, sin establecer en su otorgamiento estratos sociales. Es decir, hemos sostenido que el Servicio Nacional de Salud debe ser el fundamento de una entidad estatal única. Manifesté que tanto el señor Ministro del ramo como el Subsecretario expresaron que, en realidad, ése era su pensamiento técnico, y que toda la política que yo califiqué de "híbrida" -ellos también lo reconocieron- constituía una etapa de transición para llegar a un servicio estatal único que otorgaría a todos los chilenos derecho de atención médica relacionada con reparaciones económicas.
En esta circunstancia, hemos mirado la realidad actual. No sabíamos, ni sabemos todavía exactamente, cuáles son la eficacia, la economía y el rendimiento del Servicio Nacional de Salud; a cuánto asciende su endeudamiento total, incluido el de arrastre, a que hizo referencia el señor Ministro, y si ha aumentado o disminuido.
Conocemos perfectamente que, por desgracia, ni el actual Gobierno ni los anteriores han dado a este servicio lo indispensable para un funcionamiento pleno en lo concerniente al aspecto económico financiero. Por lo contrario, no ha habido una política, desde el punto de vista nacional, que prepare al médico chileno para la patología social de nuestra nación y que, al mismo tiempo, satisfaga la demanda de protección de salud. Chile es un país donde faltan médicos, enfermeras, matronas, asistentes sociales, etcétera. Es decir, hemos reclamado - y lo seguimos haciendo- una visión panorámica, con perspectivas hacia el futuro. En este aspecto, no hacemos crítica partidista. Eso debe reconocerlo el señor Ministro de Salud, aquí presente.
Por lo tanto, frente a la designación del doctor Juan Hepp como Director de la citada institución, acentuamos, ante el Secretario de Estado de Salud Pública, nuestra inquietud. Chile pasa por una etapa que requiere seria y profunda preocupación de los poderes públicos, sobre todo del Ejecutivo, a fin de financiar y desarrollar una política que permita, en breve tiempo, al Servicio Nacional de Salud prestar atención médica adecuada y dotarlo del personal técnico y técnico auxiliar necesario.
En repetidas oportunidades nos hemos referido en este recinto al éxodo de profesionales. Por desgracia, desde Chile salen enfermeras, asistentes sociales, matronas y médicos en porcentaje muy alto. Esta tarde el propio señor Ministro ha dado antecedentes que corroboran el hecho de que técnicos eficientes, frustrados ante la realidad económica social que impide a la técnica y ciencia médica rendir en la medida adecuada, o porque, simplemente, tienen perspectivas económicas más amplias en otros países, emigran de nuestra nación. Es necesario reconocer que el médico chileno todavía se forma en una escuela liberal, a pesar de que ellos mismos, como cuerpo, han contribuido a funcionalizar la medicina, no a socializarla. Repito: el médico que egresa de las escuelas universitarias chilenas tiene mentalidad liberal. Para ello estudia, y tiene la esperanza de lograr una situación económica mejor que la proporcionada por otras profesiones. Por eso, planteamos nuestro criterio en un doble aspecto.
Mi afirmación se corrobora con el hecho de que esta tarde o mañana despacharemos en cuarto trámite -hay acuerdo de Comités para ello- el proyecto de medicina curativa para los empleados particulares, y hace pocos días aprobamos el de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, tramitado durante 26 años en el Congreso Nacional.
En la jefatura del Servicio Nacional de Salud se requiere, sin duda, la presencia de un profesional imbuido de ideas claras respecto de las perspectivas de trabajo de la institución, herramienta poderosa para defender la salud de los que más la necesitan.
Una vez más, debemos hacer notar la interrelación entre salud y situación económica: a mayor pobreza, mayores enfermedades; a mayores enfermedades, mayor pobreza.
Como presidente de la Comisión de Salud Pública, olvidando no sólo errores reiterados cometidos en la institución, pasando por encima de lo que estimamos persecución descarada contra hombres y Senadores de nuestra colectividad política, por un sentido supremo de responsabilidad, más allá de las fronteras ideológicas, contribuiremos a votar favorablemente la proposición del Gobierno. Esa entidad necesita quien la dirija. Desde el punto de vista técnico, no tenemos ningún reparo a la designación del doctor Juan Hepp. Tampoco los tenemos en cuanto a su actitud asumida como jefe en años anteriores, oportunidad en que demostró respeto a la capacidad técnica de todos los que trabajaron bajo sus órdenes. Además, para tomar esta decisión consultamos a los trabajadores de la salud y, al mismo tiempo, en forma oficial, al Colegio Médico de Chile.
Por consiguiente, es de responsabilidad del Ejecutivo y del catedrático que dirige la Cartera de Salud Pública, romper, en parte esencial, el cerco en que ha vivido la entidad en referencia, y hacer posible proporcionar medicina, vida y defensa del capital humano, reclamada por los más vastos sectores de nuestro país. Para ello es necesario orientación técnica, autonomía en el financiamiento y respeto a conquistas y derechos que no emanan de la voluntad de un Ministro o de un Gobierno, sino de una dura lucha gremial. Esto lo dice el Senador que habla, que fue, durante cinco años, presidente del Colegio Médico de Chile.
Formulamos estas observaciones al doctor Juan Hepp. Tenemos fe en su palabra de médico. Como tal, sabe que por encima de sus concepciones políticas se encuentra su alta responsabilidad técnica. Así podrá ser el jefe del más grande y eficaz servicio del país. Tiene ante su conciencia de profesional chileno una obligación que, sin duda, deberá cumplir, pues, si así no procede, responderá ante el Senado que lo designa.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
No me referiré al caso particular del doctor Hepp. Ya lo hizo el Honorable señor Ahumada, representante de nuestro partido en la Comisión de Trabajo y Previsión Social. Debo decir, sí, que lo conozco personalmente, y me he formado buena idea de su capacidad técnica. Pero no es ése el motivo de mi intervención.
Deseo comentar dos observaciones oída3 al señor Ministro de Salud. La primera se refiere a varios incidentes entre el gremio del Servicio Nacional de Salud y la jerarquía superior. Se realizaron investigaciones y se sancionó al personal en resguardo del principio de autoridad. Es adecuada la observación. Sin embargo, debo advertir lo siguiente: la inquietud de esos trabajadores se debe a la carencia de atinada dirección superior. Hasta ahora, no ha sabido despertar la confianza de los subalternos, necesaria para crear un espíritu de colaboración en un servicio esencial. Ese es un aspecto que el señor Ministro debe pesar.
El otro problema tiene para mí mucha importancia. El Secretario de Estado manifestó que hay algunos funcionarios del servicio con más de diez años en comisiones. ¡Es inaudito! En este aspecto, hizo referencia al Estatuto Administrativo, espina dorsal del régimen civil de Chile, eh e] cual, a mi juicio, también están incorporados los institutos semifiscales. No afirmo lo anterior con absoluta seguridad. Si ello no es así, esas entidades deberían estar regidas por las disposiciones del citado cuerpo legal, porque todo cargo pagado con dineros de los contribuyentes debe apoyarse en normas jurídicas. Ya insinué -en una breve interrupción- lo que el Estatuto Administrativo declara respecto de esta materia. Ahora lo puedo citar textualmente. Dice el artículo 146:
"Si la Comisión dentro del país impide al funcionario desempeñar el cargo de que es titular no podrá durar más de seis meses, sin que se pueda prorrogar o renovar la misma u otra comisión, a menos que transcurra, el plazo mínimo de un año."
El señor PABLO.-
Debe haber otra ley.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Vaya con calma, señor Senador. Aquí no se trata de que la autoridad tolere abusos.
El señor PABLO.-
Son de radicales.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
...A todos los problemas que uno plantea Su Señoría les da cauce político. Es un escudero de la Democracia Cristiana. No deseo entenderme con escuderos. Deseo dialogar con Senadores que posean responsabilidad pública, no política. El país se encuentra destruido por esa permanente intervención política.
El señor PABLO.-
Demuestre Su Señoría al Senado que está hablando en nombre de su partido.
El señor AYLWIN.-
¿Me permite, señor Senador?
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Con mucho gusto.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Ruego a Su Señoría no interrumpirme, pues no le he facultado para ello. No es conveniente que el Honorable señor Pablo actúe como defensor a ultranza a propósito de cualquier iniciativa.
El artículo 149 del mismo Estatuto, dispone:
"Los funcionarios que se ausenten al extranjero en comisión de estudios o como beneficiarios de una beca y a quienes se les conserve la propiedad de sus empleos, como asimismo, se les mantenga determinada remuneración, tendrán la obligación, dentro de los noventa días de su regreso al país, de presentar un informe escrito al superior jerárquico, en el que den cuenta de la labor o estudios realizados o del cometido especial efectuado, y no podrán dejar voluntariamente la Administración antes de haber transcurrido un plazo igual a aquél por el cual hubieren percibido remuneración durante su permanencia en el extranjero, a menos que devuelvan las sumas que hubieren percibido."
Este problema a que hago referencia es -repito- la espina dorsal del régimen administrativo de la República.
El señor AYLWIN.-
Su Señoría se ha referido a un problema que no concierne al planteado por el señor Ministro. No se trata de comisiones con goce de sueldo, como señalaba el señor Senador, sino de permisos sin goce de sueldo a que tienen derecho los funcionarios del Estado. LoS jefes de Servicios pueden conceder al personal de su dependencia seis días de permiso sin goce de sueldo, cuando circunstancias especiales lo justifiquen; hasta por seis meses por motivos particulares sin goce de sueldo y por decreto supremo, y para trasladarse al extranjero, hasta por dos años, sin goce de sueldo, por decreto supremo fundado. De estos casos hizo mención el señor Ministro de Salud. Como esta norma del Estatuto Administrativo no exige, como la señalada por el Honorable señor González Madariaga, permanecer un tiempo a su regreso del permiso, los funcionarios del Servicio Nacional de Salud se han acogido reiteradamente a esa disposición. Este proceder, sin duda, es incorrecto. A mi juicio, sería conveniente modificar el Estatuto en esta parte para resolver el problema, que no es el citado por Su Señoría.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Celebro la intervención del Honorable señor Aylwin. Así es como nosotros acostumbramos entendernos en este hemiciclo y no en los términos como ha pretendido hacerlo el Honorable señor Pablo.
Pues bien, el Honorable señor Aylwin no ha podido justificar diez años, sino que, estirando y estirando, llega apenas a tres años.
No me ha respondido mi Honorable colega si se ha meditado en estas condiciones, al dictarse el decreto supremo que autoriza la comisión. Por lo demás, yo le digo que la función depende del Servicio Nacional de Salud, entidad que, en representación de la comunidad, concede esta clase de autorizaciones.
¿Cómo ha de ser admisible que un funcionario puede alejarse durante diez años del ejercicio de sus funciones, y, entretanto, conservar el cargo en propiedad, con todas las ventajas que ello significa? Evidentemente, ello implica desorden, lo que el Honorable señor Aylwin no ha podido ni puede justificar. Pienso que hay irresponsabilidad manifiesta en la conducta gubernativa y que si esto no estaba antes afinado, como se suele decir, debe ello lograrse mediante un proyecto que legisle sobre la materia. Aquí está, repito, el Estatuto de la Administración de la República, que es una especie de código civil de los funcionarios del Estado, que es algo como la espina dorsal del orden administrativo de la República. Sobre ese cuerpo legal deben plasmarse todos los demás regímenes que afectan a los servicios fiscales, así como a los semifiscales, a los autónomos y a los demás dependientes del Estado.
De manera que -insisto-, a propósito de lo dicho por el señor Ministro con franqueza y hombría, en cuanto a que se han dado casos de ausencia por diez años, lo que ha impedido ascender a algunos funcionarios, debo declarar que eso es atroz y habla muy mal de la Administración Civil de Chile.
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
Tiene la palabra el señor Ministro de Salud Pública.
El señor AHUMADA.-
¿Me ha solicitado una interrupción el señor Ministro?
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
No, señor Senador. La Mesa da la palabra al señor Ministro antes que a Su Señoría, porque los Ministros de Estado, de acuerdo con la Constitución, tienen preferencia para intervenir.
El señor PABLO.-
El señor Senador debiera saber que los Ministros tienen preferencia.
El señor AHUMADA.-
Con mi venia, puede usar de una interrupción el señor Ministro.
El señor VALDIVIESO (Ministro de Salud Pública).-
He pedido la palabra para agregar que no he otorgado ninguno de esos permisos. En verdad, me he hecho el propósito de no concederlos, con el fin de poner atajo a la anormalidad que ellos constituyen.
Nada más, señor Presidente.
El señor AHUMADA.-
He escuchado con atención las palabras del señor Ministro y el enfoque del problema en debate planteado por algunos de mis Honorables colegas.
Debo expresar, ante todo, el respeto que me merece el señor Ministro de Salud Pública, quien fue jefe de clínica en la Cátedra del Profesor Aldunate cuando yo fui alumno de Medicina. Por desgracia, no puedo dejar de manifestar que, a mi juicio, el señor Ministro no tiene un concepto cabal de las cosas que están ocurriendo en el Servicio Nacional de Salud.
Sostengo que el señor Ministro no tiene concepto cabal de esos hechos, porque, al escuchar los cargos que en forma directa le formulé, él no los respondió concretamente en lo que se refiere al atropello del Estatuto Administrativo y a la persecución gremial establecida como régimen en el Servicio Nacional de Salud.
Se dice que el nuevo Director General de Salud ofrece garantías con relación precisamente, a la necesidad de cambiar el régimen existente. En verdad, dichas garantías fueron ofrecidas anteriormente por el doctor Francisco Mardones Restat.
Tengo a la vista el texto de la sesión pública del Consejo celebrada el 1° de julio de 1985, cuando el doctor Mardones Restat garantizó, en primer lugar, "la estabilidad funcionaría con prescindencia absoluta de banderías políticas o religiosas" - cito sus palabras textuales-; en segundo lugar, "gratitud y respeto para todos los servidores, que con su esfuerzo diario, con su imaginación creadora y su capacidad dirigente, han llevado al Servicio al pie del prestigio nacional e internacional" ; en tercer lugar, "la libertad de culto religioso, en tal forma que-los oficios espirituales de cada religión contarían desde ese instante con las facilidades de poder oficiar en todas las capillas del Servicio Nacional de Salud sus particulares liturgias", y, en cuarto lugar, garantizó que "sólo se efectuarían "cambios fisiológicos" - entre comillas cambios fisiológicos- sin menoscabar, herir ni molestar a nadie".
Veamos ahora cómo cumplió el doctor Mardones Restat esas garantías que, durante la sesión del 1º de julio de 1965, dijo que ofrecía en nombre del Gobierno y del Ministerio de Salud Pública. Tan pronto asumió el cargo, empezó a cambiar funcionarios. Me referiré sólo a algunos de esos cambios.
Por acuerdo Nº 168, del 23 de marzo de 1966, se nombró Jefe del Departamento Administrativo al Director del Hospital San Borja, doctor Agustín Denegrí, de filiación democratacristiana, y al doctor Osvaldo Gutiérrez, jefe titular de ese cargo, se le encomendó "para asumir en forma permanente y exclusiva la dirección, formulación y ejecución de un Plan destinado a proveer al personal del Servicio".
En seguida, se removió de su cargo al Secretario General del Servicio, don Crescente Salazar, por acuerdo Nº 196, de 6 de abril de 1966, y se nombró en su reemplazo a don Eugenio Barros Lira, de filiación democratacristiana, en calidad de titular.
Posteriormente, al jefe técnico del Servicio, doctor Pablo Vouillieme, Jefe del Subdepartamento de Recuperación de la Salud, le fueron cercenadas sus atribuciones limitando su campo de acción, y, eliminada la subrogancia legal de la Jefatura del Departamento Técnico, esta fue otorgada al doctor Juan Hepp, y se creó el cargo de Subjefe del Departamento Técnico, mediante acuerdo Nº 83, del 8 de marzo de 1967.
Además, se ubicó en la jefatura del Subdepartamento de Fomento de la Salud al doctor Jorge Rosselot, militante de la Democracia Cristiana.
Luego se nombró jefe del Subdepartamento Jurídico al doctor José Pablo Vergara, también democratacristiano, en carácter de titular, sin considerar la mejor opción que tenía el señor Hernán Vergara R., funcionario de carrera y poseedor de antecedentes suficientes para desarrollar dichas funciones.
En seguida, se eliminó de su cargo al jefe del Subdepartamento del Personal, al doctor Fernando Aranda C., y se nombró en su reemplazo al militante de la DemocraciaCristiana don Sergio Alvarez, quien fue dirigente activo de esa colectividad política en Valparaíso.
Posteriormente, se eliminó al jefe de la Sección Odontología, doctor Ismael Car- mona, para nombrar en su reemplazo a los doctores señores Miguel de la Fuente, Antonio Rodas y Ramón Aguirre, todos ellos democratacristianos, y se sacó de su cargo al jefe de la Sección Contabilidad de la DirecciónGeneral, don Julio Carrasco, quien fue reemplazado por el dirigente de la Democracia Cristiana Octavio Torres C.
También se nombró jefe de la oficina de partes de la Dirección General, sin previa selección, al militante democratacristiano Armando Carrera.
Más adelante, se impidió que el doctor Alfredo Taborga M., a quien le asistían todos los derechos legales y reconocida preparación técnica, volviera a ocupar su cargo de jefe de Educación para la Salud, y se nombró a la doctora Cristina Palma en su lugar, y, posteriormente, como titular, al democratacristiano Jorge Bravo, con lo que se pasó a llevar a otros funcionarios que tenían mejores antecedentes que el nominado.
Luego se suprimió del cargo de jefe de Relaciones Públicas al señor Carlos Guzmán; se trajo, desde Valparaíso, para ocupar el cargo de jefe de Asistentes Sociales a doña María Jiménez, dirigente de la Democracia Cristiana en ese puerto, y se suprimió el cargo de jefe del Subdepartamento de Bienes, desempeñado por el señor Sergio Cruzat.
Además, se nombró jefe de Concursos Médicos al doctorGustavo Illanes, afiliado a la Democracia Cristiana. Dicho cargo era desempeñado por el doctor Juan B. Reyes. A su vez, se le designó también como encargado de la selección y nombramiento y distribución de los médicos generales de la Zona, funciones que desempeñaba el doctor Luis Torres, a entera satisfacción y reconocimiento de estos jóvenes profesionales.
Con posterioridad - para ello fue necesario dictar una ley especial-, se nombró director del Hospital Barros Luco-Trudeau al doctor Rafael Donoso Montalva, evadiendo así el concurso que es obligatorio para los profesionales afectos a la ley 15.076.
Se hizo escarnio en la prensa en contra del doctor Carlos Avendaño, ex director del HospitalJosé Joaquín Aguirre, a quien se le atacó durante una huelga de los empleados del Servicio Nacional de Salud, y, a pesar de haber sido reivindicado por el Rector de la Universidad de Chile, por el Decano de la Facultad de Medicina y por la mayoría del cuerpo docente, se consiguió el objetivo de nombrar en su reemplazo al doctor Miguel Soler.
Se actuó también contra el doctor Luis Dreckmann, llegándose a tal punto que el Consejero doctor Fernando Rodríguez Silva, en sesión del Honorable Consejo, celebrada el 17 de marzo de 1965, según consta en la versión taquigráfica del acuerdo 149, manifestó textualmente: "si hay algo vergonzoso es que un médico que podría estar atendiendo enfermos, esté a cargo de tornillos, muebles e imprenta y en un estado de salud que le impide desempeñarse en el cargo. Donde uno investiga, el error es igual, el médico a cargo de esto es la misma persona que está a cargo del Hospicio, donde todo también es un desastre. Esta es una anomalía que debe terminar en forma drástica".
Posteriormente, al doctor Víctor Ayub se le proporcionó un viaje al extranjero para reemplazarlo, en el cargo de jefe de la V Zona de Salud por el doctor Juan Seperiza, democratacristiano. La suplencia dura más de un año y cinco meses. En acta de la sesión 772, del 20 de octubre de 1965, del Honorable Consejo, consta que el consejero doctor Amador Neghme manifestó textualmente: "el doctor Víctor Ayub no regresaría al país al término del permiso concedido, lo que estimo muy sensible".
Más adelante, el doctor Rene Faraggi, jefe de la IV Zona de Salud fue llamado personalmente por el Director General para solicitarle directamente la renuncia de su cargo.
En sesión Nº 780, del Consejo de Salud, del 15 de diciembre de 1965, se designó al doctor Galvarino Pérez como médico director de la VII Zona en carácter de suplente, posponiendo al doctor Juan B. Cornejo, a quien por derecho propio le correspondía el cargo, aparte de ser poseedor, al mismo tiempo, de muchos más antecedentes que el médico anteriormente citado.
Del mismo modo, al doctor Manuel Sanhueza, jefe de la IX Zona de Salud, se le llamó a Santiago por el Director General para ofrecerle un cargo en la superestructura, con compromiso de hacer dejación del suyo y tomar sus vacaciones durante el período pre-eleccionario.
Al doctor Jorge Bachler, jefe de la X Zona, se le comisionó en Santiago para que estudiara el sistema de radiocomunicaciones. Al término de esta comisión, el señor Director le solicitó directamente que pasara a integrar la Comisión de Medicina Rural, con residencia en Santiago, y se vio obligado a abandonar su cargo, del cual es titular, en la zona en referencia, previas vacaciones durante el período eleccionario.
El doctor Pedro Marinov, jefe de la Primera Zona de Salud, ha sido reemplazado por el doctor Emilio Budinic, de filiación democratacristiana.
El doctor Reynaldo Rebolledo, jefe de la XI Zona, está siendo hostilizado para que renuncie. Lo mismo acontece con el doctor Agustín Etchebarne, jefe de la XIII Zona de Salud.
El doctor Sergio Sansone, inspector de la IX Zona de Salud, fue llamado a Santiago en comisión para estudiar problemas de planificación, y en su reemplazo ha quedado el dirigente democratacristiano, regidor y hoy alcalde de Concepción, doctor Aste.
Como Director del Hospital de Talca, fue nombrado el doctor Enrique Mercadal, de filiación democratacristiana, posponiéndose al doctor Simón Contreras.
Y sigue la lista de cientos de casos, señor Presidente.
El señor GUMUCIO.-
¿Me permite una interrupción, Honorable colega?
El señor AHUMADA.-
¡Este es el sistema que ha establecido el Servicio Nacional de Salud!
El señor GUMUCIO.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor AHUMADA.-
¡Este es el sistema que han establecido ustedes, miembros del Partido Demócrata Cristiano!
El señor PRADO.-
¿Quién le proporcionó la lista?
El señor AHUMADA.-
¡Si les digo su nombre, lo echan del Servicio!
El señor GUMUCIO.-
Le pedí una interrupción, señor Senador.
El señor AHUMADA.-
Lo único que puedo manifestar es que, precisamente por este sistema, es por lo que no tenemos confianza, ni en el doctor Hepp ni en cualquier otro médico que nos proponga el señor Presidente de la República, mientras no garantice que existirá estabilidad funcionaría; mientras no se garantice aquí, en este Senado, ante la nación entera, que no habrá persecución gremial;...
El señor GUMUCIO.-
¿Me permite una interrupción?
El señor AHUMADA.-
... mientras no se garantice el respeto a la personalidad humana en el Servicio Nacional de Salud.
El señor GUMUCIO.-
¿Me permite, señor Presidente? He solicitado una interrupción...
El señor SEPULVEDA
(Presidente accidental
).-
El Honorable señor Pablo tiene la palabra.
El señor PABLO.-
Concedo una interrupción a mi Honorable colega.
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
Puede hacer uso de ella el Honorable señor Gumucio.
El señor GUMUCIO.-
Señor Presidente, pedí una interrupción al Honorable señor Ahumada para hacerle algunas preguntas.
En primer lugar, ¿cómo cree Su Señoría que un Gobierno puede aplicar su política si en los cargos directivos de un Servicio como éste no hay quienes puedan servirla con sentimiento, sintiéndola en su fuero interno?
¿Cómo cree el Honorable señor Ahumada que el Gobierno puede dirigir un Servicio Nacional de Salud en que enorme porcentaje de los cargos directivos estaban ocupados por personal del Partido Radical? Fueron tres los Gobiernos radicales que se sucedieron y que estuvieron colocando gente en el Servicio, más uña Administración de Derecha de la que fue socio el Partido Radical.
La verdad es ésa. No hay que sacarle el cuerpo con otras explicaciones. Y habría sido mucho más grave...
El señor AHUMADA.-
¿Quiere que le conteste?
El señor GUMUCIO.-
... y Su Señoría habría protestado, si este Gobierno, en vez de haber hecho...
El señor AHUMADA.-
¿Quiere que le conteste?
El señor GUMUCIO.-
Déjeme terminar. Le pedí una interrupción y Su Señoría no me la quiso dar.
El señor PABLO.-
Está haciendo uso de una interrupción el Honorable señor Gumucio.
El señor AHUMADA.-
No le oí pedírmela.
El señor GUMUCIO.-
Bastante fuerte se le pedí.
El señor AHUMADA.-
Es que hubo algarabía en toda la bancada democratacristiana.
El señor GUMUCIO.-
Señor Presidente, el camino que siguieron otros Gobiernos fue lisa y llanamente lanzar a la calle al funcionario. Este Gobierno no ha despedido a ningún funcionario de otro partido. Ha tenido, naturalmente, que buscar la fórmula adecuada para que ejercieran las funciones directivas quienes sienten su política.
Ese es el mínimo derecho que tiene un Gobierno, y que no se le puede negar. Pero hay algo más, que resulta muy curioso: en las giras que he realizado en provincias con mis camaradas de partido he podido observar cuál es allí el clima imperante: el de que el Gobierno ha sido débil al dejar en puestos de responsabilidad política a personeros de partidos de Oposición, que a menudo "boycotean" la acción del Gobierno o la atacan.
Podría citar casos de secretarios de Intendencia y de Gobernación, puestos esencialmente políticos, servidos por personeros del Partido Radical. O sea, no se los ha echado a la calle, ni ha habido per- secución política.
El señor GOMEZ.-
Quieren echarlos y no pueden.
El señor GUMUCIO.-
Se les ha tenido consideración.
Yo creo que lo menos a que tiene derecho un Gobierno es a designar en los puestos directivos a quienes sientan su política. Por lo demás, es natural que ella no sea compartida por aquellas personas que, en este caso, ocupaban los cargos en propiedad.
Podrá seguir leyendo listas el Honorable señor Ahumada, quien, por otra parte, ha sido tan duro al decir que no aceptaba al Presidente de la República ningún nombre de los que propusiera. ¡Curiosa amistad con el señor Frei, que ha cambiado tan radicalmente, del cariñoso trato de antes, a la dureza con que hoy día se refiere a su persona!
El señor AHUMADA.-
Yo sirvo a mi partido, no a hombres.
El señor PABLO.-
Los Senadores democratacristianos, no sólo votaremos favorablemente esta designación, sino que lo haremos con entusiasmo y real aprecio.
La vida y la hoja de servicios del doctor Juan Hepp han sido reseñadas por el señor Ministro. No obstante, solicito que su "curriculum vitae" sea insertado en mi intervención.
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
Si le parece a la Sala, se insertará en la intervención del Honorable señor Pablo el documento a que se ha referido Su Señoría.
Acordado.
-El documento cuya inserción se acuerda es del tenor siguiente:
"JUAN HEPP DUBIAU
Nace en Santiago de Chile en 1916.
Cursa escuela primaria y secundaria en Santiago.
Bachillerato en Biología y Química (32 puntos) y Matemáticas y Física (28 puntos) en 1932.
Ingresa a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile en 1933.
Ayudante de la Cátedra de Química Fisiológica del Profesor Eduardo Cruz Coke en 1936, Jefe de trabajos prácticos 2º en 1938 y Jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra en 1940.
Ayudante y luego Jefe de la Sección Investigación Médico-Química del Instituto M. T. Sanitas de 1938 a 1942.
Memoria para optar al título de Médico Cirujano "La Función Andrógena" aprobada con 21 puntos en 1939.
Título Médico Cirujano, agosto 1940.
Ayudante del doctor Jorge Mardones Restat en el Policlínico Salvador Palma, en el antiguo Hospital San Juan de Dios, y en la Asistencia Pública.
En enero de 1943 decide trasladarse al sur del país para ejercer la profesión en forma integral. Se instala en la Comuna Rural de Purranque (Provincia de Osorno), crea la Sociedad Hospital Purranque, construye el Hospital del mismo nombre, Consultorio Externo y postas rurales.
En 1946 celebra un Convenio de delegación de funciones con la ex Caja de SeguroObligatorio para la atención de los asegurados y su grupo familiar en la comuna de Purranque.
En 1951 es llamado por el Gobierno del señor Gabriel González Videla para asumir la Vicepresidencia de la Caja de Seguro Obligatorio, cargo que desempeña hasta octubre de 1952.
Desarrolla el Plan Rural, inicia la construcción de los hospitales rurales de Frutillar, Fresia, Gorbea, Collipulli, Galvarino, Lirquén, Curanilahue, además de Lota, Quilpué, Coihaique y González Cortés en la capital.
Somete a Revisión la Política de Inversiones de la CADSO y en el equipo de trabajo del entonces Ministro de Salud Pública, doctor Jorge Mardones Restat, colabora en el estudio del proyecto de ley 10.383.
En 1953 regresa al sur a su cargo de Médico Director y Tratante del Hospital de Purranque y realiza 4 viajes de estudio a Europa, en 1953, 1958, 1959 y 1964, asistiendo a Congresos y perfeccionándose en Medicina Psicosomática y Psiquiatría Social.
El terremoto de 1960 destruye parcialmente el Hospital de Purranque, siendo reconstruido en el transcurso del mismo año en forma completa.
En 1961 asume el cargo de Médico del Servicio de Medicina Psicosomática y Psiquiatría Social del Hospital del Salvador de Santiago que desempeña hasta 1963.
En esta fecha regresa a Purranque para dirigir el Proyecto de Desarrollo integral de Purranque que ha elaborado y pone en marcha.
En 1966 es llamado por la Dirección General del Servicio Nacional de Salud para hacerse cargo de la Jefatura del Sub- departamento Recuperación de la Salud desde enero a julio en suplencia de su titular.
En 1967 es nuevamente llamado por la Dirección General para hacerse cargo primero de la Subjefatura y luego de la Jefatura del Departamento Técnico en suplencia del titular.
En julio 1967 regresa a sus labores habituales en Purranque.
En el transcurso de los años ha publicado numerosos trabajos fruto de su trabajo clínico y en Salud Pública en la comuna de Purranque, algunos de los cuales son:
La Ley 4054 y su Reforma (1949).
Política Inversionista de la CADSO (1950).
El Plan Rural CADSO (1951).
Atención Médica de los Sectores Rurales, su Organización, Costos y Rendimientos de 1947-1956.
Factores socio-económicos relacionados con Problemas de Salud en Chile (1963).
Algunas consideraciones básicas relativas a "Desarrollo de Comunidades||AMPERSAND||quot;. (1965).
Informe sobre un sistema de Asistencia Médica para los sectores de población no amparados por la Ley 10.383 implantado en la comuna de Purranque (1960).
Plan de Salud para el Desarrollo económico y social de Purranque (1964), etc.
La Sociedad Médica de Chile le confiere en 1966 el premio "Dr. Ramón Corbalán Melgarejo" por el mejor trabajo presentado a la Sociedad en ese período."
El señor PABLO.-
Señor Presidente, la oposición a este nombramiento, o más bien dicho la abstención anunciada por el Partido Radical en estos instantes, obedece a circunstancias netamente políticas.
Hemos oído a otros hombres de Oposición, que podrían también sentirse afectados, tal vez, por acciones de un Gobierno cuyo criterio es distinto del de los hombres de las filas a que pertenecen, y que, sin embargo, sobrepasando la posición política pequeña, reconocen los méritos y antecedentes de un funcionario que ha servido con brillo en el Servicio Nacional de Salud y que también ha dejado una estela de prestigio, de recuerdo, de su desempeño en otros organismos de la Administración Pública.
El doctor Juan Hepp fue Vicepresidente de la ex Caja de Seguro Obligatorio, por designación de don Gabriel González Vi- dela, Contó con el apoyo del Partido Radical. Y nunca se oyó hablar, respecto de su persona, de divergencias en cuanto a trato político. No obstante, ha quedado aquí de manifiesto algo que ya rebatió mi colega el Honorable señor Gumucio: el Honorable señor Ahumada, que fue partidario de dar facultades extraordinarias al actual Jefe del Estado, ahora se lamenta de que este Gobierno, que careció de las atribuciones con que otros contaron para ubicar en los puestos directivos...
El señor AHUMADA.-
Honorable señor Pablo, está faltando gravemente a la verdad. Yo jamás he manifestado ser partidario de dar facultades extraordinarias al Gobierno. Puedo decirle...
El señor PABLO.-
En cierta época fue partidario de darlas.
Ese fue el sistema - repito- que permitía a Gobiernos anteriores colocar...
El señor AHUMADA.-
Soy un servidor de mi partido.
El señor PABLO.-
No he concedido interrupción a Su Señoría.
Gobiernos anteriores, para ubicar en los puestos directivos a hombres de su confianza, gozaron de facultades extraordinarias. Ese fue el caso de don Gabriel González Videla, del señor Carlos Ibáñez y de don Jorge Alessandri, este último en virtud de la ley Nº 13.305. Este Gobierno no ha podido hacerlo. Y debo advertir que si algún servicio ha sido politizado, ése es el Servicio Nacional de Salud. Los concursos han sido cerrados para quienes no tuvieran antecedentes favorables del Partido Radical, al extremo de que allí los cargos directivos se llenaban fundamentalmente con hombres de ese partido, o de otras colectividades que en anteriores oportunidades pudieron ostentar la jefatura del Servicio. Y no es una política extraña la del Partido Radical en el Servicio Nacional de Salud. ¿Qué ocurrió en Educación? De los doscientos ochenta y dos Directores Departamentales que existen en el país, doscientos setenta y seis eran de filiación radical, porque no se permitía participar en los concursos a personas de otras colectividades políticas.
Por eso, en este momento en que rasga vestiduras mi Honorable colega, los Senadores democratacristianos rechazamos .su posición, que ni siquiera es contradictoria con lo que fue siempre su deseo. Así lo entendemos y en tal sentido entendemos la amistad: en que se debieran dar al Gobierno las elementales herramientas que le permitieran dirigir la función pública, en los distintos servicios, de acuerdo con el criterio que esperaba del Parlamento el Jefe del Estado después del 4 de noviembre de 1964.
El Honorable señor González Madariaga también ha rasgado vestiduras, con la elocuencia que le es tan característica. Pero mi Honorable colega no ha escuchado las palabras del señor Ministro; y es bueno que él sepa que las corruptelas a que hacía referencia no han sido aceptadas por el Ministro actual, quien se ha negado a firmar nuevos decretos de suplencias indefinidas, que no tengan nunca término. Por lo tanto, sus versos y sus cantos son para Administraciones anteriores, en las cuales mi partido no recuerda haber tenido mucha responsabilidad.
Por eso, daremos nuestro voto favorable a esta designación, y rechazamos las imputaciones que ha oído el Senado esta tarde de parte de nuestros colegas radicales, que no reflejan sino una actitud dolorida de un partido que tal vez en este instante esté recordando melodramáticamente aquel viejo tango que hablaba de arrastrar por este mundo "la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser".
El señor AHUMADA.-
¡Cómo decae el Senado en este debate!
El señor BARROS.-
Señor Presidente, después de haber escuchado el "cantor de las madres", muy poco más puedo agregar a lo ya expresado por mi Honorable colega el señor Ahumada frente a esta designación, pues comparto ampliamente todas sus opiniones.
He preparado unas breves notas, en honor al escaso tiempo que nos resta, para poder condensar mi pensamiento.
Hace ya más de dos años que los médicos funcionarios del Servicio Nacional de Salud vienen reclamando una remuneración digna, humana, acorde con sus responsabilidades: un salario vital por hora mensual trabajada. El Director del Servicio Nacional de Salud doctor Mardones Restat - a cuya designación me opuse en su debida oportunidad- nada hizo ante las esferas oficiales por remediar tal estado de cosas. Mal cumplida su misión, hoy fracasado, ha partido fuera del país a ganar suculenta torta.
Agréguese a esto que ha sido pisoteado por la Dirección el justo derecho a desempeñar cargos ganados por concurso en importantes designaciones, y lo que es peor aún - como lo ha denunciado el Consejo General del Colegio Médico de Chile- a Directores Zonales se los ha trasladado a cargos de menor importancia en Santiago, lo que ha denunciado mi Honorable colega señor Ahumada.
Se ha pisoteado el sistema de concursos. Se ha recurrido a interinatos, violando el justo derecho a ocupar cargos de planta y previo concurso. Por algo se procedió al retiro de los representantes del Colegio Médico en el seno del Consejo del Servicio Nacional de Salud, como fue aquí expresado por el señor Ministro.
Ha sido el nacimiento de la Federación de Médicos del S.N.S. integrada en el Departamento de Acción Gremial, la que ha puesto el grito en el cíelo, llamando la atención al Ministro de Salud, a los poderes públicos y al país en general, sobre las condiciones deplorables en que se debaten los médicos del Servicio, con sueldos de hambre, máxime si el día de mañana es ley la Medicina Curativa de Empleados y deba el S. N. S. atender un gran porcentaje de este inmenso grupo laboral chileno.
La activa participación de esa Federación, respaldada por el Colegio, con médicos tan combativos como los doctores Moreno, Jorge Alvayay y Voulliéme, ha ido destapando la olla podrida de tantos, intereses creados en el Servicio Nacional de- Salud, que no es extraño que el día de mañana desemboque en una huelga de proyecciones desagradables.
Cuando se trató del loteo del fundo San Luis, yo puse el grito en el cielo refiriéndome a la actuación de las viudas de distinguidos profesionales médicos y de profesores de la Facultad que han quedado con montepíos miserables. Cité, entonces, el caso de la señora Rebeca Gazitúade De Amesti, viuda de mi querido profesor, el artista de la cirugía que proyectó al presente una escuela quirúrgica de primera clase. Esa dama recibía un montepío que no alcanzaba a los 100 escudos. He sabido que, por fortuna, ellas se han organizado. Porque nada es más denigrante para un Gobierno que no escuchar el clamor de las fuerzas activas, que por lo menos tienen el recurso de la huelga.
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
¿Me permite, señor Senador?
Ha terminado el tiempo destinad» al Orden del Día.
El señor BARROS.-
En dos minutos más termino, señor Presidente.
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
Solicito el asentimiento de la Sala para prorrogar el tiempo al Honorable señor Barros.
El señor PRADO.-
Siempre que votemos.
El señor MIRANDA.-
No, señor Presidente.
El señor PRADO.-
Entonces, no hay acuerdo.
El señor SEPULVEDA (Presidente accidental).-
No hay acuerdo. Queda pendiente el debate, y con el uso de la palabra, el Honorable señor Barros.
Corresponde ocuparse en los próximos minutos en los proyectos cuyo despacho acordaron los Comités.
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