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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Los Senadores socialistas no podríamos silenciar nuestra voz esta mañana. No podemos disimular la importancia que revisten para nosotros los dos temas abordados en el debate. El primero, que aparece en el Orden del Día, se refiere al proyecto de ley que tiene por finalidad perfeccionar funcionalmente el Cuerpo de Carabineros. El segundo, es el debate político, tan inesperadamente traído a la Sala por el Honorable señor Barros.
Nosotros, socialistas, somos leales aliados del Partido Comunista. Tenemos, como el país lo sabe, una organización común llamada Frente de Acción Popular, cuyo objetivo es trabajar por la revolución chilena en su auténtica definición proletaria y campesina, y cambiar la estructura, la base de la sociedad injusta en que vivimos. No podríamos, entonces, silenciar nuestra voz, ni dejar de rechazar los conceptos, que juzgamos precipitados, del Honorable señor Barros.
El Partido Comunista se confunde en gran parte con la historia de Chile, desde los primeros años de este siglo, si pensamos en la acción de su fundador, Luís Emilio Recabarren, que tan bien ganado tiene el puesto central en los corazones proletarios del país. Hemos visto formarse a Recabarren en la historia de la lucha heroica de los trabajadores del salitre, identificándose con el primer intento de crear una organización sindical independiente, la Federación Obrera de Chile. Recuerdo cómo se lo perseguía allá por los años del 20 al 30. Lo vi pasar esposado cuando lo traían al centro del país, como a un delincuente. No hace muchos días, permanecí callado cuando se le rendía homenaje por distintos sectores de la Corporación, pues para mí es tan alta figura la de Luis Emilio Recabarren, que no admite improvisaciones. Igual conducta habría observado ahora, si no fuera absolutamente indispensable decir, en el plano político y moral, que no estamos de acuerdo en los conceptos del Honorable señor Barros, cuando ha calificado injustamente la política del FRAP, que es nuestra, como revisionista y discrepante de los intereses fundamentales de la clase obrera,
Casi es imposible hacer distinciones entre socialistas y comunistas; estamos en una lucha consecuente, que nada tiene de improvisada, y que responde, en último término, a un sentido de seriedad en nuestros métodos y en los fines que nos proponemos alcanzar. Es muy fácil segregar de todo el complejo problema político que vivimos, un proyecto de ley, con el objeto de acusarnos de fortalecer un órgano represivo del Estado burgués y sacar, en seguida, la conclusión puramente dogmática de que con ello traicionamos nuestra misión esencial.
El apoyo en general a esta inciativa tiene justificación evidente. Estamos -no hay por qué dudarlo- por el perfeccionamiento de todas las instituciones democráticas que harán posible la madurez de un proceso que terminará por dar una nueva estructura, un nuevo molde a la sociedad. El aparecer como taimado, negándolo todo, mostrando repugnancia por el examen de los hechos, para sacar rápidamente una conclusión que podrá dar una satisfacción puramente' formal, nos parece signo de falta de madurez.
El Cuerpo de Carabineros existe en respuesta a una necesidad social que nadie puede desconocer. Cuando el Honorable señor Prado expresó que en los barrios populares se reclama, junto con la posta de primeros auxilios, el retén de Carabineros, dijo una verdad que no se puede ignorar. En la sociedad actual, con todas sus contradicciones, el hombre necesita del imperio de normas y de una fuerza que actúe cada vez que ellas sean amenazadas o infringidas. Tal vez por mucho tiempo más lo necesite, aun cuando se haya producido el vuelco transcendental de la revolución. ¿Reconocerlo significa solidarizar con los intereses antagónicos encaramados en el poder? No. Exclusivamente refleja nuestro pensamiento: que el hombre común, aun explotado y en la miseria, requiere de protección para no caer en el caos.
Nunca comunistas o socialistas hemos silenciado la crítica que debemos formular cada vez que el Cuerpo de Carabineros se ha utilizado como elemento de represión; mas para poderla expresar no debemos apartarnos de la justicia, la razón, la realidad. ¿Cómo podríamos llegar a la población obrera, al propio sindicato, a los grupos de nuestras capas medias, si adoptáramos una actitud irracional, si nos presentáramos como individuos que sólo viven una metafísica abstracta, sin contacto con los problemas diarios que ha de resolver la población, cualquiera que sea el sistema de vida que la rija?
Por lo tanto, nuestra posición se caracteriza por la franqueza y la claridad propias de aquellos que tienen absoluta seguridad en su pensamiento y su política. No hacemos concesiones de ninguna especie al enemigo cuando concurrimos con nuestro voto a perfeccionar una institución policial que, mientras subsista el Estado, mientras haya un poder central llamado a disciplinar los distintos procesos sociales, habrá de tener un lugar importante. Nadie puede concebir el Estado sin una policía, y nadie puede decretar la desaparición del Estado por un golpe de autoridad.
Entendemos que nuestro Estado está en crisis; que cuando, por ejemplo, no dispone de recursos suficientes para dar adecuada remuneración a sus servidores, señala uno de los síntomas de la crisis. Del mismo modo, lo está cuando desnaturaliza la función legítima de la fuerza policial. Y lo mismo observamos cuando se prepara al Cuerpo de Carabineros para aplastar al movimiento obrero.
Nada tiene que ver este proyecto con el hecho denunciado por nosotros de estarse dotando a Carabineros de armamento impropio para su específica misión policial -casco, ametralladoras y otras armas-e instruyéndolo para una acción institucional tendiente a destruir lo que el pueblo espera de él.
Por eso, no justifico de ningún modo que, asilándose en un aspecto puramente accidental de nuestra conducta política, se diga de los comunistas, e implícitamente de los socialistas, sus aliados -no reconocemos diferencias fundamentales en la hora actual-, que estamos enmarcados en una política revisionista. No hay revisionismo posible cuando estamos luchando contra el imperialismo yanqui, saqueador de nuestras riquezas; cuando con firmeza hemos denunciado el atentado cometido contra el país mediante los convenios del cobre. No hay revisionismo posible cuando, ante la tentativa del Gobierno de iniciar una reforma agraria profunda, comunistas y socialistas, pasando por encima de todas las consideraciones políticas, decimos al Partido Demócrata Cristiano que lo apoyaremos para transformar rápidamente la fórmula constitucional que garantiza el antiguo derecho de dominio, con el fin de que tal reforma no quede detenida en la Cámara de origen. No hay revisionismo de ninguna especie, cuando socialistas y comunistas denunciamos la política del actual Gobierno tendiente a congelar la miseria por medio de reajustes enanos de sueldos y salarios, y muy en especial, mediante la tentativa de impedir a los trabajadores organizados obtener condiciones superiores de vida.
Cualquiera que entienda el marxismo, que se haya adentrado en la interpretación de la historia, sabe muy bien que son estos hechos fundamentales los que definen la actitud del hombre frente a la sociedad en que vive.
Somos, como es natural, contrarios a la política del Gobierno de transacciones con el imperialismo, y sería absolutamente injusto sospechar siquiera alguna diferencia que separe a socialistas y comunistas, o formularnos algún reproche en común. Sería legítimo un debate sobre el acierto o el error en que estaríamos al aprobar en general el proyecto. Pero se va
mucho más allá de lo que la lógica elemental admite, de lo que la realidad tolera, de lo que la buena fe consiente, cuando se dice al partido aliado nuestro que está traicionando al pueblo, armando una máquina represiva, porque acepta en general la idea de legislar sobre el perfeccionamiento del Cuerpo de Carabineros,
Los socialistas, sin hacer frases, podemos decir que amamos a Chile, a su historia, a sus hombres y sus instituciones, no obstante entender que, en el transcurso del tiempo, los hechos van cambiando de significación. Y así como concebimos que la creación del Cuerpo de Carabineros fue un paso en el perfeccionamiento del Estado, al dejar atrás las policías comunales que estaban al servicio de caciques locales para imponer una dictadura de "grupitos", también entendemos que dicha Institución irá evolucionando, transformándose, en la medida en que la sociedad chilena lo haga por el impacto de la realidad incontenible.
Queremos decir a los funcionarios de Carabineros, hombres de tropa, suboficiales, oficiales jóvenes y modestos, que los partidos del Frente de Acción Popular no son sus enemigos; que entendemos muy bien el sacrificio que ellos realizan cada vez que cumplen su pesada misión.
¿Y cómo nos vamos a avergonzar por haber tenido la iniciativa, por ejemplo, de que en el proyecto en debate se haya dispuesto que ningún efectivo del Cuerpo de Carabineros sea obligado a trabajar más de ocho horas diarias por la remuneración normal que percibEº No se pudo incorporar esa disposición por no contar con el patrocinio del Gobierno. Se nos dijo que no había recursos y, constitucionalmente, no nos era posible saltar esa valla. Pero cuando tomamos esa iniciativa, no renunciarnos a nuestro fundamental enfoque de la sociedad actual ni olvidamos que hay pequeños grupos de Carabineros que están siendo mantenidos como fuerzas de choque para golpear, herir y, a veces, matar a obreros, campesinos y estudiantes.
Nosotros distinguirnos entre esos pequeños grupos, que son verdaderos perros de presa, y el resto del Cuerpo de Carabineros. Este cuenta con nuestro respeto y cariño y puede tener la seguridad de que comprendemos sus necesidades y apreciamos el gran servicio que prestan -día y noche y muchas veces en forma ininterrumpida- a la patria, que tanto lo necesita.
Por eso, se nos confunden un poco las ideas y vemos en la actitud del Honorable señor Barros una enorme injusticia. Es tan injusto negar todo cuanto hace el Cuerpo de Carabineros como lo es pretender que el Frente de Acción Popular y el Partido Comunista merecen los epítetos que Su Señoría les dirigió por haber comprendido que la institución en referencia no sólo no es un cuerpo regresivo que repugne, sino una institución que todos los chilenos apreciamos y, en el fondo, amamos verdaderamente.
Nada de cuanto afirmo es vituperable para quien ha sostenido una posición ideológica diferente de la nuestra. Respetamos al hombre y al grupo político que él representa en el Senado. Los socialistas estamos convencidos de que en la lucha común olvidaremos estas asperezas; que, teniendo como enemigo implacable al imperialismo yanqui y frente a las etapas muy difíciles que todavía debemos enfrentar, quienes nos hemos separado esta mañana, por conceptos tal vez precipitados, podremos reencontrarnos, pues, por encima de las palabras, son los hechos los que vienen a sellar nuestro destino.
Comprendo que a veces, en el calor del desarrollo de las ideas, se digan palabras que aparentemente son irreparables; pero confío -repito- en que el proceso de la revolución chilena habrá de provocar un encuentro de todos aquellos que la definen como una lucha antimperialista por esencia, la consideran una batalla antifeudal por definición y tienen un profundo sentido democrático como factor común.
Por eso, en nombre del Partido Socialista, quiero manifestar nuestra adhesión, aprecio y cariño por el Partido Comunista, siempre combatido por la reacción, blanco de las peores injurias, todo lo cual para nosotros, los marxistas, significa un valor permanente insertado de manera irrevocable en la historia del mundo de nuestro tiempo, y también en la de Chile.
Los socialistas chilenos no tememos expresar la verdad que nos hermana con los comunistas; no caemos en el juego de quienes nos dicen que tendríamos Presidente de Chile si el camarada Alleade no hubiese contado con el apoyo oficial y esforzado del Partido Comunista. Tenemos una interpretación de la historia y sabemos dónde vamos. Las diferencias que nos separaron de los comunistas en el pasado, están superadas en sus partes esenciales, y así como nos hemos referido a todos los sectores del movimiento obrero, con muchísima mayor razón sabemos que cualquier discrepancia que pudiera surgir en el futuro, habrá de ser superada y ambos partidos permanecerán en la lucha común contra el enemigo de nuestra patria y polla revolución chilena.
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