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Continúa la sesión.
Está inscrito en primer lugar el Honorable señor Chadwick.
El señor CHADWICK.-
Señor Presidente:
Cuando el Senador que habla pudo imponerse de los hechos ocurridos en El Salvador, no ya por las informaciones que se transmitieron por radio, sino en el terreno mismo de los sucesos, y pudo comprobar por sí mismo las huellas, las manchas de sangre y los impactos de las balas, hablar con los testigos y recorrer los sitios donde sucedieron los acontecimientos, contrajo un compromiso, se impuso una obligación: establecer la verdad. En la tarde solemne de los funerales de las víctimas, dicho compromiso fue renovado ante un pueblo dolorido, frente a los ataúdes de las mujeres y los obreros asesinados, y ahora empiezo a cumplirlo.
Establecer la verdad es, sin duda, la primera obligación, la necesidad ineludible; es la base de todo enjuiciamiento político y moral de los hechos. Debe empezarse por demostrar que la versión oficial de los sucesos de El Salvador es una clara e inexcusable "mixtificación". Me ocupo en primer lugar en ella, por tener importancia que no se puede ocultar.
Esa versión fue cuidadosamente elaborada por el señor Ministro de Defensa Nacional y el Subsecretario del Interior. Gastaron por lo menos tres horas en presentar un relato más o menos coherente de lo que había sucedido en El Salvador. Doy ese lapso, a pesar de que desde las 11 de la mañana debe de haber habido preocupación en Santiago por lo que iba a ocurrir en ese mineral, ya que a esa hora se habían tomado las disposiciones para asaltar por sorpresa el local sindical, y a pesar de que los hechos que produjeron las primeras muertes ocurrieron sin duda alguna alrededor de las 2 de la tarde. Ese lapso resulta incuestionable, de aceptarse la versión, que en el Senado no se discute, de que los hechos habían terminado a las 3 de la tarde. Y como la versión fue entregada a los periodistas a las seis y media por los señores
Ministro de Defensa Nacional y Subsecretario del Interior, esa demora debe estimarse derivada de una detenida deliberación de parte de las más altas autoridades.
Debo agregar algo más. La versión misma no mira sólo al relato de los hechos: da cuenta de resoluciones de Gobierno de extraordinaria importancia. Termina afirmando que "a fin de auxiliar a las fuerzas cercadas en El Salvador que están en actual peligro de una agresión eminente, se ha dispuesto con urgencia el envío de refuerzos".
Se trata de una medida militar adoptada por el señor Ministro de Defensa Nacional, en razón de los hechos que en esa versión se consignan.
Y hay también una medida de extraordinario sentido político, cuya gravedad el Senado deberá considerar: el señor Ministro de Defensa Nacional afirma en ese comunicado que el Gobierno respalda la acción del Ejército y Carabineros, con lo cual se expresa que todo el Gobierno aprueba, apoya y defiende lo que habrían hecho el Ejército y Carabineros en esa tarde del 11 de marzo, en El Salvador.
Pero todavía no terminan las razones por las cuales es indispensable detenerse en la versión oficial del Gobierno.
Ella fue enfáticamente confirmada por Su Excelencia el Presidente de la República, en un discurso radiodifundido pronunciado en las últimas horas de la noche del viernes 11 de marzo. Entonces el Primer Mandatario hizo suya la versión. Volvió a hablar de que los obreros habían agredido de hecho, con armas y otros medios, a la fuerza pública, y calificó la acción de los partidos políticos del Frente de Acción Popular de alzamiento armado. Es el Jefe del Estado, quien, dirigiéndose a la nación entera, hace suya la versión oficial del Ministro de Defensa Nacional y del Subsecretario del Interior. Y esa decisión no se adopta precipitadamente, pues antes de que el Presidente de la República diera forma final a lo que habría de decir por radio al país, hubo un prolongado Consejo de Gabinete, que, según los diarios, duró más de una hora. Por lo tanto, el Gobierno, que mantenía comunicaciones con la fuerza pública de El Salvador por intermedio del jefe de la plaza y recibía llamados telefónicos minuto a minuto, tuvo al menos cuatro harás de reflexión, después de terminados los hechos, para decidir en qué forma los iba a presentar al país.
¿Cuál es la síntesis de la versión oficial? Hubo una rebelión contra la autoridad legítimamente constituida; el FRAP, en forma deliberada, precipitó el choque con armas de fuego entre trabajadores y tropas del Ejército y Carabineros.
Es necesario, con todo, leer esa declaración, aunque sólo sea para dejarla en definitiva incorporada al "Diario de Sesiones" de esta Corporación. Dice así:
"El proceso de reintegro a sus labores de los trabajadores del mineral de El Salvador, comenzado a raíz del decreto de reanudación de faenas que tenía por objeto poner término a un paro subversivo en el citado mineral, fue violentamente interrumpido por elementos especialmente adiestrados que, a las 14 horas de hoy, realizaron un ataque masivo con armas de fuego y otros medios de agresión en contra de la fuerza pública que cumplía una orden emanada del jefe de la zona de emergencia.
"De acuerdo con las informaciones transmitidas por las autoridades de dicha zona, estamos en situación de comunicar que, desde hace más o menos tres días, en abierto desafío a las normas impuestas por la autoridad militar, se iniciaron en el local del Sindicato de Obreros reuniones clandestinas, con participación de parlamentarios del Frente de Acción Popular y conocidos agitadores, con el fin de impedir la normalización del trabajo en El Salvador.
"En conocimiento de estas actividades, el jefe de la zona de emergencia, Comandante de Ejército don Manuel Pinochet, dictó en la mañana de hoy una orden para requisar el local sindical, de acuerdo con sus atribuciones legales.
"Personal de Investigaciones y Carabineros, con el resguardo de una agrupación de Ejército, lo que en total hacía una fuerza de 85 hombres, se dirigió al edificio del Sindicato, donde llegó a las 14 horas para cumplir esa medida.
"Desde el primer instante, la actuación de la fuerza pública encontró la decidida resistencia de unos 300 individuos que resguardaban el interior del local y de una poblada de aproximadamente 1.000 personas, que estaba estratégicamente ubicada en sus alrededores. La población total del mineral es de más de 10.000 personas.
"Cercados y agredidos de hecho con revólveres, cuchillos, piedras y otros elementos, el capitán al mando de la tropa ordenó a sus hombres repeler el ataque. Se produjo así un intenso tiroteo que se prolongó; por cerca de media hora, en cuyo transcurso la Fuerza Pública se fue replegando lentamente hacia la Comisaría de Carabineros donde fue finalmente sitiada, debiendo levantar barricadas y emplazar armas automáticas para impedir el asalto de la unidad.
"Como consecuencia del intercambio de disparos resultaron cuatro muertos, cuyos nombres son: Ramón Santos Contreras Pizarro, Manuel Contreras, Leopoldina Castillo y Marta de Miller. Hubo igualmente un número aproximado de 25 heridos, entre ellos el capitán de Ejército don Alejandro Alvarado Gamboa, que comandaba la tropa; el teniente de Carabineros don Luis Hald Mierau, tres carabineros y varios conscriptos. El capitán Alvarado y un carabinero se encuentran en estado grave.
"A fin de auxiliar a las fuerzas que se encuentran cercadas se dispuso el envío urgente de tropas de refuerzo.
"El Gobierno lamenta los hechos ocurridos que confirman la inspiración subversiva y política del paro; responsabiliza de ellos a los dirigentes que se han rebelado contra los Poderes Públicos y negado a obedecer las órdenes de la autoridad; y respalda la acción del Ejército y Carabineros en la difícil tarea que la defensa de los intereses nacionales les han impuesto una vez más.
"Al mismo tiempo, el Gobierno reitera su decidida voluntad de hacer respetar, por todos los medios legítimos a su alcance, el imperio de la ley y la subordinación de todo interés político o de grupo al interés general de la nación."
Honorable Senado, el relato contenido en este documento es un verdadero parte o boletín de guerra. Se da cuenta de un hecho de armas, de un combate, de un ataque en masa de 300 obreros y una poblada de mil personas, con armas de fuego, cuchillos, piedras y otros elementos, contra una fuerza pública de sólo 85 hombres que repele el ataque y que, por su inferioridad numérica, se repliega. Ello significa que retrocede, a fin de parapetarse detrás de barricadas, en la comisaría de Carabineros, que, en el lenguaje de El Salvador, se conoce como "el retén". La fuerza pública se ve en la necesidad, según esta exposición, de emplazar armas automáticas para impedir ser copada, es decir -utilizando las expresiones de ese comunicado-, para evitar el asalto a la unidad.
Hay muertos -dos obreros y dos mujeres, como dice el comunicado- y heridos. Pero en la fuerza pública, según declaración del señor Ministro de Defensa, que es la versión oficial mantenida después por el Presidente de la República, hay también un número indeterminado de heridos: desde luego -se dice al país-, el capitán jefe de la fuerza, don Alejandro Alvarado Gamboa, un teniente de Carabineros, tres carabineros y varios conscriptos. No se dice cuántos, pero son varios.
Si el país, que conoce esta versión, medita un instante en ella, llegará necesariamente a la conclusión de que ha habido cierta equiparidad en las consecuencias. La cifra de cuatro muertos y algunos heridos, en esa poblada de mil personas que se ha sumado a los 300 obreros especialmente preparados para el ataque, está más o menos en equivalencia, contando los heridos, con los cinco que menciona de manera directa el comunicado del Gobierno y con los varios heridos entre los conscriptos.
Debe llegarse a la conclusión de que el comunicado tiene por objeto relatar una situación militar extremadamente difícil para la fuerza pública, porque si bien el combate o la batalla han sido hasta ese momentos ganados por sus adversarios, no ha sido tomado el retén de Carabineros, ni ultimada la tropa. La suerte de ella es todavía indecisa, pues continúa cercada y se envían tropas de refuerzo, que posiblemente, en esta emergencia, no llegarán a tiempo.
¡Este era el clima que estaba llamado a suscitar el comunicado responsable, cuidado mamante elaborado y, después, vuelto a examinar por el Gobierno en conjunto!
Toda esta relación es una fábula, una invención. No hay una sola afirmación trascendente que esté en concordancia con la verdad; absolutamente ninguno de los hechos importantes afirmados después de tanta deliberación y consulta, difundidos con tanta autoridad, reiterados y hasta ahora nunca desmentidos, corresponde a la realidad.
El señor Ministro de Defensa, según los diarios del sábado, tuvo el propósito de ir a El Salvador. No fue. Los Diputados y Senadores democratacristianos que estuvieron en el sitio del suceso, cuando éste ocurrió o después, tampoco han desmentido esa versión, que hasta el momento representa la posición oficial del Gobierno.
El Gobierno respalda a los jefes militares; denuncia la rebelión armada del Frente de Acción Popular; afirma que los muertos y heridos -obreros, mujeres y niños- cayeron en la agresión que ellos cometían contra una fuerza armada que debió replegarse, levantar barricadas y mantenerse cercada en espera de refuerzos.
Esa versión, Honorable Senado, es absolutamente falsa. No existió ni pudo existir combate o batalla; no hubo ni pudo producirse el ataque en masa, con armas de fuego y otros medios de agresión, contra la fuerza armada; no se produjo ni pudo ocurrir en manera alguna el intenso tiroteo que habría obligado a la fuerza pública a replegares; no se levantaron barricadas, ni se emplazaron armas automáticas, ni estuvieron cercadas las tropas, ni era urgente el envío de refuerzos.
La demostración de ello descansa en los hechos, absolutamente indiscutibles y que nadie puede osar poner en duda porque no se encontró ni una sola arma, ni en poder de los muertos ni de los heridos, ni en el terreno, ni en el sindicato ni en los lugares vecinos. No se ha hallado un casquete de proyectil que pudiera corresponder a un arma distinta de la que usa la fuerza pública. Salvo una versión que el domingo en la noche circuló en El Salvador, en el sentido de que un herido, a última hora, afirmaba haber visto a alguien herir al capitán, nadie ha sostenido responsablemente: "Yo, desde tal punto, vi a un hombre de tales características disparar".
Pero no es sólo eso, Honorable Senado. No hay un impacto, una huella de disparo hecho al retén de Carabineros, que en el comunicado se llama comisaría. No hay un conscripto herido, ni tampoco un suboficial de Ejército, ni un teniente de Ejército, ni un carabinero, ni un suboficial de Carabineros. En cuanto al teniente señor Hald, tiene una contusión tan leve, que ni siquiera aparece en la lista oficial de los heridos entregada por el hospital de El Salvador, de propiedad de la Andes Copper, y no le impidió jamás desempeñar sus funciones normalmente. Sólo el capitán, como lo va a oír el Senado, dice que fue herido al sacar su pistola, lo que viene a confirmar el relato de todos los testigos, quienes afirman que ese capitán se hirió por accidente con su propia arma. Ello vendría, no digo a justificar, sino a decirnos por qué "La Nación" del sábado sostiene que al capitán le quitaron el arma y con ella le dispararon, aunque los médicos -quiero anticipar, desde luego, que así me lo dijeron dos facultativos, en presencia de otros tres, como ya lo expresé en el Senado- atribuyan esa herida al resultado de un disparo casual de la tropa, porque corresponde en sus características a heridas causadas por proyectil de guerra.
Si en la fuerza pública no ocurrió sino lo que pasó al capitán; si no hay armas ni vestigio de uso de ellas, veamos lo que muestran los muertos: uno de ellos, con un tiro en la nuca, a la distancia, alcanzado por proyectil de guerra, que va de atrás hacia adelante; otro, obrero de la construcción, en el lugar o sitio de su trabajo. Estos dos muertos dicen que no formaban parte del ataque en masa contra la fuerza pública.
Hay también dos mujeres muertas. No he visto las autopsias, pero fui informado por los médicos de que una de ellas tiene dos heridas de bala en las piernas que le produjeron hemorragia fatal, con proyectiles que la alcanzaron de atrás hacia adelante; la otra tiene una herida que comprometió la articulación sacroilíaca, que une la espina dorsal con los huesos superiores de la pelvis, y los intestinos.
¡Así caen las dos mujeres! ¡Así hablan los muertos!
¿Y los heridos? En las piernas, en los brazos, en los hombros.
Un muerto tiene una herida de frente en la región epigástrica.
¡Pero si los muertos y heridos están acusando la falsedad de la versión del Gobierno, en igual forma que la confirman la falta de heridas o de otras víctimas en la fuerza pública y la carencia de todo rastro de uso de armas por parte de los obreros!
Pero también existen otros antecedentes que proclaman esa falsedad.
Si debiéramos creer al Ministro de Defensa Nacional, al Consejo de Gabinete, al Presidente de la República y a todos cuantos han estado vociferando esta versión por las radiodifusoras, el sindicato habría sido el centro de la acci��n agresiva. De ahí habrían partido los disparos; allí habrían estado guarnecidos los trescientos obreros especialmente adiestrados. Pues bien, en el interior de ese edificio no hay un muerto, un herido, una poza de sangre, un arma, un casquete, un impacto que señale la salida de un disparo de adentro hacia afuera. ¡Nada! nada que revele que desde allí se hizo un ataque en masa.
En cambio, la puerta posterior fue forzada para abrirla; conserva aún el candado puesto. Es la puerta posterior que permitió huir a la gente. Una ventana contigua, con su marco arrancado por la desesperación de los obreros para abrirla y poder escapar; numerosos orificios de proyectiles de guerra que atraviesan la pared anterior de zinc, la pared posterior y, por último, perforan el cerco del estadio, hecho del mismo material. Todos estos son testimonios incuestionables de que el edificio del sindicato fue baleado cuando estaba desocupado, porque no hay un muerto, un herido, una poza de sangre, nada que permita creer que fue acribillado cuando se encontraban allí los obreros.
Veintiuna horas después de ocurridos los hechos, la sede sindical conservaba el testimonio de los gases lacrimógenos en sus rincones, y el ambienté, a veces, se hacía insoportable.
Estos antecedentes obligan a concluir con absoluta certeza, sin que a nadie le sea permitido dudar de que la versión del Gobierno es falsa, que no existió el ataque en masa, con armas, por parte de gente adiestrada, que desde el interior del sindicato agredió a la fuerza pública.
¿Pero cuál es la verdad? ¿De qué manera se relacionan los antecedentes, unos con otros, para tener provisionalmente una relación de hecho, concordante en lo posible con la verdad?
El Honorable señor Hugo Miranda y el Senador que habla, y los Diputados señores Orlando Poblete, Luis Aguilera y Francisco Sepúlveda, nos preocupamos, durante horas, de reunir los antecedentes que nos permitieran presentar al país una versión lo más acorde posible con los hechos ocurridos. La terminamos a las 12 de la noche, y es del tenor siguiente:
"Versión de los hechos ocurridos en El Salvador, el viernes 11 de marzo de 1966, según información recogida por los parlamentarios firmantes.
"Minutos antes de las dos de la tarde, tropas del Ejército transportadas en tres camiones se unieron a efectivos de Carabineros e Investigaciones y se apostaron frente al local del Sindicato Industrial.
"Se hallaban, en esos momentos, en dicho local, alrededor de 200 obreros. Buena parte de ellos estaba almorzando, lo que es habitual que se haga en el Sindicato cuando hay paralización de faenas y eran atendidos por esposas de trabajadores. Contribuía a que la concurrencia fuera crecida el hecho de que la movilización colectiva que sirve a los campamentos de Indio Muerto e Intelec, estaba suspendida.
"El Honorable Diputadodon Francisco Sepúlveda se había retirado del Sindicato más o menos a las 13.30 horas.
"Informados los obreros de la presencia de la fuerza pública por dos esposas de trabajadores que extendieron después una bandera chilena, se agolparon en la puerta de entrada del Sindicato. Se les acercó el teniente de Carabineros señor Hald, acompañado del suboficial Luis Abarzúa y un piquete de tropa. Pretendió entrar sin cumplir ninguna formalidad, lo que provocó la protesta de los obreros.
Esto último fue suficiente para que el suboficial lanzara bombas lacrimógensa al interior del Sindicato, siendo seguido por otros individuos de tropa en la misma acción. Rompieron, además, una ventana con el mismo propósito.
"Semi asfixiados por los gases, los obreros rompieron la puerta posterior del edificio que estaba con candado y una ventana contigua, para escapar. En un grupo corrieron en dirección al norte por una franja de terreno que delimitan el Sindicato y el Estadio. Al llegar a la esquina noroeste del Sindicato fueron objeto de una nueva agresión con bombas lacrimógenas por parte del mismo teniente, el mencionado suboficial y el piquete que los acompañaba. Se produjo una gran confusión; los obreros se dividieron en dos grupos, y por primera vez la fuerza pública les disparó."
Ruego al Honorable Senado que ponga atención en este hecho que se acaba de afirmar: en esa oportunidad se produjeron por primera vez los disparos.
"Una parte de los obreros logró escapar arrancando unas piezas de calamina que sirven de cerco al Estadio y otra se dio a la fuga en la dirección en que habían salido. Entre estos últimos, fueron muertos Raúl Francisco Monárdez, por herida a bala cuyo orificio de entrada indica con absoluta claridad que fue alcanzado de atrás hacia adelante; y Mauricio Dubó Bórquez, por herida de bala con orificio de entrada en la región epigástrica. Otros quedaron heridos, también, a bala. No es posible indicar con toda exactitud los lugares en que cayeron las demás víctimas, salvo las excepciones que más adelante se expresan.
"Cuando el grupo mencionado de carabineros abrió el fuego..."
Segundo hecho sobre el cual llamo la atención al Honorable Senado. "... lo hicieron también las tropas del Ejército que se encontraban apostadas al frente del local sindical, y son muchos los impactos de bala que se observan en las paredes de zinc calaminado del edificio. Es digno de anotar que numerosas balas traspasaron esas paredes y se dice que uno de los muertos fue alcanzado por uno de esos proyectiles, en la parte exterior y posterior del Sindicato.
"Mientras se recogían los heridos la fuerza pública no dejó de disparar, pues lo hacían en forma intermitente" -llamo la atención al Senado sobre este tercer hecho- "cuando los obreros que se habían echado al suelo intentaban correr. Por fin, se suspendieron los tiros y disparos quedando un cordón de fuerza armada al frente del Sindicato. Los cadáveres de Monárdez y Dubó no fueron recogidos.
"Cuando cesaron los disparos y la alarma había cundido por toda la población, hombres, mujeres y niños se agruparon de preferencia detrás del cordón formado por la fuerza pública a la altura de una postación, a pocos metros del retén de Carabineros.
"Transcurrieron alrededor de veinte minutos, el capitán de Ejército señor Alejandro Alvarado Gamboa, sufrió una herida a bala en el tercio medio de la pierna derecha con orificio de entrada en su parte posterior y con fractura expuesta de la tibia.
"Sobre esta lesión el Senador Chadwick fue informado en el Hospital de El Salvador por el Subdirector del Servicio Médico de la Compañía Dr. Manuel Vidal de la Cruz y por el Dr. Samuel Pantoja, Jefe del Hospital de El Salvador de la misma Compañía, que el tipo de herida que presentaba tenía las mismas características que el resto de las víctimas.
"Este punto fue largamente examinado e incluso se tuvo a ¡a vista un proyectil recogido en el lugar de los hechos.
"Los mencionados médicos Vidal y Pantoja fueron especialmente explícitos en afirmar que sin ser ellos peritos balísticos ; el orificio de entrada los hacía pensar que la herida del capitán Alvarado correspondía a proyectil de guerra.
"Estas declaraciones se hicieron en presencia de los médicos Dr. Ljuvetic, Dr. René Nahmías y Dr. Sergio Infante.
"Numerosos testigos expresan que el capitán Alvarado se habría herido con su propia arma en forma accidental al bajar precipitadamente un terreno irregular. Sin embargo, los referidos médicos Vidal y Pantoja, impuestos de esta versión, la desestimaron prefiriendo la hipótesis de que se hubiese escapado un disparo a un individuo de tropa.
"Sea cual fuere lo ocurrido al capitán Alvarado, este hecho desencadenó la acción descontrolada de la fuerzas pública que disparó en todas direcciones.
"Se afirma reiteradamente que el Suboficial de Carabineros Luis Abarzúa tuvo principal participación en estas nuevas descargas.
"El pánico dominó a los pobladores y fueron heridos de muerte Ofaldina Chaparro Castillo, Marta Egurrola de Miles y Manuel Contreras Castillo. Además, quedaron mortalmente heridos Delfín Galaz Duque, obrero de la firma Constructora Forham, en el mismo sitio de su trabajo y Ramón Santos Contreras Pizarro. Ya se ha dicho que uno de los heridos graves lo habría sido en la parte exterior y posterior del Sindicato, sería Luis Alvarado Tabilo, que falleció posteriormente en el Hospital de El Salvador.
"Una vez recogidos los heridos la fuerza pública volvió a su posición primitiva apostada frente al Sindicato local que se mantuvo absolutamente desocupado mientras grupos de obreros rodeaban los cadáveres de Monárdez y Dubó.
"La lista de heridos entregada por el Departamento Médico de Andes Copper Mining sólo registra el nombre del capitán Alvarado Gamboa, por parte de la fuerza pública, y treinta y cinco civiles.
"A la exposición anterior debemos agregar que no hay ningún antecedente que permita suponer que los obreros estuvieron premunidos o usaran armas de fuego. No se encontraron armas en poder de ellos ni en el sitio en que ocurrieron los sucesos y la fuerza pública no tuvo entre su personal otros lesionados que el capitán Alvarado y el teniente de Carabineros señor Luis Hald M., que por presentar solo una contusión leve, no figura en la lista de heridos ya referida y continúa prestando servicios normalmente.
"En consecuencia, resulta abiertamente inverosímil, tendenciosa y apartada de los hechos la versión que el Gobierno ha presentado al país."
Esta declaración fue suscrita el 12 de marzo, en la noche, por el Senador señor Miranda, los tres Diputados mencionados y el Senador que habla.
Si se compara esta versión de los hechos, vertida en la noche del día sábado, con la que da el domingo el capitán de Ejército señor Alvarado, la cual fue publicada en "El Mercurio" del lunes, podremos comprobar extraordinarias coincidencias, aun cuando, por cierto, diferimos en más de un hecho con dicho oficial.
Dice la versión del capitán Alvarado:
"Más o menos tipo 11 del día, yo recibí la orden del Jefe de la Zona de Emergencia, mi coronel Pinochet, de efectuar una acción para confiscar el sindicato obrero. Sobre esa base organizamos mi plan de acción, yo con los oficiales a mi disposición, y a las 14 horas -poquito antes de las 14 horas- embarqué mi gente en los camiones, me dirigí al lugar del sindicato tratando de producir sorpresa, ya que pensábamos que a las 14 horas habría muy poco personal porque se encontrarían en sus casas almorzando. Los camiones son muy grandes y visibles, así es que antes de acercarnos al sindicato nos vieron y se atrincheraron inmediatamente dentro del local. Una vez que llegamos al sindicato bajamos y el teniente Hald y el suscrito más un funcionario de Investigaciones que estaba al lado mío, de quien no roe acuerdo su nombre, 8 carabineros y 8 soldados tratamos de entrar al sindicato. Fue totalmente imposible. La gente estaba en la puerta con fierros en las manos, con piedras, gritando, vociferando. Tratamos de hacernos entender. Pero, mi voz... no hubo caso, no se pudo imponer ante esa multitud enardecida. Yo leí, entonces, la orden que me había dado mi coronel Pinochet y como no hubo ningún acuerdo, no llegamos a entendernos, a comprendernos, ordené lanzar una bomba lacrimógena. Para que la turba no se viniera encima y pudiera salir por la puerta trasera, cerramos la entrada. Y entonces al tener cerrada la puerta de entrada salieron por detrás y empezaron a arrojar piedras y fierros por arriba del sindicato, motivo por el cual yo y los conscriptos que estaban ahí y unos carabineros nos replegamos y nos pegamos a la marquesina, a la muralla, para que la marquesina nos protegiera de las piedras. Estuvimos un buen rato ahí y el teniente Hald se corrió por el lado izquierdo del sindicato hacia el lugar por donde estaban saliendo los obreros."
Repare el Senado.
"Ahí, en ese instante, yo escuché el estampido de un revólver, porque yo como militar, conozco el estampido de las armas, son inconfundibles.
"Se sintieron otros tiros más. Se sintieron las descargas y yo inmediatamente ordené cesar el fuego, a viva voz. Por suerte me escucharon y el teniente Muñoz repitió la voz de cesar el fuego. Nos quedamos un rato a la expectativa, a la espera, porque yo, por iniciativa propia, traté de ir a parlamentar nuevamente con los obreros que se encontraban ahí en el Sindicato. No pudimos entendernos y en ese momento recibí yo un piedrazo en la cara, en el costado derecho. Me parece que hay una declaración en algún diario que dice ahí que yo estaba con casco... Aunque esto me cueste una reprensión de mi jefe, yo andaba sin casco. En vista que una vez que recibí el piedrazo caí a tierra, medio atontado, traté de incorporarme; volví a caer y dos conscriptos corrieron a recogerme y me replegaron hacia el centro donde nos habíamos quedado a la expectativa produciéndose una descarga cerrada."
La fuerza se había quedado al centro, a la expectativa, y de allí salió una segunda descarga cerrada, según dice el capitán. En seguida agrega:
"Ordené nuevamente cesar el fuego y quedarnos a la expectativa. De repente, inician nuevamente unos movimientos envolventes para tratar de coparnos, premuniéndose los obreros, de piedras y fierros. Ahí ordené yo abrir el fuego, pero ráfagas cortas. Inmediatamente cesó el fuego. Ahí hubo un tiempo también. Quedamos a la expectativa. Posteriormente yo me dirigí ai teléfono para darle cuenta a mi Coronel Pinochet de la situación que vivíamos. Al llamar por teléfono a mi coronel le manifesté que estábamos rodeados. A esa altura ya debían haber sido unos 500 obreros o quizás más, furiosos, enardecidos, con los rostros desfigurados por el fanatismo, enarbolando banderas, gritando viva Chile, cantando la Canción Nacional. Le doy cuenta a mi coronel, yo, que había muertos y heridos. Mi coronel, como soldado, yo lo conozco a él muchos años atrás, yo sabía lo que me iba a responder. Yo más que nada hacía esa llamada para poner en antecedentes a mi jefe. Dispuso mantenernos ahí a la expectativa en el lugar, porque también le dije a mi coronel Pinochet: "Si usted quiere que yo cumpla la orden que usted me dio de tomarme el Sindicato, tengo que disparar a matar y ahí va a quedar la carnicería", porque todos los conscriptos que estaban a mi mando estaban con fusiles, armas automáticas mortíferas en su tiro.
"Volví nuevamente donde mi tropa para, por lo menos tratar de apaciguar los ánimos. Fue un momento terrible ése. Deben haber sido unos 20 minutos, porque ahí nuevamente se reanudaron las demostraciones de fanatismo. Mujeres... echaban a las mujeres adelante y se envolvían en banderas chilenas. Trataban de convencer a los conscriptos para que me dispararan por la espalda, porque yo estaba al frente de mis conscriptos. Les tiraban plata... Aquí, esto para mí es lo más grande y lo más lindo... el conscripto, recién... que pasa un año en el cuartel, leal a sus jefes... Impertérrito el hombre, un valor sereno, que me conmovía y me hacía afrontar a la turba. Hubo un momento en que se me empezó nuevamente a juntar gente ya no por el lado del Sindicato, sino que por la calle que va al Mercado de El Salvador, enarbolando banderas chilenas y gritando... Mujeres también gritando, transfiguradas y trataron de cortamos en dos. Yo me di cuenta inmediatamente de la situación. Si hacían eso estábamos liquidados, porque nos íbamos a balear nosotros mismos, porque iban a pasar por el centro y al tratar de defendernos, nos íbamos a matar unos a otros. Yo salí inmediatamente a detener a esta multitud que se venía por el centro. Y al sacar mi pistola para amedrentarlos, recibí un balazo en la pierna. Ahí caí a tierra, y había dos conscriptos, si mal no recuerdo, que me levantaron y cuando me llevaban en dirección a la Comisaría de Carabineros, sentí una descarga cerrada de fusilería. Posteriormente supe yo que después de esa descarga cayeron 4 hombres muertos, 4 obreros, pero que se apaciguaron los ánimos.
"Eso es todo. Todo lo demás que se diga es mentira. Yo estoy diciendo la verdad. Ustedes me juzgan."
Aunque sea fatigoso, era indispensable leer este documento, porque permite encontrar las coincidencias fundamentales entre nuestra versión, elaborada el sábado en la noche, y la que da al día siguiente el oficial que mandaba las fuerzas, la cual fue publicada por "El Mercurio" el lunes 14 de marzo.
La primera coincidencia consiste en que el capitán dice que la operación estaba planeada para realizarse por sorpresa, con lo cual se destruye aquello de que en el local del Sindicato había trescientos obreros especialmente adiestrados. Y no se diga, Honorable Senado, que el jefe de la fuerza pública no podía saber lo que pasaba en el interior de ese local, pues si manifiesta conocimiento de que allí se realizaban reuniones clandestinas, es porque estaba informado de lo que ocurría. Por lo demás, si vivimos en Chile y estamos al tanto de la existencia y recursos de la policía política, como también de los soplones, no podemos dudar de que el jefe de plaza, asesorado por detectives de Investigaciones, enviados a la región especialmente, estaba cabalmente informado de cuanto ocurría en el local del Sindicato. En consecuencia, al ordenar el ataque por sorpresa, contó con que los supuestos trescientos obreros especialmente adiestrados, según la versión del Gobierno, no pasaban de ser una fábula. Reconoce, no sólo que se proponía una acción por sorpresa, sino también que ella empezó a realizarse sin mediar ningún acto o acometimiento físico. Todo se limitó, según el capitán, a agruparse en las puertas -nosotros empleamos la expresión "agolparse"-. Y ese oficial agrega que estarían armados con fierros, palos y piedras, y que vociferaban. En cambio, en la versión oficial las cosas se presentan de otra manera. Ella dice:
"Desde el primer instante la actuación de la fuerza pública encontró decidida resistencia y después de cercadas y agredidas de hecho con revólveres, cuchillos, piedras y otros elementos, el capitán al mando de la tropa ordenó a sus hombres repeler el ataque."
No hay, entonces, relación alguna de conformidad entre lo dicho por el capitán y lo que sostiene la versión del Gobierno.
Para que el Senado aprecie en su cabal alcance lo que fluye de esta primera coincidencia entre lo dicho por el capitán y lo que relatamos nosotros en el documento del día sábado, es necesario llamar la atención sobre las palabras usadas por dicho oficial: "No hubo acuerdo, y por eso ordené lanzar una bomba lacrimógena y cerrar la puerta". De manera que la posibilidad de que se haya expresado mal, de que sus palabras lo hayan traicionado, debe descartarse. Tal afirmación, la primera que estoy examinando, corresponde a un hecho que ha tenido presente muy en conciencia.
Como es natural, no coincidimos con las limitaciones y acomodos del capitán. Cuando él habla de "una sola bomba lacrimógena"', falta a la verdad. ¡Se emplearon más de setenta bombas lacrimógenas! Buena parte de ellas se lanzaron al local del sindicato, pero las otras se tiraron en terreno abierto. Pero que se haya lanzado sólo una bomba lacrimógena, es absolutamente inverosímil y falso.
Repito que en esta primera parte coincidimos en lo esencial: no hubo disparos ni siquiera cuando la puerta del Sindicato fue cerrada por el capitán...
Segunda coincidencia: los obreros escaparon por la parte posterior del local del sindicato. Ello significa que no estaban preparados para nada. Es tal la evidencia de lo que estoy afirmando, que nadie me impedirá decir que aquí está la prueba incontrarrestable de la mentira del Gobierno. En efecto, escaparon los obreros por la parte posterior, pero no estaban predispuestos para hacerlo, pues tuvieron que romper la puerta que estaba cerrada con candado y éste aparecía a la vista de todos, cerrado, cuando el sábado inspeccionábamos el local del sindicato. Si los obreros rompen una puerta porque no la pueden abrir de otra manera; si quiebran el marco de la ventana contigua para poder escapar, es porque no estaban preparados para un ataque de esta especie. No concibieron que se les cazaría como a ratas; no llegaron a pensar que en un local cerrado se les lanzarían esas bombas lacrimógenas, las cuales impiden respirar, producen semi-asfixia y llevan a los hombres a la desesperación. Esto se deduce de la versión del capitán y de lo que nosotros habíamos visto y oído. Lo afirmado por nosotros en forma responsable el día sábado, encontró confirmación al día siguiente en la declaración del jefe de la fuerza pública, si bien éste acomodó los hechos.
La tercera coincidencia es tremendamente reveladora de la falsía existente en el informe del Gobierno; el primer disparo no se produce contra el Ejército. El capitán no dice contra quién se disparó ni de dónde salió la bala: sólo expresa que sintió un disparo. ¿Cuándo? Aquí afirma un hecho en plena coincidencia con nosotros: cuando los obreros escapaban -y lo hacían corriendo por la franja de terreno que delimita el edificio del sindicato, por una parte, y el cerco del estadio, por otra-, fue la fuerza pública a interceptarles el paso. Según nuestra versión, allí se lanzaron otras bombas lacrimógenas, y se produjo nueva confusión, según el relato del capitán. Si agregamos que allí disparó por primera vez la fuerza pública, la de Carabineros, y el capitán reconoce que allí se produce la primera descarga -él no la vio, pues dice que sólo sintió los disparos, y pretende que a su oído era fácil distinguir el calibre del arma-, yo digo que ello es inverosímil, ciado que la natural confusión, los ruidos y otros elementos perturbadores impiden la percepción exacta del disparo. En esta coincidencia estamos acusando al Gobierno, porque si se intercepta a quienes corren de un lado a otro; a quienes ya sufren el efecto de los gases, a quienes tienen que romper una puerta o una ventana para poder escapar, y se les vuelve a lanzar gases, ¿es admisible pensar que esa gente tuvo que bajar la cabeza y soportar la nueva agresión? No lo digo como hecho definitivo, pero está dentro de lo verosímil, de lo posible, que alguien haya tomado una piedra y la haya lanzado al oficial de Carabineros que tiene ese rasguño en la frente: el único herido, con contusión leve. Ello precipitó la masacre, porque, aun cuando el capitán no lo dice directamente, debe leerse entre líneas que está conforme con nuestra versión.
Allí cayeron los primeros muertos. Allí fueron asesinados los camaradas Monárdez y Dubó. Monárdez con un tiro en la nuca.
He visto el lugar donde cayeron, a 20 ó 30 metros del lugar del cual parecía que escapaban. Esto explica lo que el Senado sabe: en su desesperación, una parte del grupo volvió sobre sus pasos, porque la fuerza de Carabineros los interceptaba y procedió contra ellos. Arrancaron -ésta es la expresión justa-, para huir hacia el estadio.
i Esos eran los trescientos obreros adiestrados que, según la versión del Gobierno, agredieron con arma de fuego y otros elementos a la tropa de! Ejército! ¡Compañeros de El Salvador que estaban almorzando, mujeres que los servían, "gaseados" y perseguidos después por la fuerza pública, cuando ya habían abandonado el sindicato!
El capitán coincide en un cuarto punto con nosotros cuando -no lo menciona de modo directo, pero reconoce en el texto de su versión que los dos primeros muertos cayeron en esta incidencia, además, de algunos heridos -reconoce que hubo disparos intermitentes. Explica las diferentes ráfagas a su manera, pues, en su calidad de inculpado, tiene la obligación de justificarse. No es un testigo que declara: es un inculpado que confiesa, y de allí el valor de lo que dice. El oficial reconoce que hubo intermitencias en los tiroteos y hasta ahora jamás ha vuelto a hacer alusión alguna a ataques con arma de fuego, salvo-ese proyectil o disparo que -entiende- era de arma corta, y que no vio porque él estaba delante del sindicato y los hechos ocurrieron el parte posterior. Pero acepta. sí, que se disparaban ráfagas de armas que, según su propio testimonio, están llamadas a matar cuando tocan cualquier parte vital del ser humano y que tienen alcance a tres mil metros de distancia; armas que disparan proyectiles que atraviesan los muros del sindicato y el cerco del estadio sin desviar su trayectoria; armas de guerra, como guerra es la que declaró el Gobierno a los mineros de El Salvador, al ocupar de emergencia el mineral, en uso de facultades que la ley dispone sólo para cuando hay guerra exterior, invasión del territorio por fuerza enemiga, o calamidades públicas, como terremotos, pestes u otras devastaciones. Era la mano del Gobierno la que disparaba esas armas. El capitán reconoce que así se hacía, sin que hubiera agresión de parte de los obreros, sin que se le disparara a él ni a su tropa. Para excusar, en parte, su conducta, pretende que fue a parlamentar con los obreros que se encontraban en el sindicato, pero en ello falta nuevamente a la verdad, pues -repito-, veintiuna horas después el loca! sindical conservaba vestigios de gases lacrimógenos, a pesar de haberse mantenido abiertas puertas y ventanas, y circular, por lo tanto, el aire.
¿Podrá creer alguien que iban a entrar de nuevo los obreros al local sindical, cuando ese recinto cerrado había sido bombardeado con gases lacrimógenos, hasta el extremo -lo saben ya los señores Senadores- de que los trabajadores, desesperados, destruyeron puertas y ventanas para escapar? Sin embargo, el capitán, para justificar los disparos intermitentes a que nos hemos referido después de investigar los hechos, la noche del sábado, afirma que fue herido con una pedrada cuando iba al sindicato para hablar con los obreros.
He cido a los médicos decir que ese oficial tenía una contusión porque cayó cuando se hirió en la pierna derecha. Entonces, ¿fue pedrada? No lo vi, ni he tenido a mano -y es imposible que lo tenga ahora- el informe médico legal respectivo.
El señor ALLENDE.-
¿Me permite, señor Senador?
Yo lo tengo.
El señor CHADWICK.-
¿Sobre la pedrada?
El señor ALLENDE.-
No, tengo el diagnóstico dado por el doctor Pantoja, director del Hospital de El Salvador, con relación a los cinco heridos que fueron trasladados a Santiago. Dice así: "Alejandro Alvarado Gamboa, 26 años, fractura expuesta pierna derecha". Nada más.
El señor CHADWICK.-
Me refiero a la pedrada que dice haber recibido el capitán en el incidente que relato.
El señor ALLENDE.-
Señor Senador, es lo que estoy diciendo: si el capitán hubiere recibido una pedrada y sufrido una contusión, el doctor Pantoja no habría entregado con su firma un diagnóstico que testimonia que la única herida del capitán es la fractura en la pierna derecha. Lo digo, además, porque he sido médico.
El señor CHADWICK.-
Me permito discrepar un tanto del señor Senador, pues entiendo que el doctor Pantoja, después de los hechos, estuvo bastante alterado, y sus alteraciones se fueron agravando hasta ti extremo de incurrir en conducía que no tiene explicación. Quiero decir, para ser justo, que dicho médico observó una actitud ejemplar mientras duro el tiroteo. Según él me expuso y lo confirmaron los testigos, en realidad detuvo la matanza.
El dice, señor Senador -y los testigos lo confirman-, que dejó atrás el carro ambulancia y una camioneta en que se recogía a los heridos; se adelantó hacia la fuerza pública, abriendo ¿os brazos, y corrió de un lado a otro para tratar de suspender e! fuego, porque se estiba disparando a gente que se encontraba en el suelo y a quienes se levantaban para correr. Esto me relató el doctor Pantoja, y no lo creería, porque ya estaba un poco alterado, si no fuera también el testimonio uniforme de todas las personas que presenciaron los hechos.
En consecuencia, creo que el doctor Pantoja ha podido dar ese certificado y, a pesar de todo, existir la lesión, ya sea porque el capitán tuvo una caída o porque alguien le lanzó una pedrada.
Pero lo cierto es -a mí me interesa la línea gruesa del asunto- que no existen dudas de que hubo tiroteos intermitentes, sin que se usara, de parte de los obreros, armas de fuego de ninguna especie.
El señor NOEMI.-
¿Me permite una interrupción muy breve, señor Senador?
El señor CHADWICK.-
Tengo tantas materias que entregar a conocimiento del Senado, que le agradecería que me permitiera terminar.
El señor FONCEA.-
¿Habrá distribución del tiempo, señor Presidente?
El señor CHADWICK.-
No obstante, no tengo inconveniente en concedérsela.
El señor FONCEA.-
Deseo saber, señor Presidente, si se distribuirá el tiempo. De estas bancas, quieren hacer uso de la palabra los Honorables señores Musalem y Fuentealba, y ya llevamos hora y media...
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Están inscritos los Honorables señores Musalem y Fuentealba. Pero en total son siete los señores Senadores inscritos, por lo que, posiblemente, el tiempo no alcanzará: la sesión termina a las ocho,...
El señor CHADWICK.-
Podemos continuar en otra sesión.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
...salvo que la Sala acuerde prorrogarla.
El señor CHADWICK.-
Podemos prorrogarla.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Estamos siguiendo el orden de inscripción.
El señor MUSALEM.-
Y que la prórroga sea con distribución del tiempo para los que estamos inscritos.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Por lo general, la acuerdan los Comités.
En este caso, como no la han acordado, me atengo a la inscripción.
El señor FONCEA.-
Podría acordarse.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Puede continuar Su Señoría.
El señor CHADWICK.-
La quinta coincidencia...
El señor NOEMI.-
Me había concedido una interrupción Su Señoría.
El señor CHADWICK-
Perdóneme, Honorable señor Noemi: tengo mucho interés en terminar. ¿O le había concedido una interrupción?
El señor NOEMI.-
Me la había dado Su Señoría.
Seré muy breve.
Ya que el señor Senador se ha referido al doctor Pantoja, quiero expresar que escuché a ese médico, en El Salvador, ante varios testigos -si fuese necesario, habría que citarlos-, manifestar que un herido le habría comunicado haber visto a alguien...
El señor CHADWICK.-
Me haré cargo de ese hecho más adelante.
El señor NOEMI.-
...sacar el revólver y disparar al capitán.
El señor CHADWICK.-
He oído esa versión de terceros que la habían escuchado al doctor Pantoja.
El señor NOEMI.-
Yo se la escuché, y se la conté, incluso al Senador señor Allende.
El señor ALLENDE.-
¿Cómo?
El señor NOEMI.-
Estoy diciendo, Senador Allende, que escuché al doctor Pantoja manifestar que un enfermo,...
El señor TEITELBOIM.-
Un enfermo de bala.
El señor NOEMI.-
... un herido, le habría declarado que él vio a un obrero -no sé si sería obrero-,...
El señor CHADWICK.-
Señor Senador, me referiré a esa versión.
El señor NOEMI.-
... sacar un revólver y disparar al capitán Alvarado.
El señor CHADWICK.-
Es efectivo. El doctor Pantoja, después de haber hablado conmigo alrededor de la una o una y media, en presencia de los testigos, cambió su actitud horas más tarde y sostuvo que un testigo a quien acababa de operar le había dicho haber visto a un civil disparar contra el capitán Alvarado. Pero esta versión es inverosímil. Después me ocuparé de analizarla.
En seguida, hay una quinta coincidencia, que es importante examinar. Mientras el capitán Alvarado iba a parlamentar, según él, la fuerza estaba perfectamente apostada y en orden. No había sido cercada. Mientras tanto, él ha estado organizando la matanza, los heridos, las descargas, etcétera.
Pero hay una coincidencia -repito- que no podemos dejar de mencionar, de paso. Es el cálculo del lapso durante el cual nada ocurrió. Pasan veinte minutos, según nuestra versión, según la del capitán. Ese lapso coincide en ambas informaciones, sin habernos puesto previamente de acuerdo, pues yo jamás había conversado con el capitán Alvarado, y sin que tengamos el mismo interés, pues a mí sólo me mueve el propósito de establecer los hechos en su verdadera ocurrencia y, por desgracia, a dicho oficial sólo le preocupaba salvar su responsabilidad como jefe inmediato de las fuerzas.
Coincidimos, pues, en que transcurrieron veinte minutos, durante los cuales el jefe de la plaza, que en forma muy irresponsable nunca se acercó al lugar de los hechos, estuvo en condiciones de mediar, pero no medió; estuvo en situación de informar al Gobierno -¡y seguramente informó!-, y durante ese lapso nada ocurrió.
Esos veinte minutos preceden al disparo sufrido en la pierna derecha por el capitán. Y hay esta coincidencia fundamental: el capitán no excluye la posibilidad de que los estudios técnicos demuestren que fue herido con su propia pistola, pues relató que, al sacar su arma, fue herido en la pierna derecha. No afirma un hecho que, categóricamente, lo coloca en descubierto; tiene más prudencia que el Gobierno. Tampoco hace una afirmación que impida demostrar que fue herido por un disparo casual de su tropa, pues dice en el relato que grupos de ella estaban detrás de él. No atribuye a nadie el disparo, no da ninguna explicación directa acerca del origen del mismo, y nos deja, entonces, entregados a lo que resuelva en definitiva una investigación seria.
Nosotros, con el Senador señor Miranda y los Diputados mencionados, adoptamos la misma actitud. Decimos lo que oímos a los médicos. Y aquí deseo hacer un alcance: el doctor Vidal, que operó al capitán, fue quien, de manera categórica, y con la aceptación del doctor Pantoja, opinó que la herida fue producida por un tiro de guerra.
Debo terminar en pocos minutos más, pues me hago cargo de que usarán de la palabra otros señores Senadores...
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
¿Me permite, señor Senador?
El segundo discurso de Su Señoría, que debía durar media hora, termina en un minuto más, pues en ese lapso vencerá el tiempo de que dispone.
El señor CHADWICK.-
Deseo agregar que la fábula elaborada cuidadosamente por el Gobierno es insostenible; que ninguno de los extremos en que se colocó el Ejecutivo para justificar la matanza y masacre de El Salvador ha resultado verosímil -no digo comprobado por los hechos- y que, en cambio, tenemos adelantada ya la convicción de que la forma cómo sucedieron los acontecimientos es como lo hemos relatado en nuestro documento, en lo esencial y en todas sus circunstancias importantes.
Políticamente, tiene sentido mentir cuando se ha asesinado; tiene sentido mantener como jefe de la plaza al hombre cuyos hechos se van a investigar por subordinados de él. Si el Gobierno quiere cambiar su actitud, que empiece por trasladar a todos los jefes de plaza que pueden ser responsables de los hechos que el país conoce; si el Ejecutivo desea que el país crea en el espíritu democrático que afirma tener, que se realice una investigación seria, y no se mande a investigar hechos mediante interrogatorios de tropa que están bajo la directa e inmediata dependencia de los jefes. Estos tendrán que decir de quiénes recibieron la orden de usar las armas contra un pueblo que estaba indefenso.
Nada más, señor Presidente.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Teitelboim.
Después de la masacre.
El señor TEITELBOIM.-
Señor Presidente, la opinión pública chilena sigue pendiente del problema de la masacre de mineros y mujeres de El Salvador. Hay nuevos pronunciamientos. Ayer, según el diario "La Nación", se realizó una concentración en Valparaíso, a la cual asistió como orador principal el señor Ministro del Interior.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
Uno de los responsables.
No se ha aprendido la lección de la sangre.
El señor TEITELBOIM.-
El título, a toda página, del diario de Gobierno reza así: "En grandiosa concentración realizada anoche Valparaíso gritó: "¡No afloje Presidente!" Y en la información se agrega que también se pidió "mano dura, Presidente".
La señora CAMPUSANO.-
Serían los policías.
El señor TEITELBOIM.-
Esto, a nuestro juicio, revela que, desdichadamente, no se ha aprendido nada de la lección de sangre de El Salvador, porque seguir solicitando a voz en cuello "mano dura", que ya dio sus frutos en muertes de hombres y mujeres de nuestro pueblo, me parece una reincidencia tremendamente peligrosa.
Fuera de la declaración de los artistas que condenan la masacre, quiero centrar mi atención en dos opiniones vertidas a propósito de ella: por los Partidos Conservador y Liberal, una, y por la Federación de la Universidad Católica de Valparaíso, la otra. Los Partidos Liberal y Conservador declaran:
Opiniones en naftalina.
"Reafirman con vigor su posición en absoluto respaldo a la autoridad en la mantención del orden público y en la aplicación de nuestras leyes. Responsabilizan como causantes directos de estos hechos, que nunca debieron suceder a la agitación permanente que con fines subversivos y revolucionarios mantienen ¡os partidos del Frente de Acción Popular en concordancia con el pían de agitación continental ratificado recientemente en La Habana.
Responsabiliza también directamente a la prepotencia de Directivas Sindicales que han olvidado sus funciones de defender a los trabajadores para tomar el camino desviado y peligroso de la subordinación de los intereses antipatrióticos de determinados grupos políticos.
Queremos señalar, además, que en la agitación social existente, tiene también responsabilidad evidente el propio Partido Demócrata Cristiano que se ha sumado a las promesas demagógicas en competencia electoral con el FRAP, olvidando su responsabilidad de Partido de Gobierno y privando a éste en consecuencia del respaldo moral que el régimen anterior tenía para enfrentar los hechos.
Deseamos que el Gobierno haga realidad las consecuencias lógicas que se desprenden de las propias palabras de Su Excelencia al responsabilizar acertadamente a la Conferencia Tricontínental de La Habana y mantengan con los países comunistas una política internacional consecuente con la afirmación de Su Excelencia, modificando la línea de relaciones amistosa y hasta de complacencia con regímenes que intervienen en nuestra vida pon-tica con fines subversivos y lo confiesan públicamente.
Firman Jorge Errázuriz, Presidente del Partido Liberal, y Bernardo Larraín Vial, Presidente del Partido Conservador.
Aplausos de lo añejo.
Corno vemos, la Reacción tradicional de nuestro país, sepultada políticamente, porque estaba de espaldas a la historia, ahora da su bendición, su espaldarazo, hace suyas las expresiones y las actitudes del Presidente de la República, y no pierde la ocasión para criticar al Partido Demócrata Cristiano. Es evidente que cuando los Partidos Conservador y Liberal, a punto de extender su partida oficial de defunción, tratan de resucitar, en una especie de fenómeno imposible de transmigración, en un nuevo partido cuyo nombre todavía no conocemos, pero que no significará sino la voz de las cavernas; cuando estas fuerzas tan añejas, tan caducas, se ponen a aplaudir al Presidente de la República, quiere decir que el Primer Mandatario no está haciendo la revolución en libertad.
Hondas cavilaciones.
He hablado en el Senado acerca del problema de conciencia dentro del propio Partido Demócrata Cristiano. No es que ningún democratacristiano haya venido a sincerarse con sus confesiones; no se necesita poseer contactos personales para saber que un hecho tan grave como la masacre de El Salvador necesariamente tiene que despertar en centenares de miles de personas que votaron por Eduardo Frei, para Presidente de la República, y por los candidatos a parlamentarios de la Democracia Cristiana, tiene que suscitar en ellos -repito- hondas cavilaciones, profundas perplejidades, dudas respecto de la dirección que se está siguiendo, y en algunos, también, críticas claras, a propósito del fenómeno en curso. No quiero imaginar nada ni pretendo adivinar el estado de espíritu de la juventud democratacristiana, por ejemplo. Me basta leer algunos trozos de la declaración profundamente dolorida y juvenilmente sana, inspirada en nobles principios de jóvenes que no son frapistas y que dirigen la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica.
En esas declaraciones, los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso, en documento firmado por sus dirigentes Mauricio Valencia Díaz, y Jaime Aldoney Vargas, directores de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso, con fecha 14 de marzo de este año, dicen lo siguiente:
"Sangrientos hechos han estremecido a la opinión pública, sangre obrera ha teñido de rojo la pampa.
Conscientes de nuestra responsabilidad de estudiantes universitarios, queremos entregar nuestro pensamiento y nuestra palabra ante los graves acontecimientos."
"El pueblo está viviendo momentos históricos, los chilenos están consecuentes que ya llegó el momento de que en nuestra patria se abandonen los viejos esquemas caducos que rigieron antaño su destino; ha llegado el instante en que el pueblo entero se moviliza por exigir los cambios estructurales. El pueblo comprende que la lucha. debe estar dirigida contra aquellos que detentan el poder económico y social, es decir, latifundistas, monopolistas, la reacción chilena y el imperialismo norteamericano; que este enfrentamiento debe manifestarse llevando a cabo una decidida reforma agraria que rescate la tierra para ser administrada por el campesino, llevando a cabo una acción contra los monopolios que controlan la producción, ejecutando una reforma constitucional que legisle, acerca del derecho de la propiedad y desarrollando una política en favor del rescate de nuestra riqueza fundamental, el cobre, de manos del imperialismo norteamericano" .
Estudiantes piden al Gobierno seguir un camino justo.
Los estudiantes, en otro acápite, agregan:
"Los obreros del Cobre, específicamente, luchan por mejorar su condición de vida, dialogan así con los representantes de la Gran Minería y el Gobierno participa en dichos estudios; pero cree, en vez de asumir una actitud de respeto por la organización sindical, ha volcado sus esfuerzos por favorecer al imperialismo norteamericano, ha desarrollado una acción en contra de la clase trabajadora con las graves consecuencias que todo el país conoce." Más adelante agrega el documento: Los estudiantes de la Universidad Católica hacemos un llamado, al mismo tiempo que repudiamos enérgicamente el grave atentado con la clase trabajadora, al Gobierno para que tome el camino justo, aplique su política de mano dura en contra de los que verdaderamente están por mantener el estado actual y combata a aquellos que sediciosamente conspiran en contra de Chile: la derecha económica y sus voceros "El Mercurio" y "El Diario Ilustrado". Lo pedimos al Gobierno como chilenos y como estudiantes lo exigimos no mano dura en contra del pueblo.
Juventud de duelo.
Queremos solicitar una investigación que establezca quiénes son ios responsables directos del atentado en contra de la dignidad de los chilenos y de la masacre de que fueron objeto hijos de obreros, madres de trabajadores del Cobre y sus mujeres, y los propios trabajadores. Creemos que de esa investigación sólo saldrá un culpable: El Imperialismo norteamericano.
La Juventud y el Pueblo de Chile están de duelo."
Es la última frase de esta declaración.
Quiero decir que no conozco a los dirigentes de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso que suscribieron ¡a declaración, pero nosotros, desde posiciones diferentes, estamos plenamente de acuerdo con lo que ellos dicen: estamos listos en este momento -como hemos estado antes- para impulsar con la máxima velocidad una decidida reforma agraria; una acción contra los monopolios que controlan la producción; la reforma constitucional que legisle acerca del derecho de propiedad, y que desarrolle una política a favor del rescate de nuestras riquezas fundamentales, como el cobre, hoy en manos del imperialismo norteamericano. ¡Esa es nuestra posición y hay una mayoría nacional abrumadora a su favor!
Ni cueca larga ni refalosa.
Estimo que esa minoría ínfima, tan insignificante, que ya debe confesarse a sí misma que no tiene cabida en el escenario político nacional y, por lo tanto, está obligada a suicidarse y a punto de hacerse el "harakiri" en público, como es la Derecha política, los Partidos Conservador y Liberal, no puede predominar sobre esta inmensa mayoría. Sin embargo, hay cosas muy penosas. Setenta y tres días de huelga en Sewell, sin arreglo, y además una campaña en el diario "La Nación" que no ceja y que cada día busca nuevas desfiguraciones de la verdad para denostar a quienes desean, como muchos democratacristianos, llevar al país adelante, por el camino del progreso y de transformaciones fundamentales. Cambia de tema de día en día, pero su tono es siempre acerbo y su respeto por la verdad, inexistente. Ha hablado de nuestro espíritu obstruccionista. Usando un lenguaje folklórico, se ha dicho que el FRAP despliega en el Senado algo así como una cueca larga; que trata de empantanar los reajustes y la reforma agraria. La verdad es que deseamos darles la máxima celeridad. En este mismo momento, las Comisiones unidas del Senado que estudian el proyecto de reajuste están sesionando simultáneamente con la Sala, con la debida autorización reglamentaria, a fin de que los reajustes, que ya debieron haber salido hace tiempo -el Gobierno envió la respectiva iniciativa con bastante retraso- puedan aplicarse alguna vez, antes de que el mísero porcentaje propuesto se haga cada día más enano y se torne agua y sal.
Estamos dispuestos a trabajar con la mayor rapidez, como lo hemos hecho hasta ahora.
El lobo malo de turno.
Ayer el Honorable señor Allende salió al encuentro de una especie de cuco de moda, al cual se le atribuye la culpabilidad y responsabilidad de lo que "El Mercurio" o "El Ilustrado", por encargo de la Embajada norteamericana, llaman la directiva fundamental de la política del FRAP: las guerrillas huelguísticas, encaminadas, a su juicio, por alguien que ahora es el chivo emisario; ese chivo emisario al cual en la antigüedad, en los tiempos bíblicos, se le echaba la culpa de todos los males, de todas las pestes, de todas las plagas y de todas las desgracias de los hombres. Se llevaba, entonces, a un chivo fuera de la ciudad y allí, en una hoguera, se lo consumía para terminar con el mal. El chivo emisario ha sido fabricado por todos los regímenes reaccionarios, a través de miles de años, para eludir su propia responsabilidad. Lo usó mucho el señor González Videla. Lástima que también lo use -y esto es un hecho que, por cierto, lamentamos profundamente- un Gobierno que empezó trabajando y hablando en un nuevo estilo: el actual Gobierno. Aquí, este lobo malo que se come a los niños se llama la Conferencia Tricontinental de La Habana. El Honorable señor Allende restableció ayer la verdad plena del contenido de los acuerdos y los alcances de dicha conferencia, con la autoridad documentada de quien presidió la delegación del Frente de Acción Popular que participó en ella y, por lo tanto, conociendo a fondo toda su significación.
La verdadera, oligarquía intocada y virginal.
Deseamos tocar algunas de las otras acusaciones formuladas en estos días; por ejemplo, la hecha contra los dirigentes del cobre, las llamadas "oligarquías sindicales" por el Gobierno. Desdichadamente, en este instante el Gobierno no dice una sola palabra contra la verdadera oligarquía, la de "El Mercurio", que es la oligarquía de los miles de millones de pesos; la de los "capos" de la construcción, que incluso tienen Ministros en el actual Gabinete, ...
El señor CHADWICK.-
Así es.
El señor TEITELBOIM.-
... la oligarquía real y concreta, la superoligarquía mundial: la Anaconda y la Kennecott. Ellas están intocadas y virginales, como si fueran los campeones máximos de la "revolución en libertad" y como si desearan con alma y vida que en nuestro país se realizaran los cambios estructurales de fondo. Ni una palabra contra las compañías del cobre, contra sus ganancias fabulosas y fantásticas, que quiebran todos los "records" de la historia. Ruego a los Honorables colegas democratacristianos que me digan en qué páginas de "La Nación" aparecen las críticas en contra de los balances tan jubilosamente anunciados por "mister" Charles Brinckendorf o por los ejecutivos, como ahora se dice, de las compañías norteamericanas, ufanándose de sus beneficios colosales y dando la buena nueva a sus accionistas. Mientras tanto en Chile, paralelamente, por desgracia, estas superganancias marchan al compás del tableteo de las ametralladoras, y en la pampa de la provincia de Atacama, como lo recuerda la declaración de los estudiantes de la Universidad Católica de Valparaíso, corre sangre de los trabajadores, de sus madres y de sus esposas. No hay ninguna palabra condenatoria en la prensa oficial.
Es menester guardar una consecuencia en el razonamiento.
No se discute quien manda en Chile.
Debo decir una vez más en el Senado que aquí no hay pretensión alguna de parte del FRAP por disputar al Gobierno del señor Frei su autoridad legítima. El es el Presidente de la República. El ganó, en una elección cuya dirección propagandística puede merecernos muchos reparos. Pero el ganó, y nosotros, democráticamente, aceptamos nuestra derrota. Lo reconocemos como al Presidente de la República, y él tiene la autoridad. Pero la voluntad del pueblo que lo hizo Presidente también alcanza algún significado, y la mayoría nacional no puede ser desoída.
El domingo pasado, el secretario general de nuestro partido, Honorable señor Luis Corvalán, pronunció un discurso en Chillán, donde, a mi juicio, trató este asunto con mucha claridad. Y como él es la máxima autoridad de nuestra colectiva política, quiero remitirme a sus palabras, pues representan, con plena exactitud, nuestra verdadera posición. Cualquiera otra que se sostenga sobre esta materia, como se dice al comienzo de las novelas o de las películas, no digo que sean pura coincidencia, sino falsedad absoluta. El Honorable señor Corvalán dijo en Chillán, el domingo, lo siguiente:
"Ese no es el problema. Nosotros no estamos empeñados en eso. Perdimos la batalla presidencial de 1964, seguimos luchando por la conquista del poder, pero triunfante el señor Frei, no estamos nosotros ahora enfrentando al Gobierno para resolver esta cuestión que él plantea. No estamos planteando eso, lo que estamos haciendo es luchar por los intereses de los trabajadores. Como siempre estamos luchando por mejores salarios, por mejores sueldos, como siempre estamos trabajando contra las alzas, como siempre oponiéndonos a toda política de entrega frente al imperialismo, como siempre luchando por la reforma agraria, como siempre luchando contra la tendencia conciliadora y entreguista de la burguesía. Esa es nuestra política. No vengan con mentiras".
Todo lo demás son suposiciones gratuitas e interesadas. El Presidente Frei tiene razón cuando dice que nadie tiene derecho a jugar con el pueblo. Y el pueblo votó por cambios, por terminar con los viejos vicios de represión sindical, por hacer la reforma agraria, por tener un sitio esencial en el
Gobierno, por no ser el coro griego, que está mudo detrás; sin voz, aunque sí con voto, pues le corresponde votar en los días de elecciones, si bien al día siguiente los elegidos olvidan su mandato. En eso estamos.
La diferencia entre la realidad y la fantasía.
Es una majadería continuar hablando de grupos minoritarios que han establecido una verdadera dictadura en el cobre y han utilizado políticamente la desgracia de los trabajadores.
Para continuar con el folklore, en una sesión anterior, el Honorable señor Noemi dio una versión, a mi juicio, francamente cómica, sino fuera siniestra, de este asunto. Decía que todo el mundo estaba allí intimidado por los dirigentes sindicales de El Salvador y que la gente tenía miedo de resbalarse, de que se produjeran algunos resbalones; o sea, ésta es la refalosa del terror o refalosa de los dirigentes sindicales que ahora y en el momento al cual se refirió el señor Senador, no estaban en El Salvador, pues habían sido expulsados, trasladados muchos de ellos a Pueblo Hundido o más lejos, y otros, la mayoría, se encontraban presos en la cárcel. En consecuencia, es muy difícil intimidar, como se dice en esta película de terror, en esta novela tremebunda, a través de los muros de la cárcel, donde los dirigentes están presos, o a través de la distancia, por telepatía. Y la verdad es que en esta refalosa no hemos conocido ningún resbalón; en cambio, hemos conocido muertes, a raíz de la masacre que ha ensombrecido al país. Sí, porque hay 8 muertos y más de 35 heridos. En consecuencia, una cosa es la fantasía, y que no se abona en absoluto con la realidad, y otra cosa...
El señor MUSALEN.-
¿Me permite una interrupción, señor Senador?
El señor TEITELBOIM.-
Su Señoría tendrá tiempo después.
El señor MUSALEM.-
Sucede que no es efectivo lo que está diciendo el señor Senador. Lo efectivo es lo que dijo el Honorable señor Noemi.
El señor TEITELBOIM.-
¿A propósito de la refalosa, me dice Su Señoría?
El señor MUSALEM.-
No, de todo el cuadro que planteó el Honorable señor Noemi.
El señor TEITELBOIM.-
¿No hay dirigentes presos?
El señor MUSALEM.-
Si el señor Senador me conceda una interrupción, puedo hablar.
El señor TEITELBOIM.-
¿El señor Senador quiere referirse de inmediato a lo que estoy diciendo sobre los resbalones o sobre los dirigentes presos?
El señor MUSALEM.-
No quiero referirme a chacota, sino a hechos concretos.
El señor TEITELBOIM.-
No, señor: no es en absoluto chacota el hecho de que un dirigente...
El señor MUSALEM.-
¡Cómo no va a ser chacota lo que dice Su Señoría respecto de la refalosa! ¡En ese caso, me puedo referir sencillamente al folklore nacional, donde está la refalosa!
El señor TEITELBOIM.-
Si quiere referirse estrictamente a este problema, no hay inconveniente.
El señor MUSALEM.-
¡Quiero referirme al cuadro completo...!
El señor TEITELBOIM-
Si quiere referirse al cuadro completo, no, porque para eso tiene su intervención.
El señor ALLENDE.-
Yo reclamo mi tiempo.
El señor MUSALEM.-
¡Al cuadro del terror...!
El señor TEITELBOIM.-
Proseguiré, porque quiero hacer mi cuadro completo. Haga el suyo dentro de su tiempo.
El señor MUSALEM.-
¡Muy bien! ¡Esa es la democracia de Sus Señorías!
El señor TEITELBOIM.-
No; ésa es la democracia absolutamente igualitaria.
El señor MUSALEM.-
¿Qué tiempo nos va a quedar, si todo lo ocupan ustedes?
El señor RODRIGUEZ.-
¿Por qué no piden sesión especial? Son 13 Senadores: pídanla, como lo hacemos nosotros.
El señor FONCEA.-
La vamos a pedir.
El señor MUSALEM.-
La vamos a pedir para mañana.
El señor ALLENDE.-
Asistiremos.
El señor GOMEZ.-
Vendremos con todo gusto.
El señor MUSALEM.-
Nosotros daremos número.
El señor RODRIGUEZ.-
También vamos a concurrir nosotros, y daremos número.
El señor MUSALEM.-
Me alegro.
Frei y sus palabras basadas sobre la Confederación del Cobre.
El señor TEITELBOIM.-
Se habla de estas oligarquías y dictaduras sindicales, y resulta tanto más extraño que las nombre alguien que, cuando era candidato -don Eduardo Frei, el actual Presidente de la República-, opinaba así de los sindicatos del cobre. Decía el actual Presidente de la República entonces, cuando era candidato: "Los sindicatos y sus pliegos de peticiones serán un permanente plebiscito para el Gobierno y un diálogo que permitirá el contacto amistoso del Estado con las necesidades y la voluntad del pueblo. Mi Gobierno expresará esa confianza y se apoyará en sus organizaciones, de mineros como en el principal instrumento de cualquier decisión política que deba adoptar en su acción. La organización de los trabajadores del cobre, y fundamentalmente la Confederación", -que ahora es el personaje malo- "será el principal colaborador de mi Gobierno en su política nacional y popular para esta industria".
Además, también con una propaganda arrolladora en la prensa y la radio, se ha pintado a los trabajadores del cobre como obreros que ganan sueldos millonarios. El SenadorSalomón Corbalán demostró, en la sesión del sábado pasado, que los salarios de los obreros de la Braden oscilan entre 300 y 500 mil pesos, lo que no es ninguna cosa del otro mundo si se considera que deben trabajar en un ambiente tóxico e inhóspito, vivir en campamentos muchas veces miserables, arriesgando la salud y la vida y siendo candidatos a enfermedades incurables a una edad prematura.
Ahora, ¿cómo puede afirmarse honradamente que hay una dictadura sindical, si los trabajadores de El Teniente han aguantado más de 70 días una huelga, sin deserciones; si los obreros de El Salvador fueron capaces de ir a la huelga solidaria y dieron una prueba admirable de conciencia y madurez ante la vejación; si las elecciones sindicales han sido y son democráticas? ¿Qué cosa mejor no habrían querido las empresas que desbaratar y sorprender supuestas dictaduras?
El señor MUSALEM.-
¡Tampoco las elecciones son democráticas, porque todos saben que se hacen a brazo alzado!
El señor GOMEZ.-
¡Igual como se hace en la Cámara de Diputados! ¡A brazo alzado!
El señor RODRIGUEZ.-
¡No es la Cámara de Diputados allá!
El señor MUSALEM.-
¡Deben ser secretas!
La señora CAMPUSANO.-
¡Pero qué torpeza! ¡Elecciones a brazo alzado...!
El señor MUSALEM.-
¡Es distinto!
El Gobierno no habla de los beneficios enormes de las Compañías.
El señor TEITELBOIM.-
Otro motivo de propaganda aplastante, valiéndose de recursos allegados por todos los chilenos, que se difunde por medio de radios, diarios y afiches, destaca las colosales pérdidas que irrogaría al fisco el paro en los minerales del cobre. Según las cuentas proporcionadas por el Gobierno, ascenderían estas a 230 millones de escudos, con los cuales se podrían efectuar una serie de obras públicas y de interés general. Se ha insistido mucho en esto. De más está hacer notar que el Gobierno culpa de las pérdidas a los trabajadores chilenos y no sueña siquiera con considerar que la compañía extranjera, cuyas ganancias astronómicas le permitirían perfectamente hacer frente con largueza a las justas reivindicaciones de los obreros, podría, de sus utilidades, aumentar los sueldos a estos obreros chilenos que ganan aproximadamente 12%, ¡ocho veces menos de lo que ganan los obreros norteamericanos del cobre, con una productividad menor! Pero jamás hemos escuchado a los representantes del Gobierno decir aquí: "Las compañías norteamericanas, que obtienen las ganancias más altas de todos sus anales, tienen la responsabilidad por dichos movimientos, pérdidas, porque, desprendiéndose de una parte mínima de estos superbeneficios, podrían haber terminado la huelga al día siguiente, o pudieron haber impedido la huelga del todo, habiéndose entendido antes con los obreros, en sus pliegos".
Además, hay algo en lo que existe consenso casi unánime en el país, y empleo la palabra "casi" porque quiero excluir a los democratacristianos, que me dirán que no, aunque yo sé que, por dentro, muchos de ellos están pensando que el Ministro del Trabajo, don William Thayer, no es el mejor Ministro del Trabajo que ellos hubieran podido tener. Es un hombre extraordinariamente inepto, falto de iniciativa y, sin duda, también gran parte de la responsabilidad de esta dilatación del conflicto recae sobre él.
Nosotros queremos, frente a estas pérdidas que se achacan a los trabajadores, establecer hechos que, a nuestro juicio, son mucho más fundamentales y representan cantidades muchos más cuantiosas.
Silencio sobre los 23 millones de dólares.
Nada, se dice de los 23 millones de dólares que el artículo 48 de la ley 14.171, aprobada por unanimidad en la Cámara de Diputados, ordenó a las compañías cupreras devolver, en tiempos de Alessandri, por concepto de las utilidades extraordinarias que obtuvieron con el alza del dólar de fines de 1958. Esta disposición, promulgada en 1961, no ha sido cumplida por las empresas. Mediante la actitud pródiga, disipadora, regaladora, de caudales públicos del régimen anterior y también del actual, se ha buscado toda clase de argucias y expedientes dilatorios, para no exigir a estas compañías el pago de los 23 millones de dólares. En lo referente al Gobierno del señor Frei, el día 26 de febrero de 1965, hace trece meses, fui directamente a La Moneda, golpeé en Morandé 80 y entregué personalmente una carta, dirigida al señor Presidente de la República, en que recababa del nuevo Gobierno exigir a las empresas norteamericanas el cumplimiento de esa obligación legal, a cuya aprobación habían concurrido los votos democratacristianos, incluso el propio voto del señor Frei. Reproducía en la carta el texto claro e imperativo del artículo 48 de la ley 14.171, que dice así: "Las empresas de la gran minería del cobre restituirán al Fisco chileno, dentro del plazo de noventa días a contar de la promulgación de la presente ley, los beneficios extraordinarios obtenidos por la modificación de la tasa de cambio decretada por el Gobierno con fecha de diciembre de 1958. El Departamento del Cobre determinará el monto de estos beneficios y enviará al Senado los antecedentes en que haya fundado sus cálculos".
En seguida, la carta exponía al Presidente la forma en que el Departamento del Cobre, desde un comienzo, trató de liberar a las compañías de su obligación.
El señor PALMA.-
¿Me permite una breve interrupción, Honorable colega?
El señor TEITELBOIM.-
Cómo no, siempre que sea breve.
El señor PALMA.-
Muy breve.
Creo que, en realidad, vale la pena aclarar un poco la posición del Gobierno y del Partido Demócrata Cristiano frente a la política de salarios de los trabajadores del cobre, porque Su Señoría ha planteado un cuadro que realmente no existe.
Nosotros somos y seguiremos siendo partidarios de mantener todas y cada una de las conquistas obtenidas por los trabajadores del cobre, y el Gobierno ha sido perfectamente consciente de este hecho. Tanto es así que, mientras al resto del país le está proponiendo una política de reajuste, dentro de su programa de desarrollo económico, del orden del 26%, a los trabajadores del cobre, en proposiciones hechas por el Gobierno, se les ha ofrecido reajustes, en el caso de El Teniente, de 146%.
Vale la pena señalar, al mismo tiempo, que Sus Señorías, los parlamentarios del FRAP, en reuniones de las Comisiones unidas de Gobierno y de Hacienda, han estimado que sería justo, como término medio para el país, un reajuste de 40%.
En consecuencia, en ningún momento el Gobierno ha estado procurando disminuir ninguna de las ventajas que tienen los trabajadores del cobre y que nosotros vamos a sostener, porque entendemos perfectamente que ellos actúan en un tipo de empresas especialísimas en el país, en las cuales su gran productividad permite precisamente este tipo de participaciones a los obreros.
El señor TEITELBOIM.-
La interrupción de que ha hecho uso el Honorable colega señor Palma me alegra en cierto sentido, por su tono distinto. Se ha tratado, en toda la propaganda del Gobierno, de presentar a los mineros del cobre como gente insaciable, y la guerra psicológica contra ellos ha sido inmisericorde, para tratar de aislarlos.
Que el trabajador gane más a mayor productividad.
No quiero entrar aquí a un tema demasiado largo, para el cual no tenemos tiempo: el problema de los índices y su significación. Pero se ha dicho que los sueldos de los mineros del cobre son millonarios, cuando la verdad es que esto no tiene relación con la realidad. Aquí, el Honorable señor Salomón Corbalán ha dado cuenta del término medio de los salarios, en forma explícita y detallada. Y lo que nosotros queremos plantear como política de salarios es que el obrero tiene derecho a mejores rentas, en relación a la mayor productividad de la industria en que trabaja. Y si esa industria tiene ganancias fabulosas, y mucho mayores que en años anteriores, no nos parece bien que ellas, que, en el fondo, son producidas por la plusvalía y el sudor y el trabajo de los obreros, vayan exclusivamente al bolsillo de las compañías. Este aspecto es básico en el problema de las remuneraciones, y creo que sería interesante seguir discutiéndolo con la Democracia Cristiana, porque si ella está de acuerdo en que el obrero tenga participación en la mayor productividad y se produzca también una redistribución de la renta nacional en favor de los asalariados, quiere decir que habremos dado un paso hacia un encuentro que será positivo para los trabajadores. En todo caso, aún no lo hemos logrado.
El señor PALMA.-
Su Señoría sabe bien que en ninguno de los últimos 20 años ha habido una mejor distribución de los ingresos que la producida el año pasado.
El señor TEITELBOIM.-
Lo que yo sé es que nunca las compañías del cobre habían ganado más.
El señor PRADO.-
El señor Senador sabe que el 48% de los obreros chilenos gana menos de un vital. En consecuencia, es efectiva la tesis de Su Señoría en el sentido de que los obreros del cobre no son millonarios -yo también creo que no lo son- y tienen derecho a ganar más; pero también es cierto que hay muchos otros trabajadores, antes que ellos, con igual derecho.
Es un problema de relación.
El señor TEITELBOIM.-
Estoy enteramente de acuerdo, pero para mí el problema no radica en disminuir las remuneraciones a los obreros del cobre para mejorar las de otros, sino en que aquellos patrones que obtienen ganancias exorbitantes, especialmente las compañías norteamericanas, que hacen los negocios más brillantes y más pingües en el país, paguen mejores salarios a sus trabajadores.
El señor CHADWICK.-
No sólo en el país, sino que en el mundo.
El señor TEITELBOIM.-
Quiero requerir del Honorable Senado...
El señor CHADWICK.-
Perdóneme, señor Senador.
Deseo que se oiga bien en el Senado: en la Comisión respectiva, el señor Vicepresidente de la Corporación del Cobre reconoció que, en el mundo entero, no hay negocio más fabuloso que el de las compañías del cobre que explotan la gran minería en Chile. No hay en el mundo un negocio que produzca una libra de cobre a 20 centavos, con todos los gastos incluidos, y que vende, oficialmente, a 42. No quiero hablar del precio a 85 centavos.
Repito: no hay en el mundo negocio igual.
El señor TEITELBOIM.-
Recupero el uso de la palabra, señor Presidente.
El señor PALMA.-
Pero vale la pena aclarar un punto.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Puede continuar el Honorable señor Teitelboim.
Un cobro por vía administrativa " no se realiza.
El señor TEITELBOIM.-
A mi juicio, el tema es vasto e interesante, pues incluso existen algunos pronunciamientos de la Contraloría General de la República en el sentido de estimar que no podía haber ninguna discusión sobre el cobro del mencionado ingreso, sino que debía practicarse por la vía administrativa y, por lo tanto, esos 23 millones de dólares deberían haber ingresado a las arcas fiscales sin mayor debate.
En razón de que no deseo extenderme-en toda la larga o relativamente extensa documentación, solicito que algunos de los informes que tengo a la mano sean insertados en la versión de mi discurso, en homenaje a la necesidad de abreviar mis observaciones para que alcancen a intervenir señores Senadores de otras bancas.
El señor FONCEA.-
Pero de qué se trata, por lo menos.
El señor TEITELBOIM.-
Se trata de documentos de la Contraloría General de la República tocantes a esta consulta sobre el cobro de los 23 millones de dólares por aplicación del artículo 48 de la ley Nº 14.171.
El señor FONCEA.-
Tengo entendido que esto data del año 1960.
El señor TEITELBOIM.-
Pero resulta que todavía no han sido pagados los 23 millones de dólares.
El señor ALLENDE.-
¿Por qué no han pagado?
El señor FONCEA.-
Durante el régimen anterior, Su Señoría no mandó ninguna carta.
El señor TEITELBOIM.-
También la mandé. Sí, señor Senador.
El señor PRADO.-
O sea, las compañías ya estaban obligadas.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
Pero el dictamen de la Contraloría salió durante el Gobierno de la Democracia Cristiana.
El señor TEITELBOIM.-
Exactamente.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¡Apliquen la ley de seguridad interior a las compañías!
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Si le parece a la Sala, se acordará insertar los documentos a que se ha referido el Honorable señor Teitelboim.
Acordado.
El señor TEITELBOIM.-
Muchas gracias.
-Los documentos cuya inserción sea-cuerda son del tenor siguiente:
"RESUMEN CRONOLOGICO DE LA RECLAMACION HECHA POR INCUMPLIMIENTO DEL ARTICULO 48 DE LA LEY Nº 14.171.
1) El 26 de febrero de 1965, el entonces DiputadoVolodia Teitelboim hizo entrega personalmente en La Moneda, de una presentación en que reclamó del incumplimiento, por partes de las empresas de la Gran Minería del Cobre, de la obligación que les impuso el artículo 48 de la ley Nº
14.171, cuyo texto es el siguiente:
Artículo 48.- Las empresas de la Gran Minería del Cobre restituirán al Fisco chileno, dentro del plazo de 90 días, a contar de la promulgación de la presente ley, los beneficios extraordinarios obtenidos por la modificación de la tasa de cambio decretada por el Gobierno, con fecha de diciembre de 1958.
El Departamento del Cobre determinará el monto de estos beneficios y enviará al Senado los antecedentes en que haya fundado sus cálculos."
2) El texto de dicha reclamación es el siguiente:
"Santiago, 26 de febrero de 1865.
Excmo. señor don Eduardo Frei, Presidente de la República. Palacio de la Moneda.
Excmo. señor:
A raíz de los sismos de los días 21 y 22 de mayo de 1960, el Gobierno del señor Alessandri envió al Congreso, con fecha lº de julio de ese año, un proyecto que destinaba fondos para la reconstrucción de las zonas devastadas y ayuda para las decenas de miles de damnificados. El 26 de octubre de 1960 fue publicado como ley de la República, en el "Diario Oficial", con el número 14.171.
Durante la tramitación del proyecto en la Cámara se introdujo una indicación que fue aprobada por unanimidad, ocurriendo otro tanto en el Senado. Es útil recordar que entre los Senadores que concurrieron con su voto a aprobar por unanimidad dicha indicación, se contó con el suyo, Excmo. señor Frei.
El texto literal de la referida indicación, que es hoy el artículo 48 de la ley 14.171, es el siguiente:
"Las empresas de la Gran Minería del " Cobre restituirán al Fisco chileno, dentro del plazo de 90 días, a contar de la " promulgación de la presente ley, los beneficios extraordinarios obtenidos por " la modificación de la tasa de cambio " decretada por el Gobierno, con fecha de " diciembre de 1958.
"El Departamento del Cobre determinará el monto de estos beneficios y ennviará al Senado los antecedentes en " que haya fundado sus cálculos".
Conforme a la ley, las empresas de la Gran Minería del Cobre debieron haber restituido al Fisco dichos beneficios, específicamente derivados del alza del dólar, con fecha 23 de enero de 1961.
Resulta obvio que, de haberse atenido estrictamente a lo prescrito en el inciso 2º del precepto legal que nos ocupa, el Departamento del Cobre debió haber remitido al Senado mucho antes de esa fecha los antecedentes sobre "el monto de estos beneficios". Sin embargo, sólo lo hizo un mes después, el 21 de febrero de 1961, -con lo cual, dicho sea de paso, ya trasgredió la ley-, por intermedio de un oficio que envió al Senado con la firma de don Fernando Varas Aguirre, quien entonces ejercía la Vicepresidencia Ejecutiva de dicho organismo.
Según ese oficio, "el Comité del Departamento del Cobre determinó que las empresas de la Gran Minería del Cobre no habían obtenido los beneficios extraordinarios a que se refiere el artículo 48 de la ley 14.171". En un evidente propósito de salvar su propia responsabilidad frente a una obligación tan clara, en ese mismo oficio se expresa que "el Vicepresidente infrascrito creyó conveniente consultar, por intermedio del Ministerio de Minería, al Consejo de Defensa del Estado sobre el alcance de la referida disposición, en especial sobre la expresión "beneficios extraordinarios obtenidos".
Conforme a la ley, al Departamento del Cobre no le correspondía otra obligación que la de determinar el monto de los beneficios obtenidos por las compañías del cobre provenientes del alza del cambio y enviar oportunamente los antecedentes del caso al Senado para devolución de los mismos al Fisco chileno. En vez de ello, es decir, en lugar de cumplir con el mandato de la ley, y a pesar de contar con un numeroso cuerpo de abogados, formuló al Consejo de Defensa del Estado una consulta que legalmente no tenía razón alguna para hacerla.
Al mismo tiempo, acuso al Consejo de Defensa del Estado de haberse extralimitado en sus funciones al ponerse a interpretar una disposición cuyo tenor literal es perfectamente claro. Lo que simplemente le correspondía era declararse incompetente y limitarse, cuando más, a señalarle al Departamento del Cobre que cumpliera con la obligación que le impuso la ley.
Por último, ambos organismos son también responsables de haber ignorado precedentes jurídicos como las leyes 10.003 y 10.255, que surtieron exactamente los mismos efectos que estaba llamado a tener el artículo 48 de la ley 14.171.
En el dictamen prácticamente ilegal del Consejo de Defensa del Estado, el Departamento del Cobre encontró, sin duda alguna, el pretexto que esperaba para burlar su propia obligación.
Bastaron, pues, como queda dicho, un arbitrario dictamen del Consejo de Defensa del Estado y un oficio prefabricado del Departamento del Cobre para exceptuar de todo sacrificio a dichas empresas, no obstante pesar sobre ellas una obligación legal clara e imperativa.
Toca la coincidencia, Excmo. señor Presidente de la República, que ya por ese tiempo las compañías del cobre habían iniciado presiones ante el Gobierno para imponer un convenio que, pretextando una mayor inversión de 400 millones de dólares y el compromiso de aumentar su producción a un millón de toneladas al año, estaba llamado a arrancar franquicias gravemente lesivas para el interés nacional.
Atenido a lo dispuesto en el artículo 48 de la ley 14.171, y considerando detenidamente las disposiciones que le son pertinentes de la ley 11.828, he llegado a la conclusión perfectamente demostrable de que el incumplimiento del citado precepto legal ha irrogado al Fisco una evasión de orden tributario que se aproxima a 23 millones de dólares, es decir, 80 millones de escudos, que alternativamente equivalen: al sueldo de 540 mil empleados que ganen el actual sueldo vital del departamento de Santiago; a la remuneración mensual de 800 mil obreros que perciben el salario mínimo industrial, o al salario mínimo campesino anual de más de 180 mil asalariados agrícolas.
Siendo su obligación hacer cumplir con la ley y considerando el hecho de que cuando Ud. era Senador compartió el criterio unánime del Congreso al aprobar el artículo 48 de la ley a que nos venimos refiriendo, creemos que en estos momentos en que se hace tan grave la situación del país y de las masas populares como consecuencia de la pavorosa ola de alzas, estos 80 millones de escudos contribuirían indudablemente a resolver o aliviar no pocos problemas, entre los cuales se cuenta uno que no admite espera: el reajuste de remuneraciones de los servidores de la Administración Pública y otro como el proyecto de Promoción Popular que el Ejecutivo retiró del Congreso luego de haber sido aprobado por la Cámara.
En tal predicamento, animados los comunistas como siempre del propósito de-impulsar y respaldar medidas que efectivamente vayan en beneficio de los intereses nacionales y populares, estimo que corresponde a Ud. ordenar la aplicación del mencionado precepto legal, que no se hace efectivo sólo en virtud de una interpretación inconcebible, forzada e improcedente.
Con la expresa finalidad de que Ud. resuelva esta petición a la brevedad posible, me permito adjuntarle a la presente todos los antecedentes y elementos de juicio del caso.
También me permito hacerle presente, señor Presidente, que, de acuerdo al plazo legal establecido, las compañías del cobre debieron haber dado cumplimiento hace más de cuatro años a la obligación que les impuso la Ley de Fomento y Reconstrucción.
Saluda atte. a S. E.- (Fdo.) : Volodia Teitelboim., Diputado."
Democracia de Juan de Dios Carmona.
3) El 28 de abril de 1965 intervino en el H. Senado sobre la misma materia el SenadorCarlos Contreras Labarca. Recordó que en sesión de la Cámara de Diputados de fecha 15 de diciembre de 1959, el entonces DiputadoJuan de "Dios Carmona, denunció que las empresas no habían dado cumplimiento a su promesa de restitución de beneficios extraordinarios, que hasta ese momento en que no se había promulgado la ley 14.171 se mantenía en el plano de un "pacto de caballeros", y que ello le significaba al Fisco una pérdida, en un solo año, de 25 millones de dólares.
El SenadorContreras Labarca, en relación a la presentación hecha por el Diputado Teitelboim, solicitó que se oficiara al Presidente de la República y a los Ministros de Economía y de Minería. Además, solicitó se incorporaran al texto de su discurso la presentación y el documento anexo enviado por el citado Diputado al Presidente de la República.
4) Por Providencia Nº 546 de 10 de mayo de 1965 el Ministro de Minería pidió al Departamento del Cobre que diera respuesta a la Materia.
5) Por oficio Nº 88 de 25 de junio de 1965, el Ministro de Minería transcribió al H. Senado el pronunciamiento del Departamento del Cobre.
El documento de ese Departamento constituyó una burla, pues se limitó a transcribir el Oficio Nº 16 de 21 de febrero de 1961 que había enviado al Senado y en el cual concluía que "el Comité del Departamento del Cobre determinó que las empresas de la Gran Minería del Cobre no habían obtenido los beneficios extraordinarios a que se refiere el artículo 48 de la ley 14.171."
Además, al limitarse el Departamento del Cobre a transcribir el citado Oficio Nº 16, no tomó en cuenta ninguno de los fundamentos expuestos por el Diputado Teitelboim en los documentos que enviara a! Presidente de la República, todos los cuales destruían las bases mismas de lo sustentado por dicho Departamento.
6) A raíz de la intervención del Senador Carlos Contreras Labarca y del Oficio del Departamento del Cobre de 25 de junio de 1965, intervino en la Cámara de Diputados, en la sesión del 27 de julio del mismo año, don Julio Silva Solar, quien solidarizó con los planteamientos hechos por los parlamentarios comunistas y pidió la intervención del Consejo de Defensa del Estado.
El texto de su intervención es el siguiente:
"El señor SILVA (don Julio).- Señor Presidente, quiero referirme a una denuncia formulada, hace algún tiempo, en el Senado, por el Honorable Senador don Carlos Contreras, relacionada con la no devolución de determinados beneficios por las compañías de la gran minería del cobre. En términos breves, el problema consiste en que durante el Gobierno del Excelentísimo señor Alessandri, en diciembre de 1958 -como recordarán, seguramente, algunos Honorables señores Diputados- se devaluó la moneda nacional, alzándose el dólar de 835 a 1.050 pesos. Esta alza representaba utilidades tremendas, super ganancias, para las empresas de la gran minería del cobre. Así lo comprendieron el Presidente de la República, las propias compañías y todos los sectores del país.
El Presidente de la República, en el discurso que pronunció el 17 de diciembre de 1958, dijo textualmente: "El Gobierno estima que las compañías extranjeras productoras de cobre deben cooperar a los propósitos de saneamiento de la economía en que se encuentra empeñado, renunciando voluntariamente a cualquier beneficio extraordinario que pueda derivarse del alza del cambio. Se ha pedido a dichas empresas que ayuden al Gobierno a obtener un importante crédito externo, cuyos intereses sean servidos con este beneficio extraordinario que obtengan por las diversas modificaciones del tipo de cambio. Es decir, que éste sea devuelto al país en las duras circunstancias actuales, considerablemente incrementado".
Agregaba el señor Alessandri: "Me es muy grato dejar constancia de que estas compañías ya han dado su aprobación a esta proposición, acto cuyo valor reconozco y agradezco en todo su significado.'
Estas palabras las repitió el entonces Primer Mandatario en septiembre de 1959.
O sea, las compañías de la gran minería del cobre comprendían también la necesidad de restituir estos beneficios extraordinarios al Estado chileno. Sin embargo, en el año 1960, estas empresas habían cambiado fundamentalmente de opinión. Entonces, en el artículo 48 de la ley Nº 14.171, sobre ayuda a los damnificados por el terremoto de 1960, el Parlamento le impuso a estas empresas la obligación de restituir estas sumas. O sea, el compromiso que voluntariamente habían tomado al comienzo, y que después se negaron a cumplir, quedó convertido en una obligación legal.
El artículo 48 dispuso textualmente: "Las empresas de la gran minería del cobre restituirán al Fisco chileno, dentro del plazo de 90 días a contar de la promulgación de la presente ley, los beneficios extraordinarios obtenidos por la modificación de la tasa de cambio decretada por el Gobierno con fecha 15 de diciembre de 1958. El Departamento del Cobre determinará el monto de estos beneficios y enviará al Senado los antecedentes en que haya fundado su cálculo". Este precepto fue aprobado por unanimidad en la Cámara y en el Senado. Sin embargo, hasta ahora no se ha dado cumplimiento a esa disposición. Según los antecedentes que se han proporcionado, se calcula que la suma adeudada llega a alrededor de 20 millones de dólares.
Para justificar el incumplimiento de esta disposición legal, se han dado algunas razones que más parecen subterfugios. Por ejemplo, se ha afirmado que las compañías no obtuvieron estos beneficios extraordinarios derivados del alza del tipo de cambio y que hay un informe del Consejo de Defensa del Estado que sostendría que esta disposición legal no es aplicable. Conozco este informe. En él no se llega a conclusiones categóricas. Es vago y no puede fundarse en él tal incumplimiento de esta norma legal. En todo caso, durante el régimen pasado, el Departamento del Cobre no hizo nada para aplicar la disposición que señalo.
Considero que esta situación irregular debe esclarecerse. El organismo más adecuado para intervenir en este asunto es el Consejo de Defensa del Estado, pues a él le corresponde resguardar los intereses fiscales, para lo cual la ley le reconoce autonomía suficiente para proceder.
En consecuencia, pido que, en nombre de la Cámara, se oficie al Consejo de Defensa del Estado, transcribiéndole estas observaciones, y solicitándole que informe sobre esta materia y también acerca de las medidas que ha adoptado para hacer efectivo este cobro.
7) Por su parte, los parlamentarios comunistas Volodia Teitelboim y Carlos Contreras Labarca, ante la actitud asumida por el Departamento del Cobre hicieron una presentación a la Contraloría General de la República, la que fue contestada por Oficio Nº 72229 de 5 de octubre de 1965 en los términos del documento cuya copia se adjunta.
Contraloría Gral. de la República Chile
Departamento Jurídico.
REF.: 87604/65
Sobre presentación de los H. Senadores don Carlos Contreras Labarca y don Volodia Teitelboim Volosky.
FUENTES: Artículo 21 de la Constitución Política del Estado, Art, 1º de la Ley 10.336 y Art. 48 de la Ley 14.171.
Nº 72229- 5 de octubre de 1965.
Materia: Forma en que procedería determinar los ingresos previstos por el art. 48 de la ley 14.171.
Antecedentes: Los H. Senadores don Carlos Contreras y don Volodia Teitelboim hacen presente a esta Contraloría General que el Departamento del Cobre no habría resguardado debidamente el interés fiscal en el cumplimiento de su misión de determinar el ingreso previsto por el artículo 48 de la ley 14.171.
En virtud del citado precepto, las Empresas de la Gran Minería del Cobre debieron restituir al Estado chileno los beneficios extraordinarios o derivados de la modificación del tipo de cambio, dispuesta en diciembre de 1958.
Pero el Departamento mencionado, en ejercicio de su función fiscalizadora, estimó que las Empresas no habían obtenido beneficios por tal concepto, ya que incurrieron en diversos gastos y pérdidas, que, deducidos de los ingresos por devaluación del cambio, compensaron las entradas y anularon los beneficios.
En los antecedentes acompañados a la presentación del rubro se incluye el cálculo practicado por el Departamento del Cobre, en que se imputan a aquellos beneficios gastos por mayores remuneraciones y pérdidas por huelgas y otros conceptos, aplicando al respecto la tesis del consejo de Defensa del Estado que, a petición del Departamento referido, informó que los beneficios debían determinarse previa deducción de los gastos y pérdidas.
Se adjuntan, además, diversos documentos en que constan las denuncias formuladas ante el H. Senado por el H. Senador don Carlos Contreras, y otras intervenciones parlamentarias relacionadas con la materia.
En esta situación se requiere a esta Contraloría General para que dictamine sobre el alcance de esas denuncias y proceda a investigar sus fundamentos.
Consideraciones.- El art. 48 de la Ley 14.171 dispuso textualmente: "Las empresas de la Gran Minería del Cobre restituirán al Fisco chileno, dentro del plazo de noventa días a contar de la promulgación de la presente ley, los beneficios extraordinarios obtenidos por la modificación de la tasa de cambio decretada por el Gobierno con fecha de diciembre de 1958."
"El Departamento del Cobre determinará el monto de estos beneficios y enviará al Senado los antecedentes en que haya fundado sus cálculos."
Como puede inferirse del precepto transcrito, la obligación que éste impuso al Departamento del Cobre consistió en determinar el ingreso fiscal derivado de los beneficios extraordinarios por concepto de devaluación del cambio, sin perjuicio de remitir al H. Senado los antecedentes en que hubiere fundado los cálculos practicados para tal efecto. La obligación impuesta al servicio aludido no ha podido ejercitarse, sin embargo, en términos exclusivos y excluyentes respecto de las facultades fiscalizadoras que competen a esta Contraloría General sobre los ingresos fiscales, en la forma prevista por el art. 21 de la Constitución Política del Estado y por el art. 1° de la ley 10.336.
En efecto, el art. 21 de la Carta Fundamental señala que "un organismo autónomo con el nombre de Contraloría General de la República, fiscalizará el ingreso y la inversión de los fondos del Fisco...". Por su parte, el art. 1° de la ley 10.336 establece que este Organismo Contralor "tendrá por objeto fiscalizar el debido ingreso e inversión de los fondos del Fisco...".
Luego, el ingreso fiscal instituido por el art. 48 de la ley 14.171, consistente en el beneficio extraordinario derivado de la devaluación, está sujeto a la fiscalización de esta Contraloría General, a la que corresponde, también, la interpretación del citado precepto.
En esta situación, cuando el Departamento del Cobre tuvo dudas sobre el sentido y alcance de la disposición, en lo relativo al concepto de beneficios extraordinarios, debió consultar a este Organismo Contralor, en conformidad con el art. 60. de la ley 10.336, en lugar de solicitar al señor Ministro de Minería que requiriera informe al Consejo de Defensa del Estado.
Así, el informe emitido por el mencionado Consejo, en una materia de la competencia de la Contraloría General, no impide a ésta analizar la aplicación dada al art. 48 de la Ley 14.171, en cuanto al sentido y alcance de este precepto, y a la incidencia de esta interpretación en la determinación del ingreso fiscal previsto por el citado artículo.
Dicho ingreso está constituido por "los beneficios extraordinarios obtenidos por la modificación de la tasa de cambio decretada por el Gobierno con fecha de diciembre de 1958"..
El Departamento del Cobre, sobre la base de lo informado por el Consejo de Defensa del Estado, estimó que estos beneficios extraordinarios no estaban determinados por la simple diferencia en el precio de venta de los retornos, sino por la utilidad neta surgida del mayor valor del dólar retornado, previa deducción de cualquier alza de los costos que hubiera afectado a las empresas.
En esta situación, dedujo del mayor valor de los retornos diversos gastos, que importaban mayores costos, incluyendo las pérdidas derivadas de huelgas producidas en el año 1959.
Esta Contraloría General no concuerda con la interpretación sustentada por el Consejo de Defensa del Estado, respecto de los beneficios extraordinarios surgidos de la devaluación.
Como se deduce directamente del art. 48 de la ley 14.171, no se trata de la mayor ganancia o utilidad que las empresas obtengan en el ejercicio correspondiente, en el conjunto de sus ingresos y gastos, sino, concretamente, del beneficio extraordinario producido por la devaluación, en forma específica.
Este beneficio extraordinario es distinto de la ganancia o utilidad del término del ejercicio, ya que no tiene por causa la explotación misma de la empresa, sino un hecho externo -la devaluación del cambio-, y deriva directamente del mayor valor de venta de los retornos.
Puede que el ejercicio mismo arroje ganancia o pérdida, en su conjunto, pero el beneficio extraordinario de la devaluación es cierto y ajeno al resultado de la gestión, por cuanto surge, en forma específica, del mayor valor a que se coticen los dólares retornados, con motivo de la devaluación.
Este mayor valor integral, sin deducciones, es el que debió ingresar a arcas fiscales, ya que constituye un beneficio extraordinario, respecto de las Empresas de la Gran Minería del Cobre, que proyectaron sus operaciones sobre la base de un retorno liquidable a un tipo de cambio determinado -el vigente antes de la devaluación- y liquidaron los retornos a un tipo superior, el fijado con posterioridad a la devaluación referida.
Por gastos o pérdidas del ejercicio, por cualquier concepto como mayores remuneraciones o huelgas, no pueden imputarse el ingreso específicamente surgido del hecho anotado, es decir, del efecto de la devaluación de los retornos de operaciones proyectadas a un tipo de cambio más alto del escudo con respecto al dólar, que, al ser devaluado, permite obtener más escudos con la misma cantidad de dólares.
Con o sin esa devaluación, los gastos y pérdidas de explotación se habrían producido igualmente, y las empresas habrían debido afrontarlos con sus propios recursos, puesto que la devaluación, en cuanto favoreció los retornos proyectados con un dólar a menor precio en escudos, significó simplemente un beneficio imprevisto, en su totalidad, que no admite deducción por gastos generales del ejercicio, cualquiera que sea el carácter que éstos revistan.
Por tanto, el Departamento del Cobre deberá determinar nuevamente, conforme a la interpretación señalada, los beneficios extraordinarios de las empresas de la Gran Minería del Cobre, derivados de la devaluación del cambio decretada por el gobierno en el mes de diciembre de 1958, para los efectos del ingreso fiscal que corresponda por tal concepto.
Conclusión: El ingreso fiscal previsto por el artículo 48 de la ley 14.171, constituido por los beneficios extraordinarios de las empresas de la Gran Minería del Cobre debe determinarse considerando el mayor valor en escudos de los dólares retornados, por operaciones proyectadas antes de la devaluación de diciembre de 1958, sin deducción de gastos generales de explotación o de pérdidas de ninguna naturaleza, ya que se trata, concretamente, del alza de los retornos derivada directamente de la devaluación del cambio.
Sobre esta base, el Departamento del Cobre procederá a determinar el ingreso fiscal referido, dando cruenta a esta Contraloría General del cálculo efectuado, sin perjuicio de remitir, a la vez, los antecedentes al II. Senado.
Transcribase al Departamento del Cobre y al Consejo de Defensa del Estado.
Dios guarde a V, E.
A los Honorables Senadores don Carlos Contreras Labarca y don Volodia Teitelboim Volosky.
Senado de la República.
8) En los días que la Contraloría General de la República entregaba la respuesta citada, el Consejo de Defensa del Estado emitió un Dictamen cuyo texto no se conoce públicamente porque, según se supo en fuentes responsables, el Ministro de Minería había solicitado que se le diera el carácter de confidencial. No obstante, el mencionado documento revocaría el acuerdo anterior de ese Consejo, contenido en Dictamen confidencial Nº 33 de 14 de enero de 1961, que era favorable a las empresas de la Gran Minería del Cobre, en el sentido de que no habrían obtenido utilidades adicionales derivadas de la devaluación monetaria.
El nuevo Dictamen sostiene totalmente lo contrario e instruye al Departamento del Cobre en el sentido ordenado por el artículo 48 de la ley 14.171.
Al respecto, la Senadora Julieta Campusano, en sesión 57ª del 12 de enero de 1966, pidió que el Consejo de Defensa del Estado remitiera copia de ese Dictamen al Senado de la República.
9) Además, durante toda la tramitación del proyecto de ley que establece bases de asociación con las compañías de la Gran Minería del Cobre, los parlamentarios comunistas, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado, interpelaron sobre la materia al Ministro de Minería, emplazándolo a que ordenara el cumplimiento de la ley 14.171 avalada en los Dictámenes de la Contraloría y el Consejo de Defensa del Estado.
10) Al dar a conocer el Senador Carlos Contreras Labarca el Dictamen de Contraloría, en sesión de 7 de octubre de 1965, el Ministro de Minería expresó:
"Ahora, si hay una interpretación distinta de la Contraloría General de la República, indudablemente ella será considerada en la forma que corresponde."
(pág. 325, sesión 7ª, 7 oct. 65).
11) Más adelante, al tratarse en la Cámara de Diputados las observaciones del Ejecutivo al proyecto de ley que establece las bases de asociación, el Ministro de Minería fue nuevamente interpelado por los parlamentarios comunistas, en el sentido de si el Departamento del Cobre se decidiría o no a cobrar los dineros fiscales adeudados por las empresas de la Gran Minería del Cobre. En esa sesión de 6 de diciembre de 1965 su insólita respuesta fue:
"...hace muy poco tiempo se pidió a la Contraloría General de la República un informe sobre la materia, informe que, recibido por el Departamento del Cobre, ha sido entregado a las empresas".
Al tratarse las mismas observaciones del Ejecutivo en el Senado (sesión 57ª, 12 enero de 1966) Julieta Campusano reclamó enérgicamente por esa actitud, sin obtener respuesta del Ministro.
Poca duda cabe de que el Departamento del Cobre ha iniciado una labor dilatoria que favorece directamente a las empresas. Es así como después del Dictamen 72229, la Contraloría, a petición del Departamento del Cobre, dictó otro con el número 72231, que refrenda el anterior. Además, por Oficio 167, el Departamento del Cobre hizo nuevas consultas destinadas a prolongar el asunto en favor de las compañías.
Por último, la Contraloría en su Dictamen Nº 7.870, de 1º de febrero de
1966, ratifica lo que había expresado con anterioridad en los términos del documento cuya copia se adjunta.
DEPARTAMENTO JURIDICO.
REF.: 108/395/65
Sobre oficio Nº 167, del Departamento del Cobre.
FUENTES: Art. 48 de la ley 14.171.
"Nº 7870.- Santiago, 1° de febrero de 1966.
Materia.- Solicita diversas ampliaciones del pronunciamiento emitido por el dictamen Nº 72.231, de 1965, de esta Contraloría General.
Antecedentes.- El dictamen citado estableció que el ingreso fiscal instituido por el artículo 48 de la ley 14.171, consistía en los beneficios extraordinarios percibidos por las empresas de la Gran Minería del Cobre, con motivo de la devaluación del cambio dispuesta por el Gobierno en diciembre de 1958, con prescindencia del resultado general del ejercicio contable, lo que importaba determinar, en forma independiente de la gestión económica de las empresas, la utilidad que obtuvieron por concepto de la referida devaluación, sin imputar a ella gastos o pérdidas generales.
Frente a este pronunciamiento, el Departamento del Cobre solicita diversas ampliaciones, para su mejor aplicación, las que inciden en el tipo de cambio que debe considerarse para determinar los beneficios extraordinarios de las empresas; en la forma de calcular estos beneficios; en la función que corresponde al Departamento mencionado para el cobro de ese ingreso fiscal; y en el procedimiento que debería seguirse para deducirlo como gasto en las utilidades generales de la empresa respectiva.
Consideraciones.- Para precisar el ámbito de estas consultas, complementarias del dictamen Nº 72.231, de 1965, es necesario determinar el origen de los mayores ingresos, de carácter extraordinarios, que la devaluación del cambio produjo en las empresas de la Gran Minería del Cobre. En este aspecto, el artículo 12 de la ley 11.828 dispone textualmente: "Las compañías retornarán en dólares de los Estados Unidos de Norteamérica las cantidades que necesiten para cubrir la totalidad de sus costos y demás gastos en moneda corriente de Chile. Con autorización del Departamento del Cobre podrán efectuar, excepcionalmente, el retorno en otras monedas para dicho objeto".
"Las compañías deberán vender estas divisas al Banco Central de Chile, el cual estará obligado a adquirirlas al tipo de cambio libre bancario".
"El Presidente de la República fijará semestralmente, con informe del Departamento del Cobre, las cantidades que las compañías deberán retornar al país para el cumplimiento de lo dispuesto en el presente artículo".
Como puede inferirse del precepto transcrito, la obligación de las empresas de la Gran Minería del Cobre consiste en retornar en dólares el costo de producción y demás gastos en moneda corriente, según las cantidades que determine semestralmente el Jefe del Estado, con informe del Departamento del Cobre. A la vez, deben liquidar estos retornos en el Banco Central, en las condiciones que el referido artículo establece.
Por su parte, el artículo 48 de la ley Nº 14.171 dispuso: "Las Empresas de la Gran Minería del Cobre restituirán al Fisco chileno, dentro del plazo de noventa días a contar de la promulgación de la presente ley, los beneficios extraordinarios obtenidos por la modificación de la tasa de cambio decretada por el Gobierno con fecha de diciembre de 1958".
"El Departamento del Cobre determinará el monto de estos beneficios y enviará al Senado los antecedentes en que se hayan fundado sus cálculos".
El beneficio extraordinario indicado surge, precisamente, del hecho de que existían retornos fijados antes de la devaluación, según la tasa de cambio entonces vigente, que pudieron ser liquidados, en parte, a un tipo de cambio más bajo del escudo chileno en relación con el dólar, lo que permitió a las empresas obtener una utilidad especial, al vender a mayor precio los dólares retornados.
Además, la devaluación dispuesta en diciembre de 1958, como se reconoce en el oficio Nº 167, de 1965 del Departamento del Cobre, cambió la paridad de E° 0,835 por dólar hasta por la de E° 1.049 por dólar, pero pasó de uno al otro valor, a través de fluctuaciones sucesivas, en el breve período comprendido entre el 9 de diciembre de 1958 y el 22 de enero de 1959. Posteriormente, la nueva paridad de Eº 1,049 por dólar se mantuvo hasta octubre de 1962, demarcando claramente el nuevo nivel alcanzado por la devaluación dispuesta en diciembre de 1958.
La naturaleza del proceso, la larga estabilidad del nuevo tipo de cambio y los necesarios ajustes que la devaluación exige en el proceso económico, no permiten considerarla como un solo movimiento de fluctuación, sino como un cambio de paridad, con varias fluctuaciones sucesivas, hasta alcanzar el nuevo tipo de cambio previsto.
En el período de la devaluación, comprendido entre el 9 de diciembre de 1958 y el 22 de enero de 1959, se produjeron tres movimientos sucesivos, con breves intervalos: de Eº 0,835 a Eº 0,989 por dólar el 9 de diciembre de 1958; de Eº 0,989 a Eº 1,004 por dólar el 16 de enero de 1959 y de Eº 1,004 a E° 1,049 por dólar el 22 de enero de 1959.
Por tanto, para determinar los beneficios extraordinarios causados por la devaluación, es necesario atenerse al tipo de cambio a que efectivamente se liquidaron los retornos, en relación con el tipo de cambio que sirvió de base para fijarlos al Presidente de la República, en ejercicio de la atribución que le confiere el artículo 12 de la ley 11.828, anteriormente transcrito.
En esta situación, los retornos fijados sobre la base del tipo de cambio anterior a la devaluación, pudieron ser efectivamente liquidados a cualquiera de los tipos transitorios, o al tipo definitivo de Eº 1,049 por dólar, que fue la nueva paridad derivada de la devaluación progresiva, que el Gobierno dispuso en diciembre de 1959.
Estas operaciones deben estar registradas en la documentación del Banco Central y en la de las propias empresas, de tal manera que, perfectamente, puede determinarse el tipo de cambio a que se efectuaron las liquidaciones, para fijar la utilidad extraordinaria surgida por este concepto.
Además, la consulta se extiende a la forma misma de calcular ese beneficio extraordinario. Sobre este punto se plantean dos problemas: uno, surgido del período de referencia, y el otro, de la moneda en que debe computarse.
En cuanto al período, cabe destacar que no puede precisarse en tiempo. Se trata de la liquidación de retornos y esta operación puede demorar, más o menos, según las circunstancias. Pero el beneficio efectivo por concepto de devaluación puede calcularse sin atender al período, considerando sólo el monto de los retornos y los tipos de cambio a que fueron liquidados. El primer factor, constituido por el monto de los retornos, surge de la determinación que debe hacer semestralmente el Presidente de la República. El segundo, por su parte, puede verificarse tanto por la documentación de las propias empresas, corno por la que lleva el Banco Central para las adquisiciones por dólares retornados en conformidad con el artículo 12 de la ley 11.828. Luego, no es necesario referir el cálculo a un período determinado, sino a un volumen de retornos liquidados con diferencia en el tipo de cambio, a causa de la devaluación dispuesta en diciembre de 1958.
En lo relativo a la moneda en que debe determinarse el beneficio extraordinario, es necesario señalar que ya el dictamen Nº 72.231, de 1965, precisó que las empresas obtenían mayor cantidad de escudos por dólar, al liquidar sus operaciones después de la devaluación. Por tanto, es, precisamente, esta mayor cantidad de moneda nacional, surgida de la liquidación de los retornos en dólares, la que constituya el beneficio extraordinario a que se refiere el artículo 48 de la ley 14.171.
Se consulta, también, sobre la función que correspondería al Departamento del Cobre en relación con el cobro del ingreso fiscal que establece el precepto antes citado. En este aspecto, la referida disposición le encomienda determinar el beneficio extraordinario y pesar los antecedentes en conocimiento del Honorable Senado. Además, sus facultades generales establecidas por el artículo 15 de la ley 11.828 le permiten exigir administrativamente el integro en arcas fiscales de la suma correspondiente.
Si ante este requerimiento, de carácter administrativo, las empresas de la Gran Minería del Cobre no cancelaran oportunamente la suma que adeuden por concepto de ingreso fiscal, el Departamento mencionado debe comunicar este hecho al Consejo de Defensa del Estado y a esta Contraloría General, para los fines que procedan.
Por último, se solicita un pronunciamiento sobre la forma en que debería deducirse de las utilidades de las empresas la suma que pagaron en conformidad con el artículo 48 de la ley 14.171, por concepto de ese beneficio extraordinario.
Al respecto, es necesario tener en cuenta que el citado precepto les fijó un plazo de 90 días contados desde el 26 de octubre de 1960, fecha de publicación de la ley en el Diario Oficial. No obstante, por la forma en que se determinó primitivamente ese beneficio, se estimó que no había utilidad extraordinaria, y no se procedió al ingreso de los recursos en el plazo legal.
En estas condiciones, ese pago no puede afectar el ejercicio del año 1960 ó 1961, en que no pudo efectuarse, sino aquel ejercicio en que efectivamente se realice. Por tanto, deberá deducirse como gasto en el momento en que se efectúe, y afectará a las utilidades del período correspondiente.
Conclusiones.
a) Para establecer el beneficio extraordinario del artículo 48 de la ley 14.171, es necesario considerar todos los tipos de cambio producidos en el curso de la devaluación dispuesta en diciembre de 1958, que extendió sus efectos hasta el 22 de enero de 1959, en que se alcanzó la nueva paridad de Eº 1,049 por dólar, teniendo en cuenta, en cada caso, el tipo a que efectivamente se liquidaron los retornos, en la forma señalada en los considerandos precedentes.
b) Para el referido cálculo no puede señalarse un período, puesto que la liquidación de retornos da origen a operaciones sucesivas. En cambio, debe considerarse el monto de los retornos fijados según el tipo de cambio anterior a la devaluación, que se liquidaron posteriormente a un tipo de cambio superior, cualquiera que sea el tiempo que haya demorado este proceso.
c) El beneficio extraordinario del artículo 48 de la ley 14.171, debe determinarse en moneda nacional, ya que está constituido por el mayor valor en escudos chilenos de los dólares retornados por las empresas de la Gran Minería de! Cobre, en conformidad con el artículo 12 de la ley 11.828.
d) El Departamento del Cobre debe calcular el beneficio extraordinario referido, y remitir los antecedentes al Honorable Senado. Además, le corresponde requerir administrativamente el pago del ingreso fiscal correspondiente, y comunicar al Consejo de Defensa del Estado y a esta Contraloría General, la renuencia en que las empresas pudieran incurrir con respecto a esa obligación.
e) El mayor gasto que signifique para las empresas de la Gran Minería del Cobre el pago de ese beneficio extraordinario en favor del Fisco, debe deducirse de las utilidades del ejercicio en que efectivamente se realice el egreso correspondiente.
Transcríbase al Departamento de Contabilidad de esta Contraloría General y al Consejo de Defensa del Estado.
Dios guarde a Ud.- Enrique Silva Cimma, Contralor General."
El incomprendido sacrificio de los obreros.
El señor TEITELBOIM.-
Quiero decir también que, mediante la máquina de propaganda que golpea mañana, tarde y noche a los ciudadanos, el Gobierno se lamenta porque la pérdida ocasionada por la huelga le impide construir 27 mil casas mínimas, ó 500 escuelas, o bien 52 hospitales, obras que, alternativamente, podrían realizarse con los ingresos que se dejan de percibir y, naturalmente, carga estos 230 millones de escudos a los trabajadores y no a sus socios: las compañías.
Indudablemente, hay pérdidas en la huelga de El Teniente, como las hay en cualquier conflicto, y los trabajadores son los que están perdiendo más y sacrificándose más; pero ellos están obligados a hacer uso de sus legítimas armas de lucha por mejores reivindicaciones. La culpa no está en ellos, sino en la intransigencia de la compañía.
Ahora, frente a los fondos no percibidos, hay otros mayores, aparte estos 23 millones de dólares del artículo 48 de la ley 14.171.
Vale la pena recordar que, como consecuencia de la rebaja en el precio de cobre de 42 centavos a 32, para las 90 mil toneladas que se colocan en Estados Unidos,...
El señor GOMEZ.-
A 36.
El señor TEITELBOIM.-
...de 42 centavos a 36, como apunta el señor Senador, el país deja de percibir 4 millones de dólares, descontada ya la prometida "compensación" de 3 millones 250 mil que debe pagar la Anaconda -nadie sabe cuándo-; porque si los van a cancelar como lo han hecho con los 23 millones, quiere decir que no los pagarán nunca. Tenemos, pues, por este concepto, una pérdida de 16 millones de escudos.
Por último, es necesario considerar la inmensa pérdida que experimenta Chile con su política de mantener precios irrisorios en el cobre. Siendo el precio del mercado de Londres de más de 80 centavos de dólar la libra, es verosímil y realista pensar que las 90 mil toneladas colocadas en Estados Unidos pueden ser vendidas, por lo menos, a 60 centavos, lo que significa que Chile pierde 48 millones de dólares.
Este cálculo, hecho sobre una base tan prudencial de 60 centavos de dólar por libra, es decir, 20 centavos menos del nivel del mercado de Londres, equivale a perder 168 millones de escudos.
Por estos tres conceptos, la pérdida total del país asciende a 318 millones de escudos, o sea, mucho más de lo que se lamenta el Presidente de la República.
Cabe preguntarse cuántos hospitales, cuántas casas mínimas, cuántos kilómetros de camino o de ferrocarril podrían construirse con estos 318 millones de escudos. ¿Por qué no lamenta el Gobierno esta pérdida y remedia la situación que la provoca?
El pueblo debe ser respetado y tomado en cuenta.
No deseamos, ahora, volver a entrar al detalle de las pérdidas que irrogan al país los convenios del cobre patrocinados por el Gobierno. Durante la discusión de esta iniciativa en el Congreso Nacional, se esclareció suficientemente el asunto y se dieron a conocer cifras que, de entrar al patrimonio nacional, permitirían no sólo desarrollar las obras públicas a que se refiere la propaganda oficialista, sino echar los fundamentos de un desarrollo económico acelerado del país.
Recordemos sólo que el ingreso tributario bajará, con la aplicación de los convenios, de 198 a 162 dólares por tonelada, mientras la utilidad de las compañías aumentará de 105 a 135 dólares.
El ingreso total de la tributación aumentará, de acuerdo con el aumento de la producción, en 17,7%, en tanto que las utilidades de la Anaconda y la Kennecott aumentarán en 85%.
Quiero terminar mis observaciones deseando, sinceramente, que este proceso abierto a raíz de la desdichada masacre de El Salvador no quede impune, no duerma indefinidamente en las tramitaciones que conducen a la nada.
En una intervención pasada, recordé un hecho que me golpeó y estremeció profundamente, algo que sucedió hace un año: la catástrofe de El Cobre. Allí no hubo una masacre a balas; pero una compañía, en forma temeraria, colocó una población debajo de un relave frágil, a punto de derrumbarse en cualquier momento, y se derrumbó. Fueron sepultados, en un mar de lava viscosa y espesa, creo que en no menos de un minuto, más de trescientos obreros chilenos, con sus familias, que vieron de repente venir la muerte de golpe sobre ellos y no pudieron hacer nada sino morir. La responsabilidad de la Compañía La Disputada de Las Condes es muy clara; sin embargo, ha pasado un año, ya no se habla de este asunto y todo sigue perfectamente impune.
Creo que en nuestro país habrá también transformación de verdad y el pueblo será tomado en cuenta el día en que su vida sea respetada y en que su muerte sea castigada.
Nada más.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Allende.
El señor ALLENDE.-
Señor Presidente, en la sesión de ayer, durante una hora, más o menos, entregué antecedentes para situar en la realidad e importancia que tiene la Conferencia Tricontinental realizada en La Habana, y señalé que este hecho, a mi juicio, reviste proyecciones extraordinarias en el destino y futuro de los pueblos que luchan por su emancipación económica y su libertad política.
Vinculé lo allí expuesto por representantes de 82 pueblos, algunos de ellos de Gobierno, y la mayoría, de movimientos de vasta y profunda raigambre, con la realidad de América Latina y de Chile.
Señalé que, como presidente de la delegación chilena -leí la parte pertinente de mi discurso-, no tuve una frase para mencionar al Gobierno del Presidente Frei, y di a conocer al Senado los antecedentes suficientes para que hasta el más reacio en entender comprendiera que un clima artificial y prefabricado, en escala proceso de lucha de los movimientos po-internacional y nacional, ha venido señalando el interés, el nefasto interés, de marear a esta conferencia como el factor determinante y explosivo destinado a sembrar el caos, la anarquía, el crimen y democratacristianos y del Senado que el asesinato.
Los representantes de 82 pueblos, entre los cuales orgullosamente estábamos, tenemos conciencia del proceso social que sacude con violencia dura al mundo entero.
Por eso, es extraño que Gobierno y hombres de un partido que se dice revolucionario puedan permitir que se use, en sus comunicados oficiales y en las propias palabras del ciudadano Presidente de la República, el mismo lenguaje de las dictaduras ignominiosas que asuelan América Latina, el mismo lenguaje de los más notables cavernarios del orbe.
Ayer, cuando hice esta exposición, quise traer al pensamiento de los Senadores democratacristianos y del Senado que el proceso de lucha de los movimientos populares chilenos tienen una raíz profunda y honda.
Dije que los socialistas habíamos nacido como una necesidad histórica, del mismo modo que sucedió respecto del Partido Comunista en nuestro país, para luchar, dura y tesoneramente, por una auténtica revolución emancipadora.
Destaqué que en los países latinoamericanos no puede haber revolución si acaso primordialmente no se considera que el factor esencial de la miseria, el hambre, los sufrimientos, la ignorancia y las enfermedades que nos aquejan, brota de la explotación inmisericorde de nuestros pueblos por el imperialismo norteamericano, que succiona nuestras riquezas, que presiona políticamente, que somete a los gobiernos a los designios de sus intereses. Recordé someramente el drama angustioso de América Latina, cuyas fronteras comunes han sido holladas sesenta u ochenta veces por la presencia de fuerzas armadas norteamericanas. Di a conocer los golpes militares que han derrocado a gobiernos auténticamente elegidos por el pueblo, con la complicidad de Estados Unidos, de la CIA y de sus organismos esenciales de espionaje. Destaqué el drama de Guatemala, ayer, y el de hace horas de Brasil, y puse acento para destacar la vergüenza de América Latina -tolerada con protestas superficiales- por lo que ocurre en Santo Domingo, y señalé el silencio culpable que ha significado el que Estados Unidos haya hecho tabla rasa de los principios fundamentales de no intervención, de autodeterminación y de soberanía. Recordé Playa Girón; hablé del silencio que en este hemiciclo hubo cuando nosotros levantamos nuestra voz para pedir castigo por el atropello cometido por el Departamento de Estado y la política norteamericana al apoyar a los contrarrevolucionarios preparados en su propio suelo para atentar contra un pueblo heroico que había conquistado, con las armas en la mano, el derecho a llamarse el primer territorio libre de América Latina. Hice presente el cerco económico, contrario a las normas de la Carta Fundamental de América Latina, que significó que, por la determinación y voluntad de Estados Unidos, Cuba haya estado al margen del comercio con nuestros pueblos, e indiqué, por último, que en la Conferencia de Punta del Este, cuando se dio a conocer la Alianza para el Progreso, los Cancilleres de América Latina firmaron un compromiso para impedir que en nuestro continente pudiera haber un gobierno marxista. Hace de esto ya siete años, según me parece. Después vino la actitud de Johnson, sus declaraciones, los conceptos de las fronteras ideológicas, las resoluciones de la Cámara de Representantes, la diabólica intención de crear el Ejército Interamericano de Paz; es decir, todo lo que constituye el cúmulo de iniciativas que obedecen a un mismo pensamiento, destinado a impedir por la fuerza el derecho de nuestros países a gobernarse de acuerdo con sus propios sentimientos y a luchar por su independencia y soberanía. Destaqué, entonces, que nuestra lucha no es ahora la lucha obcecada y terca contra un gobierno, un Presidente y un partido. Pero, señores Senadores democratacristianos, recorran los "Diarios de Sesiones" del Senado desde que hay en esta Corporación Senadores socialistas y comunistas; lean nuestras palabras encendidas, violentas, apasionadas a veces, pero llenas de razón, en las que hemos defendido nuestra convicción de que sólo el pueblo y su gobierno tendrán la independencia necesaria para herir de muerte al imperialismo, a la oligarquía terrateniente y feudal y a los monopolios. ¡Pero si por eso somos socialistas! Por lo mismo, no entendemos a los que se dicen revolucionarios, abominan del capitalismo y, simultáneamente, están contra el socialismo.
Señalé ayer la incongruencia que significa, por una parte, hablar de una auténtica reforma agraria, honestamente deseada por muchos sectores de la Democracia Cristiana y que contará con nuestro apoyo mientras más profunda sea, y, por la otra, dejar intocado el latifundio minero. En su oportunidad di a conocer las cifras enervantes y angustiosas de las pertenencias mineras en manos del capital extranjero. Señalé que de las 49.000 pertenencias existentes, algo más de 500 están en explotación; que de las 48.000 hectáreas en manos del capital foráneo, 2.400 y tantas se hallan en trabajo. Concluí, entonces, como era lógico imaginar, que nuestra lucha frontal contra la Democracia Cristiana como partido de Gobierno y contra el Gobierno mismo, estriba en nuestra doctrina, en nuestros principios, en el ideario que formamos al crear el Partido Socialista. Por lo tanto, yo pedí a los señores Senadores que, en nuestra actitud de hoy, vieran siquiera una lealtad consecuente con nuestro pasado de siempre. Destaqué como esa campaña organizada, metódica, inteligente y pérfida, se había lanzado fundamentalmente contra el Frente de Acción Popular, el Partido Socialista, el Partido Comunista y el Senador que les habla. Y leí los títulos de "El Mercurio" y "La Nación", y las palabras del Presidente Frei que implican una alusión indirecta a mi persona. Junto con deshacer mediante argumentos serios y sólidos todo este conjunto diabólicamente organizado, insultante y grosero para nuestra lealtad hacia Chile y su pueblo, al suponernos recibiendo órdenes foráneas, hice presente que en la tarde de hoy iba a referirme en forma más concreta a los acontecimientos dolorosos ocurridos en El Salvador. Señalé ayer y reafirmo hoy -me congratulo de las palabras del Honorable señor Teitelboim al respecto- que el imperialismo norteamericano tiene también su garra metida en el drama de los trabajadores chilenos y es, en esencia, responsable moral, asimismo, de lo que aquí ha sucedido.
Señores Senadores, nuestro compañero Honorable Senador Tomás Chadwick, en forma extensa -intencionadamente extensa, diría yo-, ha ido marcando lenta pero firmemente, con argumentos irrefutables, todo lo sucedido, todo lo acontecido, todo lo que allí pasó, minuto a minuto, y lo ha hecho con la capacidad que el Senado y el país le reconocen como abogado especialista en materia criminal y penal. Tal como lo hizo anteayer el Senador radical Honorable señor Miranda en una intervención mucho menos extensa, el Honorable señor Chadwick demostró que la versión oficial del Gobierno y la que, por desgracia, entregó el Presidente de la República, no tienen asidero alguno en la realidad de los hechos. Ello me exime de insistir sobre esta materia, pero deseo, sí, reafirmar dos o tres conceptos.
En primer lugar, hacia las once y media del día en que ocurrieron los hechos delictuosos de El Salvador, Carabineros exigió la salida de tres periodistas que se encontraban en el mineral. Ellos son la señorita Gladys Díaz y los señores Douglas Hübner y Boris Pinkas. Los dos periodistas varones pertenecen al Canal 9, y la señorita Díaz, a la Radio Sociedad Nacional de Agricultura. Además, se hallaba en El Salvador un estudiante de la Escuela de Periodismo, de apellido Barahona, que había ido hasta allá para trabajar en su memoria para graduarse. ¿Por qué se hizo esto? ¿Qué se pretendió evitar con semejante medida? Se quiso evitar la presencia de gente que pudiera informar. A tal extremo llegó la acuciosidad en cumplir aquella orden, que, después de ser llamados a la Comisaría y notificados de que debían abandonar el campamento, cuando dos de los periodistas se encontraban almorzando, se les dijo que ni siquiera podían terminar su almuerzo y, acto seguido, se les puso fuera del mineral. Después vienen los sucesos, ocurridos en la forma como los narró aquí el Honorable señor Miranda y como los detalló, con minuciosidad increíble, nuestro compañero Honorable señor Chadwick. Sin embargo, deseo agregar algunas cosas muy breves a lo dicho por mis Honorables colegas. El Senador señor Chadwick mencionó la circunstancia de que fueron arrojadas bombas lacrimógenas. ¿Cuántas bombas? ¿Cuarenta? ¿Cincuenta? ¿Setenta?
El señor CHADWICK.-
Setenta.
El señor ALLENDE.-
Pues bien, ¿qué piensa el Senado? ¿De qué clase de bombas se trata? ¿Puede alguien imaginar lo que es un local cerrado dentro del cual se disparan setenta bombas lacrimógenas como ésta que tengo en la mano? ¿Puede alguien pensar en la desesperación que tiene que provocar este hecho en las 250 personas congregadas en ese recinto, cuya puerta fue cerrada, como lo declaró el propio oficial, por lo cual tuvieron que destruir la otra puerta para salir? Y allí dentro había mujeres, niños y doscientos o doscientos cincuenta trabajadores.
He traído hasta el Senado dos de estas bombas. Una de ellas hizo explosión y la otra no. Si hubiera tenido el dispositivo, la habría hecho funcionar para demostrar al Senado que todos los aquí presentes habríamos huido con una sola bomba.
También he traído quince o veinte cápsulas, de las recogidas al azar, para que se aprecie la lluvia increíble de balas que fueron disparadas.
Además, he traído conmigo, para ponerlas a disposición del Senado, una película cinematográfica y un conjunto de fotografías. La película presenta el campamento después de ocurridos los incidentes. En ella no se ven barricadas ni el montón de tablas para construirlas; se ve lo que es el local del sindicato y lo solitario que está; se aprecia la distancia a que se halla de la población; se comprueba que en la comisaría no ha pasado nada y se ven los funerales de las víctimas, lo que indica cómo todo un pueblo dolorido, silencioso, amargado, pero dispuesto a continuar luchando, estuvo presente para condenar la masacre de sus hermanos.
En las fotografías, tomadas por un obrero durante el baleo, no se ven las barricadas ni los grupos enfurecidos de que habla la imaginación afiebrada del señor capitán de Ejército. En una de las fotografías, se ve a una mujer frente a la tropa, a una mujer que está junto a un grupo, que en total suman 3 ó 4 mujeres con la bandera chilena en sus manos -no sé si aquélla fue la que cayó acribillada-; pero aquí se ve cómo cae destruida la imaginación torcida de los que hablaban "de turbas". Aquí se ve un grupo pequeño de obreros que estaban cerca del local sindical. Pero se alcanza a divisar algo increíble que no destacó insistentemente mi compañero el Honorable señor Chadwick: se ve la parte destruida del cerco del estadio. Los obreros que destruyeron la puerta del sindicato que estaba cerrada con un candado -acribillados, espantados, cercados por la policía- rompieron parte del cerco que cierra el estadio, y por allí arrancaron. Uno de ellos murió con una bala que atravesó las dos paredes del sindicato y la muralla de calaminas del estadio.
Eso es lo que entrego como documentos al Senado, y pido sean insertados como parte de mi intervención.
Tengo a mano la lista de los heridos. He reclamado telegráficamente que el médico señor Vidal entregue a la Oficina de Informaciones del Senado un detalle de las lesiones que causaron las ocho muertes. Se me ha informado que un telegrama de dicho facultativo anuncia que ese documento llegará hoy a la Corporación. Me interesa que los señores Senadores sepan qué lesiones causaron la muerte de ocho personas y cuántas balas tenían algunos de los cadáveres y en dónde fueron los impactos.
Tengo aquí -me preocupé personalmente de sacar la lista- los diagnósticos de los 36 heridos que estaban en El Salvador y Potrerillos. También pido que se agregue a los documentos ya solicitados.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
¿Me permite, señor Senador?
Solicito el acuerdo de la Sala para insertar los documentos mencionados por el Honorable señor Allende.
El señor ALLENDE.-
Todos los documentos.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Acordado.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¿Me permite?
Sólo para solicitar que esos documentos sean enviados a la Comisión investigadora de la Cámara de Diputados.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Así se procederá.
Acordado.
-Los documentos cuya inserción se acordó, son los siguientes:
DIAGNÓSTICOS POR ACCIDENTES OCURRIDOS EN EL MINERAL EL SALVADOR
FOTOGRAFIAS
FOTOGRAFIAS
FOTOGRAFIAS
FOTOGRAFIAS
FOTOGRAFIAS
FOTOGRAFIAS
El señor ALLENDE.-
Señor Presidente, quiero señalar que del estudio somero que hice de los diagnósticos a que me referí, puede sostenerse que un porcentaje elevado de ellos refleja que no todos, como se dijo en una ocasión, habían sido heridos en las piernas, porque se había disparado al suelo. Hay heridos en la cabeza, en el hombro, en el tórax, en el abdomen, en los muslos, en los glúteos y en las piernas, en todo el cuerpo. Lamentablemente, hay una muchachita de quince años con un estallido de la rodilla. Hay un obrero que tiene una parálisis braquial y que está aquí, de los mandados a Santiago. Asimismo, en esa lista figura el diagnóstico del Capitán Alvarado. Cuando interrumpí a mi colega y amigo Honorable señor Chadwick, le dije que en la lista que lleva la firma del doctor Pantoja, no se deja constancia de la contusión que, además de la fractura de la pierna derecha, según se dice, tiene el Capitán Alvarado.
Frente a estos hechos, quiero referirme a dos aspectos muy importantes: Primero, conversé con el doctor Pantoja el mismo día que llegué al mineral. Antes pasé al sindicato a expresar mi pesar a los trabajadores y sus compañeros; a mirar un instante el drama de esos cadáveres, testimonio silencioso pero brutalmente acusador. Posteriormente, fui al hospital.
El doctor Pantoja me conoce bastante. Estaba operando, según se me dijo. Pocos minutos después vino a hablar conmigo. Le dije: "Doctor, quiero ver los enfermos. Lo hago como presidente de la Comisión de Salud Pública del Senado, y como médico. Me respondió: "Le ruego no insista, doctor; se lo pido como un acto de deferencia hacia los enfermos y hacia mí". "Bien doctor" -le expresé-, "no insisto".
Pregunté al doctor Pantoja cuál era su opinión sobre las heridas; y me expresó que, a su juicio, todas ellas tenían características similares. Lo mismo había dicho antes al Senador Chadwick en presencia de los señores Namías e Infante, ambos médicos, y dos doctores más del hospital. Conversamos sobre los hechos ocurridos; le dije que me había informado de su actitud, y abandoné el hospital.
En la tarde volví a hablar con el doctor Pantoja, porque oí una versión que decía que ese facultativo sabía quién había disparado contra el oficial. Le pregunté: "Doctor Pantoja, ¿qué piensa usted? Me dijo usted hace horas que la herida del Capitán Alvarado tenía características similares a las de los demás". Me respondió: "Yo creo que esa herida se produjo con un arma corta, después de la versión que me dio un obrero que está herido" -y cuyo nombre no me entregó- "a quien acabo de operar y que tiene una lesión en el plexo braquial. Este obrero dice que él vio, porque estuvo a su lado, a un obrero que disparó con revólver y puede ser entonces" -me dijo- "que la lesión sea de una bala de revólver".
Al día siguiente volví al hospital. Pedí la lista de los diagnósticos y, como médico, me di cuenta de que hay un solo herido que tiene una parálisis del plexo braquial, y este señor se llama Guillermo Weber Madariaga.
Hoy estuve en el Hospital Militar. Me acompañó, sin saber a lo que iba, el Secretario de la Comisión de Salud Pública del Senado. Conversé -en presencia del señor Enrique Gaete, del doctor señor Lehrer, de las enfermeras señoritas Norma Donoso y Sonia Jara, y de un empleado del servicio, Misael Miranda- con el señor Weber, con el obrero Weber. Sostuvimos el siguiente diálogo:
"-¿Me conoce usted?
-Sí.
-¿Se le ofrece algo?
-No, gracias.
-Usted, ¿es soltero?
-Sí.
-¿Usted trabaja como particular?
-Sí.
-¿Usted vive en la de un carabinero?
-Sí.
-¿Usted vio disparar a algún obrero?
-No.
-¿No le consta eso?
-No me consta.
-Que se mejore.
-Gracias".
El doctor Lerher, por su parte, me expresó: "Es la cuarta versión distinta que he oído a este hombre".
Aquí está lo narrado por el señor Enrique Gaete, no en su calidad de Secretario de la Comisión de Salud Pública, porque no puede oficiar como ministro de fe fuera del Senado, sino en carácter de un hombre que me acompañó requerido por mí, sin saber a lo que iba:
"Acompañando al doctor Salvador Allende, Presidente de la Comisión de Salud Pública del Senado, presencié cuando el Senador Allende visitó en la Sala de Recuperación del Hospital Militar a los enfermos Luciano Cavieres y Guillermo Weber.
Estaban también presentes el doctor Lerher, médico de turno, y las auxiliares Norma Donoso y Sonia Jara. Estaba también un señor que dijo llamarse Misael Miranda, empleado del hospital.
Al enfermo Cavieres le preguntó si necesitaba algo, y si lo conocía. Le contestó que sí, que lo conocía y que nada necesitaba, agregando que tenía ambas piernas quebradas.
Al enfermo Weber, le preguntó el doctor Allende si vivía en casa de un carabinero en El Salvador, y éste le contestó que efectivamente así era. A continuación el doctor Allende le dijo se había visto disparar a algún obrero. El enfermo manifestó que no por dos veces.
Al retirarnos, el doctor Lerher le expresó al doctor Allende que era ésta la cuarta versión que le oía al enfermo Weber.
Esto ocurrió entre las 14.30 horas, en que el doctor Allende me pidió lo acompañara. Al subir al automóvil dijo que íbamos en dirección al Hospital Militar a visitar a unos enfermos. Regresé al Senado alrededor de las 16 horas."
(Fdo.) : Enrique Gaete."
Pues bien, queda entonces también demostrado lo feble de ese testigo.
¿Cuánto tiempo me resta, señor Presidente?
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Sólo un minuto, y hay que dar cuenta de una indicación llegada a la Mesa.
El señor ALLENDE.-
Me equivoqué, pues creí que la sesión era hasta las veinte treinta.
Tengo un documento que es sencillamente una bomba, que es el que Sus Señorías pueden ver. Dicho documento prueba que en el Hospital Militar -está consignado en el libro de guardia- los endrinos están incomunicados; que sólo pueden entrar a visitarlos el periodista González Alfaro, enviado de la Presidencia de la República, y la mujer del Capitán herido:
"Certifico que siendo las 15 horas 15 minutos de hoy, a solicitud del Senador don Salvador Allende, me constituí en la Sección Guardia Médica del Hospital Militar y obtenida la autorización que me dio el doctor Lehner procedí a copiar la siguiente anotación que rola en la página 243 del "Libro de Novedades", corres-pendiente al 13 de marzo de 1966:
18 horas. Ingresa Capitán Alejandro Alvarado y cuatro civiles, traídos desde el Mineral de El Salvador, quienes llegan por vía aérea a Los Cerrillos. Quedan hospitalizados en p. 402 y Recuperación, respectivamente. Por indicación del Residente Jefe se establece como procedimiento a seguir y hasta nuevo aviso, que permanecerán incomunicados para cualquier declaración, colocándose guardia militar en pieza 402 y Sala de Recuperación. Hace excepción a esta disposición el señor González Alfaro, enviado de la Presidencia de la República y la esposa del Capitán, quien podrá permanecer a su lado si no hay contraindicación formal. Hay firmas: Muñoz Ide.- B. Valdés.- S. Ilic. Santiago, 17 de marzo de 1966."
¿Qué significa esto? Si estaban incomunicados, ¿cómo puede autorizarse la entrada de un personero de la Presidencia de la República, de un personero de la Presidencia de la República que desde la Radio Portales. ..
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¡Mercenario!
El señor ALLENDE.-
...me ha injuriado y ha injuriado al movimiento popular; que sostuvo artera y canallescamente que yo me encontraba en El Salvador? Es un hombre descalificado moralmente y que, por desgracia, hoy día ha tenido el derecho de ir a hablar a los enfermos, a entrevistar al Capitán Alvarado y que lleva la jerarquía directa de la Presidencia de la República.
El señor RODRIGUEZ.-
¡Qué vergüenza!
El señor BARROS.-
¿Por qué no se prorroga la hora?
El señor PALMA.-
Es culpa del médico, porque confundió a quienes ingresaban incomunicados con los que ingresaron a la sala de recuperación.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Por haber llegado el término de la hora, se levanta la sesión.
"