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El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Señor Presidente:
Un semanario gráfico de la capital reveló la semana pasada un acto que atenta contra los derechos humanos, que establecen que ningún individuo puede ser sometido a tratos crueles o degradantes; y si ahora el Senado guardara silencio sobre él, incurriría en indiferencia culpable. Por esta razón, he demandado la atención de la Mesa para considerarlo.
Se trata de un espectáculo captado por el fotógrafo de la revista "Ercilla", en que aparecen dos mujeres encadenadas por los pies al camastro en que duermen, yaciendo todavía una de ellas descalza, como una estampa propia del Medioevo. Agrega la información que la escena se ha recogido en una casa correccional de mujeres dependiente de la Subsecretaría de Justicia. Allí se vive un mundo separado del sistema penitenciario, donde existe ausencia absoluta de toda dirección científica e impera sólo la bondad adecuada a la norma religiosa.
Sin intentar discriminar sobre el procedimiento correccional aplicado, deseo recordar que la legislación orgánica de tribunales, que contiene sabios preceptos para la administración de justicia, dispone que los jueces con jurisdicción en materia criminal están obligados a visitar periódicamente los establecimientos donde se hallan los detenidos a quienes procesan, a fin de indagar -dice la disposición a que me refiero- "si sufren vejaciones indebidas".
No desconozco que la denuncia compromete a personas caídas en delincuencia. Pero, ¿quién puede señalar el límite, señor Presidente, que separa la responsabilidad que afecta a la estructura social que las engendra?
La triste y dolorosa denuncia del semanario golpea con tanta fuerza en la conciencia, que, por ahora, me limitaré a solicitar el envío de los siguientes oficios:
Uno, al señor Presidente de la Corte Suprema de Justicia, para que se sirva adoptar las medidas que el Alto Tribunal que preside considere convenientes.
Otro, al señor Ministro de Justicia, para que se sirva proponer al Congreso Nacional la legislación que impida presentarnos ante la conciencia universal en ofensa a los derechos humanos, que una ley de la República consagró.
Por la importancia de la materia, solicito de la Mesa que se sirva despachar estas comunicaciones con la mayor rapidez posible.
Acompaño un ejemplar de la publicación.
He dicho.
-Se anuncia el envío de los oficios solicitados, en nombre del señor Senador, de conformidad con el Reglamento.
"
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