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- rdf:value = " El señor CHADWICK.-
Las palabras pronunciadas por los Honorables señores Sepúlveda y Bulnes obligan a hacer un alcance.
El señor CURTI.-
¡A ver si lo alcanza. . .!
El señor CHADWICK.-
El problema requiere un nuevo esclarecimiento, porque mis Honorables colegas han olvidado el artículo 5º, que estatuye que estas instituciones privadas sean lugares de internación forzosa de los menores, por disposición de los respectivos juzgados o consejos técnicos. De manera que a estas entidades llegarán menores provenientes de los más distintos credos, de las formaciones más variadas en el campo religioso y espiritual, y la suerte de ellos estará determinada por el credo o religión que imparta la obra asistencial de cada una de estas instituciones.
Además, Sus Señorías han olvidado el argumento primero, que se ha dado con insistencia: que todas estas instituciones privadas incluidas en esta disposición, porque viven, se mantienen o financian con los dineros públicos. Algunas en su totalidad; todas, sin excepción, en gran porcentaje. Si los recursos provienen del Estado chileno, del sector público de este país que no tiene religión ni iglesia, nosotros no podemos aceptar que, por la vía de este subterfugio se dé un paso atrás y este Estado laico, sin religión, se transforme en un poder que asigna recursos y obliga a los menores a soportar, a veces, enseñanzas que repugnan al medio de donde vienen.
En cuanto a la observación formulada por el Honorable señor Palma, quien ha hablado del bajo costo de las instituciones privadas, me permito disentir de esa opinión, pues en esta materia las estadísticas y la forma de presentar los números dan amplio campo para toda clase de afirmaciones. Nadie más abnegado, con más vocación, que el funcionario modesto que, con un sueldo de hambre, sirve al Estado en estas tareas penosas y llenas de sacrificios. Sé distinguir muy bien entre el funcionario pobre, raído en su vestimenta, que no tiene qué llevar a su casa y otros "apóstoles", gorditos, bien lustrosos, que aparentemente no tienen gran presupuesto, pero que han asegurado sus vidas y carecen de aflicciones en la satisfacción de sus necesidades básicas.
El señor CORBALAN (don Salomón).-
¡ En ¡a tierra y en el cielo. . . !
El señor CHADWICK.-
No creo que los funcionarios, sean de la educación pública o de las instituciones estatales de asistencia de menores, deban bajar la vista porque sus costos sean altos o sus emolumentos grandiosos. La realidad de este país es muy diversa. Ellos son verdaderos apóstoles y sacerdotes de un Estado laico, que buscan en el hombre su destino, su plena justificación, sin necesidad de recurrir a otra clase de expedientes.
Por eso, con énfasis, voto que no.
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