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- rdf:value = " El señor DURAN.-
Me siento en el deber de expresar algunas opiniones respecto de la materia, porque los distintos tipos de comentarios dentro del Senado o los aparecidos en la prensa, pueden permitir que la gente se forme un juicio equívoco del criterio que un Senador tenga con relación a una materia tan importante, expresado en un debate donde se han canalizado argumentos de. carácter internacional, ajenos al texto mismo del proyecto que en este instante nos preocupa.
Creo útil señalar, dentro de los análisis de carácter internacional' hechos, el juicio mutable de las distintas tendencias o colectividades partidarias.
Me parece que un sentimiento de claro carácter negativo ante los Estados Unidos ha ido tomando más y más fuerza dentro del ámbito nacional. No se trata del hecho aislado de un partido político que, por razones internacionales -que yo llamaría casi de tipo tradicional-, mantenga una actitud beligerante en el mundo respecto de los Estados Unidos, como consecuencia de su alineamiento doctrinario con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ya no es sólo el Partido Comunista de Chile el que expresa un juicio combativo contra la política de la nación del norte. No son sólo los partidos qué integran el Frente de Acción Nacional, que actúan bajo la sigla de FRAP, los cuales durante mucho tiempo se caracterizaron, como aquí se ha señalado, por su expresión clara y firme en contra de la política norteamericana. No podemos, sin embargo, ser injustos. Otra colectividad política entró también en la brega: la Democracia Cristiana, cuyos jefes políticos y parlamentarios, en elecciones presidenciales y de regidores, en la tribuna universitaria o popular, entró en la contienda, en una compentencia febril, con el objeto de aparecer ante el electorado más duros, con aristas más violentas, en contra de lo que ellos mismos denominaron "el imperialismo norteamericano".
Excúseme el señor Presidente que no personalice para traer a recuerdo los discursos que aquí mismo tuvimos oportunidad de escuchar. En especial, porque los hombres que pronunciaron tales expresiones o que fueron encendiendo al país con esta misma mística, ocupan hoy posiciones destacadas de Gobierno y vinculan su actividad incluso a las relaciones exteriores de nuestro país.
Ya no es la historia de ayer, porque es en el acontecer de hoy que vemos este mismo tipo de definiciones doctrinarias.
Comprendo que ahora el planteamiento de la Democracia Cristiana resulte más difícil. Sus militantes son Gobierno; tienen responsabilidad frente al país; están con el timón del mando, y se dan cuenta que toda su vieja demagogia electoral choca brutalmente con la realidad política del país, tanto en el orden nacional como internacional. Sin embargo, ello no es inconveniente, dentro de esta línea rara, zigzagueante -me atrevería a decir tortuosa- para que cada cierto tiempo apa-rezcan algunos repuntes tendientes a que el pueblo no crea, sonrojándonos, que ellos están entregados al imperialismo norteamericano. Cada cierto tiempo alguno de sus líderes aparece, en convenciones, en las radios o en la prensa, con claras vibraciones antinorteamericanas. Ahora mismo, en este debate he tenido oportunidad de escuchar, con especial interés, a nuestro distinguido colega Tomás Pablo. Fluye de de sus palabras -como todos hemos entendido- que el señor Senador busca mil explicaciones: nos dice que los oficiales chilenos aprenderán técnicas más nuevas; que los barcos norteamericanos están muy bien montados; que todo esto es beneficioso. Más adelante agrega que nadie podrá decir que el trato humano no sea conveniente. Pero este mismo trato humano conveniente, mañana puede serlo respecto de Rusia o de algunos países socialistas. ¿Por qué no?
Y completa su panorama, dentro de esta visión de tipo doctrinario que el señor Senador y su partido tienen, diciendo:
"Nadie tema que todo este montaje relacionado con la Operación Unitas tenga como consecuencia un intercambio de ideas para combatir la guerrilla". ¡No, no puede ser esto! Y nos da un gran argumento:
se trata de operaciones antisubmarinas; y los guerrilleros, a menos de transformarse en hombres ranas, operan en tierra, en la cordillera o en la montaña.
¿Y para qué toda esta argumentación? Para justificar un poco el hecho de que este tremendo partido antiimperialista y antinorteamericano ahora participa en la Operación Unitas. ¡ Pero que no vaya a creer la expresión popular que ellos quieren contaminarse con esta cosa trágica, casi vergonzante, de tratar con los Estados Unidos! Con ese país hay mucha cordialidad en materia de créditos; mano tendida cuando se piden favores. ¡Ah!, pero en el problema político, no se quieren manchar.
Y ésa no es sólo la opinión de nuestro distinguido colega el Honorable señor Pablo.
Cuando el Excelentísimo señor Frei iba a viajar a Europa, ¿no recordamos que en esta Corporación los Senadores comunistas le preguntaron al Canciller, derechamente: "¿Díganos si acaso el Presidente de la República irá al muro de Berlín"? Y el señor Ministro de Relaciones eludió una respuesta clara.
Esa es la trágica realidad de Chile: no se puede debatir con los democratacristianos. Ellos son resbaladizos. Cuando se enfrentan al choque ideológico, escabullendo el busto, tratan otras materias. Lo hacen con habilidad, con la vieja táctica de una escuela respetable, pero que no compartimos.
¿Y qué dijo el señor Valdés? Nada. Tampoco ningún señor Senador discutió la disposición constitucional en el sentido de quien dirige las relaciones internacionales es el Presidente de la República. Si el señor Frei, al ir a Europa, quería visitar el muro de Berlín, ése era su problema. No podíamos estar condicionando su permiso. A mí me correspondió fijar esa línea, porque los Senadores democratacristianos no querían decir que el Excelentísimo señor Frei iría al muro de Berlín. Aquí nos quedamos en la espera; la decisión era una especie de sorpresa. Y el Primer Mandatario fue al muro de Berlín. No hace muchos días, un Senador comunista recordó este mismo hecho.
¿Para qué todo este conjunto de vericuetos? ¿Para qué esta carretilla de hilo negro, con vueltas y más vueltas? ¿Por qué no tener una posición clara y de entereza frente al acontecer internacional?
Yo soy de la órbita occidental. En ella está mi espíritu. Soy demócrata y no me gustan las concepciones de fuerza. Por eso estoy en este lado y alineado en él.
El Honorable señor Pablo nos dijo que, en la lucha entre uno y otro frente, ellos buscan una posición intermedia. Y, ¿qué nos expresó el Ministro de Relaciones Exteriores señor Valdés? Que él era un hombre partidario del Tercer Mundo: ahí, en la línea de las sombras.
¡ Pero qué curioso resulta que el Partido Demócrata Cristiano y su Gobierno sean partidarios del Tercer Mundo y nos vengan a pedir un arreglo para hacer la» operaciones militares o navales juntamente con una de las partes en disputa! Es un neutralismo con un poco de inclinación para un lado. Este es un fenómeno de los más curiosos que ha visto la humanidad: ¡un neutralismo con "ladeada"!
He tenido la obligación de señalar este hecho, porque la actitud antinorteamericana a la cual se ha ido llevando a este país ha llegado hoy -me atrevería a decir- casi a la unanimidad.
Con tanto fervor, con tanto talento y-con tanta furia se planteó por unos y otros la línea antinorteamericana, que el Gobierno del señor Frei, en una acción que todos recordamos, acordó, durante su discusión, modificar el derecho de propiedad según las fórmulas de la Democracia Cristiana. De conformidad con éstas, el concepto del derecho de propiedad se destroza y los propietarios de predios agrícolas quedan sujetos al despojo. Se estimó que esto era muy grave, y, respecto de determinados-bienes de las compañías extranjeras, se fijó también expresamente la posición del Senado de Chile. Sin embargo, en la Cámara, cuya mayoría está con el Gobierno, se modificó esa posición: se dictaron normas de excepción, propuestas por el Gobierno, según las cuales se establecían claras líneas que permitían al Ejecutivo apretar la garganta a los chilenos; pero, al mismo tiempo, se fijaban normas para marginar de este tipo de política a las grandes empresas norteamericanas. No creo que el señor Frei haya tenido esa iniciativa "motu proprio".
Estas cosas se conversan. Excúsenme los señores Senadores que lo diga. Crea que las compañías se habrán molestado y dijeron al señor Dungan la forma cómo se iba a operar. ¿Qué se creó, en el fondo, mediante este tipo de presión? En todo el ámbito nacional hubo la impresión clara de que en este país se implantaría uña posición de mano dura, firme, antiempresarial, anticapital, siempre que esas empresas y esos capitales estuvieran en manos de chilenos. Si lo están en poder de extranjeros, entonces se tiene respecto de ellos un trato preferencial; en todo caso, claramente diferenciado.
Este tipo de política contó con el respaldo del señor Dungan. Porque la fijación integral de las grandes transformaciones, en el fondo, han contado con el aplauso del Embajador de los Estados Unidos.
El señor Dungan, cada vez que el Gobierno hace algo importante, como es la reforma agraria, creyéndose militante de la Democracia Cristiana, dice que ése es un paso trascendente, ideas muy buenas, hábilmente concretadas por el Gobierno del señor Frei. Y resulta que en la medida en que se discute este proyecto, que para el señor Dungan es una maravilla, el propio Gobierno hace rectificaciones. De modo que cuando se despache el proyecto, sale una cosa distinta; y el único que aplaude la iniciativa absolutamente transformada, con las líneas viejas, es el Embajador de los Estados Unidos.
¿Qué diríamos nosotros si el Embajador de Rusia expresara una opinión política respecto de materias que son del debate contingente político del Senado? Diríamos que es una intervención abierta del Partido Comunista, operando por intermedio del imperialismo soviético. Sin embargo, aquí no pasa nada. Nada sucede cuando un señor sacerdote, como el padreVeckemans, se matricula en la línea política militante y hace de inspirador y activista del Partido Demócrata Cristiano, siendo extranjero, porque es un religioso belga.
Si fuera un soviético quien viniera a dirigir las huelgas comunistas, ¿qué diríamos? Diríamos que hay una intervención inaceptable y al causante se lo pondría en la frontera. En cambio, al señor Veckemans no lo pone nadie en ninguna parte. Ahí está, cómodamente instalado, haciendo de director político.
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