-
http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1
- dc:title = "EJERCICIOS NAVALES COMBINADOS EN AGUAS TERRITORIALES."^^xsd:string
- bcnres:tieneTramiteConstitucional = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267
- bcnres:esParteDe = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1
- bcnres:tieneResultadoDebate = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds18
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds3
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds16
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds34
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds9
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds26
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds11
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds21
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds5
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds13
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds31
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds17
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds2
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds33
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds8
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds25
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds10
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds20
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds4
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds12
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds29
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds30
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds23
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds7
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds15
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds19
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds32
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds24
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds28
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds27
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds22
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds6
- bcnres:tieneSeccionRecurso = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/documento/597267/seccion/akn597267-po1-ds1-ds14
- bcnres:tieneTramiteReglamentario = http://datos.bcn.cl/recurso/nulo
- rdf:value = " EJERCICIOS NAVALES COMBINADOS EN AGUAS TERRITORIALES.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Corresponde proseguir la discusión del proyecto que autoriza la realización de maniobras combinadas en aguas territoriales.
-El proyecto se inserta en los Anexos de la sesión 1ª, en 3 de octubre de 1966, documento Nº 18, y el informe, en los de la sesión 4ª, en 5 de octubre de 1966.
La señora CAMPUSANO.-
Señor Presidente :
La discusión de la autorización para una nueva Operación Unitas ha dado motivo para que órganos de prensa de Derecha y de Gobierno hayan pretendido desviar el problema de su verdadero centro, eludiendo analizar el significado de estas operaciones conjuntas y prefiriendo el camino de la alabanza fácil a los beneficios que, según ellos, la generosidad yanqui nos proporcionaría, y de la denigración de quienes manifiestan su opinión contraria.
Estimamos que tal actitud es injusta e irresponsable. En materias de tal importancia como son la defensa nacional y la integridad de nuestra independencia y soberanía, creemos indispensable superar los planos de la majadera adulación de la "Gran Democracia del Norte" y las invocaciones grandilocuentes al patriotismo y al honor. El movimiento popular y los comunistas reivindican para sí, con hondo orgullo, una invariable posición patriótica. Desde sus orígenes, difíciles y dolorosos, el movimiento obrero asumió la defensa del verdadero interés de Chile y de su pueblo, denunciando la entrega de sus riquezas a los extranjeros y oponiéndose a la hipoteca de nuestra soberanía. No han sido los trabajadores ni los partidos populares quienes han ido entregando las riquezas básicas de Chile, que pudieron ser el fundamento de un desarrollo económico acelerado; ni quienes han dado toda clase de privilegios y garantías al capital foráneo; ni quienes han firmado pactos militares ominosos para nuestra soberanía; ni quienes han ordenado derramar sangre.
Nos oponemos a estas operaciones, como nos opusimos al Pacto Militar; al Tratado de Río de Janeiro, llamado de Asistencia Recíproca; a la participación de nuestros oficiales en la Escuela de Panamá. Estamos contra todo lo que signifique atarnos al carro del imperialismo, precisamente porque somos patriotas, porque deseamos un Chile digno e independiente y porque no queremos que un día los chilenos se vean arrastrados a una guerra por intereses ajenos a su soberanía, con su estela de destrucción y muerte.
El imperialismo norteamericano, principal enemigo de los pueblos latinoamericanos, ha ido tejiendo una hábil maraña de pactos, tratados y convenios para uncirlos a su propio carruaje y conseguir que, poco a poco, los gobiernos consientan en limitar la soberanía de sus países. Ha pretendido, incluso, en la actualidad, bo- rrar para siempre el principio de autodeterminación y reemplazarlo por el de intervención armada de la OEA. Este proceso lleva a una disminución de la independencia nacional y va constituyendo organismos y procedimientos que son una grave amenaza para la soberanía de cada país.
Creemos que reaccionar para sacar a Chile de esa pendiente es precisamente patriotismo. Es necesario preservar nuestra independencia y soberanía. Es necesario preservar nuestro derecho ano participar en una guerra que puede ser desatada por un acto de histeria de un Johnson o un Goldwater. Es necesario preservar el derecho de independencia, de no verse obligado por decisiones de ese circo de títeres que es la OEA.
Reafirmamos nuestra posición en el sentido de que Chile debe retirarse de la OEA y desahuciar el Pacto Militar, sin integrarse a grupos militares de ninguna especie; y debe asumir una posición digna e independiente, que le permita decir su palabra de paz y fraternidad en el concierto de las naciones.
Desde estas posiciones de principios, desde este ánimo esencialmente patriótico, los Senadores comunistas actuamos en la Comisión de Defensa, y hoy como ayer, entregamos las razones por las que votaremos contra la Operación Unitas.
Queremos dejar en claro que esta posición no es contrapuesta a reconocer la eficiencia profesional de nuestras Fuerzas Armadas y su capacidad para asimilar las técnicas más modernas, incluso en condiciones de equipamiento no óptimas. Valorizamos también la actitud de prescinden-cia política y de respeto al orden constitucional, que constituye, sin duda, un rasgo distintivo de nuestros institutos armados dentro de América Latina. Deseamos que estas características no se alteren jamás. Valorizamos el patrotismo de nuestras Fuerzas Armadas y creemos necesario atender a su equipamiento, a su perfeccionamiento, a su situación económica. Creemos justo que el Gobierno y el Alto Mando den paso a que el adiestramiento en técnicas modernas pueda perfectamente buscarse en academias e instituciones de diversos países, avanzados en este orden de materias, entre los cuales figuran a la cabeza diversos estados socialistas.
Por lo tanto, consideramos que no hay motivo para que también en este plano ¡nos atemos al imperialismo norteamericano.
Hay gente que desea hacer pasar la autorización para la Operación Unitas como algo inadvertido, como un trámite de rutina que sólo el empecinamiento de determinados partidos políticos consigue demorar o. transformar en objeto de debate. No compartimos esas opiniones interesadas., Creemos que se trata precisamente de una materia que debe ser ampliamente debatida; que es necesario esclarecerla ante los ojos de cada chileno. En esta materia, vemos, una política continuista del Gobierno democratacristiano. Salvo hermosas palabras del Presidente Frei en su viaje a Europa y algunas declaraciones de la Cancillería, lo concreto es que las humillantes ataduras del Pacto Militar continúan idénticas; las operaciones conjuntas se patrocinan en la misma forma; se sigue participando en la Escuela de Panamá, que prepara a los militares latinoamericanos para la guerra contra su pueblo; se sigue enviando delegaciones a reuniones internacionales donde se junta la flor y nata del militarismo más reaccionario y antipopular, que pisotea las libertad en Argentina, Solivia, Paraguay, Brasil, Venezuela, Honduras, etcétera. No se han reanudado relaciones con Cuba, pese a haber quedado demostrado que el acuerdo que Estados Unidos obligó a tomar a los gobiernos títeres de la OEA es antijurídico. Por el contrario, se han cortado los últimos contactos de intercambio económico, mientras Italia, Francia, Inglaterra y España acrecientan el intercambio con la República hermana de Cuba.
La autorización para la Operación Unitas incide precisamente en este punto esencial de principios y de dignidad: ¿por qué tiene Chile que dar respaldo a la potencia que no sólo expolia económicamente a los países latinoamericanos, sino que, además, atropella la independencia política de éstos y está en la actualidad propugnando un sistema de intervención que le permita hacer más directo su dominio? ¿Por qué debemos ser una especie de apéndice militar de un gobierno que, aparte su antiguo historial de agresiones, en los últimos doce años ha intervenido a sangre y fuego en tres países latinoamericanos?
En 1954, la víctima fue Guatemala, donde un gobierno que can cierta independencia se creyó con el desecho de realizar algunos cambios a favor del pueblo, fue derrocado per un ejército invasor adiestrado, equipado y dirigido per Estados Unidos. Entre 1869 y este año, Cuba ha sido golpeada incesantemente con agresiones económicas brutales, como la suspensión inaudita, de un día para otro, de compra de la cuota de azúcar. Ha habido ataques piratas directos, como bombardeos de cañaverales, ametrallamiento de puertos. Su territorio se cubrió de muertos, heridos y ruinas, cuando en abril de 1961, bajo el gobierno Kennedy, una invasión abierta, equipada y financiada por el gobierno yanqui, pretendió ahogar su revolución y detener su proceso liberador. En esa oportunidad, un silencio vergonzoso selló los labios de la generalidad de los gobiernos latinoamericanos. El gobierno de Chile nada hizo para que se condenara al agresor. Y poco después, cuando se condenó a la víctima, se allanó a acatar en definitiva el oprobioso acuerdo de expulsión de la OEA de la república agredida.
Los yanquis, pisoteando otra vez todos los principios internacionales, ocuparon militarmente Santo Domingo, para lo cual debieron asesinar a alrededor de 3.000 dominicanos, hermanos nuestros, que hablaban nuestra misma lengua y tenían nuestras mismas esperanzas. Los dictadores de turno se apresuraron a tapar el crimen y a ofrecer servilmente el envío de algunos; soldados para cambiar el rótulo a la fuerza norteamericana invasora y denominarla Fuerza Interamericana de Paz.
Nuestro país -y así lo hemos reconocido -tuvo en un principio una posición digna y justa; pero desgraciadamente hechos posteriores la dejan casi por completo en el terreno de meras palabras.
¿Qué laya de condenación es ésa -decimos nosotros- que permite a Chile seguir atado con un pacto al agresor; que permite realizar operaciones conjuntan con los mismos "marines" que asesinaron dominicanos? Estas operaciones, como las. del año pagado, nos colocan de hecho en colaboración con el agresor de Santo Domingo, haciéndonos cómplices de los criminales. Al participar en la Operación Unitas, aunque se adorne de bellas palabras, lo concreto es que aparecemos como cómplices de la política intervencionista de-Estados Unidos, que pone y quita gobiernos ; bendice gorilas o presidentes; presiona con los precios de las materias primas; "chantajea" con el armamentismo jugando con dificultades fronterizas o de otro tipo entre países hermanos. Y no se diga que se trata de meras consignas. Los hechos se han encargado de mostrar a veces en forma descarnada el carácter de las intervenciones yanquis en América Latina, pasando incluso por encima del ánimo de los propios defensores criollos del imperialismo. Fue así como la invasión a Cuba en abril de 1961, que se inició con bombardeos efectuados por aviones yanquis pintados como cubano», terminó con la declaración del Presidente Kennedy que reconocía el origen de la acción militar e incluso asumía la responsabilidad personal de ella.
Cuando se produjo el golpe militar que derribó el gobierno constitucional del Presidente Goulart en Brasil, fue el propio Embajador norteamericano el que se encargó de dejar al descubierto el papel cumplido por el Departamento de Estado y el Pentágono en la instauración de la dictadura castrense.
Y al iniciarse la invasión de Santo Domingo, en 1965, en que la versión decía que el acercamiento de barcos yanquis a la isla era para "proteger vidas de norteamericanos residentes", versión que alcanzó a ser acogida por ciertos órganos de prensa, quedó prontamente al descubierto la verdad en toda su brutalidad: el Gobierno de Estados Unidos invadía la República de Santo Domingo porque no estaba dispuesto a permitir el triunfo del movimiento constitucionalista. Ocuparía el territorio hasta que lo considerara necesario, es decir hasta dejar instalado un Gobierno a su gusto. Simplemente, repetía el procedimiento que dejó entronizado a Trujillo treinta y tantos años antes.
Con este Gobierno yanqui es con el que han asociado a Chile en el cobre, y con este Gobierno estamos aliados militarmente. Son sus personeros castrenses los que vienen a los países latinoamericanos a dirigir maniobras conjuntas.
Hemos afirmado que la realización de estas operaciones conjuntas forma parte de una serie de realidades y procedimientos que integran de hecho a nuestro país dentro de la política de bloques y, concretamente, dentro del bloque agresivo que el imperialismo yanqui ha tenido en contra del mundo socialista.
Hemos dicho que la ubicación de Chile dentro de un bloque agresivo, pese a las hermosas palabras que emite de vez en cuando nuestra Cancillería, nos matricula a la guerra fría, invención de las mentes más reaccionarias de los círculos imperialistas, en un vano propósito de detener el avance del socialismo en el mundo. Esta política de guerra fría ha justificado grandes crímenes en el mundo y ha obligado a los países a un esfuerzo armamentista incompatible con la situación de atraso y miseria de sus pueblos.
Los Estados Unidos y sus principales aliados arrastran a los demás países, muchos de los cuales nada tienen que temer de otra nación, que no sea del propio imperialismo yanqui.
La presión norteamericana ha obligado a países subdesarrollados a desviar ingentes recursos, que debieran destinarse al desarrollo económico, hacia el armamentismo. En todo este proceso de la guerra fría, artificialmente creada y mantenida, los monopolios imperialistas han obtenido pingües ganancias. Sabemos que los grandes consorcios productores de armas constituyen uno de los grandes poderes económicos dentro de Estados Unidos, cuya influencia se hace sentir en todos los planos y en forma muy especial en la conducción de la política internacional. Los convenios de "ayuda" militar del gobierno yanqui se han constituido en una excelente vía para permitir una renovación de sus equipos, con aprovechamiento del material dado de baja.
Los pactos militares bilaterales y los sistemas colectivos han sido los instrumentos de esa política envolvente del imperialismo para colocar a los demás países y, en especial, a los países económicamente sojuzgados por él, en su órbita agresiva, haciendo destino común con él.
Y, triste es reconocerlo, la actitud servil de gran número de Gobiernos es lo que le ha permitido tener éxito. El miedo, por una parte, expresado en las formas disfrazadas e hipócritas, y la fácil tentación
de recibir ayuda para reprimir la rebeldía del pueblo, han sido los consejeros de diversos regímenes reaccionarios en sus relaciones "militares" con Estados Unidos.
De este modo, a partir de 1950, comienzan a proliferar los pactos militares. Así, Estados Unidos ha ido amarrando uno a uno a los países Latinoamericanos con convenios de ayuda militar, que le dan oportunidad de exigir toda clase de aportes y compromisos en una emergencia, sin perjuicio de seguir atándolos también por medio del sistema interamericano, donde, como todos lo sabemos aunque pocos se atreven a decirlo, se impone la voluntad del amo del norte a la gran mayoría de Gobiernos títeres, gorilas, semigorilas. La dignidad, salvo contadísimas excepciones, desapareció ya hace rato entre los regímenes latinoamericanos, como lo muestran la vergonzosa cohonestación de la OEA a la invasión a Santo Domingo y la masacre de su pueblo por parte de los "Marines" yanquis y la tolerancia con el bloqueo a la República hermana de Cuba, que hasta un Gobierno como el de Franco se ha resistido a acatar.
Nuestra aceptación de las imposiciones de la OEA, nuestra aceptación de continuar atados al Pacto Militar, nuestra participación en actividades como las Operaciones Unitas y otras que nos convierten en apéndices de los sistemas militares yanquis, ubican, desgraciadamente, a Chile dentro de la guerra fría, dentro de la política antisocialista y reaccionaria de los Estados Unidos; dentro de la posición de los retrógrados, de los que sueñan con detener la historia, aunque sea a costa de crímenes tan horrendos como los que se cometen a diario en Vietnam.
El Honorable señor Pablo dijo en la Comisión que los comunistas, a lo mejor, votarían en contra por sentimentalismo. Puede ser que para el señor Senador la acción solidaria con Vietnam sea sentimentalismo. Sin embargo, me veo en la obligación de denunciar un nuevo hecho y citar a la organización "Tierra de Hombres", movimiento internacional de ayuda a la infancia, que al tener conocimiento, por mediación de la Cruz Roja de que "a los hospitales survietnamitas afluían personas heridas o con gravea quemaduras, entre ellas muchos civiles e incluso niños", de acuerdo con las autoridades norteamericanas, envió en misión a Saigón a dos de sus miembros, uno de los cuales es un cirujano suizo de renombre mundial, quienes insistieron en su deseo de visitar los hospitales.
A su regreso en una conferencia de prensa celebrada en Ginebra, dijeron en una de sus partes:
"... Espectáculo espantoso de un inmenso desamparo. Ni instalaciones sanitarias, ni ventilador, ni aire acondicionado. En una atmósfera de osario para vivos, donde las moscas se paseaban por las carnes de los niños desollados vivos, quemados de pies a cabeza, recibiendo por todo tratamiento aplicaciones de vaselina por no haber ungüento para quemaduras, ni algodón, ni gasa... Ausencia total de personal, y se nos aseguró que este abandono infinito se da en múltiples hospitales del país..."
Más adelante agregan:
"Se trataba de un niño de seis o siete años, con el cuerpo en carne viva, las quemaduras le habían convertido en pura llaga".
"Junto a una nena de dos años con una pierna amputada, hemos visto a un niño de cuatro años quemado, y en la cama contigua tres cuerpecitos rígidos y helados: tres niños que habían fallecido sin que nadie se percatase de ello".
Este organismo "Tierra de Hombres" envió una carta al PresidenteJohnson pidiéndole que destinara dos de los aviones militares que hay en el sur de Vietnam, para llevar a Europa a unos 400 niños que ellos estaban en condiciones de colocar en algunos hospitales. ¿Qué contestó Johnson? Dijo: no. Y la explicación que dio por medio de uno de sus consejeros fue que sus aviones militares no estaban destinados- en absoluto a esa clase de transporte. Sí, Honorable señor Pablo, no es por sentimentalismo que estamos en contra de las Operaciones Unitas.
El señor PABLO.-
¿Me permite una interrupción, Honorable colega?
La señora CAMPUSANO.-
Su Señoría puede ocupar su tiempo.
El señor PABLO.-
Yo no he hablado de sentimentalismo.
La señora CAMPUSANO.-
Eso lo puede explicar después, señor Senador, en su tiempo.
¿Por qué Chile no puede decir una palabra sobre el genocidio yanqui en Vietnam, que es algo que está sucediendo ahora, en cada día y a cada momento? ¿Por qué el Gobierno de la revolución en libertad no eleva su protesta y hace sentir su voz, cerno lo han hecho, no sólo los países socialistas, sino también una serie de naciones no comprometidas? ¿Habrá alguien que piense en justificar el atropello a los Acuerdos de Ginebra, la violación de todas las normas de derecho internacional al bombardear durante más de un año a la República de Norvietnam; y la afrenta al derecho elemental de un pueblo a darse un destino? Y si condenamos todo eso, ¿por qué se guarda silencio ante el desangramiento de Vietnam? Hemos escuchado la voz de Gobiernos no comprometidos y aun la del Presidente de Francia, quien, pese a tener lazos de alianza con Estados Unidos, ha señalado que la salida de los yanquis de Vietnam, el término de su agresión, es el único camino de paz.
Pero, desgraciadamente, nuestro país está comprometido; y está comprometido con el agresor. El Tratado de Río de Janeiro, el Pacto Militar, las operaciones conjuntas, la cohonestación de las tropelías yanquis en la OEA, nos comprometen y nos integran en la guerra fría y, por supuesto, en la guerra caliente que algunos sueñan desencadenar. De esta manera, el pueblo chileno, que nada tiene contra ningún pueblo; que no tiene sino sentimientos de amistad para con todas las naciones; que sólo tienen intereses contrapuestos con el imperialismo y sus aliados monopolistas y latifundistas, es víctima del negocio y el crimen de la guerra fría y está amenazado con verse envuelto en una posible conflagración.
Algunos personajes se hacen lenguas de la gran utilidad que tendrían para el país estas operaciones. Poco menos que agradecen el favor que nos harían los yanquis participándonos sus conocimientos bélicos. Este tipo de argumento, que recuerda el tono mendicante con que se suele hablar de los préstamos yanquis, parte, sin lugar a dudas, del supuesto que pertenecemos a un bloque que se prepara para la guerra; que estamos dentro de un bloque militar que desea o teme una guerra.
Pero es necesario que aclaremos: ¿de qué guerra se trata ? ¿ Quién puede desear hacernos la guerra o a quién podríamos querer atacar nosotros? La verdad vergonzosa es que estamos metidos dentro de un sistema militar que nada tiene que ver con los problemas y las necesidades de nuestro, pueblo, ni con sus sentimientos amistosos para con Jas demás naciones.
Chile no tiene por qué temer una guerra; y si existe un agresor en potencia, ése es el imperialismo, como lo ha demostrado con hechos, con sangre latinoamericana. Esa guerra medio abstracta de que se nos habla para justificar las operaciones Unidas, no puede ser sino la guerra o provocación que Estados Unidos tenga interés en hacer, o en hacernos. Es necesario dar una rápida mirada al mundo. La existencia del campo socialista no tiene por qué alarmarnos. Nada tenemos que perder en ello. Por lo contrario, tenemos mucho que ganar con el intercambio humano, cultural, económico con los países socialistas. Son un mundo nuevo, donde se abren mil posibilidades de desarrollo; donde la cultura expande sus horizantes en forma casi ilimitada.
Son un mundo que necesita del intercambio y que desea practicarlo. Son países que tienen algo de lo que necesitamos para ofrecernos y que desean algo de lo que nosotros poseemos, Son pueblos guiados por un ánimo de paz y amistad.
Fuera del sector socialista, están los países no comprometidos. Se trata, en general, de pueblos que han sacudido hace poco el yugo colonial; naciones en que se dan también fecundas perspectivas de desarrollo; países con cuya amistad en intercambio tenemos mucho que ganar.
aquí, en América latina, tenemos a pueblos hermanos -sojuzgados en su mayoría por dictaduras abiertas o encubiertas-, con quienes poseemos todo en común desde la lengua castellana hasta las esperanzas de un mundo más justo; desde las riquezas en manos del extranjero hasta la inmensa potencialidad creadora de los trabajadores. Alegrías, dolores, problemas, posibilidades comunes y enemigos y explotadores comunes.
en estos sectores del planeta, y en los propios pueblos de las potencias imperialistas que luchan contra la política agresiva de sus Gobiernos, no hay sino sentimientos de paz y fraternidad. Y todos ellos forman la inmensa y abrumadora mayoría de los hombres. Y, sin embargo, nosotros nos vamos del brazo de los yanquis, preparándonos para una posible guerra. Se trata, precisamente, del único sector que está por la guerra, del único que puede hacer negocio con la guerra: el imperialismo. Y esa posible guerra no puede ser sino su guerra, su ataque, su provocación a países socialistas o a naciones que deseen darse un destino propio, como Vietnam.
Seguimos atados, pues, a compromisos agresivos absolutamente ajenos al pueblo chileno. Ninguna razón puede justificarlo. En esta época, no puede alegarse un fatalismo geográfico para encubrir falta de entereza o decisión, de dignidad e independencia. No podemos condenarnos.
por falta de altivez, a secundar las aventuras belicistas de los imperialistas; a ser cómplices de sus agresiones en América Latina.
Las operaciones Unitas no son un hecho aislado. Hay una serie de otros puntos que muestran cómo los afanes intervencionistas del imperialismo dan importancia a la penetración en las Fuerzas Armadas de los países latinoamericanos y al ejercicio de una influencia creciente en sus cuerpos armados. En esta materia se conjugan los propósitos de intervención interna, en contra de los movimientos populares; los de agresión a países que tomen una posición independiente, como Cuba, y la esperanza nunca dejada de mano por el imperialismo de atacar al mundo socialista.
En la Zona del Canal, en el Fuerte Gulick, cabalmente en territorio arrebatado a un país latinoamericano, funciona, como es sabido, desde hace un tiempo, la llamada Escuela de las Américas, donde se adiestra a oficiales, cadetes y alistados dejas repúblicas latinoamericanas, en las técnicas modernas de la guerra antiguerrillera principalmente.
"El Faro Americano", boletín oficial de ese centro, que circula profusamente en Chile, explica sucintamente que por esa escuela han pasado casi todos los gorilas hoy en funciones en América Latina. "El Faro Americano" dice: "En lugar céntrico, en el sector atlántico de la República de Panamá, la Escuela de las Américas del Ejército de los Estados Unidos tiene la muy importante responsabilidad de entrenar a oficiales, cadetes y alistados de las hermanas repúblicas de Latinoamérica en técnicas y uso del equipo utilizado hoy por el Ejército de los Estados Unidos tanto en la guerra como en la paz. Es también esta Escuela el lugar donde todo el continente americano funde en una sola las filosofías de vida de sus hombres".
Fácil es comprender el contenido eminentemente político de la instrucción que se recibe en esa escuela. Fundir en una sola las filosofías de vida de los hombres que vienen de 18 repúblicas equivale simplemente a adoctrinarlos uniformemente en la filosofía del instructor, en las concepciones del imperialismo, que es allí maestro y dueño de casa. Se trata precisamente de desfigurar el pensamiento patriótico y profesional de los oficiales que allí llegan; de lanzarlos al terreno político, naturalmente al terreno político reaccionario, antipopular, de la intervención de los militares en contra de las ansias liberadoras de sus pueblos.
Para el imperialismo, las cosas están relativamente claras: los pueblos, en todos los continentes, y en especial en Latinoamérica irradiada por la luz de la Revolución Cubana, adquieren cada día mayor conciencia de su fuerza y de la necesidad de romper las trabas que impiden su desarrollo; adquieren conciencia de que es el imperialismo el principal causante de sus males económicos y de gran parte de los males políticos: las dictaduras, las represiones. Esta claridad creciente en el pensamiento de los pueblos es percibida por el imperialismo y frente a ella recurre a todos los medios para frenar el avance popular. Uno de tales medios es la infiltración de su "filosofía" entre los miembros de las fuerzas armadas de los países a cuyos pueblos teme: trata de adentrarse en las mentes de los oficiales y soldados las ideas de democracia, libertad, orden, tal como los imperialistas las conciben, y oponer a ellas todo otro concepto progresista, bajo los rótulos de subversión, desorden, caos, ataque a la propiedad, etcétera. Naturalmente, la democracia, la libertad y el orden, tal como el imperialismo los entiende, sólo encubren la miseria, la explotación, la represión por la fuerza de las inquietudes y anhelos populares. Y uno de los ingredientes infaltables de aquella "filosofía"
es el anticomunismo, que adscribe a los comunistas todos los males imaginables. Y, finalmente, la participación política de los cuerpos armados y la usurpación del poder civil en casos calificados como emergencia, emana como una de las consecuencias más claras de tal construcción ideológica.
El carácter de preparación para represiones internas de los cursos impartidos en Panamá se deduce de los propios programas, aparecidos en "El Faro Americano" y otras publicaciones. La Escuela tiene dos departamentos principales: el de Seguridad Interna y el Técnico. Los cursos del primero incluyen programas de policía militar, operaciones en la selva, contrainsurrección y paracaidismo. El adiestramiento para la guerra contra el pueblo constituye, sin duda., el principal objetivo de la escuela, como se afirmaba expl��citamente en el número de septiembre de 1964 de la mencionada revista. Las palabras de la publicación son las siguientes: "No se pueden dejar de mencionar los cursos le Infantería y Estado Mayor, para oficiales de mayor jerarquía, y el curso de Infantería donde oficiales, cadetes y alistados son estrenados en las técnicas, el equipo y la aplicación de éstos en combate. Gran énfasis se ha dado últimamente en todos los cursos a la aplicación de éstos en operaciones de contrainsurrección".
En el mismo número citado, se reitera varias veces esta idea, como lo muestra, entre otros, el siguiente párrafo: "Así, guiada por el deseo de la comprensión y un bienestar común, la Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos, se esfuerza por aumentar el número de soldados técnicos que puedan mejorar la capacidad contrainsurreccionaria de cada nación latinoamericana".
Aquí está la médula de los aparente-mente desinteresados programas de ayuda técnica militar del imperialismo: preparar a las fuerzas armadas de cada país para reprimir a sus pueblos; prepararlas para hacer el papel de frenos de la historia; adiestrarlas para respaldar eficazmente a los regímenes que garanticen el orden establecido y las inversiones imperialistas en forma satisfactoria; formar, como primera medida, una fuerza nacional de contención al pueblo que les ahorre el descrédito de una invasión directa al país en que sus intereses se vean amagados.
Este propósito y el de utilizar hombres de les propios países latinoamericanos en una intervención colectiva contra uno de ellos o en una aventura contra los países socialistas, se cumplen juntamente mediante el adiestramiento de la Escuela de Panamá, las Operaciones Unitas y otros métodos que el Pentágono y el gobierno yanqui han ido montando cuidadosamente, con la colaboración servil, en unos casos, y con la tolerancia pusilánime, en otros, de los gobiernos latinoamericanos.
Esos mecanismos, actuando con relación a los pactos militares llevan a convertir los cuerpos armados de Latinoamérica en meros apéndices de las fuerzas norteamericanas y en instrumentos po-téncialmente directos de la política imperialista. En efecto, permiten adoctrinar ideológicamente a un número importante de oficiales; adiestrarlos técnicamente, tomando incluso el mando transitorio de unidades; realizar ejercicios conjuntos; darles cursos en escuelas del Ejército de Estados Unidos; entregarles material y maniobrar ofreciendo o negando equipos a los diversos gobiernos. Y como si todo esto fuera poco, en virtud del Pacto Militar, aceptado por el Gobierno chileno durante la época llamada por el pueblo como "el tiempo de la infamia", Chile está expuesto a verse arrastrado a una guerra, a entregar sus materias primas, y. a aceptar una serie de limitaciones a su independencia.
Los comunistas estimamos que este proceso de pérdida de independencia, de transformación en verdadero apéndice de una potencia imperialista y agresiva, es de extraordinaria gravedad. No cabe disimularla con reflexiones sobre la utilidad que tendría para nuestra seguridad la ayuda militar de los yanquis, que son precisamente quienes pueden amenazarla. Los argumentos que a coro han repetido "El Mercurio", "La Nación", "El Diario Ilustrado" y los personeros del Gobierno, no pasan más allá del elogio superficial a la presunta generosidad yanqui; de la satisfacción ante los conocimientos que podrían derivarse de operaciones conjuntas como las que discutimos; de la calumnia a los representantes del movimiento popular.
Los comunistas creemos que no puede seguirse por el camino de la entrega en este terreno, a semejanza de lo que antes ha ocurrido con las riquezas básicas del país. Creemos que se puede encontrar un camino de dignidad; que podemos vivir sin el peso de un humillante pacto militar; que podemos desahuciar el bloque de la OEA, comandado por Estados Unidos, sin necesidad de ingresar a ningún tipo de alianzas militares; que podemos vivir en paz y amistad con todos los pueblos de la tierra y muy en especial con los de Latinoamérica, con los cuales nos une una comunidad espiritual, económica, geográfica e histórica.
Estas son las razones, señor Presidente, que mueven, pues, a los Senadores comunistas a votar en contra, una vez más, las operaciones conjuntas de Chile con los Estados Unidos.
El señor GARCIA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Ibáñez.
El señor IBAÑEZ.-
La autorización para que nuestra Marina de Guerra pueda efectuar operaciones conjuntas con un destacamento naval norteamericano nos da la oportunidad de analizar la finalidad de los programas de ayuda militar y, en un sentido más amplio, la política exterior que nos vincula con los Estados Unidos y de la cual dichos programas forman parte.
Cinco años de Alianza para el Progreso y catorce de Pacto Militar permiten estudiar adecuadamente los resultados de ambas iniciativas y hacen necesario revisar los efectos que ellas han tenido sobre nuestro país y sus relaciones con la gran nación del norte.
No cabe duda de que la ayuda militar norteamericana ha permitido una modernización de nuestras Fuerzas Armadas que aunque realizada en escala modesta, no estaba dentro de las posibilidades económicas chilenas ni de nuestra capacidad tecnológica e industrial.
El importante discurso que el Senador Jaramillo pronunció en nombre del Partido Nacional en la sesión secreta de ayer puso de relieve, sin embargo, serios vacíos de esta política que afectan gravemente a nuestra defensa nacional, y en forma particular destacó nuevas amenazas que se ciernen sobre nuestra soberanía que no parecen estar contempladas en el Pacto Militar.
Por mi parte, y en relación con los propósitos de la Operación Unitas sobre defensa antisubmarina, debo reiterar la absoluta incongruencia que expliqué ayer entre el interés de los Gobiernos norteamericano y chileno de efectuar estos ejercicios, y la negativa para entregar a la Armada Nacional un escuadrón aeronaval que había sido ofrecido y recomendado por la Misión Norteamericana, precisamente para reforzar esa defensa antisubmarina. Resulta del todo inexplicable esta contradictoria actitud de nuestro Gobierno, como también la del Embajador de Estados Unidos señor Dungan, quien habría intervenido en Washington para que se suspendiera la entrega de estos aviones, solicitada y aceptada por loe organismos navales de ambos países.
Estimo, pues, de absoluta necesidad que el Gobierno chileno esclarezca en forma inequívoca los motivos de esta extraña gestión.
El señor PABLO.-
Parece que en la sesión de ayer eso hubiese quedado esclarecido. No sé si Su Señoría estuvo presente.
El señor IBAÑEZ.-
Estuve presente, señor Senador, pero, a mi juicio por lo menos, no quedó esclarecido el motivo de esa gestión.
Ello es tanto más necesario si se considera el apreciable desembolso que ocasionaría la compra de aviones usados en Inglatera, aviones iguales -según informó un señor Senador-a otros que el Perú está vendiendo por anticuados o inútiles.
Habría, pues, razones muy valederas para aceptar los ofrecimientos que se nos hacen por intermedio del Pacto Militar y evitar de esta manera que se acreciente nuestro endeudamiento en Estados Unidos para liberar otros fondos con el fin de gastarlos en la compra de armamentos usados en Europa.
Derivaciones Políticas del Pacto Militar.
Oficialmente los pactos militares tienden a organizar la defensa continental para el caso de una agresión exterior y proteger fundamentalmente las vías marítimas, los abastecimientos y el comercio internacional del hemisferio. Pero es evidente que tampoco ha sido ajeno al pensamiento de quienes impulsaron estas iniciativas la conveniencia de organizar una defensa continental para agresiones que puedan provenir y difundirse desde dentro de nuestro Continente con la finalidad de establecer en él regímenes totalitarios que sometan a sus pueblos a la condición de satélites.
Existe, pues, en estos pactos una finalidad político-militar que a los Estados Unidos no le es grato reconocer por razones obvias. Dicha finalidad ha originado enconadas polémicas con los partidos sometidos a la hegemonía comunista, y ha sido esta circunstancia la que ha llevado a Estados Unidos a revestir su política respecto de América Latina de justificaciones equívocas, de contradicciones y hasta de intervenciones desafortunadas. En esta forma, Estados Unidos se enajena progresivamente la voluntad de nuestros pueblos, deteriora las relaciones con ellos y, en definitiva, debilita en lugar de fortalecer las defensas naturales que se oponen, entre nosotros, a cualquiera forma de dominación totalitaria.
Precipitadas reacciones de los Norteamericanos,
Acusado Estados Unidos de ejercer una acción imperialista y un sojuzgamiento militar mediante pactos que tuvieron por finalidad afianzar su propia política exterior a la vez que la libre determinación de nuestros pueblos, los norteamericanos reaccionan en forma precipitada y sin mayor discernimiento, y demostrando, a la vez, un desconocimiento increíble de la realidad de cada una dé éstas naciones y de la psicología de los pueblos nuestros.
Tres o cuatro ataques certeros que dan en el blanco, hacen que ellos pierdan su serenidad y hasta su capacidad de reflexión e impriman a la política norteamericana los más increíbles, zigzagueantes y contradictorios rumbos.
En su afán de inventar fórmulas salvadoras, simplifican la realidad dé la vida de estos pueblos y caen en las más absurdas generalizaciones, con el resultado de que sus recomendaciones polítieo-económico-sociáles no se adaptan a la situación específica de ningún país. Nos entregan así, recetas económicas a las que faltan muchos millares de dólares, o consejos políticos que sostienen que en América Latina sobran generales. Y en casi todas sus prescripciones se da la curiosa coincidencia de que las exigencias de educación quedan Colocadas en el mismo plano y con igual prioridad que las necesidades de agua potable o desagües. Cuando a los norteamericanos se les acusa de ser imperialistas y de explotar a los pueblos del continente mediante gobiernos militares, abandonan dócilmente las precauciones más Obvias para transformarse en libertarios románticos que dan dinero y armamentos a Fidel Castro, y que desde las columnas de "New York Tftnés" le forman uña opinión pública favorable hasta dejar al amo de Cuba sólidamente instalado en él poder.
El complejo del ''Progresismo",
Pero si se les dice qué mediante sus alianzas militares contribuyen a mantener el feudalismo y un orden social injusto, inmediatamente los norteamericanos se ponen en pie de guerra para demostrar lo equivocado de esta afirmación. Inician, sin demora, la tarea de demoler ese feudalismo hollywoodense que sólo existe en la imaginación de sus políticos, ...
El señor TEITELBOIM.-
No tanto, no tanto.
El señor IBAÑEZ.-
... y en Chile se dan a la labor de aplaudir y respaldar una política que destruye el orden institucional, a fin de que nadie pueda dudar de su afán progresista ni de su entusiasmo por nuevas estructuras que ellos, por cierto, no conocen, ni explican, ni tampoco practican en Estados Unidos.
Asimismo, si se sostiene que en América Latina se pagan impuestos muy bajos, habrá de inmediato diligentes funcionarios norteamericanos para organizar una reforma tributaria. Fue de este modo cómo se asesoró al Gobierno chileno hasta lograr que se adoptaran tasas de impuesto tan exorbitantes que si se aplicaran en Estados Unidos producirían una rebelión de los contribuyentes; y que destruyen entre nosotros toda posibilidad de progreso para la clase media, que es aquella que hizo la grandeza de la nación del norte.
El afán reformista y la ausencia de "clima" para las inversiones.
Se da también el caso de inútiles burócratas que perciben sueldos fabulosos, libres de impuestos personales, y que inventan un día -en la CEPAL, la FAO u otras agencias- que el pueblo está desnutrido porque la tenencia de la tierra es injusta.
El Gobierno norteamericano recoge sin demora este genial descubrimiento y se aplica con sin par entusiasmo a realizar reformas agrarias que hacen las delicias de los politiqueros locales, sin que a éstos ni a los políticos de Norteamérica les importe un ápice la escasez de alimentos, el consiguiente aumento del costo de la vida, ni el hecho de que los mismos funcionarios que arruinaron la agricultura cubana a las órdenes de Fidel Castro repitan sus hazañas en Chile, con la bendición y el aplauso del Departamento de Estado. Ya se aprecian los prijaieros frutos de está política en la escasez de muchos abastecimientos y en los apaleos que se han producido entre la policía y los campesinos modestos, frente a dueñas de casa que deben regresar a sus hogares sin poder adquirir lo necesrio para sustentar a sus familias.
Hay, sin embargo, dos hechos que dejan perplejos a los norteamericanos y que ellos comprueban muy a su pesar. El primero es la ausencia de garantías para el capital extranjero, materia que parece preocuparles intensamente. Ellos no aciertan a comprender que pueda haber alguna relación entre esa "falta de clima", como ellos dicen, para que lleguen inversiones norteamericanas, y la política fiscal agobiadora o la destrucción de las fuentes económicas nacionales o la inseguridad social que su propio Gobierno impulsa entre nosotros con tanto entusiasmo.
Tampoco comprenden la depresión y el desaliento de las actividades privadas, no obstante que ellas son víctimas de un estatismo delirante que se apoya en el aplauso y en los recursos que Washington le prodiga sin reservas. La imposibilidad de crear en Chile un Banco de Fomento que tenga carácter privado, señala en forma inequívoca la diferencia entre la doctrina del Gobierno norteamericano y la práctica de sus relaciones con el nuestro.
La Alianza para el Progreso, solución de emergencia y producto del terror.
Por último, cuando a consecuencia de la política descrita se produce un desastre máximo, como el de Cuba» la agitación del Departamento de Estado llega al paroxismo, y sus atribulados funcionarios juntan en pocas horas sus ideas dispersas, suman los recursos que sus agencias destinan a nuestra América, les amalgaman con algunos buenos propósitos, les inyectan fuertes dosis de demagogia, y nace así la Alianza para el Progreso.
Como solución de emergencia., producto del terror y de las naturales críticas que se desatan en "Estados Unidos ante el cúmulo de desaciertos que llevaron a Fidel Castro al poder, la Alianza para el Progreso pudo tener, si no justificación, al menos explicación. Pero después de transcurridos cinco años en que ha sido posible apreciar la frustración de los pueblos americanos ante las engañosas expectativas que despertó la Alianza; cuando se ha medido la desproporción entre los fines que ella proclamó y los medios de que dispuso; cuando se aprecian claros retrocesos en las situaciones críticas que
quiso solucionar, resulta incomprensible que el Departamento de Estado no sea capaz de producir otros programas más realistas, ni formular principios más eficaces, ni planteamientos más verídicos para sustituir esa combinación de propaganda y espejismos que es, en el fondo, la Alianza para el Progreso.
Hay que terminar con los fetichismos perjudiciales.
Debo declarar que el partido Nacional no pretende en forma alguna que los problemas de Chile tengan que ser resueltos por Estados Unidos. Pero para nosotros constituiría un paso muy positivo que las ayudas de nuestros amigos norteamericanos no contribuyeran, ni aún a pretexto del buen propósito qué las anima, a agravar los problemas que ya tenemos hasta el punto dé hacer imposible su solución. 'Colocándonos en un plano realista y constructivo, quisiéramos que Estados Unidos difundiera entre nosotros los mismos principios que convirtieron a ese pueblo en una gran nación; que exaltarán las notables virtudes que a" ellos les han permitido destacarse, y que propiciaran para Chile la misma política que allá ha tenido aciertos rotundos, en lugar de exportarnos las ideas que los norteamericanos rechazan en su patria porque bien conocen lo desastrosas que son.
Es, pues, tarea ineludible de los gobernantes de nuestro país formular la política que a nosotros nos interesa y conviene en nuestras relaciones con Norteamérica, en lugar de la ridicula pretensión de nuestro Ministro de Relaciones, que viaja a Estados Unidos a dar consejos para la paz mundial. En seguida, deberemos estudiar la forma de conciliar esa política nuestra con la que nos proponga el Gobierno de Estados Unidos conforme a su propio interés.
Pero en cualquier caso es necesario que se ponga término a fetichismos que a nadie convencen y que, no obstante toda la propaganda que gasta en ellos el Gobierno norteamericano, no logran traspasar ni la piel de los habitantes de este continente.
Hablar con franqueza: obligación de los amigos de Estados Unidos.
Quienes somos verdaderos amigos de Estados Unidos, porque valoramos y proclamamos sus virtudes, y porque los acompañamos en los momentos difíciles, sin rubores ni cobardes excusas, tenemos el derecho y la obligación de expresar nuestro pensamiento sobre estas materias con la más absoluta franqueza.
La Alianza para el Progreso es ya un cascarón vacío que no posee ningún 'elementó capaz de robustecer las relaciones entre nuestros pueblos, aparte el grave inconveniente de dar a los norteamericanos la falaz sensación de que poseen una política exterior para las naciones de América Latina, de la cual en verdad carecen.
Es ingenua, además, la pretensión de la Alianza de intentar ganar a los pueblos de este continente mediante una demagogia que es barata, no obstante lo caro que cuesta. La demagogia es una dé la pocas materias que nuestros pueblos dominan bastante mejor que los norteamericanos...
El señor ALLENDE.-
Los gobiernos, no los pueblos.
El señor IBAÑEZ.-
...y por lo mismo no nos impresiona su retórica pueril, ni requerimos demasiado esfuerzo para transformar el concepto de una revolución de juguete, como la que propicia la Alianza, en una sangrienta revolución de verdad.
Tampoco las ayudas económicas que ahora se otorgan implican variaciones sustanciales respecto de las que antaño concedían el Eximbank, el BID y otras agencias. El grueso de estos aportes está constituido por créditos comeriales que interesan tanto a Estados Unidos como a nosotros; por préstamos del Eximbank que han existido desde mucho antes que la Alianza, y por los excedentes agrícolas que ahora han terminado.
Debemos subrayar la desafortunada coincidencia de que se elimine la entrega de excedentes agrícolas en los precisos momentos en que se está registrando una fuerte baja de la producción en nuestra agricultura debido a la desarticulación de ella realizada a instancias de la propia Alianza.
La amistad de los pueblos no puede sustentarse sobre bases mezquinas.
Aparte estas perturbaciones políticas, puede sostenerse que las relaciones entre Estados Unidos y América Latina siguen siendo las misma de siempre. Para Estados Unidos, nuestro continente constituye, ante todo, un territorio de ventas y una fuente de materias primas. Para nosotros, Estados Unidos es el manantial que puede proveernos de recursos para realizar desarrollos útiles o para cometer desvarios.
Son, como puede verse, bases demasiado frágiles, limitadas y mezquinas, para asentar sobre ellas una duradera amistad entre dos pueblos.
En el único campo en que ha habido om progreso positivo es en el de la educación. Gracias al respaldo de instituciones privadas norteamericanas ha sido posible abrir amplías y promisorias oportunidades para la formación científica, profesional o técnica de nuestra juventud.
Es preciso, en consecuencia, estudiar cómo se podrían hacer más profundas y -efectivas las relaciones entre Estados Unidos y Chile, y para ello, en un esquema extremadamente breve y somero, parece ineludible:
a) Esforzarse por comprender las auténticas caracter��sticas de nuestra población, y estimular sus condiciones positivas.
Abrir para nuestras manufacturas e) mercado de Estados Unidos, a fin de que, mediante el comercio libre, desarrollemos nuestra economía y se nos permita, por este medio, ganar los recursos que hoy recibimos como dádivas o préstamos; y
Respetar nuestra independencia política, evitando una asociación indebida con las fuerzas que transitoriamente ejercen el poder.
El verbalismo y la demagogia de la Alianza se proyectan sobre el hemisferio.
La ineficacia y vaciedad de la Alianza para el Progreso se creyó poder compensarlas con un exceso de verbalismo y demagogia, y ello condujo a una asociación inevitable entre Washington y los gobiernes verbalistas y demagógicos de nuestro continente.
El caso de Chile resulta patético no sólo por el daño que se ha hecho a nuestro país al contribuir imprudentemente al desquiciamiento del estado de derecho, sino por el empecinado afán de Washington de sostener a la Democracia Cristiana en posiciones que ya no pueden ser defendidas, y que destruyen, además., nuestra fe en las doctrinas que informan la vida norteamericana.
Hace apenas diez días, el ayudante especial del PresidenteLyndon Johnson, Mr. Walter Whitman Rostow, declaró a la Associated Press que Chile constituye "un excepcional ejemplo de una Nación que ha logrado alcanzar un extraordinario desarrollo bajo la Alianza para el Progreso".
Pregunto yo: ¿es ejemplo digno de destacarse que la construcción de viviendas, que en el Gobierno anterior alcanzó 40 mil habitaciones por año, haya bajado ahora a menos de la mitad de esa cifra? ¿Es digno de alabarse un régimen político que debió paralizar las obras públicas, no obstante los fabulosos ingresos fiscales que prefirió derrochar en burocracia inútil y en propaganda política? ¿Sabe el señor Rostow que no se ha avanzado absolutamente nada en la solución de los verdaderos problemas educacionales, y que los miles de nuevos maestros que figuran en la lista de sueldos del Fisco corresponden a otros tantos militantes democratacristianos que no tuvieron preparación para las labores que se les han encomendado? En cuanto a la producción agrícola el propio señor Tomic, Embajador de Chile en Washington, debe reconocer que hay menor alimentos hoy que hace veinte años, declaración que no le impide al señor Rostow ensalzar a renglón seguido "los progresos de la Reforma Agraria".
¿Tiene Estados Unidos suficiente dinero para proponer a Chile como ejemplo?
Por su parte, el representante Donald Irwin, demócrata por Connectieut, declara en la misma reunión que -vuelvo a citarlo--"el Gobierno del Presidente Freí ha logrado un notable vuelco", afirmación que en Chile nadie osaría discutir. Pero agrega en seguida el señor Irwin que "existe en Chile un gran impulso de progreso, que la cooperación chilena es magnífica, que tenemos un Gobierno consagrado a la Alianza y que espera y ruega porque cada Gobierno en Latinoamérica pueda ser tan progresista como el de Chile".
El señor FERRANDO.-
¡Qué bien!
El señor IBAÑEZ.-
Sabemos que Estados Unidos es un país fabulosamente rico, pero ni aun así cabe suponer que pueda darse el lujo de insinuar que toda América Latina sea gobernada como Chile, donde están paralizados los proyectos de expansión industrial y agrícola, no llega un centavo de capital extranjero, y-donde, para comer, tendremos que depender de una elevada e inestable cotización del cobre o de la generosidad del Gobierno norteamericano.
Por lo demás, los señores Rostow e Irwin tendrían que atemperar sus fantásticas afirmaciones sobre la Alianza si escucharon la opinión emitida recientemente por la Comisión de Asignaciones de la Cámara de Representantes. Sus miembros no ocultan la decepción que les produce la falta de realizaciones en comparación con los objetivos que se propuso la Carta de Punta del Este, y podemos estar ciertos de que si perseveran en sus investigaciones terminarán por descubrir las verdaderas causas del auto-engaño de que han sido víctimas.
Repudio a la vinculación de Washington con la Democracia Cristiana.
La estrecha vinculación que se ha establecido entre el Gobierno de Washington y la Democracia Cristiana chilena es un factor que impide o posterga la oportuna rectificación de los desaciertos que aquí se cometen. Es por ello que en sectores cada vez más vastos se observa un creciente repudio a la intervención política que significa esta imprudente forma de asociación. Y no es necesario ser profeta para anticipar el deplorable desenlace que tendrá el fracaso de la gestión de la Democracia Cristiana para la amistad entre ambos pueblos.
Por último, es preciso decir que la Alianza para el Progreso no puede seguir sirviendo para que algunos políticos norteamericanos se construyan plataformas "progresistas" a costa nuestra. Tenemos, pues, que exigir el respeto mínimo y elemental que se debe a todo pueblo libre, tanto más si tiene la tradición del nuestro. Necesitamos, en consecuencia, que se nos libere de esa perturbadora interferencia y se nos deje en paz para que nosotros podamos decidir la política que más conviene a nuestro pueblo.
Contradictoria e inquietante protección de la democracia.
Es indispensable tener presentes todas las consideraciones anteriores si se desea juzgar adecuadamente la eventual eficacia del Pacto Militar con relación a las finalidades que lo inspiraron.
Nosotros no ponemos en duda que las maniobras conjuntas representan una interesante oportunidad de perfeccionamiento profesional, atendida la preocupación de los marinos norteamericanos por el progreso de nuestra institución naval. Tenemos, además, gran fe en la Marina de Chile y un claro concepto de su importancia para defender nuestra soberanía y para hacer respetar nuestros convenios internacionales.
Pero si juzgamos esta vinculación como intento de proteger y consolidar las concepciones de vida de regímenes democráticos, es preciso decir que, al menos en el caso de Chile, la política norteamericana resulta absolutamente contradictoria e inquietante.
La solidez y permanencia de la democracia no sólo depende del entrenamiento que reciban sus Fuerzas Armadas. Es fundamental y previo que se ponga término a toda forma de anarquía política y social, de desorden económico, o de debilitamiento de las fuerzas morales de la nación. La vacía retórica que prevalece en nuestras vinculaciones con Estados Unidos no puede ser colmada con conceptos demagógicos. Este procedimiento destruye los cimientos de nuestra nación, debilita su capacidad de resistencia y anula las posibilidades de que Chile pueda participar con eficacia en los programas de defensa continental.
No se requieren "marines", sino políticos y diplomáticos que dominen su oficio.
Para mí, es particularmente penoso tener que hacer estas reflexiones, atendida la admiración y afecto que siento por Estados Unidos y, en particular, por mister Dean Rusk, quien dirige la política exterior de su país. Pero son tan evidentes las contradicciones de esa política, el daño que ocasiona y la desesperación que incuba, que, con motivo del debate de hoy, el Partido Nacional no ha podido dejar de expresar por mi intermedio su profunda preocupación por las consecuencias de la política norteamericana.
Este sentimiento de alarma no está circunscrito sólo a nosotros. También lo experimentan en Washington, como se demostró en la Cámara de Representantes cuando hace pocos meses sus miembros adoptaron el acuerdo de enviarnos "marines", en la vana esperanza de detener un desquiciamiento social que también está impulsado por ellos. Para decir lo menos, ese acuerdo fue atolondrado, pusilánime y superficial.
Lo que falta aquí no son "marines", sino políticos y diplomáticos que dominen su oficio y sean capaces de mantener los ideales de su país con la misma entereza con que sus compatriotas jóvenes mueren por ellos en otras partes del mundo.
La responsabilidad nuestra.
No sería justo tampoco hacer recaer exclusivamente sobre los norteamericanos decisiones políticas que antes que a nadie nos afectan en forma vital a nosotros. No podemos, por tanto, eludir ahora ni en ningún otro momento nuestras responsabilidades más fundamentales.
Cuando Alemania, al término de la Segunda Guerra Mundial, estaba abatida y exánime, hubo uno de sus gobernantes, el visionario y enérgico MinistroErhard, su actual Canciller, que se opuso con decisión indomable a las descabelladas proposiciones de los asesores norteamericanos. Su actitud resuelta fue la que permitió salvar a Alemania de una catástrofe económica y política de repercusiones incalculables, que habría impedido su ejemplar resurgimiento y cambiado el destino de toda Europa.
He creído oportuno hacer esta evoca-cación al terminar mis palabras, porque, guardando las debidas proporciones, parecería necesario preguntarse si no ha llegado el momento de detener el descalabro de nuestro país y hacer, de paso, un gran servicio a Estados Unidos. Pienso, pues, que deberíamos oponernos con toda firmeza a los juicios inmaduros y a los extravíos que nos destruyen y que están vinculados al intento de los norteamericanos de perseverar en una asociación política que resulta inconveniente para Chile y, en definitiva, también será estéril para ellos.
La señora CAMPUSANO.-
¿Cómo votan?
El señor TEITELBOIM.-
¿Cómo van a votar, Honorable señor Pedro Ibáñez?
El señor IBAÑEZ.-
Lo diremos en pocos momentos más.
El señor TEITELBOIM.-
Es una película de suspenso.
El señor IBAÑEZ.-
Queremos escuchar primero las ilustradas palabras del Honorable señor Contreras Labarca.
El señor PABLO.-
¡De Su Señoría depende. . . !
El señor CONTRERAS LABARCA.-
-Esperamos que en esta oportunidad los señores Senadores voten bien, o sea, por el rechazo de la iniciativa en debate.
Señor Presidente, la Comisión de Defensa Nacional, al rechazar este proyecto, interpretó, sin duda, el sentimiento y los intereses del país. Ello representa una actitud patriótica que honra a esta Corporación.
Ninguna de las razones aducidas por el Gobierno, tanto en el Mensaje con que acompañó este proyecto, como en el mismo seno de la Comisión de Defensa Nacional, lograron convencer a este organismo técnico del Honorable Senado. En realidad, no lograron convencer a nadie en el país. Y es justo confiar en que, los señores Senadores votarán de acuerdo con los intereses de Chile en este grave problema que se entrega a la decisión del Senado.
Es claro, como acaba de expresar la Honorable señora Campusano, que la proposición de ley en debate no sólo debe ser examinada desde el punto de vista técnico. También ha de considerarse su implicancia con un conjunto de problemas relacionados con la política general de Chile, fundamentalmente con su política exterior y la defensa nacional. Me permitiré hacer algunas observaciones respecto de ciertos problemas que dicen relación con este asunto.
Antes de entrar en ello, desearía, sin embargo, dar a conocer al Senado una parte, por lo menos, de un documento emanado del Movimiento Chileno por la Paz y que ha sido suscrito por la Unión de Mujeres de Chile, la Asociación de Juristas Democráticos, la Federación de Estudiantes de la Universidad Técnica del Estado, el Comité de Solidaridad con Cuba, la Federación Industrial de la Construcción, el Comité de Solidaridad con Vietnam, la Asociación Chilena de Escritores, la Asociación de Mujeres Progresistas de Ñuñoa y la Unión de Escritores - Americanos. Este documento fue enviado al señor Presidente de la Cámara de Diputados, y supongo que ha sido conocido por muchos de los señores Senadores aquí presentes. En él, las instituciones antes mencionadas expresan textualmente : "Instar fervientemente a los señores parlamentarios de ambas ramas del Congreso Nacional a oponerse con toda energía a otorgar la autorización constitucional requerida en este caso. Tal actitud eería saludada por la ciudadanía como un viril y patriótico gesto de independencia y encontraría amplio eco en nuestra América, donde, como entre nosotros mismos, tantos urgentes problemas de la vida colectiva podrían resolverse si para ello se dispusiera de todos los recursos que consumen las sucesivas Operaciones Unitas, con los consiguientes gastos que ello irroga al erario nacional".
Sabemos que estas maniobras combinadas, que reciben el nombre de "Unitas", entre la Marina de Chile y la de Estados Unidos, se efectúan en virtud del Tratado de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro y del Pacto Militar.
Cuánta razón tuvimos los que en el momento oportuno nos opusimos a la aprobación por el Congreso Nacional de estos instrumentos, por considerarlos profundamente lesivos a la soberanía de nuestro país, puesto que ellos nos ataban y nos atan hasta este momento a la política belicista del Gobierno norteamericano. El transcurso del tiempo ha justificado plenamente nuestra conducta y la del movimiento popular.
Prevaleció entonces, sin embargo, la presión del Gobierno norteamericano, que, dentro de su estrategia de guerra global, buscaba crear un dispositivo militar que le permitiera llevar adelante sus planes de agresión contra el campo socialista.
Sin duda, el imperialismo norteamericano no ha abandonado sus planes de dominación mundial, pese al fortalecimiento económico y militar del campo socialista, al impetuoso desarrollo de la lucha de liberación de los pueblos y al desarrollo y crecimiento del movimiento universal por la paz.
Estos planes de agresión, de dominación del mundo, han conducido a la política de Estados Unidos a un verdadero atolladero que, por lo demás, era absolutamente previsible, como se hizo evidente en el momento mismo en que empezó a desarrollarse la producción de cohetes estratégicos, los que, en las condiciones actuales, constituyen un tipo de arma atómica.
La construcción de armas atómicas por la Unión Soviética a fines de la década de 1940 puso fin al monopolio norteamericano en esta materia y privó al imperialismo yanqui de la posibilidad de recurrir al chantaje militar.
A fines de 1953 echó raíces la estrategia de la llamada "represalia masiva", que, en esencia, consistía en que los Estados Unidos, al surgir cualquier conflicto bélico con la Unión Soviética y los demás países socialistas, deberán amenazar con el desencadenamiento de una guerra universal, de un conflicto termonuclear que habría de conducir a la humanidad asu extinción. A juicio de los militaristas, la Unión Soviética se encontraría en situación desventajosa desde el punto de vista de las armas nucleares y, sobre todo, en cuanto a medios estratégicos de transporte, de dichas armas.
Indudablemente, se trataba de una posición aventurera que no consideraba la verdadera correlación de fuerzas en el mundo, subestimaba el portentoso avance de la tecnología y ciencia soviéticas y el crecimiento de la marea liberadora que recorre todo el mundo colonial y dependiente, lo cual obligó a quienes elaboran la política belicista de Estados Unidos a variar sus concepciones militares.
En un informe de la Comisión de Relaciones del Senado norteamericano se señalaba, hace algún tiempo, que en el breve plazo de 15 años la situación militar de Estados Unidos había empeorado. Tal informe dice, textualmente: "el país, que antes se encontraba en un estado de seguridad indiscutible, es ahora vulnerable, y se halla abierto a un ataque directo y devastador". Estas palabras que acabo de leer obligaron al país del norte y a otras naciones del mundo occidental a iniciar una serie de investigaciones tendientes a descubrir la causa del fracaso de esta estrategia, que los especialistas habían considerado como eficiente, y trataban de buscar una nueva forma de encarar este problema.
Descubrieron una nueva fórmula, que bautizaron con el nombre de "reacción flexible", que previo la posibilidad de sostener una guerra contra el campo socialista, mediante guerras limitadas en que pueden áér utilizadas o no las armas nucleares de tipo táctico.
Sin embargo, sería error suponer que los militaristas han renunciado por completó a la guerra termonuclear.
De estas modificaciones producidas en la conducta de los militaristas norteamericanos y en la elaboración de su estrategia debe tomarse en cuenta que él imperialismo estadounidense persigue objetivos muy concretos. Él Pentágono se desvive por encontrar para los graves problemas políticos o militares que afronta su país soluciones que, por un lado, le permitan evitar el hundimiento del sistema capitalista y, por otro, que conduzcan al logro de ciertos objetives concretos.
En primer lugar, ellos están empeñados en colocar a Estados Unidos a cubierto de la respuesta que en cualquier conflicto de carácter bélico o termonuclear estén expuestos a recibir; en segundó lugar, persiguen propósitos económicos muy específicos tendientes a estimular el desarrollo de su economía -que en este momento pasa por situación crítica-, a fin de obtener un incremento de sus superbeneficios. Pero, especialmente, las preocupaciones del Pentágono se dirigen a buscar los caminos que le permitan aplastar los movimientos de liberación nacional, particularmente en América Latina.
Frente a estos hechos, el Pentágono está empeñado en los actuales momentos en poner todo el énfasis y dedicación posibles a un objetivo que se ve muy concreto mediante el estudio hecho por el Congreso Nacional en cada oportunidad en que se ha planteado la autorización legal correspondiente para realizar estas llamadas operaciones combinadas.
El Pentágono pone énfasis en la necesidad de que las fuerzas armadas de los países de América Latina se transformen en instrumentos de su política que impidan que los pueblos cambien las estructuras económicas y sociales caducas, elaboren nuevas formas de convivencia y forjen definitivamente su independencia política y económica»
Con tal propósito ha montado cuidadosamente todo un sistema de organismos para subordinar a su control directo todas las fuerzas armadas y paramilitares del continente. Estos objetivos se persiguen, entre otros, por intermedio de la Junta Interamericana de Defensa, del Consejo Centroamericano de Defensa, de los Pactos Defensivos Regionales, de las maniobras conjuntas como las Navales Uni-tas, que nos precoupan en este momento, y las terrestres, como las de Ayacucho, de los trabajos de uniformación dé armamentos, de la coordinación de las policías políticas por intermedió del F. B. I., del establecimiento de bases de cohetes y de rastreo de satélites artificiales, de la diseminación de los cuerpos de paz, de los asesores militares, algunos de los cuáles, como saben los señorea Senadores, desempeñan sus funciones en el edificio del Ministerio de Defensa de Chile.
Los tratados a que me vengo refiriendo y los instrumentos jurídicos recién aludidos están inspirados en esta Concepción agresiva y belicista, penetrada de odio contra los pueblos que se han quedado o los han puesto al margen del proceso histórico y que soportan condiciones de vida muy penosas.
En los mismos momentos en que "hace agua" el pacto del Atlántico Norte ante el impulso incontenible de la política de coexistencia pacífica, nuestro país asiste a un nuevo episodio de subordinación, cual es el de estas maniobras navales.
Las concepciones inspiradoras de esos pactos y de esos instrumentos no han resistido, sin embargo, la prueba del tiempo. Se discurre todavía sobre la base de una agresión extracontinenttal y se habla como si el mundo se encontrad al borde de una guerra provocada por la Unión Soviética o algún otro país socialista, que, como todos saben, son él baluarte más sólido de la paz entre todos los pueblos.
Por el contrarió, el imperialismo norteamericano ha realizado innumerables agresiones y ha puesto al mundo al borde de tana nueva conflagración en más de una oportunidad. Basta considerar la guerra de Vietnam, esa guerra dé exterminio, ese verdadero genocidio desencadenado por los belicistas del Pentágono; la terrible y dolorosa experiencia de la agresión armada a Santo Domingo; los intentos de aplastar a sangre y hierro la revolución cubana, y otros hechos que conocemos.
Én esté sentido, mantiene plena valida la caracterización que del imperialismo yanqui ha hecho el movimiento comunista obrero internacional, al decir que "el imperialismo norteamericano es la reserva principal de la reacción mundial, el gendarme internacional, el enemigo de los pueblos del mundo entero".
En su desesperación por detener la lucha liberadora, el imperialismo norteamericano ha acubado la teoría de las fronteras ideológicas, conforme a la cual en cada país existe, en el hecho, una guerra entre los defensores de la democracia y la libertad y los elementos que buscan aea-bar con ellas. Este planteamiento radicalmente falso lleva al imperialismo a auspiciar, sin pizca de rubor, la intervención en los asuntos internos de cada país.
En septiembre de 1965, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos aprobó una declaración según la cual "cualquiera o cualesquiera de las partes contratantes del tratado interamericano de asistencia recíproca puede, en ejercicio de la autodefensa individual o colectiva, llegar a recurrir hasta la fuerza armada y, de acuerdo con las declaraciones y principios anteriormente formulados, adoptar medidas para precaver o combatir la intervención, dominación, control y colonización en cualquier forma, por las fuerzas subversivas conocidas como comunismo internacional y sus agencias en el hemisferio occidental".
Este acuerdo de la Cámara de Representantes norteamericana despertó una ola de general indignación en América Latina y en el mundo, incluso algunos Parlamentos se hicieron eco del repudio de los pueblos y condenaron esta consagración oficial del bandidaje, de la intervención abusiva en las relaciones internacionales que preconiza el Gobierno de los Estados Unidos. Así, por ejemplo, el Congreso Colombiano expresó que dicho acuerdó constituía "un retorno a las eras menos felices del imperialismo yanqui". La" Cámara de Diputados del Perú manifestó que "pretende elevar a lá categoría de principió de política latinoamericana él intervencionismo unilateral, inconsulto y armado". Él Canciller dé la República Mejicana expresó: "La posición de Méjico es clara e inmutable. Intervenimos en defensa de los principios de autodeterminación de los pueblos y de la no ingerencia en los asuntos internos de cualquier país". Es preciso dejar constancia de la conducta del propio Senado chileno, el cual expresó su rechazo unánime al acuerdo de la Cámara de Representantes, en virtud de que él "importa una amenaza a la soberanía e independencia de nuestras naciones y vulnera las claras disposiciones contenidas en la Carta de la NU y en la de la OEA, que establecen los principios de autodeterminación, de no intervención, de inviolabilidad del territorio y la exclusión del uso de la fuerza en las relaciones internacionales".
El principio de no intervención es piedra angular de todo el sistema de los principios del Derecho Internacional contemporáneo condensados en la Carta de las Naciones Unidas. Sin su consentimiento y estricta observancia, no es posible la coexistencia pacífica de los Estados con diferente sistema social, ni el desarme, ni se puede asegurar el principio de no agresión, ni aplicar el principio de autodeterminación, ni el respeto a la integridad y la soberanía territorial, ni el robustecimiento de la soberanía de los Estados y pueblos. Es un atropello flagrante al principio esencial de la igualdad entre los Estados y al respeto que se debe entre los pueblos.
Las protestas que produjo el acuerdo de la Cámara de Representantes parecen Haberse echado al olvido.
Resulta, por lo tanto, inadmisible que existiendo esta declaración explícita, abierta, tajante y descarada, se pretenda siquiera hacer participar a la Armada Nacional en maniobras del país que proclama su supuesto derecho a intervenir y a atropellar a los pueblos de América Latina, según convenga exclusivamente a sus propios intereses.
Es evidente que el imperialismo persigue subordinar totalmente a las Fuerzas Armadas a sus planes antipopulares.
Se ha hablado aquí del entrenamiento a que son sometidos los oficiales latinoamericanos en Panamá y en Estados Unidos.
Deseo recordar, a la luz de las informaciones de la prensa peruana, la Sexta Conferencia de los Ejércitos del Continente, realizada en Lima, en el mes de noviembre pasado.
• Al comentar dicha conferencia, el diario "El Comercio" señaló:
"La VI Conferencia de los Ejércitos de América que se reúne en Lima tiene como objetivo oficial estudiar el rol que corres-
ponde a la Fuerza Armada en el desarrollo económico y social y la acción que le toca realizar contra la subversión comunista.
Y en otra publicación limeña de esos días, se lee, bajo el título "Pacto de Defensa Anticomunista", lo siguiente:
"Fue planteada ayer en la Conferencia de los Ejércitos de América la necesidad de establecer pactos de defensa mutua anticomunista para planear y coordinar la acción cívico-militar y la acción bélica al nivel continental. Se hizo un amplio enfoque de la actual situación de guerra en América, aplicando los proyectos subversivos y contrasubversivos; por otro lado; se indicó la carencia de validez científica del marxismo". ¡Este grupo de altos dirigentes de las Fuerzas Armadas de América Latina, bajo la batuta de Estados Unidos, descubrieron que el marxismo carece de base científica!
Respecto de nuestras Fuerzas Armadas, nunca hemos sustentado que ellas se encuentren entregadas al imperialismo. Valorizamos las declaraciones de contenido democrático y soberano que han hecho algunos de sus altos jefes. Pero no tenemos dudas de que el imperialismo está empeñado en una verdadera campaña de desnacionalización de ellas y de que trabaja hábilmente en tal sentido.
Sostenemos que hay peligro -y lo decimos con antecedentes serios e irrefutables - de que las Fuerzas Armadas, abandor nando su papel específico de defensa de nuestra soberanía, sean ganadas para las posiciones ultrarreaccionarias, para las posiciones de represión del movimiento popular, como finalidad central: más aún, sí el Gobierno hace la vista gorda ante estas pretensiones y no vela adecuadamente por mantener y fortalecer el rol tradicional de las Fuerzas Armadas.
¿Cómo puede ocurrir, y qué está pasando en el interior de nuestras instituciones militares?
A este respecto, me parece conveniente que el Senado conozca parte de un estudio publicado en el órgano oficial del Estado Mayor del Ejército de Chile, la revista "Memorial del Ejército de Chile" correspondiente a los meses de enero y febrero de 1963. Me refiero a un artículo que tiene por título "Subversión, Propaganda y Rebelión". Veamos su contenido, para examinar el problema y ver hasta qué punto se trata de envenenar la conciencia de los militares o de algunos oficiales con una ideología que no corresponde a las obligaciones y a la misión concernientes a las Fuerzas Armadas de un país que se precia de democrático. Me excusará el Honorable Senado que lea la cita, aunque es un poco extensa, pero es interesante que se sepa lo que dice:
"La subversión no es un proceso repentino, sino que se va gestando lentamente a medida que va abarcando a un mayor número de componentes de una institución o de la nación.
"A veces resulta difícil separar el movimiento subversivo de la rebelión, seducción o sedición, pues estos son, casi siempre, una prolongación de la anterior. La subversión es el medio ambiente propicio formado para que algunos de los otros delitos enumerados se lleve a feliz término.
"Su forma exterior es variada; puede traslucirse por el descontento demostrado en reuniones o mítines de carácter político por sectores que se sienten afectados económicamente.
"O bien se presenta en forma de ataque a través de la prensa a ciertas entidades gubernamentales, o a determinadas empresas sindicadas como explotadoras y contrarias a los intereses nacionales", -aquí me acuerdo de la Anaconda- "o a determinados personeros de importancia.
El aparecimiento de huelgas ilegales, las que después de mucho tiempo, llegan a fórmulas de arreglo que fueron propuestas por el sector patronal o por él gobierno al comienzo del movimiento huelguístico. Esto, con el consiguiente perjuicio económico del sector trabajador y que indirectamente significa una lesión enorme al erario nacional.
"También se revela por manifiestos estudiantiles y huelgas patrocinadas por los dirigentes juveniles: universitarios y secundarios.
"Cuando el clima es más tenso, las masas constituidas transitoriamente en reuniones políticas o gremiales, o de otra índole, con el pretexto de materializar su descontento, son arrastradas a desmanes en la vía pública, causando destrozos y perjuicios en la propiedad del Estado o particular".
El señor ALLENDE.-
Me permite una interrupción, señor Senador?
He escuchado con sumo interés las palabras de Su Señoría, pero me pareció entenderle -no estoy seguro de ello-, que se trata de un artículo aparecido en una revista militar.
El señor CONTRERAS LABARCA.-
Sí, señor Senador.
El señor ALLENDE.-
Eso lo considero de mucha gravedad.
El señor CONTRERAS LABARCA.-
En el "Memorial del Ejército de Chile".
El señor ALLENDE.-
Supongo que el señor Ministro de Defensa Nacional dirá algo sobre el particular.
El señor CARMONA (Ministro de Defensa Nacional).-
¿De qué fecha es esa revista?
El señor CONTRERAS LABARCA.-
De enero y febrero de 1963. En ella se describen, como apreciarán los señores Senadores, situaciones que estamos viendo todos los días. Y es sumamente peligroso que esto se transforme en tesis no ya de un oficial o de una revista, sino que pase a ser la norma permanente de conducta de las Fuerzas Armadas del país.
Me perdonarán los señores Senadores que termine de leer la cita, de la cual queda muy poco:
"Junto con todo lo anterior, el rendimiento en el trabajo de los sectores industriales o agrícolas baja en sus niveles medios; se producen actos de sabotaje en los servicios de utilidad pública y en las maquinarias industriales de las grandes fábricas.
"Paralelamente, se trata de separar afectivamente a la población de las instituciones que ejercen el control sobre ellas, o de aquellas a las cuales el pueblo tiene cariño y respeto, porque representan a la patria en sus tradiciones y en su historia. Así entonces, se tratará de hacer impopular primero al cuerpo policial de la nación, mediante la violentarían a la fuerza pública, para que proceda de hecho y produzca muertes que se transforman en mártires del movimiento. Además, se tratará de hacer impopular a las Fuerzas Armadas, haciéndolas aparecer como contrarias al movimiento o como contrarias a ciertos preceptos establecidos por la Constitución o las leyes, o bien como que desean tomar una posición particular o independiente que es antagónica a los intereses del pueblo. Todo lo citado va acompañado de una fecunda propaganda de prensa, escrita y hablada."
La intervención del Honorable señor Allende ha subrayado mis palabras y la trascendencia que ellas tienen.
Ahora bien, hay un hecho bastante significativo: algunos de los conceptos y muchas de las expresiones textuales que he leído constituyen también la estructura de un documento llamado "Manual FM 31-15, Operaciones contra Fuerzas Irregulares", del Ejército de Estados Unidos. Hay mucha similitud entre ellos, y parece que hubiera trasvase de ciertas concepciones del Pentágono hacia algunos círculos oficiales de las Fuerzas Armadas chilenas. Este documento del Ejército yanqui lo pueden leer los señores Senadores en el informe emitido por la Comisión investigadora designada por la Cámara de Diputados hace poco tiempo, con relación al Plan Camelot. Ahí está el documento y se puede hacer una comparación entre uno y otro.
Por eso decía que hay aquí un serio peligro de contagio, de trasvase, de trasladar al Ejéreito de Chile ideas, conceptos y directivas que no corresponden a la imagen que el pueblo de Chile tiene derecho a esperar de sus propias Fuerzas Armadas, a las cuales siempre ha respetado.
Cuando se habla de operaciones navales, quiere decir que, en realidad, existen peligros para el país. Entonees, es necesario-determinar de dónde provienen esos peligros. Ya la Honorable señora Campusano dijo en la Sala que ellos provienen del imperialismo norteamericano, que como se ha dicho tantas veces, ha agredido a lo largo de los años a las naciones de este continente.
Por eso a los comunistas nos alarma la insistencia con que el Gobierno democratacristiano actual solicita la aprobación de estos proyectos que no se avienen con los intereses de nuestro país, sino que, por lo contrario, está contra ellos. Tales maniobras nos exhiben a la faz exterior como subordinados a una política foránea y de defensa conveniente para otras naciones, pero inconveniente para Chile.
Rechazamos la aprobación del proyecto que autoriza la ejecución de estas maniobras navales y estimamos que es preciso poner término a su origen mismo, el cual, como todos sabemos, se encuentra en los pactos militares y de asistencia recíproca. Se deben desahuciar estos instrumentos jurídicos que nos atan a una política extremadamente peligrosa.
Nuestro país debe integrarse con decisión al conjunto cada vez más numeroso de países que abogan por la coexistencia pacífica, por el desarme, por el respeto irrestricto a los principios fundamentales de la autodeterminación y de no intervención de un estado en los asuntos de otro. Ello permitirá a los países americanos, y en primer término a Chile, colocar un cimiento inconmovible para nuestra independencia económica y política.
El señor GARCÍA (Vicepresidente).-
Tiene la palabra el Honorable señor Pablo.
El señor PABLO.-
No es fácil tratar de encuadrar el debate sobre esta iniciativa de ley al origen mismo del asunto que preocupa la atención del Senado. Y no lo es, porque en las intervenciones y discursos habidos tanto en sesiones públicas como secretas se han abordado materias muy disímiles, que tocan sólo muy tangencial-mente el fondo del problema en debate.
De qué se trata.
En verdad, la autorización solicitada por el Ejecutivo para que efectivos de las Fuerzas Armadas norteamericanas ingresen al territorio, tiene sólo por finalidad hacer posible la realización de la Operación Unitas VII, la cual como su nombre lo indica, es la séptima maniobra efectuada en nuestro país. Las anteriores fueron precedidas, en 1957, de una operación conocida con el nombre de "PANAMEX".
Las operaciones Unitas tienen por finalidad entrenar a nuestra Marina en todos aquellos aspectos de guerra antisubmarina. Igualmente significan un adiestramiento que, a nuestro modo de ver, es indispensable para nuestros institutos armados.
En 1959, ya las Comisiones del Senado habían informado favorablemente este tipo de actividades, como lo demuestra el acuerdo suscrito por parlamentarios pertenecientes a los Partidos Liberal, Conservador y Radical. Esa resolución terminaba expresando lo siguiente:
"Vuestra Comisión comparte el criterio del Ejecutivo en orden a los innegables beneficios profesionales que representan para la Armada de Chile, en especial desde el aspecto de la guerra antisubmarina, el contacto operativo con fuerzas que cuentan con todos los adelantos modernos y una orientación técnica y práctica mucho más avanzada que la nuestra."
No se trata, pues, de que estemos dando un nuevo paso respecto de lo que sucedió con antelación, sino que estamos repitiendo una práctica que estimamos conveniente para el desarrollo y la marcha de nuestros institutos armados.
Objetivos y beneficios.
Los objetivos de esta operación dicen relación al entrenamiento para la guerra antisubmarina. La guerra submarina constituye el peligro más serio para nuestro país en cualquier conflicto, por la dilatada extensión de nuestras costas y su característica insular determinada por la muralla de los Andes, al este) hace que el tráfico vital para sus importaciones de sus productos requiera del empleo de la vía marítima, la que es vulnerable a la acción de los submarinos.
Efectuar ejercicios con el Grupo de Tarea Norteamericano es de indudable beneficio para nuestra fuerza naval, ya que le permite conocer los más modernos medios y sistemas de guerra antisubmarina y los más avanzados equipos con que vienen dotados los buques norteamericanos; conocer su efectividad, y, lo que es de mucha importancia, aquilatar por comparación, guardando debidamente las proporciones, la capacidad de nuestras fuerzas.
En cualquier hipótesis de guerra marítima en la que se viera envuelto nuestro país, la falta de preparación y de entrenamiento en la lucha antisubmarina, tendría su fatal repercusión no sólo en la conducción militar de la misma, sino también, y muy marcadamente, en el tráfico económico-marítimo del país.
Por último, la Fuerza Naval Norteamericana, en su gira de ejercicios, visita varios países sudamericanos, proporcionando a sus respectivas armadas las ventajas de conocer y de practicar con sus modernos medios. Sería negativo excluir a nuestra Armada de dichas posibilidades.
La realización de estas maniobras que nace de acuerdos internacionales suscritos por Chile, como el Tratado Interamericano
de Asistencia Recíproca de Río de Janeiro y el Convenio de Ayuda Militar con los Estados Unidos, en los años 1949 y 1952, respectivamente, ha posibilitado ese tipo de operaciones.
Los jefes de las Fuerzas Armadas que concurrieron a las sesiones de la Comisión de Defensa del Senado aclararon que, sin duda, la mejor escuela para estas actividades de defensa es la propia guerra. Evidentemente, nadie está dispuesto a pagar tan alto costo. Por eso, las maniobras realizadas con elementos modernos creaban la posibilidad de un conocimiento indispensable para un adiestramiento adecuado.
No existe obligación de autorizarlas.
No es como se dice -y quedó claro en la Comisión- que existe obligación de realizar este tipo de maniobras en virtud de los tratados y convenios aludidos. Ha quedado esclarecido, en el día de ayer, que la República Argentina no va a intervenir en la Operación Unitas, en esta oportunidad. Y no participará, fundamentalmente, por la negativa de Estados Unidos a proporcionar la totalidad del armamento reclamado por esa nación, que hubiera colocado a la armada argentina en situación de privilegio respecto de las fuerzas armadas del resto del continente. Este hecho significa que existe voluntad de cumplir el principio de que el Pacto Militar ha de representar el establecimiento de cierto equilibrio relativo entre las fuerzas armadas de los distintos países, circunstancia que ha movido a la República Argentina a negarse, por resolución soberana, a participar en las maniobras que ahora se realizarán.
Naturalmente, podrían invocarse diversos razonamientos semejantes para que nuestro país se niegue a participar en tales ejercicios navales. Pero ¿qué beneficios obtendríamos con ello? Es cierto que Chile tampoco recibió la totalidad del armamento que le agradaría recibir median-
te el Pacto Militar, no obstante que las enfrascadas en el día de ayer -son públicas, por cuanto han aparecido en la prensa- demuestran que, dentro de la distribución de la ayuda del Pacto Militar hecha en el continente, Chile es uno de los países que ha recibido un porcentaje adecuado de armamento.
Estimamos que no existe ventaja inmediata en oponerse a realizar esta operación por el solo hecho de no obtener todo el armamento deseado. Por lo contrario, tenemos conciencia de que las marinas de otros países vecinos y hermanos nuestros adquirirán este entrenamiento. Por ello, no vemos cuál sería la ventaja de excluir a Chile de esos ejercicios, los cuales, por lo demás, no significan, prácticamente, costo alguno para el erario.
Si el día de mañana Argentina o Perú, por nombrar algunos países, obtuvieran determinado número de naves superiores a lo que pueda recibir Chile, seríamos los primeros en reclamar un trato más justo en la distribución de armamento.
Dada la extensión de nuestras costas y la importancia de estas instrucciones navales para nuestro país y para su intercambio comercial en período de guerra, es conveniente llevar adelante este tipo de práctica de guerra antísubmarina y no quedar en desmedro respecto de nuestros vecinos.
Sin duda que estos claros beneficios y objetivos han sido estimados por los distintos sectores del Parlamento como un estímulo puramente verbal frente a las acechanzas que, a su juicio, la Operación Unitas encerraría. Es muy difícil recoger todas las argumentaciones dadas en el transcurso del debate. Trataré de sintetizarlas, de conformidad con lo que he escuchado en intervenciones pasadas.
Técnica innecesaria.
Hay quienes estiman totalmente inútil que nosotros tratemos de aprender técnicas nuevas en naves o elementos modernos que no poseemos, porque, a la postre, tales conocimientos no tendrán posibilidad de ponerse en práctica. Como se dijo en la Comisión, esos conocimientos serían semejantes a la instrucción que en otro país pudiera recibir un profesional sobre los adelantos de la medicina, y al regresar a Chile volviera a un centro de carácter rural donde carece de las posibilidades de contar con los recursos materiales y de equipo. Sin embargo, evidentemente se trata de una afirmación ligera. La situación particular de las personas no puede compararse con la situación general de un país. Es posible que un día no tengamos los armamentos indispensables para una guerra antisubmarina. Pero no dudo de que en momentos de conflicto, de emergencia bélica, el país hará cualquier esfuerzo, incluso postergará el propio desarrollo económico de la nación para adquirir los elementos indispensables destinados a encarar tal emergencia. Pero ¿ qué sacaríamos, en esa eventualidad, con tener los armamentos si no tuviéramos hombres debidamente adiestrados?
De allí que la primera razón que se suele dar en contra de estas operaciones carece, en verdad, de un fondo técnico y práctico. Ya lo dice el antiguo adagio: el saber no ocupa lugar. Y el saber, en un momen- to dado, puede rendir frutos, y muy grandes en períodos de emergencia.
Las amistades que se crean.
Otros sectores han impugnado la realización de estas operaciones destacando que existiría grave peligro en atender a que, como consecuencia de estas maniobras, se crean contactos y lazos personales, de mutuas simpatías entre hombres de nuestras Fuerzas Armadas y miembros de las fuerzas armadas del país del Norte; y señalan que las finalidades políticas que mueven a la Armada Norteamericana o al Pentágono pueden ser contrarias a nuestros propios intereses. En realidad, nadie duda de que el contacto de los hombres hace que ellos puedan irse comprendiendo mejor. Lo han dicho pensadores; y yo podría haber recogido, en este instante, las palabras de Tagore; pero no es del caso, en estos momentos, insistir sobre el particular. Sin embargo, bien se recordaba en la Comisión que los contactos personales, las relaciones humanas de simpatía y de afecto entre hombres de los institutos armados de diversos países, como fue el caso de Perú y Chile hacia 1879, no fueron obstáculo para que cada uno supiera cumplir su deber durante la guerra que entonces sobrevino. Por lo demás, la historia enseña que no son los lazos de relación humana, aun los de parentesco y consanguinidad, los que mueven a los hombres de armas. Entre nosotros, hay el caso ya clásico de que don Manuel Bulnes se enfrentó en el campo de batalla, en bando distinto, con su propio padre.
El señor AMPUERO.-
Y tenemos el caso de Prat y Grau...
El señor PABLO.-
De allí que el problema de simpatía o de antipatía está supeditado a la instrucción que reciben los militares. Y hay algo que quedó en claro en la Comisión; algo que fue reconocido por todos: la concurrencia de nuestras Fuerzas Armadas a estas reuniones y maniobras jamás tiene por finalidad ir a imponerse de puntos de vista ni a recibir orientaciones políticas distintas. Ellos se mantienen dentro de la doctrina militar chilena latamente explicada ante la Comisión y que mereció el reconocimiento de todos los Senadores.
Confianza en las Fuerzas Armadas.
Pienso que, en el fondo, hay un problema de confianza, consistente en que el día de mañana los militares pudieran dejar de cumplir su deber -lo declaro francamente- por haber tenido esos contactos. Negar dichos contactos nos evita ese posible peligro, pero nos obligará a impedir el entrenamiento adecuado de nuestras
Fuerzas Armadas. Ante la necesidad de decidir, nosotros optamos por las razones de defensa nacional que aconsejan las maniobras.
En la Comisión se habló sobre la posibilidad de un entrenamiento no sólo con las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Admito la posibilidad de que mañana adquiramos alguna experiencia en el ejército de Israel o en ejércitos de alguna nación europea, y aun, tal vez -estoy convencido de que va produciéndose un acercamiento mundial-, de la zona socialista.
Me asiste la convicción de que el argumento que hoy se invoca podría repetirse con absoluta seguridad el día de mañana, diciendo que las doctrinas o simpatías adquiridas por el contacto personal harían inconveniente que nuestros militares participaran en maniobras con ejércitos de otros países, cualesquiera que ellos fuesen.
Estamos ante el hecho de que las referidas maniobras son de elevado costo y la única posibilidad de realizarlas es en conjunto con otras naciones que puedan facilitar la realización de las mismas. Si por temor a los contactos o simpatías que puedan tener nuestras Fuerzas Armadas; por desconfianza, en último término, de que ellas puedan ser influidas en sentido po-lítico determinado, nos negamos a la postre a permitir esta clase de maniobras, nos privaríamos de la posibilidad, no sólo hoy, sino en lo futuro, de llevarlas a cabo, porque existirá peligro de contaminación ideológica siempre que se pongan en contacto seres humanos.
Infiltración ideológica.
También se ha hecho hincapié y se ha puesto mucho énfasis en que la política que inspiraría fundamentalmente al ejército norteamericano consiste en invitar a las fuerzas armadas de América Latina para transformarlas en fuerzas de represión interna, a fin de atajar los movimientos autodenominados populares en su actividad de guerrillas encaminadas a la toma del poder.
Según esa filosofía, con dichos contactos estaríamos poniendo en riesgo precisamente que se pudiera actuar en nuestros países en la forma expuesta. Quiero llamar la atención del Senado hacia el hecho de que estamos discutiendo la autorización para que la Armada participe en ejercicios para reprimir la guerra submarina, y a mí no se me ocurre cómo, ni aun usando mucha imaginación, las guerrillas pudieran realizarse el día de mañana en forma submarina. De tal modo que debe quedar descartada de plano la afirmación que sobre el particular se viene haciendo, la que no se compadece con el propósito perseguido por estas operaciones.
No existe enemigo común a la vista.
He oído, asimismo, manifestar en la Comisión que estas operaciones se harían en vista de que existiría un enemigo común y que, frente a los enemigos comunes, los partidos políticos ge dividen por simpatías o antipatías, por adhesiones o repudios a quienes están afirmando que estas operaciones no deberían verificarse. Pero quedó establecido en forma, clara que la finalidad de estas operaciones es eminentemente técnica; que no hay enemigos comunes a la vista, y que, en esta materia, el Ejército declaró, -lo dijeron todos sus altos jefes- que sólo lo mueve un propósito de perfeccionamiento profesional, en una actividad en que le corresponde mantener un elevado nivel a fin de cumplir con la responsabilidad que el país le ha encomendado.
Todos estos aspectos han dado origen a diversas observaciones que hemos escuchado en este recinto, tanto en las sesiones de hoy como en las celebradas ayer.
El señor JULIET.-
¿Podría el señor Senador tener la bondad de aclarar el concepto recién expresado por Su Señoría en cuanto a que a las Fuerzas Armadas sólo las mueve un afán de perfeccionamiento profesional?
Es posible que las expresiones del señor Senador pudieran hacer creer a mucha gente que hay diversas tendencias entre los miembros de las Fuerzas Armadas. Pienso que tal situación no existe en nuestros Institutos Armados.
Las Fuerzas Armadas apoyan las maniobras por razones profesionales.
El señor PABLO.-
Los altos mandos de nuestras Fuerzas Armadas concurrieron, a invitación del Senado, a explicar su la tención ante el proyecto del Gobierno. Esta iniciativa legal fue rotundamente apoyada por ellos. Manifestaron que estas maniobras son indispensables para su perfeccionamiento profesional y declararon que patrocinan la petición porque mediante tales maniobras los oficiales de Marina adquirirán una experiencia que, de otra manera, no obtendrían; que por ningún motivo los impulsa un fin de carácter político, y que ellos saben perfectamente cuál es su doctrina militar. La dieron a conocer en la Comisión y fue compartida por todos sus miembros. Por lo tanto, cualquiera otra intención que pudiera tener el otro país que participa en esta ciase de maniobras, no alcanza a las Fuerzas Armadas de Chile.
Se ha venido insistiendo en que semejantes intenciones existen de parte de otros participantes en los ejercicios combinados: me refiero a los propósitos que pudieran tener los militares norteamericanos en torno de una política en nuestro continente. Pero ello no se compadece con la afirmación categórica de los jefes de las Fuerzas Armadas de Chile y con la reiterada confianza que siempre hemos depositado en ellas.
Problemas de nuestra defensa.
Decía que, con ocasión de este debate, se han dado a conocer opiniones de diversos señores Senadores sobre otros temas, como los relacionados con la defensa nacional, que fueron latamente tratados en la sesión secreta de ayer. Las explicaciones del señor Ministro han sido satisfactorias, tanto las que dio en la Comisión como las que proporcionó en la sala.
Estimo que el país puede tener tranquilidad y confianza en que las instituciones armadas de Chile están conscientes de la responsabilidad que les cabe, y que, dentro de los medios de que se dispone, se están haciendo los más grandes esfuerzos para responder a cualquier emergencia futura.
Nuestro pretendido aislamiento internacional.
También se han formulado observaciones concernientes a nuestra política de relaciones internacionales. He escuchado a algunos señores Senadores quejarse por el aislamiento de Chile en la etapa actual. Creen que estamos corriendo serios peligros porque no tendríamos amigos en el continente en la actualidad. No obstante, debo recordar los esfuerzos que sobre el particular ha desplegado el actual Gobier-go, y cómo, velando fundamentalmente por los intereses de Chile y la seguridad nacional, ha tratado, por todos los medios, de mantener relaciones con los distintos países de América Latina, cualesquiera fueran sus regímenes de gobierno.
Las referidas críticas han provenido particularmente de las bancas de la Derecha, y, cosa curiosa, muchos hombres de esas colectividades políticas representan al Gobierno en distintos países del continente.
Me parece sencillamente exagerado plantear el tema del aislamiento de Chile. Desde luego, con la República del Perú hemos participado recientemente en una reunión en Colombia, y posteriormente el Presidente de la República ha visitado ese país. Se han hecho declaraciones conjuntas y establecido fines y propósitos comunes. Por otra parte, los parlamentarios hemos tenido relaciones cordiales con la República del Perú en encuentros verificados en Tacna y Arica. Por su parte, también oficiales de nuestra Armada han tenido contactos con otros de la República del Perú, en repetidas oportunidades, y hemos tenido ocasión de oír en la Comisión que existen, en ese sentido, cordiales relaciones.
No hay, pues, a mi modo de ver, tal aislamiento de parte del Gobierno y de Chile, en general, tanto más cuanto que ha habido preocupación por mantener una política fraterna y de integración entre ambos países, la cual ha quedado delineada por la política exterior mantenida por Chile.
Respecto de la República Argentina, ya en el gobierno de Illía, que estaba en el poder cuando asumió el Excelentísimo señor Frei, se tuvieron contactos; nuestro Primer Mandatario visitó esa República, estuvo con el Presidente argentino en Mendoza y se celebraron conversaciones para dirimir nustros conflictos limítrofes. Recientemente, el gobierno argentino, bajo el mando del Teniente General Onganía, ha reanudado esos contactos. El PresidenteOnganía, con fecha 24 de agosto de 1966. ha dirigido una nota al Presidente de la República de Chile, en la cual expresaba lo siguiente:
"Algunos episodios ocurridos durante los últimos tiempos en la frontera revisten un signo negativo que menoscaba la vinculación entre Chile y la Argentina, contrariando un imperativo histórico de comprensión creciente y de fecunda cordialidad.
"Los hechos aludidos se han originado en cuestiones relacionadas con la demarcación de una línea fronteriza, singular por su longitud y complejidad. Cabe, por lo tanto, confiar en que la precisión de los límites territoriales eliminará el único motivo de fricción entre nuestros países.
"La actual situación limítrofe nos impone una actitud que revele la voluntad indeclinable de mantener celosamente nuestra soberanía territorial. Estamos dispuestos, en fiel observancia de los acuerdos vigentes, a evitar e impedir todo acto capaz de alterar los términos en que están planteados los problemas pendientes de solución".
Y ambos Gobiernos han reiterado su propósito de recurrir a los medios pacíficos para encontrar solución a sus problemas limítrofes.
A ¡Brasil también nos unen lazos de amistad, a pesar de las diferencias políticas derivadas de la posición en que estamos colocados doctrinariamente. Las relaciones se hacen de Estado a Estado y no de Gobierno a Gobierno, y por eso las mantenemos con ese país, no obstante las críticas que personalmente pudiera merecernos el carácter democrático de su Gobierno.
Entre el 9 y 12 de octubre concurrirán a Chile, en visita oficial, el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil señor Juracy Magalhaes y los Senadores señores Antonio Konder y José Bezerra, y los Diputados señores Rubén Alvez y Aroldo de Carvalho, además de otros miembros de una comitiva de alta representación.
En el mes de agosto, tuvo lugar en Colombia, una reunión en la que participaron los Presidentes de Venezuela, Colombia y Chile y representantes directos de los Presidentes de Ecuador y Perú. En esa oportunidad, también se llegó a conclusiones sobre la forma de estimular el desarrollo de nuestros pueblos y se ha afianzado la idea de la integración de nuestras naciones. Por lo tanto, esa reunión tuvo, como finalidad fundamental estimular el desarrollo e impedir el aislamiento de nuestro país.
Además, se recordaba hoy día en esta Sala el viaje de Su Excelencia el Presidente de la República a Europa Occidental. A mi juicio, sinceramente, fue de gran provecho y demostró que no existe la voluntad de este Gobierno de amarrarse unilateralmente a una sola amistad, sino que busca el diálogo con los diversos países.
También se han abierto relaciones con las zonas comunista y socialista, que antes siempre estuvieron cerradas. En estos días tenemos el agrado de recibir la visita de representantes parlamentarios de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, lo que demuestra que el diálogo del país está abierto a todas las latitudes. En consecuencia, carecen de toda base las ideas de quienes sostienen su oposición a esta iniciativa de ley, fundados precisamente, en el hecho de que podría haber aislamiento político.
Nuestras relaciones con los Estados Unidos.
Nuestras relaciones con los Estados Unidos han sido durante este Gobierno extremadamente cordiales y el Presidente de la República ha reiterado en forma permanente su agradecimiento por la colaboración recibida.
En la tarde de hoy hemos escuchado un discurso del Honorable señor Ibáñez -me alegro que se reincorpore a la Sala en estos momentos-, que valdría la pena contestar con tranquilidad en lo relacionado con los Estados Unidos de Norteamérica.
No deja de ser curioso y pintoresco, e inclusive contradictorio, porque Su Señoría comenzó por acusar a Estados Unidos de ejercer una acción imperialista en nuestro país y, en seguida, se quejó de que no interviniera aquí para imponer un criterio distinto del que sustenta el actual Gobierno.
El señor IBAÑEZ.-
No he pensado decir cosa semejante, señor Senador.
El señor PABLO.-
Tengo a la mano la intervención de Su Señoría.
El señor IBAÑEZ.-
Le ruego leer esa frase.
El señor PABLO.-
Dice: "Acusamos a los Estados Unidos de ejercer..."
El señor IBAÑEZ.-
Dije: "Acusados los Estados Unidos", refiriéndome a la reacción de ese país cuando es acusado por per-soneros del FRAP.
El señor TEITELBOIM.-
¡ Ahora somos nosotros los que acusamos!
El señor PABLO.-
Había leído mal, porque hay un error de máquina y la letra aparece borrosa. En todo caso, queda en pie la contradicción.
Sin embargo, el Honorable señor Ibáñez solicita, en el fondo, una intervención de los Estados Unidos en Chile, para alterar el criterio del Gobierno, de los que manejan la nación. Además, se queja de la Aliaza para el Progreso...
El señor IBAÑEZ.-
Perdóneme, señor Senador, pero no puedo dejar pasar una afirmación como la que escucha el Senado. Su Señoría parece que no estaba en la Sala. Le ruego imponerse del discurso que pronuncié, copia del cual está en las bancas democratacristianas. Precisamente, me quejo de que Estados Unidos no nos deja en paz para que Chile pueda establecer la política que más le conviene.
El señor PABLO.-
Su Señoría ha hecho críticas de otro tipo. Se ha quejado de que se apoye la idea de llevar adelante una reforma agraria, una reforma tributaria, en los términos ya aprobados. Se ha quejado, inclusive, después de haberlos alabado de los proyectos educacionales.
El señor IBAÑEZ.-
He estado explicando las reacciones de Estados Unidos frente a las críticas que hacen los partidos de Izquierda en América Latina, en forma particular los vinculados a los comunistas.
El señor PABLO.-
Su Señoría me perdonará, pero estoy yo con el uso de la palabra.
El señor IBÁÑEZ.-
Yo le ruego atenerse al texto de mi discurso, y no citar mis expresiones en forma alterada. No haga suposiciones.
El señor PABLO.-
Vuelvo a insistir en que Su Señoría pide, en el fondo, un nuevo tipo de consejeros que haga cambiar el criterio de la actual Administración.
El señor IBÁÑEZ.-
¡Jamás! No queremos consejeros.
El señor PABLO.-
Eso es lo que fluye de sus palabras.
El señor IBÁÑEZ.-
He hablado de que los políticos de Estados Unidos sean capaces de comprender lo que está sucediendo en Chile.
El señor PABLO.
-Políticos y embajadores adecuados, fueron las palabras de Su Señoría.En el fondo, el señor Senador ha cambiado mucho de opinión respecto de las relaciones con los Estados Unidos a partir de la Presidencia del señor Kennedy.
Sin embargo, fue un Gobierno sustentado por el Honorable señor Ibáñez el que patrocinó la Alianza para el Progreso y suscribió el pacto de Montevideo.
El señor IBÁÑEZ.-
Era una expectativa que no había por qué desestimar.
El señor PABLO,-
En ese compromiso se convino llevar adelante una reforma agraria y tributaria.
El señor IBAÑEZ.-
Y se llevaron a efecto ambas reformas.
El señor PABLO.-
También se patrocinaba una reforma constitucional. Sin embargo, hay que tener en consideración que las reformas se hacen en los países de acuerdo con lo que deciden las mayorías, con la opinión de sus Gobiernos.
El proyecto que Sus Señorías estimaron en su época como de reforma agraria, fue denunciado por nosotros como sólo de colonización avanzada, y jamás aceptamos que fuera una verdadera reforma de ese tipo.
El señor CURI.-
Con esa ley sé están haciendo ahora todas las expropiaciones.
El señor PABLO.-
Estamos ahora auspiciando un proyecto dé reforma agraria en los mismos términos que pretendíamos hacerla y cuando Sus Señorías patrocinaron la anterior, oportunidad en qué me cupo en el Senado defender nuestros puntos de vista,
Son los Gobiernos nacionales los que entregan las directrices para las reformas, y aunque la Alianza para el Progreso puede colaborar, son ellos los que imponen sus criterios y no necesitan consejeros venidos de fuera.
También hizo referencia el señor Senador a la Resolución 560, de la Cámara de Representantes que había patrocinado la idea de que concurrieran "marines". Su Señoría dice que los necesitamos. En realidad, no puedo colegir nada del texto directo de sus observaciones, pero daban la sensación de que añorara que tales cosas no pudieran llevarse a la práctica.
El señor IBAÑEZ.-
¿Por qué, señor Senador?
El señor PABLO.-
Esa resolución fue condenada unánimemente en América Latina, y nosotros estuvimos derechamente en contra de ella.
El señor IBAÑEZ.-
Nosotros la condenamos, también.
El señor PABLO.-
Y con relación a este punto de vista que en alguna forma aparece acariciando Su Señoría...
El señor IBAÑEZ.-
¡Jamás! Nosotros hemos protestado por esa Resolución, señor Senador.
El señor PABLO-
Otros grupos del Senado se han opuesto a la iniciativa en debate invocando la política internacional a la cual ellos adhieren.
Yo comprendo el antiimperialismo de los comunistas. Lo que no entiendo en este instante es la posición de Su Señoría frente a Estados Unidos.
El señor IBAÑEZ.-
Esa es la posición de un chileno libre.
El señor PABLO.-
Creo que el imperialismo existe y es de múltiples colores. El es demostrativo de unas posiciones ideológicas y de política de poder internacional. Los comunistas han adherido a un bloque en esta lucha de poder. Para ellos, el régimen de Hitler fue malo cuando estaba en contra de Rusia y había sido aceptable cuando combatió junto a la Unión Soviética. De manera que la posición ideológica y la adhesión a un bloque de poder internacional tiene, evidentemente repercusión en lo que estamos discutiendo.
El caso de Vietnam.
Se ha traído al debate el caso de Vietnam, y el Honorable señor Ibáñez se quejaba de que el señor Ministro de Relaciones fuera a las Naciones Unidas a dar consejos sobre política de paz. En cambio, por otro lado, la Honorable señora Campusano se quejaba de que nuestro país no hiciera declaraciones contrarias a la guerra de Vietnam.
"La paz está amenazada -decía el Ministro de Relaciones Exteriores, recientemente, en Nueva York- "en tantos lugares y por tantas razones. Está amenazada por la insistencia en las experiencias nucleares y su irresponsable perfeccionamiento técnico. La paz ya está rota en Vietnam. AHÍ mueren hombres de todo el mundo y agoniza lentamente un pueblo, en Una guerra que desgarra la conciencia de la humanidad. La paz está rota, pues por miles se pueden contar las víctimas de las dictaduras y los regímenes violentos".
También, en la reunión que tuvieron los Presidentes de Colombia, Venezuela y Chile y los representantes directos de los Presidentes de Ecuador y Perú, se emitió un acuerdo que expresa en una de sus partes :
"Inspirados en el mismo sentimiento y preocupación por la grave situación de Vietnam que constituye una amenaza para la paz mudial, exhortamos a las naciones comprometidas en ese conflicto para que le pongan pronto término por procedimientos pacíficos". ,
No somos espectadores aislados del conflicto que allá se desarrolla, pero tampoco estamos en una línea de poder de carácter mundial. Frente a esta política de poder, •que muchas veces se transforma en acción imperialista y que existe de un lado o de otro, con un color o con otro en todo el mundo, los democratacristianos no buscamos alineamiento con ninguno de ellos. Por eso, hacemos fe en las palabras de U Thant, cuando decía en las Naciones Unidas:
"El mayor obstáculo para la realización «de los principios de la Carta es el hecho ineludible de que en las relaciones internacionales continúa operando, tanto abierta-como encubiertamente, la política de poder. Este concepto de política de poder, sea como instrumento del nacionalismo o del extremismo ideológico, es el enemigo natural del orden internacional previsto en la Carta. Es además un anacronismo que puede resultar caro y desastroso. El patriotismo, el orgullo nacional, o las convicciones ideológicas, pueden y deben adoptar formas nuevas y más creadoras que los viejos conceptos del dominio político o del poder material. Esta es la gran misión que se ofrece al arte del gobernante y el genio político en todas las regiones del mundo. Existen las ideas fundamentales y el aparato preciso, en espera solamente de que la política y las medidas nacionales les infundan vida y energía".
Estas expresiones las hizo suyas, también, el propio Canciller del Gobierno de Chile.
En esta lucha por el poder mundial, evidentemente, hay gente alineada en distintos bandos. Nosotros hemos tratado, por todos los medios, dentro de nuestra realidad geográfica y geopolítica, de tener una posición independiente. Hicimos ver oportunamente nuestro repudio en el caso de la invasión a la República Dominicana y, en fecha reciente, hemos manifestado, en la última Conferencia de Cancilleres, que nos oponemos a la creación de la Fuerza ínter-americana de Paz, tan duramente combatida por distintos sectores del Parlamento. Y creemos que nuestra intervención fue decisiva para provocar, posteriormente, su rechazo.
No obstante, recibimos el ataque de todos los sectores en el sentido de que, respecto de nuestra política exterior, estaríamos totalmente entregados a un tipo de política determinada.
Falta de consideración frente a los jefes de las Fuerzas Armadas.
Nunca he dicho ni sostenido que los Senadores del FRAP votarán por sentimentalismo en contra de estas maniobras, Honorable señora Campusano. Lo que sí sostuve en la Comisión es que en esto juegan siempre simpatías y antipatías de carácter político y, hasta cierto punto, -lo digo con toda sinceridad-, me parece que decidir esta materia por consideraciones políticas, es incurrir en falta de respeto para con los altos mandos de las Fuerzas Armadas después de tenerlos prácticamente todo un día sometidos a una serie de preguntas, que fueron absueltas en forma absolutamente satisfactoria desde los distintos ángulos de las personas que las hicieron, para terminar diciéndoles que rechazábamos lo que pedían, no obstante haber sido respondidas todas las consultas.
El señor TEITELBOIM.-
Creo que Su Señoría está abusando al referirse a una sesión secreta para dar una versión inexacta de lo que se debatió...
El señor PABLO.-
Excúseme, señor Senador, pero no es así.
El señor TEITELBOIM.-
Pediría el acta en la parte pertinente. Lo que se dijo fue enteramente distinto: que nosotros respetamos el patriotismo y el espíritu nacional de las Fuerzas Armadas. Pero se dio una acumulación impresionante de antecedentes demostrativos de que estas Operaciones Unitas forman parte de un dispositivo militar norteamericano, con citas que, si el señor Senador me da tiempo, puedo repetir aquí, emanadas de ellos mismos. Allí insisten en que, afortunadamente, mediante Unitas IV, ellos, los norteamericanos, pudieron cerrar la cuarentena en torno a Cuba. Por lo tanto, son los norteamericanos quienes están haciendo política. Nosotros hacemos a un lado a las Fuerzas Armadas chilenas.
El señor PABLO.-
Estoy sosteniendo que todas las preguntas que formulamos -no digo cuáles ni cuántas-, todas, desde el punto de vista de nuestras Fuerzas Armadas, fueron respondidas a satisfacción de la Comisión Quedó siempre planteado el problema de las dudas que nos merecían
los antecedentes de que disponían algunos sectores.
El señor TEITELBOIM.-
No son dudas. Son hechos bastante aplastantes.
El señor PABLO.-
Muy bien, pero teníamos esos antecedentes antes de llegar a la Comisión. Y si ellos determinaban nuestra negativa no había razón para tener a los altos jefes de nuestras Fuerzas Armadas todo el santo día en el Senado, para luego decirles: "Señores, hay antecedentes de otro carácter, por lo cual, a pesar de que sus respuestas son satisfactorias, estamos en contra de la petición".
El señor TEITELBOIM.-
Estamos obligados...
El señor PABLO.-
Tomémoslo con calma.
El señor TEITELBOIM.-
El único que pierde la calma aquí es Su Señoría.
El señor PABLO.-
No la he perdido.
El señor REYES (Presidente).-
Señor Senador, le quedan tres minutos en el tiempo de sus dos discursos.
Los enemigos potenciales.
El señor PABLO.-
Señor Presidente, nosotros, cualesquiera que fueren nuestros puntos de vista sobre lo que acontece, en el mundo, debemos velar preferentemente por el interés del país. Dentro de esta obligación y de este deber de velar por el desarrollo de nuestras propias Fuerzas Armadas, estamos interesados por que éstas logren el mejor adiestramiento posible.
Aquí se habló mucho, también, de la política tradicional de Chile y de los posibles enemigos nuestros. A mi juicio, el problema de la defensa se desplaza en la actualidad en dimensiones totalmente distintas, por cuanto hoy día cualquier conflicto armado podría desencadenar una suerte de guerra total. En esa oportunidad, no creo, sinceramente, que pudiéramos saber quiénes son nuestros enemigos potenciales ni en qué forma pudiéramos mantenernos ajenos al conflicto. Me anima, sí, la esperanza de pensar que en lo futuro la humanidad llegará a convivir dentro de un medio pacífico, porque, dados los poderosos medios de destrucción existentes, la guerra terminaría siendo -al decir de Heisenberg "una absurda forma de suicidio". Toynbee la señala también como "un genocidio colosal", citas que he tomado de una conferencia de don Raúl Sáez. Sin embargo, evidentemente estas posibilidades pueden existir y nadie podría decir, entonces, cuáles podrían ser nuestros enemigos potencia les. Cualesquiera que ellos fueren, el hecho de que nuestras Fuerzas Armadas tengan posibilidad de un adoctrinamiento, hará posible, en mi concepto, un mejoramiento en el adiestramiento profesional que requieren.
¿Este es mi primer discurso?
El señor REYES (Presidente).-
El segundo, señor Senador.
El señor PABLO.-
Por las razones expuestas, los Senadores democratacristianos votaremos afirmativamente la iniciativa del Ejecutivo.
El señor BARROS.-
Convenció, poco.
El señor PABLO.-
Pueda ser que después se convenzan.
El señor ALLENDE.-
Señor Presidente, en realidad, era mi propósito, y lo es, tratar de esforzarme para exponer un pensamiento general sobre esta materia al analizar lo que significan estas séptimas maniobras militares. Pero frente a algunas aseveraciones hechas aquí y para que no se pierdan en la ráfaga de argumentos, creo indispensable referirme a ellas, con bastante cuidado -por así decirlo- ya que quiero mantenerme estrictamente dentro del compromiso contraído por nosotros de que las sesiones de la Comisión fueran secretas.
Se ha sostenido algo que, en verdad, es diferente a lo que aconteció.
El Honorable señor Teitelboim, impugnando el contenido político y la filosofía de estas maniobras y haciendo ver que ellas constituyen parte de un plan, entregó a conocimiento de la Comisión y en presencia de los Jefes de nuestras Fuerzas Armadas, algunos documentos y antecedentes. Así, por ejemplo, leyó las opiniones del Contralmirante J. A. Tyree Jr. vale decir, hombre de gran tradición militar, Comandante de las Fuerzas del Atlántico Sur. Esas opiniones constan en un folleto editado por la Marina norteamericana que circula profusamente en Chile. En él puede leerse lo siguiente: "Este adiestramiento conjunto de la Operación UNITAS probó ser de gran efectividad en la cuarentena naval impuesta a Cuba. Su actuación fue sobresaliente y la cooperación de las mismas debiera ser tenida presente por cualquier país que tratara de amenazar la paz de las Américas",
Lo que el Honorable señor Teitelboim dijo es lo que sostenemos nosotros: que estas operaciones forman parte de una gran estrategia, de una gran concepción de la defensa de los intereses norteamericanos, que no son los intereses del continente latinoamericano ni los de Chile y de los chilenos.
Señor Presidente, es indispensable que nosotros aprovechemos esta oportunidad para plantear, con la amplitud debida y la profundidad necesaria, nuestro pensamiento, el pensamiento socialista que no es improvisado y no obedece a actitudes transitorias u oportunistas que lo obliguen a convertirse en algo maleable, que se tuerza según cada ocasión.
Hemos nacido a la vida política de este país para luchar, esencialmente, contra la penetración imperialista norteamericana, porque sabemos que ello constituye el obstáculo más fuerte y poderoso que impide nuestro desarrollo económico, social y cultural. Hemos nacido para luchar por la independencia económica de Chile, que hoy no existe, porque somos un país estrujado por el imperialismo norteamericano, dueño de nuestra riqueza fundamental.
Hemos nacido a la vida política para luchar, consecuentemente, por nuestra independencia económica, por nuestra independencia política. Muchas veces, Senadores de otras bancas rasgan sus vestiduras para sostener que no hay presión política, y agregan que somos un país independiente. Nosotros nos remitimos a los hechos, a la historia.
Nuestro Continente, a poco caminar, con una seudo independencia política, cuando rompió las amarras del coloniaje español, supo, primero, de la penetración del imperialismo inglés. Después, del imperialismo americano, y, acto seguido, de la declaración de principios de tipo internacional que durante muchos años ha marcado el camino de Estados Unidos frente a Latinoamérica, expresada en la doctrina Monroe. "América para los americanos". En el hecho, América Latina para los norteamericanos.
En reiteradas ocasiones, frente a la in-deferencia más absoluta de la mayoría de los sectores del Congreso, hemos leído y mencionado las repetidas oportunidades en que la política agresiva del Departamento de Estado se ha ejercido, en forma brutal, en contra de gobiernos o movimientos populares de América Latina. No es invención nuestra, señores Senadores. Basta leer, para comprobarlo, inclusive a tratadistas norteamericanos que tienen un sentido objetivo y realista y que expresan su condenación por esa actitud que se ha llamado, alternativamente, "la política del garrote", "la diplomacia del dólar" o "la buena vecindad".
Nosotros hemos hecho lo imposible por señalar que, con distintos matices y con significación diferente, siempre nuestros países han sufrido las consecuencias de esta política brutal que implica sometimiento político, especulación y explotación económica. Esa actitud nuestra podrá ser resistida y combatida por otros sectores, pero merece respeto y debe merecerlo, porque está en la esencia de nuestro pensamiento doctrinario y de nuestros principios.
Por eso decimos que en los países en vías de desarrollo, subdesarrollados, sumergidos o como quiera llamárselos, no puede haber revolución liberadora si ella no es antimperialista.
En nuestros países no podrá alcanzarse un desarrollo económico que permita satisfacer las necesidades esenciales de nuestros pueblos si no somos dueños de nuestras riquezas; si no somos dueños de nuestro propio destino; y ésta sí es una posición auténticamente nacional y evidentemente patriótica.
Señores Senadores, los hechos, el proceso social y económico, el caminar de los pueblos por la historia, nos ha dado implacablemente la razón. Por eso vemos ahora que Senadores tan decididamente reaccionarios como el Honorable señor Pedro Ibáñez hablan, en la monolítica dureza de sus convicciones, desde otro ángulo que el nuestro, de la posibilidad, siquiera, de decir que la política norteamericana es contraria, en algunos aspectos, a su pensamiento doctrinario.
Lentamente, sectores impermeables a lo ocurrido en este continente van entendiendo la realidad y, al mismo tiempo, los sectores ciudadanos se van dando cuenta de lo que son el lenguaje del oportunismo demagógico de la revolución en libertad, y la auténtica libertad.
Y nosotros queremos, esta tarde, con seriedad, con respeto a nuestros adversarios, pero con firmeza, decir a los señores Senadores que esta operación UNITAS VII forma parte de una gran estrategia del imperialismo, que se expresa, en el caso de nuestro continente, en una penetración económica, cultura y sindical, y aun en una penetración hasta dentro de las Fuerzas Armadas.
Puedo decir, sin vulnerar nuestro compromiso de mantener en secreto lo que se conversó en la Comisión de Defensa Nacional, que es satisfactorio que el pensamiento político militar de las Fuerzas Armadas chilenas sea, como lo suponíamos, esencial y básicamente defensivo. Y eso es algo que tiene que satisfacer a todos los chilenos. No es patrimonio de este Gobierno : lo es de la tradición nuestra, de gente que ama la paz, el diálogo entre los gobiernos, y que sólo ante un ataque, ante la violencia, podrá recurrir a una guerra. Lo digo porque es útil dejar constancia de que éste fue el pensamiento que allí se expresó y que mereció de parte de todos nosotros, por cierto, la más absoluta y total adhesión.
Por eso, a mí, por lo menos, me parece un poco exagerado argumentar trayendo aquí como antecedente de gran significación una que otra frase del discurso pronunciado por el señor Ministro de Relaciones Exteriores de Chile en el amplio anfiteatro de las Naciones Unidas. En realidad, no creo que se necesite ser genio para darse cuenta, de que el perfeccionamiento de la potencia nuclear puede significar romper la paz; y estimo que el descubrimiento hecho por el señor Ministro de Relaciones de Chile, de que la paz está rota por la guerra de Vietnam, podría haberlo hecho cualquier alumno de quinta preparatoria que sepa leer.
i Si la paz está5 rota hace mucho rato! Y cuesta millones y millones de esfuerzos a hombres y mujeres que quieren defenderla. El problema está en entender quién ha roto la paz y cuál es el fondo del objetivo que se busca. Y en este sentido me parece necesario señalar lo siguiente: Estados Unidos ha comprobado que, merced precisamente al perfeccionamiento de la técnica bélica y al desarrollo de las fuerzas nucleares, sus fronteras ahora no son invulnerables. Por ello ha acentuado su política agresiva. Uno de los puntales de esta política se basa en la concepción táctica que fija las fronteras estratégicas de Estados Unidos más allá de sus propias fronteras y consiste en hacerlas residir en una línea que comienza en Noruega -en Europa-, y culmina en un conjunto de bases instaladas en el Extremo Oriente y en el Sudeste de Asia; en el paralelo 38, que separa Corea del Norte de Corea del Sur; en el paralelo 27, que divide a Okinawa de otras islas del Japón, y en el paralelo 17, que separa Vietnam del Norte de Vietnam del Sur.
En esta concepción, América Central y América del Sur figuran como territorios exclusivamente reservados para Estados Unidos, para que en ellos ejerza "protectorado" político y para disponer de todos sus recursos, tanto económicos como humanos.
Estados Unidos, de acuerdo con esta línea político-militar, ha promovido la celebración de pactos que lleven a una especie de solidaridad automática con Washington a aquellas naciones que se encuentran dentro- de sus fronteras estratégicas.
Se tiene así, por ejemplo, el caso de la OTAN u Organización del Atlántico Norte; la OTASO, u Organización del Tratado del Sureste de Asia; y antes la OEA, u Organización de los Estados Americanos, y sus pactos militares y todo su mecanismo de organizaciones paramilitares. (La OTA-SO, firmada en Manila el 8 de diciembre de 1954 por los Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Australia, Nueva Zelandia, Tailandia, Filipinas y Pakistán) .
Todos esos tratados se basan en el automatismo de la reacción bélica. De ahí la actitud de De Gaulle.
Señalo, señores Senadores, que cuando planteamos que la paz está rota y echamos de menos, no el descubrimiento del señor Ministro de Relaciones Exteriores, sino la entereza para declarar quién rompió la paz y de qué manera se está cometiendo un genocidio contra un país que tiene derecho a defender su libertad, y en donde mueren todos los días heroicos hombres y mujeres, tenemos la solvencia de nuestros propios argumentos. Pero queremos apoyarnos también con las opiniones de otros que tienen, en escala mundial, una alta situación política, en el caso de De Gaulle, o una alta jerarquía en el caso de U Thant, Secretario General de las Naciones Unidas. Tengo a mano el discurso pronunciado por De Gaulle en Camboya. Solicito que la parte pertinente se intercale en mi intervención, señor Presidente, y le ruego recabar la autorización de la Sala.
El señor REYES(Presidente).-
Si a la Sala le parece, se intercalará el documento mencionado por el señor Senador en la parte correspondiente de su intervención.
Acordado.
El señor ALLENDE.-
Dijo el PresidenteDe Gaulle en Camboya:
"Todas las soluciones para Vietnam dependen de la actitud de Estados Unidos respecto a la retirada de sus tropas, dentro de un tiempo prudencial", aseguró el jefe de estado francés. "Comprendemos cabalmente que esto quizás no podría hacerse en poco tiempo."
Añadió que "a nombre de dos siglos de amistad", Francia hace un llamado a EE. UU. para que tenga este gesto. "No existe la posibilidad de que los pueblos de Asia se sometan a la ley de los extranjeros que vienen del otro lado del Pacífico".
Siguió diciendo que Francia considera que los combates que están registrándose en la otrora Indochina "sólo atañen a los habitantes" de esa región. "No hay otra cuestión a resolver. Francia estima que no es posible hallar una solución militar al conflicto y pensar que la hay equivale a ver al mundo rodar hacia una catástrofe", indicó.
Eso dijo el Presidente de Francia. No hay solución militar al conflicto, y pretender imponerla es acentuar la posibilidad de una conflagración mundial.
Y U Thant, que ha renunciado al más alto cargo que existe en el mundo por tratarse de una organización internacional de la significación de las Naciones Unidas, expresó en su carta-renuncia, entre otras cosas, lo siguiente:
"La presión que ejercen los acontecimientos está llevando despiadadamente hacia una guerra mayor, mientras que los esfuerzos tendientes a invertir los acontecimientos se arrastran desastrosamente detrás."
Manifestó que según su punto de vista, el "error trágico" de confiar en el uso de la fuerza y de los medios militares como
"medios engañosos para perseguir la paz", se están repitiendo.
-El final del documento cuya inserción ha sido acordada es del tenor siguiente:
"Aludió también .Thant a la ausencia China comunista de las Naciones Unidas, diciendo que siente una especie de "insatisfacción ante el hecho de que la Organización no haya alcanzado la universalidad en el número de sus miembros".
Declaró: "Estoy seguro de no estar solo en este pensamiento. Muchos de los problemas que afectan hoy al mundo, sean ellos de carácter regional o global, se están tornando intratables debido a esta circunstancia".
"Esto resulta verdadero, por ejemplo, ante la falta de progreso logrado en campos tan vitales como el del desarme."
El señor ALLENDE.-
Por eso, cuando entregamos estos antecedentes no estamos cometiendo el error de desviarnos del punto central del debate.
Lo dije al comienzo de mi intervención: estas maniobras Unitas, como las otras que ya se han realizado-y esta es la séptima-, tienen el mismo sello, la misma orientación, el mismo pensamiento. Y nuestra actitud ha sido siempre igual, con argumentos sólidos, con antecedentes irrefutables, con pertinacia y continuidad implacables. Frente a un Congreso que se ha renovado parcialmente o casi en su totalidad, hemos estado aquí sosteniendo lo mismo, ante la indiferencia más absoluta hasta el presente. Y ahora vemos que pétreos sectores empiezan a comprender siquiera que en muchos de nuestros planteamientos había absoluta razón.
Tengo a mano los libros en que están consignados los acuerdos que emanan del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca y del Pacto Militar.
El artículo 3º del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca dice:
"Las Altas Partes Contratantes convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados americanos, y en consecuencia cada una de dichas Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque, en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas."
El Tratado de Ayuda Militar entre Chile y Estados Unidos debe ser similar al acordado entre Estados Unidos y el resto de los países de América Latina; pero cabe destacar que Argentina no lo firmó sino hace tan solo -me parece- dos años. Y lo apuntaba con mucha razón en la sesión de ayer el Honorable señor Raúl Ampuero. Es muy importante precisamente no olvidar este hecho, porque la proporcionalidad de la ayuda militar cambia si se toma en cuenta lo que se ha entregado a ese país en dos años y lo entregado a otros que firmaron el Pacto hace cinco o seis años.
En una parte del artículo 1º del Convenio de Ayuda Militar entre Chile y Estados Unidos se expresa lo siguiente:
"Esa ayuda se destinará de manera que fomente la defensa del Hemisferio y estará de acuerdo con los planes de defensa que acepten ambas Partes conforme a los cuales participarán en misiones importantes para la defensa del Hemisferio dentro de la región definida en el Artículo 4º del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca."
Continúa todo este artículo 1° refiriéndores a la defensa hemisférica.
Y resulta extraordinariamente parado-jal que se venga a sostener en este recinto que estas maniobras no tienen una significación destinada a prevenir una agresión al continente por un enemigo extra-continental. Es decir, señor Ministro, no hay argumento valedero. Sería útil tener la entereza de decir: "Sí, señor. Por tal
tratado que firmó Chile, que el Congreso aprobó, patrocinado por otros Gobiernos y que nosotros mantenemos, ésta es la obligación imperativa que nos impone determinado compromiso internacional". Estos son hechos; esto el país lo entendería. Pero que nos vengan a decir que ésta no es una maniobra para considerar un hipotético adversario exterior, es estimarnos capaces de comulgar, no con ruedas de carreta, sino con todo un aserradero. ¡No! ¡La realidad es muy clara!
En virtud de los compromisos y convenios que la mayoría del Congreso aprobó anteriormente y mantiene, Chile forma parte de una gran estrategia, que implacablemente, hasta ahora, nos vincula al lado de Estados Unidos en la guerra fría y, mañana, nos obligaría en caso de un conflicto bélico. Y el único adversario del régimen capitalista, lógicamente -porque frente a frente en el mundo no hay otro-, es el socialismo, que avanza, por suerte, arrollador en todo el orbe.
Sostuve hace poco que, si algo me había impresionado en mi visita a los países socialistas, es la increíble devoción que tienen por la paz. Creo que esos pueblos que visité tienen como sacrosanta preocupación la defensa de la paz, porque ellos sufrieron una guerra devastadora, porque fueron empujados a un conflicto, porque el mundo sabe que la vinculación de los intereses centralizados del poder financiero germánico y los militaristas alemanes provocó la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial.
Ahora, Alemania Occidental y el Gobierno de Bonn, impúdicamente, señor Ministro, han planteado ante el mundo la reivindicación de sus fronteras, es decir, las fronteras que tenía Alemania durante la dictadura brutal y siniestra de Hitler, lo que significa amagar a Polonia, Yugoslavia y Checoslovaquia y crea un polvorín en el corazón de Europa.
Y cuando los cables anuncian que el Ministro de Relaciones de Bonn, hace horas,
minutos, segundos -porque en la historia éstos son segundos-, estuvo frente a Johnson reclamando participación en el manejo de las armas nucleares; cuando uno lee los despachos cablegráfieos publicados en "El Mercurio" ayer o anteayer, conoce la opinión de Eisenhoyer -cito su nombre por lo que ha representado en la política de Estados Unidos, como Presidente en dos períodos, e incluso en la política mundial, como Jefe de las fuerzas de los países capitalistas en la Segunda Guerra- y sabe que este ex Mandatario norteamericano ha planteado la posibilidad del uso de armas nucleares en el conflicto de Vietnam, ¡ cómo es posible que hombres de cultura, de capacidad política y de sentido patriótico, puedan creer que esta política, continuación de la que trazaron otros con anterioridad, no es una política que amarra a Chile en compromisos brutales! Porque, señor Ministro de Defensa, el Pacto Militar, la relación que hay en el hecho entre Chile y Estados Unidos, es la misma que existe entre la pulga y el elefante, entre el caballo y el jinete, y pongo este ejemplo para que me entienda.
¡Si Estados Unidos reparte y facilita los armamentos! ¡Si Estados Unidos arma, de acuerdo con el oportunismo de sus intereses, a determinados países, inclinando un año la balanza hacia determinado sector, para apuntar contra determinado Gobierno, o para señalarle a otro que no sea vacilante, cuando en su país hay fuerzas que tienen significación auténticamente revolucionaria!
Yo expuse en la Comisión de Defensa Nacional algo que es un secreto a voces. Si el movimiento popular chileno hubiera alcanzado por las urnas el Poder que no alcanzó debido a la propoganda y corrupción en 1964, Estados Unidos no habría desembarcado "marines" en Chile. Si lo hubiera hecho, sé que aun de las bancas más reaccionarias habría habido un sentido nacional para estar junto al Gobierno del pueblo. No me cabe duda de que habría habido muchos hombres de la Derecha, del Centro y de la Democracia Cristiana defendiendo con nosotros la dignidad del país. Pero Estados Unidos no iba a desembarcar "marines". Iba a crear conflictos limítrofes; iba a movilizar los intereses del Perú, los intereses revanchis-tas, que no son los del pueblo peruano; iba a estimular a Bolivia, como la ha estimulado, señor Ministro de Defensa, porque Estados Unidos armó al ejército boliviano. Además, ha financiado el presupuesto de ese país, que es la única revolución del mundo financiada por el imperialismo en su porcentaje más alto durante muchos años, ¡y ningún país imperialista y capitalista regala millones de dólares! Habría acentuado el sentido hege-mónico de una política que denunciamos hace mucho tiempo aquí, durante el Gobierno de Gabriel González Videla, frente al MinistroGermán Riesco, cuando hablamos de la Logia Redeco, logia militar proyectada en América Latina, y el eje Buenos Aires-La Paz-Lima.
Por eso, señalamos estos hechos. Porque su raíz política nadie puede negarla honestamente y porque la política llamada del "garrote", de la "diplomacia del dólar" o de la "buena vecindad", con una aureola de entendimiento aparente, del Gobierno de Roosevelt, ha sido modificada y hoy día los pueblos que luchan por su independencia deben reconocer que hay una estrategia y una táctica del imperialismo.
Ya me he referido a la línea de las fronteras materiales que dibujan toda la actitud agresiva de Estados Unidos. Mis colegas representantes del movimiento popular en este recinto ya han hablado, como yo lo he hecho otras veces, de las fronteras ideológicas y del ejército interamericano de paz. Y un propio contralmirante de Estados Unidos expresa lo que han sido las maniobras Unitas: precisamente para atacar a un país que tiene derecho a darse el gobierno que más se avenga con el pensamiento de su pueblo.
Digo esto para refutar, de paso, algunas aseveraciones del Honorable señor
Ibáñez sobre Cuba, que tienen el polvo de la incomprensión y la centenaria macicez reaccionaria que a veces caracteriza a Su Señoría.
El señor IBAÑEZ.-
¿Por qué?
El señor ALLENDE.-
En el momento oportuno lo voy a precisar.
Esa es la realidad. Estamos enfrentados a estas cosas, señor Ministro de Defensa. Tengamos la entereza de decirlo, pongamos las cartas sobre la mesa y exprese el Gobierno democratacristiano: "Somos un Gobierno capitalista; creemos en el reformismo capitalista; giramos, como lo dijo el señor Frei en la campaña, dentro de la órbita de Estados Unidos, y creemos que debemos entendernos con el país del norte". La demostración más evidente de tal política son los convenios del cobre.
¡Eso es honesto, eso es claro, eso fija un camino, un derrotero, y precisa una concepción! La combatiremos, como es lógico, pero sabremos dónde están, cuál es la realidad. Pero pretender que olvidemos lo que dijeron como Oposición en el pasado, y que ahora ustedes desconozcan todo un proceso continental y mundial, no lo podemos aceptar.
Decía hace un instante que Estados Unidos ha cambiado su estrategia y su táctica. Y el gran error de los países socialistas de Europa que visité -no estuve en la Unión Soviética- es no comprender que, si ellos defienden la paz, nosotros tenemos que atacar al imperialismo como enemigo fundamental y que del ataque a éste saldrá la consolidación de la paz, porque Latinoamérica es la bodega del imperialismo norteamericano.
Y esto es lo que se expresa en lo que se ha llamado ayuda técnica, ayuda financiera, ayuda militar, que he analizado en otras ocasiones. La ayuda militar significa economía para Estados Unidos, como lo hice presente con cifras irrefutables, porque no tiene que destacar hombres en estos países, ya que dispone de ejércitos nacionales al servicio de su política general.
El Honorable señor Ibáñez manifestaba, con razón, que Estados Unidos había iniciado una política nueva, la Alianza para el Progreso, que a él y, creo, a la mayoría de este Congreso les da el espejismo de una gran posibilidad para nuestros pueblos. Pero nosotros, muy a tiempo, en dos, diez, quince oportunidades, en el Senado, en la tribuna pública, en el periódico, en la revista, en la campaña presidencial, dijimos lo que era la Alianza para el Progreso: una gran maniobra política, una extraordinaria maniobra política, nacida antes de la derrota de Playa Girón y consolidada en Punta del Este para hacer posible la mantención de la brutal influencia financiera norteamericana en estos pueblos; Alianza para el Progreso que ni siquiera consideró el precio efectivo y real de nuestras materias primas.
El Honorable señor Tomás Pablo, eufórico, afirmaba que Chile mantenía muy buenas relaciones con Brasil y que pronto llegarían a nuestro país dos Senadores, dos Diputados y el Ministro de Relaciones Exteriores de ese país. ¡Ojalá el Senado chileno, por dignidad nacional e internacional, no reciba a Senadores que han permitido que medio Congreso sea aventado y que se prive de sus derechos ciudadanos hasta a ex Presidentes de su patria, porque hablar de democracia y de Senadores brasileños es una vergüenza!
Daré lectura a las palabras del actual Ministro de Hacienda del Brasil, antes de que fuera el "capo" del Fondo Monetario Internacional, como lo es ahora. Cuando era Embajador del entonces PresidenteGoulart en Washington, en 1963, decía lo siguiente:
El señor IBAÑEZ.-
¿Quién era?
El señor ALLENDE.-
Don Roberto Campos. ¡No es Campos Menéndez; es Campos, no más...!
Decía el citado Ministro de Hacienda: "La ayuda (se refería a la Alianza) queda condicionada a la compra de bienes norteamericanos. Es parte de un programa de ampliación de mercados en el extranjero, para absorción de sus excedentes y alivio de su superproducción en la industria de exportación". Es decir, en cuatro frases, todo un proceso de raíz política e interés financiero era definido por el "capo" del Fondo Monetario Internacional y Ministro de Hacienda del "extraordinariamente democrático" Gobierno de Castello Eranco.
Y el PresidenteJohnson decía, con impudicia increíble, en un mensaje dirigido a su país y refiriéndose concretamente a las instituciones de crédito: "requirió a todos los bancos para que restrinjan el otorgamiento de préstamos a extranjeros siempre que éstos no tengan el claro y directo propósito de financiar las exportaciones de productos y servicios norteamericanos". Es lo que hemos dicho; lo que dijo un día el ex PresidenteGoulart en el Salón de Honor del Congreso de Chile, ante todos los parlamentarios: "Los países pequeños como el nuestro, productores de materias primas", -Goulart hablaba como Presidente del Brasil, jerarquía que le duró poco por querer hacer una pequeñísima reforma agraria y pretender limitar las utilidades de las grandes empresas norteamericanas- "compramos caro y vendemos barato".
En realidad, deseaba referirme también a otros aspectos. Declaro al señor Ministro que pensaba hacerlo en su presencia, pero la premura del tiempo me impide satisfacer este anhelo.
Yo vinculo toda esta táctica, todo este proceso de la Operación Unitas, como lo he repetido hasta la saciedad, a una completa estrategia de tipo mundial; y ahora último, a una orquestación que interesa al imperialismo y que apoyan los gobiernos obsecuentes de América Latina, contra el derecho de nosotros a organizamos y defender la posibilidad de ser países independientes, contra los movimientos populares auténticamente revolucionarios. De ahí las declaraciones contra la Conferencia Tricontinental de La Habana y contra la Organización de Estados Americanos.
Tenía la intención de recordar, además, las palabras pronunciadas por el señor Ministro de Defensa al día siguiente del drama de El Salvador, cuando acusó de subversivos a los trabajadores de ese mineral y dijo que detrás de ese movimiento rei-vindicativo había clara intención política. Quería rememorar también cómo, en la misma oportunidad, el señor Ministro asombró a Chile al afirmar que había gente armada con pertrechos bélicos -trescientos hombres preparados para ese acto-, y que las Fuerzas Armadas habían sido compelidas al cuartel de Carabineros y obligadas a defenderse.
El señor Ministro sabe la deferencia que tuvimos en la sesión secreta de la Comisión. En lo personal, pensaba mantener esta misma actitud deferente en la sesión pública.
Deseaba plantear "in extenso" que, en este proceso, Chile aportó en El Salvador su cuota de sangre, y ahora, una vez más, en las maniobras Unitas, expresa su adhesión a una política que nos amarra al interés foráneo frente a un hipotético agresor continental. Y ese hipotético agresor no puede ser otro que el socialismo, los países socialistas. Y yo declaro que si hay algo que las naciones socialistas desean, es la paz. Y nosotros sostenemos que si existe un agresor que esté poniendo en peligro la paz mundial, ése no es otro que Estados Unidos, en Vietnam.
Tengo a la mano treinta, cuarenta, cincuenta artículos escritos por norteamericanos, por estudiantes y maestros universitarios que señalan a la Administración Johnson como un Gobierno que está manchando de sangre la historia y haciendo la más dramática ignominia de este siglo: el genocidio contra un pueblo.
Por eso, he dicho que nuestra lucha es continental; que la gesta emancipadora de nuestras naciones es en escala mundial; que lo que pasa en Vietnam debe interesar a los chilenos del mismo modo que debe interesarnos lo ocurrido ayer en Santo Domingo frente a la tremenda cobardía colectiva, lo acontecido en Argentina cuando derrocaron al PresidenteIllia, lo sucedido en Brasil cuando destituyeron a Goulart, lo acaecido en Guatemala cuando derrocaron a Arbenz y lo que ha pasado y seguirá pasando mientras el imperialismo defienda sus intereses y en nuestras patrias haya gobernantes que olviden los intereses nacionales para defender pequeños intereses foráneos.
El señor AMPUERO.-
Señor Presidente, la VII Operación Unítas ha provocado sobre la materia un séptimo debate que, virtualmente, se repiten cada año.
El Honorable señor Allende ha expresado los fundamentos generales de la actitud que tenemos, hemos tenido y seguir remos teniendo los Senadores socialistas con relación a este tipo de maniobras. Pero me parece indispensable, por mi calidad de miembro de la Comisión de Defensa Nacional, allegar algunas consideraciones a las ya escuchadas, sobre todo porque no deja de ser alentador y de abrir una pequeña grieta a la esperanza, el hecho de que la oposición, casi siempre minoritaria, que los militantes del FRAP hicimos a las Operaciones Unitas anteriores, haya cobrado ahora un eco relativamente inesperado.
Efectivamente, el año 1964, cuando se iba a realizar la Operación Unitas V, el único voto contrario a dichas maniobras, en la Comisión, fue el del Senador socialista. Ahora, los hechos, la experiencia, el complejo conjunto de situaciones internacionales en vías de desarrollo o las experiencias más recientes, parecen ir convenciendo a sectores cada vez más amplios de cómo es de efectivo que nuestro potencial militar, naval y aéreo, progresivamente, pasa a integrar un establecimiento defensivo hemisférico, que, en lo sustancial, se contradice, es antagónico con lo que pudiéramos definir como el interés chileno.
No deseo extenderme en un examen de la situación internacional, salvo manifestar que en esta VII Operación Unitas debemos considerar acontecimientos que definen de manera categórica a la flota norteamericana como el instrumento principal de la agresión imperialista a pueblos tan débiles como el nuestro.
Es probable que en las primeras Operaciones, cuando no habían ocurrido ni la tragedia de Santo Domingo ni la agresión a Vietnam, más de algún señor Senador pudiera mirar con cierta complacencia un ejercicio naval aparentemente tan desprovisto de intención política. Pero después de que el poder aeronaval norteamericano agredió primero al pueblo de Vietnam del Sur, y en seguida, al Estado de Vietnam del Norte, en la forma salvaje de que han dado cuenta los principales diarios del mundo y que han denunciado los propios intelectuales y universitarios norteamericanos; después de que fueron los marinos yanquis quienes sometieron por la fuerza bruta al pueblo de Santo Domingo, que ejercía un derecho reconocido por todos los tratados y convenios internacionales, me parece que hay sobradas razones de orden moral y político para negar a la escuadra chilena la oportunidad de asociarse, aunque sea por pocos días, con un instrumento de genocidio y de crimen, como tan característicamente lo es el poderío naval norteamericano.
No es éste un asunto secundario. Si hacemos un poco de recuerdo y nos ubicamos en la situación política que prevalecía entre 1939 y 1940, creo que no habría habido ningún legislador chileno que hubiera aceptado realizar ejercicios militares conjuntos con las armadas o ejércitos hitleristas, por razones -repito- de ética internacional, de respeto al orden jurídico internacional y de política elementales. Lo que hoy se nos propone es muy semejante a un ejercicio que se hubiera realizado en las condiciones referidas.
Pero, fuera de esto, quiero llamar particularmente la atención hacia el esfuerzo que hacen nuestros gobernantes, en especial el señor Ministro de Defensa, para convencernos de que este ejercicio es, ideológica, moral y políticamente inocuo; de que es una simple oportunidad para que nuestros oficiales y nuestras tripulaciones puedan manejar determinado instrumental, destinado a detectar, contener y derrotar un ataque submarino; de que no habría nada más que este buen propósito cooperativo de yanquis y chilenos con relación a la Operación Unitas VIL
Pienso que el Honorable señor Allende ha hecho bien al exigir un esfuerzo de franqueza que reconozca que esta operación o ejercicio está incorporado a una política, a una estructura militar que cada día evidencia con mayor fuerza su contraposición flagrante con los intereses de nuestra patria.
En conjunto, nuestros compromisos militares con los Estados Unidos pueden definirse en los términos de la resolución sobre "Cooperación Militar Interamerica-na", adoptada en la Cuarta Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores. En lo sustancial de este acuerdo, quiero leer un párrafo que es claro, defi-nitorio. El número 1 de la resolución dice: "Recomendar a las Repúblicas Americanas que orienten su preparación militar de tal manera que, por medio de su esfuerzo propio y de la ayuda mutua, y de acuerdo con sus posibilidades y con sus normas constitucionales, y de conformidad con el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, puedan, sin perjuicio de la legítima defensa individual y de la seguridad interna: a) incrementar aquellos de sus recursos y reforzar aquellas de sus fuerzas armadas en condiciones tales que puedan estar prontamente disponibles para la defensa del Continente, y b) cooperar entre sí, en materia militar, para desarrollar la potencia colectiva del Continente necesaria para combatir la agresión contra cualquiera de ellas".
El número 2 expresa: "Encomendar a la Junta Interamericana de Defensa que prepare con la mayor actividad posible y mantenga al día, en estrecho enlace con los Gobiernos, por medio de sus respectivas Delegaciones, el planeamiento militar de la defensa común".
Vale decir, es claro que Chile ha suscrito instrumentos internacionales que, en forma principalísima, orientan nuestras Fuerzas Armadas hacia una política hemisférica que, en otras palabras, las transforma en segmento, rama o sección de un dispositivo militar que no consigna como finalidad principal la defensa de nuestra soberanía, la seguridad de nuestro país.
Por consiguiente, la dependencia de los objetivos militares • norteamericanos en cuanto al planteamiento militar, quedan fuera de cuestión con sólo analizar los tratados y resoluciones suscritos por Chile. El que acabo de leer es uno entre muchos otros.
En segundo término, tampoco cabe duda de que en materia de aprovisionamiento de material de guerra o de recursos financieros para adquirirlo, es Estados Unidos, prácticamente, la fuente única. Y hasta podría probar que, en opinión de altos jefes civiles y militares norteamericanos, la adquisición en otras fuentes es considerada como chantaje o deserción.
Para no citar cifras dadas por el señor Ministro de Defensa Nacional en sesión secreta, debo recordar una información pública reproducida en "El Mercurio" de 4 de abril de este año, donde se asegura que Estados Unidos, en quince años, ha entregado 486 millones de dólares en ayuda militar. De esta suma, 171 millones fueron para Brasil; 66 millones para Chile, 59 millones para Perú; 51 millones para Colombia, y 31 millones para Uruguay. Por lo que parece deducirse de las informaciones y antecedentes que se han manejado en la Comisión y en la Sala, estas cifras constituyen el grueso de las disponibilidades financieras que han tenido los países latinoamericanos y definen, por otra parte, su absoluta dependencia o su dependencia principal del aprovisionamiento yanqui.
En tercer término, por propias declaraciones de los organismos oficiales norteamericanos, el entrenamiento de oficiales latinoamericanos ha llegado a proporciones gigantescas. La misma información, de 4 de abril, señala que 31.632 oficiales latinoamericanos recibieron adiestramiento en Estados Unidos o en instalaciones de las fuerzas armadas norteamericanas en América Latina. De Brasil participaron en el programa 3.988 oficiales; de Perú, 3.386; de Colombia, 2.874; de Nicaragua, 2.823; de Ecuador, 2.728, y de Chile, 2.613. Prácticamente todo él cuadro directivo, todo el cuerpo de oficiales de América Latina, a la altura de 1966, ha pasado por cursos breves o prolongados en los colegios o centros de entrenamiento norteamericanos.
En cuanto al programa de esos cursos, no es ningún secreto ni constituye una adivinanza saber hasta qué punto están empapados de una doctrina eminentemente política, inspirada en la guerra antisubversiva, en la guerra antiguerrillas, que en términos políticos significa preparar a las fuerzas armadas para resistir de cualquier modo la presión popular para instalar Gobiernos democráticos. Y en muchos casos el entrenamiento de oficiales militares tiene por objeto sustituir a los Gobiernos civiles, cuando ellos son suficientemente débiles como para no dar garantía de que el pueblo no pueda asumir en determinado momento el poder.
Vale decir, seríamos unos ingenuos o unos hipócritas si no llegáramos a la conclusión perentoria de que en materia de planteamiento militar, de aprovisionamiento y de entrenamiento de nuestros oficiales, la dependencia de los ejércitos latinoamericanos respecto del Pentágono es virtualmente absoluta.
Pues bien, la defensa o la tentativa de defensa que se hace frente a este tipo de operaciones de ejercicio como el de Unitas
VII, es primero -repito- la de negar que está incorporado a una política de mucho mayor profundidad. Pero por si esa argumentación no fuera bastante convincente, se asegura que, por último, no tendría ninguna importancia que los Estados Unidos y sus oficiales dieran alguna implícita inspiración política a estos ejercicios, porque nosotros tenemos la suficiente personalidad, y nuestros oficiales superiores también la tienen, como para defendernos de la pretensión de pervertir el sentido puramente técnico de un ejercicio militar.
Deseo recordar que, con ocasión de la operación "Unitas VI", si no me equivoco, las fuerzas norteamericanas navales vinieron dirigidas por el Comandante de la Flota del Atlántico Sur, Contralmirante Arthur R. Gralla. Este caballero, jefe de una operación técnica, apolítico, ideológicamente neutro, que vino solamente a enseñar el manejo de cierto instrumental moderno a nuestros marinos, se permitió, sin embargo, luego que terminó la operación, el 16 de octubre de 1965, -yo diría que con verdadero cinismo y con evidente falta de respeto a nuestra propia concepción de este ejercicio o, al menos, a la concepción que pueda tener el Gobierno--, dar opiniones como las siguientes:
"Señor Almirante", -le pregunta el periodista- "es poco probable que Chile sufra, en el futuro, una invasión extranjera. ¿Cuál es, entonces, el propósito de estas maniobras bélicas?"
Responde el Contralmirante: "Cuando estalle la próxima guerra no habrá países neutrales. La marinas de guerra tendrán un papel preponderante; por lo tanto, conviene que estemos todos preparados para contener el enemigo."
"¿Cuál enemigo?", agrega el periodista.
"Como Ud. muy bien sabe" -se admira de la ignorancia del periodista: no sabía éste que los chilenos teníamos enemigos muy bien identificados- "hay en el mundo dos bloques: Oriente y Occidente. Los comunistas del bloque oriental luchan por la conquista del mundo; unos utilizan medios pacíficos, y otros, como la China, optan por la violencia. Nosotros defendemos la libertad..."
"¿Usted considera que en Santo Domingo, la libertad estaba en peligro? Según las informaciones, no había más que 58 comunistas dominicanos..."
"Sí, pero tenían una influencia extraordinaria sobre el rebelde Caamaño y su Gobierno. También el actual presidente, García Godoy, le está haciendo demasiadas concesiones a la Izquierda...".
Continúa este oficial naval tan alejado de todo tipo de contagio político:
"¿Qué intereses tienen los norteamericanos en Vietnam?".
"Nosotros no tenemos negocios en el Vietnam. De Gaulle sí que tiene intereses en ese país, y. quiere que nosotros abandonemos la lucha. El es el imperialista, y no nosotros..."
Las pintorescas declaraciones prosiguen:
Le dice el periodista: "Por qué los EE. UU. demuestran una amistad tan marcada por el actual régimen brasileño?"
"Piense que es lógico que seamos amigos del Brasil; fueron nuestros aliados en la última guerra, han estado junto a nosotros en Corea, mandaron tropas a Santo Domingo para defender la democracia... Han estado siempre junto a nosotros. Los Estados Unidos manifiestan amistad por todos sus pueblos aliados, y no veo por qué habrían de negársela al Brasil."
"Sin embargo, ¿no le parece que, en general, la línea Johnson es extremadamente dura?"
"Mire", -dice el apolítico Contralmirante- "El PresidenteJohnson es un hombre de acción. No tiene una figura romántica con un mechón de pelo en la frente, ni una esposa espectacularmente bella, ni dice cosas tan hermosas como el señor Kennedy, pero ¡caramba, es un hombre de acción! Si la crisis del Caribe se hubiera producido estando él en la Primera Magistratura de la nación, habríamos invadido Cuba..."
Este oficial, señor Ministro, no sólo participó en las maniobras, sino que -tengo entendido-, dentro de los turnos en el comando, en cierto momento estuvo mandando a oficiales chilenos para los efectos de cumplir la Operación Unitas.
Este es para mí el problema.
Estamos en un instante en que debemos revelar el profundo significado político, las implicancias morales y jurídicas internacionales que significa asociarnos con la Armada norteamericana en esta operación, que, no obstante sus limitaciones, no obstante ser reducida en su sentido y en sus características militares, es un elemento de la guerra fría, un acto, un episodio en el adiestramiento y discipli-namiento de las fuerzas latinoamericanas, para el caso eventual de que los Estados Unidos quieran que nuestros marinos, nuestros militares y aviadores cumplan con el vergonzoso papel que aquí elogian respecto de los brasileños.
Por estas razones, votamos en contra en la Comisión, y lo reiteraremos en la Sala.
Me parece un tanto ingenua la objeción formulada por el Honorable señor Pablo en el sentido de suponer que por escuchar las razones que dieron los Comandantes en Jefe, quienes tradicionalmente hemos tenido un criterio sobre este punto deberíamos cambiarlo. La verdad estricta es que, no obstante toda la información, todas las seguridades que nos dieron los Comandantes en Jefe y el señor Ministro en el seno de la Comisión de Defensa Nacional, persistimos en nuestra convicción de que aprobar la realización de estas operaciones sería un acto que empequeñecería la personalidad internacional de nuestro país.
Nada más, señor Presidente.
El señor DURAN.-
¿Me permite, señor Presidente?
Creo que existe un acuerdo para iniciar la votación a las 8 de la noche.
El señor REYES (Presidente).-
Así es, señor Senador.
El señor DURAN.-
En verdad, sólo quedan 7 u 8 minutos.
Ruego al señor Presidente consultar a la Sala para prorrogar la hora por no más de siete minutos, hasta el término de mis observaciones, que no serán muy extensas.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Señor Presidente, yo estoy inscrito y, sin duda, no alcanzaré a hacer uso de la palabra. Por lo tanto, pido que se me permita fundar el voto de los Senadores nacionales en unos diez o doce minutos. En tal caso, no fundarían su voto los demás Senadores de mi partido.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
luego a la Sala que me conceda siete u ocho minutos para fundar mi voto, pues, como no he hablado antes, deseo hacerlo ahora.
El señor REYES (Presidente).-
Me permito proponer a la Sala que cada Comité pueda disponer de hasta quince minutos para fundar el voto de todos los Senadores pertenecientes a él. En consecuencia, el Honorable señor Duran, además del tiempo que le corresponde, podría tener hasta quince minutos en exceso, en caso de que así lo resolviere su Comité, y al Honorable señor González Madariaga se le concederían hasta diez minutos para fundar su voto.
El señor DURAN.-
Excúseme, señor Presidente, pero he solicitado un tiempo complementario, pues ahora sólo tengo derecho a usar de la palabra hasta las ocho para exponer mi punto de vista personal. No voy a fundar el voto de los Senadores radicales. Según tengo entendido -porque no he recibido ninguna orden de partido- estamos" en libertad de acción para votar. Por lo tanto, sólo deseo fundar mi posición y mis puntos de vista. Por eso he pedido un tiempo adicional al que me corresponde, de acuerdo con el Reglamento.
El señor REYES (Presidente) .-
Propongo aprobar mi proposición, salvo en lo relativo a la petición del Honorable señor Duran.
Si le parece a la Sala, así se acordará.
Acordado.
El Honorable señor Duran ha pedido que se le concedan a él, para hablar "en forma personal, hasta diez minutos; o sea, dispondría de tiempo hasta las 20.10 para exponer sus propios puntos de vista.
El señor DURAN.-
Ahora tendría que ser hasta las 22.15, pues el señor Presidente ha empleado más de cinco minutos en recabar el acuerdo.
El tiempo que ocuparé podrán ser diez, doce o quince minutos, pero no más de quince.
El señor REYES (Presidente).-
Si le parece a la Sala, se concederá tiempo al Honorable señor Duran para hacer uso de la palabra hasta las 20.15, como máximo.
Acordado.
Tiene la palabra Su Señoría.
El señor PABLO.-
No es como dice Su Señoría.
El señor DURAN.-
Tan metido está en la cosa política, que lo hemos visto en la televisión y lo hemos escuchado por radio, fijando su línea democratacristiana. Algunos señores Senadores se aconsejan con el padre Veckemann.
El señor ALLENDE.-
¡Se confiesan también!
El señor REYES (Presidente).-
De conformidad con lo acordado, corresponde cerrar el debate y proceder a la votación.
El señor DURAN.-
Me siento en el deber de expresar algunas opiniones respecto de la materia, porque los distintos tipos de comentarios dentro del Senado o los aparecidos en la prensa, pueden permitir que la gente se forme un juicio equívoco del criterio que un Senador tenga con relación a una materia tan importante, expresado en un debate donde se han canalizado argumentos de. carácter internacional, ajenos al texto mismo del proyecto que en este instante nos preocupa.
Creo útil señalar, dentro de los análisis de carácter internacional' hechos, el juicio mutable de las distintas tendencias o colectividades partidarias.
Me parece que un sentimiento de claro carácter negativo ante los Estados Unidos ha ido tomando más y más fuerza dentro del ámbito nacional. No se trata del hecho aislado de un partido político que, por razones internacionales -que yo llamaría casi de tipo tradicional-, mantenga una actitud beligerante en el mundo respecto de los Estados Unidos, como consecuencia de su alineamiento doctrinario con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ya no es sólo el Partido Comunista de Chile el que expresa un juicio combativo contra la política de la nación del norte. No son sólo los partidos qué integran el Frente de Acción Nacional, que actúan bajo la sigla de FRAP, los cuales durante mucho tiempo se caracterizaron, como aquí se ha señalado, por su expresión clara y firme en contra de la política norteamericana. No podemos, sin embargo, ser injustos. Otra colectividad política entró también en la brega: la Democracia Cristiana, cuyos jefes políticos y parlamentarios, en elecciones presidenciales y de regidores, en la tribuna universitaria o popular, entró en la contienda, en una compentencia febril, con el objeto de aparecer ante el electorado más duros, con aristas más violentas, en contra de lo que ellos mismos denominaron "el imperialismo norteamericano".
Excúseme el señor Presidente que no personalice para traer a recuerdo los discursos que aquí mismo tuvimos oportunidad de escuchar. En especial, porque los hombres que pronunciaron tales expresiones o que fueron encendiendo al país con esta misma mística, ocupan hoy posiciones destacadas de Gobierno y vinculan su actividad incluso a las relaciones exteriores de nuestro país.
Ya no es la historia de ayer, porque es en el acontecer de hoy que vemos este mismo tipo de definiciones doctrinarias.
Comprendo que ahora el planteamiento de la Democracia Cristiana resulte más difícil. Sus militantes son Gobierno; tienen responsabilidad frente al país; están con el timón del mando, y se dan cuenta que toda su vieja demagogia electoral choca brutalmente con la realidad política del país, tanto en el orden nacional como internacional. Sin embargo, ello no es inconveniente, dentro de esta línea rara, zigzagueante -me atrevería a decir tortuosa- para que cada cierto tiempo apa-rezcan algunos repuntes tendientes a que el pueblo no crea, sonrojándonos, que ellos están entregados al imperialismo norteamericano. Cada cierto tiempo alguno de sus líderes aparece, en convenciones, en las radios o en la prensa, con claras vibraciones antinorteamericanas. Ahora mismo, en este debate he tenido oportunidad de escuchar, con especial interés, a nuestro distinguido colega Tomás Pablo. Fluye de de sus palabras -como todos hemos entendido- que el señor Senador busca mil explicaciones: nos dice que los oficiales chilenos aprenderán técnicas más nuevas; que los barcos norteamericanos están muy bien montados; que todo esto es beneficioso. Más adelante agrega que nadie podrá decir que el trato humano no sea conveniente. Pero este mismo trato humano conveniente, mañana puede serlo respecto de Rusia o de algunos países socialistas. ¿Por qué no?
Y completa su panorama, dentro de esta visión de tipo doctrinario que el señor Senador y su partido tienen, diciendo:
"Nadie tema que todo este montaje relacionado con la Operación Unitas tenga como consecuencia un intercambio de ideas para combatir la guerrilla". ¡No, no puede ser esto! Y nos da un gran argumento:
se trata de operaciones antisubmarinas; y los guerrilleros, a menos de transformarse en hombres ranas, operan en tierra, en la cordillera o en la montaña.
¿Y para qué toda esta argumentación? Para justificar un poco el hecho de que este tremendo partido antiimperialista y antinorteamericano ahora participa en la Operación Unitas. ¡ Pero que no vaya a creer la expresión popular que ellos quieren contaminarse con esta cosa trágica, casi vergonzante, de tratar con los Estados Unidos! Con ese país hay mucha cordialidad en materia de créditos; mano tendida cuando se piden favores. ¡Ah!, pero en el problema político, no se quieren manchar.
Y ésa no es sólo la opinión de nuestro distinguido colega el Honorable señor Pablo.
Cuando el Excelentísimo señor Frei iba a viajar a Europa, ¿no recordamos que en esta Corporación los Senadores comunistas le preguntaron al Canciller, derechamente: "¿Díganos si acaso el Presidente de la República irá al muro de Berlín"? Y el señor Ministro de Relaciones eludió una respuesta clara.
Esa es la trágica realidad de Chile: no se puede debatir con los democratacristianos. Ellos son resbaladizos. Cuando se enfrentan al choque ideológico, escabullendo el busto, tratan otras materias. Lo hacen con habilidad, con la vieja táctica de una escuela respetable, pero que no compartimos.
¿Y qué dijo el señor Valdés? Nada. Tampoco ningún señor Senador discutió la disposición constitucional en el sentido de quien dirige las relaciones internacionales es el Presidente de la República. Si el señor Frei, al ir a Europa, quería visitar el muro de Berlín, ése era su problema. No podíamos estar condicionando su permiso. A mí me correspondió fijar esa línea, porque los Senadores democratacristianos no querían decir que el Excelentísimo señor Frei iría al muro de Berlín. Aquí nos quedamos en la espera; la decisión era una especie de sorpresa. Y el Primer Mandatario fue al muro de Berlín. No hace muchos días, un Senador comunista recordó este mismo hecho.
¿Para qué todo este conjunto de vericuetos? ¿Para qué esta carretilla de hilo negro, con vueltas y más vueltas? ¿Por qué no tener una posición clara y de entereza frente al acontecer internacional?
Yo soy de la órbita occidental. En ella está mi espíritu. Soy demócrata y no me gustan las concepciones de fuerza. Por eso estoy en este lado y alineado en él.
El Honorable señor Pablo nos dijo que, en la lucha entre uno y otro frente, ellos buscan una posición intermedia. Y, ¿qué nos expresó el Ministro de Relaciones Exteriores señor Valdés? Que él era un hombre partidario del Tercer Mundo: ahí, en la línea de las sombras.
¡ Pero qué curioso resulta que el Partido Demócrata Cristiano y su Gobierno sean partidarios del Tercer Mundo y nos vengan a pedir un arreglo para hacer la» operaciones militares o navales juntamente con una de las partes en disputa! Es un neutralismo con un poco de inclinación para un lado. Este es un fenómeno de los más curiosos que ha visto la humanidad: ¡un neutralismo con "ladeada"!
He tenido la obligación de señalar este hecho, porque la actitud antinorteamericana a la cual se ha ido llevando a este país ha llegado hoy -me atrevería a decir- casi a la unanimidad.
Con tanto fervor, con tanto talento y-con tanta furia se planteó por unos y otros la línea antinorteamericana, que el Gobierno del señor Frei, en una acción que todos recordamos, acordó, durante su discusión, modificar el derecho de propiedad según las fórmulas de la Democracia Cristiana. De conformidad con éstas, el concepto del derecho de propiedad se destroza y los propietarios de predios agrícolas quedan sujetos al despojo. Se estimó que esto era muy grave, y, respecto de determinados-bienes de las compañías extranjeras, se fijó también expresamente la posición del Senado de Chile. Sin embargo, en la Cámara, cuya mayoría está con el Gobierno, se modificó esa posición: se dictaron normas de excepción, propuestas por el Gobierno, según las cuales se establecían claras líneas que permitían al Ejecutivo apretar la garganta a los chilenos; pero, al mismo tiempo, se fijaban normas para marginar de este tipo de política a las grandes empresas norteamericanas. No creo que el señor Frei haya tenido esa iniciativa "motu proprio".
Estas cosas se conversan. Excúsenme los señores Senadores que lo diga. Crea que las compañías se habrán molestado y dijeron al señor Dungan la forma cómo se iba a operar. ¿Qué se creó, en el fondo, mediante este tipo de presión? En todo el ámbito nacional hubo la impresión clara de que en este país se implantaría uña posición de mano dura, firme, antiempresarial, anticapital, siempre que esas empresas y esos capitales estuvieran en manos de chilenos. Si lo están en poder de extranjeros, entonces se tiene respecto de ellos un trato preferencial; en todo caso, claramente diferenciado.
Este tipo de política contó con el respaldo del señor Dungan. Porque la fijación integral de las grandes transformaciones, en el fondo, han contado con el aplauso del Embajador de los Estados Unidos.
El señor Dungan, cada vez que el Gobierno hace algo importante, como es la reforma agraria, creyéndose militante de la Democracia Cristiana, dice que ése es un paso trascendente, ideas muy buenas, hábilmente concretadas por el Gobierno del señor Frei. Y resulta que en la medida en que se discute este proyecto, que para el señor Dungan es una maravilla, el propio Gobierno hace rectificaciones. De modo que cuando se despache el proyecto, sale una cosa distinta; y el único que aplaude la iniciativa absolutamente transformada, con las líneas viejas, es el Embajador de los Estados Unidos.
¿Qué diríamos nosotros si el Embajador de Rusia expresara una opinión política respecto de materias que son del debate contingente político del Senado? Diríamos que es una intervención abierta del Partido Comunista, operando por intermedio del imperialismo soviético. Sin embargo, aquí no pasa nada. Nada sucede cuando un señor sacerdote, como el padreVeckemans, se matricula en la línea política militante y hace de inspirador y activista del Partido Demócrata Cristiano, siendo extranjero, porque es un religioso belga.
Si fuera un soviético quien viniera a dirigir las huelgas comunistas, ¿qué diríamos? Diríamos que hay una intervención inaceptable y al causante se lo pondría en la frontera. En cambio, al señor Veckemans no lo pone nadie en ninguna parte. Ahí está, cómodamente instalado, haciendo de director político.
El señor DURAN.-
Es una especie de Ministro de Relaciones.
Otro de los grandes puntos neurálgicos de esta política -me refiero al tercer punto, porque ya mencionamos al señor Dungan, que es el Departamento de Estado-, el tercer pedestal de este movimiento, es la organización de la Iglesia, con su Jefe Máximo, el CardenalSilva Henríquez. Ignoro si el señor Silva Hen-ríquez es o no militante de la Democracia Cristiana. No lo sé; pero no me cabe duda de que aparece como un activista claro de la Democracia Cristiana.
Entonces, ¿qué ha ido pasando con los que antes eran Partido Liberal y Partido Conservador y hoy son Partido Nacional? Lo hemos oído de labios del Honorable señor Ibáñez, quien no está nada de contento con los norteamericanos y su intervención, y quien, contrariamente a lo que manifestó el Honorable señor Pablo, no ha pedido intervención con otro color u otra línea, sino que no intervenga nadie; que se deje a nuestro país resolver sus propios problemas; que la Alianza para el Progreso no sea utilizada como instrumento para dirigir o canalizar al país según su criterio, el cual, en muchos casos, por ser generalizado, es extraordinariamente equivocado.
Ya no queda, en consecuencia, nada a favor de Estados Unidos. ¿Con qué objeto mantener estas relaciones amistosas por medio de la Armada? Y aquí sí que nace un problema que está más allá de la apreciación política y que el señor Ministro no trató en sesión secreta. No incurro en violación del sigilo debido cuando digo que ello no se trató en sesión secreta; lo violaría al decir qué se trató en esa reunión.
Aquí se habló mucho del problema de Bolivia. Oí al Honorable señor Bulnes declarar que el problema con Bolivia es serio, que ya estaba planteado, que incluso se hablaba de la fecha en que se harían ocupaciones. No hay ningún misterio en esto, de modo que no se necesita sesión secreta para discutirlo. Lo que sí debe ser tratado en sesión secreta es lo relativo a nuestra capacidad defensiva, al número de barcos y de aviones de que disponemos y a su distribución. Eso no lo indicó el señor Ministro. Tampoco nos informó acerca del poderío bélico de nuestros vecinos, y eso sí que es interesante saberlo. De haber obtenido informaciones en tal sentido, habríamos tenido sorpresas.
Ahora nos encontramos con un gran argumento: el señor Ministro de Defensa Nacional de Bolivia dice que su país no está preparado para nada. Si lo dice el señor Ministro de Bolivia, debe ser cierto. Los bolivianos han tenido el hábito de decir la verdad... Por tradición, los bolivianos no dicen la verdad. Ahí están sus pactos secretos que hemos conocido a lo largo de la historia. ¡Qué de extraño tiene, entonces, que nos digan ahora que no quieren tierra, ni salida al mar, ni nada!
Pero, ¿por qué toda esta campaña de salida al mar? ¿Ignoramos la importancia que tiene siempre potencialmente esta actitud?
Hay aquí un problema muy serio, y me permito plantearlo a la consideración de mis Honorables colegas, pues él dice relación a nuestra línea de chilenos.
Sabemos que Bolivia está aplicando una política armamentista; que su Presidente, el señor Barrientos, es hombre que tiene, frente a esos problemas, una conducta beligerante. No diré más por ahora.
El señor Ministro de Defensa Nacional, sabe, porque lo sabe Chile, que Bolivia está claramente en una posición armamentista.
Y la gente se pregunta: ¿de dónde sacan las armas? Y se nos da una gran excusa: las armas no son norteamericanas. Yo creo que no; pero en alguna parte las están comprando. ¿Y con qué dinero? Un país que vive con un respaldo económico extraordinario proporcionado por Estados Unidos, carece de lo más elemental para subsistir, pero dispone de abundantes medios para comprar armas en países europeos: Checoslovaquia o Suiza. Además, nos contaron que ahora tiene muy buenos aviones. No hablo de estas cosas con ningún temor. Como chileno, no tengo miedo. La historia ha demostrado que somos pacíficos; pero cuando este pacífico león se pone en pie, tienen razón para temblar hasta las rocas de las montañas. La historia de este país se hizo así, y, contra la opinión de los negativos, creo que Chile mantiene sus valores fundamentales.
Y la pregunta que fluye de todo este planteamiento es: ¿qué ha hecho Estados Unidos con relación a esta política boliviana?
El Pacto Militar es un convenio que tiene como inspiración esencial un trato de equilibrio, pero no un trato de equilibrio con criterio de contador, según lo cual se resolvería que a un país con determinado potencial humano correspondería enviar tal número de aviones o de barcos;. y a otro país, con el doble de potencial, una cantidad de aviones y de barcos dos veces más grande que al primero. Ese tipo de contabilidad no es la que corresponde a un mecanismo difícil, intrincado y peligroso. Lo lógico es que este hermana grande del norte, por medio de sus servicios informativos -que son harto eficientes-, tenga, por lo menos, conocimiento de cuáles son las adquisiciones que los países sudamericanos efectúan en otros mercados, y sustraiga de la ayuda que corresponda darles conforme al Pacto Militar, la misma cantidad de armamentos adquiridos en otras partes del mundo. Si eso se puede hacer, ¿por qué Estados Unidos no lo pone en práctica? -
Si tenemos conciencia de que esto acontece así, ¿puede el Senado manifestar su conformidad para que se realicen las maniobras llamadas Unitas VII, para empezar a estudiar el problema de la guerra antisubmarina, para adiestrar a nuestros avezados oficiales navales en la defensa estratégica de nuestro territorio, mientras el verdadero problema se nos plantea en la zona cordillerana? ¿Qué aduce el Gobierno a todo esto?
Con la venia del Senado, diré tan sólo algunas frases más.
Creo que antes de traernos el proyecto sobre las maniobras Unitas, el Gobierno debió habernos proporcionado clara información sobre los graves problemas a que me he referido.
En consecuencia, Como chileno, no me siento con fuerzas para prestar mi consentimiento a la ejecución de maniobras navales, en circunstancias de que, dentro de nuestras restringidas posibilidades, existen los graves problemas que he señalado.
No soy belicista ni armamentista. Pienso que se necesita ser criminal para sustentar esas tendencias. Pero la única manera de evitar en América Latina que entre los países de este hemisferio se produzca una carrera armamentista con ánimo hegemónico de alguno de estos países, es que el hermano mayor diga a cada una de las naciones latinoamericanas cuál ha de ser el trato fraterno entre todos nosotros y no permita este tipo de guerras frías que más tarde se pueden convertir en cálidas, pero que, en todo caso, desangran la economía de estas naciones.
Por las razones expuestas, y en atención a lo acordado por mi partido, en cuanto a permitir a sus parlamentarios libertad de acción frente al proyecto en debate, rechazo la autorización solicitada para celebrar las maniobras llamadas Unitas VII.
El señor CARMONA (Ministro de Defensa Nacional).-
Pido la palabra por sólo un minuto.
El señor REYES (Presidente).-
Si le parece a la Sala, concederé la palabra al señor Ministro por un minuto, antes de poner en votación el proyecto.
El señor ALLENDE.-
Siempre que sea por un minuto, no me opongo.
El señor CARMONA (Ministro de Defensa Nacional).-
Señor Presidente, el Honorable señor Duran manifestó que no se han tratado diversos asuntos que le interesaba conocer antes de fornarse juicio sobre el proyecto en debate.
Puedo decir al señor Presidente y al Honorable Senado que, si a la Corporación le parece conveniente, y se constituye por un minuto la Sala en sesión secreta, estoy en condiciones de dar respuesta a las interrogantes del señor Senador.
El señor PABLO.-
Pido que se tenga la deferencia de acceder a lo solicitado por el señor Ministro, porque él vino al Senado a las tres de la tarde para concurrir a la sesión secreta citada para esa hora, que no se celebró por falta de quórum.
El señor REYES (Presidente).-
Hay acuerdo del Senado para proceder ahora a la votación, pero, con el asentimiento de la Sala, podríamos oír al señor Ministro en sesión secreta.
El señor CARMONA (Ministro de Defensa Nacional).-
Me bastarían diez minutos.
El señor BULNES SANFUENTES).-
Por nuestra parte, no hay inconveniente para conceder, por diez minutos, el uso de la palabra al señor Ministro.
El señor ALLENDE.-
Podríamos votar primero y oír al señor Ministro después. No me parece que una nueva intervención del señor Ministro pudiera hacer variar nuestro criterio. Por otra parte, se trata de la autorización para hacer maniobras antisubmarinas y, por lo que sabemos, Bolivia no posee submarinos.
El señor PABLO.-
Debemos ser deferentes con el señor Ministro, en especial por cuanto él vino esta tarde al Senado -repito- para intervenir en una sesión secreta que no pudo verificarse por falta de quórum.
Por lo demás, el señor Ministro sólo pide diez minutos y ya hemos accedido a que use de la palabra el Honorable señor Durán para fundar su voto.
El señor GUMUCIO.-
Todo se reduce a reconsiderar el acuerdo existente, en cuya virtud debemos votar hoy a las ocho.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Damos nuestro acuerdo, en el entendido de que sólo hablará el señor Ministro.
El señor REYES (Presidente).-
¿Habría acuerdo para acceder a lo solicitado por el señor Ministro?
Acordado.
Se constituye la Sala en sesión secreta.
-Se constituyó en sesión secreta a las 20.20.
-Se reanudó la sesión pública, a las 20.23.
El señor REYES (Presidente).-
En votación el informe.
El señor WALKER (Prosecretario).-
El señor Presidente pone en votación el informe de la Comisión de Defensa Nacional, contrario al proyecto de la Cámara de Diputados, que autoriza la Operación Unitas.
(Durante la votación).
El señor TEITELBOIM.-
Voy a fundar mi voto, señor Presidente.
El señor REYES (Presidente).-
Puede hacerlo Su Señoría.
El señor TEITELBOIM.-
¿De cuánto dispongo?
El señor REYES (Presidente).-
De hasta quince minutos, señor Senador.
El señor TEITELBOIM.-
Respecto del séptimo ejercicio de las Operaciones Unitas, como el Senado sabe, hemos dado nuestra opinión, especialmente mediante la intervención de la Honorable señora Julieta Campusano. Sin embargo, nos resulta indispensable hacer algunas precisiones con relación al debate suscitado después de las intervenciones de mi Honorable colega y del Honorable señor Contreras Labarca.
Deseo expresar que nuestra deferencia a nuestras Fuerzas Armadas resulta clara. Pareciera ocioso subrayarlo. No obstante, como nuestra actitud fue puesta en duda por parte del Honorable señor Tomás Pablo, me permito subrayarla.
Escuchamos con atención e interés las declaraciones formuladas en la Comisión por los altos Jefes de nuestras Fuerzas Armadas. Así lo dijimos. Pero hay una parte de la historia que no se contó allí: la actitud del otro socio, la del imperialismo norteamericano, en que, finalmente, resulta lo definitivo en la materia.
El Honorable señor Tomás Pablo dijo que, sencillamente, se trataba de maniobras técnicas de carácter profesional que no tenían intención política y que en ellas no se decía nada respecto de la defensa continental.
Se ha recordado aquí algo que parece evidente, casi perogrullesco; que se trata de parte de una estrategia continental.
Quiero probar algo, no con documentos del Partido Comunista ni del Socialista- no son del FRAP- sino con documentos oficiales emanados de los propios Estados Unidos. Tengo en mi poder una revista trimestral denominada "El Faro Americano", publicación del Fuerte Gu-liek, editada en la zona del Canal de Panamá. En esta revista se dice que "La misión de la Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos de América es apoyar al Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos en Sud y Centro América"... -o sea, nos tratan como si ésta fuera una zona ocupada- "presentando cursos de instrucción en español para personal militar latinoamericano, con el fin de fortalecer la seguridad interna de sus repúblicas tanto en tiempos de paz como de guerra".
Señor Ministro, tengo en mi poder este documento. No sé si Su Señoría la conoce, pero en cualquier momento se lo puedo proporcionar.
Continúa diciendo dicha publicación: "En el año 1949 la escuela tuvo 743 graduados de los EE. UU. y sólo 195 de la América Latina y hasta el 30 de junio de 1963 se habían graduado 15000 estudiantes latinoamericanos y más de 8.000 estudiantes de los EE. UU. de América.
"La organización de la escuela se basa en términos generales en la organización de las escuelas de servicio en los Estados Unidos de América". O sea, del ejército norteamericano.
Se agregan otras consideraciones que resultan muy significativas para que veamos claro de qué se trata. En esta escuela hay un curso que se llama "Comité de Operaciones en la selva". Se dice lo siguiente :
"En abril de 1951, el Ministerio del Ejército asignó al Comando del Sur, Ejército de los Estados Unidos, la misión de "mantener vivo en el Ejército, el arte de guerra en la selva".
Esta escuela de adiestramiento ha contado, por años, con 4.500 estudiantes, de los cuales 800 fueron latinoamericanos. En la reorganización del año 1963 se da mayor importancia a los latinoamericanos.
"La Escuela de las Américas -se dice- tiene aproximadamente 55 millas cuadradas del mejor terreno selvático del mundo, porque cuenta con las cuatro variedades de selva sobre las cuales dictamos instrucción. En palabras más sencillas: selva pantanosa, terreno elevado, praderas y maleza de importancia secundaria".
Se llevan a cabo adiestramientos de guerra en la selva.
Prosigue dicho artículo: "Durante el año fiscal 1964, llevaremos a efecto un total de once ciclos de instrucción. Dos de estos serán impartidos a oficiales, cadetes y alistados provenientes de todos los países latinoamericanos y toda la instrucción será dictada en idioma Español.
"Al final del año fiscal el Comité habrá proporcionado adiestramiento a aproxima-mente 2.000 estudiantes".
A continuación, se dan una serie de otras instrucciones y se habla de que se trata de especializarse "en' emboscadas, en patrullajes y movimientos tácticos contra guerrillas. Esto culmina con un ataque de penetración, por una compañía, terminando con un regreso nocturno a la base en el cual cada estudiante atraviesa terreno ocupado por "guerrillas" y se guía con brújula".
Yo quiero que abandonemos para siempre esta idea de que las maniobras conjuntas son absolutamente inocentes; de que la armada norteamericana adiestra profesionalmente a las de Latinoamérica por el simple amor a la marina, por simple cariño al océano y al mar o por un sentimiento más o menos romántico, puro y desinteresado.
Ellos dicen, finalmente, en la penúltima página de esa publicación de la Escuela de las Américas: "Como soldados profesionales y como ciudadanos de este continente Americano, aspiramos a lograr que cada estudiante que pasa por nuestras salas de clase, y cada visitante que recorra nuestras instalaciones, se convierta en un amigo, que nos recuerde y nos ayude desde algún lugar de América".
A mi juicio, no puede sostenerse que se trata simplemente de maniobras profesionales en que los Estados Unidos no tienen ningún otro interés. El propósito es claro. Insistimos en esto, y creo que muchos Senadores podrán aceptarlo. Si se trata de adiestramiento profesional de la Marina, ¿por qué realizarlo todos los años sólo con la Marina de los Estados Unidos ? ¿Por qué no efectuarlo algún año con la Marina de Gran Bretaña, la primera entre las marinas desde el punto de vista histórico ? ¿ Por qué no hacerlo con la Marina del Japón o de la Unión Soviética, que también está altamente desarrollada en el aspecto técnico ? ¿Por qué no hacerlo con otras escuadras?
No se ha pensado hacerlo así en los últimos años, porque estamos atados por obligaciones políticas derivadas de pactos y carecemos de independencia para ello. Se nos dice que la ciencia militar es una. Muy bien. Si es una, ¿por qué ir a buscarla a una sola fuente, en circunstancias de que, profesional y técnicamente hay otras tanto o más desarrolladas que la marina norteamericana? Sin embargo, vamos en la séptima operación y pensamos seguir en ellas.
Señor Presidente, aquí se han expresado opiniones -más que sobre estas operaciones, acerca de las relaciones con Estados Unidos que nunca antes escuchamos-, acerca de un antiimperialismo que califico de última hora. Estamos en desacuerdo con esa posición que hoy recién parte de la idea descubierta, de que nuestros amigos norteamericanos se están portando mal, que están contribuyendo a agravar los problemas del país. Estamos en contra de la posición de quienes se definen diciendo: nosotros somos verdaderos amigos de Estados Unidos y los acompañamos en los momentos difíciles sin falsos rubores. A eso, nosotros, comunistas, tenemos que decir que somos amigos del pueblo norteamaricano, pero que siempre hemos sido enemigos del imperialismo norteamericano. Creemos' que con aquella otra posición no podemos estar de acuerdo, porque se habla hasta de la necesidad de poner término con la, ayuda norteamericana, a toda forma de anarquía política que destruya los cimientos morales y anule la posibilidad de que Chile pueda participar en la defensa continental.
Nosotros creemos que Chile no gana nada con la defensa continental, porque ésta es un mito y un engaño.
La defensa continental consiste en que Estados Unidos está detrás de la reivindicación más o menos desesperada del General Rene Barrientes, que es hombre del Pentágono, cuyas directivas provienen del Departamento de Estado. Y detrás del señor Onganía, también están el Departamento de Estado y el Pentágono, lo mismo que detrás del señor Castello Branco. En la trastienda de cada pequeña camarilla militarista latinoamericana que trata de lanzar a un país hermano contra otro país hermano," de encender guerras fratricidas en América Latina, hay una mano única que empuja estos movimientos: el imperialismo norteamericano.
Por eso, nos resulta de ingenuidad suicida embarcarnos en maniobras conjuntas navales con un socio que no guarda ninguna fidelidad respecto de esta prueba de confianza máxima que da la Marina chilena al permitirle acceso a nuestras naves y a nuestra dirección militar, en circunstancias de que en el mismo momento hay otra misión militar en Bolivia que está haciendo precisamente lo mismo en contra de Chile.
Votamos negativamente la Operación Unitas VII, porque estimamos que resulta para Chile cada vez más peligroso asociarse en una campaña en la cual esta gente está pidiendo un precio político que puede ser cada vez peor.
Por estas razones, los Senadores comunistas, partidarios de que nuestro país pueda tomar determinaciones por sí mismo, creemos que debemos romper, de una vez por todas, nuestra dependencia militar de una potencia extranjera.
No queremos maniobras militares ni navales definitivas cada año con ninguna potencia extranjera. Creemos que las Fuerzas Armadas chilena pueden desarrollar su perfeccionamiento profesional en cualquier parte del mundo, siempre que esa parte del mundo no sea una sola, precisamente la que exige y pide, para su propio provecho, conforme a documentos emanados de ellas mismas, y que me he permitido leer aquí, una estrategia continental que, en un momento determinado, en los años 1950 y 1951, estuvo a punto de obtener del Gobierno chileno la venia requerida para enviar tropas a Corea, envío que consiguió Estados Unidos respecto de otros países latinoamericanos.
Por esa razón, velando también, conforme al espíritu de nuestras Fuerzas Armadas, por su independencia, por su sentido nacional -porque ellas son Fuerzas Armadas para Chile y no para Estados Unidos-, los Senadores comunistas votaremos en contra de la operación Unitas VII; es decir, aprobaremos el informe de la Comisión de Defensa Nacional del Senado.
El señor GONZALEZ MADARIAGA. -
Señor Presidente, con relación a la demanda del Ejecutivo para que unidades navales norteamericanas puedan realizar ejercicios combinados con buques de nuestra Armada en aguas jurisdiccionales de Chile, creo oportuno formular algunas declaraciones.
Hechos que son de pública notoriedad revelan el proceso armado que Estados Unidos desarrolla en el mundo entero, factor considerable de impedimento para llegar a formalizar un estado pacífico entres las naciones.
Durante mucho tiempo se ha creído que la ayuda militar que otorga ha tenido por objeto reforzar el poder armado de los países con donaciones o venta de armamentos, para dejarlos en condiciones de rechazar una agresión comunista o una subversión interna.
El Secretario de la Defensa de los Estados Unidos, señor Me Namara, en una declaración que formuló ante la Comisión de Relaciones Exteriores, en abril último, dio más énfasis a esta opinión, divulgada ampliamente. Dijo entonces lo siguiente:
"El principio que regula nuestro programa de ayuda militar ha sido y es la atención de los intereses vitales de los Estados Unidos; la defensa del Mundo Libre está subordinada a la fuerza de que disponga este Mundo Libre y no a la fuerza de los Estados Unidos".
Y siguiendo este principio, cerca de las tres cuartas partes del programa de distribución de armamentos para 1967 está destinado a países limítrofes de la Unión Soviética y de la China Popular.
Pero ocurre que, aparte este propósito que podría aparecer ideológico, están las utilidades que se obtienen de la venta de armamentos, las que son estimuladas por el Ministerio de Defensa y por el Pentágono, y en cuyo capítulo las donaciones no son más que cebo. De las cinco pequeñas naciones de Africa donde en el último tiempo se han implantado dictaduras militares, cuatro recibieron ayuda militar. Igual conducta ha observado Estados Unidos con otros países del mediano Oriente, como ser Irak, Jordania y Arabia Saudita. Este último país, aparte haber recibido donaciones de material de guerra por treinta y un millones de dólares, ejecuta compras por cuatrocientos millones en aviones de combate supersónicos. Pero el caso de Jordania llama profundamente la atención, porque se trata de un pequeño país, con población no superior a un millón y medio de habitantes, que ha recibido constante ayuda económica y militar norteamericana y ahora se interesa en comprar bombarderos supersónicos por dos millones de su moneda nacional, que se compromete a pagar a largo crédito. Esta actitud se suma a otras, como aquella que reveló ante la misma Comisión de Relaciones Exteriores el Embajador acreditado ante la India, de que las armas que Estados Unidos había proporcionado motivaron la guerra entre India y Pakistán. Textualmente dijo: "Si nosotros no hubiéramos suministrado armas, Pakistán no habría pensado en una acción militar para resolver el asunto de Cachemira", Lo que provocó un fuerte impacto en la opinión pública, que así pudo percatarse de la flagrante contradicción en que aparecían sus dirigentes gubernamentales.
Pertenece al conocimiento público que el sostenimiento de las bases norteamericanas en el territorio europeo, como los fuertes desembolsos que demanda la guerra de Vietnam-para el presente año se hacen subir estos últimos a alrededor de dieciseis billones de dólares-, provocan fuerte déficit en el tesoro americano. El propio Secretario de la Defensa, señor Me Namara, ha reconocido que el programa de venta de armamentos representa beneficios indiscutibles en la balanza de pagos, admitiendo que el déficit que ésta tuvo durante el año 1961 alcanzó a cerca de 2,8 billones de dólares, y que este mismo déficit se había reducido en 1,965 a 1,4 billones, a pesar de que los gastos en el Sur de Asia habían aumentado considerablemente. Ahora es la Alemania Federal la que recibe el impacto de la presión para que compre mayor cantidad de elementos bélicos a Estados Unidos, bajo la amenaza del retiro de las tropas americanas, que serán llevadas a Vietnam. En el curso de la semana pasada, una noticia cable-gráfica venida a Bonn da a saber lo que copio:
"El portavoz de la prensa de Erhard, Secretario de Estado Karingunther von Hase, declaró a los periodistas que el Canciller aclaró al Presidente de Estados Unidos, Lyndon B. Johnson, que en el futuro Alemania no podrá equilibrar el importe de todos los gastos militares norteamericanos en este país por medio de compras de carácter militar o civil en el mercado norteamericano".
Debe agregarse que todo este plan de ventas se regula en un estrecho contacto entre el Departamento de Estado y el de Defensa, el que se hace efectivo mediante los permisos de exportación o importación de los artículos incluidos en una lista preparada de antemano y que controla el primero de estos Departamentos.
Este tráfico de armamentos llevó a un semanario norteamericano a emitir el siguiente juicio:
"Las armas y la chatarra militar constituyen uno de los ítem de exportación de mayor importancia. Sin ellos pocas compañías estarían percibiendo las extraordinarias utilidades que obtienen".
No cabe tampoco desconocer que otros países del área occidental, como del área socialista, proveen también de armamento bélico a muchas otras pequeñas naciones del Oriente; pero de lo que no cabe duda es de que el liderato corresponde a Estados Unidos. Luego, resulta estéril admitir la posibilidad de un entendimiento que conduzca a conservar la paz; por el contrario, los hechos hacen pensar en que la humanidad se equilibra en el filo de una navaja para no caer en una conflagración que puede ser hasta de carácter nuclear, y cuya chispa podría arrancar de Vietnam o de Berlín.
Este ligero raciocinio nos llevaría a rechazar el proyecto que autoriza la realización de ejercicios conjuntos de nuestra pequeña Armada con buques norteamericanos.
Empero, es necesario considerar otro capítulo.
El horizonte internacional de nuestro país se torna cada día más obscuro. La desorientada conducta del Ministerio de Relaciones Exteriores nos ha llevado al aislamiento en que, en el perímetro vecinal, nos desenvolvemos. Y la perspectiva resulta ingrata, porque, si contamos con un Ministerio de Defensa, prácticamente se carece de defensa. Este Departamento cree que su función es adiestrar a las fuerzas armadas para lucirlas en paradas y y procesiones 'religiosas. Como la indigencia financiera es manifiesta, no hay posibilidad alguna de desarrollar maniobras como antes se acostumbraba realizarlas. En estas condiciones, la oficialidad, que es numerosa en proporción a los efectivos con que el país cuenta, no tiene dónde aplicar los conocimientos teóricos que recibe en los institutos de enseñanza, con el propósito de adiestrarse en el servicio de la integridad territorial. No resulta nada extraño afirmar que las principales funciones que concitan la atención de la oficialidad son de orden administrativo, y esta misma Corporación confirma el hecho cuando a diario está autorizando ascensos en las Fuerzas Armadas, sin que se conozcan manifestaciones esencialmente profesionales.
Hay aquí, pues, dos aspectos en juego. Uno dice relación al ámbito mundial; el otro, que se relaciona con los intereses directos del país. La confrontación de ambos aspectos impulsaban al Senador que habla a abstenerse de votar; pero como acabo de saber hace pocos instantes que esta inquietud que a mí me alarma no existe, votaré por el informe de la Comisión.
El señor JULIET.-
Señor Presidente, algunos Senadores de estas bancas estiman indispensable expresar, por mi intermedio, los fundamentos de su abstención en el proyecto de acuerdo que autoriza a la Armada Nacional para realizar maniobras conjuntas con unidades navales de Estados Unidos. Al actuar en esta forma, conformamos nuestros votos con la recomendación que en el mismo sentido nos hizo nuestro Comité Ejecutivo Nacional.
Estamos conscientes de la responsabilidad que nos corresponde como chilenos de respetar los compromisos internacionales suscritos por Chite, uno de los cuales es el de Asistencia Recíproca, de Río de Janeiro, de 1937. Por ese Tratado nuestro país aceptó que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado americano debe ser considerado como un ataque contra todos los Estados americanos y, por tanto, se comprometió a hacer frente al ataque. Consecuente con este propósito, concurrió Chile a aceptar el Pacto Militar, y a formar parte de la Junta Americana de Defensa. Dicho tratado y sus consecuencias han sido ratificados por todos los países del continente.
Las operaciones navales de que nos hemos estado ocupando constituyen una expresión de la asistencia recíproca, ya que ellas pretenden uniformar los métodos para lograr la defensa del continente en la forma planteada en Río de Janeiro.
Apreciamos debidamente que, de estas maniobras conjuntas, nuestra Armada Nacional habrá de recibir experiencias y estrategias de alto valor técnico, que habrán de servirle para su mayor perfeccionamiento.
Nosotros, los radicales, hemos apoyado, ayer, estas operaciones navales. Queremos ser consecuentes con las razones que tuvimos en el pasado para prestarles nuestro apoyo.
Ayer, como hoy, estimamos que los problemas internacionales y los que se refieren a nuestra defensa nacional no pueden dar motivo a una expresión opositora negativa e infecunda. Nos abstendremos de votar, porque no deseamos que nuestra votación, conforme a los considerandos expuestos, pueda ser interpretada como una ratificación o acuerdo con la política del actual Gobierno de otorgar privilegios económicos al capital norteamericano en nuestro país. Aceptamos la colaboración en el orden técnico y financiero para contribuir a nuestro desarrollo económico, de cualquier país del mundo que ella provenga, sea Estados Unidos o Rusia, o cualquier país altamente desarrollado, pero no aceptamos que por dicha vía de colaboración internacional nuestras riquezas básicas sean entregadas en situación de irritante privilegio a las empresas de determinada nación. Igualmente, por nuestra votación deseamos expresar nuestro desacuerdo por la actitud que ha tenido el Gobierno con las Fuerzas Armadas.
Me abstengo.
El señor BULNES SANFUENTES.-
Los Senadores del Partido Nacional, de acuerdo con la Comisión Política de nuestro partido, hemos decidido abstenernos de votar en el proyecto que autoriza la realización de la Operación Unitas. Después de las brillantes y documentadas intervenciones que han tenido el Honorable señor Jaramillo, en sesión secreta, y el Honorable Senador Ibáñez, en sesión pública, a mí me corresponde hacer ahora una apretada síntesis de las razones que tenemos en favor o en contra de dicha Operación y que nos conducen a abstenernos de votar.
Nosotros somos partidarios del Sistema Interamericano de Defensa y del Pacto Militar, que tienden fundamentalmente a defender al Hemisferio Occidental de una posible agresión venida de otros sectores del planeta. Pensamos que ese Sistema y ese Pacto obraron por presencia, pero obraron poderosamente, en los tiempos en que la Rusia de Stalin tendía a imponer por la fuerza su predominio en el resto del mundo, como lo hiciera en vastas regiones de la Europa central y oriental. Reconocemos que, en esta materia, la política de la Unión Soviética parece haber experimentado una apreciable evolución; pero estamos en presencia de una China comunista que no oculta sus preparativos para la guerra y su adhesión a los métodos de Stalin, y no sabemos si mañana pueden surgir en Rusia o fuera de ella, otros gobiernos con propósitos de expansión por la fuerza. Creemos, por lo tanto, que el Sistema Interamericano de Defensa y el Pacto Militar, sin ser de tan urgente necesidad como en la época en que se originaron, siguen constituyendo una salvaguarda importante de la soberanía y de la paz, para Chile como para las demás repúblicas latinoamericanas.
Estimamos, además, que el Sistema Interamericano de Defensa y el Pacto Militar son de alta utilidad para mantener y desarrollar la eficacia defensiva de nuestras propias Fuerzas Armadas, porque permiten a nuestros institutos militares contar con elementos materiales modernos y adecuados que, si fuesen adquiridos con nuestros propios recursos, significarían para el país un fuerte sacrificio, y les permiten asimismo que su oficialidad reciba un útil adiestramiento en materia de armamentos y de tácticas actuales de defensa.
Por las razones que dejo expuestas, hemos votado hasta ahora en favor de las Operaciones Unitas que periódicamente se han realizado, y desearíamos sinceramente poder hacerlo también esta vez. Nos complacería especialmente poder facilitar así los programas de la Marina de Chile, por la cual tenemos respeto y admiración; pero, desgraciadamente, ahora han sobrevenido hechos nuevos que, si bien no son suficientes para que votemos esta vez en contra de esa Operación, crean en nuestros espíritus graves dudas, que por ahora nos obligan a abstenernos de votar y que en una próxima oportunidad, si ellas no se esclarecen, pueden conducirnos a un voto negativo.
El primero de los factores que suscitan nuestras dudas, son las informaciones que tenemos acerca de Bolivia. Sabemos que los gobernantes y los demás elementos dirigentes de ese país están atizando por todos los medios posibles el odio a Chile; sabemos que el juramento de las Fuerzas Armadas ha sido modificado, para incluir en él el compromiso de luchar apasionada y permanentemente por la llamada "reivindicación de litoral boliviano"; sabemos que Bolivia ha constituido una Martina de Guerra, y a mí mismo me tocó participar en la Transmisión del Mando del Presidente Belaúnde al lado de un caballero boliviano, con el rango de Embajador, que iba disfrazado de Almirante; sabemos que en todas las ceremonias cívicas de Bolivia es tema principal la mentada "reivindicación del litoral", y sabemos también que el Presidente de Bolivia, General Barrientes, manifestó en un reciente discurso público que el centenario de la ciudad de Antofagasta, que cae a fines de este año, debía 'celebrarse con la reconquista de esa ciudad. A lo anterior se suman cuatro hechos materiales: primiero, que aviones de guerra 'bolivianos, de los llamados subsónicos, vuelan frecuentemente, de noche, sobre territorio chileno; segundo, que camiones militares entran en demasía a nuestro territorio, pretextando necesidades de los ferrocarriles; tercero, que el crecimiento de la población boliviana en Arica está en los últimos tiempos más allá de todo lo normal, y cuarto, que Bolivia ha elevado su conscripción en términos desmesuradlos para un país que padece de una profunda inferioridad económica, A las circunstancias anteriores se suma el hecho evidente de que, en el plano internacional, las autoridades bolivianas mantienen una permanente agresión verbal contra Chile, describiéndonos como un país imperialista y belicoso y acusándonos de violaciones al Derecho Internacional que sólo existen en las imaginaciones bolivianas, recalentadas por el odio a Chile que se inculca desde las escuelas.
Los chilenos somos por naturaleza desaprensivos, y la mayor parte de nuestros compatriotas mira con sorna la beligerancia boliviana, como se mira una vulgar fanfarronada. Pero si recurrimos a la experiencia que Chile recogió en el siglo pasado, es fácil comprobar que Bolivia nos arrastró dos veces a la guerra con el Perú, en 1838 y en 1879, y la segunda vez estuvo a punto de ponernos también en guerra con Argentina. En ambas ocasiones lanzó la primera piedra y luego escondió la mano, puesto que, después de nuestras primeras victorias, los bolivianos huyeron al Altiplano y nos dejaron luchando sólo con los peruanos, no obstante que siempre hemos sentido por estos últimos ¡un afecto cordial y sincero. Con esas experiencias, no podemos tomar como cosa tan baladí los propósitos ele agresión que Bolivia está demostrando.
Pues bien, nosotros estamos en conocimiento de que el Gobierno boliviano ha 'adquirido armamento moderno que no corresponde al Pacto Militar y que no guarda relación con la situación económica de ese país. Según todas nuestras informaciones, ese armamento no es de procedencia norteamericana, sino europea; pero, si se considera que Bolivia vive del dinero de los Estados Unidos, país que financia a fondo perdido algo así como el 40% del presupuesto boliviano, resulta evidente que los Estados Unidos están cooperando indirectamente a que Bolivia se arme con propósitos bélicos en contra de Chite y de su pueblo.
Con nuestra abstención frente a la Operación Unitas, queremos llamar la atención del Gobierno norteamericano sobre tan delicado asunto; queremos manifestar que, aunque partidarios en principio del Sistema Interamericano de Defensa, estamos firmemente resueltos a apartarnos de él si el Gobierno de los Estados Unidos sigue tolerando que sus recursos, sus donativos a Bolivia, se traduzcan en un loco plan aumentista dirigido contra Chile. Si no encontramos lealtad total en el poderoso aliado norteamericano, debemos afrontar solos nuestra propia defensa, cualquiera que sean los sacrificios que ello nos imponga.
En jel debate que termina hemos aprovechado la oportunidad para plantear el enérgico repudio que nos merece la política de intromisión en nuestros asuntos internos que vienen desarrollando, con absoluto desconocimiento de nuestros problemas, pero cada vez con mayor énfasis, el Departamento de Estado y numerosos dirigentes y parlamentarios demócratas, entre los cuales se destacan el petulante Senador Kennedy, autocalificado de especialista en asuntos latinoamericanos, y el actual Embajador de los Estados Unidos en Chile, que en otros tiempos habría recibido hace rato su pasaporte. Esta intromisión en nuestra vida interna no tiene relación directa con la Operación Unitas, pero lógicamente ha contribuido a debilitar la confianza, sin duda excesiva, que en otros tiempos tuvimos en los propósitos norteamericanos en relación con nuestro país. De ese modo, la intrusión que estamos comprobando todos los días en asuntos que sólo al pueblo chileno corresponde resolver, intrusión que el Senador Ibáñez ha puesto hoy de relieve en forma completa y clarísima, no es el factor determinante de nuestra actitud en esta votación, pero influye indiscutiblemente en las aprensiones y los recelos que actualmente nos despierta el Gobierno norteamericano.
El señor IBÁÑEZ.-
Deseo fundar mi voto, señor Presidente.
El señor REYES (Presidente).-
Señor Senador, se acordó que solamente un Senador fundara el voto en representación de cada Comité.
El señor ALTAMIRANO.-
Los fundamentos de la votación socialista en favor del informe están contenidos en los extensos discursos pronunciados por los Honorables señores Allende y Ampuero. Por eso, votamos favorablemente.
El señor BARROS.-
Voto negativamente la Séptima Operación Unitas, inspirado por el asentimiento de odio que me infunden los fautores de guerra, los genocidas del Pentágono, cuyas raíces se encuentran en sus fuerzas armadas agresoras.
Voto que no, guiado por el asco que me produce como hombre de América que nuestras Fuerzas Armadas estén coludidas con los agresores de Santo Domingo, los usurpadores de Guantánamo, los colonialistas de Puerto Rico, los usurpadores de Panamá, los segregacionistas de Ala-bama, los genocidas de Vietnam.
Voto que no, en defensa de la soberanía de Chile, que ha sido pisoteada por los que se han apropiado del cobre, y que en las oficinas del Ministerio- de Defensa poseen dos pisos con cancerberos que sólo aceptan a quienes hablan inglés o saben doblar el espinazo.
Voto que no, porque creo interpretar el pensamiento de los hombres libres de Chile, que no aceptan el imperialismo norteamericano.
Voto que no, como voté año a año iguales Operaciones Unitas.
Voto que no, porque Johnson y los suyos quieren hacer de nuestra isla de Pascua una base militar yanqui.
Y, por último, al votar que no esta Operación Unitas VII, estoy votando que sí la operación Dignidad Nacional, como está configurado en el informe de la Comisión.
El señor PABLO.-
Señor Presidente, los Senadores y Diputados de la Democracia Cristiana hoy, como lo hemos sido siempre, en la Oposición o en el Gobierno, somos .partidarios de las Operaciones Umitas. No hemos tenido jamás una línea zigzagueante sobre este particular.
En nuestras relaciones con Estados Unidos, hemos .estado de acuerdo en muchos aspectos, pero también hemos representado en distintas oportunidades aquellos puntos que nos han merecido reparos. Por ejemplo, rechazamos la intervención en Santo Domingo. Rechazamos también la creación de la fuerza interamericana de paz. En otras ocasiones nos hemos negado a prestar nuestro concurso para que las Fuerzas Armadas nacionales pudieran realizar operaciones conjuntas con otros ejércitos, como sucedió en el caso-de la Operación Ayacucho. Nos parece haber actuado con absoluta claridad, apoyando las cosas que, desde luego, merecían nuestro apoyo y rechazando aquellas que estimábamos inconvenientes para el interés del país o para el interés de la colectividad latinoamericana.
Por el contrario, el Senador Duran, que acusaba a mi partido de actitud zigzagueante, es quien ha demostrado esta tarde tener una posición equívoca. En efecto, su colectividad política suscribió los convenios militares, votó siempre a favor las Operaciones Unitas y las aprobó también esta vez en la Cámara, no obstante lo cual el señor Senador, que se cree consecuente con una línea, las ha votado en contra.
La queja fundamental que se hace al Gobierno norteamericano y a su brillante Embajador estriba básicamente en que no ha sido justo ese país con los hombres de Oposición que se sienten sus amigos, que rechazan la firmeza de los hombres de nuestro Gobierno, que en determinadas oportunidades han estado dispuestos a decir que no al Gobierno norteamericano. Las relaciones internacionales son de Estado a Estado y a éstos los representan sus Gobiernos. Absurdo sería que las Embajadas alabaran las actuaciones de la Oposición y no significaran los éxitos de los Gobiernos. En. cuanto a que él Pacto Militar nos permite realizar operaciones conjuntas, debo hacer presente que no hemos tenido jamás en nuestro Gobierno, y creo que en ningún otro, ofrecimientos para efectuar operaciones con otros países. Evidentemente, si llegaran a formularse, serían objeto de estudio no sólo desde el punto de vista de la defensa, sino también desde el punto de vista del interés internacional de Chile.
Que haya países adheridos a pactos, en ningún caso significa oprobio. El Pacto de Varsovia, que justifican los comunistas, no solamente auna a Moscú con los países europeos que tienen una política determinada, sino que también permite la presencia de tropas soviéticas en distintas partes del continente europeo. Y Cuba, país respecto de cuyo ejército escuchamos alabanzas hace pocos días en la Comisión, llegó, en 1962, a tener 16 mil hombres de procedencia rusa. En la actualidad tiene alrededor de dos mil militares de ese origen, que están colaborando en su defensa.
Nosotros, sin entrar a aceptar la ayuda masiva que tienen esos países, que pone sin duda en tela de juicio su propia soberanía, creemos conveniente, en estos instantes, el perfeccionamiento de nuestras Fuerzas Armadas y, sobre todo, nos parece importante, para la defensa de la nación, que ellas en esta ocasión puedan tener contacto con otros institutos armados de experiencia superior.
Estimamos que la oportunidad que se nos presenta y que ha sido otorgada a varios países latinoamericanos, debe ser aprovechada, precisamente, si la nación llega a temer -ojalá no ocurra así- una agresión de otros países. Porque, en ese caso, la política de aislamiento sería, a mi modo de ver, funesta.
Por eso, sin vacilaciones, sin zigzagueos, hoy como ayer, votamos a favor de las Operaciones Unitas y en contra del informe.
El señor CONTRERAS (don Víctor).-
¿No tiene datos Su Señoría de las maniobras de la OTAN?
El señor AMPUERO.-
¿Por qué no da esos datos?
El señor MAURAS.-
Los traeré con todo gusto, y los leeré en su oportunidad a los señores Senadores.
El señor MAURAS.-
Señor Presidente, los Senadores del Comité Independiente seremos muy breves al fundar nuestros votos y justificarlos.
En realidad, creemos muy útil, para la vida del país y de cualquier nación latinoamericana, el análisis a fondo de sus relaciones con Estados Unidos. Pero no estimamos, en verdad, que ésta sea la oportunidad precisa para hacer un examen extenso e intenso de estas relaciones, pues consideramos que muchas de las circunstancias que vive actualmente Chile son producto de situaciones creadas con anterioridad y en las que participamos, apoyando al Gobierno pasado, muchos de los que estamos aquí. Tal es él caso de la reforma agraria. Tengo la convicción de que la mancera del arado, cuya punta penetró en el reformismo del agro chileno, fue manejada en un comienzo por la Administración anterior, no como iniciativa impuesta por el Gobierno de Estados Unidos, sino como consecuencia de un acuerdo colectivo adoptado en Punta del Este.
Advierto que sobre esta materia, en todo caso, estamos dispuestos a hacer un análisis" en profundidad en una próxima ocasión.
En cuanto al tema en debate, pensamos que se trata de un asunto que sólo dice relación a la defensa o seguridad nacionales.
No deseo plantear mis puntos de vista como Senador de una de las zonas cuyos límites han sido mencionados reiteradamente en esta discusión. Tampoco quiero decir que muchas de las alusiones a una eventual situación delicada con Bolivia deben hacernos llegar a una conclusión: si en realidad existe algún problema, algún aspecto delicado que pudiera llevarnos a conflicto con Bolivia, como se ha hablado, las operaciones marítimas tendrían poca importancia.
Pero aquí se trata de un juicio técnico dado por los jefes de las Fuerzas Armadas, quienes, desde 1960, sostienen el mismo criterio: entrenamiento, contacto operativo. Esos militares han dicho que renunciar a realizar estas operaciones significa retirarse de una competencia de carácter profesional en que están interesados todos los países del continente.
Se ha expresado también aquí que existe la posibilidad de conflictos eventuales. A mí me parece que, si llegara a acontecer una situación tan desafortunada,' sería preferible que el país estuviera en condiciones de enfrentarla.
Considero que si Chile no participa en estas operaciones y, en cambio, lo hacen otros países, y mañana se producen esas situaciones, seguramente, si se nos ocurre ir a abastecernos de elementos bélicos a Estados Unidos, éste preferirá venderle a esas otras naciones.
No creo, como se ha dicho por algunos, que sea mejor buscar el autoabastecimiento. Por lo menos, no lo considero posible; porque, en esta materia, el auto-abastecimiento en Chile significaría recurrir a FAMAE, institución que, según parece, sólo sirve para que se escondan los presidiarios que se fugan de la penitenciaría.
Repito: yo prefiero ver a mi país en condiciones de enfrentar estos conflictos eventuales.
Además, he oído afirmar que el Pentágono domina totalmente las fuerzas armadas latinoamericanas. Pero estamos viviendo en un mundo que se informa rápidamente. ¿Qué sucede en el resto del mundo? A este respecto, me parece interesante decir -no para plantearlo con propósito antitético de debate- que no creo posible afirmar, en un sentido u otro, como aquí también se ha hecho, que las maniobras conjuntas no son inocentes; y no lo son porque derivan de tratados. Yo prefiero que las operaciones conjuntas, en el mundo de hoy, deriven de tratados y no de imposiciones. Todas las maniobras conjuntas que se hacen en el mundo derivan de tratados. Tan así es que se acaban de realizar las maniobras de los países signatarios del Tratado de Varsovia. ¡Esas sí que son maniobras, y no estos fuegos de bengala que hacen aquí!
Tengo a la mano recortes de los diarios "El Siglo" y "La Nación", de los días 26 y 19 de septiembre, respectivamente, donde se dice: "Concluyeron maniobras militares de "Vltava", "Demostración contra China son maniobras militares comunistas", y "Pacto Varsovia en juego bélico".
Pero hay algo muy interesante, y lo digo a título de información. Acaba de publicarse, el sábado pasado, en la revista "L'Express", una relación de estas maniobras, que, en síntesis, daré a conocer. Dice:
"Instintivamente, el mariscal soviético Andrei Gretchko, comandante supremo de las fuerzas del Pacto de Varsovia -la OTAN socialista-, y el señor Antonin Novotny, Presidente de la República Checoeslovaca, encogieron la cabeza entre los hombros. A menos de 300 metros de altura, una formación de ataque Mig 21, supersónica pasaba con un ruido ensordecedor, cubriendo el de los poderosos tractores portadores de cohetes subsolares que desfilaba ante la tribuna de honor. Era el 25 de septiembre recién pasado, en la plaza Jan Zizka, en Ceske Badejovice, Bohemia del Sur (Checoeslovaquia). La formación soviética recobraba sus bases. Acababan de finalizar las grandes maniobras de otoño del Pacto de Varsovia, en código: "Operación Vltava" según el nombre del río que baña a Praga.
Estas maniobras son las más importantes organizadas por los países del bloque socialista, con posterioridad al término de la Segunda Guerra Mundial. 150 mil hombres participaron en ellas. De comienzo a fin, el material utilizado constituía una fila ininterrumpida de 850 Km. La utili-lización de transportes aéreos fue tan masiva que se pudo comparar las maniobras "Vltava" con la operación "Big Lift" que en septiembre de 1963, transportara, en tres días, una división norteamericana entera -hombres y armas- desde Texas a Alemania Occidental.
"Tema general: las fuerzas imperialistas de la OTAN (campo verde) -es decir en forma más clara- el ejército norteamericano y las fuerzas armadas alemanas, franquearon la frontera germano-checoeslovaca y, utilizando sus armas nucleares tácticas, penetraron profundamente en Bohemia. Esta agresión de constitución nuclear (los rusos no creen en una guerra puramente convencional en el continente europeo), ha sido detenida por medios idénticos en el Vltava. El contra-ataque de las fuerzas del Pacto de Varsovia (campo rosado) puso en marcha, vehículos, baterías siderales y unidades de paracaídas sobre la retaguardia del enemigo.
"Conjugando el bombardeo atómico y la inmediata apertura de los tanques (cuyo blindaje se encuentra al abrigo de las radiaciones), la doctrina militar de Moscú enseña que en la hora actual, en un escenario de operaciones europeo, el avance soviético sería de 100 Kms. por día. El Rhin se alcanzaría en 82 horas, París en una semana. La noche no detiene la progresión. Blindados y transportes de tropas utilizados durante las maniobras están equipados por rayos infrarrojos que permiten apagar todo el fuego posible. El equipo de tanques en espiral -especie de largo tubo respiratorio- ha permitido el franqueo de corrientes de agua de 7 metros de profundidad sin el cruce de puentes.
"Enseñanza de la guerra del Vietnam: por primera vez, los helicópteros -y, entre ellos el más reciente Mig 6, -helicóptero pesado- se han empleado de manera intensiva; transportes de tropas, ataques, operaciones de colocación de minas, en definitiva, revolución en las transmisiones; un receptor interno de televisión ha permitido al GeneralBohumir Lomski, Ministro de Defensa de Checoeslovaquia y director de las maniobras, de seguir, desde su P. C, los combates y el avance de sus tropas".
Pues bien, en un mundo convulsionado como el de hoy, ¿cómo no se van a realizar operaciones conjuntas y de dónde van a derivar? De los tratados y no de imposiciones. Pienso que estas operaciones pueden ser necesarias, Pero como, a nuestro juicio, aquellas a las cuales nos estamos refiriendo, que han dado motivo a debates de largas proyecciones y con muchas aristas, dicen relación a la Defensa Nacional; como las hemos votado desde 1960, y como la característica esencial de dichas maniobras no es de relación de Chile con Estados Unidos, sino las mismas de hoy, votamos negativamente el informe.
Por último -excúsenos el Honorable Senado-, nos permitimos volver a decir que, en el caso de una eventualidad bélica, preferimos que nuestro país esté en condiciones de enfrentarla como corresponde a su tradición y a su honor.
El señor WALKER (Prosecretario).-
Resultado de la votación: 13 votos por la negativa, 12 por la afirmativa y 6 abstenciones.
El señor REYES (Presidente).-
Reglamentariamente, influyen las abstenciones. En consecuencia, debe repetirse la votación.
Si le parece a la Sala, se dará por repetida.
El señor VON MÜHLENBROCK.-
Con la misma votación, señor Presidente.
El señor REYES (Presidente).-
Acordado.
Queda rechazado el informe y aprobado en general el proyecto. Como no se han presentado indicaciones, se aprueba también en particular.
Se levanta la sesión.
"
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3465
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2886
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1617
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1933
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/957
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2591
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/325
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2967
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1850
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1450
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1151
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1014
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3405
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2871
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2623
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3580
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/322
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2005
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2435
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/256
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/2348
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1071
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/cl/cargo/323
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/3539
- bcnres:tieneReferencia = http://datos.bcn.cl/recurso/persona/1694
- bcnres:tieneTerminoLibre = http://datos.bcn.cl/recurso/tema/ejercicios-navales
- rdf:type = bcnres:SeccionRecurso
- rdf:type = bcnses:SeccionProyectoDeLey