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El señor MUSALEM.-
Señor Presidente, primeramente me referiré al último punto planteado por el Honorable señor González Madariaga.
Todos los señores Senadores saben que los centros de madres acuerdan libremente poner el nombre que ellos desean a sus organizaciones. Nadie puede impedirles que elijan el de la señora del Primer Mandatario o de quien sea. Normalmente, han tenido nombres de gobernantes chilenos. Esos centros -repito- lo deciden así libremente y nadie tiene interés en que lleven el nombre de personeros del Gobierno o de parlamentarios.
Nadie podría sostener en esta Sala que alguien ha pedido que se ponga un nombre determinado a un centro de madres. Esta es una majadería a la cual se quiere dar importancia, pero no tiene ninguna, porque nadie se está beneficiando con ello. Nadie está haciendo propaganda ni tiene interés en hacerla. Ojalá mañana desaparecieran todos los nombres de políticos y de personas de esos centros, porque, en el fondo, a mi juicio, es una mala práctica que nace, desgraciadamente, del corazón del pueblo, y hay que aceptarla, sin contrariarla, pues normalmente no se consulta a las personas cuyos nombres se usan.
El señor GONZALEZ MADARIAGA.-
Lo que Su Señoría dice es majadería.
El señor MUSALEM.-
No se puede hacer cuestión de lo que nace libremente del alma del pueblo.
Ahora, respecto del aspecto de fondo planteado en esta Sala, se sostiene, como si por primera vez ocurriera en el país, que la ley de presupuestos y la de reajustes tienen variación en el financiamiento. Esta es una práctica normal en Chile. No puede ser de otra manera.
Todos los Gobiernos, cuando envían la ley de presupuestos en el mes de agosto, especifican determinada suma de gastos y otra de ingresos. Después, más cerca del fin de año, en la última oportunidad que permite la Constitución, mandan un oficio final; o sea, cuando hay un mejor ajuste en las cifras estadísticas y mejor conocimiento de los posibles gastos e ingresos. Así se ha procedido siempre, porque corresponde a toda una organización estadística que existe en Chile, que no anticipa más en el tiempo la información requerida.
La diferencia, como se ha dicho, asciende a 24 millones de escudos. No creo que, en definitiva, y en E° 7.100 millones que es el monto del Presupuesto, represente una discrepancia como para sostener en esta Sala que el Gobierno podría, en un momento dado, haber concebido un pre- supuesto abultado para después rebajarlo y hacer anuncios espectaculares en ese sentido. No se puede sostener que la intención del Ejecutivo haya sido esa al hacer el anuncio de que se renunciaría a los préstamos del AID y al "stand by". Por cierto, esa renuncia tiene una significación financiera en el presupuesto.
Precisamente, la renuncia al crédito AID corresponde a la rebaja de 120 millones de escudos, planteada por el Ministro de Hacienda, y que es por seis meses. A mediados de año, el Ejecutivo tendrá que hacer otro ajuste de las necesidades y ver si rebaja, inclusive, una mayor suma que la anunciada. Esto corresponde a toda una política. Simplemente, los precios del cobre han sido mejores, y el Ejecutivo no necesita de esos créditos; es decir, renuncia a los empréstitos y sanea la balanza de pagos del país. También reduce las deudas y las necesidades de financiamien- to fiscal para ajustarías a todo un programa armónico y a la política de crédito y expansión del dinero planteada por el Ejecutivo. Nosotros hemos anunciado desde un comienzo que nuestro programa económico es armónico. Un sector de la economía tiene relación con todos los demás, y si vamos a disponer de menos créditos externos, porque renunciamos a ellos, es necesario un ajuste en la política financiera fiscal, para todos sus efectos y, en especial, para los de la política monetaria del crédito.
No sé si los señores Senadores que plantean dudas pretenden dejar flotando en el ambiente una mala intención de parte del Ejecutivo al reducir el gasto fiscal a esta altura del año o no entienden realmente el proceso económico, o no quieren comprenderlo por razones políticas.
A mi juicio, la situación es muy clara, y no se puede hacer objeción alguna al
Ejecutivo por haber anunciado, a esta altura del año, una reducción de gastos públicos que corresponden, precisamente, a las posibilidades claras que ha dado el mayor precio del cobre.
Nadie podía estar seguro, a principios de año, ni en julio, de la cantidad de divisas que ingresarían al país por el precio del cobre. Cuando se envió el presupuesto, nadie en Chile podía asegurar cuál sería la disponibilidad de divisas del país a fin de año.
Por eso, precisamente, se han hecho todas estas rectificaciones, que son muy justificadas.
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