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El señor IBÁÑEZ.-
Es obvio lo que señaló el Honorable señor Altamirano. El Gobierno de los Estados Unidos ha cambiado su política respecto de Chile, y. . .
El señor MUSALEM.-
No es efectivo. ¿Por qué no da un testimonio Su Señoría?
El señor ALTAMIRANO.-
No se ponga tan nervioso Su Señoría.
El señor FONCEA.-
¡Esto es abusar de la paciencia de los demás!
El señor IBÁÑEZ.-
Le ruego, señor Senador, que me escuche.
Es obvio que Estados Unidos cambió su política, y ello fue lo que determinó este cambio espectacular del Gobierno chileno. A mi juicio, los norteamericanos tardaron mucho tiempo en darse cuenta del mal uso que se hacía aquí de los dineros que nos prestaban.
El señor MUSALEM.-
Esto es lo que cree Su Señoría.
El señor IBÁÑEZ.-
Voy a explicarlo. Le ruego al señor Senador escucharme con tranquilidad.
Se ha dicho que se nos presta dinero para obras reproductivas y no para gastos sociales. Pero, ¿qué sucede, señor Presidente? Que, en la medida en que el presupuesto de inversiones se financia, en sumas cada vez mayores, con empréstitos norteamericanos, quedan liberados recursos nacionales que se destinan a esas obras piadosamente llamadas de progreso social, pero que, en el hecho, son obras de proselitismo político.
En consecuencia, aquí se hace un juego sobre la base de conceptos contables. Cuando se sostiene que los dineros de Estados Unidos sólo se destinan a obras de carácter reproductivo, no se dice toda la verdad. Toda la verdad es que esos empréstitos han permitido liberar cantidades considerables de recursos, las que, sumadas a los ingreses extraordinarios provenientes del elevado precio del cobre, han hecho posible mantener una inmensa máquina de proselitismo político, bajo la apariencia de un programa de desarrollo social.
Los norteamericanos se han dado cuenta de ello muy tardíamente, porque, por desgracia, pese a todas las virtudes y atributos que soy el primero en reconocerles, ellos no proceden en materia política con la rapidez y comprensión con que nosotros quisiéramos que procedieran. Por eso, demoraron mucho en captar lo que aquí ha estado sucediendo.
Sin embargo, cuando se percataron de lo que ocurría, notificaron al Gobierno de Chile que, salvo, para muy contadas obras, sólo concederían préstamos si el precio del cobre bajaba, según recuerdo...
El señor MUSALEM.-
¡ Cómo puede decir eso Su Señoría!
El señor GUMUCIO.-
¿De dónde sacó tal información? ¡Eso es falso !
El señor IBAÑEZ.-
Lo declaró Lindon Gordon, un día después de que el Presidente de la República formuló sus declaraciones. Salió publicado en todos los diarios.
El señor GUMUCIO.-
¡No tergiverse los hechos!
El señor IBAÑEZ.-
El Presidente reconoció esto al decir que, cuando bajara el precio a menos de 43 centavos de dólar por libra,...
El señor ALTAMIRANO.-
De 45 centavos.
El señor IBAÑEZ.-
. . .podría seguir contando con estos préstamos.
El señor GUMUCIO.-
¡ Para seguir con su obsesión, falsea las cosas!
El señor IBAÑEZ.-
Hay algo perfectamente claro, lógico, que no tiene nada de lesivo para nosotros. Es sencillamente un acto de cordura de los norteamericanos, que obliga al Gobierno chileno a no seguir despilfarrando, no sólo los recursos nacionales, sino también los provenientes del exterior.
El señor AYLWIN.-
¡El acto de cordura fue del Gobierno de Chile!
El señor PALMA.-
¡ El Gobierno chileno actuó con cordura, al tomar otro rumbo en su política!
El señor IBAÑEZ.-
Aquí se quiere presentar esto como un acto de cordura del Gobierno de Chile. Yo no lo creo así.
El señor PALMA.-
¡Es cuestión de apreciación!
El señor IBAÑEZ.-
Estimo que no se puede presentar como mérito aquello que ha sido impuesto como obligación. Es repetir el caso de aquel conocido personaje del romancero clásico que decía: "Tres veces a la semana, si no había qué comer, ayunaba el pecador". Esa es más o menos la actitud del Partido Demócrata Cristiano al afirmar que ahora están realizando un gran acto de cordura, cuando, en realidad, la cordura les viene de Estados Unidos.
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