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- rdf:value = " El señor CURTI.-
Los Senadores de estas bancas hemos recibido completas informaciones que comprueban la gravedad de la situación que afecta a la industria pesquera radicada en la provincia de Tarapacá.
Las observaciones formuladas por el Honorable señor Gómez, con tanto acopio de antecedentes, me ahorran ahondar en ese problema. El actual estado de cosas puede redundar en la cesación de actividades de grandes empresas productoras en el ramo de la pesca, y en la cesantía de numerosos empleados y obreros.
No pretendo defender intereses particulares. Quienes han emprendido actividades de esa naturaleza, han de correr con los riesgos inherentes a ellas; pero la producción de estas empresas representa al país retornos de 40 millones de dólares al año, de tal modo que su desarrollo compromete el interés nacional. Por eso estimo que merecen el auxilio del Gobierno. Además, la industria pesquera representa fuertes inversiones del país, obtención de préstamos en el exterior, y avales otorgados por la Corporación de Fomento. Las fábricas de harina de pescado son de alto costo y han sido financiadas, en su fase inicial, por capitales particulares; se han adquirido en el extranjero con créditos pagaderos en plazos de 5 a 8 años. Por otra parte, también son de alto costo los pequeños barcos empleados en estas faenas, que significan una inversión de 500.0000 escudos. Cabe observar que una fábrica necesita cuatro o cinco de estas embarcaciones para asegurar un abastecimiento de veinte toneladas de materia prima por hora. Así, las inversiones pueden llegar a ocho millones de escudos, por parte de los cuales corresponde a deudas en dólares y sufren las alternativas que la moneda extranjera tiene en nuestro país.
Por eso, la crisis mencionada adquiere contornos verdaderamente nacionales y es necesario que el Gobierno, por intermedio de los organismos pertinentes, se aboque a la solución del problema, tanto más cuanto que se trata de industrias de exportación que, por estar constituidas en su totalidad por capitales chilenos, retorna al país el 100% de sus ventas en el exterior. Sólo se remesa fuera del país lo correspondiente a amortizaciones e intereses de los préstamos, debidamente caucionados con hipotecas y otras garantías.
Perú, que también ha experimentado los efectos de estas crisis estacionales, ha tomado medidas ágiles y generosas para auxiliar a las empresas, que se han visto muchas veces al borde de la quiebra. Este país obtiene de la pesca un ingreso anual de 190 millones de dólares, que retornan totalmente al fisco peruano. Mediante esas medidas ha logrado consolidar la industria y ponerla a resguardo de las fluctuaciones de la materia prima, la anchoveta, de la cual se obtiene la harina de pescado.
Chile necesita diversificar sus fuentes de divisas, constituidas hasta hace poco casi exclusivamente por la exportación de cobre. En este aspecto, el país no puede depender solamente de los minerales, pues, como se ha visto a menudo, sobre todo en tiempos de guerra, cuando ha habido grandes acumulaciones de metales estratégicos en Estados Unidos, nuestros minerales han quedado atochados en los puertos sin poder ser vendidos. La diversificación de las exportaciones contribuye, además, a entonar la balanza de pagos, cuyo desequilibrio repercute en el crónico proceso inflacionario de Chile.
Es urgente adoptar algunas medidas, pues la situación producida no admite un plazo dilatado para resolverla. La Junta para el Progreso de Iquique, en un memorándum referente a esta materia, propone dos o tres medidas muy sencillas, tales como el pago de la bonificación a las exportaciones con cargo a los fondos acumulados de conformidad a las leyes pertinentes. Durante el año en curso los pagos por ese concepto a las industrias pesqueras suman siete millones de escudos, pero la cantidad adeudada llega a 21 millones de escudos. De tal modo que si el fisco, mediante algún esfuerzo, cancela el saldo, auxiliaría en forma muy determinante a las empresas, aseguraría su mantenimiento y, en especial, el de su personal.
Una empresa no puede abrir y cerrar sus puertas en cualquier momento, pues requiere personal especializado, al que debe mantener durante el tiempo de escasez de materia prima y, de este modo, estar preparada para reemprender las faenas cuando se presenten nuevamente condiciones favorables.
Por eso, insisto en que no se trata de defender intereses de particulares, sino intereses verdaderamente nacionales, de los que tanto espera el país, y en los cuales el fisco tiene comprometidos grandes préstamos y avales.
Adhiero a las observaciones tan prolijas formuladas por el Honorable señor Gómez y espero que el Estado -mejor dicho, el Gobierno- se preocupe de los grandes problemas que hoy día afectan a esta industria y acuda con agilidad y prontitud a darles solución. Se trata de soluciones que no significan perder nada, sino aplazar las obligaciones que la industria tiene, a fin de que, cuando la actividad pesquera se normalice -lo que ha de ocurrir- dicha industria se halle en perfecto funcionamiento para cumplir sus obligaciones.
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